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El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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clauabru
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MensajePublicado: Vie Jul 25, 2008 4:20 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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27a. Rosa

El Rosario
: Sus beneficios



[81] Para animarte aún más a abrazar esta devoción de las grandes almas, añado que el Rosario, recitado con la meditación de los misterios:

1) nos eleva insensiblemente al perfecto conocimiento de Jesucristo;

2) nos purifica del pecado;

3) nos da la victoria sobre nuestros enemigos;

4) nos facilita la práctica de las virtudes;

5) nos inflama en el amor a Jesucristo;

6) nos enriquece con gracias y méritos;

7) nos proporciona los medios para cancelar a Dios y a los hombres todas nuestras deudas;

8) y finalmente, nos obtiene toda clase de gracias.

[82] El conocimiento de Jesucristo es la ciencia de los cristianos y de la salvación. Supera –dice San Pablo[87]– a todas las ciencias humanas en precio y excelencia:

1) gracias a la dignidad de su objeto, que es un Hombre-Dios, en cuya presencia todo el universo no es más que una gota de rocío o grano de arena:

2) por su utilidad, ya que las ciencias humanas sólo nos llenan de vanidad y humo de orgullo;

3) por su necesidad, pues no es posible salvarnos, si no conocemos a Jesucristo. El que ignore todas las ciencias se salvará, con tal que esté iluminado por la ciencia de Jesucristo.

¡Dichoso Rosario que nos da la ciencia y conocimiento de Jesucristo, al permitirnos meditar su vida, su muerte, pasión y gloria!

La reina de Saba, admirada ante la sabiduría de Salomón, exclamó: «¡Felices tus gentes! ¡Felices tus servidores, que están siempre junto a ti y escuchan tus santas palabras!»[88] Pero más dichosos son los fieles que meditan atentamente la vida, virtudes, sufrimientos y gloria del Salvador, porque, gracias a este medio, adquieren la ciencia perfecta en la que consiste la vida eterna[89].

[83] La Santísima Virgen reveló al Beato Alano que tan pronto como Santo Domingo empezó a predicar el Rosario, los pecadores empedernidos se convirtieron y lloraron amargamente sus crímenes. Hasta los niños hicieron penitencias increíbles. Dondequiera que predicaba el Rosario, fue tal el fervor, que los pecadores cambiaron de vida y edificaron al mundo con sus penitencias y enmienda de vida.

Si sientes la conciencia cargada de pecados, toma el rosario y medita una parte del mismo en honor de algunos misterios de la vida, pasión y gloria de Jesucristo. Y convéncete de que, mientras meditas y honras estos misterios, Él en el cielo mostrará al Padre sus llagas sacrosantas, intercederá por ti y te alcanzará la contrición y el perdón de tus pecados.

El Señor dijo cierto día al Beato Alano: «¡Si esos miserables pecadores rezaran frecuentemente mi Rosario, participarían de los misterios de mi pasión, y yo, como abogado suyo, aplacaría la justicia divina!»

[84] Nuestra vida es de guerra y tentación continuas[90]. Tenemos que luchar no contra enemigos de carne y sangre, sino contra las mismas potestades infernales[91]. ¿Qué mejores armas podemos empuñar para combatirlos, que la oración dominical enseñada por nuestro propio capitán, y la salutación angélica, que ahuyentó a los demonios, destruyó el pecado y renovó el mundo? ¿Las habrán mejores que la meditación de la vida y pasión de Jesucristo, pensamientos que debemos tener habitualmente presentes –como lo ordena San Pedro[92]– para defendernos de los mismos enemigos que Él ha vencido y que nos atacan todos los días?

«Desde que el demonio –dice el Cardenal Hugo– fue vencido por la humanidad y pasión de Jesucristo, apenas si se atreve a atacar a una persona que medita estos misterios o, si la ataca, es vencido por ella ignominiosamente». «Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado»[93].

[85] ¡Empuña el arma de Dios, que es el Santo Rosario! ¡Con ella destrozarás la cabeza del demonio y podrás resistir todas las tentaciones. De aquí proviene que aún el rosario material sea tan terrible al diablo, y que los santos se han servido de él para encadenarlo y arrojarlo del cuerpo de los posesos, como atestiguan tantas historias.

[86] Cierto hombre –refiere el Beato Alano– había ensayado inútilmente toda suerte de devociones para librarse del espíritu maligno, que había tomado posesión de él. Resolvió ponerse al cuello el rosario. Y con esto se alivió. Pero cuando se lo quitaba, el demonio volvía a atormentarlo cruelmente. Decidió, entonces, llevarlo al cuello noche y día. Así logró arrojar para siempre al demonio, que no podía soportar tan terrible cadena. El Beato Alano atestigua que libró a muchos posesos, poniéndoles al cuello el rosario[94].

[87] El R.P. Juan Amat, de la Orden de Santo Domingo, predicaba la cuaresma en una comarca del reino de Aragón. Le presentaron cierto día una muchacha posesa. Intentó él varias veces exorcizarla, pero inútilmente. Al ponerle al cuello el rosario, ella empezó a gritar y aullar espantosamente, diciendo: «¡Quítenme! ¡Quítenme esos granos que me atormentan!» El sacerdote por compasión con la pobre joven, le quitó del cuello el rosario.

La noche siguiente, mientras el Padre descansaba en su lecho, los mismos demonios que poseían a la muchacha se arrojaron rabiosamente contra él para apoderarse de su persona, pero, con el rosario que tenía en la mano, no obstante los esfuerzos que hicieron para quitárselo, azotó y echó fuera a los demonios, diciendo: «¡Santa María, Virgen del Rosario, socórreme!»

Cuando, a la mañana siguiente, se dirigía el Sacerdote a la iglesia, encontró a la joven aún posesa. Uno de los demonios empezó a gritar burlándose de él: «Hermano, si no hubieras tenido tu rosario, ya hubiéramos acabado contigo!» Entonces el Padre arrojó de nuevo el rosario al cuello de la joven, diciendo: «Por los nombres sacratísimos de Jesús y María, su Madre Santísima, y por la virtud del Santísimo Rosario, ¡les conjuro, espíritus malignos, a que salgan inmediatamente de este cuerpo!» Los diablos tuvieron que obedecer y la joven quedó libre.

Estos hechos ponen de relieve cuál es la fuerza del Santo Rosario para vencer toda clase de tentaciones diabólicas y toda suerte de pecados, porque las cuentas benditas del rosario los ponen en fuga.



[87] Filp 3,8.

[88] 1 Re 10,8.

[89] Jn 17,3.

[90] Job 7,1.

[91] Ef 6,12.

[92] 1 Pe 4,1.

[93] Ef 6,11.

[94] Cuando en agosto de 1713, San Luis M. de Montfort va por última vez a París a buscar Misioneros, habla con entusiasmo a los 70 futuros sacerdotes del Seminario del Espíritu Santo (fundado por su compañero de estudios que había sido Claudio Poullard des Places, fallecido 4 años antes, a la edad de 30 años). Les dice: «No hay pecador que me resista cuando lo he cogido del cuello con mi rosario». Ver también SAR 77 y 87.

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MensajePublicado: Lun Jul 28, 2008 4:35 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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28a. Rosa

Saludables efectos que producen el meditar la Pasión




[88] Afirma San Agustín[95] que no hay ejercicio tan fructuoso y útil para la salvación, como pensar con frecuencia en los sufrimientos del Señor.

San Alberto Magno, maestro de Santo Tomás, supo por revelación que el simple recuerdo o la meditación de la pasión de Jesucristo es más meritorio para el cristiano que ayunar durante todo un año a pan y agua todos los viernes o disciplinarse sangrientamente cada semana o rezar el Salterio todos los días. ¿Cuál no será, entonces, el mérito del Rosario, que conmemora toda la vida y pasión del Señor?

La Santísima Virgen reveló un día al Beato Alano de la Rupe, que después del santo sacrificio de la Misa, primera y más viva memoria de la pasión de Jesucristo, no hay oración más excelente ni meritoria, que el Rosario, segunda memoria y representación de la vida y pasión del Señor.

[89] El R.P. Dorland refiere[96] que la misma Santísima Virgen dijo cierto día al Venerable Domingo, cartujo, devoto del Santo Rosario, residente en Tréveris, en el año 1431: «Cuantas veces rezan los fieles el Rosario, en estado de gracia, meditando los misterios de la vida y pasión de Jesucristo, obtienen plena y completa remisión de sus pecados».

La Santísima Virgen dijo también al Beato Alano: «Ten por cierto que, aunque ya son muchas las indulgencias concedidas a mi Rosario, yo añadiré muchas más por cada tercera parte de él a quienes lo recen en estado de gracia, de rodillas y devotamente. Y a quienes perseveren en su devoción, en tales condiciones y meditaciones, les obtendré al final de su vida, como recompensa por este servicio, la remisión total de la pena y de la culpa por todos sus pecados».

«Y que esto no parezca imposible: es fácil para mí, pues soy la Madre del Rey del Cielo, que me llamó “llena de gracia”. Y como tal haré también amplia efusión de ella a mis queridos hijos».

[90] Santo Domingo estaba tan convencido de la eficacia y méritos del Santo Rosario, que no imponía casi nunca penitencia distinta del rezo del Rosario a quienes se confesaban con él, como vimos en la historia de la dama romana a quien impuso por penitencia un solo Rosario.

Los confesores deberían también, para seguir el ejemplo de este gran Santo, imponer a sus penitentes la recitación del Rosario con la meditación de los sagrados misterios, en lugar de otras penitencias de menor mérito y no tan agradables a Dios ni tan eficaces para adelantar en el camino de la virtud e impedir la caída en el pecado. Además, al rezar el Rosario, ganas muchas indulgencias que no están concedidas a otras devociones.

[91] «Ciertamente –dice el Abad Blosio– el Rosario, unido a la meditación de la vida y pasión del Señor, resulta agradabilísimo a Jesucristo y a la Santísima Virgen, y muy eficaz para obtener cuanto deseas. Podemos recitarlo por nosotros mismos, por quienes se han encomendado a nosotros y por la Iglesia».

«Recurramos, pues, a la devoción del Santo Rosario en todas nuestras necesidades, y obtendremos infaliblemente cuanto pidamos a Dios para nuestra salvación».



[95] PL 40,1273-1274.

[96] Chronica, 7.2.

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MensajePublicado: Mie Jul 30, 2008 3:08 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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29a. Rosa

El Rosario
: Instrumento de salvación



[92] Nada más divino –según San Dionisio–, nada más noble ni agradable a Dios que cooperar a la salvación de las almas y a derrumbar los planes que el demonio pone en juego para perderlas. Para ello descendió a la tierra el Hijo de Dios, que con la fundación de la Iglesia destruyó el dominio de Satanás. Pero el tirano rehizo sus fuerzas y esclavizó con cruel violencia a las gentes mediante la herejía de los albigenses, los odios, disensiones y vicios abominables que durante el siglo XI hizo reinar en el mundo.

¿Cuál sería el remedio para tan graves males? ¿Cómo derribar las fuerzas de Satanás? La Virgen Santísima, protectora de la Iglesia, ofreció la Cofradía del Rosario como el medio más eficaz para apaciguar la cólera de su Hijo, extirpar la herejía y reformar las costumbres de los cristianos. Los hechos lo comprobaron: se reavivó la caridad, se volvió a la frecuencia de los sacramentos como en los primeros siglos de oro de la Iglesia, y se reformaron las costumbres de los cristianos.

[93] El Papa León X dice en su Bula[97] que esta Cofradía fue fundada para honrar a Dios y la Santísima Virgen, y como un baluarte para contener las desgracias que iban a caer sobre la Iglesia. Gregorio XIII añade que el Rosario fue ofrecido por el Cielo como medio para aplacar la cólera divina e implorar la intercesión de la Santísima Virgen.

Julio III afirma que el rosario fue inspirado para abrirnos más fácilmente el Cielo, gracias a la intervención de la Santísima Virgen.

Pablo III y San Pío V[98] declaran que el Rosario fue establecido y dado a los creyentes para que pudieran obtener en forma más eficaz la paz y el consuelo espirituales.

¿Quién podrá, entonces, descuidar el inscribirse en una Cofradía instituida con tan nobles fines?

[94] El P. Domingo, cartujo, devotísimo del Rosario vio un día el Cielo abierto y toda la corte celestial ordenada admirablemente. Oyó cantar el Rosario con arrobadora melodía, honrando en cada decena un misterio de la vida, pasión o gloria de Jesucristo y de la Santísima Virgen. Y advirtió que cuando los bienaventurados pronunciaban el santo nombre de María, hacían inclinación de cabeza, y al nombre de Jesús, una genuflexión[99], y daban gracias a Dios por los grandes beneficios concedidos al Cielo y a la tierra mediante el Santo Rosario. Vio igualmente a la Santísima Virgen y a los Santos que presentaban a Dios los Rosarios que los cofrades recitaban en la tierra, y que rogaban por cuantos practicaban esta devoción. Vio también innumerables coronas de bellísimas y perfumadas flores preparadas para los que rezan devotamente el Rosario, y que cuantas veces lo rezan, hacen una corona con la que serán adornados en el Cielo.

La visión de este devoto cartujo armoniza con la visión del discípulo amado, cuando vio una multitud incontable de Ángeles y santos, que alababan y bendecían a Jesucristo por cuanto hizo y sufrió en el mundo para salvarnos[100]. Ahora, ¿no es esto lo que hacen los cofrades del Rosario?

[95] No te imagines que el Rosario sea solamente para las mujeres, los niños y los ignorantes. Es también para los hombres, para los más grandes hombres.

Tan pronto como Santo Domingo dio cuenta al Papa Inocencio III de la orden recibida del Cielo de establecer la Cofradía, el Santo Padre la aprobó, exhortó a Santo Domingo a predicarla y quiso formar parte de ella. Los mismos Cardenales la abrazaron con gran fervor, de suerte que López no dudó en escribir: «Ningún sexo, edad ni condición social pudo sustraerse a la oración del Rosario»[101].

Efectivamente, en la Cofradía se han inscrito toda clase de personas: duques, príncipes, reyes, prelados, cardenales y Soberanos Pontífices. Larga sería su enumeración en este resumen.

Y si tú, lector amado, entras en la Cofradía, tendrás parte en su devoción y sus gracias sobre la tierra, y en su gloria en el Cielo: asociado con ellos en la devoción, lo estarás también en la dignidad.



[97] Del 4 de Octubre de 1520.

[98] El 17 de septiembre de 1569.

[99] Filp 2,10.

[100] Ap 5,9-11.

[101] Joannes López, De Beatae Virginis Rosario. Este Juan López, Obispo de Monópoli (Italia), de 1613 a 1622 publicó en Valladolid una historia de Santo Domingo
.




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MensajePublicado: Vie Ago 01, 2008 2:40 am    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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30a. Rosa

El Rosario
: Sus indulgencias[102]


[96] Si los privilegios, gracias e indulgencias hacen recomendable una Cofradía, es preciso afirmar que la del Rosario es la más recomendable que tiene la Iglesia. En efecto, es la más favorecida y enriquecida con indulgencias. Desde su fundación, apenas si ha habido un Papa que no haya abierto los tesoros de la Iglesia para enriquecerla. Pero, como el ejemplo persuade más que las palabras y los beneficios, los Papas no han podido manifestar mejor la estima que tenían de la Cofradía que inscribiéndose en ella. Aquí tiene su resumen de las indulgencias concedidas por los Soberanos Pontífices.

[97] Indulgencia plenaria, si se reza en una iglesia u oratorio público, o en familia, o en Comunidad Religiosa, o en asociación piadosa; en los demás casos, indulgencia parcial.

«Es el rosario cierta forma de oración, que consta de quince decenas de Avemarías, separadas por un Padrenuestro, y en cada decena se meditan otros tantos misterios de nuestra redención» (Liturgia de las Horas).

«Sin embargo, acostúmbrase llamar “Rosario” aun la tercera parte del mismo»[103].

«En cuanto a la indulgencia plenaria, se establece[104].

1) Basta el rezo de la tercera parte. Pero las cinco decenas deben rezarse seguidas.

2) A la oración vocal se ha de añadir la piadosa meditación de los misterios.

3) En el rezo público, deben enunciarse los misterios según la costumbre aprobada del lugar; en el rezo privado basta que el fiel, a la oración vocal una meditación de los misterios»[105].





[102] Para no crear confusión en el lector, dejamos de lado la segunda parte del número 96 y todo el número 97 del texto original. En su lugar ponemos en SAR 97 el texto oficial que Pablo VI aprobó el 14-6-1968.

[103] Pero muchos evitan la confusión llamando “Corona” a la tercera parte del Rosario.

[104] El que reza el Rosario logra por lo menos la indulgencia parcial (SAR 151), cuando faltara cualquiera de los requisitos para conseguir la plenaria.

[105] Todas las indulgencias plenarias y parciales de las que se habla en este libro, actualmente se logran sin que uno se inscriba en ninguna Cofradía, sin que use las cuentas de ningún rosario (por ejemplo uno puede contar las 10 Avemarías de cada decena con los 10 dedos de las manos), y sin que uno rece el Rosario de rodillas (aunque San Luis M. de Montfort en SAR 129 lo aconseje).

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MensajePublicado: Sab Ago 02, 2008 4:37 pm    Asunto:
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CUARTA DECENA



EXCELENCIA DEL SANTO ROSARIO,

MANIFESTADA POR LAS MARAVILLAS

QUE DIOS HA REALIZADO EN FAVOR SUYO






31a. Rosa

Blanca de Castilla y Alfonso VIII




[98] Fue Santo Domingo a visitar a Blanca, reina de Francia, que después de doce años de casada no tenía hijos y estaba afligida sobremanera por ello. Le aconsejó el Santo que rezara el Rosario todos los días para alcanzar del Cielo la gracia de tener descendencia. Ella lo hizo y su petición fue escuchada en el año 1213, en que nació su primogénito a quien llamó Felipe.

Pero, antes de que el niño abandonara la cuna, la muerte lo arrebató. La piadosa reina acudió más que nunca a la Santísima Virgen. Hizo distribuir gran cantidad de rosarios en la corte y en varias ciudades del reino para que Dios le concediera una bendición completa. Lo que sucedió, ya que en el año 1215 vino al mundo San Luis, gloria de Francia y modelo de reyes cristianos.

[99] Alfonso VIII, rey de León y de Castilla, fue castigado por Dios de diferentes maneras a causa de sus pecados, viéndose obligado a retirarse a una ciudad de uno de sus aliados. El día de Navidad predicó allí Santo Domingo, según su costumbre, sobre el Santo Rosario y las gracias que se obtienen de Dios por esta devoción. Dijo entre otras cosas que cuantos lo rezan alcanzan de Dios el triunfo sobre sus enemigos y recobran todo lo perdido. Impactado por estas palabras, hizo el rey llamar a Santo Domingo y le preguntó si era verdad cuanto había dicho acerca del Santo Rosario. Le respondió el Santo que no debía abrigar duda alguna, y le prometió que, si quería practicar esta devoción e inscribirse en la Cofradía, experimentaría sus saludables efectos.

Decidió el rey recitar todos los días el Rosario. Práctica en la que perseveró durante un año. Terminado el cual, el mismo día de Navidad, después de recitar él su Rosario, se le apareció la Virgen Santísima y le dijo: «Alfonso, hace un año que me honras recitando devotamente mi Rosario. ¡Quiero recompensarte! He alcanzado de mi Hijo el perdón de tus pecados. Aquí tienes este rosario ¡Te lo regalo! ¡Llévalo siempre contigo y ninguno de tus enemigos podrá hacerte daño!» Y desapareció. El rey quedó muy consolado. Regresó a su casa, llevando en sus manos el rosario. Encontró a la reina y le contó, lleno de gozo, el favor que acababa de recibir de la Santísima Virgen. Le tocó los ojos con el rosario, y la reina recobró la vista que había perdido.

Algún tiempo después, reunió el rey algunas tropas, y con la ayuda de sus aliados atacó resueltamente a sus enemigos. Los obligó a devolverle sus tierras y reparar los daños inferidos. Los arrojó totalmente de sus dominios y fue tan afortunado en la guerra, que de todas partes venían soldados a combatir bajo sus banderas, porque las victorias parecían acompañar por todas partes sus batallas. No hay por qué maravillarse de ello, pues no entraba nunca en batalla sin haber rezado antes su Rosario de rodillas. Había hecho inscribir en la Cofradía del Santo Rosario a toda su corte, y exhortaba a sus oficiales y familiares a ser devotos del mismo. La reina se comprometió también a ello. Y los dos perseveraron en el servicio de la Santísima Virgen, viviendo piadosamente.


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MensajePublicado: Mie Ago 06, 2008 4:13 pm    Asunto:
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32a. Rosa

El Señor Pérez
[106]



[100] Tenía Santo Domingo un primo llamado el Señor Pérez o Don Pedro, que llevaba una vida muy disoluta. Oyó éste que el Santo predicaba las maravillas del Rosario, y que muchos se convertían y cambiaban de vida por este medio y se dijo: «Había perdido la esperanza de salvarme. Pero empiezo a recobrar la confianza. ¡Es preciso que acuda a escuchar a este hombre de Dios!» Asistió, pues, un día al sermón del Santo. Quien al verlo, redobló su ardor en atacar los vicios, y rogó a Dios fervorosamente que abriese los ojos de su primo y le hiciera conocer el estado miserable de su alma.

El Señor Pérez se asustó, desde luego, pero no se decidió a convertirse. Volvió, sin embargo, a la predicación del Santo. Cuando éste lo vio, comprendiendo que este corazón endurecido no se convertiría sino ante un golpe extraordinario, gritó en alta voz: «Señor Jesucristo, ¡haz ver a todo este auditorio el estado en que se halla la persona que acaba de entrar en tu templo!»

Toda la concurrencia vio entonces a Don Pedro rodeado de una multitud de demonios en figura de bestias espantosas, que lo tenían atado con cadenas de hierro. Llenos de espanto, huyeron todos desordenadamente, con inmensa confusión de Don Pedro, aterrado y avergonzado al verse convertido en objeto de horror para todo el mundo. Santo Domingo hizo que se detuvieran y dijo a Don Pedro: «Reconoce, infeliz, el deplorable estado en que te encuentras y arrójate a los pies de la Santísima Virgen! ¡Toma este rosario! ¡Rézalo con devoción y arrepentimiento de tus pecados, y resuélvete a cambiar de vida!»

Don Pedro se puso de rodillas, rezó el Rosario y se sintió impulsado a confesarse. Lo que hizo con gran contrición. El Santo le ordenó rezar todos los días el Rosario. Prometió él hacerlo y se inscribió en la Cofradía. Su rostro, que había asustado a todos, parecía tan brillante como el de un Ángel, cuando salió de la iglesia. Perseveró en la devoción del Rosario, llevó una vida ordenada y murió dichosamente[107].


[106] Alano de la Rupe, De Dignitate Psalterii, c. 53.

[107] Ros. Myst. 7a. ed., cap. 1.

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MensajePublicado: Vie Ago 08, 2008 10:30 pm    Asunto:
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33a. Rosa

Un albigense poseso
[108]



[101] Mientras Santo Domingo predicaba cerca de Carcasona, le presentaron un albigense poseído del demonio. Lo exorcizó el Santo en presencia de una gran muchedumbre. Se cree que estaban presentes más de doce mil hombres. Los demonios que poseían a este infeliz fueron obligados a responder, a pesar suyo, a las preguntas del Santo y confesaron:

1) que eran quince mil los que poseían el cuerpo de aquel miserable, porque había combatido los quince misterios del Rosario;

2) que con el Rosario que Santo Domingo predicaba causaba terror y espanto a todo el infierno, y que era el hombre más odiado por ellos a causa de las almas que les arrebataba con la devoción del Rosario;

3) revelaron, además, muchos otros particulares.

Santo Domingo arrojó su rosario al cuello del poseso y les preguntó que de todos los santos del Cielo a quién temían más, y a quién debían amar y honrar más los mortales.

A esta pregunta, los demonios prorrumpieron en alaridos tan espantosos, que la mayor parte de los oyentes cayó en tierra, sobrecogidos de espanto. Los espíritus malignos, para no responder, comenzaron a llorar y lamentarse en forma tan lastimera y conmovedora, que muchos de los presentes empezaron también a llorar movidos por natural compasión. Y decían con voz dolorida por boca del poseso: «¡Domingo! ¡Domingo! ¡Ten piedad de nosotros! ¡Te prometemos no hacerte daño! ¡Tú que tienes tanta santa compasión de los pecadores y miserables, ten piedad de nosotros! ¡Mira cuánto padecemos! ¿Por qué te complaces en aumentar nuestras penas? ¡Conténtate con las que ya padecemos! ¡Misericordia! ¡Misericordia! ¡Misericordia!».

[102] El Santo, sin inmutarse ante las dolientes palabras de los espíritus, les respondió que no dejaría de atormentarlos hasta que hubieran respondido a sus preguntas. Le dijeron los demonios, que responderían, pero en secreto y al oído, no ante todo el mundo. Insistió el Santo y les ordenó que hablaran en voz alta. Pero su insistencia fue inútil: los diablos no quisieron decir palabra. Entonces el Santo se puso de rodillas y elevó a la Santísima Virgen esta plegaria: «¡Oh poderosísima Virgen María! ¡Por virtud de tu Salterio y Rosario, ordena a estos enemigos del género humano que respondan a mi pregunta!» Hecha esta oración, salió una llama ardiente de las orejas, nariz y boca del poseso. Los presentes temblaban de espanto, pero ninguno sufrió daño. Los diablos gritaron entonces: «Domingo, te rogamos por la pasión de Jesucristo y los méritos de su Santísima Madre y de todos los santos, que nos permitas salir de este cuerpo sin decir palabra. Los Ángeles, cuando tú lo quieras, te lo revelarán. ¿Por qué darnos crédito? No nos atormentes más. ¡Ten piedad de nosotros!»

«¡Infelices, son indignos de ser oídos!» –respondió Santo Domingo–. Y arrodillándose elevó esta plegaria a la Santísima Virgen: «Madre dignísima de la Sabiduría, te ruego en favor del pueblo aquí presente, instruido ya sobre la forma de recitar bien la salutación angélica. ¡Obliga a estos enemigos tuyos a confesar la plena y auténtica verdad al respecto!».

Había apenas terminado esta oración, cuando vio a su lado a la Santísima Virgen, rodeada de multitud de Ángeles, que con una varilla de oro en la mano, golpeaba al poseso y le decía: «¡Responde a Domingo, mi servidor!» Nótese que nadie veía ni oía a la Santísima Virgen, fuera de Santo Domingo.

[103] Entonces los demonios comenzaron a gritar: «¡Oh enemiga nuestra! ¡Oh ruina y confusión nuestra! ¿Por qué viniste del Cielo a atormentarnos en forma tan cruel? ¿Será preciso que por Ti, oh Abogada de los pecadores a quienes sacas del infierno, oh Camino seguro del Cielo, seamos obligados, a pesar nuestro, a confesar delante de todos lo que es causa de nuestra confusión y ruina? ¡Ay de nosotros! ¡Maldición a nuestros príncipes de las tinieblas!»

«¡Oigan, pues, cristianos! Esta Madre de Cristo es omnipotente, y puede impedir que sus siervos caigan en el infierno. Ella, como un sol, disipa las tinieblas de nuestras astutas maquinaciones. Descubre nuestras tentaciones. Nos vemos obligados a confesar que ninguno que persevere en su servicio se condena con nosotros.

Un solo suspiro que Ella presente a la Santísima Trinidad vale más que todas las oraciones, votos y deseos de todos los santos. Le tememos más que a todos los bienaventurados juntos, y nada podemos contra sus fieles servidores».

[104] «Tengan también en cuenta que muchos cristianos que la invocan al morir, y que deberían condenarse según las leyes ordinarias, se salvan, gracias a su intercesión.

¡Ah! Si esta Mariucha –así la llamaban en su furia– no se hubiera opuesto a nuestros designios y esfuerzos, ¡hace tiempo habríamos derribado y destruido a la Iglesia, y precipitado en el error y la infidelidad a todas sus jerarquías! Tenemos que añadir, con mayor claridad y precisión, obligados por la violencia que nos hacen, que nadie que persevere en el rezo del Rosario, se condenará. Porque Ella obtiene para sus fieles devotos la verdadera contrición de los pecados, para que los confiesen y alcancen el perdón e indulgencia de ellos».

Entonces Santo Domingo hizo rezar el Rosario a todos los asistentes, muy lenta y devotamente. Y a cada Avemaría que recitaban –¡cosa sorprendente!–, salían del cuerpo del poseso gran multitud de demonios, en forma de carbones encendidos. Cuando salieron todos los demonios, y el hereje quedó completamente liberado, la Santísima Virgen dio su bendición, aunque invisiblemente gran alegría. Este milagro fue causa de la conversión de muchos herejes, que llegaron a ingresar en la Cofradía del Santo Rosario[109].



[108] CN 193-194; VD 42; Boisseu, pág. 622.

[109] Los números 103-104 corresponden a un único número del manuscrito original, que en el Nº 103 está en latín, y en el Nº 104 está traducido al francés.

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MensajePublicado: Sab Ago 09, 2008 5:19 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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34a. Rosa

Simón de Montfort, Alano de Lanvallay, Otero
[110]



[105] ¿Quién podrá contar las victorias que Simón, conde de Montfort, logró sobre los albigenses, gracias a la protección de Ntra. Sra. del Rosario? Fueron tan famosas, que jamás se ha visto cosa parecida. Con 500 hombres derrotó, una vez, a un ejército de diez mil herejes. En otra ocasión, con treinta venció a tres mil. En otra, con ochocientos hombres de caballería y mil de infantería, despedazó al ejército del rey de Aragón, compuesto de cien mil hombres, perdiendo solamente un soldado de caballería y ocho de infantería.

[106] ¡De cuántos peligros libró la Santísima Virgen a Alano de Lanvallay, caballero bretón, que combatía en favor de la fe contra los albigenses! Mientras se hallaba cierto día rodeado de enemigos por todas partes, la Santísima Virgen lanzó contra ellos ciento cincuenta piedras, y lo libró de sus manos.

Otro día, en que su navío había naufragado, y estaba ya próximo a sumergirse, esta bondadosa Madre hizo emerger de las aguas ciento cincuenta colinas, por encima de la cuales llegó a Bretaña. Él, como memorial de los milagros que en su favor había hecho la Santísima Virgen en recompensa del Rosario que le rezaba cada día, hizo edificar un convento en Dinán para los Religiosos de la nueva Orden de Santo Domingo. Después se hizo Religioso y murió santamente en Orleans[111].

[107] Igualmente, Otero, soldado bretón de Vaucouleurs, hizo huir muchas veces compañías enteras de herejes y ladrones con su Rosario y espada al brazo. Sus enemigos, después de las derrotas sufridas, le aseguraron que habían visto su espada resplandeciente y, algunas veces, un escudo en su brazo en el cual estaban grabadas las imágenes de Jesucristo, la Santísima Virgen y los santos, que le hacían invencible y le daban fuerza en la batalla.

Cierta vez, con diez compañías, venció a veinte mil herejes, sin perder uno solo de sus soldados. Hecho que impresionó tanto al general del ejército enemigo, que fue en busca de Otero, abjuró de la herejía y declaró que lo había visto cubierto de armas de fuego durante el combate.



[110] Alano de la Rupe, De Dignitate Psalterii, 2,17.

[111] Alano de la Rupe, De Dignitate Psalterii, 4,41.

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MensajePublicado: Mar Ago 12, 2008 4:09 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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35a. Rosa

El Cardenal Pedro
[112]



[108] Refiere el Beato Alano que un cardenal de nombre Pedro, del título de Santa María del Tíber, instruido por Santo Domingo, íntimo amigo suyo, en la devoción del Santo Rosario, se interesó tanto por ella que se convirtió en su panegirista y la inculcaba a cuantos podía. Enviado como legado a Tierra Santa, entre los cristianos que combatían a los sarracenos, persuadió tan maravillosamente al ejército cristiano acerca de la eficacia del Rosario, que practicando todos esta devoción para implorar la ayuda del Cielo en un combate, con solo tres mil triunfaron sobre cinco mil.

Los demonios –ya lo hemos visto– temen infinitamente al Rosario. Dice San Bernardo que la salutación angélica los echa fuera y hace temblar a todo el infierno. El Beato Alano asegura haber visto a varias personas que se habían entregado al diablo en cuerpo y alma, y habían renunciado al Bautismo y a Jesucristo y que, tras abrazar la devoción del Santo Rosario, fueron liberadas de su esclavitud a Satanás.


[112] Alano de la Rupe, De Dignitate Psalterii, 4,40.

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MensajePublicado: Mie Ago 13, 2008 11:23 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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36a. Rosa

Una mujer de Amberes, liberada de las cadenas del demonio




[109] En el año 1578, una mujer de Amberes se entregó al demonio, firmándole el compromiso con su sangre. Algún tiempo después se arrepintió y, deseando reparar el mal que había hecho, buscó un confesor prudente y caritativo para encontrar el medio de liberarse del poder de Satanás.

Encontró un Sacerdote sabio y virtuoso, que le aconsejó buscar al P. Enrique, Religioso del convento de Santo Domingo y director de la Cofradía del Rosario, confesarse con él y pedirle la inscribiera en la Cofradía. Fue ella a buscarlo, pero, en lugar del Sacerdote, encontró al demonio bajo la forma de un Religioso, que la reprendió severamente y le dijo que no podía esperar de Dios ninguna gracia ni había medio de revocar lo que había firmado. Esto la afligió profundamente. Más, no por ello perdió totalmente la esperanza en la misericordia de Dios, y volvió a buscar al Sacerdote. Encontró nuevamente al diablo, que la rechazó como en la vez anterior. Pero, repitiendo por tercera vez el intento, permitió el Señor que encontrara al P. Enrique a quien buscaba, y que la recibió con caridad y la exhortó a confiar en la misericordia divina y hacer una buena confesión. La recibió en la Cofradía y le ordenó que rezara con frecuencia el Santo Rosario. Cierto día, durante la Misa que el P. Enrique celebraba a intenciones de la susodicha mujer, la Santísima Virgen obligó al diablo a devolver el compromiso firmado. Y así quedó ella liberada por la autoridad de María y la devoción del Santo Rosario.


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MensajePublicado: Jue Ago 14, 2008 4:17 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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37a. Rosa

El Rosario transforma a un monasterio
[113]



[110] Un noble caballero tenía muchos hijos. Había colocado a una de sus hijas en un monasterio totalmente relajado: las Religiosas sólo respiraban vanidad y frivolidad. El Confesor, hombre fervoroso y devoto del Santo Rosario, deseando dirigir a esta joven Religiosa por los senderos de la santidad, le ordenó rezar todos los días el Rosario en honor de la Santísima Virgen, meditando la vida, pasión y gloria de Jesucristo. Le agradó mucho a ella esta devoción, y poco a poco fue detestando la relajación de sus Hermanas. Empezó a gustar del silencio y la oración no obstante el desprecio y burlas de las Religiosas que interpretaban su fervor como santurronería.

En aquellos días, un santo Abad llegó de visita al monasterio y, mientras oraba, tuvo una extraña visión. Le parecía ver a una Religiosa que oraba en su celda ante una Señora de extraordinaria belleza, y a quien acompañaban numerosos Ángeles. Estos, con flechas encendidas, alejaban la multitud de demonios que intentaban entrar en la celda. Los espíritus malignos corrían, en forma de animales inmundos, a refugiarse en las celdas de las otras Religiosas, excitándolas al pecado, en el cual caían muchas de ellas.

Comprendió el Abad por esta visión, el mal espíritu de aquel monasterio y creyó morir de tristeza. Llamó a la joven Religiosa y la exhortó a perseverar. Reflexionando luego sobre la excelencia del Rosario, decidió reformar el monasterio con esta devoción. Adquirió para ello hermosos rosarios, los distribuyó entre las Religiosas, les aconsejó que recitaran el Rosario todos los días, y prometió que, si aceptan su consejo, no las obligaría a aceptar la reforma. Recibieron complacidas los rosarios y prometieron con aquella condición. Y, ¡cosa admirable!, poco a poco dejaron las vanidades, se dedicaron al silencio y al recogimiento, y en menos de un año pidieron ellas mismas la reforma.

El Rosario había obrado en sus corazones más de cuanto hubiera podido el Abad con sus exhortaciones y autoridad.



[113] Alano de la Rupe, De Dignitate Psalterii, 4,65.

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MensajePublicado: Sab Ago 16, 2008 4:23 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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38a. Rosa

Devoción de un Obispo español al Santo Rosario
[114]



[111] Una condesa española, instruida por Santo Domingo en la devoción del Rosario, lo rezaba a diario con maravilloso adelanto en la virtud. Nada deseaba tanto como vivir para la perfección. Pidió a un Obispo y célebre predicador, algunas prácticas de perfección. Le dijo él que antes era necesario le declarase el estado de su alma y sus ejercicios de piedad. Contestó ella que el principal de éstos era el Rosario, que rezaba todos los días, meditando los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos con gran provecho espiritual. El Obispo entusiasmado al oír explicar las maravillosas enseñanzas contenidas en los misterios, le dijo: «Hace veinte años que soy doctor en teología. He leído acerca de muchas excelentes prácticas de devoción. Pero no he conocido nada más fructífero ni conforme al cristianismo que ésta. Quiero imitarte. ¡Predicaré el Rosario!»

Lo hizo así, y con tal éxito que al poco tiempo contempló un favorable cambio de costumbres en toda su Diócesis: muchas conversiones, restituciones y reconciliaciones. Cesaron el libertinaje, el lujo y el juego, y en las familias reflorecieron la paz, la devoción y la caridad. Cambio tanto más admirable que este Obispo había trabajado esforzadamente para reformar su Diócesis pero con escasísimo fruto.

Para inculcar mejor la devoción del Santo Rosario, llevaba siempre uno muy bello consigo y lo mostraba a sus oyentes diciendo: «Sepan, hermanos, que el Rosario de la Santísima Virgen es tan excelente que yo con ser su Obispo, doctor en teología y en ambos derechos, me glorío de llevarlo siempre conmigo, como el distintivo más glorioso de mi episcopado y doctorado».



[114] Alano de la Rupe, De Dignitate Psalterii, 4,64.

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MensajePublicado: Lun Ago 18, 2008 10:42 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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39a. Rosa

Santificación de una parroquia mediante el Rosario
[115]



[112] El rector de una parroquia danesa contaba frecuentemente, para mayor gloria de Dios y con gran gozo de su alma, que había obtenido en su parroquia un resultado análogo al de este Obispo en su Diócesis.

«Había predicado –decía– todas las más atrayentes y provechosas materias, sin ningún resultado. Al no ver cambio alguno en mi parroquia, me resolví a predicar el Rosario, explicando su excelencia y práctica, y puedo asegurar que después de haber hecho gustar a mi pueblo esta devoción, noté un cambio patente en sólo seis meses. En verdad, esta divina oración tiene especial eficacia para mover los corazones e inspirarles el horror al pecado y el amor a la virtud».

La Santísima Virgen dijo un día al Beato Alano: «Dios escogió la salutación angélica para la Encarnación de su Palabra y la Redención del hombre. Del mismo modo, quienes desean reformar las costumbres de las gentes y regenerarlas en Jesucristo, deben honrarme y dirigirme el mismo saludo. Yo soy el Camino por el cual vino Dios a los hombres[116] y es preciso que, por mediación mía obtengan de Jesucristo la gracia y las virtudes».

[113] En cuanto a mí, que esto escribo, aprendí por experiencia personal la eficacia de esta oración para convertir los corazones más endurecidos. He encontrado personas a quienes no conmovía la predicación de las verdades más tremendas, realizada durante la Misión. Por consejo mío adquirieron la costumbre de rezar diariamente el Santo Rosario y así se convirtieron y consagraron totalmente a Dios.

He podido, además constatar una enorme diferencia de costumbres entre las poblaciones donde di Misiones: unas, por haber abandonado la práctica del Rosario, volvieron a caer en las malas costumbres; otras, gracias a haber perseverado en rezarlo, se mantuvieron en gracia de Dios y crecieron día a día en la virtud.



[115] Alano de la Rupe, Apología c.1

[116] Ver VD 1.

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MensajePublicado: Mie Ago 20, 2008 3:58 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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40a. Rosa

Efectos admirables del Rosario




[114] El Beato Alano de la Rupe, los Padres Juan Dumont y Thomas, las Crónicas del Santo Rosario, y otros autores, muchas veces testigos oculares, refieren numerosas conversiones excepcionales de pecadores, a quienes durante veinte, treinta o cuarenta años, pasados en el mayor desorden, nada había podido convertir. No obstante, gracias a la maravillosa plegaria que es el Rosario, alcanzaron la conversión. Por temor a extenderme más de lo justo, no las narraré. Tampoco referiré las que yo mismo he visto. Las omito por diversas razones.

Lector amado, si pones en práctica y predicas esta devoción, aprenderás por experiencia propia mejor que en libro alguno, y comprobarás felizmente el efecto maravilloso de las promesas hechas por la Santísima Virgen a Santo Domingo, al Beato Alano de la Rupe y a cuantos hagan florecer esta devoción que le es tan grata. Devoción que educa a los pueblos en las virtudes de su Hijo y en las suyas propias, los conduce a la oración mental, a la imitación de Jesucristo, a la frecuencia de los Sacramentos, a la sólida práctica de las virtudes y toda clase de buenas obras, y a ganar tan valiosas indulgencias que las gentes ignoran porque los predicadores de esta devoción no hablan de ellas casi nunca, contentándose con hacer sobre el Rosario un sermón a la moda, que muchas veces sólo causa admiración, pero no instruye.

[115] Para abreviar, me contento con decirte, con el Beato Alano, que el Rosario es un manantial y depósito de toda clase de bienes:

1o P Procura el perdón a los pecadores;

2o S Sacia a las almas sedientas;

3o A A los encadenados rompe las cadenas;

4o L La alegría devuelve a los que lloran;

5o T Tranquilidad ofrece a los tentados;

6o E El pobre es socorrido;

7o R Reforma los Institutos Religiosos;

8o I Inteligencia da a los ignorantes;

9o V Vencen la vanidad los que están vivos;

10o M Mediante sus sufragios son aliviados los muertos[117].

«Quiero –dijo un día la Santísima Virgen al Beato Alano– que los devotos de mi Rosario obtengan la gracia y bendición de mi Hijo durante su vida, en la hora de la muerte y después de ella. Quiero que se vean libres de todas las esclavitudes y sean reyes verdaderos, con la corona en la cabeza y el cetro en la mano y alcancen la vida eterna. Amén».



[117] J.A. Coppenstein, B.F. Alani Redivivi “Tractatus Mirabilis”, c.1, p.3.

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MensajePublicado: Vie Ago 22, 2008 10:38 pm    Asunto:
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QUINTA DECENA

CÓMO REZAR EL ROSARIO

41a. Rosa

Pureza del alma




[116] El fervor de nuestra plegaria y no precisamente su longitud agrada a Dios y le gana el corazón. Una sola Avemaría bien dicha es más meritoria que ciento cincuenta mal dichas. Casi todos los católicos rezan el Rosario o al menos una tercera parte del mismo o algunas decenas de Avemarías. ¿Por qué, entonces, hay tan pocas personas que se corrigen de sus pecados y adelantan de veras en la virtud? ¡Porque no rezan como se debe!

[117] Veamos, pues, cómo se debe rezar el Rosario para agradar a Dios y hacernos santos.

1o Quien reza el Rosario debe hallarse en estado de gracia o estar al menos resuelto a salir del pecado. Efectivamente, la teología nos enseña que las buenas obras y plegarias realizadas en pecado mortal, son obras muertas que no logran agradar a Dios ni merecer la vida eterna. En este sentido dice la Escritura: «No, corresponde a los pecadores alabar»[118].

Ni la alabanza, ni la salutación angélica, ni la misma oración de Jesucristo pueden agradar a Dios cuando salen de la boca de un pecador impenitente: «Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí»[119].

Esas personas que ingresan en mis Cofradías –dice Jesucristo–, que recitan todos los días el Rosario o parte de él, pero sin contrición alguna de sus pecados, me honran con los labios, aunque su corazón está lejos de mí.

2o He dicho: «O estar, al menos, resuelto a salir del pecado»:

1) porque, si fuera necesario estar en gracia de Dios para orar en forma que le agrade, la consecuencia sería que quienes están en pecado mortal no deberían orar, no obstante tener más necesidad de ello que los justos y, por el Rosario o parte del mismo, porque le sería inútil. Lo cual es un error condenado por la Iglesia;

2) porque, si te inscribes en alguna Cofradía de la Santísima Virgen, rezas el Rosario o parte de él u otra oración, con voluntad de permanecer en el pecado o sin intención de salir de él, pasarías a ser el número de los falsos devotos de la Santísima Virgen[120], y de los devotos presuntuosos e impenitentes que bajo el manto de María, el escapulario sobre el pecho y el Rosario en la mano, van gritando: «Santa y bondadosa Virgen, yo te saludo, ¡oh María!» Y entre tanto, crucifican y desgarran cruelmente a Jesucristo con sus pecados y, desde las más santas Cofradías de Nuestra Señora, caen lastimosamente en las llamas de infierno[121].

[118] Aconsejamos el Rosario a todo el mundo: a los justos, para que perseveren y crezcan en gracia de Dios; a los pecadores, para que salgan de sus pecados.

Pero no agrada ni puede agradar a Dios el que exhortemos a un pecador a hacer del manto protector de la Santísima Virgen, un manto de condenación para ocultar sus crímenes y cambiar el Rosario, que es remedio de todos los males, en veneno mortal y funesto. ¡La corrupción de lo mejor es la peor!

El sabio Cardenal Hugo afirma: «Es necesario ser Ángeles de pureza para acercarse a la Santísima Virgen y rezar la salutación angélica».

La Virgen María mostró un día hermosos frutos en una bandeja llena de inmundicias, a un impúdico que recitaba constantemente el Rosario todos los días. El se quedó horrorizado. La Virgen le explicó: «¡Tú me sirves así! ¡Me presentas bellísimas rosas en un vaso sucio y contaminado! ¡Juzga tú mismo, si me agradarán!»


[118] Eclo 15,9.

[119] Mc 7,6.

[120] VD 93-104.

[121] VD 98.

[122] Santo Tomás escribe (ST II, II, 33, 13, 3): «Estar en ella voluntariamente distraído, es pecado e impide el fruto de la oración».

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MensajePublicado: Lun Ago 25, 2008 1:12 am    Asunto:
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42a. Rosa

Recitación atenta




[119] Para rezar bien no basta expresar nuestra súplica con la más hermosa de las oraciones, que es el Rosario. Es preciso también hacerlo con gran atención. Porque Dios oye más la oración del corazón que la de los labios. Orar a Dios con distracciones voluntarias sería una irreverencia capaz de hacer infructuosos nuestros Rosarios y llenarnos de pecados[122]. ¿Cómo pretender que Dios nos escuche, cuando no nos oímos a nosotros mismos? ¿Sí, mientras suplicamos a tan augusta Majestad, nos distraemos voluntariamente corriendo tras una mariposa? Esto equivale a alejar de ti la bendición del Señor y arriesgarte a recibir más bien la maldición lanzada por Él contra quienes realizan la obra de Dios con negligencia: «Maldito el que ejecuta con flojera el trabajo que Yavé le ha encomendado»[123].

[120] Es verdad que no podrás rezar el Rosario sin padecer algunas distracciones involuntarias. Te será aún más difícil recitar un Avemaría sin que la imaginación, siempre inquieta, te robe parte de la atención. Pero, sí, te es posible rezar sin distracciones voluntarias. Para disminuirlas y fijar la atención, debes utilizar toda clase de medios.

Para ello: colócate en presencia de Dios, pensando en que Él y su Santísima Madre te están mirando, que tu Ángel de la guarda está a tu derecha recogiendo tus Avemarías bien dichas, como otras tantas rosas, para tejer con ellas una corona a Jesús y a María, y que, por el contrario, el demonio se halla a tu izquierda y merodea a tu alrededor para devorar tus Avemarías dichas sin atención, devoción, ni modestia, y anotarlas en su libro de muerte. Sobre todo, no omitas ofrecer cada decena en honor de los misterios. Represéntate en la imaginación al Señor y su Santísima Madre en el misterio que contemplas.

[121] Se lee en la vida del Beato Hermann, premonstratense, que, cuando rezaba el Rosario con devota atención y meditando los misterios, se le aparecía la Santísima Virgen, resplandeciente de luz, hermosura y majestad. Habiéndose enfriado más tarde su devoción, rezaba el Rosario de carrera y sin atención. Se le apareció la Virgen María con el semblante arrugado, triste y repulsivo. Hermann se sorprendió por semejante cambio. Ella le explicó entonces: «Me presento ante tus ojos, como me hallo en tu alma. Pues me tratas como a persona ruin y despreciable. ¿Qué fue de aquellos tiempos en que me saludabas con respeto y atención, y meditabas mis misterios y grandezas?»[124]



[122] Santo Tomás escribe (ST II, II, 33, 13, 3): «Estar en ella voluntariamente distraído, es pecado e impide el fruto de la oración».

[123] Jer 48,10.

[124] Chronica Virginis, año 1235. Este gran devoto de la Santísima Virgen murió en 1245.

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MensajePublicado: Mie Ago 27, 2008 3:10 pm    Asunto:
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43a. Rosa

Combatir enérgicamente las distracciones




[122] Así como no hay oración más meritoria para el alma ni más gloriosa para Jesús y María que el Rosario bien dicho, tampoco no hay nada más difícil que rezarlo bien y con perseverante atención. Esto, principalmente a causa de las distracciones que surgen casi naturalmente de la repetición continua de la misma plegaria.

Cuando rezas el Oficio de la Virgen, los Siete Salmos[125], u oraciones distintas del Rosario, el cambio o diversidad de términos frenan la imaginación y recrean el espíritu. Así es más fácil rezarlos bien. Pero en el Rosario, donde siempre encuentras los mismos Padrenuestros y Avemarías hilvanadas en la misma forma, es fácil que te canses, te adormiles y lo abandones para irte en pos de oraciones más deleitosas y menos molestas. De suerte que necesitas más devoción para perseverar en el rezo del Santo Rosario, que en el de cualquier otra plegaria, aunque sea el Salterio de David.

[123] La imaginación, siempre inquieta y que no se queda tranquila un solo instante, aumenta la dificultad. Otro tanto hará la malicia del demonio, incansable en su labor de distraernos[126] e impedirnos orar. ¿Qué no moverá contra nosotros el maligno al vernos aplicados a rezar el Rosario en contra suya? Antes de iniciar nuestra oración, acrecienta la apatía y negligencia naturales. Durante la oración, aumenta el hastío, las distracciones y el decaimiento. Y cuando hemos terminado de orar entre mil trabajos y distracciones, nos deprime de diversas maneras y se burla de nosotros diciéndonos: «No has hecho nada que valga la pena. Tu Rosario no vale nada. Pierdes tu tiempo recitando tantas oraciones vocales sin atención. Media hora de meditación o una buena lectura se aprovecharían mucho más. Mañana, cuando estés menos adormilado, podrás orar con mayor atención. ¡Deja, pues, para mañana el resto de tu Rosario!» En esta forma el diablo con sus artimañas consigue que abandones el Rosario en todo o en parte, lo cambies por otra oración o lo difieras.

[124] ¡No le des crédito, querido cofrade del Rosario! ¡No pierdas el ánimo! Pues, aunque durante el Rosario tu imaginación haya estado llena de distracciones e ideas extravagantes, siempre que hayas procurado desecharlas lo mejor posible tan pronto como te diste cuenta de ellas, tu Rosario será mucho mejor. Porque es más meritorio. Y será más meritorio, cuanto más difícil. Y es tanto más difícil, cuanto menos agradable te resulte naturalmente el verte acosado por infinidad de fastidiosos mosquitos y hormigas, que corriendo por una y otra parte en la imaginación, pero a pesar tuyo, no permiten al espíritu saborear lo que dices ni descansar tranquilamente.

[125] Si es preciso que pases todo el Rosario combatiendo contra las distracciones, lucha valerosamente con las armas en la mano. Es decir, sigue rezándolo, aunque sin gusto ni consuelo sensibles. Será una lucha terrible, pero muy saludable al alma fiel. Mientras que si rindes las armas, es decir, si dejas el Rosario, sales vencido y, en lo sucesivo, el demonio, triunfador sobre tu fuerza de voluntad, te dejará en paz, pero en el día del juicio te reprochará tu pusilanimidad e infidelidad. «El que se mostró digno de confianza en cosas sin importancia será digno de confianza también en las importantes»[127]. Quien es fiel en rechazar las pequeñas distracciones durante una breve plegaria, los será igualmente en las grandes empresas. Nada más cierto: ¡son palabras del Espíritu Santo!

¡Ánimo, pues, servidor bueno y fiel de Jesucristo y de la Santísima Virgen, que has tomado la resolución de rezar el Rosario todos los días! Que la multitud de moscas –llamó así a las distracciones que importunan mientras rezas– no logren jamás hacerte abandonar cobardemente la compañía de Jesús y de María, en la que te hallas al rezar el Rosario. Más adelante te presentaré los medios para disminuir las distracciones.


[125] Son los Salmos 6; 31; 37; 50; 101; 129; 142.

[126] Tanquerey (Compendio de teología ascética y mística, 655) dice que si hemos hecho lo posible para evitar las distracciones voluntarias, «no hemos de inquietarnos por las involuntarias que cruzan nuestra mente o turban la imaginación; pruebas son y no pecados y, si sabemos sacar fruto de ellas (combatiéndolas), acrecientan nuestros méritos y el valor de nuestras oraciones».

[127] Lc 16,10.

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MensajePublicado: Vie Ago 29, 2008 3:08 pm    Asunto:
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44a. Rosa

Cómo rezar el Rosario




[126] Para recitar bien el Rosario, después de invocar al Espíritu Santo, ponte un momento en presencia de Dios y ofrece las decenas como te enseñaré más adelante.

Antes de empezar cada decena, detente un momento, más o menos largo según el tiempo de que dispongas, a considerar el misterio que vas a contemplar en dicha decena. Y pide por ese misterio y por intercesión de la Santísima Virgen, una de las virtudes que más sobresalgan en él o que más necesites[128].

Pon atención particular en evitar los dos defectos más comunes que cometen quienes rezan el Rosario:

• el primero es el no formular ninguna intención antes de comenzarlo. De modo que si les preguntas por qué lo rezan, no saben qué responder. Ten, pues, siempre ante la vista una gracia por pedir, una virtud que imitar o un pecado por evitar;

• el segundo defecto, en que se cae al rezar el Rosario, es no tener otra intención que la de acabarlo pronto. Procede este defecto de considerar el Rosario como algo oneroso y tremendamente pesado hasta haberlo terminado, sobre todo si te has obligado a rezarlo en conciencia o te lo han impuesto como penitencia y como a pesar tuyo.

[127] Da tristeza ver cómo recita el Rosario la mayoría de las gentes: con precipitación increíble, comiéndose las palabras... No osarías felicitar así al último de los hombres... ¿Crees acaso que Jesús y María se sentirán con ello muy honrados? Después de esto, ¿por qué asombrarte de que las plegarias más santas de la religión cristiana queden casi sin fruto alguno, y de que, después de rezar mil y diez mil Rosarios, no seas más santo?

Detén, querido cofrade del Rosario, tu natural precipitación al rezarlo. Haz algunas pausas en medio del Padrenuestro y del Avemaría, como las señalo aquí:

Padre nuestro, que estás en el cielo, † santificado sea tu nombre, † venga a nosotros tu reino, † hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. †

Danos hoy nuestro pan de cada día, † perdona nuestras ofensas, † como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, † no nos dejes caer en la tentación, † y líbranos del mal. Amén. †

Dios te salve, María, † llena eres de gracia, † el Señor es contigo, † bendita tú eres entre todas las mujeres † y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. †

Santa María, Madre de Dios, † ruega por nosotros pecadores, † ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. †

A causa de la mala costumbre que tienes de rezar precipitadamente, te costará al principio hacer estas pausas. Pero, una decena recitada pausadamente será más meritoria que mil Rosarios rezados a la carrera, sin reflexionar ni hacer las pausas[129].

[128] El Beato Alano de la Rupe[130] y otros autores –entre ellos, Belarmino– refieren que un buen Sacerdote aconsejó a tres hermanas penitentes suyas, que rezaran diaria y devotamente el Rosario durante un año, sin faltar a él un solo día, para tejer un hermoso vestido a la Santísima Virgen. Era –les dijo– un secreto recibido del Cielo.

Así lo hicieron las tres hermanas. Al año siguiente, el día de la Purificación, ya atardecido y habiéndose ellas retirado, entró en su apartamento la Santísima Virgen. Venía acompañada de Santa Catalina y Santa Inés, engalanada con un traje resplandeciente de luz, sobre el cual se leía escrito por todas partes en letras de oro: «¡Dios te salve, María, llena eres de gracia!» La Reina del Cielo se acercó al lecho de la hermana mayor y le dijo; «Te saludo, ¡hija mía! ¡Tú me has saludado frecuentemente y muy bien! ¡Vengo a darte las gracias por el hermoso vestido que me hiciste!» Las dos santas vírgenes que la acompañaban, también le dieron las gracias. Después desaparecieron las tres.

Una hora más tarde, volvió la Santísima Virgen con sus dos compañeras a la habitación, vestida con un traje sin oro ni resplandor. Se acercó al lecho de la segunda hermana y le dio las gracias por el traje que le había confeccionado rezando el Rosario. Como ella había visto a la Santísima Virgen aparecerse a su hermana mayor mucho más resplandeciente, le preguntó el motivo de la diferencia. «¡Tu hermana –respondió María– me tejió vestidos mejores, rezándome el Rosario mejor que tú!».

Aproximadamente una hora más tarde se apareció por tercera vez la Santísima Virgen a la más joven de las hermanas. Venía vestida con un harapo sucio y roto, y le dijo: «Hija mía, así me has vestido. ¡Gracias!».

La joven cubierta de confusión, exclamó: «Ah, ¡Señora mía! Perdón por haberte vestido tan mal. ¡Dame tiempo suficiente para hacerte un traje hermoso, rezando mejor el Rosario!».

Cuando desapareció la visión, contó la afligida joven al confesor cuanto le había ocurrido.

Éste la animó a ella y a sus hermanas a rezar el Rosario durante el año siguiente con mayor perfección que nunca. Así lo hicieron. Y, al cabo del año, siempre en el día de la Purificación, al atardecer, se les apareció la Santísima Virgen, vestida con hermosísimo traje y acompañada de Santa Catalina y Santa Inés que llevaban coronas, y les dijo: «¡Hijas mías, estén Uds. seguras del reino de los Cielos! ¡Mañana entrarán en él con gran alegría!» A lo cual respondieron ellas: «Preparado está nuestro corazón, amadísima Señora, preparado está nuestro corazón!»[131] Y la visión desapareció.

Aquella misma noche, se sintieron enfermas, llamaron al confesor, recibieron los Sacramentos de los enfermos y dieron gracias al Director por la santa práctica que les había enseñado.

Después de Completas[132], la Santísima Virgen se les apareció una vez más, acompañada de gran número de vírgenes. Hizo revestir con túnicas blancas a las tres hermanas, que murieron mientras los Ángeles cantaban: «Vengan, esposas de Cristo. ¡Reciban las coronas que les están preparadas desde la eternidad!»[133]

Esta narración te enseña diversas verdades:

1) lo importante que es tener buenos Directores, que inspiren santas prácticas de piedad y especialmente el Santo Rosario;

2) lo importante que es rezar el Santo Rosario con atención y devoción;

3) lo benigna y misericordiosa que es la Santísima Virgen con los que se arrepienten de su pasado y proponen enmendarse;

4) lo generosa que es Ella en recompensar durante la vida, en la hora de la muerte y la eternidad los pequeños servicios que le ofrecemos con fidelidad



[128] En este consejo de Antonino Thomas y en la idea (SAR 120) de San Luis María de ofrecer las decenas se basa el Rosario Monfortiano (pág. 152).

[129] Los inscritos del Rosario Viviente se comprometen a recitar diariamente una decena del Santo Rosario. Ellos se organizan en grupos de 15 personas, que diariamente rezan por turno uno de los 15 misterios del Rosario. El Rosario Viviente tiene como finalidad principal llevar poco a poco a todos los católicos a rezar cada día el Rosario completo (de 5 ó 15 decenas). El Rosario Viviente, con su cuota anual en favor de la buena prensa, fue fundada en 1826 por Paulina Jaricot (1799-1822), que era natural de Lyón (Francia), y que a la edad de 20 años lanzó lo que ahora se llama «Obras Misionales Pontificias», de las que vienen el Dómund de octubre y las otras campañas misionales mundiales. Se trataba de una asociación en favor de las Misiones de China, adonde iba a ir su hermano Fileas que era seminarista en París. Organizó coros de 10 personas, con cuota semanal de 5 centavos; cada coro tenía un responsable, y 10 coros formaban una centena. La primera semana recogió 87 francos; la segunda, 300; la tercera, 1800... En 1834 los inscritos en el Rosario Viviente, en Francia ya eran más de un millón. Paulina escribía: «Lo importante era lograr que las masas enteras se encariñaran del Rosario». Ya en 1831 había constatado: «Los Rosarios (grupos de 15 personas) se multiplican con una rapidez increíble en Italia, Suiza, Bélgica, Inglaterra, en muchos países de América y en otras partes». No hay que confundir este Rosario Viviente, con otro que lleva el mismo nombre y que se reza haciendo un círculo de 50 señoritas (que representan las 50 Avemarías) intercaladas con 5 muchachos (que representan los 5 Padrenuestros): cada una de las 55 personas, sale del círculo, por turno, después de pronunciar la oración que ella representa, y entrega una flor a una estatua de la Virgen que preside el Rosario, o bien saca una espina (o alfiler) de un corazón de tela que la estatua lleve en el pecho.

[130] J.A. Coppenstein, B.F. Alani Redivivi “Tractatus Mirabilis”, c. 70.

[131] Ver Sal 56,8; 107,2.

[132] Completas es la última parte de la Liturgia de las Horas (se celebra en las noches).

[133] Ver Mt 4,8.

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MensajePublicado: Dom Ago 31, 2008 2:37 am    Asunto:
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45a. Rosa

Hay que rezar el Rosario con modestia


[129] Permíteme añadir que hay que rezar la Corona con modestia, es decir, en cuanto posible, de rodillas, con las manos juntas y el rosario entre ellas. Sin embargo, en caso de enfermedad, puedes rezarlo en el lecho. De viaje, puedes rezarlo caminando. Si la enfermedad te impide arrodillarte, puedes rezarlo sentado o de pie. Puedes rezarlo también mientras trabajas, si no es posible dejar el trabajo por impedírtelo las obligaciones profesionales, dado que el trabajo manual no obstaculiza a la oración vocal.

Ciertamente que nuestra alma, por ser limitada en la acción, estará menos atenta a las operaciones del espíritu, tales como la oración, cuando lo está al trabajo de las manos. Sin embargo, en caso de necesidad, una oración así, tiene también su valor ante la Santísima Virgen, que recompensa más la buena voluntad que la acción exterior.

[130] Te aconsejo dividir el Rosario en tres partes y recitarlo en tres tiempos diferentes del día. Es preferible esto a rezarlo todo de una vez. Si no te alcanza el tiempo para recitar seguido toda una tercera parte, recita una decena acá y otra allá. Así habrás rezado tu Rosario entero antes de irte a acostar, a pesar de tus obligaciones y negocios[134].

Imita en esto la fidelidad de San Francisco de Sales. Hallándose, cierta noche, muy cansado a causa de las visitas que había tenido que hacer durante el día y siendo ya casi las doce de la noche, se acordó que le faltaban aún algunas decenas por rezar. Se puso inmediatamente de rodillas y las rezó antes de acostarse, no obstante las recomendaciones de su capellán, que, viéndolo tan fatigado, le instaba para que aplazara hasta el día siguiente lo que le faltaba por rezar.

Imita igualmente la fidelidad, modestia y devoción de aquél santo Religioso, que según lo narran las Crónicas de San Francisco y he referido ya[135], acostumbraba rezar un Rosario con mucha devoción y modestia, antes de comer.



[134] Si no se dicen seguidas las 5 decenas, se logra tan sólo la indulgencia parcial (ver SAR 97).

[135] Ver antes, número 25.

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MensajePublicado: Mie Sep 03, 2008 6:41 pm    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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46a. Rosa

Hay que rezar el Rosario comunitariamente



[131] Entre tantos métodos como existen de rezar el Rosario, el más glorioso para Dios, saludable para el alma y terrible para el demonio es el de salmodiarlo o rezarlo públicamente a dos coros.

Dios se complace en las asambleas. Todos los Ángeles y santos congregados en el Cielo le alaban incesantemente.

Los justos de la tierra, reunidos en varios grupos, le imploran en comunidad día y noche. El Señor aconsejó expresamente esta práctica a sus Apóstoles y discípulos, y les prometió que cuantas veces se reunieran dos o tres en su Nombre, Él se encontrará en medio de ellos[136], para rogar en su nombre y rezar la misma oración.

¡Qué alegría tener a Jesús en nuestra compañía! Y pensar que para poseerlo basta solamente reunirse a rezar el Rosario! Es la razón por la cual los primeros cristianos se reunían tantas veces para orar juntos, a pesar de las persecuciones de los emperadores que les prohibían reunirse. Preferían exponerse a la muerte antes que faltar a sus asambleas, en las que tenían la certeza de que Jesús les hacía compañía.

[132] La oración en común es la más saludable al alma:

1) porque de ordinario la mente está más atenta durante la oración pública que durante la privada;

2) porque cuando se ora en comunidad, la oración de cada persona se convierte en la de toda la asamblea, y todas juntas sólo forman una oración. De suerte que si algún particular no reza tan bien, otro que lo hace mejor suple su falta. El fuerte sostiene al débil, y el fervoroso enardece al tibio, el rico enriquece al pobre y el malvado se integra a los buenos. ¿Cómo vender un kilo de cizaña? ¡Basta mezclarla con cuatro o cinco de trigo bueno!;

3) porque una persona que reza sola el Rosario tiene el mérito de un solo Rosario, pero si lo reza con treinta personas, adquiere el mérito de treinta Rosarios. Tales son las leyes de la oración pública. ¡Qué ganancia! ¡Qué ventaja!;

4) Urbano VIII, muy satisfecho de la devoción del Santo Rosario que se recitaba a dos coros en muchos lugares de Roma, especialmente en el convento de la Minerva, concedió una indulgencia parcial para cada vez que uno lo reza a dos coros[137];

5) porque la oración pública es más eficaz que la individual para apaciguar la ira de Dios y obtener su misericordia.

La Iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, se sirvió de esta forma de oración en los tiempos de flagelos y calamidades públicas. El Papa Gregorio XIII declara en una Bula[138] que es preciso creer piadosamente que las oraciones públicas y las procesiones de los cofrades habían contribuido a obtener poderosamente de Dios la gran victoria de los cristianos sobre el ejército de los turcos en el golfo de Lepanto el primer domingo de octubre[139] de 1571.

[133] Luis el Justo[140], de feliz memoria, mientras tenía sitiada a La Rochela, donde los herejes revolucionarios tenían sus fortalezas, escribía a la reina-madre para pedir que se hicieran oraciones públicas por la prosperidad de su ejército. La reina resolvió organizar el rezo público del Rosario en la iglesia de los Hermanos Predicadores del Barrio de San Honorato de París. El Señor Arzobispo cumplió solícitamente esta disposición, y la piadosa práctica comenzó el 20 de mayo de 1628. Estuvieron presentes la reina-madre y la reina-regente, el duque de Orleáns, los Eminentísimos Señores Cardenales de La Rochefoucault y de Bérulle, muchos Obispos, toda la corte y multitud incontable de gentes. El Señor Arzobispo leía en alta voz las meditaciones sobre los misterios del Rosario y proseguía con la recitación del Padrenuestro y del Avemaría de cada decena. Los Religiosos y demás asistentes respondían.

Después del Rosario, llevaron en procesión la estatua de la Santísima Virgen, cantando sus letanías, y la ceremonia se repitió todos los sábados, con admirable fervor y la bendición evidente del Cielo, ya que el rey triunfó sobre los ingleses en la isla de Re y entró victorioso en La Rochela el día de Todos los Santos del mismo año. Esto demuestra la eficacia de la oración pública.

[134] Por último, el Rosario rezado en comunidad es mucho más terrible contra el demonio, pues se conforma un ejército entero para atacarlo. En ocasiones triunfa fácilmente sobre la oración particular. Pero, si ésta se une a la de los demás, sólo con dificultad logrará sus propósitos. Es fácil romper una varita. Pero, si la unes a otras y formas un haz, no podrás romperla.

La unión hace la fuerza. Los soldados se unen en batallón para derrotar al enemigo. Los malvados se unen con frecuencia para sus orgías y danzas. Los mismos demonios se unen para perdernos.

¿Por qué no han de reunirse los cristianos para gozar de la compañía de Jesucristo, aplacar la ira divina, alcanzar la gracia y misericordia del Señor, y vencer y abatir más eficazmente a los demonios?

Amado cofrade del Rosario: vivas en la ciudad o en el campo, cerca de la iglesia parroquial o de una capilla, vete a ella, al menos todas las tardes, y con permiso del rector de la iglesia y en compañía de cuantos lo deseen, reza el Rosario a dos coros. Haz otro tanto en tu casa o en la de cualquier particular, si no tienes la posibilidad de ir a la iglesia o a la capilla[141].

[135] Ésta es una santa práctica que Dios, en su misericordia, ha establecido en los lugares donde he dado Misiones, para conservar y acrecentar el fruto de las mismas e impedir el pecado. Antes de establecer el Rosario, en tales, pueblos y aldeas sólo se veían bailes, inmodestias, disoluciones, querellas y divisiones, y sólo se oían canciones deshonestas y palabras de doble sentido.

Ahora, sólo se escuchan allí los cánticos y la salmodia del Padrenuestro y del Avemaría. Y sólo se ven grupos de veinte, treinta, cien y más personas, que cantan, como Religiosos, alabanzas al Señor a horas determinadas. Hay también lugares en los cuales se reza diariamente el Rosario en comunidad en tres momentos diferentes del día. ¡Qué bendición del Cielo!

Pero, como en todas partes hay réprobos, no te extrañes de encontrar en los lugares donde vives, gentes perversas que desdeñarán venir al Rosario, que tal vez hasta lo ridiculizarán y aún harán cuanto puedan, con sus malignas insinuaciones y ejemplos, para impedir que continúes en tan santo ejercicio. Pero ¡no cedas! ¡No te extrañes de su proceder! ¡Un día, estos infelices se hallarán para siempre separados de Dios, excluidos del Paraíso, así como ahora se apartan de la compañía de Jesucristo y de sus servidores!




[136] Mt 18,20.

[137] Breve “Ad perpetuam rei memoriam”, de 1626. Se llama “breve” un documento emanado por el Papa, pero que reviste menor importancia que otros como las bulas, los decretos, las constituciones, las exhortaciones, las encíclicas, etc. Para la indulgencia, ver SAR 97.

[138] Bula “Gloriosa”, del 15-7-1579.

[139] El Papa León XIII el 1-9-1883 ordenó que en todo el mundo OCTUBRE FUERA EL MES DEL ROSARIO: «Queremos que el mes de octubre de este año se consagre enteramente a la celestial Reina del Rosario. Decretamos por lo mismo y ordenamos que en todo el orbe católico ... desde el primer día del mes de octubre próximo, hasta el segundo día del mes de noviembre siguiente, se recen religiosamente en todas las iglesias parroquiales ... al menos cinco decenas del Rosario». Es que en octubre (el 7) se encuentra la fiesta de la Virgen del Rosario, desde que el Papa Gregorio XIII, el 1-4-1573 la instituyó como acción de gracias por la victoria que los cristianos lograron contra los turcos (quienes querían destruir el cristianismo) el 7 de octubre de 1571, en Lepanto (Grecia), mientras el Papa San Pío V y muchísimos católicos rezaban el Santo Rosario. El 11-2-1858 la Virgen se apareció en Lourdes (Francia) recomendando el rezo del Santo Rosario, y por eso los Padres Dominicos de España comenzaron a dedicar al Rosario todo el mes de octubre en el que ya se celebraba su fiesta. Finalmente el P. José María Morán, anteriormente misionero en México, publicó su excelente libro titulado “Mes del Rosario”, alabado y adoptado por treinta Obispos españoles, tanto que en 1867 el Papa Pío IX concedió al mes de octubre las mismas indulgencias del mes de mayo. Las Cofradías del Rosario ya desde el siglo XV solemnizaban el primer domingo de octubre (mes de los frutos, siendo mayo el mes de las flores, para los que están en el hemisferio norte) con una Misa en honor de la Virgen. El 17-3-1572, San Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias. En cuanto al mes de octubre como mes del Rosario, el primero que lo organizó fue el dominico español P. José Peralta Márquez.

[140] Luis XII (1610-1643).

[141] Es lo que promueven los miembros de la Legión de María (cuyo Maestro, dice su Manual en la pág 57, es San Luis M. de Montfort), y muchas otras asociaciones católicas.

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MensajePublicado: Dom Sep 07, 2008 1:22 am    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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47a. Rosa

Rezar el Rosario todos los días con fe, humildad y confianza


[136] ¡Apártate de los malvados, pueblo de Dios, asamblea de predestinados![142] Para escapar de ellos y salvarte, en medio de cuantos se condenan por su impiedad, ociosidad y falta de devoción, decídete sin pérdida de tiempo a rezar con frecuencia el Santo Rosario con fe, humildad, confianza y perseverancia.

En primer lugar si piensas con seriedad en el mandato que nos dio Jesucristo de orar siempre, y reflexionas en su ejemplo, en la urgente necesidad que tenemos de la oración, a causa de nuestras tinieblas, ignorancia y debilidad, y de la multitud de enemigos que nos persiguen, no te contentarás con rezar el Rosario una vez al año, como lo exige la Cofradía del Rosario Perpetuo, ni una vez a la semana, como lo prescribe la del Rosario Ordinario, sino que lo recitarás puntualmente todos los días, como lo pide la del Rosario Cotidiano, aunque no tengas otra obligación que la de salvarte, Jesús le propuso un ejemplo sobre «la necesidad de orar siempre, sin desanimarse»[143].

[137] Éstas son palabras eternas de Jesucristo, que es preciso creer y practicar, si no quieres condenarte. Explícalas como quieras. Pero no a la moda, para que las vivas a la moda. Jesucristo nos dio la verdadera explicación con su ejemplo: «Les he dado ejemplo, para que Uds. hagan lo mismo que yo...»[144] «Pasó la noche en oración con Dios»[145]. Como si no le bastara el día, dedicaba también la noche a la oración.

Repetía con frecuencia a sus Apóstoles estas palabras: «Estén despiertos y orando»[146]. El hombre es débil. La tentación, próxima y continua. Y si no oras siempre, caerás en ella. Los Apóstoles creyeron que el Señor sólo les daba un consejo, interpretaron erróneamente sus palabras, y cayeron en la tentación y en el pecado a pesar de tener a Jesús en su compañía.

[138] Estimado cofrade, no es necesario orar tanto ni rezar tantos Rosarios si quieres vivir a la moda y condenarte a la moda, es decir, cayendo de tiempo en tiempo en el pecado mortal para luego confesarte, evitando los pecados groseros y escandalosos, y salvando las apariencias.

Una corta oración por la mañana y por la tarde, uno que otro Rosario impuesto por penitencia, unas decenas de Avemarías a la carrera y cuando te venga en gana, te bastarán para aparecer ante el mundo como buen cristiano. Si hacemos menos, te acercas al libertinaje, y si haces más, te aproximas a la singularidad y a la santurronería[147].

[139] Pero es necesario que ores siempre, como lo enseñó Jesucristo, si, como cristiano auténtico, quieres de verdad salvarte y caminar tras las huellas de los santos, evitando caer en todo pecado mortal, rompiendo todas las cadenas y apagando todos los dardos encendidos de Satanás.

Debes, al menos, rezar diariamente el Rosario u otras oraciones equivalentes. Digo “al menos”, porque con el Rosario cotidiano alcanzarás cuanto es necesario para evitar el pecado mortal, vencer todas las tentaciones, en medio de los torrentes de iniquidad del mundo que arrastran con frecuencia a quienes se creen más seguros, en medio de los espíritus malignos más habilidosos que nunca y que sabiendo que les queda poco tiempo para tentar, lo hacen con mayor astucia y éxito.

¡Qué maravillosa es la gracia del Santo Rosario! ¡Poder escapar del mundo, del demonio y de la carne, y salvarte para el Cielo!

[140] Si no quieres aceptar lo que te digo, da crédito por lo menos a tu propia experiencia.

Respóndeme: ¿Eras acaso capaz de evitar ciertos pecados graves que sólo tu ceguera te hacía ver como insignificantes, cuando te contentabas con esas cortas oraciones hechas como las hace el cristiano mediocre? ¡Abre, pues, los ojos! Ora y ora siempre, si quieres vivir y morir como santo; sin pecado mortal, por lo menos. Reza todos los días, como hacían los cofrades del Rosario cuando se estableció la Cofradía. Más adelante encontrarás la prueba de cuanto te digo[148].

La Santísima Virgen al dar el Rosario a Santo Domingo, le ordenó rezarlo y hacerlo rezar todos los días. El Santo, por su parte, no recibía en la Cofradía a nadie que no tuviera la firme resolución de rezarlo diariamente.

Si ahora no se exige en la Cofradía del Rosario Ordinario sino la recitación de un Rosario semanal, ello obedece a que se ha apagado el fervor y enfriada la caridad. ¿Qué más se puede pedir a quienes rezan como a pesar suyo? «Pero no es esa la ley del comienzo»[149].

[141] Es preciso, además, tener en cuenta tres advertencias:

– La primera, que si deseas inscribirte en la Cofradía del Rosario Cotidiano y participar en las oraciones y méritos de quienes ya están en ella, no basta[150] con que te inscribas en la Cofradía del Rosario Ordinario, ni que tomes simplemente la resolución de rezar el Rosario todos los días. Tienes que dar tu nombre a quienes han sido autorizados para inscribirte en ella. Será conveniente que te confieses y comulgues en esta circunstancia.

La razón de esta advertencia es que el Rosario Ordinario no incluye el Cotidiano, aunque éste sí, el Ordinario.

– La segunda, que absolutamente hablando, no hay pecado ni siquiera venial, si omites el rezo de Rosario Cotidiano, Semanal o Anual.

– La tercera, que cuando la enfermedad, obediencia legítima, necesidad u olvido involuntario te impiden rezar el Rosario, no pierdes el mérito ni la participación en los Rosarios de los demás cofrades. Y, por tanto, no es necesario en absoluto que al día siguiente reces dos Rosarios para suplir al que faltaste, sin culpa tuya, según suponemos. Pero, si la enfermedad te permite rezar una parte del Rosario, debes rezarla.

«Felices tus servidores, que están siempre juntos a ti»[151]. «Felices los que habitan en tu casa, y te alaban sin cesar[152]. ¡Dichosos, Señor Jesús, los cofrades del Rosario Cotidiano, que permanecen todos los días en torno a Ti y en tu casita de Nazaret, al pie de tu cruz y de tu reino en los Cielos, dedicados a contemplar tus misterios gozosos, dolorosos y gloriosos! ¡Qué felices en la tierra, a causa de las gracias que les comunicas! Y ¡qué dichosos en el Cielo, donde te alabarán de manera especialísima por los siglos de los siglos!

[142] En segundo lugar, hay que recitar el Rosario con fe, conforme a las palabras de Jesucristo: «Todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo recibieron, y se les dará»[153]. Cree que recibirás de Dios cuanto le pidas, y Él te escuchará y te responderá: «Que te suceda como creíste»[154]. «Si a alguno de Uds. le falta la sabiduría, que la pida a Dios. Pero que pida con fe, sin dudar»[155], recitando el Rosario, y le será concedida.

[143] En tercer lugar, hay que orar con humildad, como el publicano, que estaba de rodillas en tierra y no con una rodilla en el aire o sobre una banca, como hacen los orgullosos. Se quedó a la entrada sin atreverse a llegar hasta el fondo del santuario, como el fariseo. Tenía los ojos clavados en el suelo, sin atreverse a levantarlos al cielo. Sin levantar la cabeza ni mirando acá y allá, como el fariseo. Golpeándose el pecho, confesándose pecador e implorando perdón: «Ten piedad de mí que soy un pecador»[156]. Y no, como el fariseo que se vanagloriaba de sus buenas obras y despreciaba a los demás. Evita la orgullosa oración del fariseo, que volvió a su casa más endurecido y maldito. Imita más bien la humildad del publicano en su oración que le obtuvo el perdón de los pecados.

Evita correr en busca de lo extraordinario y pedir o siquiera desear conocimientos excepcionales, visiones, revelaciones y gracias extraordinarias que Dios comunica a veces a algunos santos, durante la recitación del Rosario. «La fe sola es suficiente»[157], ahora que el Evangelio y todas las devociones y prácticas de piedad se hallan suficientemente establecidas.

No omitas nunca la menor parte del Rosario en las sequedades, desalientos y decaimientos interiores. Será señal de orgullo e infidelidad. Como valiente campeón de Jesús y María, recita el Padrenuestro y el Avemaría en medio de la aridez, aunque sin ver, sentir, ni gustar, esforzándote cuanto puedas por contemplar los misterios.

No suspires por los bombones y golosinas de los niños cuando comes tu pan de cada día. Para imitar más perfectamente a Jesús agonizante, prolonga la recitación de tu Rosario, precisamente cuanto más te cueste el rezarlo: «Empezó a luchar contra la muerte. Oraba con más insistencia»[158]. Así podrá aplicarse a tu caso lo que se ha dicho de Jesucristo, quien cuando estaba en la agonía, oraba más largamente.

[144] En cuanto lugar, ora con total confianza. Con una confianza fundada en la bondad y generosidad infinitas de Dios y en las promesas de Jesucristo. Dios es fuente de agua viva que corre incesantemente en el corazón de los que oran.

Jesús es como el pecho del Padre Eterno, lleno de gracia y de verdad[159]. Ahora bien, el mayor deseo del Padre respecto de nosotros es comunicarnos las aguas saludables de su gracia y misericordia. Y nos grita: «A ver Uds. que andan con sed, ¡vengan a tomar agua!»[160], en la oración. Y si no oras, se queja de que le abandonas: «Me han abandonado a mí, que soy manantial de aguas vivas»[161].

Pedir gracias a Jesucristo es causarle placer, un placer mayor que procura a las madres naturales dar a sus hijos el néctar de sus pechos.

La oración es el canal de la gracia de Dios y a modo de pecho maternal de Jesucristo. Si no acudes a Él con la plegaria, como deben hacerlo todos los hijos de Dios, Jesucristo se queja amorosamente: «Hasta ahora no han pedido nada: pidan y se les dará; busquen y encontrarán, llamen a la puerta y les abrirán»[162]. Más aún, para animarnos a pedir con mayor confianza, llega a empeñar su palabra de que el Eterno Padre nos concederá cuanto le pidamos en su Nombre[163].



[142] Eclo 7,2 y Ap 18,4.

[143] Lc 18,1.

[144] Jn 13,15.

[145] Lc 6,12b.

[146] Mt 26,41.

[147] Estas finas e irónicas observaciones sirven de mucha actualidad para varios católicos de hoy. Ver VD 186-200.

[148] SAR 153.

[149] Mt 19,8.

[150] Ver SAR 97.

[151] 1 Re 10,8.

[152] Sal 83,5.

[153] Mc 11,24.

[154] Mt 8,13.

[155] Sant 1,5.6.
[156] Lc 18,13.
[157] Ver Hab 2,4: Heb 10,38; Gál 3,11. Ver SAR 35.
[158] Lc 22,44.

[159] Jn 1,14-16. Del «pecho del Padre (mamila Patris)» habla San Clemente de Alejandría (PG 8,302; CN 285).
[160] Is 55,1.
[161] Jer 2,13.
[162] Mt 7,7.
[163] Jn 15,23.

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MensajePublicado: Lun Sep 08, 2008 2:36 am    Asunto:
Tema: El Secreto admirable del Santísimo Rosario- S. Luis Montfort
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48a. Rosa

Perseverar en la devoción del Rosario




[145] A la confianza debes unir, en quinto lugar, la perseverancia en la oración. Sólo quien persevera en pedir, buscar y llamar, recibirá, encontrará y entrará. No es suficiente pedir a Dios una gracia durante un mes, un año, diez o veinte años: no debes cansarte, sino pedir hasta la muerte y estar resuelto a obtener lo que pides al Señor para la salvación o a morir. Más aún, es preciso unir la muerte con la perseverancia en la oración y la confianza en Dios, y repetir con Job: «No importa que me quites la vida»[164]: seguiré esperando en Él y de Él cuanto le pido.

[146] La generosidad de los ricos y grandes de este mundo se muestra en que se anticipan a favorecer a los necesitados, aun sin esperar que les pidan ayuda. Dios, por el contrario, manifiesta su magnificencia en hacer pedir y buscar por largo tiempo las gracias que nos quiere conceder. Más aún, cuanto más preciosa es la gracia que desea otorgar, más se demora en concederla:

1º a fin de poder aumentarla;

2º a fin de que quien la recibe la aprecie más;

3º a fin de que quien la recibe ponga cuidado en no perderla. Pues no se estima mucho lo que en un momento y con poco esfuerzo se ha conseguido.

Persevera, pues, querido cofrade del Rosario, en pedir a Dios, mediante el Santo Rosario, todas las gracias espirituales y corporales que necesitas, especialmente la divina Sabiduría, que es un tesoro infinito[165] Tarde o temprano, la obtendrás infaliblemente, con tal que no abandones el Rosario ni te desanimes a medio camino[166]. «Te queda aún largo camino»[167]. Sí, antes de reunir suficientes tesoros para la eternidad, aún te queda mucho por andar, muchas adversidades por atravesar, muchas dificultades por superar, muchos enemigos por vencer. Te faltan muchos Padrenuestros y Avemarías para alcanzar el Paraíso y ganar la hermosísima corona que espera a todo fiel cofrade del Rosario.

«No sea que alguien arrebate el premio»[168]. Pon mucho cuidado en que otro, más fiel que tú en rezar bien y diariamente el Rosario, no te arrebate la corona. Esa que constituye tu premio. Dios te la había preparado y la tenías casi ganada con los Rosarios bien rezados. Pero por haberte detenido en el hermoso camino por el que avanzabas tan de prisa –«Habías empezado bien la carrera»[169]–, otro pasó adelante; sí, otro, más diligente y fiel, adquirió y ganó con sus Rosarios y buenas obras lo que necesitaba para comprar esa corona. «¿Quién, pues, te cortó el camino»[170], hacia la conquista de tu corona? ¡Ah! ¡Los enemigos del Santo Rosario, que son muchos!

[147] ¡Créeme! Sólo alcanzarán esa corona los valerosos que la arrebatan por la fuerza[171]. Tales coronas no son para los cobardes, que temen las burlas y amenazas del mundo. Ni para los perezosos y holgazanes, que rezan el Rosario con negligencia, a la carrera, por rutina o a intervalos y según su capricho. Ni para los cobardes que se descorazonan y rinden las armas tan pronto ven a todo el infierno desencadenado contra su Rosario.

Si quieres amado cofrade del Rosario, matricularte al servicio de Jesús y María rezando el Rosario todos los días, prepárate para la tentación: «Hijo mío, si te decides a servir al Señor prepara tu alma para la prueba»[172]. ¡No te hagas ilusiones! Los herejes, los libertinos, las “gentes de bien” según el mundo, los semidevotos y falsos profetas, en sintonía con tu naturaleza corrompida y los poderes infernales, te harán una guerra sin cuartel para obligarte a abandonar esta práctica.

[148] Para prevenirte contra los ataques, no digo de herejes y libertinos declarados, sino de las llamadas “personas de bien” según el mundo, y aun de las personas piadosas que no gustan de esta práctica, voy a describirte con sencillez algo de lo que piensan y dicen todos los días:

–«¿Qué querrá decir este charlatán?»[173] «Vamos, persigamos[174] al justo que nos molesta y que se opone a nuestra forma de actuar»[175]. ¿Qué querrá decir este rezandero? ¿Qué está rumiando a toda hora? ¡Tamaña holgazanería! No hace sino ensartar Rosarios. ¡Mucho mejor haría, si trabajara y no se perdiera en semejante santurronería!

–¡Claro que sí! ¡Basta rezar el Rosario, y las alondras caerán asadas del cielo! ¡El Rosario nos va a servir la comida!

–Dios ha dicho: «¡Ayúdate, que yo te ayudaré!» ¿A qué complicarse la vida con tantas oraciones? ¡La oración corta penetra los Cielos!

¡Un Padrenuestro y un Avemaría bien dichos son más que suficientes! Dios no nos ha impuesto el Rosario. Que es cosa buena y hasta óptima cuando se tiene tiempo. ¡Pero, por no rezarlo, no careceremos de la oportunidad de salvarnos! ¡Cuántos santos no lo rezaron!

–Hay gentes que juzgan a todo el mundo según su propia medida. ¡Indiscretos que lo llevan todo al extremo! ¡Escrupulosos que encuentran pecado donde no hay y dicen que quienes no rezan el Rosario se condenarán!

–¿Rezar el Rosario? ¡Eso es bueno para mujercitas ignorantes que no saben leer! ¡Rezar el Rosario! ¿No será mejor rezar el Oficio de Nuestra Señora o los Siete Salmos? ¿Hay acaso algo más hermoso que estos salmos dictados por el mismo Espíritu Santo?

–¿Con qué te propones rezar el Rosario todos los días? ¡Bah! ¡Humo de paja que poco dura! ¿No sería mejor emprender menos cosas y ser más fieles a ellas?

–Vamos, amigo, ¡créeme! ¡Reza bien tus oraciones de la mañana y de la noche, y trabaja por Dios durante el día! ¿Qué más te pide Dios? Si no tuvieras que ganarte la vida, bien pudieras dedicarte a rezar el Rosario, pero... ¡Rézalo, entonces, los domingos y días de fiesta en que nada tienes que hacer, pero no en los días de trabajo! ¡Hay que trabajar!

–¿Cómo? ¿Llevar un rosario tan grande, como de mujeres? ¡Yo los he visto de una sola decena que valen tanto como los de quince!

–¡Qué! ¡Llevar el rosario a la cintura! ¡Qué tontería! ¡Te aconsejo ponértelo al cuello, como hacen los españoles! ¡Esos sí son grandes rezanderos de Rosarios! ¡Llevan uno grande en una mano! ¡Pero, en la otra un puñal para atacar por traición!

–¡Deja, deja esas devociones exteriores! ¡Que la verdadera devoción está en el corazón! Etc.

[149] Muchas personas de talento y grandes doctores, gentes orgullosas y pagadas de sí mismas, casi nunca te aconsejarán el Rosario. Te invitarán más bien a recitar los Siete Salmos penitenciales u otras oraciones, pero el Rosario no.

Si un buen confesor te impone un Rosario como penitencia durante quince días o un mes, basta que te confieses con algunos de estos “señores” para que te cambie la penitencia en otras oraciones, ayunos, Misas o limosnas.

Y, aún si llegas a consultar a ciertas personas de oración, de ésas que hay en el mundo, dado que no reconocen por experiencia personal las excelencias del Rosario, no sólo no lo aconsejarán a nadie, sino que alejarán de él a los demás, invitándoles para que se dediquen a la contemplación, como si el Rosario y la contemplación fueran incompatibles y como si tantos santos, que han sido devotos del Rosario, no hubieran llegado a la más sublime contemplación.

Por otra parte, tus enemigos domésticos te atacarán con mayor crueldad cuanto más unido estás con ellos. Estos enemigos son las potencias del alma y los sentidos del cuerpo, las distracciones de la mente, el cansancio de la voluntad, las arideces del corazón, los abatimientos y enfermedades corporales... Todos juntos, de común acuerdo con los espíritus malignos que se confabularán con ellos, te gritarán: «¡Deja tu Rosario! ¡Él es la causa de ese dolor de cabeza! ¡Deja tu Rosario! ¡No hay obligación de rezarlo bajo pena de pecado! Conténtate con rezar a lo máximo una sola parte. Tus aflicciones son señal de que Dios no quiere que lo reces. Ya lo rezarás mañana, cuando te sientas mejor», etc.

[150] Por último, el Rosario Cotidiano tiene tantos enemigos, que me parece uno de los favores más señalados de Dios el poder perseverar en la práctica de esta devoción hasta la muerte.

Persevera y alcanzarás la corona admirable, preparada en el Cielo a tu fidelidad: «Permanece fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida»[176].



49a. Rosa

Explicación sobre las indulgencias




[151] A fin de que al rezar el Rosario ganes las indulgencias concedidas a los cofrades, conviene hacer algunas observaciones acerca de ellas.

Indulgencia, en general, es la remisión total o parcial de la pena temporal debida por los pecados actuales ya perdonados. Esta remisión es posible, gracias a la aplicación de las satisfacciones superabundantes de Jesucristo, la Santísima Virgen y los santos, contenidas en el llamado tesoro de la Iglesia.

Indulgencia plenaria es la remisión de todas las penas debidas por el pecado.

«El fiel que, al menos contrito de corazón, ejecuta una obra a la cual esté asignada una indulgencia parcial, consigue, además de la remisión de la pena temporal que logra con su acción, otro tanto de perdón de la pena por la intervención de la Iglesia»[177].

[152] Para que los cofrades del Rosario ganen las indulgencias es preciso[178]:

1) Que estén verdaderamente arrepentidos y confesados y hayan comulgado como prescriben las Bulas sobre las indulgencias.

2) Que no conserven el menor afecto a ningún pecado venial, si se trata de una indulgencia plenaria. Porque, si subsiste el afecto al pecado, subsiste también la culpa y subsistiendo ésta, no se perdona la pena.

3) Que reciten las oraciones y cumplan las buenas obras señaladas por las Bulas.

Cuando, según la intención de los Papas, se puede ganar una indulgencia parcial, sin ganar la plenaria, no siempre es necesario, para ganar la parcial, haber confesado y comulgado. Es lo que sucede con las indulgencias otorgadas al rezo del Santo Rosario, a las procesiones, a los rosarios benditos, etc. No desprecies estas indulgencias.

[153] Flammin y gran número de autores refieren que una distinguida doncella, de nombre Alejandra, convertida milagrosamente e inscrita en la Cofradía del Rosario por Santo Domingo, se apareció al Santo después de muerta para comunicarle que estaba condenada a setecientos años de purgatorio a causa de los pecados que había cometido o hecho cometer a otros con sus vanidades mundanas. Le rogó que le aliviara con las oraciones de los cofrades del Rosario. El Santo lo hizo, y quince días después Alejandra se le apareció de nuevo, más resplandeciente que un sol. En tan corto tiempo había sido librada de la pena, gracias a las oraciones de los cofrades del Rosario hechas en favor suyo. Hizo también saber a Santo Domingo que venía de parte de las almas del Purgatorio a exhortarle a continuar predicando el Rosario y hacer que los parientes de ellas les hicieran partícipes de sus oraciones. Por lo cual ellas les recompensarían abundantemente cuando llegarán a la gloria[179].

[154] A fin de facilitarte el ejercicio del Santo Rosario, quiero ahora ofrecerte varios métodos para rezarlo santamente, con la meditación de los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de Jesús y de María. Adopta el que más te agrade. Tú mismo puedes componer otros, como han hecho muchas santas personas[180].



[163] Jn 15,23.
[164] Job 13,15.
[165] Sab 7,14.
[166] 1 Cor 9,24-27.
[167] 1 Re 19,7.
[168] Ap 3,11.
[169] Gál 5,7.
[170] Gál 5,7.
[171] Mt 11,12.
[172] Eclo 2,1.
[173] Hech 17,18.
[174] Ex 1,10.
[175] Sab 2,12.
[176] Ap 2,10.

[177] Lo que está entre comillas es el número 6 de las Normas sobre las indulgencias, que Pablo VI aprobó el 14-6-1968.

El fiel que realiza una obra indulgenciada puede compararse a un obrero que por su trabajo recibe el salario, y además un sobresueldo, que es otro tanto del salario. La indulgencia perdona solamente la pena de aquellos pecados ya perdonados en cuanto a la culpa, la cual se perdona por la confesión y por la contrición.

[178] En base a la Colección de las Indulgencias, aprobadas por Pablo VI el 14 de junio de 1968, las 7 condiciones para lograr las indulgencias plenarias son: tener la intención de lograrlas (basta que uno ponga la intención una sola vez en su vida de lograr todas las posibles indulgencias); no haber logrado otra en el mismo día (sólo los moribundos pueden lograr la suya aunque hayan logrado otra en el mismo día); no tener afecto ni siquiera al pecado venial; rezar por el Papa (aunque sea un Padrenuestro y un Avemaría); cumplir con alguna de las obras indicadas en la Colección (por ejemplo el Rosario según el número 97 de este libro); confesarse y comulgar (aunque sea unos 8 días antes o después). Para cada indulgencia plenaria es necesaria una Comunión distinta: en cambio una Confesión vale para diversas indulgencias plenarias.

[179] Cavanac, o.p.: Les merveilles du sacré Rosaire, París 1679, c. 8; CN pág. 196.

[180] El manuscrito no presenta, como sería de esperar, la 50ª rosa. ¿Está constituida por los Métodos para rezar el santo Rosario, que San Luis M. de Montfort ofrece a continuación? En el manuscrito de SAR aparecen dos métodos (que encontrarás a pág. 152 y pág. 159 de este libro) que Montfort titula: «Métodos para rezar el santo Rosario y atraer sobre sí la gracia de los misterios de la vida, pasión y gloria de Jesús y de María».

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