Chemasds Nuevo
Registrado: 05 Ene 2008 Mensajes: 10 Ubicación: Madrid España
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Publicado:
Jue Nov 06, 2008 11:34 am Asunto:
Oración con la Palabra y la Eucaristía ...Sanación...
Tema: Oración con la Palabra y la Eucaristía ...Sanación... |
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El pan de la Palabra y la Eucaristía para el enfermo
El más importante de los servicio y que concierne a todos, sacerdotes y laicos, en la Iglesia es el servicio de los pobres. El evangelista Juan, escribe en su primera carta: "En esto hemos conocido el amor: en que Él entregó su vida por nosotros. Por eso, también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. Si alguien vive en abundancia, y viendo a su hermano en la necesidad, le cierra el corazón y le cierra su corazón, ¿cómo permanece en él el amor de Dios ? Hijitos míos, no amemos solamente con la lengua, sino con obras y de verdad" (1 Jn 3, 16-1 . Se trata de algo que, en el pensamiento de san Juan, constituye un aspecto esencial del misterio eucarístico.
Podemos comprender el porqué profundo de todo esto con un simple razonamiento teológico. Jesucristo, cuyo cuerpo y sangre es consagrado, que recibimos y adoramos es «verdadero Dios y verdadero hombre». Pero ¿de que forma y con que gestos proclamamos nuestra fe en Jesús como «verdadero hombre»? precisamente con el servicio a los pobres y a los que sufren. Esto es expresado claramente en Mt 25, 35-ss. "porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; preso, y me vinieron a ver...".
En el pobre y en el enfermos no se tiene el mismo género de presencia de Cristo que tenemos bajo las especies de Pan y Vino, pero se trata de una presencia real, es decir verdadera porque Jesús se ha identificado con ellos. Jesús «instituyó» este signo del mismo modo que instituyó la eucaristía. Podríamos decir que en el pobre se tiene presencia de Cristo pasiva, no activa. El pobre, en efecto, no siempre y no necesariamente contiene dentro de sí a Cristo ni lo trasmite automáticamente a quien lo acoge, como sucede en cambio con las especies eucarísticas, que por si mismas producen la gracia contenida en ella; pero sin embargo, no recibe plenamente a Cristo quien no esta dispuesto a recibir al pobre con quien él se ha identificado.
Durante su última enfermedad, Blas Pascal, el gran filósofo y creyente, no pudiendo recibir el viático porque no era capaz de retener nada en su cuerpo, pidió que llevasen a un pobre a su habitación para que «no pudiendo comulgar con la Cabeza, pudiera al menos comulgar con su cuerpo». San León Magno decía que, después de la ascensión de Jesús al cielo, «todas las cosas referentes a nuestro Redentor, que antes eran visibles, han pasado a ser ritos sacramentales». Este principio -que para san León se aplica a los sacramentos y a los ministerios de la Iglesia, comprendido también su ministerio pontificio- se aplica también, en otro sentido, a los pobres y a todos aquellos que Jesús llama «sus hermanos más pequeños» (Mt 25,40). Con la ascensión, aquello que había de humanamente visible en Cristo ha pasado a los pobres y a los que sufren, que son su representación viva. En efecto, si en virtud del hecho de la encarnación todo hombre ha sido asumido, de algún modo, por el Verbo -como los padres de la Iglesia gustaban decir-, en virtud del modo con que la encarnación ha tenido lugar, es el pobre, el que sufre y el desvalido quien es asumido de forma muy particular por el Verbo. La encarnación nos dice que el Verbo se ha hecho «hombre», pero el misterio pascual nos dice también «qué tipo de hombre» se ha hecho el Verbo: un hombre indefenso, condenado y crucificado. San Juan Crisóstomo, en un texto justamente famoso, ha puesto de manifiesto esta íntima vinculación que existe entre el Jesús presente en el altar y el Jesús presente en el pobre: «¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? -escribe- No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez...
La Iglesia ha venerado siempre la Sagrada Escritura al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de la distribución a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo....(Cf. D.V; Cap. VI). Por ello lo que decimos de la Sagrada Eucaristía debemos decir también de la Palabra de Dios.
1) Sintesis tomada de:Raniero Cantalamessa; La Eucaristía, nuestra santificación;Cap. VI; pags. 95-100; Edit Edicep; España; Año 2000. _________________ Es importante conocer, compartir experiencias de Fe y de esperanza. |
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