Javi Becerra Asiduo
Registrado: 01 Mar 2006 Mensajes: 210
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Publicado:
Sab Mar 25, 2006 5:59 pm Asunto:
Riquezas y fe
Tema: Riquezas y fe |
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Estas cosas que escribo no deben entenderse como un reproche. Las escribo tanto para los foreros como para mí, tan necesitado o más de conversión que nadie respecto de estas cosas. Valgan también como el inicio del diálogo.
¿Se puede ser rico y cristiano? Realmente es una pregunta planteada en unos términos lamentables. Habría que definir un concepto tan amplio y confuso como “rico”. No es fácil. Posee multitud de matices que pueden desviar la vista y entretener el debate hasta lo indecible si se usa de forma equívoca. Lo mismo puede ocurrir con “cristiano”. Si se asume como lo cristiano la profesión de una fe o la asunción de una determinada moralidad, se nos quedaría corta la descripción. La fe es un amor y esto es lo que define al hombre y a su fe: lo que ama. Cierto es que es necesaria una determinada moralidad, pero en esto no se agota el ser cristiano.
El cristiano no puede entenderse a solas. Forma parte de un Pueblo por filiación y de un mundo por residencia y envío. Las cuestiones referidas a su fe, y a su amor, no quedan por tanto relegadas al ámbito insuficiente de la individualidad: o se viven con sentido de comunidad o se han malentendido. Este es uno de los sentidos del Padre Nuestro: nos vincula a los demás desde la vivencia de Dios como un Padre que no lo es sólo del individuo sino de todos a la vez. Es en esta necesaria comprensión de la fe desde donde surge la pregunta por el modo en que se actúa y se interactúa con los demás. Es desde esta perspectiva desde la que se nos plantea la disyuntiva de decidir cómo vamos a vivir la fe.
Hay pobres. Es un hecho. Y hay muchos. Que haya pobres es un desgarro de los planes de Dios. Dios no lo desea. Dios no lo quiere. Por eso se nos insta a trabajar por el Reino y por su justicia. Esta es la Buena Noticia: que el Reino está entre nosotros. Jesús ha venido a anunciar a los pobres la Buena Nueva, ha sido enviado a proclamar la liberación a los cautivos y para conceder la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos (Lc 4, 1 . Y trató de hacernos ver cómo se construye. Y para ello, las Bienaventuranzas. Y los discursos. Y su vida. Y todo esto entendido globalmente nos sitúa en un modo concreto de hacer las cosas por el Reino y, tal y como ocurrió con Él, por los demás. Hasta tal punto es así que nos invitó a amar, no de cualquier modo, sino como Él nos ha amado (Jn 13, 34). No de cualquier modo, como Él. De esta manera puede afirmar el evangelista: quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (1 Jn 4, 20). Así, en la fe no se trata de no hacer mal, sino de hacer lo bueno y de hacerlo en la misma línea en que se nos ha invitado a hacerlo. Esta es la vía de construcción del Reino y del testimonio de la fe. No hay otra. Y ¿cuál es esa manera?
Ningún evangelista cuenta que Jesús diera limosna. Pudiera parecer una contradicción, pero no lo es. Él se entrega a sí mismo. Esto es mayor que cualquier limosna. Él se encarnó, se abajó, y esto, amén de las crípticas y eternas discusiones ontológicas sobre el misterio, también nos señala el modo de hacer las cosas: hacerlas por y con los hermanos. Se nos insta a hacer lo mismo: nuestra propia kénosis.
Unamos ahora todas estas perspectivas: Dios nos constituye como un “nosotros” y nos insta desde la fe a amar como Él lo hizo, que es dándose, y a entregarnos desde el abajamiento necesario para la imitación de Jesús. ¿Podría yo considerar siquiera que puedo permitirme vivir mi fe entre riquezas si entiendo que éstas son, por un lado, fruto de un sistema de cosas que provoca que existan hermanos míos pasando necesidad y, por otro, sabiendo que no es el modo en que vivió Jesús ni la manera en que se dispuso a entregarse a los demás y que es la manera en que hemos sido amados?
Paz y bien. _________________ Si doy pan a un pobre me llaman santo. Si pregunto por qué no tiene pan me llaman comunista (P. Casaldáliga). |
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