RubénBurgos82 Nuevo
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Publicado:
Mar Abr 01, 2008 5:05 pm Asunto:
Los escritos de Maria Valtorta
Tema: Los escritos de Maria Valtorta |
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Hola, me llamo Rubén. Quisiera hablar de la mística italiana María Valtorta. Sus escritos merecen nuestra atención y nuestra lectura. Su obra está constituida por cerca de quince mil páginas de cuaderno, escritas sobre todo entre el 23 de abril de 1943 y el 27 de abril de 1947; y en menor medida, entre 1948 y 1951. Escritas en tiempo y condiciones muy desfavorables (la guerra, el desalojamiento de la ciudad, privaciones, pruebas de toda clase, además de la enfermedad crónica de la escritora), las quince mil páginas correspondientes a 122 cuadernos, fueron llenadas sin esquemas previos, sin borradores, directamente y de una sola vez, sin revisiones o correcciones y sin auxilio de personas dotadas o de libros útiles aparte de la Biblia y el catecismo de San Pío X. Se dieron ocasiones en que María Valtorta no escribió siquiera los capítulos en orden, de manera que formasen una unidad anterior, sino que sólo después de terminada la Obra se hizo la admirable composición, en la que todo es armonía.
Poco menos de los dos tercios de la producción literaria de María Valtorta está constituido por la monumental obra descriptiva y doctrinal sobre la vida del Señor, que empieza desde el nacimiento de María Santísima, se desarrolla a través de la vida oculta de Jesús, sus tres años de vida pública, su pasión, muerte y resurrección, y termina con la asunción de la Virgen al Cielo.
Los escritos menores comprenden comentarios y lecciones sobre fragmentos del Antiguo Testamento, sobre la Epístola de San Pablo a los Romanos, sobre fragmentos del Apocalipsis y otros pasajes del Nuevo Testamento; un comentario teológico y espiritual de 58 misas festivas; algunas historias sobre los primeros cristianos y mártires.
A estas obras, escritas por revelación Divina, María unía frecuentemente páginas de diario que ponen de manifiesto la gran humanidad y la profunda espiritualidad de la escritora.
María Valtorta atribuyó siempre explícitamente sus escritos de naturaleza religiosa a revelaciones Divinas, es decir, a “visiones” y “dictados” que le venían de lo Alto, en cualquier momento del día o de la noche y aún por necesidades espirituales por las que atravesaba. No se cansó jamás de declararse “el medio”, “el instrumento”, “la pluma” en las manos de Dios.
En efecto, como declararon los testigos, y sobre todo Marta Diciotti, María se ponía a escribir en cualquier momento, aunque estuviera en la cama, con el cuaderno sobre las rodillas, aún entre atroces sufrimientos, pero con mucha naturalidad y sin señales particulares; pudiendo, si se la interrumpía por cualquier motivo, continuar escribiendo sin ningún problema.
“Puedo asegurar”, leemos en una declaración de María Valtorta “que no he dispuesto de fuentes humanas para escribir lo que he escrito, y lo que escribo, aún escribiéndolo yo, no lo comprendo muchas veces”.
Los escritos de María Valtorta han sido objeto de ataques, pero también han recibido alabanzas muy merecidas de personas no sólo expertas desde el punto de vista científico, sino también del espiritual. Eclesiásticos y laicos han encontrado en los escritos de María Valtorta algo verdaderamente sorprendente.
Sobre todo se les reconoce su originalidad. No hay otro escrito humano semejante al de María Valtorta. Es una creyente bajo todos los aspectos. Aun cuando gozó de una finísima inteligencia, de una profunda memoria, de una cultura de su tiempo y de los colegios a que asistió, de dotes síquicas y espirituales, todo esto no logra explicar lo que dejó escrito, sobre todo en su Obra cumbre, El Hombre-Dios.
Las opiniones contrarias son esporádicas, aisladas, y generalmente proceden de personas que han tenido en sus manos los escrito de María Valtorta de forma superficial.
Y finalmente, si bien en varias ocasiones la obra de María había sido acogida con alborozo por la Iglesia, la reciente aprobación formal de un obispo romano pone el broche de oro al legado de la vidente italiana. A partir de la aprobación otorgada por el Obispo Roman Danylak en la Ciudad de Roma, el 13 de febrero de 2002, podemos acceder en forma más abierta a la obra de Valtorta. Monseñor Danylak dijo, entre otras cosas, en su escrito de otorgamiento de Nihil Obstat e Imprimátur al Poema de El Hombre Dios (aprobación de la obra y de la publicación, respectivamente):
“Digo que no hay nada objetable en el Poema de El Hombre-Dios y en todos los demás escritos de Valtorta en lo que respecta a la fe y la moral”.
Aquí tienen el Nihil Obstat completo:
"Bishop Roman Danylak
Titular Bishop of Nyssa
Parrocchia degli Ss. Sergio e Bacco
Piazza della adonna dei Monti, 3
00184 Roma Italia
SOBRE MARÍA VALTORTA
El Nihil Obstat e Imprimatur, con los que la Iglesia Católica respalda los libros religiosos, era y es una prueba de la ortodoxia de la doctrina que se le otorga a un libro. Esta autorización no necesariamente transmite las opiniones y convicciones personales, tanto del delegado sacerdote/teólogo censor, quien da su Nihil Obstat, o del obispo, que concede el permiso para imprimir el libro. Es una garantía de que no hay nada contra la fe Cristiana Católica y la doctrina moral. Esta práctica ha servido bien a las necesidades de los fieles. Sin embargo, ha habido abusos en la historia pasada. Hemos oído historias de eclesiásticos católicos (obispos, sacerdotes y teólogos) quienes prohibieron libros, incluso acusaron de herejía a hombres y mujeres, quienes fueron quemados en la hoguera. Tenemos los ejemplos de santa Juana de Arco y Savonarola, los cuales fueron quemados en la hoguera por cargos de herejía. Igualmente hay historias de la Inquisición española. Otros dos santos, teólogos y místicos: santo Tomás de Aquino y el santo padre Pío de Pietrelcina, fueron acosados por sus superiores eclesiásticos, con acusaciones de herejía (el primero) y de histeria (el segundo). Al final, la Iglesia los reconoció como santos. Hay hechos similares en nuestros días. Celosos cazadores de brujas, con la intención de defender la pureza de la doctrina, denuncian los escritos —no tan sólo de los sospechosos teólogos modernistas— sino también hasta de gente devota, cuyos escritos o afirmaciones sobre mensajes celestiales, no se ajustan a su particular esquema mental. Acusaciones de alucinación y cualquier otra cosa. Varios nombres acuden a mi mente. Luisa Piccarreta, Concepción Cabrera de Armida (Conchita), María Valtorta, Julia Kim y otras. En otras épocas hemos tenido también a la venerable María de Ágreda y la venerable Catalina Emerich. Algunos teólogos y obispos tienen problemas con los fenómenos sobrenaturales.
Quiero señalar varias cuestiones relacionadas con la vida y los escritos de una de ellas: María Valtorta. Ella nació en Caserta, Italia en 1897 y falleció en Viareggio en 1961. Estuvo encamada desde abril del año 1934, después de un ataque irracional hecho por un muchacho callejero que golpeó su columna con una barra de fierro. El Señor aceptó su ofrecimiento de llevar su cruz unida a Su pasión. Ella se convirtió en un alma victima. Jesús recompensó su sufrimiento generoso, con gracias innumerables. La hizo su escribiente. Él le dictó y reveló la historia de su vida, muerte y resurrección, así como la de su Madre y de la Iglesia naciente, en una serie de revelaciones privadas que empezaron en 1943 y continuaron hasta 1954. Así como lo hizo con otras almas santas, tenía el propósito de concederle los estigmas visibles de Su Pasión. Sin embargo, Él respetó la humilde declinación de María Valtorta, quien le pidió que las señales de su pasión permanecieran invisibles para el mundo exterior. En los últimos años de su vida ella quedó totalmente ensimismada interiormente. Con todo, su producción literaria en los 12 años entre 1943 y 1954, llenó muchos volúmenes.
María, fiel a Cristo y a su Iglesia, estuvo en total obediencia a las leyes y reglas de la Iglesia Católica. Nada debía ser impreso sin aprobación eclesiástica. A pesar de esta insistencia, su director espiritual fray Migliorini y el primer editor de sus escritos, Michael Pisani, empezaron a divulgar fragmentos de los escritos. Posteriormente, tres padres Siervos de María, presentaron al Papa Pío XII copias mecanografiadas del primer volumen de El Poema del Hombre-Dios. El Papa les dijo: “Publíquenlo sin añadir ni quitar nada”.
Más tarde M. Pisani, publicó los primeros volúmenes de Valtorta sobre la Vida de Cristo: El Poema del Hombre-Dios sin la aprobación del obispo local. Celosos eclesiásticos informaron a sus superiores de este hecho. Así, “El Poema del Hombre-Dios” fue incluido en el índice de libros prohibidos, no por contener errores doctrinales, sino porque fue impreso sin solicitar el requerido Nihil obstat e Imprimatur.
“El Poema del Hombre-Dios”, como es su título en la actual traducción al inglés, o “El Evangelio como me ha sido revelado”, como es conocido en las siguientes ediciones en italiano, está en su cuarta edición. Ha sido traducido a muchos otros idiomas. El Cardenal Ratzinger, en cartas privadas ha reconocido que la obra está libre de errores en doctrina y moral. La Conferencia de Obispos Italianos, ha reconocido lo mismo en la correspondencia con el actual editor, Dr. Emilio Pisani.
El Papa Pablo VI, eliminó la Institución del Índice de Libros Prohibidos en 1965/6. La aprobación previa de escritos conteniendo nuevas revelaciones ya no es necesaria. Los autores y editores deben someter su juicio relativo a las pretendidas revelaciones, al último juicio de la Iglesia, sin hacer afirmaciones sobre su veracidad. Esta regla es retroactiva y abarca las anteriores revelaciones si no hay nada contrario a la fe y a la moral. A pesar de esto, eslabonando una comedia de errores, algunos de estos mismos eclesiásticos, ahora ignoran la regla de la ley del Canon, y continúan condenando los escritos de María Valtorta.
El tema central es este: ¿Hay algo contra la fe o la moral en sus escritos? De mala gana, todos sus críticos han reconocido que no hay nada contra la fe y la moral. El viejo Índice deLibros Prohibidos ha sido eliminado. A pesar de esto, ostentándose como católicos, algunos teólogos, sacerdotes, sitios de la web, periódicos y hasta programas de radio, insisten en desenterrar el viejo esqueleto de la original condena de la Congregación para la Doctrina de la fe de 1958. No solamente es una mala erudición: francamente es inmoral y pecaminoso continuar levantando dedos acusadores contra este regalo del cielo a la fiel servidora de Dios y alma víctima: María Valtorta.
La anterior introducción ha resultado un poco larga para mi intención original: Presentar una carta de aprobación, un Nihil Obstat, Imprimatur y además un testimonio a este sitio de internet de un monje católico, sobre los escritos de María Valtorta. No tan sólo estoy diciendo que no hay nada objetable en El Poema del Hombre-Dios y todos los demás escritos de Valtorta, en lo que se refiere a la fe y la moral. También recomiendo el trabajo de selección que este monje ha hecho, recopilando los escritos de varios teólogos como fray Karl Rahner sobre el significado de las revelaciones privadas, y de otros muchos que han dado testimonios sobre los escritos de María Valtorta, así como los comentarios teológicos y escritos de su último director espiritual, fray Corrado Berti; y de otros numerosos testimonios y estudios de varios aspectos de los escritos de María Valtorta. También hay expertos bíblicos, geógrafos de Tierra Santa, teólogos, prelados y científicos, abogados consistoriales, quienes conocieron y visitaron a María Valtorta en el tiempo de su vida. Además presenta el testimonio del venerable fray Gabriel Allegra, OFM, exégeta bíblico y misionero; y la selección erudita del actual editor de las obras, Dr. Emilio Pisani, que ha recopilado todos los argumentos, en pro y contra, sobre los escritos de María Valtorta. Vale la pena visitar este sitio de internet varias veces, tanto para los que ya han adquirido los escritos de María Valtorta, así como los que todavía no hayan leído la vida de Cristo y de su Bienaventurada Madre, y, especialmente, aquellos que quieren seguirle lanzando piedras.
Fechado en Roma, Italia, el 13 de febrero de 2002
Obispo Roman Danylak,
http://www.heartofjesus.ca
+Roman Danylak, obispo."
La emisora EWTN en 2002 emitió una nota que reproducía en esencia todas las objeciones acumuladas en el pasado, sobre todo que la obra de la Valtorta había sido colocada en el índice de libros prohibidos, de hecho fue la última obra colocada en ese índice, antes de la supresión dictada por Pablo VI.
La historia de la colocación en el índice es deplorable y revela cómo pueden enredarse las cosas del peor modo.
Eran los padres servitas los encargados de custodiar las obras de María Valtorta, primero pasaron a máquina los manuscritos y luego los compilaron ordenadamente. Dos padres servitas llevaron los textos a la Santa Sede, obtuvieron un visto bueno privado del Papa Pío XII que leyó algunas partes. Pero la obra no gustó a dos responsables del Santo Oficio; no sabemos porqué, quizá por lo mismo que las revelaciones de Santa Brígida no gustaron al principal teólogo de su época, Jean Gerson, porque se entendían como una competencia a la sagrada escritura, como que la gente dejaría de leer el evangelio y se pondría a leer esas obras revelatorias, que dicen lo mismo que el evangelio, pero que no son literalmente el evangelio. Este criterio de Gerson, que intentó la condena de santa Brígida por el concilio de Constanza en el siglo XV, sin lograrlo, ha permanecido en lo sustancial hasta hoy, y era igual de fuerte en aquellos años cuarenta del ya pasado siglo que venimos comentando.
Todo el suceso de la inclusion en el índice parece estar gobernado por este problema; como los padres servitas habían tenido esas buenas palabras del Papa, aunque sin estar escritas, hicieron una primera publicación sin nihil obstat, luego cuando se pretendió la aprobación del Santo Oficio, llegó la negativa, ese paso que se había dado, publicar sin nihil obstat fue decisivo para la condena; entre los viejos criterios teológicos y los canonistas la cosa quedó sentenciada, el santo oficio, o mejor, funcionarios de segundo orden, sentenciaron, y luego sus informes llegaron al nuevo Papa Juan XXIII que no hizo otra cosa sino dar su visto bueno, pero como lo podía dar a miles de papeles que le llegaban fiándose de sus subordinados. Y oficialmente se tenía la orden papal de incluir la obra de María Valtorta en el Indice de libros prohibidos, siendo como hemos dicho la última inscripción en él.
El periódico del vaticano, Losservatore publicó un artículo apoyando la decisión inquisitorial, y curiosamente su argumento central era de crítica literaria, que se trataba de una mala novela de ficción y también decía lo de la violación del canon de no publicar sin censura previa; al haberse hecho esto, la obra se declaraba procedente de gentes desobedientes al magisterio, y eso la calificaba por sí misma.
Luego editores de la obra hicieron la edición completa, con la fuerza moral que les daba el nihil obstat verbal de Pío XII al padre Berti, el servita que le llevó los textos. Pero naturalmente esto quedó silenciado y primó en la opinión eclesiástica el valor simbólico de la inclusión en el índice.
Se eliminó el Indice pero luego surgió la cuestión de que moralmente las obras condenadas seguían teniendo la misma consideración para la iglesia. Y claro en el Indice de libros prohibidos hay cosas gravísimas, por ejemplo, los libros de Voltaire y todo la filosofería racionalista anticristiana que tanto se ensañó con la iglesia, y ahí teníamos a la pobre María Valtorta emparentada con Voltaire y los suyos, por obra y gracia de dos funcionarios del santo oficio.
Y claro si se decía que una obra puesta en el índice pues no era tan mala, eso podía quitar crédito a todo el índice, así que se decidió dejar las cosas como estaban. Específicamente el entonces cardenal Ratzinger consultado sobre la cuestión de la obra de la Valtorta y del valor del Indice, una vez cancelado, en declaraciones a una revista poco conocida, pero luego difundidas a bombo y platillo siempre que volvía a salir el tema en otros foros, el cardenal no podía menos que afirmar el valor moral de la condena del Indice, como un todo general, sin entrar en los detalles de lo que había pasado con el Poema del Hombre Dios.
Modernamente un obispo se ha comprometido en la defensa oficialista de María Valtorta, el obispo de Nyssa, Danylak, que ha dado el nihil obstat que nuca había tenido la obra. Pero, claro prefieren agarrarse a la mancha de la inclusión en el Indice, como un delito de lesa patria eclesiástica.
Muchos siguen con argumentos añadidos, como que Valtorta había quedado en estado catatónico, que sus textos no son sino un enredo justificativo de fundamentalistas marianos, que la figura de Jesús presentada era demasiado autoconsciente de su condición de Mesías, etc. vamos, el tipo de tiquis-miquis que hemos visto en procesos eclesiásticos durante siglos, subterfugios para estorbar la obra del Cielo, en plena línea sanedrítica, desde Gerson hasta hoy.Y en fin, otros sostienen una línea latitudinaria, diciendo que la obra de Valtorta debe ser leída en privado si a uno le gusta y que debe callar sobre ella como muerto.
Lo que permanece es lo dicho por el Papa Pio XII al padre Berti: "publíquese la obra como está, el que tenga que entender entenderá". Y esto es finalmente lo que está ocurriendo, el que lee entiende, y ni mucho menos deja de leer el evangelio, sino que tiene el evangelio en su integridad. Siempre entendí que el evangelio eran como trocitos que nos habían quedado de un gran mosaico, eso sí esenciales, capaces de darnos el todo de la verdad del Señor, y justamente la obra de María Valtorta, el Hombre Dios, pone a la luz de nosotros, católicos modernos, cuya fe escriturística está siendo tan combatida por la sobreexégesis simbolista y racionalista, el retablo completo de la vida de Jesús en el tiempo.
Con todo lo escrito animo a los católicos de este foro a opinar sobre esto. Yo les digo que a mí me ha servido de gran ayuda espiritual sus escritos. Cuando uno examina las cosas sin soberbia se queda con lo bueno. "Discernid los carismas y quedaos con lo bueno", dice San Pablo. Como dice el número 67 del Catecismo de la Iglesia Católica: "A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o "completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia. (...)". Que la Trinidad y María Santísima les bendigan.
Aquí tienen mi email para más comentarios y para compartir gratis parte de sus obras : www.ruben_burgos_82@hotmail.com |
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