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Ernesto Che Guevara del Mito a la Verdad

 
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Autor Mensaje
Esther Filomena
Veterano


Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Jue Mar 16, 2006 6:03 pm    Asunto: Ernesto Che Guevara del Mito a la Verdad
Tema: Ernesto Che Guevara del Mito a la Verdad
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Les pongo a consideración el siguiente libro:

"Ernesto Che Guevara" del Mito a la Verdad de Fernando Díaz Villanueva -Editorial Dastin-

Pedro Fernández Barbadillo nos hace llegar como anticipo la reseña de una obra sobre el "Che" Guevara, una de las figuras argentinas que han adquirido renombre internacional y forman parte del panteón de los ídolos modernos. Su figura real está fresca aún en Buenos Aires en personas que lo han conocido y recuerdan su juventud no precisamente signada por idealismo alguno, sino más bien por el hedonismo de un joven rico y rebelde. Su figura de "combatiente", asociada a un desinteresado altruísmo, se desdibuja por su crueldad y sus frecuentes traiciones. Hasta en la Cuba de Castro, donde es "héroe nacional", si resucitara, no sería bienvenido por muchos desmanes que realizó durante su "gestión".

Escribe Pedro Fernández Barbadillo:


Si el Che fuera una marca como Coca-Cola o Microsoft o Real Madrid, los publicistas responsables de ella podrían estar muy orgullosos de su trabajo. Ernesto Guevara es uno de los personajes más conocidos del siglo XX. Figura en camisetas, pósters y fotografías. Incluso hay una versión falangista de la famosa cara del guerrillero, con el cabello alborotado y la mirada en el infinito, en la que la estrella roja de la boina se ha sustituido por el yugo y las cinco flechas.

El guerrillero argentino es una de las pocas banderas que resistió la caída del Muro y la liquidación de los regímenes del socialismo real; ahora acompaña a los muchachos y los viejos que forman las tropas de la antiglobalización (siempre me ha llamado la atención que los chicos rebeldes de izquierdas venerasen a carcamales como Marcuse, Mao y Sartre y ahora a Castro, Saramago y Negri; ¡menudo espíritu juvenil!). Por ello, esta biografía es necesaria, para conocer a este tipejo con el que los demagogos pueden violar el alma de los jóvenes, de la misma forma que los pederastas seducen a sus víctimas.

El autor, Fernando Díaz Villanueva, acaba de entrar en la treintena; es licenciado en Historia y periodista. Ha sabido unir en su libro, parte de la colección Grandes Biografías Ilustradas de la editorial Dastin, el método del universitario con el estilo del periodista. La documentación es exhaustiva y nos sitúa al personaje en su época, tan cercana y a la vez tan lejos; una época de pleno empleo, de guerra fría, de conmociones y felicidad, en que la juventud se convirtió en una obsesión incluso para la Iglesia católica. Díaz es liberal, y no le gusta el Che debido al desprecio por la vida ajena que éste tenía. Yo no creo que la simpatía o antipatía por un personaje anule la calidad de una biografía; la imparcialidad no es sinónimo de frigidez o de indiferencia, sino de objetividad, y ésta consiste en la exposición de todos los datos de que disponemos para que los lectores saquen sus conclusiones. En este sentido, Díaz cumple con su ética.

Y, sinceramente, tuviésemos la opinión que tuviésemos del personaje -la mía era desfavorable, pues ayudó a instaurar una tiranía comunista y se entrometió en diversos países para pegar tiros-, después de la lectura de Ernesto Che Guevara, ésta ha empeorado; en mi caso, mucho. Su muerte, supuestamente heroica y sacrificada, no le redime de sus muchos pecados. No sé cómo le habrá juzgado Dios, pero los hombres, en especial aquellos que, subyugados por sus poses, sus escritos y su fanatismo, trataron de imitarle con la pistola en la mano, no podemos ser indulgentes con él.

Desde el principio del libro, el mito se nos deshace en las manos como una estatua de terracota desenterrada de una tumba perdida de una civilización olvidada. Antes de ser el Che, Ernesto Guevara, nacido en 1928, fue un niño amado en su familia y un muchacho divertido. Cuando creció se convirtió en un aventurero: le gustaba más vagabundear por regiones de la inmensa Argentina y por los países vecinos para conocer paisajes y gentes, que estudiar. Díaz expone las dudas sobre la obtención del título de médico por parte de Guevara. Como dice, si ese expediente existiera, estaría en un museo; por el contrario, ha desaparecido de los archivos de la Universidad de Buenos Aires.

Durante sus viajes por América, en los que vivía del dinero ajeno y no trabajó más que un solo día descargando mercancías en un puerto hondureño, no mostró ninguna ideologización. Disponemos de una abundante correspondencia donde aparecen sus escasos sentimientos políticos sobre los derrocamientos de Arbenz en Guatemala y Perón en Argentina. La conversión del Che, escribe Díaz, comenzó por medio de una mujer, Hilda Gadea, en México, con la que se casó. Su esposa le introdujo en lecturas y ambientes comunistas, en los que conoció a Fidel Castro.

Nada más desembarcar en Cuba y esconderse en Sierra Maestra, el Che empezó a mostrar su gusto por la sangre: mató a algunos guerrilleros y colaboradores. Una vez derrocado el régimen de Fulgencio Batista, el autor describe el comportamiento de Ernesto Guevara en la fortaleza de La Cabaña, donde hizo fusilar a casi 2.000 personas, y recoge declaraciones del propio Che y de algunos que trabajaron con él esos meses en las que el argentino tuvo un comportamiento de chequista: instrucciones sobre el uso de la tortura, supresión de las garantías judiciales...

A continuación, conocemos su paso por el Banco Central de Cuba y el Ministerio de Industrias; sus periplos por el mundo, como propagandista de la revolución cubana y del nuevo hombre socialista; el abandono de sus diversos hijos y mujeres; su fanatismo; y sus expediciones al Congo y a Bolivia, donde encontró la muerte violenta que él administró a cientos de semejantes.

Fernando Díaz comienza su libro con una frase de Ciro Bustos, compañero de guerrilla del Che en Bolivia, sobre su compañero de armas: "En estos cuarenta años lo único que ha funcionado es la mentira... Todo el mundo miente; es un torneo de mentira". Después de lo que hemos leído, también podría cerrar la biografía del Che o ser su epitafio.
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Esther Filomena
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