María, Madre de los hijos de Dios dispersos

[Orpam Saretnoc Laverz]

Amigos foreros, a todos y a cada uno de los más de 500 que tengo anotados, con algunos en relación personal más de una vez. Rezo por vosotros ¿os acordaréis de mí? Así lo espero amigos del alma.

Revisando unos temas marianos encuentro esto que creo urgente hoy, acudiendo a la Virgen, Madre de Dios, de la Iglesia, madre nuestra. ¡A ver si nos ayuda a amarla!

"A la luz del misterio pascual de Cristo, María, la Madre de Jesús, se convierte en la personificación de la nueva Jerusalén o la Hija de Sión. En el lenguaje bíblico judaico, Jerusalén a menudo está representada con la imagen de una “Mujer”. Así se explica porque en el evangelio de Juan, tanto en el episodio de las bodas de Caná (cf. 2,1-11) como en la escena debajo de la Cruz (cf. Jn 19,25-27), Jesús se dirige a su Madre con el apelativo de “Mujer” (2,4; 19,26) en lugar de su nombre propio “María” o con el título de “Madre”.

En el Antiguo Testamento Jerusalén era considerada la madre universal de los dispersos, reunidos en el Templo que surgía en el seno de sus muros.

Con el Nuevo Testamento tiene lugar una transposición de imagen, de Jerusalén a la Madre de Jesús. María se convierte en la Madre universal de los hijos de Dios dispersos, unificados en el Templo de la persona de Cristo, que en su seno materno ella revistió de la carne humana.
Por boca del profeta, dice el Señor a los dispersos de regreso del exilio:

“Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré y por Jerusalén seréis consolados” (Is 66,13). Hoy la nueva Jerusalén es la Iglesia de Cristo, de la que María es “Madre”. Como tal, la Virgen nos exhorta a la obediencia del Evangelio: “Haced lo que él os diga” (Jn 2,5). En ella se refleja el rostro materno de Dios.

En el Calvario, cuando dice: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26), Jesús revela en María a la Hija de Sión de los tiempos escatológicos, la nueva Jerusalén Madre, es decir, la Iglesia Madre. En esta familia están convocados a la unidad los hijos de Dios dispersos (cf. Jn 11,52), o sea, todos los hombres a los que se dirige la llamada a la fe en Cristo, Salvador del mundo (cf. Jn 4,42; 1 Jn 4,14)".

Con cariño os envío esto.
Orpam Saretnoc Laverz