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La Misa para mì....

 
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Autor Mensaje
Tenamaxtli
Veterano


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 1127
Ubicación: México - Anahuak

MensajePublicado: Mar Feb 28, 2006 5:44 pm    Asunto: La Misa para mì....
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Que es la Misa para tì? Què ha significado? Fuera de definiciones teològicas...que ha sido en tu vida?

Aquì comparto èste puñado de reflexiones...


***********************

Pero te comento que en torno a la Misa ha sido mi historia. Cada momento importante de mi vida ha sido en la Eucaristìa.

En momentos duros, un Templo vacìo, igual en tiempos de gozo.

Tambièn en tiempos de dudas, el mejor Templo es el que tiene por columnas los àrboles y por bòvedas, el mismo Cielo.

En Misa conocì a mi "primer novia" y en Misa despedì a mi Padre.

En Misa supe lo que era amar de verdad y supe lo que era enfrentarse cara a cara con la Inmensidad Amorosa y Paternal.

En Misa aprendì a jugar y en Misa aprendì a hacer Silencio en mi interior.

En Misa me convertì mil veces, y mil veces me descubrì pecador.

Durante cientos de Misas ddescubrì cientos de cosas sobre mì que no conocìa.

Y conocì la COmunidad.

En Misa tuve un miedo horrible, cuando llegò un grupo paramilitar allà por el Sur, y quisieron llevarse al Cura.

En Misa aprendìa a dar gracias y tener amigos. Aprendì a cantar no por vanidad sino por Comunicar, con Dios y con la COmunidad.

La Misa fuè y ha sido para mì, espacio de Encuentro y de Celebracion, de soledad y dolor, de conversion y de resurreccion.

Para mì, la Misa ha sido un Misterio que despues de tantos años, aùn sigo intentando comprender...

Y Asì, la Misa no ha sido para mì algo intrascendente. Ni ha sido un "culto protestante" (Como dicen algunos superficiales, amantes de la apariencia, que por no ser en latìn, dejaron de verla como un Misterio).

Aùn sigo llendo a Misa, y cuando me siento màs alejado de la Iglesia ycuando me siento sin la sintonìa del espìritu, opto por estar ahì, con apertura. Quizàs con tanto silencio, algun dìa Dios me hable.

Asì irè a Misa y cantarè, me inclinarè ante el "Por Cristo Con El y en El"

aunque sè que tendrè muchos momentos donde solo puedo repetir "Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero...una palabra tuya bastarà para salvarme".

En realidad, a veces no siento merecer estar ahì, pero La Comunidad y Dios siguen invitandome. Sin merecerlo, pero ahì estarè.

Solo espero que la "ropa" no estè tan sucia para esa Fiesta.
_________________
Una Nueva Sociedad, cimentada en los valores del Espìritu: Esto es Sinarquismo!
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Denis04
Asiduo


Registrado: 06 Feb 2006
Mensajes: 308
Ubicación: Iquique, Chile

MensajePublicado: Mar Feb 28, 2006 6:36 pm    Asunto: Misa es como oir a Jesus
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Escucharlo a él, identificar como el canon de la misa se prepara para el momento donde él hablará y lo que tiene que decir me parece un milago semanal que me seguirá dando muchas gratificaciones
En misa veo al pueblo de Dios en su Fé.
En Misa intento distinguir los dones de Dios.
En Misa hice mi Confirmación en esta Tierra, ahora sé que para preparar la verdadera confirmación en el Cielo...
En Misa ya no me avergüenzo, pues sé que él no se avergüenza de Mi.

La Misa es a Mi Espíritu como el Amor a mi Matrimonio, Necesito Vivirlo pues lo Siento, para compartirlo o para saber como Es, aunque no lo comparta siempre o aunque sólo lo sepa al final...
_________________

CONFIRMADO
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Reynaldo Figueroa
Asiduo


Registrado: 13 Feb 2006
Mensajes: 110
Ubicación: El Salvador

MensajePublicado: Mar Feb 28, 2006 6:51 pm    Asunto:
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

La misa es como todos podemos buscar estar en comun union con Cristo, es hablar de su palabra, es donde las Almas del purgatorio llegan a pedir por clemencia, es revivir el milagro de Cristo en la Tierra en pocas palabras ES TODO!!!!!!!
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Jose Bruno
Asiduo


Registrado: 23 Ene 2006
Mensajes: 140

MensajePublicado: Mar Feb 28, 2006 6:52 pm    Asunto: La Santa Misa.
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Apostolado de la Nueva Evangilizacion
Fuente Col.Mexico Norte, C.P. 97128
Merida,Yucatan,Mexico.

TESTIMONIO DE CATALINA
SOBRE LA SANTA MISA

En la maravillosa catequesis con la que el Señor y la Virgen María nos
han ido instruyendo -en primer lugar enseñándonos la forma de rezar el
Sto. Rosario, de orar con el corazón, de meditar y disfrutar de los
momentos de encuentro con Dios y con nuestra Madre bendita; la
manera de confesarse bien- está la del conocimiento de lo que sucede en
la Santa Misa y la forma de vivirla con el corazón.
Este es el testimonio que debo y quiero dar al mundo entero, para mayor
Gloria de Dios y para la salvación de todo aquel que quiera abrir su
corazón al Señor. Para que muchas almas consagradas a Dios, reaviven
el fuego del amor a Cristo, unas que son dueñas de las manos que tienen
el poder de traerlo a la tierra para que sea nuestro alimento, las otras,
para que pierdan la “costumbre rutinaria” de recibirlo y revivan el
asombro del encuentro cotidiano con el amor. Para que mis hermanos y
hermanas laicos del mundo entero vivan el mayor de los Milagros con el
corazón: la celebración de la Santa Eucaristía.
Era la vigilia del día de la Anunciación y los componentes del grupo
nuestro habíamos ido a confesarnos. Algunas de las señoras del grupo
de oración no alcanzaron a hacerlo y dejaron su confesión para el día
siguiente antes de la Santa Misa.
Cuando llegué al día siguiente a la Iglesia un poco atrasada, el señor
Arzobispo y los sacerdotes ya estaban saliendo al presbiterio. Dijo la
Virgen con aquella voz tan suave y femenina que a una le endulza el
alma.
“Hoy es un día de aprendizaje para ti y quiero que prestes mucha
atención, porque de lo que seas testigo hoy, todo lo que vivas en
este día, tendrás que participarlo a la humanidad”. Me quedé
sobrecogida sin entender pero procurando estar muy atenta.
Lo primero que percibí es que había un coro de voces muy hermosas que
cantaban como si estuviesen lejos, a momentos se acercaba y luego se
alejaba la música como con el sonido del viento.
El señor Arzobispo empezó la Santa Misa, y al llegar a la Oración
Penitencial, dijo la Santísima Virgen:
1
“Desde el fondo de tu corazón, pide perdón al Señor por todas
tus culpas, por haberlo ofendido, así podrás participar
dignamente de este privilegio que es asistir a la Santa Misa.”
Seguramente que por una fracción de segundo pensé: “Pero si estoy en
Gracia de Dios, me acabo de confesar anoche”.
Ella contestó: “¿Y tú crees que desde anoche no has ofendido al
Señor? Déjame que Yo te recuerde algunas cosas. Cuando salías
para venir aquí, la muchacha que te ayuda se acercó para pedirte
algo y como estabas con retraso, a la apurada, le contestaste no
de muy buena forma. Eso ha sido una falta de caridad de tu parte
y dices no haber ofendido a Dios...?”
“De camino hacia acá un autobús se atravesó en tu camino, casi
te choca y te expresaste en forma poco conveniente contra ese
pobre hombre, en lugar de venir haciendo tus oraciones,
preparándote para la Santa Misa. Has faltado a la caridad y has
perdido la paz, la paciencia. ¿Y dices no haber lastimado al
Señor...?”
“En el último momento llegas, cuando ya la procesión de los
celebrantes está saliendo para celebrar la Misa...y vas a
participar de ella sin una previa preparación....”
-Ya, Madre Mía, ya no me digas más, no me recuerdes más cosas
porque me voy a morir de pesar y vergüenza- contesté.
“¿Por qué tienen que llegar en el último momento? Ustedes
deberían estar antes para poder hacer una oración y pedir al
Señor que envíe Su Santo Espíritu, que les otorgue un espíritu de
paz que eche fuera el espíritu del mundo, las preocupaciones, los
problemas y las distracciones para ser capaces de vivir este
momento tan sagrado. Pero llegan casi al comenzar la
celebración, y participan como si participaran de un evento
cualquiera, sin ninguna preparación espiritual. ¿Por qué? Es el
Milagro más grande, van a vivir el momento de regalo más
grande de parte del Altísimo y no lo saben apreciar.”
Era bastante. Me sentía tan mal que tuve más que suficiente para pedir
perdón a Dios, no solamente por las faltas de ese día, sino por todas las
veces que, como muchísimas otras personas, esperé a que termine la
2 La Santa Misa
3
homilía del sacerdote para entrar en la Iglesia. Por las veces que no supe
o me negué a comprender lo que significaba estar allí, por las veces que
tal vez habiendo estado mi alma llena de pecados más graves, me había
atrevido a participar de la Santa Misa.
Era día de Fiesta y debía recitarse el Gloria. Dijo nuestra Señora: -
“Glorifica y bendice con todo tu amor a la Santísima Trinidad
en tu reconocimiento como criatura Suya”.
Qué distinto fue aquel Gloria. De pronto me veía en un lugar lejano,
lleno de luz ante la Presencia Majestuosa del Trono de Dios, y con
cuánto amor fui agradeciendo al repetir: “...Por tu inmensa Gloria Te
alabamos, Te bendecimos, Te adoramos, Te glorificamos, Te damos
gracias, Señor, Dios Rey celestial, Dios Padre Todopoderoso y evoqué el
rostro paternal del Padre lleno de bondad... Señor, Hijo único
Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre, Tú que quitas
el pecado del mundo...” Y Jesús estaba delante de mí, con ese rostro
lleno de ternura y Misericordia: “...porque sólo Tú eres Dios, sólo Tú,
Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo...” el Dios del Amor hermoso,
Aquel que en ese momento estremecía todo mi ser...
Y pedí: “Señor, libérame de todo espíritu malo, mi corazón te pertenece,
Señor mío envíame tu paz para conseguir el mejor provecho de esta
Eucaristía y que mi vida dé sus mejores frutos. Espíritu Santo de Dios,
transfórmame, actúa en mí, guíame ¡Oh Dios, dame los dones que
necesito para servirte mejor...!”
Llegó el momento de la Liturgia de la Palabra y la Virgen me hizo
repetir: “Señor, hoy quiero escuchar Tu Palabra y producir fruto
abundante, que Tu Santo Espíritu limpie el terreno de mi corazón, para
que Tu Palabra crezca y se desarrolle, purifica mi corazón para que esté
bien dispuesto.”
“Quiero que estés atenta a las lecturas y a toda la homilía del
sacerdote. Recuerda que la Biblia dice que la Palabra de Dios no
vuelve sin haber dado fruto. Si tú estás atenta, va a quedar algo
en ti de todo lo que escuches. Debes tratar de recordar todo el día
esas Palabras que dejaron huella en ti. Serán dos frases unas
veces, luego será la lectura del Evangelio entera, tal vez solo una
palabra, paladear el resto del día y eso hará carne en ti porque
esa es la forma de transformar la vida, haciendo que la Palabra
La Santa Misa
de Dios lo transforme a uno”.
“Y ahora, dile al Señor que estás aquí para escuchar lo que
quieres que El diga hoy a tu corazón”.
Nuevamente agradecí a Dios por darme la oportunidad de escuchar Su
Palabra y le pedí perdón por haber tenido el corazón tan duro por tantos
años y haber enseñado a mis hijos que debían ir a Misa los domingos,
porque así lo mandaba la Iglesia, no por amor, por necesidad de llenarse
de Dios...
Yo que había asistido a tantas Eucaristías, más por compromiso; y con
ello creía estar salvada. De vivirla, ni soñar, de poner atención en las
lecturas y la homilía del sacerdote, menos.
¡Cuánto dolor sentí por tantos años de pérdida inútil, por mi
ignorancia!... ¡Cuánta superficialidad en las Misas a las que asistimos
porque es una boda, una Misa de difunto o porque tenemos que
hacernos ver con la sociedad! ¡Cuánta ignorancia sobre nuestra Iglesia
y sobre los Sacramentos! ¡Cuánto desperdicio en querer instruirnos y
culturizarnos en las cosas del mundo, que en un momento pueden
desaparecer sin quedarnos nada, y que al final de la vida no nos sirven
ni para alargar un minuto a nuestra existencia! Y sin embargo, de
aquello que va a ganarnos un poco del cielo en la tierra y luego
la vida eterna, no sabemos nada, ¡Y nos llamamos hombres y
mujeres cultos…!
Un momento después llegó el Ofertorio y la Santísima Virgen dijo
“Reza así: ( y yo la seguía) Señor, te ofrezco todo lo que soy, lo
que tengo, lo que puedo, todo lo pongo en Tus manos. Edifica Tú,
Señor con lo poco que soy. Por los méritos de Tu Hijo,
transfórmame, Dios Altísimo. Te pido por mi familia, por mis
bienhechores, por cada miembro de nuestro Apostolado, por
todas las personas que nos combaten, por aquellos que se
encomiendan a mis pobres oraciones... Enséñame a poner mi
corazón en el suelo para que su caminar sea menos duro. Así
oraban los santos, así quiero que lo hagan”.
Y es que así lo pide Jesús, que pongamos el corazón en el suelo para que
ellos no sientan la dureza, sino que los aliviemos con el dolor de aquel
pisotón. Años después leí un librito de oraciones de un Santo al que
4 La Santa Misa
quiero mucho: José María Escrivá de Balaguer y allá pude encontrar
una oración parecida a la que me enseñaba la Virgen. Tal vez este Santo
a quien me encomiendo, agradaba a la Virgen Santísima con aquellas
oraciones.
De pronto empezaron a ponerse de pie unas figuras que no había visto
antes. Era como si del lado de cada persona que estaba en la Catedral,
saliera otra persona y aquello se llenó de unos personajes jóvenes,
hermosos. Iban vestidos con túnicas muy blancas y fueron saliendo
hasta el pasillo central dirigiéndose hacia el Altar.
Dijo nuestra Madre: “Observa, son los Ángeles de la Guarda de
cada una de las personas que está aquí. Es el momento en que su
Ángel de la Guarda lleva sus ofrendas y peticiones ante el Altar
del Señor.”
En aquel momento, estaba completamente asombrada, porque esos seres
tenían rostros tan hermosos, tan radiantes como no puede uno
imaginarse. Lucían unos rostros muy bellos, casi femeninos, sin
embargo la complexión de su cuerpo, sus manos, su estatura era de
hombre. Los pies desnudos no pisaban el suelo, sino que iban como
deslizándose, como resbalando. Aquella procesión era muy hermosa.
Algunos de ellos tenían como una fuente de oro con algo que brillaba
mucho con una luz blanca-dorada, dijo la Virgen: -“Son los Ángeles
de la Guarda de las personas que están ofreciendo esta Santa
Misa por muchas intenciones, aquellas personas que están
conscientes de lo que significa esta celebración, aquellas que
tienen algo que ofrecer al Señor...”
“Ofrezcan en este momento..., ofrezcan sus penas, sus dolores,
sus ilusiones, sus tristezas, sus alegrías, sus peticiones.
Recuerden que la Misa tiene un valor infinito por lo tanto, sean
generosos en ofrecer y en pedir.”
Detrás de los primeros Ángeles venían otros que no tenían nada en las
manos, las llevaban vacías. Dijo la Virgen: -“Son los Ángeles de las
personas que estando aquí, no ofrecen nunca nada, que no tienen
interés en vivir cada momento litúrgico de la Misa y no tienen
ofrecimientos que llevar ante el Altar del Señor.”
En último lugar iban otros Ángeles que estaban medio tristones, con las
5
manos juntas en oración pero con la mirada baja. -“Son los Ángeles de
la Guarda de las personas que estando aquí, no están, es decir de
las personas que han venido forzadas, que han venido por
compromiso, pero sin ningún deseo de participar de la Santa Misa
y los Ángeles van tristes porque no tienen qué llevar ante el Altar,
salvo sus propias oraciones.”
“No entristezcan a su Ángel de la Guarda... Pidan mucho, pidan
por la conversión de los pecadores, por la paz del mundo, por sus
familiares, sus vecinos, por quienes se encomiendan a sus
oraciones. Pidan, pidan mucho, pero no sólo por ustedes, sino por
los demás.”
“Recuerden que el ofrecimiento que más agrada al Señor es cuando
se ofrecen ustedes mismos como holocausto, para que Jesús, al
bajar, los transforme por Sus propios méritos. ¿Qué tienen que
ofrecer al Padre por sí mismos? La nada y el pecado, pero al
ofrecerse unidos a los méritos de Jesús, aquel ofrecimiento es grato
al Padre.”
Aquel espectáculo, aquella procesión era tan hermosa que difícilmente
podría compararse a otra. Todas aquellas criaturas celestiales haciendo
una reverencia ante el Altar, unas dejando su ofrenda en el suelo, otras
postrándose de rodillas con la frente casi en el suelo y luego que llegaban
allá desaparecían a mi vista.
Llegó el momento final del Prefacio y cuando la asamblea decía:
“Santo, Santo, Santo” de pronto, todo lo que estaba detrás de los
celebrantes desapareció. Del lado izquierdo del señor Arzobispo hacia
atrás en forma diagonal aparecieron miles de Ángeles, pequeños, Ángeles
grandes, Ángeles con alas inmensas, Ángeles con alas pequeñas, Ángeles
sin alas, como los anteriores; todos vestidos con unas túnicas como las
albas blancas de los sacerdotes o los monaguillos.
Todos se arrodillaban con las manos unidas en oración y en reverencia
inclinaban la cabeza. Se escuchaba una música preciosa, como si fueran
muchísimos coros con distintas voces y todos decían al unísono junto con
el pueblo: Santo, Santo, Santo…
Había llegado el momento de la Consagración, el momento del más
maravilloso de los Milagros... Del lado derecho del Arzobispo hacia atrás
en forma también diagonal, una multitud de personas, iban vestidas con
la misma túnica pero en colores pastel: rosa, verde, celeste, lila,
amarillo; en fin, de distintos colores muy suaves. Sus rostros también
eran brillantes, llenos de gozo, parecían tener todos la misma edad. Se
podía apreciar (y no puedo decirlo por qué) que había gente de distintas
edades, pero todos parecían igual en las caras, sin arrugas, felices. Todos
se arrodillaban también ante el canto de “Santo, Santo, Santo, es el
Señor...”
Dijo nuestra Señora: -“Son todos los Santos y Bienaventurados
del cielo y entre ellos, también están las almas de los familiares
de ustedes que gozan ya de la Presencia de Dios.” Entonces la vi.
Allá justamente a la derecha del señor Arzobispo... un paso detrás del
celebrante, estaba un poco suspendida del suelo, arrodillada sobre unas
telas muy finas, transparentes pero a la vez luminosas, como agua
cristalina, la Santísima Virgen, con las manos unidas, mirando atenta y
respetuosamente al celebrante. Me hablaba desde allá, pero
silenciosamente, directamente al corazón, sin mirarme.
-“¿Te llama la atención verme un poco más atrás de Monseñor,
verdad?. Así debe ser... Con todo lo que Me ama Mi Hijo, no Me
Ha dado la dignidad que da a un sacerdote de poder traerlo entre
Mis manos diariamente, como lo hacen las manos sacerdotales.
Por ello siento tan profundo respeto por un sacerdote y por todo
el milagro que Dios realiza a través suyo, que me obliga a
arrodillarme aquí.”
¡Dios mío, cuánta dignidad, cuánta gracia derrama el Señor sobre las
almas sacerdotales y ni nosotros, ni tal vez muchos de ellos estamos
concientes!
Delante del altar, empezaron a salir unas sombras de personas en color
gris que levantaban las manos hacia arriba. Dijo la Virgen Santísima: -
“Son las almas benditas del Purgatorio que están a la espera de
las oraciones de ustedes para refrescarse. No dejen de rezar por
ellas. Piden por ustedes, pero no pueden pedir por ellas mismas,
son ustedes quienes tienen que pedir por ellas para ayudarlas a
salir para encontrarse con Dios y gozar de Él eternamente.”
-“Ya lo ves, aquí Estoy todo el tiempo... La gente hace
peregrinaciones y busca los lugares de Mis apariciones, y está
7

Continuara.
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Jose Bruno
Asiduo


Registrado: 23 Ene 2006
Mensajes: 140

MensajePublicado: Mar Feb 28, 2006 7:54 pm    Asunto: La Santa Misa, segunda parte
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

2º parte.


bien por todas las gracias que allá se reciben, pero en ninguna
aparición, en ninguna parte Estoy más tiempo presente que en la
Santa Misa. Al pie del Altar donde se celebra la Eucaristía, siempre
Me van a encontrar; al pie del Sagrario permanezco Yo con los
Ángeles, porque Estoy siempre con Él.”
Ver ese rostro hermoso de la Madre en aquel momento del “Santo”, al igual
que todos ellos, con el rostro resplandeciente, con las manos juntas en
espera de aquel milagro que se repite continuamente, era estar en el mismo
cielo. Y pensar que hay gente, habemos personas que podemos estar
en ese momento distraídas, hablando... Con dolor lo digo, muchos
varones más que mujeres, que de pie cruzan los brazos, como
rindiéndole un homenaje de pie al Señor, de igual a igual.
Dijo la Virgen: “Dile al ser humano, que nunca un hombre es más
hombre que cuando dobla las rodillas ante Dios.”
El celebrante dijo las palabras de la “Consagración”. Era una persona de
estatura normal, pero de pronto empezó a crecer, a volverse lleno de luz,
una luz sobrenatural entre blanca y dorada lo envolvía y se hacía muy
fuerte en la parte del rostro, de modo que no podía ver sus rasgos. Cuando
levantaba la forma vi sus manos y tenían unas marcas en el dorso de las
cuales salía mucha luz. ¡Era Jesús!... Era Él que con Su Cuerpo envolvía el
del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor
Arzobispo. En ese momento la Hostia comenzó a crecer y crecer enorme y
en ella, el Rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su pueblo.
Por instinto quise bajar la cabeza y dijo nuestra Señora: “No agaches la
mirada, levanta la vista, contémplalo, cruza tu mirada con la Suya
y repite la oración de Fátima: Señor, yo creo, adoro, espero y Te
amo, Te pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no
esperan y no Te aman. Perdón y Misericordia... Ahora dile cuánto lo
amas, rinde tu homenaje al Rey de Reyes.”
Se lo dije, parecía que sólo a mí me miraba desde la enorme Hostia, pero
supe que así contemplaba a cada persona, lleno de amor... Luego bajé la
cabeza hasta tener la frente en el suelo, como hacían todos los Ángeles y
bienaventurados del Cielo. Por fracción de un segundo tal vez, pensé qué
era aquello que Jesús tomaba el cuerpo del celebrante y al mismo tiempo
estaba en la Hostia que al bajarla el celebrante se volvía nuevamente
pequeña. Tenía yo las mejillas llenas de lágrimas, no podía salir de mi
asombro.
.
8 La Santa Misa
Inmediatamente Monseñor dijo las palabras consagratorias del vino y
junto a sus palabras, empezaron unos relámpagos en el cielo y en el
fondo. No había techo de la Iglesia ni paredes, estaba todo oscuro
solamente aquella luz brillante en el Altar.
De pronto suspendido en el aire, vi a Jesús, crucificado, de la cabeza a la
parte baja del pecho. El tronco transversal de la cruz estaba sostenido
por unas manos grandes, fuertes. De en medio de aquel resplandor se
desprendió una lucecita como de una paloma muy pequeña muy
brillante, dio una vuelta velozmente toda la Iglesia y se fue a posar en el
hombro izquierdo del señor Arzobispo que seguía siendo Jesús, porque
podía distinguir Su melena y Sus llagas luminosas, Su cuerpo grande,
pero no veía Su Rostro.
Arriba, Jesús crucificado, estaba con el rostro caído sobre el lado derecho
del hombro Podía contemplar el rostro y los brazos golpeados y
descarnados. En el costado derecho tenía una herida en el pecho y salía a
borbotones, hacia la izquierda sangre y hacia la derecha, pienso que
agua pero muy brillante; más bien eran chorros de luz que iban
dirigiéndose hacia los fieles moviéndose a derecha e izquierda. ¡Me
asombraba la cantidad de sangre que fluía hacia del Cáliz. Pensé que iba
a rebalsar y manchar todo el Altar, pero no cayó una sola gota!
Dijo la Virgen en ese momento: “-Este es el milagro de los milagros,
te lo He repetido, para el Señor no existe ni tiempo ni distancia y
en el momento de la consagración, toda la asamblea es
trasladada al pie del Calvario en el instante de la crucifixión de
Jesús.
¿Puede alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver, pero
todos estamos allá, en el momento en que a Él lo están crucificando y
está pidiendo perdón al Padre, no solamente por quienes lo matan, sino
por cada uno de nuestros pecados: “¡Padre, perdónalos porque no
saben lo que hacen!”
A partir de aquel día, no me importa si me toman como a loca, pero pido
a todos que se arrodillen, que traten de vivir con el corazón y toda la
sensibilidad de que son capaces aquel privilegio que el Señor nos
concede.
Cuando íbamos a rezar el Padrenuestro, habló el Señor por primera
vez durante la celebración y dijo: “Aguarda, quiero que ores con la
9
mayor profundidad que seas capaz y que en este momento,
traigas a tu memoria a la persona o a las personas que más daño
te hayan ocasionado durante tu vida, para que las abraces junto
a tu pecho y les digas de todo corazón: “En el Nombre de Jesús
yo te perdono y te deseo la paz. En el Nombre de Jesús te pido
perdón y deseo mi paz. Si esa persona merece la paz, la va a
recibir y le hará mucho bien; si esa persona no es capaz de
abrirse a la paz, esa paz volverá a tu corazón. Pero no quiero que
recibas y des la paz a otras personas cuando no eres capaz de
perdonar y sentir esa paz primero en tu corazón.”
“Cuidado con lo que hacen” – continuó el Señor - “Ustedes repiten
en el Padrenuestro: perdónanos así como nosotros perdonamos a
los que nos ofenden. Si ustedes son capaces de perdonar y no
olvidar, como dicen algunos, están condicionando el perdón de
Dios. Están diciendo perdóname únicamente como yo soy capaz
de perdonar, no más allá.”
No sé cómo explicar mi dolor, al comprender cuánto podemos herir al
Señor y cuánto podemos lastimarnos nosotros mismos con tantos
rencores, sentimientos malos y cosas feas que nacen de los complejos y
de las susceptibilidades. Perdoné, perdoné de corazón y pedí perdón a
todos los que me habían lastimado alguna vez, para sentir la paz del
Señor.
El celebrante decía: “....concédenos la paz y la unidad... y luego: “la
paz del Señor esté con todos ustedes...”
De pronto vi que en medio de algunas personas que se abrazaban (no
todos), se colocaba en medio una luz muy intensa, supe que era Jesús y
me abalancé prácticamente a abrazar a la persona que estaba a mi lado.
Pude sentir verdaderamente el abrazo del Señor en esa luz, era Él que
me abrazaba para darme Su paz, porque en ese momento había sido yo
capaz de perdonar y de sacar de mi corazón todo dolor contra otras
personas. Eso es lo que Jesús quiere, compartir ese momento de alegría
abrazándonos para desearnos Su Paz.
Llegó el momento de la comunión de los celebrantes, ahí volví a notar la
presencia de todos los sacerdotes junto a Monseñor. Cuando él
comulgaba, dijo la Virgen:
“Este es el momento de pedir por el celebrante y los sacerdotes
10 La Santa Misa
que lo acompañan, repite junto a Mí: Señor, bendícelos,
santifícalos, ayúdalos, purifícalos, ámalos, cuídalos, sostenlos
con Tu Amor... Recuerden a todos los sacerdotes del mundo, oren
por todas las almas consagradas...”
Hermanos queridos, ese es el momento en que debemos pedir porque
ellos son Iglesia, como también lo somos nosotros los laicos. Muchas
veces los laicos exigimos mucho de los sacerdotes, pero somos incapaces
de rezar por ellos, de entender que son personas humanas, de
comprender y valorar la soledad que muchas veces puede rodear a un
sacerdote.
Debemos comprender que los sacerdotes son personas como nosotros y
que necesitan comprensión, cuidado, que necesitan afecto, atención de
parte de nosotros, porque están dando su vida por cada uno de nosotros,
como Jesús, consagrándose a él.
El Señor quiere que la gente del rebaño que le ha encomendado
Dios ore y ayude en la santificación de su Pastor. Algún día,
cuando estemos al otro lado, comprenderemos la maravilla que
el Señor ha hecho al darnos sacerdotes que nos ayuden a salvar
nuestra alma.
Empezó la gente a salir de sus bancas para ir a comulgar. Había llegado
el gran momento del encuentro, de la “Comunión”, el Señor me dijo: -
“Espera un momento, quiero que observes algo...” por un impulso
interior levanté la vista hacia la persona que iba a recibir la comunión
en la lengua de manos del sacerdote.
Debo aclarar que esta persona era una de las señoras de nuestro grupo
que la noche anterior no había alcanzado a confesarse, y lo hizo recién
esa mañana, antes de la Santa Misa. Cuando el sacerdote colocaba la
Sagrada Forma sobre su lengua, como un flash de luz, aquella luz muy
dorada-blanca atravesó a esta persona por la espalda primero y luego fue
bordeándola en la espalda, los hombros y la cabeza. Dijo el Señor:
“¡Así es como Yo Me complazco en abrazar a un alma que viene
con el corazón limpio a recibirme!”
El matiz de la voz de Jesús era de una persona contenta. Yo estaba
atónita mirando a esa amiga volver hacia su asiento rodeada de luz,
abrazada por el Señor, y pensé en la maravilla que nos perdemos tantas
11
veces por ir con nuestras pequeñas o grandes faltas a recibir a Jesús,
cuando tiene que ser una fiesta.
Muchas veces decimos que no hay sacerdotes para confesarse a cada
momento y el problema no está en confesarse a cada momento, el
problema radica en nuestra facilidad para volver a caer en el mal. Por
otro lado, así como nos esforzamos por ir a buscar un salón de belleza o
los señores un peluquero cuando tenemos una fiesta, tenemos que
esforzarnos también en ir a buscar un sacerdote cuando necesitamos que
saque todas esas cosas sucias de nosotros, pero no tener la desfachatez
de recibir a Jesús en cualquier momento con el corazón lleno de cosas
feas.
Cuando me dirigía a recibir la comunión Jesús repetía: - “La última
cena fue el momento de mayor intimidad con los Míos. En esa
hora del amor, instauré lo que ante los ojos de los hombres
podría ser la mayor locura, hacerme prisionero del Amor.
Instauré la Eucaristía. Quise permanecer con ustedes hasta la
consumación de los siglos, porque Mi Amor no podía soportar
que quedaran huérfanos aquellos a quienes amaba más que a Mi
vida...”
Recibí aquella Hostia, que tenía un sabor distinto, era una mezcla de
sangre e incienso que me inundó entera. Sentía tanto amor que las
lágrimas me corrían sin poder detenerlas...
Cuando llegué a mi asiento, al arrodillarme dijo el Señor: -“Escucha...”
Y en un momento comencé a escuchar dentro de mí las oraciones de una
señora que estaba sentada delante de mí y que acababa de comulgar.
Lo que ella decía sin abrir la boca era más o menos así: “Señor,
acuérdate que estamos a fin de mes y que no tengo el dinero para pagar
la renta, la cuota del auto, los colegios de los chicos, tienes que hacer
algo para ayudarme... Por favor, haz que mi marido deje de beber tanto,
no puedo soportar más sus borracheras y mi hijo menor, va a perder el
año otra vez si no lo ayudas, tiene exámenes esta semana....... Y no te
olvides de la vecina que debe mudarse de casa, que lo haga de una vez
porque ya no la puedo aguantar... etc., etc.
De pronto el señor Arzobispo dijo: “Oremos” y obviamente toda la
asamblea se puso de pie para la oración final. Jesús dijo con un tono
triste: -“¿Te has dado cuenta? Ni una sola vez Me ha dicho que
12 La Santa Misa
13
Me ama, ni una sola vez ha agradecido el don que Yo le He hecho
de bajar Mi Divinidad hasta su pobre humanidad, para elevarla
hacia Mí. Ni una sola vez ha dicho: gracias, Señor. Ha sido una
letanía de pedidos... y así son casi todos los que vienen a
recibirme.”
“Yo He muerto por amor y Estoy resucitado. Por amor espero a
cada uno de ustedes y por amor permanezco con ustedes..., pero
ustedes no se dan cuenta que necesito de su amor. Recuerda que
Soy el Mendigo del Amor en esta hora sublime para el alma.”
¿Se dan cuenta ustedes de que Él, el Amor, está pidiendo nuestro amor
y no se lo damos? Es más, evitamos ir a ese encuentro con el Amor de
los Amores, con el único amor que se da en oblación permanente.
Cuando el celebrante iba a impartir la bendición, la Santísima Virgen
dijo: “Atenta, cuidado... Ustedes hacen un garabato en lugar de la
señal de la Cruz. Recuerda que esta bendición puede ser la
última que recibas en tu vida, de manos de un sacerdote. Tú no
sabes si saliendo de aquí vas a morir o no y no sabes si vas a
tener la oportunidad de que otro sacerdote te de una bendición.
Esas manos consagradas te están dando la bendición en el
Nombre de la Santísima Trinidad, por lo tanto, haz la señal de
la Cruz con respeto y como si fuera la última de tu vida.”
¡Cuántas cosas nos perdemos al no entender y al no participar todos los
días de la Santa Misa! ¿Por qué no hacer un esfuerzo de empezar el día
media hora antes para correr a la Santa Misa y recibir todas las
bendiciones que el Señor quiere derramar sobre nosotros?
Estoy consciente de que no todos, por sus obligaciones pueden hacerlo
diariamente, pero al menos dos o tres veces por semana, sí y sin
embargo tantos esquivan la Misa del domingo con el pequeño pretexto
de que tienen un niño chico o dos o diez y por lo tanto no pueden asistir
a Misa... ¿Cómo hacen cuando tienen otro tipo de compromisos
importantes? Cargan con todos los niños o se turnan y el esposo va a
una hora y la esposa a otra hora, pero cumplen con Dios.
Tenemos tiempo para estudiar, para trabajar, para divertirnos, para
descansar, pero NO TENEMOS TIEMPO PARA IR AL MENOS EL
DOMINGO A LA SANTA MISA.
La Santa Misa

continuara.
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Jose Bruno
Asiduo


Registrado: 23 Ene 2006
Mensajes: 140

MensajePublicado: Mar Feb 28, 2006 8:50 pm    Asunto: La Santa Misa
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

La Santa Misa 3ª parte.

Jesús me pidió que me quedara con Él unos minutos más luego de
terminada la Misa. Dijo:
“No salgan a la carrera terminada la Misa, quédense un
momento en Mi Compañía, disfruten de ella y déjenme disfrutar
de la de ustedes...”
Había oído a alguien de niña decir que el Señor permanecía en nosotros
como 5 o 10 minutos luego de la comunión. Se lo pregunté en ese
momento:
- Señor, verdaderamente, ¿cuánto tiempo te quedas luego de la
comunión con nosotros?
Supongo que el Señor se debió reír de mi tontera porque contestó:
“Todo el tiempo que tú quieras tenerme contigo. Si me hablas
todo el día, dedicándome unas palabras durante tus quehaceres,
te escucharé. Yo estoy siempre con ustedes, son ustedes los que
Me dejan a Mí. Salen de la Misa y se acabó el día de guardar,
cumplieron con el día del Señor y se acabó, no piensan que Me
gustaría compartir su vida familiar con ustedes, al menos ese
día.”
“Ustedes en sus casas tienen un lugar para todo y una
habitación para cada actividad: un cuarto para dormir, otro
para cocinar, otro para comer, etc. etc. ¿Cuál es el lugar que han
hecho para Mí? Debe ser un lugar no solamente donde tengan
una imagen que está empolvada todo el tiempo, sino un lugar
donde al menos 5 minutos al día la familia se reúna para
agradecer por el día, por el don de la vida, para pedir por sus
necesidades del día, pedir bendiciones, protección, salud... Todo
tiene un lugar en sus casas, menos Yo”.
“Los hombres programan su día, su semana, su semestre, sus
vacaciones, etc. Saben qué día van a descansar, qué día ir al cine
o a una fiesta, a visitar a la abuela o los nietos, los hijos, a los
amigos, a sus diversiones. ¿Cuántas familias dicen una vez al
mes al menos: “Este es el día en que nos toca ir a visitar a Jesús
en el Sagrario” y viene toda la familia a conversar Conmigo, a
sentarse frente a Mí y conversarme, contarme cómo les fue
durante el último tiempo, contarme los problemas, las
dificultades que tienen, pedirme lo que necesitan... ¡Hacerme
14 La Santa Misa
partícipe de sus cosas!?. ¿Cuántas veces?”
“Yo lo sé todo, leo hasta en lo más profundo de sus corazones y
sus mentes, pero me gusta que me cuenten ustedes sus cosas, que
Me hagan partícipe como a un familiar, como al más íntimo
amigo” ¡Cuántas gracias se pierde el hombre por no darme un
lugar en su vida!”
Cuando me quedé aquel día con Él y en muchos otros días, fue
dándonos enseñanzas y hoy quiero compartir con ustedes en esta misión
que me han encomendado. Dice Jesús:
“Quise salvar a mi criatura, porque el momento de abrirles la
puerta del cielo ha sido preñado con demasiado dolor...”
“Recuerda que ninguna madre ha alimentado a su hijo con su
carne, Yo He llegado a ese extremo de Amor para comunicarles
mis méritos.”
“La Santa Misa Soy Yo mismo prolongando Mi vida y Mi
sacrificio en la Cruz entre ustedes. Sin los méritos de Mi vida y
de Mi Sangre, ¿qué tienen para presentarse ante el Padre? La
nada, la miseria y el pecado...”
“Ustedes deberían exceder en virtud a los Ángeles y Arcángeles,
porque ellos no tienen la dicha de recibirme como alimento,
ustedes sí. Ellos beben una gota del manantial, pero ustedes que
tienen la gracia de recibirme, tienen todo el océano para
beberlo.”
La otra cosa de la que habló con dolor el Señor fue de las personas que
hacen un hábito de su encuentro con Él. De aquellas que han
perdido el asombro de cada encuentro con Él. Que la rutina
vuelve a ciertas personas tan tibias que no tienen nada nuevo
que decirle a Jesús al recibirlo. De no pocas almas consagradas
que pierden el entusiasmo de enamorarse del Señor y hacen de su
vocación un oficio, una profesión a la que no se le entrega más
que lo que exige de uno, pero sin sentimiento...
Luego el Señor me habló de los frutos que debe dar cada comunión
en nosotros. Es que sucede que hay gente que recibe al Señor a diario y
que no cambia su vida. Que tienen muchas horas de oración y que hace
muchas obras, etc. etc. Pero su vida no se va transformando y una vida
15
Misa
que no se va transformando, no puede dar frutos verdaderos para el
Señor. Los méritos que recibimos en la Eucaristía deben dar frutos de
conversión en nosotros y frutos de caridad para con nuestros hermanos.
Los laicos tenemos un papel muy importante dentro de nuestra Iglesia,
no tenemos ningún derecho a callarnos ante el envío que nos hace el
Señor como a todo bautizado, de ir a anunciar la Buena Nueva. No
tenemos ningún derecho de absorber todos estos conocimientos y no
darlos a los demás y permitir que nuestros hermanos se mueran de
hambre teniendo nosotros tanto pan en nuestras manos.
No podemos mirar que se esté desmoronando nuestra Iglesia, porque
estamos cómodos en nuestras Parroquias, en nuestras casas, recibiendo
y recibiendo tanto del Señor: Su Palabra, las homilías del sacerdote, las
peregrinaciones, la Misericordia de Dios en el Sacramento de la
confesión, la unión maravillosa con el alimento de la comunión, las
charlas de tales o cuales predicadores.
En otras palabras, estamos recibiendo tanto y no tenemos el valor de
salir de nuestras comodidad, de ir a una cárcel, a un instituto
correccional, hablarle al más necesitado, decirle que no se entregue, que
ha nacido católico y que su Iglesia lo necesita, ahí, sufriente, porque ese
su dolor va a servir para redimir a otros, porque ese sacrificio le va a
ganar la vida eterna.
No somos capaces de ir donde los enfermos terminales en los hospitales
y rezando la coronilla a la Divina Misericordia, ayudarlos con nuestra
oración en ese momento de lucha entre el bien y el mal, para librarlos de
las trampas y tentaciones del demonio. Todo moribundo tiene temor y el
solo tomar la mano de uno de ellos y hablarle del amor de Dios y de la
maravilla que lo espera en el Cielo junto a Jesús y María, junto a sus
seres que partieron, los reconforta.
La hora que estamos viviendo, no admite filiaciones con la indiferencia.
Tenemos que ser la mano larga de nuestros sacerdotes para ir donde
ellos no pueden llegar. Pero para ello, para tener el valor, debemos
recibir a Jesús, vivir con Jesús, alimentarnos de Jesús.
Tenemos miedo a comprometernos un poco más y cuando el Señor dice:
“Busca primero el Reino de Dios y lo demás se te dará por
añadidura”, es el todo hermanos. Es el buscar el Reino de Dios por
todos los medios y con todos los medios y... ¡abrir las manos para recibir
17
TODO por añadidura; porque es el Patrón que mejor paga, el único que
está atento a tus menores necesidades!
��
Hermano, hermana, gracias por haberme permitido cumplir con
la misión que se me ha encomendado: hacerte llegar estas
páginas.
La próxima vez que asistas a la Santa Misa, vívela. Sé que el
Señor cumplirá contigo la promesa de que “Nunca más tu Misa
volverá a ser la de antes”, y cuando lo recibas: ¡Ámalo!
Experimenta la dulzura de sentirte reposando entre los pliegues
de Su costado abierto por ti, para dejarte Su Iglesia y Su Madre,
para abrirte las puertas de la Casa de Su Padre, para que seas
capaz de comprobar Su Amor Misericordioso a través de este
testimonio y trates de corresponderle con tu pequeño amor.
Que Dios te bendiga en esta Pascua de Resurrección.
Tu hermana en Jesucristo Vivo,
Catalina
Misionera laica del Corazón Eucarístico de Jesús
La medalla del Apostolado representa en una
cara la custodia con la Sagrada Eucaristía y la
leyenda: “Adorámoste eternamente en el
Santísimo Sacramento del Altar” y en el
reverso los Sagrados Corazones circundados por
una corona de espinas con la siguiente leyenda:
“Honor y Gloria a los Sagrados Corazones de
Jesús y María”, como distintivo de la obra que
caracterizan la identidad de nuestro carisma.
Apostolado de la Nueva Evangelización
Español: www.a-n-e.net - www.jesucristovivo.org
ane@a-n-e.net
Inglés: www.apostolate.org
Calle 1H No.104 esquina 20
Col. México Norte, C.P. 97128
Tel: (52) (999) 944-05-40 Fax: (52) (999) 948-17-77
Mérida, Yucatán, México
La Santa Misa
Testimonio de Catalina

Un Saludo.
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María Esther
Veterano


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 2105

MensajePublicado: Mie Mar 01, 2006 3:43 am    Asunto:
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Apreciado en Cristo, Tena:

Cierro los ojos y recuerdo cuando apenas sobrepasaba la altura de las bancas. Debía tener unos tres años, más o menos... entraba de la mano de mi abuelo materno, el buen Luis Eduardo Álvarez Corradine, que en paz descanse... Mi abuelita entraba con sus amigas, las señoras de la Acción Católica, y se acomodaban en la primera banca fuente al Altar, todas listas para participar activamente: entonaban los cantos, hacían las lecturas y los domingos recogían la limosna.

Mi ebuelito y yo nos sentábamos en el ala izquierda justo frente al Sagrario. Yo lo veía arrodilarse muy piadoso y clavar sus ojos en una cajita dorada empotrada en la pared. ¿Qué decía en letras de oro? Nunca lo supe porque tuve que abandonar esa parroquia antes de aprender a leer.

Mi abuelito me contaba que en esa "Cajita" vivía Dios, y yo le creia; siempre le creí a mi buen abuelo, gracias a Dios.

Siempre íbamos a Misa de nueve de la mañana. Las motitas de polvo caían bañadas por el sol y tomaban los pálidos colores de los vitrales circulares. Yo no sabía nada de doctrina ni de liturgia, pero mientras transcurría la Celebración Eucarística y mi cabecita de niña comenzaba a aprender las oraciones y actitudes propias, miraba cómo las motitas descendían, y me parecía que eran Ángeles que se postraban adorando a Dios.

El olor del templo, a cirios e incienso, el eco de las voces, esa dulce sensavión, permaneció conmigo unos doce años más... pero de pronto se desvaneció, se convirtió en una especie de nostalgia, de dolor añejo. Olvidé Quién vivía en el Sagrario y, aunque me sentía atraída - como una abeja a las flores más fragantes - prefería huir para esconderme en miles de argumentos "racionales"...

Poco a poco esos recuerdos fueron regresando. Hoy asisto a Misa recordando lo que de niña sabía de manera intuitiva: que Dios se hace Presente en el Altar, que la Eucaristía es alabanza, acción de gracias, fiesta pascual y memorial de la Muerte y Resurrección del Señor... Que frente al Sagrario y en torno al Santo Altar, miles de Ángeles invisibles se postran en adoración... que se unen la Iglesia peregrina, la Iglesia penitente y la Iglesia Triunfante en un solo Cuerpo: el Cuerpo de CRisto.
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Jose Bruno
Asiduo


Registrado: 23 Ene 2006
Mensajes: 140

MensajePublicado: Mie Mar 29, 2006 9:07 pm    Asunto: La Santa Misa
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Y Para nosotros que es la santa Misa.


Jose Bruno
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Jose Fernando Ortiz
Constante


Registrado: 16 Ene 2006
Mensajes: 696
Ubicación: Bogotá, Colombia

MensajePublicado: Mie Mar 29, 2006 10:44 pm    Asunto: Re: La Misa para mì....
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Tenamaxtli escribió:
Que es la Misa para tì? Què ha significado? Fuera de definiciones teològicas...que ha sido en tu vida?

Aquì comparto èste puñado de reflexiones...


***********************

Pero te comento que en torno a la Misa ha sido mi historia. Cada momento importante de mi vida ha sido en la Eucaristìa.


En realidad, a veces no siento merecer estar ahì, pero La Comunidad y Dios siguen invitandome. Sin merecerlo, pero ahì estarè.

Solo espero que la "ropa" no estè tan sucia para esa Fiesta.


HOLA, TENAMAXTLI....
Unas cortas palabras de aporte a tu reflexión:

EUCARISTÍA: Acto comunitario de unidad en la Palabra y en la Fe.
Accìón de gracias por la Vida recibida de Dios Padre.
Comunión espiritual y corporal.
Principio y fin del misterio trinitario de Dios.

Gracias.
Rolling Eyes Rolling Eyes Rolling Eyes
_________________
I de Juan 1,1-4
Nosotros, Señor, te vemos y escuchamos.....


IGLESIA_MADRE UNIVERSAL.....
MUJER revestida de sol....
Dios....en/con.... nosotros.
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Albert
+ Moderador
+ Moderador


Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 27940
Ubicación: Puerto Rico

MensajePublicado: Jue Mar 30, 2006 1:04 am    Asunto:
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

Hermano Tena:

Para mi la Misa es la invitación que me hace el Señor para cenar conmigo. Dios te bendiga.
_________________

Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS
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AURORA
Invitado





MensajePublicado: Jue Mar 30, 2006 2:42 am    Asunto:
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

en la misa , me reconozco .
estoy CON CRISTO y EN CRISTO .
llego a mi intimidad con DIOS .
me convierto , me emociona tanto amor que recibo de EL .
lloro, mansamente , casi siempre , pero es como si se me lavara el alma , con mucha paz .
no resisto la divinidad de ese maravilloso milagro de tener a CRISTO .

gracias tena !!!!!!!!!!
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Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Jue Mar 30, 2006 3:33 pm    Asunto:
Tema: La Misa para mì....
Responder citando

La Misa es el centro de una vida cristiana, porque Cristo se hace presente de forma REAL y palpable, es donde podemos encontrarnos con El cara a cara.

Es la Misa una de las fuentes inagotables de alimento. "Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed".

En verdad hoy sin la Misa no puedo vivir.me moriría de hambre.
_________________
Esther Filomena
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