Jesús, María y algunos santos me hablaron.

[Albert]

Herman@s:

Les contaré mi experiencia con Jesús, María y algunos santos en el retiro en silencio el pasado fin de semana.

Comencé con algo de miedo, más bien preocupación. Llegadas casi las siete de la noche (19:00) no habían llegado muchos cursillistas y pensábamos que se podía suspender. Tan pronto pensé eso, los hermanos empezaron a llegar. Claro mensaje ¿no creen?

El Padre nos llamó para la orientación y los mensajes de los santos comenzaron a fluir. San Ignacio de Loyola comenzó, el retiro está inspirado en sus Ejercicios Espirituales. Me dijo; “Medita sobre tu pecado, sobre tu oración, sobre Cristo y María y hazlo en silencio.” Ya con eso y sabidas las reglas del silencio rotundo y absoluto, mi mente comenzó a divagar. Cristo me había prometido que mi corazón daría vueltas el fin de semana, que recibiría un mensaje de qué hacer a partir de ese momento, la expectativa era incontrolable. Yo esperaba un gran acontecimiento o una revelación extraordinaria, pero al mismo tiempo se que la grandeza de Dios está en lo sencillo. Por ello la expectativa era inmensa, observé todo y atendí cada palabra dicha por los sacerdotes y cada letra leída en mis reflexiones tratando de indagar dónde o cuando Jesús me diría, "este es el mensaje."

Pasó la primera noche sin novedad, bueno con muchísimos mensajes bellos de reflexión, pero sin el mensaje que yo esperaba. No obstante, se corroboraron muchas cosas que Jesús me había dicho; “eres mi reflejo” me dijo una vez, esa noche en el inicio de la primera reflexión el Padre nos pide que hagamos esta pregunta y la meditemos: “¿Quién soy yo?” La respuesta es soy imagen de Dios, como en un espejo reflejo de su luz. Impactante ¿no? Ese reflejar a Dios es el plan de Dios para conmigo, esa es mi misión. Entonces el segundo santo interviene y me dice; “Albert para conocer al Señor conócete a ti mismo” ¿Quién eres? - Pregunté, “Agustín” - me dijo. El Padre recitaba su conocida frase; “Señor que me conozca y te conozca.”

El sábado la incertidumbre seguía interrumpiendo mis reflexiones, entonces santa María Faustina me dice: “Recita conmigo esta frase hermanito; Jesús en ti confío. No la olvides que pareciera que lo has hecho.” Confié en Él, y también en su promesa de recibir un mensaje. Las reflexiones de esa mañana y las lecturas que hacia del Libro de Monseñor Capó; Creo, no impedían aun así que mi mente no lograra concentrarse en la espera del mensaje. Comencé a distraerme en el paisaje y san Pio me dice; “Ora, ten fe y no te preocupes.” Padre Pio, pero es que lo intento pero no puedo, espero y desespero en la espera. ¿Qué hago? “Sigue orando." respondió él.

Ser imagen de Dios y procurar a otros el mayor bien posible siendo el reflejo de su luz y con ello completar el plan de Dios en mi vida, no podía comprenderlo como el mensaje que esperaba pues ese mensaje era para todos, yo en mi ignorancia pretendía un mensaje único para mi. Oré, pedí y suplique tal mensaje. Le dije a Jesús; “en un sueño Señor, ven en un sueño y dime. Permíteme recostarme de tu pecho mientras me hablas.” Pero Jesús tenía otros planes.

Solo ví unos ojos verdes observarme con dulzura. No sentí miedo alguno, los ojos me miraban y lo hicieron por algunos segundos. Salí de la cama sin entender aquella visión. El Sacerdote no tardó en hacerme comprender, cuando en una reflexión dijo explicando la Ley de la Interioridad; "Dios ve en tu interior, por ello puedes acercarte a Cristo porque Cristo mira tu corazón y ve lo que hay en él."

Luego de reflaxionar por más horas el Sacerdote vino a hablarnos de María, y comenzó a reflexionar como si María hablara con él, con nosotros, conmigo. “Imaginen la escena” nos dijo y comenzó a detallarla. Cerramos los ojos como nos indicó y María comenzó a hablar; “¿Que quieres hijito?” “Muéstrame a tu Jesús” dije yo, “llévame con Él, dime como era de niño, dime que cosas hacía, déjame saber que preguntas te hacía, dime todo de Él Madre mía”. Ella responde con dulzura y entereza; “Hijito, hijito del alma que te diré si sabes las respuestas, Jesús, mi Jesús siempre fue bueno, siempre hizo muchas preguntas. Si vieras como se atormentaba José de no poder responderlas todas, yo lo guardaba todo en mi corazón.” Finalmente me dijo María; “Hijito, por ti dije que si a Dios, para que viniera Jesús a salvarte a ti, por ti Él predicó, por ti curó, por ti trajo a la vida a los muertos, por ti murió y por ti resucitó.”
Así continuo el Padre y casi nos arranca las lágrimas a todos. Al menmos yo si lloré.

El domingo temprano en la Mañana, san Francisco me dice; “El testimonio de tu vida habla más fuerte que tus palabras” “¿Cómo es eso san Francisco?” pregunté yo. El respondió; “El testimonio no necesita de adornarse de las palabras hermano sino ser consecuente con la Verdad”

Comencé a meditar sobre estas palabras sentado en los bancos de la Capilla. El Sol entraba por una de las ventanas y me provocó cerrar los ojos. Comenzaron entonces a verse imágenes provocadas por el efecto de la luz solar en mis ojos. Veía una imagen en mi mente del número IV y del numero IX, busqué mi Guía del Peregrino la cuarta y la novena estación del vía crucis porque habíamos meditado la Pasión. Meditación que me volcó el corazón como Jesús había prometido, lloré inensamente mitrando la escena de su sufrir y saber que lo hacía por mi culpa, de la cual se adueñó. Encontré entonces la guía y la abrí. La cuarta estación es “Jesús se encuentra con su Madre”, y la novena es, “Cae por tercera vez”. Al leer las reflexiones de cada una discerní el mensaje. Aquí está, Jesús me dice claramente; “Ve al encuentro de mi Madre que es tuya. Ella te confortará como me confortó a mi con tan solo su mirada en aquel momento de angustia y dolor. Se perseverante aunque desfallezcas, por más caídas que se produzcan hasta entregarte tal como hice Yo en las manos del Padre vacío de ti mismo y dispuesto a beber el cáliz que bebí que también has de beber”

No necesité más mensajes, ya todo estaba dicho. Cristo me pide imitarle hasta el extremo y entregarle hasta mi último aliento por el bien de las almas y mi propia salvación. Has tu lo mismo pues a ti te pide exactamente eso. ¡Entrégate!

Dios les bendiga.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS

[LucasGabriel]

Gracias Albert por compartir esto tan celestial....

Lo estaré meditando muy dentro de mi corazón....Gracias...
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Carmelitas Descalzos Seglares

[Carlos Henriquez]

[Nubeia]

[Albert]

Herman@s:

Hagan suya esta reflexión. Vívanla con Cristo.
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Transfíge, dulcíssime Dómine Jesu
Albert González Villanueva, OFS

[micaela]

Gracias Albert por compartirlo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Si Dios no te acusa
NADIE MAS TIENE EL DERECHO

[AURORA]

[Albert]

Hermana Aurora:

[Sol]

Muchas gracias Albert, se me puso la piel de gallina y me hizo reflexionar.

Como me atrevo a quejarme de nada!!

Gracias!