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SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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NIGUNIM
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MensajePublicado: Dom Jun 15, 2008 6:56 pm    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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La desconfianza de sí

Es la toma de conciencia que no soy alguien a quien nunca se le podría reprochar nada, respecto al más pequeño de los mandamientos de Dios: no matarás, no robarás, no cometerás adulterio… y creer que los he cumplido cabalmente. Eso sería entrar en la maravilla sin estas dos ruedas de la humildad.
Un día un monje viene a buscar a su padre espiritual y le pregunta: “¿padre, que es lo más provechoso en la vida espiritual…?”, y el padre le responde: “Acusarme y reprenderme sin cesar”.
Un día un pobre viene a buscar a un monje para pedirle una caridad. El monje le da sus alimentos, pero además ve que está mal vestido. Se quita su habito y se lo entrega, pero además se quita su camisa y se la da. El pobre se marchó y el monje se quedó con el siguiente pensamiento: “No le he dado todo lo que hubiera podido…”
Otra vez se escuchará decir a san Vicente de Paúl: “He dormido demasiado…”. Sabía que ante la miseria del mundo, no ha hecho aun lo suficiente y que hubiera podido hacer más por el Señor. Aquí estamos lejos de la satisfacción orgullosa del fariseo. El Amor no está nunca satisfecho de él mismo.
A Madre Teresa que fundó 85 comunidades en todo el mundo y que recibió a 3500 religiosas, cuando le decían: “Madre Teresa, usted es maravillosa”, ella respondía: “he hecho muy poco y se que hubiera podido hacer más…”
Esta es la realidad de la humildad. Estos santos están tan sumergidos en la humildad de Dios, en la urgencia del Amor que habita el Corazón de Dios, que tienen conciencia de su pereza, de su tibieza, de todo lo que les limita e impide decir sí.
La desconfianza de sí es la JUSTA mirada que pongo sobre mí mismo para no seguir la exaltación del demonio, porque cuando buscamos seguir en verdad al Señor, cuando buscamos hacer obras de Misericordia, el demonio nos tienta interiormente con pensamientos que pretenden engañarnos: “Eres un buen tipo, es muy bueno lo que haces, eres el mejor de todos”. Son pensamientos en los que el demonio nos invita a alabarnos.
Los Padres nos dicen: “Una primera cosa es no inflarse ante las alabanzas de los hombres, porque mucho más difícil es no hacerlo ante la alabanza interior de los demonios”, es decir, ante los pensamientos que vienen a exaltarnos.
La desconfianza de sí es reconocible interiormente. Hay una verdadera paz que viene de Dios y una falsa paz que viene del enemigo. Cuando desconfío de mí mismo, voy a considerar a mis hermanos como superiores.
Por ejemplo, cuando estamos en la capilla, adorando el santísimo, es una buena cosa tomar conciencia que no soy digno de estar aquí en medio de la presencia del Señor y con mis hermanos. También un ejercicio sería imaginarse marchando todos juntos en el camino de la vida y reconocer que nosotros estamos aun muy atrás, porque estamos en el último lugar.
Y no se preocupen de caer en la falsa humildad porque esto es cierto Wink ¿O no es así???

Esta no es una actitud que la conseguimos por la fuerza de nuestros puños sino una apertura del corazón que recibe los pensamientos que vienen del Espíritu Santo, más que los pensamientos que nos inflan y que vienen del demonio.
“Tú eres así. En cambio mira este otro, mira cómo ha caído. Tu no eres de esos….”. Si yo consiento ante estos pensamientos me inflaré de orgullo. Esto lo identificamos bien por una suerte de placer interior que los Padres llamaran la vana gloria. Es un fino deleite que es el signo de la pasión de vanagloria. Si la alimento, me conducirá al orgullo.
Por el contrario, si tu sientes estos pensamientos y la vanagloria que te tienta, utiliza la desconfianza de ti: ella te hará mantenerte en un descenso, marcado por la aparición de una paz profunda, acompañada probablemente por un silencio interior.
Los pensamientos son un signo de discernimiento. El signo que nos indica si nos encontramos en la humildad es el silencio del corazón. El santo monje Silvano del monte Athos, dice algo que llega muy lejos: “El que es perfecto piensa como el Espíritu Santo”. Desde que esa persona tiene un pensamiento, ese pensamiento viene del Espíritu. Está tan sumergido en la presencia de Dios, que reconocerá, por velar en su corazón y detectará los pensamientos pecaminosos tales como la vanagloria.
La Paz de Dios viene acompañada de un silencio interior. No es una calma interior como la de “Me siento bien en mi piel”. La reconocemos porque permanece en medio de la angustia.
Existe una gran contra indicación para esta desconfianza de sí, es el sentimiento de culpabilidad (SDC). El riesgo es entrar en las consecuencias de este SDC: a fuerza de acusarse, de considerarse como un pobre tipo, caigo en el remordimiento y en el escrúpulo. No soy consciente que soy una maravilla y por eso entro en el perfeccionismo. Nada de lo que hago está bien y a través de esto quiero escuchar a los demás decir: “Pero no, esto que tu haces es maravilloso…”. Pasa lo mismo en el legalismo.
El máximo riesgo de esto es convertirse en la víctima de la comunidad, el pequeño miserable al que todos persiguen. Entro así en una relación de dependencia, de pérdida de identidad, de anonadamiento que no tardará en sembrar en mi corazón la desesperanza. Por eso es importante de conservar las tres ruedas de la humildad.


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NIGUNIM
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MensajePublicado: Lun Jun 16, 2008 12:40 am    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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El Arrepentimiento

“No es sino hasta cuando te sientas lleno de un sentimiento de arrepentimiento que puedes estar seguro que te encuentras en un buen camino. Cuando este sentimiento abandona tu corazón, es seguro que te has dejado llevar por pensamientos engañosos”.

¿Qué es el arrepentimiento?, es el corazón quebrantado por la toma de conciencia que he herido al Amor de Dios. Aquel a quien amo, Aquel a quien busco, le he abofeteado, le he traspasado y perseguido. Del mismo modo, podría descubrir un día en la relación amical, o en la vida conyugal, que he hecho sufrir al otro sin saberlo. La toma de conciencia de ese mal hace que mi corazón se conmueva.
El arrepentimiento tiene siempre un gozo profundo y también un dolor profundo. Este es un signo de discernimiento muy importante. Si estoy aplastado por la visión de mis pecados, no es Dios que me muestra esto y no es la visión de mis pecados tampoco. Ver mis pecados me llevará a este ablandamiento del corazón, mi corazón me hará llorar, pero a la vez, estará presente esta dulzura profunda del gozo de ser amado y perdonado por Dios. Esto nos ocurre cuando hacemos una confesión profunda, cuando recibimos una sanación interior… el corazón es desbordado por la contrición.
Los Padres nos invitan a vivir permanentemente en este estado. Es difícil, pero al mismo tiempo, es un arma extraordinaria para crecer en la humildad.
La vanagloria es uno de los principales obstáculos para adquirir el Espíritu Santo. Es querer recibir los tesoros de Dios para complacer a los hombres. El único medio eficaz para combatir la vanagloria es recibir el don del arrepentimiento. ¡Es un don de Dios!, nunca lo obtendré por mis fuerzas. Es importante conocer bien ciertos signos de discernimiento que nos indican los Padres:

Aprender a ver lo que hay en mi corazón: un sentimiento de celo, sentimiento de tristeza, de agresividad… Mirar la realidad que me habita, sin comenzar por correr hacia mi hermano exigiéndole cuentas por lo que me hizo. El arrepentimiento exige esta vigilancia.
Pero para estar atento interiormente, necesito tener el deseo de seguir al Señor a pesar de una cierta angustia que mi corazón pueda sentir por esto. Esta angustia es llamada por los Padres: el temor de Dios.
Quien dice vida espiritual, dice atravesar la angustia. No hay vida espiritual sin tocar momentos en los que sentiremos angustia. Ella no es algo permanente pero angustia y paz no son algo incompatible. Esta angustia, este temor de Dios, es el temor de herir al Amor. Reuniré todo mi ser, todas mis facultades para no herir a Dios que es dulce, delicado, respetuoso y humilde.

Si estoy atento, veré en mi interior. Veré mis pecados, en la medida que le pida a Dios de iluminarme. No se trata de utilizar un mecanismo de introspección, es una Luz de Dios que progresivamente me mostrará los sentimientos que me habitan: este sentimiento de celo. ¿Por qué surge este sentimiento?, ¿Por qué por detrás hay una frustración?, ¿Por qué?. Porque tengo en lo profundo de mí, en mi inscripción inicial, un don de Dios que no he querido recibir y que era para mí.
El arrepentimiento es ver esto y decir a Dios: “mira Señor, así soy yo”. Entonces el Señor dará una gracia particular: el don de las lágrimas. Mi corazón está de tal manera quebrantado en profundidad que finalmente se convierte en un corazón de carne.

Tenemos en esto un medio de discernimiento capital contra la vanagloria, esta falsa calma, esta falsa alegría que nos da la vanagloria, miremos si estamos en esta actitud del arrepentimiento.
Cuando estoy en el arrepentimiento yo no juzgo a mi hermano porque soy a mis propios ojos un pecador. Contrariamente, si me encuentro en una falsa calma, en una falsa alegría que es un disfrute sutil del corazón, asociado a pensamientos que juzgan, condenan y desprecian a los demás, entonces no estoy en el arrepentimiento sino en la vanagloria y el orgullo. Solo queda una solución, desconfiar de sí mismo, aceptar y abrirse a este descenso que es considerar mis pecados, recordar y hacer memoria para entrar nuevamente en este sentimiento espiritual del corazón quebrantado y humillado y pedir esta gracia permanente para vivir en el Espíritu.

¿Qué es lo que expulsa el arrepentimiento y lo que le hace regresar?

•La vanidad: cada vez que busco complacer a los hombres pierdo el arrepentimiento. Inversamente, la búsqueda de la Gloria de Dios nos hace entrar en el arrepentimiento.

•Las preocupaciones materiales: que invaden mi espíritu y me alejan de la presencia de Dios.

•Las distracciones: todo lo que es contrario a la vigilancia, la dispersión, la charlatanería, la riza escandalosa, las bromas ligeras, etc.

Nuestro mundo presente está mucho más angustiado y culpabilizado que en ninguna otra época. Hay una risa que apacigua, un reír de Dios que hace bien. Y hay un reír que dispersa, que nos aleja de la oración, es una risa burlona y procedente del hombre carnal. Ella pone en evidencia lo que hay en mi corazón: distracción, relajo, ligereza, falta de consciencia de mi lamentable estado.

De la misma manera, la charlatanería no existe cuando hablamos de Dios o de las cosas profundas que nos hacen bien. Esto es diferente a las superficialidades que nos alejan de Dios.
Aprovecho para decir que es por ello que el participar en un foro como este puede ser importante para nuestra vida espiritual porque es una manera de atizar el amor de Dios en nuestro corazón, es una manera concreta de mantener nuestros sentidos, nuestros pensamientos en cosas que son trascendentales y que nos motivan a cuestionarnos, a cambiar, a avanzar.
Tendamos a este estado interior en el que el corazón esta a la vez dolorido y contrito pero también en la acción de gracias, el gozo de saber que Dios nos ama.
Avanzando sobre este camino encontraremos todo el alimento del discernimiento: humildad, obediencia y arrepentimiento.


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MensajePublicado: Lun Jun 16, 2008 12:58 am    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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Nos quedan dos cosas importantes:

LA ORACIÓN

El Señor nos propone orar sin cesar. Esta es la más grande ascesis que pueda existir. Es luchar contra los pensamientos y las distracciones para tratar de vivir con el Señor. Esto es ya un primer estado de oración que viviremos una hora cada día. Un segundo estado será esforzarse por pensar en el Señor a todo lo largo del día. Y un tercer estado será de estar en permanencia con El, día y noche. Teresa del Niño Jesús dice: “Nunca pasé más de tres minutos sin pensar en Dios”. Si nos establecemos en esta vigilancia interior, estaremos en el arrepentimiento porque veremos nuestras caídas y las tentaciones para caer que son numerosas.

•Al comienzo alaba al Señor. Esta acción de gracias está inspirada por el arrepentimiento.

•El arrepentimiento: Observa la actitud del publicano. “Ten piedad de mí”. San Benito dice en su regla que hay que acordarse cada día de sus pecados. Esto no significa recaer en la tentación sino hacer memoria de Cristo sobre la Cruz y de aquello que mi actitud le ocasiona.

•Orar por nuestros enemigos, por estos que me persiguen, mi padre, mi madre, mis hijos, mi amigo, porque estos son nuestros enemigos. Son de ellos que espero tanto el amor que finalmente puedo no recibir. Esto hace brotar en mi corazón la agresividad.

EL AMOR DE LOS ENEMIGOS

Las siguientes nociones las tomamos del libro: “Discernimiento de espíritus” de J.B. Scaramelli y de las “Lecciones de Teología Espiritual” de J. de Guibert.

La manera como el espíritu diabólico marca relativamente nuestra inteligencia son las siguientes:

•El espíritu diabólico es un espíritu de error
•Nos sugiere cosas sutiles, ligeras e inconvenientes
•Acerca a nuestra alma las tinieblas o falsas luces en nuestra imaginación
•Es obstinado en su juicio
•Es indiscreto y nos empuja al exceso, sin tomar el cuidado del tiempo oportuno, del lugar conveniente ni de la condición de las personas.
•Pega siempre a nuestros actos pensamientos de vanidad y de orgullo, aun en los actos de virtud y de santidad.


Marca también relativamente los movimientos de la voluntad:

•El espíritu diabólico arroja en el alma la turbación, la inquietud y la confusión.
•Lleva a la voluntad por el camino del orgullo o de la falsa humildad.
•También lleva a la desesperación, la desconfianza y la vana seguridad.
•La obstinación de la voluntad para no entrar en la obediencia debida a los superiores.
•Nos sugiere intenciones malas y tortuosas
•Siembra la impaciencia en las pruebas
•La Rebeldía de las pasiones
•La duplicidad, el fingimiento y la disimulación.
•El corazón preso por la atadura a las cosas terrenas se aleja de la libertad interior
•El alejamiento de Cristo y la aversión por su ejemplo
•Falso celo, amargura y farisaísmo.


A parte del espíritu diabólico puede resultar útil señalar aquel del espíritu dudoso:

•Después de haber elegido un estado, aspirar a otro.
•Ser conducido a cosas insólitas, singulares, que no están de acuerdo a nuestro estado de vida.
•El amor de las cosas extraordinarias en el ejercicio de las virtudes.
•La búsqueda de grandes penitencias exteriores
•La búsqueda de consolaciones sensibles.
•La búsqueda de consolaciones espirituales ininterrumpidas
•Las lágrimas pueden ser sospechosas (busqueda de emocionalismo más que verdadera compunsión)
•Lo mismo que las revelaciones, estigmas u otros signos corporales prodigiosos.


DISCERNIMIENTO Y COMBATE ESPIRITUAL

San Antonio y otros Padres nos ayudan a discernir los espíritus, es decir, tratar de saber precisamente cuándo se trata de un buen espíritu y cuándo de un mal espíritu. San Antonio nos dice que podemos reconocer al buen espíritu en que interiormente sentiremos tranquilidad, dulzura, serenidad, calma, gozo y alegría y porque en este movimiento no nos sentimos turbados ni agitados, nuestra alma es dotada de fuerza, coraje, gozo, dulzura y calma. Como si en nuestro interior fuera la calma y no la tempestad, asociado esto a una conciencia profunda del ser pecador y nuestra miseria: “se que soy pecador y esto lo se en verdad”.


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Pablo Jose
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MensajePublicado: Vie Jun 20, 2008 12:13 am    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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Oye hermano me ha gustado mucho lo que llevamos del curso... Dios te bendiga. Wink
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MensajePublicado: Mie Ago 13, 2008 11:23 pm    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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LA EXPERIENCIA DE LA PRESENCIA DE DIOS
( Capítulo 4 )


¿Cómo puedo saber que Dios está presente en mí? ¿Cómo experimento que El actúa en mí? ¿Cómo discernir si una moción espiritual viene de Dios?.
Vamos a citar los diferentes sentidos y asociarlos a algunos adjetivos que nos ayudarán a aproximarnos a lo que puede ser la experiencia espiritual.
Si alguien desea experimentar esta presencia comprenderá que mientras que tenga la cabeza y la sensorialidad llena de ruidos, dificilmente percibirá lo que describimos.

EL SENTIR ESPIRITUAL

Sensorialidad, sensualidad y sensibilidad. Hablamos de una sensorialidad purificada y/o sanada.

LA AUDICIÓN

Presencia silenciosa: calidad del silencio (pleno, denso, “susurro del silencio”)

Palabras repentinas, sin causa precedente (ni sentimiento o movimiento de la voluntad, ni conocimiento o acción de inteligencia previa); cuyo efecto es inmediato sobre la afectividad y la voluntad, y que cumplen lo que estas palabras dicen, o pensamientos profundos (vienen del fondo de sí, de “un no sé dónde”, y no de la cabeza), eficacia respecto a la decisión. Poner atención al tiempo que sigue a la consolación, en particular a las ideas y a los juicios bajo el efecto del buen o mal espíritu.

La audición esta unida preferentemente a la memoria, sobre todo a la memoria del corazón y a la presencia del Padre por la virtud de la esperanza.

EL TACTO

Brisa ligera, soplo muy dulce, suavidad (dulzura deliciosa)
A pesar de la angustia y el sufrimiento, paz del corazón, gozo profundo (felicidad), sentirse amado, protegido y seguro.
Corazón ardiente (fuego que calienta) que se dilata, rocío que refresca, agua que lava, aceite que desciende desde la cabeza.
Arrepentimiento (ausencia de remordimiento: no hay acusación, juicio o condenación)
Compasión (se siente en las entrañas): voy hacia aquel que humanamente me repugna.
Amor de los enemigos, perdón, acto de voluntad de amar en la angustia o el sufrimiento. Doy al que me hiere.
Temor de Dios en la confianza
El tacto está unido preferentemente a la afectividad, a la voluntad de amor y a la presencia del Espíritu Santo por la virtud de la caridad.

EL GUSTO

Gustar de la bondad de Dios.

LA VISIÓN

Lo sé, lo creo y adhiero sin comprender todo.
Luz repentina (muy interior, más luminosa que clara o precisa, inmediata, tranquila para la imaginación y recogida para el alma, dejando muy libre y sin impaciencia, en armonía con la fe, la Tradición, en Iglesia), que ilumina la inteligencia respecto a los misterios (aun si con una cierta oscuridad en la imaginación, en cuanto a los medios y el tiempo que pueda durar), que otorga un conocimiento e indica una dirección.

Crecimiento en la verdad (humildad)
Encontrar la mirada de Jesús y su rostro

La visión está unida preferentemente a la imaginación, a la inteligencia espiritual y a la presencia de Cristo por la virtud de la fe.

EL OLFATO

El buen olor de Cristo (perfume)

LA CONCIENCIA

El apaciguamiento de las potencias del alma (imaginación e inteligencia)
No pensar en cosas inútiles, presencia al instante presente (menos distracciones, densidad del presente, calidad de la atención)
Voluntad flexible, abierta e intención recta.
Docilidad de la inteligencia.


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MensajePublicado: Mie Ago 13, 2008 11:31 pm    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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LOS FRUTOS

FRUTOS DE LA FE

Apertura de sí a los demás, al medio ambiente y a Dios.
Paciencia en las pruebas, constancia y perseverancia.
Fidelidad, perseverar en medio de la contradicción, la prueba y el sufrimiento, llegando hasta el final.
Adhesión a lo real, sentido de la encarnación
Obediencia a la Iglesia (2 Co 11), es decir, a sus superiores y a la enseñanza de la Tradición y del Magisterio. Es adecuar la conciencia personal (deseo del Espíritu Santo y de la voluntad personal) y la autoridad eclesial (figura de Cristo a través de personas), y abandonarlas en las dos manos del Padre.

Esto se ve reflejado en el testimonio que dan los santos y hermanos avanzados en la fe, cuando son perseguidos.

FRUTOS DE LA ESPERANZA

El coraje de tener miedo, valor para atravesar el sufrimiento..
Dar sentido, dar valor y valorarse, descubrir la belleza (en sí y en los demás).
Hacer lo pequeño para obtener lo grande. Simplicidad y discreción.
Confianza en Dios (unida al Temor) y confianza en los demás. Deseo filial.
La Cruz, es decir conformarse a Cristo pobre y crucificado (Hechos 5,34/39; Mt 7,13-16¸Fil 3, 18-19). “Hay que acoger de buen agrado la inspiración que, por su naturaleza, invita a atravesar el sufrimiento o la pena” (San Bernardino de Siena), en la medida que estos puedan ser soportados por el cuerpo y por la fuerza del alma”.

FRUTOS DE LA CARIDAD

La caridad como acto (celo concreto, vigilante y universal). I Jn 2,9: gratuidad.
Plena libertad en el respeto: sin forzarse o estar en contradicción.
Deseo de olvido de sí a pesar y por el sufrimiento y la angustia.
Unidad, Comunión.
Reconciliación.
Bondad: Compasión y Misericordia.
Abandono a la voluntad Divina (más receptivo que activo) a pesar del miedo o la angustia.
Dulzura (fuerte) en las persecuciones.
Fuerza ( llena de ternura): puedo repentinamente lo que me resultaba imposible; afronto los obstáculos en tanto que me siento débil.
Uno se maravilla y entra en la alabanza


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MensajePublicado: Mie Ago 13, 2008 11:51 pm    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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DISCERNIMIENTO DE ESPÍRITUS
( Capítulo 5 )


INTRODUCCIÓN

El terreno del combate espiritual se sitúa en el ser psíquico, principalmente al nivel de la imaginación y de la afectividad.
Cuando viene una tentación siempre pasa primero por tu imaginación. No hay tal cosa como una tentación que surge repentinamente como un acto. Si se da algun caso parecido hablamos de un acto compulsivo, que no pasa por el ser conciente y este obedece a un terreno particular.
Entonces, lo común es que la tentación primero toca la puerta de tu imaginación, busca atraer la atención de tus sentidos e intenta excitarlos. Por ello, siempre existe el espacio para que, haciendo uso de nuestra libertad, opongamos a ese mal el bien, bien cuya fuente no somos nosotros mismos sino que lo es Dios.

LA IMAGINACIÓN

En la imaginación vienen a imprimirse pensamientos e imágenes. La imaginación es parecida a la superficie de un lago que refleja todo lo que hay encima: las nubes, el sol y las aves que vuelan. Pero también deja ver lo que hay en las profundidades: el fondo del lago, las algas, los peces. Sobre estas dos fases se imprimen, sea los pensamientos como inscripciones, sea imágenes en forma de representaciones.
El primer nivel del combate espiritual se sitúa en la imaginación porque encontraremos tres fuentes posibles de pensamientos o imágenes: las inspiraciones Divinas, humanas y demoníacas.

Inspiración Divina

Vienen del Espíritu Santo en la expresión de los carismas, en todas las mociones interiores reconocidas, o en forma de pensamientos o palabras interiores. Pueden también tener la forma de imágenes. No proceden de nosotros.

Inspiración humana

La inspiración puede ser simplemente humana, por el juego de las facultades psíquicas, en particular la inteligencia que piensa y reflexiona. Gracias a ella, el hombre puede desarrollar un pensamiento en el tiempo para llegar luego a una conclusión. Este es el modo de pensamiento psíquico, humano y razonable. Por bueno que sea siempre estará expuesto al error porque no es perfecto

Inspiración demoníaca

Finalmente, la inspiración puede ser también maléfica. El demonio actúa en el hombre por la vía de la imaginación, sugiriéndole un acto malo, a través de pensamientos o imágenes. Estas llevan en sí un impulso a lo malo, gracias a un placer sensible y a la mentira.

El discernimiento de espíritus descansa sobre esta gran pregunta: ¿Quién está en el origen de este pensamiento o de esta imagen? ¿Cómo reconocer las obras del Espíritu y diferenciarlas de aquellas del hombre o del tentador?
La tradición nos enseña los signos que diferencian al “buen ángel” del “ángel malo”. Y gracias al aporte de las ciencias humanas, podemos individualizar más fácilmente el lugar de los pensamientos psíquicos humanos y diferenciarlos de los pensamientos espirituales.

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MensajePublicado: Jue Ago 14, 2008 12:03 am    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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LA AFECTIVIDAD

Nuestra afectividad interviene secundariamente en el combate espiritual. Ella es excitada previamente por los pensamientos o las imágenes para luego crear dos tipos de emociones: Los sentimientos psíquicos y los sentimientos espirituales.

Las emociones psíquicas

Las emociones psíquicas son las más frecuentes. Las individualizamos en emociones agradables, desagradables y pecaminosas.

Emociones agradables

• El sentimiento amoroso es una emoción sensible muy placentera. Es de origen psicológico porque suele desaparecer ante el conflicto o se atenúa con el tiempo.
• El agrado o satisfacción, es un gozo psicológico que se experimenta, por ejemplo, cuando aprobamos un examen o cuando los acontecimientos se desarrollan como lo esperamos. Este sentimiento desaparecerá ante la primera contrariedad o en la prueba.
• La clama interior es una ausencia de estrés. La observamos cuando no nos molestan, cuando los acontecimientos nos son favorables. Desaparece inmediatamente ante el sufrimiento, la prueba o ante la humillación.

Emociones desagradables

• El sufrimiento, la angustia y el miedo, son tres sentimientos dificilmente soportables que sobrevienen frecuentemente a perturbar la vida interior.
• Están asociados a la vergüenza, también llamada sentimiento de culpabilidad.

Emociones Pecaminosas

Las emociones pecaminosas son las expresiones del pecado en nosotros: el odio, el rencor, el resentimiento, la agresividad, la tristeza, el desánimo, la desesperación, la amargura, los celos, la codicia… Dos ejes dominan todas estas emociones: el deseo de acaparar para sí mismo, lo cual se denomina codicia y el deseo de dominar a los demás junto con la voluntad del poder o agresividad y esto está asociado al orgullo.

Todas estas emociones son de origen psicológico: ellas brotan de la afectividad con ocasión de un acontecimiento o de una relación, de un pensamiento o de una imagen cuyo origen es humano o demoníaco, en el momento de la tentación. El enamoramiento, por ejemplo, puede inspirarse de un amor humano, primicia indispensable para la alianza conyugal: aquí podemos ver la obra conjunta del hombre y de la gracia. Contrariamente, este sentimiento puede aparecer en una tentación al adulterio. Esto revela una problemática afectiva muy profunda que reclama el consejo de alguien distinto al que atraviesa por esa tentación y un paso a la conversión para no caer en la infidelidad.


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MensajePublicado: Jue Ago 14, 2008 12:25 am    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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LAS EMOCIONES ESPIRITUALES

Nuestro corazón también está apto a vivir emociones espirituales. El arrepentimiento, por ejemplo, es una gracia dada por el Espíritu Santo. Se define por una “dolorosa alegría” que no tiene nada que ver con el remordimiento o los escrúpulos. Ciertos toques de angustia, son angustias santas como el temor de Dios, La confianza que conduce a una actitud de abandono, el amor a los enemigos que sobrepasa al amor humano, la misericordia y el perdón, el gozo y la paz que permanecen en la prueba del sufrimiento, estos son sentimientos espirituales, frutos del Espíritu Santo. El gozo y la paz, son muy diferentes a la satisfacción y la calma interior, cosas que el mundo puede darnos. Aquí se trata de un gozo que nadie puede robárnoslo, se trata de una paz que sobrepasa toda inteligencia. Se les reconocen por que permanecen intactas bajo el fuego de la angustia.

Tenemos algunos ejemplos de emociones psíquicas, movilizadas por el hombre o por el demonio, y sentimientos espirituales que testimonian de la vida en el Espíritu, al nivel de nuestra afectividad. En el combate espiritual, afectividad e imaginación están íntimamente unidas. Comenzamos por discernir y luchar contra los pensamientos enemigos. Pero estamos constantemente sumergidos en emociones tan diversas, con las cuales tenemos que aprender a vivir. Aquí, nuestra finalidad no es la de estudiar la gestión de las emociones, sino de discernir al comienzo del combate espiritual, qué es lo que hay al origen de nuestros pensamientos: el Espíritu Santo, el hombre o el enemigo.


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MensajePublicado: Jue Ago 14, 2008 12:36 am    Asunto:
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ORAR SIN CESAR

Para discernir los espíritus es indispensable permanecer en la oración. Aquel que no ora, no puede discernir correctamente: la oración, es la actitud necesaria para la escucha interior. San Pablo nos invita a discernir de qué espíritu se trata. Es por esto que recuerda que hay que orar sin cesar. La escucha establece al alma en la vigilancia interior. Los Padres han llamado a esto la guarda del corazón y de los pensamientos (por la oración). Ella establece al alma en la disposición del vigía sobre las murallas de Jerusalén, que tiene en una mano la pala para trabajar en las obras de Dios, y en la otra, el arma espiritual de la oración, para discernir lo que se aproxima y estar listo a rechazarlo o recibirlo.

Una vigilancia parecida es necesaria en la capilla, pero también debe ser algo continuo a lo largo del día y esto necesita de una ascesis profunda, muchas veces penosa, en el corazón del combate espiritual, para estar presentes a la Presencia; vivir el instante presente, aquí y ahora, ante la Presencia. Para progresar en el discernimiento espiritual necesitamos una determinación feroz pero a la vez apacible, capas de permanecer en la oración del corazón y evitar la dispersión interior.

Aprenderemos a conocernos porque la manera en la que el Espíritu Santo (el buen ángel) o el demonio (el ángel malo) se manifiestan en nosotros, a través de pensamientos o imágenes, varían en función del lugar de nuestro ser en el que se manifiestan y de nuestro grado de conversión. Nos parecemos a un mosaico constituido de trigo y cizaña. Algunas zonas de nuestro ser están convertidas: ellas están representadas por el trigo y pertenecen al Espíritu Santo. Aquí, el buen ángel trabaja de manera particular y es fácilmente reconocible. Otras partes de nuestro ser están en la inconversión: están prefiguradas por la cizaña, plantada en nuestro campo por el enemigo. Aquí es donde podemos identificar la obra del tentador.

Si permanecemos atentos y vigilantes a nuestra vida interior , reconoceremos la presencia del buen ángel o del ángel malo, por la manera en que tocan la parte convertida de nuestro ser, en este lugar en el que permanecemos en un esfuerzo de tensión hacia Dios, en un dinamismo de acogida a la gracia. Allí escucharemos al Señor y también veremos los esfuerzos del maligno para alejarnos de Dios.

Los signos que nos revelan la presencia del buen ángel o del ángel malo, son muy distintos, cuando somos tocados en una zona de nuestro ser inconversa, este lugar en el que no hemos recibido la plenitud de Dios. No escuchamos, estamos en las tinieblas de nuestra ciega conveniencia (que es una ilusión) y nuestra mentira, en una situación de muerte y aislamiento. El buen ángel viene para estimularnos y hacernos regresar a la vida, en tanto que el enemigo, entretiene simplemente esta situación en la que predomina.

Hay, por tanto, dos partes bien distintas en nuestro ser: el adulto que se ha convertido, largamente evangelizado porque ora, recibe los sacramentos y lee la Palabra de Dios, la cual pone en práctica. Es el grano de trigo que simboliza esta parte del ser que tiende hacia Dios: allí escuchamos al Señor y vivimos de la gracia. La otra parte esta sin convertir. Es el niño interior que está condicionado por todo un pasado doloroso y alienante. Tiene necesidad de ser evangelizado por el adulto, a condición que el último, lo cuide, lo escuche y aprenda a conocerlo bajo la mirada de Dios. La cizaña simboliza esta parte de nuestro ser alejada de Dios, que se ha cortado de la filiación: no escucha la voz del Padre y se opone a la gracia. Es por esto que Cristo ha venido: No he venido para juzgar al mundo, sino para salvarlo. Si ustedes no vuelven a ser como niños no entrarán en el reino de los cielos.

Dispondremos sobre un cuadro estas dos situaciones: lo que le pertenece a Dios y lo que esta inconverso. Para cada una de estas dos “partes”, especificaremos los signos característicos de la acción del buen ángel y las del ángel malo. En la medida en que aprendamos a discernir lo que nos ocurre, podremos reconocer mejor, las partes de nuestro ser que están orientadas hacia Dios y estas otras que exigen una conversión personal.

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MensajePublicado: Jue Ago 14, 2008 1:03 am    Asunto:
Tema: SEMINARIO DEL DISCERNIMIENTO
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LA INCONVERSIÓN

En esta primera parte, veremos cómo el demonio nos tienta en los espacios inconversos de nuestro ser.

LAS PASIONES

Estas regiones del ser son aprisionadas con las pasiones. Según los Padres, hay dos pasiones madres: la codicia y el orgullo.
La codicia es el deseo de gozar inmediatamente, para mí solo. Esta incluye la noción de inmediatez y de egocentrismo. Es una desviación fundamental del deseo, porque Dios nos ha creado para exultar y gozar en Él, en una comunión perfecta, ordenando toda la creación al amor Divino.
El orgullo es la voluntad deliberada de ser uno mismo la fuente de su existencia, es dar por uno mismo lo que no se tiene y lo que aun no se ha recibido. Nos coloca en el lugar de Dios, quien es el único que puede dar sin antes haber recibido. Hace nacer en nosotros el deseo de dominar y la voluntad de poder sobre los demás y también sobre Dios.

De estas dos pasiones madres, proceden todas las demás pasiones, es decir todos los demás pensamientos pecadores: la tristeza, la pereza, el desánimo, la impureza, la gula, la vanidad, el odio, el rencor…
Cuando el demonio toca nuestras inconversiones y nuestras pasiones, nos conduce simplemente en el sentido de una pendiente, y resbalamos para entrar en las tinieblas porque no estamos en tensión hacia Dios.

Placer y Mentira

Reconocemos al tentador porque nos introduce en un placer, por una seducción agradable; Eva dice que el fruto era apetitoso a la vista y seductor, agradable al verlo. En la acción del demonio, hay siempre la existencia del placer sensible: pasa por los sentidos, es decir por los ojos( lo que puedo ver en el mundo, las imágenes, la publicidad, la televisión, el cine…) todo lo que viene a posarse en mi mirada, pero también en mis oídos, lo que escucho. Estos son los dos sentidos más expuestos a la tentación. También hay que añadir el tacto y el gusto y el olfato.

Este placer es sensible, pero es pasajero y efímero, limitado. Nace de un deseo de tener: puede ser una posesión material, deseo de comprar a cualquier precio algo, aun si no es necesario . Es lo que busca la sociedad de consumo. Pero puede tratarse de un deseo de tener orientado a lo afectivo, que busca captar el amor del otro. Puede ser un haber sexual con todas las desviaciones que supone. También puede ser un deseo de tener de orden espiritual con la búsqueda de la oración y de consolaciones por ellas mismas. El demonio puede servirse de esta última trampa para tentarnos.

Puede ser también un poder por la vía del orgullo, todo lo que corresponde al honor, al poder. Cuando nos alaban: “usted es una persona maravillosa”, sentimos en el corazón un fino deleite que es un placer y un movimiento carnal. Esto no tiene nada que ver con el gozo espiritual. Es un pequeño movimiento de vanidad. Cuando nos honran, sentimos alegría, pero esta alegría está siempre impregnada de vanidad. Esto me muestra que en mi corazón hay una pasión. El demonio se sirve de la alabanza de los demás para tentarnos. Pero él puede también enviarnos alabanzas directamente mediante los pensamientos, puede decirnos: “eres inteligente, eres mejor que los demás, tu no eres como ese, eres diferente a todos…”. Cuando entramos a estos pensamientos, experimentamos el fino goce de la vanidad. Es un movimiento carnal que sería dramático si lo confundimos con el accionar del Espíritu Santo. Es un obstáculo para la vida espiritual.

La tentación del deseo de tener, corresponde a la primera tentación del demonio en el desierto, cuando propone a Jesús cambiar la piedra en pan.
Seguidamente le propone ser rey de todos los reinos sobre la tierra: le propone un poder y le quiere honrar. Es la segunda tentación.
La tercera tentación es la del orgullo espiritual, que consiste en tentar a Dios, ponerse por encima de Dios. Esta tentación la vivimos en la vida espiritual, en particular aparece en la nueva era, en el esoterismo. Es el deseo de divinizarse uno mismo, sin Dios; el deseo de salvarse por sus medios, mediante técnicas del desarrollo del potencial humano. Lo encontraremos en las personas que piden la sanación como algo que se les debe.

Cada vez que somos tentados por un deseo de tener, un poder, o por el deseo de ser más grandes que Dios, ponernos en el lugar de Dios, sentimos siempre un placer efímero. No experimentamos turbación porque el demonio toca este espacio de mi ser que está inconverso. El maligno continúa llevándome en la corriente interior que me aleja de Dios. Por eso no me percato de la tentación: estoy en el placer y aun a veces estoy persuadido que se trata de un gozo verdadero. Estoy completamente en la ilusión. Bebo de la sugestión del demonio como se puede beber de un biberón, sin darme cuenta de la gran torpeza que cometo.

En toda tentación hay una mentira. Pero aquí se trata de connivencia (complicidad). Aquí digo “sí”, sí, voy a trabajar a tu viña, pero no voy. Es aquí dónde digo: "Señor, Señor", pero no hago la voluntad de Dios. Es el lugar de mi inconversión, de mi ceguera. Estoy atrapado y ni siquiera lo se.
Tenemos un medio muy simple de denunciar la connivencia: cada vez que estoy con cólera, es signo que el buen ángel viene a tocarme, a veces por los acontecimientos. El discernimiento del rechazo de convertirme es la aparición de la tristeza. Por eso, la cólera nos sirve para discernir la connivencia: “cuidado, no toques esto, yo no quiero…”. Aquí no se trata de la santa cólera sino más bien de la ira y de la irritación. En la connivencia, hay una mentira porque siempre buscaré el justificarme. Es otro medio para reconocer la connivencia.

Por ejemplo, una persona que hace una contabilidad, crea una manera de sacar un beneficio personal. Cuando le dicen algo, esta responde que todo el mundo hace lo mismo. Desde que aparece esta auto justificación podemos estar seguros que hay una connivencia y una mentira.

Otra persona va al supermercado y mete en su bolso uno o dos pequeños objetos. Si en casa le dicen algo, dirá: “No es grave, ellos nos han aumentado el 10% en los precios porque saben que hay robos”. Aquí también la justificación es signo de la connivencia.

Una persona tiene tendencia a la homosexualidad. Un día se dice: “tomaré mi automovil y me iré a pasear un poco”. Enciende el automóvil y conduce, acercándose a las zonas de la ciudad “peligrosas”. Deja su auto y se acerca a una librería a pocos pasos de los centros gay. Pero ya en la librería se dice: “voy a dar una vuelta a pie”, y ya caminando se cruza con alguien y es demasiado tarde…

La persona ingresa voluntariamente en una situación de riesgo que desencadena un proceso compulsivo que le hace caer. En la connivencia me creo motivos o buenas razones para hacer algo, deseo hacerlo y termino haciéndolo por el placer; luego me justifico diciendo que lo que he hecho es bueno para mí.

De esta manera podemos reconocer la acción del demonio. Hay otro signo que es muy revelador: la experiencia de la amargura, de la insatisfacción profunda, de la culpabilidad y el sentimiento del malestar interior. ¿Por qué? Porque el buen ángel también está aquí, y en la parte inconversa de mi ser, me estimula y me hace sentir la contradicción. Me muestra que no está de acuerdo. Se apoya sobre lo que en mí es la conciencia moral y la ley natural.

San Ignacio de Loyola nos dice que nuestro buen ángel nos aguijonea pero sin causarnos daño. Viene a tocar en nosotros la conciencia de culpabilidad. En nosotros aparecerán juicios de valor: “Esto no está bien, no debo hacerlo…” Experimentaremos un sentimiento de molestia y percibiremos una cierta angustia e inquietud que no está relacionada con el remordimiento: son más bien las primicias de la gracia del arrepentimiento. Esta gracia no es dada aún porque no he manifestado mi disposición de recibirla, pero lo que precede al arrepentimiento es esta angustia, una cierta inquietud y una molestia. Es la acción del ángel bueno en cada uno de nosotros.

Todo esto es importante. Podremos reconocer en nuestra vida los lugares de nuestra inconversión por la manera como el Espíritu Santo se manifiesta en estas zonas en las que el demonio nos tienta.


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