CarlosR26† Veterano
Registrado: 01 Oct 2005 Mensajes: 3941 Ubicación: MEXICO, Jal.
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Publicado:
Vie Mar 24, 2006 5:46 am Asunto:
Chesterton y la IC
Tema: Chesterton y la IC |
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Sé que el catolicismo es demasiado grande para mí, y aún no he explorado todas sus terribles y hermosas verdades.
No sé explicar por qué soy católico, pero ahora que lo soy no podría imaginarme de otra manera.
Estoy orgulloso de verme atado por dogmas anticuados y esclavizado por credos profundos (como suelen repetir mis amigos periodistas con tanta frecuencia), pues sé muy bien que son los credos heréticos los que han muerto, y que solo el dogma razonable vive lo bastante para que se le llame anticuado. _________________ Amar es decir al otro: "Tu no moriras"
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Tomás Bertrán Mercader Veterano
Registrado: 01 Oct 2005 Mensajes: 1503 Ubicación: España
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Publicado:
Vie Mar 24, 2006 10:05 pm Asunto:
Tema: Chesterton y la IC |
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Carlos, y sigo: Copio de http://www.alameda.edu.es/documentacion/articulo.asp?id=37
“La obra de Chesterton es vastísima y no encierra una sola página que no ofrezca una felicidad”, escribió de él Jorge Luis Borges. Chesterton escribió especialmente para el hombre de la calle, repitiendo con lenguaje claro sus mensajes sencillos y valiosos. Por eso, Ezra Pound dijo que “Chesterton es la muchedumbre” y acertó: Gilbert K. es efectivamente el hombre común de carne y hueso dispuesto a pasarlo bien sacando el máximo partido a todo lo que Dios le ha dado, y que empieza por ser agradecido. Por eso consideraba la familia “un fantástico cuento de hadas”, como había aprendido y vivido intensamente en el hogar de sus padres: algo unido inseparablemente a la libertad y a la felicidad de este mundo. “La familia es la piedra de toque de la libertad” (1919). El enemigo del amor y la familia es uno mismo. El hogar estaba ya siendo empezado a ser devorado por la jungla: la sociedad de consumo y sus monstruos educados y refinados.
Y como era consciente de que ya entonces, a principios del siglo XX, comenzaba a decaer la institución familiar, sacó su bandera y se lanzó al contraataque sin dudar que era la defensa de una gran causa: “Luchamos por el brazo largo del honor y del recuerdo; por todo lo que puede levantar a un ser humano por encima de las arenas movedizas de sus propios estados emotivos, y darle el dominio sobre el tiempo pasajero”. ¡Qué hermoso es contemplar a un héroe tan admirado, tan clásico y tan genial como Ulises, que no deseaba otra cosa que volver a su mujer y a su hogar! No conozco mejor odisea que ésta.
Este gran amante de la familia no pudo tener hijos con su mujer Frances Blogg, pero tuvo sobrinos a montones –como los vástagos de Hilaire Belloc--, que le llamaban tío Gilbert y que le adoraban. Los hijos de sus amigos disfrutaban lo indecible con las inolvidables sesiones de marionetas que él les organizaba inventándolo todo, desde las figuras de escayola pintada hasta los diálogos y las historias, en las que, por definición, el héroe vencía siempre al villano con la alianza de hadas y gnomos y se ganaba el favor de la princesa rubia o pelirroja. Y les organizaba sesiones de marionetas, que él mismo les fabricaba y en las que él participaba como uno más. Porque sentían adoración por los niños y profunda admiración por la inocencia infantil. Ni en medio de sus más enconadas polémicas periodísticas consiguió hacerse un solo enemigo. Probablemente porque estaba convencido de que “tenemos que mirar a los seres humanos en una cierta luz para amarlos a todos; y los más agnósticos de entre nosotros sabemos que esa luz no es exactamente idéntica a la luz del día ordinario”. Y para demostrarlo nos ha dejado más de cien libros como herencia intelectual, recogidos en 37 volúmenes que componen sus “Obras Completas”.
En su conversión a la Iglesia Católica se sintió como alguien que finalmente vuelve a su casa, “la casa del hombre”, como él mismo la llamaba. Fue en 1922, tras un largo proceso interior. “Convertirse al catolicismo no es abandonar el pensamiento, sino aprender a pensar”, dijo entonces, advirtiendo casi con consternación la inmensa dimensión de la libertad. Esa misma tarde, que pasaron en alegre tertulia, Chesterton compuso un soneto sobre su conversión (“Tras un momento, la cabeza inclino – Da un vuelco el mundo entero y se endereza…”), cuyo último verso era: “Pues Lázaro es mi nombre, y ahora vivo”. Su soledad como corredor de fondo durante 48 años había concluido. Pero durante ese largo trayecto aflora con nitidez su recorrido vital interior, a la hora de juzgar a algunos de los personajes sobre los que escribió, que fueron muchos. Se observa su creciente rebeldía contra lo que Chesterton considera “el mayor pecado”: vivir contento sin Dios, no sentir la necesidad de darle gracias, acostumbrarse a un bienestar material sin fin que anule todo esfuerzo por responder a las exigencias más profundas del ser. Quien no cree en Dios, creerá en cualquier cosa.
Y como consecuencia de esos dos puntos de partida, repartía optimismo y sentido común, “esa rama extinta de la psicología”, como la llamaba. Para C.S. Lewis, Chesterton “tenía más sentido común que todos los escritores modernos juntos”. Y jugando y haciendo arte con las palabras, conseguía iluminar lo ordinario y descubrir en todo lo trivial una cierta eternidad. “Veía por primera vez en las cosas lo que nadie había visto en las noventa y nueve veces anteriores”, confiesa Ronald Knox. Era su ley, escrita en los libros de la vida, palpitante, llena de una inmensa simpatía por el hombre. Todos los hombres deberíamos creer en los cuentos de hadas, “que es el reino luminoso del sentido común”: así habría menos pesimistas; o seríamos más realistas, lo que no deja de ser una paradoja. Y es que, como él se dio cuenta, la alegría –que era la publicidad del pagano--, es el gigantesco secreto del cristiano. Los falsos profetas están equivocados. El tiempo probará la verdad. _________________ NO SOY VETERANO

TODO POR JESUS Y MARIA. |
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