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tengo una pregunta

 
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Autor Mensaje
Rosa Maria Ramirez
Esporádico


Registrado: 29 Sep 2008
Mensajes: 76

MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 9:25 pm    Asunto: tengo una pregunta
Tema: tengo una pregunta
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una ves alguien me pregunto porque si cuando Juan bautizo a jesus bajo el espiritu santo y dijo este es mi hijo amado mas adelante juan manda a preguntar a jesus con sus dicipulos si el es el mesias
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Rosa Maria
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Diego Tobar Salinas
Esporádico


Registrado: 30 Jun 2008
Mensajes: 86

MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 11:18 pm    Asunto:
Tema: tengo una pregunta
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Estimada Rosa:

Juan sabía que Jesús era Dios. De hecho, él mismo lo presentó. Lo más seguro (me lo dijo el párroco de mi parroquia) es que Juan quería que sus discípulos se informaran de primera fuente (Jesús) que él era el mesías. Entonces ellos conocerían la verdad, al igual que Juan lo sabía.

Que Dios te bendiga

Diego.
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La vida es para buscar a Dios, la muerte para encontrarlo y la eternidad para poseerlo

San Alberto Hurtado
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Rosa Maria Ramirez
Esporádico


Registrado: 29 Sep 2008
Mensajes: 76

MensajePublicado: Dom Dic 07, 2008 11:34 pm    Asunto: muchas gracias
Tema: tengo una pregunta
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muchas gracias por tu respuesta Diego
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Rosa Maria
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javi27
Veterano


Registrado: 03 Feb 2007
Mensajes: 9170
Ubicación: en el Sagrado Corazón de Jesús

MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 1:37 am    Asunto:
Tema: tengo una pregunta
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Segun los momentos que aparentan darse en el Evangelio, Juan no habia visto todavia los signos mesianicos (o al menos los suficientes) como para tener la certeza que Jesus era el Mesias. Por ello, cuando Juan manda a sus discipulos a preguntarle a Jesus, los discipulos preguntan "eres tú el que debia venir, o debemos esperar a otro?". Con lo que la respuesta de Jesus es clara: les pide que le cuenten a Juan, todos los signos propios del Mesías. Esto nos da a entender que Juan no estaba enterado aun de las obras de Jesus y la respuesta a su pregunta fueron las obras de Jesus, como signos de su mesianismo.

Dios te bendiga.-
_________________

"Yo también le prometo, ya aquí en la tierra, victoria sobre sus enemigos,
pero especialmente en la hora de la muerte.
Yo, el Señor, la defenderé como a Mi propia Gloria".†
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pelicano
Moderador
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Registrado: 11 Abr 2007
Mensajes: 4019
Ubicación: Tierra Santa

MensajePublicado: Lun Dic 08, 2008 2:27 pm    Asunto: Re: tengo una pregunta
Tema: tengo una pregunta
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Rosa Maria Ramirez escribió:
una ves alguien me pregunto porque si cuando Juan bautizo a jesus bajo el espiritu santo y dijo este es mi hijo amado mas adelante juan manda a preguntar a jesus con sus dicipulos si el es el mesias


¡Virgo parens Christi Benedicta!

Aqui hay dos partes muy distintas: el relato de la embajada de los discípulos de Juan Bautista (vv. 2-6) y el elogio de este último por el mismo Cristo (vv.7-10).

a) La embajada de los discípulos del Bautista lleva el encargo de investigar si Cristo es realmente "el que tiene que venir". Hay que comprender esta última expresión en el sentido que le da Juan Bautista. Está tomada de Is 40, 10 (pasaje que el Precursor conoce bien, puesto que cita ya el v. 3 en Mt 3, 3), en donde la venida del Mesías va acompañada de fuerza y de violencia. Ahora bien, para Juan Bautista no hay lugar a duda de que el Mesías que él anuncia será particularmente violento (Mt 3, 11). El Mesías, en efecto, debe hacer su aparición dentro del aparato terrible de un día de Yahvé.

Pues bien, Cristo desmiente esa espera poniendo de relieve que sus obras mesiánicas están todas ellas hechas de dulzura y de salvación: en lugar de juzgar y de condenar, cura y libera.

Aunque, por otro lado, en todo eso no hay nada que no esté previsto por la Escrituras y esté en conformidad igualmente con la esperanza mesiánica (cf. Is 61, 1; 35, 5-Cool. Pero hay dos conceptos opuestos del mesianismo que en aquella época se repartían al pueblo elegido: los unos esperaban los últimos tiempos como tiempos de poder y de violencia; los otros, como tiempos de liberación y de felicidad. Oponiéndose a los discípulos de Juan, Cristo revela un estilo de vida que constituye un problema para ellos y que no dejará de producir escándalo hasta tanto no se penetre en el misterio del Hombre-Dios sobre la cruz. Eso es precisamente el alcance del v. 6 (cf. Mt 13, 54-57; 16, 20-23; 26, 31-33, y , sobre todo, 1 Cor 1, 17; 2, 5). Si se produce el escándalo a causa de Cristo, aun comprendiendo que da cumplimiento a tal o cual profecía, es porque en El se ha producido algo inesperado, algo que ninguna profecía podía prever: el misterio del Hombre-Dios.

b) Ni el mismo Juan Bautista ha podido prever este aspecto inesperado de la personalidad de Cristo. Y precisamente Jesús consagra su elogio del Precursor a demostrarlo.

Para preparar a su auditorio a la idea de que el Bautista es un profeta, Jesús utiliza una serie de imágenes: el contraste entre gentes bien vestidas y el hombre vestido de pelos de camello (Mt 3, 4; 2 Re 1-Cool, entre el profeta que no tiembla y la caña frágil (Jer 1, 17-19). Juan es incluso más que un profeta: es el mayor de los profetas: citando Mal 3,1 y Ex 23, 20, Jesús define, en efecto, la misión del precursor como la de un servidor que conduce al pueblo de Dios hacia la tierra tanto tiempo prometida. Y, sin embargo (v. 11), Juan es el personaje más pequeño del reino. Esta observación es capital para la comprensión del verdadero alcance del Evangelio. Juan es el mayor del Antiguo Testamento, pero, en cuanto tal, se mueve aún dentro de una interpretación demasiado humana y demasiado específicamente judía de las profecías. Por eso es el más pequeño en el reino: le falta, en efecto, la inteligencia del estilo absolutamente inesperado que Cristo introduce con su existencia de Hombre-Dios.

Las dos partes del Evangelio, por tanto, se complementan: no basta con comprender que Cristo y su Precursor dan cumplimiento a las Escrituras, ni con definirlas partiendo de las profecías antiguas. Y se es el más pequeño en el Reino cuando uno se detiene ahí, sin llegar a penetrar en el misterio de la personalidad de Cristo. Este no es tan solo el final de una cadena de pobres espirituales, de la que Juan sería el penúltimo eslabón (vv. 8-9); Jesús es "ontológicamente" pobre por su obediencia humana y divina al Padre, y su pobreza hasta la cruz no es más que la repercusión terrestre de su situación eterna de absoluta dependencia de Hijo respecto al Padre.

Después de Cristo, los hombres pueden alcanzar esa pobreza de los hijos de Dios merced a su dependencia del Padre, y la Eucaristía que celebran, proponiéndoles que se dejen guiar por la iniciativa del Padre, les capacita para esa aventura.

Juan, el gran profeta, estando en la cárcel, entró en crisis, como si también se pusiera nervioso. ¿Qué pasa con el Mesías? ¿Será el que yo bauticé en el Jordán? Pero no parece dar señales. Todo sigue igual. No hay manifestaciones gloriosas, ni castigos ejemplares. Ni siquiera mueve un dedo para sacarme de la cárcel.

La respuesta de Jesús es convincente. Le explica las señales del Reino, como anunciaron los profetas. Ya han empezado a cumplirse. Pero de otra manera a como espera Juan: el Reino es una semilla pequeña, un fermento escondido. El Mesías actúa desde dentro.

Esta respuesta fue un rayo de luz en la noche de Juan. El estaba acostumbrado a interpretar los signos desde el seno de su madre o en el Jordán. Sentía enseguida la presencia de lo divino. Jesús hará de él cumplido elogio. Y lo mejor que hizo fue callar a tiempo, para que hablara la Palabra.

Y no extrañarse que también nosotros podamos dudar sobre la presencia de Dios en nuestra vida o de Cristo en la Iglesia. Habrá que orar, dialogar y estar atentos a los signos.

El reino de los cielos es ya una realidad en nuestro mundo.Este reino no destruye el mundo, sino repara lo desajustado en él existente.

Síntomas de este desajuste son la enfermedad y la marginación de los pobres. La primera es un misterio; la segunda, una injusticia intolerable. La enfermedad debe ser combatida como desajuste y aceptada como misterio; la marginación de los pobres debe sólo ser combatida, nunca aceptada.

A pesar de todo hay que seguir afirmando la realidad del reino de los cielos en nuestro mundo. Mucho, sin embargo, nos queda aún por aprender del mensajero, Juan. Existente entre nosotros demasiado arribismo y búsqueda del sol que más calienta; existe demasiado despilfarro. Entereza y austeridad: dos grandes olvidadas.

¡Que Dios les Bendiga!
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APOSTOLES DE LA VERDAD.
APOLOGETICA UNIVERSAL
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