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San Juan María Bautista Vianney
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Scarlett*
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Registrado: 21 Nov 2007
Mensajes: 1623

MensajePublicado: Dom Ene 04, 2009 7:23 pm    Asunto: San Juan María Bautista Vianney
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Paz y bien a todos en éste foro, al cual me integro con la vida de un Santo que me ha elegido para ser mi amigo:
San José María Bautista Vianney, el Cura de Ars.

Un santo del cual no conosco prácticamente nada. Como un amigo que me invita a conocerlo y através de él, conocer a los párrocos que realizan tan bella labor en el Reino de Cristo.

También y como correspondencia a su amistad, se me pide ore por los sacerdotes.

Acostumbro compartir a mis amigos con aquellos que quiero. Y sucede que quiero a la Familia Catholic.net de la cual soy una parte. Asi pues, los invito a conocer junto conmigo a éste Santo amigo.

Si alguien conoce más de su vida, con gusto me encantaría me lo hagan conocer. Es muy bello descubrir nuevos amigos. Y si son celestiales, mejor. ¿no?

Empezaré con una pequeña introducción, como cuando se nos presenta a alguien con quien sentimos afinicidad, esperando ir poco a poco descubriendo la belleza que encierra la persona a la que se nos presenta.

¿Quieren ir conociéndolo junto conmigo?

Quienes me conocen, saben que acostumbro introducir mis experiencias, mis sentimientos; asi pues, intentaré ir compartiéndoles las experiencias que éste santo amigo me vaya comunicando.
Cita:
INTRODUCCION

En el siglo pasado, Ars, una pequeña villa francesa fue por muchos años el hogar de la vida religiosa de todo el país. Entre el año de 1818 y el 1859, su nombre estuvo en los labios de miles de personas, y tan grande era la afluencia de peregrinos, que la compañía de trenes que servía el distrito, tuvo que abrir una oficina especial en la ciudad de Lyons, para poder lidiar con el tráfico entre esta gran ciudad y el pequeño pueblo de Ars. ¿El causante de todo esto?, un sencillo y sin embargo incomparable sacerdote, de quien hablaremos brevemente en esta historia: San Juan Bautista Vianney.

Nació cerca de Lyon el año 1786. Tuvo que superar muchas dificultades para llegar por fin a ordenarse sacerdote. Se le confió la parroquia de Ars, en la diócesis de Belley, y el santo, con una activa predicación, con la mortificación, la oración y la caridad, la gobernó, y promovió de un modo admirable su adelanto espiritual. Estaba dotado de unas cualidades extraordinarias como confesor, lo cual hacía que los fieles acudiesen a él de todas partes, para escuchar sus santos consejos. Murió el año 1859.


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clauabru
Moderador
Moderador


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Ubicación: Buenos Aires, Argentina

MensajePublicado: Dom Ene 04, 2009 7:36 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

¡Qué bueno Scarlett que abriste este tema! te invito a vos y a los foristas que no lo han hecho a que lean algunas anécdotas del santo Cura de Ars que están publicadas en este mismo subforo,

http://foros.catholic.net/viewtopic.php?t=23690&highlight

Saludos Smile

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¿Rezás el rosario todos los días, querés hacerlo? Smile
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luxose
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Mensajes: 510
Ubicación: Valdivia, Chile

MensajePublicado: Lun Ene 05, 2009 3:24 am    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Yo lei un libro hace tiempo de la vida de san Juan María Bautista Vianney, realmente impresionante, muy semejante a la vida del P. Pío de Pietrelcina, claro que no era estigmatizado, pero pasaba 16 horas al día por 30 años en el confesionario.

Aquí dejo más material:

http://www.corazones.org/santos/juan_vianney.htm


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¡Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra!

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Scarlett*
Veterano


Registrado: 21 Nov 2007
Mensajes: 1623

MensajePublicado: Lun Ene 05, 2009 5:13 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Paz y bien a todos:

Muchas gracias por los links, Claubru y luxose. Reallmente espero ir conociendo a éste santo. Me encantaron las anécdotas que nos comparte Leandro. Considero que para conocer a un amigo puedo empezar por saber donde y cómo nació. Conocer su infancia, su adolescencia.
También su forma de pensar y éso se logra através de sus escritos.

Me entusiasma la idea de ir descubriendo cada una de éstas facetas del Cura de Ars!!!!

Empezaré por comentarles un hecho muy bello:

Dios envia a sus mensajeros a todas partes. Depende de cada quien escuchar el llamado o no.

Pues bien, la familia Vianney era una familia de raices cristianas. Sin duda alguna ambos padres y los niños pasaban días arduos en los campos y viñedos, pero la conciencia de que por varios siglos esta tierra había pertenecido a los Vianneys , inspiraba a la familia con un legítimo orgullo y disfrutaban de la estima de todos aquellos que les conocían.

Durante el reinado de Luis XVI (rey depuesto en la Revolución Francesa) se incrementó el descontento entre el pueblo francés; descontento iniciado en el reinado de Luis XV con sus famosas amantes y su vida de despilfarro.
Luis XVI era casi un adolescente al subir al trono y no tuvo ni la sabiduría ni la energía suficientes para hacerse cargo de un pueblo tan necesitado.

La revolución francesa se incubó muchos años antes de su desenlace.

En éste marco,Dios envió a muchos hombres santos, se dieron varias visitas de la Virgen según sabemos.

Uno de éstos hombres santos era San Benito Labré, el patrono de los mendigos. El relato de su visita a Dardilly, el pueblo donde vivian los Vianney, es el siguiente:

Cita:
La casa del labrador Pedro Vianney, en Dardilly, pueblecito de las cercanías de Lyon, había hospedado una noche a un misterioso viajero, que cuando se disponía a partir, no sabiendo cómo agradecer el favor, pagó con una bendición. Era la bendición de un santo: San Benito José Labre. Pocos años después (en 1786) nació en aquella casa —por cierto cristianísima— el que había de ser el famoso «Cura de Ars». —


Pedro Vianney era seguramente el abuelo del Santo Cura de Ars y dueño de una finca de viñedos.
Al casarse su hijo Matthieu Vianney lo hizo con Marie Beluze, nativa del pueblo de Ecully, heredó la finca y nació José María en quien se haría realidad la bendición de San Benito José Labre para la familia:
el niño tuvo desde siempre vocación religiosa hasta llegar a ser párroco y confesor como veremos después y finalmente el Patrono de los párrocos debido a su misericordia y a los dones que Dios le concedió.

Continuaremos con su bella historia. Espero les emocione como a mí.

Les comparto dos imágenes por demás elocuentes:
Dos parejas de esposos: Luis XVI y Maria Antonieta, reyes.
Mattheiu Vianney y Mare Belouz, labradores.
Ambas parejas se amaban como esposos
Ambas parejas tuvieron hijos a los que amaban.
Ambas parejas eran buenas personas; de hecho, Maria Antonieta era famosa por sus obras de misericordia, por despreciar la vida monárquica, pero terminó por consentirse demasiado a sí misma: Luis XVI era una buena persona, pero influenciable y sin carácter.

Sin embargo, mientras los Vianney tomaron el camino del trabajo y servicio a los demás, Luis XVI y Maria Antonieta terminaron eligiendo el camino del lujo y el derroche.

El resultado no se puede dejar de mirar:
El matrimonio Vianney- Belouz tuieron 8 hijos, gente trabajadora y respetada, de los cuales nació un santo.
Luis XVI-Maria Antonieta murieron decapitados por el pueblo, despreciados, su hijo muerto en prisión a sus escasos 8 años y su hija Maria Teresa en el destierro
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Scarlett*
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MensajePublicado: Vie Ene 09, 2009 10:51 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Paz y bien, chicos del foro:

Empiezo con la biografía del Santo Cura de Ars. Ya vimos el contexto en que se dió su nacimiento.
Su familia fué bendecida por un santo y ésa bendición recayó en forma de un humilde sacerdote, nacido de ésa familia.

Tan humilde que es conocido ahora como el Patrono de los sacerdotes, dado su ejemplar vida.

Veamos entonces su historia:

NFANCIA:


San Juan María Vianney nació el 8 de Mayo de 1786 y fue Bautizado el mismo día. Era el cuarto de ocho hermanos. Como muchos otros santos, nuestro santo disfrutó de la preciosa ventaja de haber nacido de padres verdaderamente cristianos.

Su padre era el dueño de una finca y su madre era nativa del pueblo de Ecully, el cual como Dardilly, el lugar donde nació el santo, estaban cerca de la ciudad de Lyons.

Sería un error contemplar a la familia Vianney como ignorantes . Sin duda alguna ambos padres y los niños pasaban días arduos en los campos y viñedos, pero la conciencia de que por varios siglos esta tierra había pertenecido a los Vianneys , inspiraba a la familia con un legítimo orgullo y disfrutaban de la estima de todos aquellos que les conocían.


Desde muy niño sus padres lo llevaban a los campos, donde aprendió a ser pastor y, cuando era mayorcito se iba a cuidar los rebaños. El campo era su lugar preferido, las flores, los árboles, toda la naturaleza le hablaba de Dios, en quien encontraba el descanso de su corazón.

Con frecuencia se iba bajo la sombra de un árbol grande y allí, hacía como un pequeño altar donde ponía la imagen de la Virgen Santísima, que siempre llevaba y llevaría toda su vida junto a él; y a los pies de la Madre, descargaba su corazón con la confianza de un niño pequeño.

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Scarlett*
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MensajePublicado: Lun Ene 12, 2009 6:58 am    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Paz y bien, chicos del foro:

Continuo con la biografía del Santo Cura de Ars, Juan María Bautista Vianney Belouz:

En otras ocasiones llamaría a sus otros compañeros pastores y les compartiría las cosas del Señor que aprendía de su mamá, siendo éstas sus primeras clases de catecismo que luego, diariamente compartiría con los habitantes de Ars, siendo este uno de sus mas grandes ministerios como sacerdote.

Tenía la costumbre de hacer la señal de la cruz, cada vez que sonaba el reloj.

Francia en esta época de 1790, estaba pasando una gran crisis -La Revolución Francesa- que con el pretexto de implantar "Libertad, igualdad y fraternidad" desató una masiva persecución que llevó a la guillotina a muchos hombres y mujeres, incluyendo a muchos sacerdotes y religiosas.

Los sacerdotes tenían que disfrazarse, cambiando constantemente de domicilio, para poder ministrar al pueblo de Dios, que permanecía fiel. Entre estos sacerdotes se encuentran dos que serán muy importantes en la vocación de San Juan: el Padre Balley y el Padre Groboz, quienes trabajaban ambos en Ecculy. Uno hacía de panadero y el otro de cocinero.

Es en este tiempo en el que Juan Bautista hace su Primera Comunión en Ecculy, en la casa de su mamá. Buscando no llamar la atención de las autoridades, trajeron carros de heno y los pusieron frente a las ventanas y comenzaron a descargarlos durante la ceremonia para evitar conflicto.

Juan Bautista tenía 13 años, y aún siendo tan mayorsito lágrimas corrieron por sus mejillas al recibir al Señor, y durante toda su vida hablará siempre de este día y atesoraría el rosario que su madre le regaló en esta ocasión.

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Scarlett*
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MensajePublicado: Jue Ene 15, 2009 1:14 am    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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ESTUDIANTE DE IGLESIA:


Al subir al poder Napoleón Bonaparte, gradualmente, la Iglesia obtuvo cierta libertad.

Por corto tiempo Juan Bautista asistió a una escuela de su pueblo, pero ahora que estaba creciendo, cada vez más los campos exigían de su trabajo. Fue en estas largas horas de faena en las que su convicción de ser sacerdote creció en su mente. Se decía: "Si soy Sacerdote podría ganar muchas almas para Dios", y este pensamiento lo compartía con su madre, en quien encontraba apoyo, pero su padre le dio gran lucha. Tuvieron que pasar dos años para que el padre aceptase las aspiraciones de su hijo de ser sacerdote.

El Arzobispo de Lyons, quien era tío de Napoleón, sabía que su primer deber era buscar candidatos para el sacerdocio y así cada Parroquia fue instruida para que se iniciase una campaña para promover las vocaciones al Sacerdocio. El Padre Balley, quien ahora era el Párroco de Ecculy, abrió en la rectoría una pequeña escuela para formar aquellos jóvenes que sintiesen el llamado de la vocación.

Era la oportunidad para Juan Bautista; podía ir a la escuela del Padre Balley y quedarse en la casa de su tía; hasta su padre vio las ventajas de esta oportunidad y le dio el permiso para irse. Juan Bautista tenía 20 años.

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MensajePublicado: Lun Ene 19, 2009 9:28 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien, chicos del foro:

Hasta aquí he ido descubriendo a un niño bueno, de ésos niños como existen muchos: niños que sueñan, niños que tienen una finalidad.

Me imagino a un muchachillo que mientras cuidaba a sus ovejas como pastor, disfrutando de la tranquilidad del campo, disfrutando la belleza de los prados, de los montes, de las nubes contemplaba la magneficiencia de Dios.

Sentía el amor del Padre hacia nosotros que hace cosas tan maravillosas y que sólo espera lo disfrutemos. Creo que através de ésa grandiosidad que observaba, llegó a él el deseo de servir a ése gran Dios.
¿Y cómo servirlo? tal vez se preguntaría.
Siendo como aquellos que él contemplaba que hacían cosas buenas, aparte de sus padres, claro: dos sacerdotes que influyeron en él no tanto con sus palabras, como con su ejemplo.

Pues bien, a su madre no le fué difícil aceptar su vocación. A su padre sí, porque tal vez soñaba con que su hijo fuera como él y como su familia que por tantos siglos, habían sido labradores y poseedores de tierras.
Sin embargo, finalmente el amor a su hijo venció y aceptó el que José María iniciara sus estudios como sacerdote, dejando el hogar paterno.

Como madre no es fácil aceptar que nuestros hijos tomen su camino. Yo aún no los veo hacerlo, pero he sentido cuando tienen novia, cierto celo. Creo que es normal, porque no es fácil ver que partan. Aún no me llega el momento, así que ahi les platicaré cuando llegue jajajaj.

Lo que sí les diré es que ví lágrimas en los ojos de mi abue, cuando le dije que me iba a casar. Me pregunté porqué sería si yo estaba tan contenta. Ahora lo sé. Supongo que el padre de José María sintió lo mismo, sobre todo porque implicaba el irse a otro lugar y porque un sacerdote no elige en donde vivir, sino que es llevado a donde es necesario.

No es como nosotros que nos casamos y decidimos ir a tal o cual lugar y decidimos ir a ver a nuestros padres tal o cual fecha (si podemos, claro y nuestras posibilidades económicas nos lo permiten cuando estamos lejos) Ellos no. Se entregan a la Iglesia representada por los demás y van a donde son necesarios.

Si a mí como madre, me cuesta pensar que mis hijos van a cambiar de casa o tal vez de estado, para el padre de un sacerdote o una religiosa debe costarles más.

Tal vez por ello me eligió el Santo Cura de Ars para ser mi santo amigo éste año, para ir conocindo através de él a aquellos que renuncian a su familia, a su casa, a su patrimonio por vocación y por amor a Dios y a su prójimo.

Este tema, por supuesto que no puede irse sin comentarios míos acerca del amigo que estoy empezando a conocer.
Y de su familia que aunque en éste caso, sólo aparece hasta sus 20 años influyó mucho en él.
Asi como las familias de muchos sacerdotes, muchos de los cuales toman el camino hacia el seminario muchos años antes que José María.

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Scarlett*
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MensajePublicado: Jue Ene 22, 2009 7:44 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien, chicos del foro:

Les comento algo acerca del porqué llevo éste tema. Fué debido a que el Cura de Ars me eligió como amiga para acompañarme todo éste año.
Ha sido gadual la cosa: Primero, empecé a conocer acerca de la Virgen de mano de Santo Domingo y con ello encontré a mi propia madre y a mí misma; después la Sagrada Familia: José, María y el niño Jesús me tomaron de la mano para conocer a mis propios familiares. Ahora empiezo a conocer a los sacerdotes através de éste santo amigo.

Yo, que tantas dudas acerca de sus carismas y de sus motivaciones tenía.

Prosigo pues, con la biografía de José María Vianney, acompañándolo en sus años de estudiante o aspirante a seminarista. No fueron fáciles sus estudios según nos relatan:

Cita:

Muchos dicen que era torpe, para no decir estúpido. Sin embargo no puede haber algo mas lejos de la realidad. Su juicio nunca estuvo errado, pero su memoria era pobre. El mismo decía : "Que no podía guardar nada en su mala cabeza".

Al ver que le era tan difícil retener especialmente la gramática del Latín, en un momento de desesperación casi se regresa a su casa, pero felizmente el Padre Balley captó el peligro en el que se hallaba su estudiante, y le pidió hiciese un peregrinaje al Santuario de San Francisco Regis, en Louvesc. El peregrinaje logró un cambio en él , lo que hizo que su progreso fuese por lo menos lo suficiente para salvarlo del sentimiento de desaliento que casi logra apartarlo de sus estudios


¿Cuántos grandes santos no fueron llamados tontos o cuántos grandes hombres no fueron llamados así?

Esto nos demuestra que los caminos de Dios no son siempre los nuestros. A éste respecto, recuerdo que leí un comentario acerca de que el Cura de Ars no era un patrono muy adecuado para los sacerdotes, porque era demasiado humilde. Decía éste "comentario" que los Obispos estarían deseosos de tener muchos curas como éste.

Dios ensalza a los humildes, ¿no?

Gracias a Dios, José María escuchó el llamado del Padre Balley y prosiguió en su camino.
No soy ni sacerdote, ni seminarista, tampoco religiosa; asi que no puedo decir cómo es sentirse de pronto, inadecuado para ése papel.
Tal vez ni siquiera pueda entender lo que es sentirse inadecuado para cualquier papel, porque Dios me ha conducido siempre por caminos accesibles para mí.

Doble mérito para éste Santo.

Esto me lleva a una anécdota de mi propia vida, que me acontece actualmente: Asisto a un curso de ANSPAC (una Asociación pro superación personal) En un momento dado, la comunicadora nos comentó que después de tres años se podía ser como ellas. Yo estuve a punto de desistir de asistir, porque no deseo ése papel.

Asisto ahí porque es bueno para mí, porque aprendo, porque tengo con quien compartir aquello de lo que me gusta, pero no deseo ser una de ellas. No me siento inadecuada para hacerlo, pero no quiero hacerlo. No fué mi propósito al entrar. Sólo deseaba seguir aprendiendo mi papel de mujer, de madre y de ser humano.

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Scarlett*
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MensajePublicado: Dom Ene 25, 2009 3:52 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

Continúo con la biografía del Santo Cura de Ars.
Realmente cuando se adentra uno en la vida de un santo, se puede ir viviendo con él y conociéndolo.

Una cosa es segura: ningún santo la ha tenido fácil. El camino de santidad como dice Santa Teresita cuando su padre enfermó gravemente:
"los tres años de martirio de nuestro padre, que lo fueron también para nosotras sus hijas, fueron quizás los más ricos en méritos y los más fructuosos para la eternidad en nuestra vida, y yo no los cambiaría por los éxtasis más sublimes". Así saben sufrir los santos!"

José María debió en su camino hacia el sacerdocio sufrir mucho con su incapacidad para el latín.
Después de ser un niño tan querido y rodeado del afecto familiar, no debió ser fácil.
Seguimos:

Cita:
DESERTOR INVOLUNTARIO:

El apetito de poder de Napoleón era insaciable. Se había lanzado a la conquista de Europa, lo que provocó que muchos muriesen en su ejército. La falta de soldados lo llevó a reclutar más aun y en el 1806 la clase de Juan Bautista fue llamada a enlistarse. Pasaron dos años, pero en el otoño de 1809, Juan Bautista, a pesar de estar exento por ser seminarista, fue llamado para el ejército.

Parece que el nombre de nuestro santo no estaba escrito en las listas oficiales de los estudiantes de la Iglesia que las diócesis proveían a las autoridades. El joven Vianney fue mandado a los regimientos de España. Sus padres trataron de encontrar un substituto y por la suma de 3,000 francos un joven se voluntarizó para ir en su lugar pero se arrepintió al último minuto.

El 26 de Octubre Juan Bautista entró en las barracas de Lyons solo para enfermarse. De aquí lo enviaron al hospital de Roanne donde la enfermera encargada lo ayudó a volver a tener el aspecto de buena salud.

Enero 6, 1810, Juan Bautista dejó el hospital, para encontrarse con la noticia de que su compañía se había marchado hacía mucho tiempo. Solo quedaba el tratar de alcanzarles.

El invierno era recio y una fiebre altísima lo atacó lo que provocó que muy pronto no pudiese seguir avanzando. Entrando, en un cobertizo que le dio cobijo, se sentó sobre su bolsa y comenzó a rezar el Rosario. Dijo tiempo después que "Quizás nunca lo recé con tanta confianza".

De pronto un extraño se le presentó frente a él y le preguntó: "¿qué estás haciendo aquí?". Juan Bautista le contó lo que le había pasado y desde ese momento el extraño cargó su pesada bolsa y le dijo que le siguiese. Llegaron a la casa de un labrador y allí estuvo por varios días hasta que se le pasó la fiebre. Mientras estaba en cama por primera vez pasó por su mente la realidad de que sin haber sido culpa suya, el era ahora un desertor.

Conocía al Mayor Paul Fayot, quién se dedicaba a esconder desertores y acudió a el, pero no tenía lugar y le recomendó quedarse en la casa de su prima Caludine Fayot, una viuda con cuatro niños. Desde ese momento Vianney adoptó el nombre de Jerome Vincent. Bajo ese nombre llegó hasta abrir una escuela para los niños de la villa.

En el 1810 un decreto imperial concedió amnistía a todos los desertores de los años 1806 a 1810. Juan Bautista estaba cubierto por este decreto así que era libre de regresar a casa y terminar sus estudios. La Divina Providencia y la asistencia de la Virgen lo habían salvado.

Su madre murió poco después de esta feliz reunión. Ahora tenía 24 años y el tiempo apremiaba. El 28 de Mayo de 1811 recibió la tonsura. El Padre Balley, viendo esencial que fuese a tomar estudios regulares lo mandó al Seminario Menor de Verrieres. Aquí el joven Vianney sufrió y tuvo gran faena, pero nunca brilló como un filósofo.

De nuevo el Santo Rosario actuando en la vida de un santo, ¿no?
La Virgen siempre cumple su promesa de acudir cuando se le necesita.
"Diosidencias" Laughing

Aquí Napoleón en todo su esplendor.

El que había entrado años antes a Francia como un libertador, se dejó vencer por el orgullo y terminó llevando a su país a la guerra de nuevo, ésta vez intentando conquistar Europa.

A diferencia de nuestro santo, Napoleón intentó conquistar al mundo con las armas y fracasó.
Dios nos envia santos.... y gracias a ello, sigue vivo nuestro mundo.
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MensajePublicado: Mar Ene 27, 2009 8:10 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

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DIFICULTAD CON LOS ESTUDIOS

En Octubre 1813, entró en el Seminario Mayor de Lyons. Su inadecuado conocimiento del latín le hizo imposible captar lo que los profesores decían o responder a las preguntas que le eran hechas. Al final de su primer término le pidieron que se marchara, y su dolor y desaliento eran inmensos.

Por algún tiempo pensó en irse a una de tantas congregaciones de hermanos religiosos; sin embargo una vez más el Padre Balley vino en su rescate y sus estudios le fueron dados en privado en Ecculy. Pero no pasó el examen previo a la ordenación. Un examen privado en la rectoría de Ecculy probó ser más satisfactorio y fue tomado como suficiente, siendo juzgadas justamente sus cualidades morales que sobrepasaban cualquier falta académica.

En Agosto 13, 1815, Juan Bautista Vianney fue elevado al sacerdocio, a esa inefable dignidad de la que tan frecuentemente hablaba diciendo: "El Sacerdote solo será entendido en el cielo"; tenía 29 años de edad.
Su primera Misa la dijo en la capilla de Seminario en Grenoble
.


En su regreso a Ecculy la copa de felicidad rebosó cuando se enteró que sería ayudante de su santo amigo y maestro, el Padre Balley. Pero las autoridades diocesanas determinaron que por un tiempo, el que luego pasaría gran parte de su vida en un confesionario, no debía tener las facultades para confesar. Mas tarde, el Padre Balley habló con las autoridades eclesiásticas y el fue su primer penitente.

Su hermana Margarita decía: "él no predicaba muy bien todavía, pero la gente acudía en masa cuando le tocaba a él predicar".

En Diciembre 17, 1817, murió en sus brazos su querido amigo el Padre Balley, a quien lloró como si hubiese sido su padre. El, que era tan desprendido de las cosas materiales, hasta el fin de su vida tendría un pequeño espejo de mano que perteneció a su maestro y padre, porque él decía que "Había reflejado su rostro". Poco tiempo de la muerte del Padre Balley, M. Vianney fue asignado al pueblo de Ars, un pequeño y aislado pueblo donde se pensó que sus limitaciones intelectuales no podrían hacer mucho daño..


Dios elige a los sencillos, ¿verdad?

Y así vemos a un sencillo y antiguo pastor, después de asistir a un seminario como tantos otros, después de tener serias limitaciones para captar el latín y tener limitaciones intelectuales (creo que aquí está mal empleado éste adjetivo, pues la intelectualidad es referente a la inteligencia. Inteligente era, sólo que su corazón hablaba más alto que su cabeza)
Lo vemos siempre cuidado por su maestro, por el Cura Balley. Y después llamado a su lado para ser él quien lo guie en sus inicios como sacerdote.

A la muerte de éste cura, es enviado a una pequeña parroquia en donde no pudiera hacer daño Laughing
¨Los caminos de Dios no son siempre los caminos del hombre¨ como vemos en éste caso, en donde según los hombres, la falta de estudio y conocimiento eran una limitación para llevar a cabo su labor.

Y ésto quedará demostrado cuando se vea la labor que realizará por 41 años.

Les comparto una foto de la Parroquia de Ars.

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MensajePublicado: Jue Ene 29, 2009 7:21 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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PÁRROCO DE ARS: 1818-1859.

El pueblecito de Ars se encuentra en una planicie ondulada, que tiene en su centro una pequeña colina donde se encuentra la Iglesia, sirviéndole como de plataforma. En el 1815 consistía de unas 40 casas. Su iglesia estaba extremadamente dañada y de igual condición estaba la rectoría, que se encontraba a un lado del valle.

En los círculos clericales, Ars era mirado como un tipo de Siberia. El distrito era torpe, la desolación espiritual era aún mayor que la material. En los primeros días de Febrero de 1818, que el Abbe Vianney recibió la notificación oficial de su traslado a Ars. El Vicario General le dijo: "No hay mucho amor en esa parroquia, tu le infundirás un poco". El 9 de febrero, M. Vianney se dirigió hacia el lugar que sería por los siguientes 41 años el lugar de su sorprendente y sin precedente actividad. Caminó 38 Km. desde Ecculy hasta Ars. Le seguían en un carretón una cama de madera, un poco de ropa y los libros que le dejó el Padre Balley. Cuando pudo divisar la pequeña villa, hizo un comentario de su pequeñez y al mismo tiempo hizo una profecía: "La parroquia no será capaz de contener a las multitudes que vendrán hacia aquí".


Empieza ahora el verdadero camino del Cura de Ars.
Atrás han quedado su infancia con el sueño de ser sacerdote.
Atrás han quedado sus dificultades estudiantiles en el seminario.

Se encuentra ahora en un sitio seco, con una sequedad espiritual en donde se necesita el agua que es la Palabra de Dios.
Llega ahí como vemos con una cama de madera, un poco de ropa y unos libros, tal y como Jesús envió a sus discípulos.

Llega a una pequeña comunidad de 40 casas.

¿Cuántos sacerdotes han empezado así su sacerdocio? Tal vez lleguen a comunidades en donde las iglesias se encuentren en mejores condiciones, o en donde existan mejores templos o tal vez existan muchas más casas, pero empiezan con unos cuantos fieles que se acercan. Tal vez uno o dos y a partir de ahí, van creciendo las comunidades.

Los sacerdotes trabajan mucho en sus parroquias.

He ido descubriendo la labor de un sacerdote:
Antes pensaba que era salvar almas. NOOO!!! Las almas las salva Jesús.

Su labor es evangelizar, llevar la Palabra de Dios. "Ahi en donde haya dos o más, reunidos en mi nombre, estaré en medio de ellos" nos dice Jesús.
Y usar los instrumentos que Dios pone a su alcance.

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MensajePublicado: Mar Feb 03, 2009 9:32 pm    Asunto: El Cura de Ars-Primeros días en Ars
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

Cita:
SUS PRIMEROS DIAS EN ARS

Los habitantes del pueblo en su mayoría buscaban los placeres del mundo y no tenían mucha fe, aunque quedaba un pequeño núcleo de personas que permanecían fervorosas, entre las cuales estaba la señora de la casa más grande de Ars, Mlle. des Garets, quien dividía su tiempo entre la oración y las obras de caridad.

Al llegar, su primera preocupación era la de establecer contacto con su rebaño. Visitó cada casa de la parroquia. En estos primeros días todavía encontraba tiempo para caminar por las praderas, con su breviario (libro de oración) en las manos, y su sombrero de tres esquinas debajo de su brazo, ya que rara vez se lo ponía. Para ganar la amistad de los habitantes les hablaba del estado de las cosechas, del tiempo, de sus familias etc.

Sobre todo el oraba y añadía a la oración las más austeras penitencias. Hizo sus propios instrumentos de penitencia. Su cama era el piso ya que la cama que trajo de Ecculy la regaló.

Pasaría sin comer varios días. Hasta el 1827 no había nadie que hiciese las labores domésticas en la rectoría. Su plato principal eran papas y en ocasiones hervía un huevo. Hubo una ocasión en la que trató de vivir de hierba, pero luego confesó que tal dieta era imposible.
El decía: "El demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de pelo; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño".

El Santo Cura gozaba de la belleza de las praderas y los árboles, pero amaba mucho más la belleza de la Casa de Dios y las solemnidades de la Iglesia. Empezó por comprar un altar nuevo, con sus propios ahorros, y él mismo pintó el trabajo de madera con el que las paredes estaban adornadas.

Se hizo el propósito de restaurar y dar mayor esplendor a lo que él llamaba: "Los muebles de la Casa de Dios". Para el Señor compró lo mejor en encajes , telas, tejidos para hacer las vestimentas sacerdotales, que aun se pueden admirar en Ars.


Escribiendo acerca de éste santo, amigo mío, voy descubriendo al mismo sacerdote de mi parroquia y a los distintos sacerdotes a los que he conocido.
He vivido en colonias populares, algunas con muchos años de formación en donde el templo se podría decir, ya está edificado y sólo se le va dando mantenimiento.
A éste respecto, el aspecto físico o económico al que los curas se enfrentan, están apoyados por la iglesia, o sea nosotros, los fieles.
Nos hablan aquí del cura de Ars, el cual tenía sus ahorritos y con ellos inició la restauración de la casa de Dios.
Esto es lo que he contestado a quienes me cuestionan de la riqueza de las iglesias católicas o mejor dicho, de los adornos que se usan en ellas, cuando hay tanta hambre en el mundo.

Siempre contesto que el mismo Jesús cuando María le perfumaba con el perfume más exquisito que se encontró, y al ser cuestionado sobre porqué permitía que una pecadora como ella lo tocara y además lo perfumara, les dijo que era una forma para ella de demostrar su cariño y agradecimiento hacia El.

Recordemos que María a la que se hace referencia aquí, era una pecadora y con sus lágrimas enjugaba los pies de Jesús y lo perfumó con lo mejor que se encontró.
Eso mismo es lo que hacemos nosotros.

Y al mismo tiempo se cumple con la limosna que se ofrece como un sacrificio a Dios, con la cual se trata de cumplir con aquello de dar agua al sediento, comida al hambriento, salud a los enfermos, cuidado de las viudas y los niños y tantas y tantas necesidades que existen en el mundo, por medio de Asociaciones católicas que es para lo que se usa la limosna.

Para la reparación y sostenimiento del templo, los fieles aportamos muchas veces dinero y trabajo. Para éste tipo de actividades es para las que trabajan los grupos parroquiales con la venta de comida, ropa, con bazares y demás.

Así que, amigo católico. Recuerda ésto a la hora de dar tu limosna y a la hora de participar con tu compra de los artículos que se venden.
Además de participar en las distintas actividades para las cuales muchas veces se solicita tu ayuda, como es el aportar materiales, el aportar trabajo comunitario.

También algunos fieles hacen aportaciones de otros bienes y todos son utilizados para la misión que Jesús nos dió a todos los fieles.

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MensajePublicado: Vie Feb 06, 2009 11:57 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

Seguimos con la vida del Cura de Ars
Cita:
TRABAJO PASTORAL:

La secuela más desastrosa de la revolución era la ignorancia religiosa de las personas. El santo cura resolvió hacer todo lo posible para remediar el estado deplorable de los corazones.

Sin embargo sus sermones e instrucciones le costaban un dolor enorme: su memoria no le permitía retener, así que pasaba noches enteras en la pequeña sacristía, en la composición y memorización de sus sermones de Domingo; en muchas ocasiones trabajaba 7 horas corridas en sus sermones.

Un parroquiano le preguntó una vez, porqué cuando predicaba hablaba tan alto y cuando oraba tan bajo, y él le dijo: "Ah, cuando predico le hablo a personas que están aparentemente sordas o dormidas, pero en oración le hablo a Dios que no es sordo" .

Los niños le daban aún más lástima que los adultos y comenzó a agruparlos en la rectoría y luego en la iglesia, tan temprano como las 6 de la mañana, porque en el campo el trabajo se inicia al amanecer. Era bien disciplinado y les demandaba que se supiesen el catecismo palabra por palabra.

En esos días la profanación del Domingo era común y los hombres pasaban la mañana trabajando en el campo y las tardes y noches en los bailes o en las tabernas. San Juan luchó en contra de estos males con gran vehemencia.
"La taberna, declaró el santo en uno de sus sermones, es la tienda del demonio, el mercado donde las almas se pierden, donde se rompe la armonía familiar, donde comienzan las peleas y los asesinatos se cometen. En cuanto a los dueños de las tabernas, el demonio no les molesta tanto, sino que los desprecia y les escupe".

Tan grande fue la influencia del Cura de Ars, que llegó una época donde toda taberna de Ars tuvo que cerrar sus puertas por la falta de personas. En tiempos subsecuentes, modestos hoteles se abrieron para acomodar a los extraños, y a estos el Santo Cura no se opuso.

Con mucho más ahínco se propuso eliminar la costumbre de los bailes como distracción, porque bien sabía que eran fuente de caer en pecado grave. Para esto, revivió la costumbre de rezar las Vísperas del Domingo. Era tan estricto en contra de esto que hasta llegaba a negar la absolución a las personas que no desistían de tal costumbre.

Por esta razón se ganó muchos enemigos, que decían grandes calumnias en su contra sin embargo él las tomaba ligeramente y no ponía su corazón en ésto


Vaya pues!!! El joven que era considerado inútil para su labor, resultó ser un cura de ésos que no cejan en su empeño, aunque éste le tome tanto trabajo, como el preparar sus sermones.

Hasta donde vamos, voy descubriendo un cura que es muy bueno en el trabajo con las personas, aunque no tanto en los sermones, pero también aprendió a ello y con muy buenos resultados por lo que se puede leer.

Hasta aquí, había pensado en un cura un poco dejadón, si he de ser sincera. Pero nada de éso.
Había pensado que era muy querendón, pero sin mucha estricticidad. Pues resulta que es querendón, pero sin dejar de ser disciplinado, lo cual está muy bien, porque era el sacerdote que necesitaba ésa comunidad en donde había demasiada ignorancia en las cosas de Dios.

Creo que era una comunidad con fé, pero ignorante. Y él un hombre de fé y dispuesto a llevar la luz.
Veremos cómo lo hace.

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MensajePublicado: Lun Feb 09, 2009 9:29 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Cita:
TRIUNFO

Pasaron dos años cuando llegó la noticia de que M. Vianney sería el Cura de Salles, en Beaujolais. Todo el pueblo de Ars estaba consternado con la noticia. Una señora de Ars, en una carta, habló de estrangular al Vicario General.

Para asegurar su futuro, el pueblo pidió que su villa fuese erigida en parroquia regular y que su párroco fuese el Cura de Ars. El Padre Vianney fue puesto como párroco, ya que hasta ese momento solo había sido capellán (los capellanes son mas faciles de trasladar que los párrocos).

Ese mismo año el Santo Cura de Ars inició los trabajos en la Iglesia. Se construyó una torre, y varias capillas laterales, entre ellas una dedicada a la Santísima Virgen, donde por 40 años todos los sábados diría Misa el santo cura. La Iglesia fue además enriquecida con muchas estatuas y cuadros.

Quería tener buenas escuelas en el pueblo y para comenzar abrió una escuela gratis para niñas a la que llamó "Providencia". Desde 1827 recibió como internas solo a niñas destituidas. Para ellas tenía que encontrar comida y más de una vez intervino el Señor milagrosamente, multiplicando el grano o la harina. Durante 20 años iba todos los días a cenar a esta casa.

Después de 2 años y medio, el Domingo se respetaba como el día del Señor. Todo el pueblo iba a Vísperas. El Cura de Ars amaba las ceremonias de la Iglesia. Personalmente entrenaba a sus servidores del altar. Su fiesta favorita era Corpus Christi. En este día dejaba un poco el confesionario e iba por el pueblo admirando las decoraciones; él mismo llevaba el Santísimo.

El último día de esta fiesta que celebró fue 40 días antes de su muerte y sin el saberlo el mayor del pueblo contrató una banda de música. Al primer sonido de la música se estremeció nuestro santo de alegría, y cuando todo hubo terminado no encontraba palabras suficientes para agradecer este regalo para el Señor.

Su tierno amor por la Virgen Santísima lo movió a consagrar su Parroquia a la Reina del Cielo. Sobre la entrada de la pequeña Iglesia puso una estatua de la Virgen que aún se encuentra en el mismo lugar.

Cuando el Papa Pío IX definió el Dogma de la Inmaculada Concepción, nuestro santo pidió a los habitantes del pueblo que iluminasen sus casas de noche, y las campanas de la iglesia resonaron por horas de horas. Al ver esta luminosidad desde los pueblos cercanos, pensaron que el pueblo estaba en llamas, y acudieron a apagar el supuesto fuego. Hasta el día de hoy existe un sombrero de plata cerca de la estatua de la Virgen donde están escritos los nombres de todos los parroquianos de Ars.

Paz y bien.

Vemos al Cura de Ars que supo infundir mucho amor en sus parroquianos, tanto como para pedir se quedara ahí. Se dedicó a la construcción de la iglesia (o mejor dicho, el templo) pero no quedó ahí. Se preocupó por la educación de niños, edificando una escuela para niñas.
En nuestros días, tal vez no es posible realizar algo semejante, porque existen escuelas de gobierno, pero creo que se puede hacer mucho en ése sentido por parte de la iglesia, con sus fieles como instrumentos.
En el tiempo del Cura de Ars eran necesarias escuelas, no existian.
En la actualidad, se podrían hacer actos semejantes, con los hijos de las madres trabajadoras, por medio de guarderias en donde se fomente el amor a Dios, por medio de la satisfacción de las necesidades, por ejemplo.

¿Qué mejor forma de contribuir con nuestro amor al prójimo, que preocuparnos y ocuparnos de los hijos de aquellos que no pueden hacerlo durante unas horas al día, en vez de dejar que queden sólos en sus casas, o que se encierren en sus casas mientras sus padres regresan, ocupados en nada cuando pueden ser acompañados a actividades útiles para ellos?

O crear actividades para matrimonios, para abuelos, para jóvenes. Es creo yo, actualizar la labor de la iglesia por medio de sus integrantes.

Por lo menos, el santo Cura de Ars hizo éso en su parroquia.

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MensajePublicado: Mie Feb 11, 2009 11:44 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.
Cita:
ATACADO POR LAS FUERZAS DEL INFIERNO

Era de esperarse que un triunfo tan grande de la religión así como la santidad del instrumento que Dios usó con este fin, trajese la furia del infierno. Por un periodo de 35 años el santo Cura de Ars fue asaltado y molestado, de una manera física y tangible, por el demonio.

La ocupación ordinaria del demonio, permitida por Dios hacia nosotros, es la tentación. El demonio también puede asechar las almas de diversas maneras.

a) Asedio: acción extraordinaria del demonio, cuando busca aterrorizar por medio de apariciones horribles o por medio de ruidos.

b) La Obsesión: va más allá. Puede ser externa cuando el demonio actúa en los sentidos externos del cuerpo o interna cuando influencia la imaginación o la memoria.

c) Posesión: cuando el demonio toma control de todo el organismo.

El Cura de Ars sufrió de la primera, asedio.
Los ataques del demonio comenzaron en el invierno de 1824. Ruidos horribles y gritos estrepitosos se oían fuera de la puerta del presbíterio, viniendo aparentemente del pequeño jardín de enfrente. Al principio el Padre Vianney pensó que eran salteadores que venían a robar, y a la siguiente noche le pidió a un señor que se quedase con él. Después de medianoche se comenzó a escuchar grandes ruidos y golpes contra la puerta de enfrente, parecía como si varios carros pesados estaban siendo llevados por los cuartos. El señor André buscó su pistola, miró por la ventana, pero no vio nada, solo la luz de la luna. Decía: "por 15 minutos la casa retembló y mis piernas también", nunca más quiso quedarse en la casa.

Esto ocurría casi todas las noches. Aún ocurría cuando el santo cura no estaba en el pueblo. Una mañana el demonio incendió su cama. El santo se disponía a revestirse para la Santa Misa cuando se oyó el grito de "fuego, fuego". El solo le dio las llaves del cuarto a aquellos que iban a apagar el fuego. Sabía que el demonio quería parar la Santa Misa y no se lo permitió.

Lo único que dijo fue "El villano, al no poder atrapar al pájaro le prende fuego a su jaula". Hasta el día de hoy los peregrinos pueden ver, sobre la cabecera de la cama, un cuadro con su cristal con las marcas de las llamas de fuego.

El demonio por espacio de horas haría ruidos como de cristal, o silbidos o ruidos de caballo y hasta gritaba debajo de la ventana del santo: "Vianney, Vianney, come papas".

El propósito de todo esto era el de no dejar dormir al Santo Cura para que se cansara y no pudiese estar horas en el confesionario, donde le arrancaba muchas almas de sus garras. Pero para el 1845 estos ataques cesaron casi por completo. La constancia de nuestro santo ante estas pruebas fue recompensada por el Señor con un poder extraordinario que le concedió de expulsar demonios de las personas poseídas.

El santo sacerdote se puede decir que pasó su vida en una continua batalla con el pecado a través de su trabajo en el confesionario. El gran milagro de Ars era el confesionario.

Miles de personas acudían al pueblo de Ars para ver al Santo Cura, pero especialmente para confesarse con él.

Esto del ataque a los sacerdotes, podemos verlo en muchos otros santos. Es lógico, porque ellos tratan de conducir almas hacia el Padre.
Es por éso tan importante el orar por ellos, para que tengan fortaleza.

Oración por los sacerdotes

¡Oh Jesús!
Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,
por tus sacerdotes que sufren tentación,
por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación,
por tus jóvenes sacerdotes,
por tus sacerdotes ancianos,
por tus sacerdotes enfermos,
por tus sacerdotes agonizantes
por los que padecen en el purgatorio.

Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes que me son más queridos,
al sacerdote que me bautizó,
al que me absolvió de mis pecados,
a los sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión,
a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron,
a todos los sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud,
especialmente a...

¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad!

Amén

Santa Teresa de Lisieux

Publicado por Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina
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MensajePublicado: Sab Feb 14, 2009 10:13 pm    Asunto: Peregrinaciones a Ars
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

La continuación de la vida del Cura de Ars- José María Vianney
Cita:
PEREGRINACIONES A ARS:

La afluencia de peregrinos se inició en el año 1827. A partir del 1828 el Santo Cura no podía irse ni siquiera por un día.
Sin embargo, no fue exento de críticas y su práctica y amor por los pobres se le atribuyó a avaricia. Algunos críticos decían que podían ver en él rasgos de hipocresía o un deseo secreto de sobresalir. Su mansedumbre y humildad terminaron por vencer sobre sus críticos.

En una ocasión cuando su competencia profesional fue puesta en duda por algunos de sus hermanos sacerdotes, el obispo de la diócesis mandó a su Vicario General para que averiguase y diese un reporte sobre el asunto. El reporte recibido por el obispo fue más que favorable. Aquello sirvió para que quedase constancia de su vida. Se puede decir que el confesionario era su morada habitual, pasaba de 11 a 12 horas en el confesionario.
El cúlmen de los peregrinajes se alcanzó en 1845, llegaban de 300 a 400 visitantes todos los días. En el último año de la vida del Santo Cura el número de peregrinos alcanzó el asombroso número de 100 a 120 mil personas.

[b]Ningún ministerio sacerdotal es tan agotador para la carne y el espíritu como el estar sentado en el confesionario.


Solo Dios sabe los milagros de gracia ocurridos en ese confesionario, que hasta hoy se mantiene en pie, en el mismo lugar dónde el lo puso, en la capilla de Santa Catalina, o en la sacristía donde usualmente escuchaba las confesiones. En su manera de lidiar con las almas era infinitamente gentil y al mismo tiempo decía la verdad que el alma necesitaba escuchar para su bien. Sus exhortaciones eran breves y dirigidas al punto necesario.
El cura de Ars tenía también el don de profecía. En mayo 14 de 1854, el Obispo de Ullathorne llamó a nuestro santo y le pidió que orase por Inglaterra. El Obispo de Birmingham cuenta que el hombre de Dios dijo, con convicción extraordinaria: "Monseigneur, creo que la Iglesia en Inglaterra será restaurada a su esplendor".

También tenía una gran devoción a Santa Filomena. La llamaba "mi agente con Dios". Le construyó una capilla en su honor y también un santuario.

En una ocasión cayó tan enfermo, que parecía ser su final y prometió a la santa ofrecer 100 misas en su honor en su santuario. Cuando la primera Misa estaba siendo ofrecida, entró en éxtasis, durante el cual se le escuchaba murmurar: "Filomena", repetidas veces. Cuando salió de su éxtasis exclamó: "estoy sanado" , y le atribuyó su sanación a Santa Filomena.


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MensajePublicado: Jue Feb 19, 2009 2:46 am    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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HUIDA DE ARS:

Una tentación le persiguió casi por toda su vida en Ars, y esta era el deseo de la soledad. Con toda sinceridad, M. Vianney se sentía incapaz para su oficio en Ars. El año anterior a su muerte le dijo a un misionero: "Tú no sabes lo que es pasar del cura de almas al tribunal de Dios". En el 1851 le rogó a su obispo que lo dejase renunciar. En tres ocasiones llegó hasta irse del pueblo, pero siempre regresó.

CONSUMACIÓN:

Pasaron 41 años desde el primer día en el que el Cura llegó a Ars, fueron años de actividad indescriptible. Después de 1858 decía con frecuencia: "Ya nos vamos; debemos morir; y muy pronto". No cabe duda de que él sabía que su fin estaba cerca. En Julio de 1859, una señora muy devota de San Etienne vino para confesarse. Cuando se despedía de él le dijo: "Nos veremos de nuevo en tres semanas", ambos murieron en ese tiempo, y se encontraron en un mundo mucho más feliz.

El mes de Julio de 1859 fue extremadamente caluroso, los peregrinos se desmayaban en grandes cantidades, pero el santo permanecía en el confesionario. El viernes 29 de Julio, fue el último en el que apareció en la iglesia. Esa mañana entró en el confesionario como a la 1:00 a.m. Pero después de haberse desmayado en varias ocasiones, le pidieron que descansara. A la 11:00 dio catecismo por última vez. Esa noche con mucha dificultad pudo arrastrarse hasta su cuarto. Uno de los Hermanos Cristianos le ayudó a subirse a su cama, pero el santo le pidió que le dejase solo.

Una hora después de medianoche, aproximadamente, pidió ayuda: "Es mi pobre fin, llamen a mi confesor". La enfermedad progresó rápidamente. En la tarde del 2 de Agosto recibió los últimos sacramentos: "Qué bueno es Dios; cuando ya nosotros no podemos ir más hacia El, El viene a nosotros" .

Veinte sacerdotes con velas encendidas escoltaron al Santísimo Sacramento, pero el calor era tan sofocante que tuvieron que apagarlas. Con lágrimas en los ojos dijo: "Oh, que triste es recibir la Comunión por última vez".

En la noche del 3 de Agosto llegó su obispo. El santo lo reconoció pero no pudo decir palabra alguna. Hacia la medianoche el fin era inminente. A las 2:00 a.m. del Sábado 4 de Agosto de 1859, cuando una tormenta azotaba el pueblo de Ars, el Obispo M.Monnin leía estas palabras: "Que los santos ángeles de Dios vengan a su encuentro y lo conduzcan a la Jerusalén celestial", el Cura de Ars encomendó su alma a Dios.

Su cuerpo permanece incorrupto en la iglesia de Ars
El 8 de Enero de 1905, el Papa Pío X, Beatificó al Cura de Ars; y en la fiesta de Pentecostés Mayo 31 de 1925, en presencia de una gran multitud, el Papa Pío XI pronunció la solemne sentencia: "Nosotros declaramos a Juan María Bautista Vianney que sea santo y sea inscrito en el catálogo de los santos".[/url]

Es así como termina su biografía, sin embargo no queda aquí éste tema.
En ésos 41 años de sacerdocio en Ars, el Santo Cura no sólo dejó una parroquia y la escuela para niñas, dejó el olor a santidad y escritos, los cuales trataré de compartir con ustedes.
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MensajePublicado: Sab Feb 21, 2009 6:13 pm    Asunto: El cura de Ars y Santa Filomena
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

El Santuario de Ars, en donde se encuentra una imágen de Santa Filomena, de quien el santo cura era devoto hace la sig. aclaración:

El Cura de Ars y santa Filomena
Para aclarar lo referente a santa Filomena, parece importante considerar tres aspectos: su existencia, su biografía y por fin su culto.

1- EXISTENCIA DE SANTA FILOMENA
Descubrimiento de los huesos y de la inscripción

En 1802, durante las excavaciones oficiales emprendidas bajo la autoridad del Santa Sede, se descubrió, en la catacumba romana de Priscilla, los huesos de una joven cuya sepultura estaba cerrada por tres ladrillos con esta inscripción: "LUMENA / PAX TE / CUM FI." Se juzgó que, por inadvertencia, el orden de los ladrillos había sido invertido y que había que leer: "PAX TE / CUM FI / LUMENA", es decir: "La paz sea contigo, Filomena", nombre que significa "muy querida". Los diferentes signos decorativos que rodeaban su nombre - sobre todo la palma y las lanzas - incitaron a considerar estos huesos como los de una mártir de los primeros siglos cristianos. Se pensaba entonces que la mayoría de los cuerpos presentes en las Catacumbas databan de las persecuciones romanas de la época apostólica.

[color=red dark]Dificultad de la identificación y de la datación[/color]
Varios investigadores (Marucchi-Leclercq) han concluido que los huesos debían ser más seguramente atribuidos a una difunta del 40 siglo, en una época en que se enterraba masivamente en las catacumbas y en que se cerraban las tumbas con los pedazos de los antiguos epitafios encontrados sobre los mismos lugares. Mons. Trochu, biógrafo del santo Cura, ha señalado la fragilidad de esta hipótesis y optado para una fecha antigua, cercana a la edad apostólica; desde el punto de vista de la ciencia histórica, nada es, pues, definitivo.

Hoy se puede decir que la existencia de santa Filomena no está ni más, ni menos probada - históricamente - que la de otros santos oficialmente venerados por la Iglesia, (san Jorge, por ejemplo). La atestación de numerosos milagros y la piedad ampliamente difundida en numerosos fieles y pastores - especialmente la del Cura de Ars - no son pruebas determinantes desde el punto de vista de la ciencia histórica. Llevan, sin embargo, a respetar la memoria de aquella cuyos huesos han sido descubiertas, hace ya doscientos años.

2- LA BIOGRAFIA DEL SANTA FILOMENA
La relación de Dom Francisco di Lucia

Los relatos sobre la vida de santa Filomena se alimentan únicamente de dos "fuentes" recientes. En primer lugar, Dom Francisco di Lucía, sacerdote de Nola, en la región de Nápoles. En 1805, se declara poseedor de las reliquias y redacta en 1824 una "Relación", especie de "biografía" de santa Filomena, de la que hacía una mártir de la persecución de Diocleciano en el siglo 40. Su relato ha sido redactado únicamente a partir de la interpretación de los signos decorativos que rodean la inscripción: así la virgen mártir habría sido perforada en primer lugar por flechas (lanza), luego echada en el Tíber, ancla, antes de ser decapitada por la espada, etc…

Las visiones de Sor Maria de Jesús
La fuente más circunstanciada de la "vida" de santa Filomena esta constituida por las visiones de una religiosa napolitana, Sor María Luisa de Jesús, quien pudo inspirarse del libro de Dom Lucía. Un "relato abreviado" de sus revelaciones ha sido publicado por Dom Lucía mismo, en 1833. El libro consiguió el imprimatur del Santo Oficio, (luego Congregación para la Doctrina de la Fe); lo que no garantiza la autenticidad de las visiones, pero atestigua que nada, en el texto, es contrario a la fe y a las buenas costumbres. Esta "biografía" recoge la mayoría de los elementos comunes a la historia de las vírgenes mártires de los primeros siglos de la época cristiana; ha inspirado también al pintor Borel para realizar los frescos interiores de la Basílica de Ars. Pero el relato de una revelación particular no está garantizada por la Iglesia.

Una aclaración provisional
En 1929, el célebre biógrafo del Cura de Ars, Mons. Trochu, ha publicado un estudio documentado sobre la cuestión de santa Filomena. El autor se esfuerza en contestar a las objeciones de Marucchi y Leclercq referente a la identificación y ala datación de los huesos. Es muy discreto sobre la vida de Filomena y se contenta con imaginar las grandes etapas de su iniciación cristiana, habida cuenta de las costumbres de la época: su bautismo y su confirmación, su consagración en el orden de las vírgenes, su martirio... La mayor parte de su trabajo se refiere, sin embargo, a la historia del culto de la santa.

3- EL CULTO DE SANTA FILOMENA
Una devoción popular

Gracias a los numerosos milagros, la devoción popular a santa Filomena se ha propagado muy rápidamente, en particular a partir de 1805, con motivo del traslado de sus reliquias a Mugnano (Italia). Fue Paulina Jaricot, lyonesa y fundadora de la obra de la Propagación de la Fe quien, a continuación de una peregrinación y de su propia curación, trajo de las reliquias al Cura de Ars. La fiesta se celebraba entonces en Ars el 11 de agosto.

Un culto reconocido
En 1837, el Papa Gregorio XVI autoriza el culto público de la santa, en primer lugar para el santuario de Mugnano, luego para la diócesis de Nápoles. Con los indultos necesarios, el permiso es otorgado a la parroquia de Ars, con gran alegría de Juan María Vianney. En 1855, una Misa y un Oficio propio son aprobados por el beato Pío IX, quien visita personalmente el Santuario de Mugnano. León XIII y san Pío X testimonian también públicamente su devoción hacia ella, sin que estos actos, implique naturalmente su infalibilidad en cuanto a los datos históricos sobre la vida y el martirio de Filomena.

Una prudente reserva
Hay muchas precisiones de orden histórico que nos hacen faltan sobre su vida: ni los milagros, ni la devoción de los fieles pueden suplirlos. Además, no se encuentra ningún testimonio de los primeros siglos referente a la manifestación de una devoción hacia Filomena. Por esto, según los criterios exigentes de la ciencia histórica contemporánea, cuando se hizo la revisión del martirologio romano en 1961, el nombre de Filomena no ha sido conservado. Esta decisión litúrgica no elimina la cuestión histórica, pero la deja en suspenso a la espera de estudios más completos.

EN CONCLUSION
Actualmente, la hipótesis favorable a la existencia histórica de Filomena no está excluida. Los restos encontrados en Roma en 1802 pueden ser muy bien los de una auténtica santa, cualquiera que sea su nombre, su vida y la circunstancia de su muerte. A través los prodigios que se han multiplicado alrededor de sus reliquias, Dios ha podido querer dar a conocerla al mundo en un designio particular de misericordia, como lo sugieren tantos testimonios concordes. La Iglesia sigue siendo una Madre prudente para sus hijos. Ella regula con seguridad lo que concierne al culto de los santos. Se asegura en primer lugar de su existencia y de las señales ciertas de su santidad. Es también juez sobre la oportunidad de presentarlos o no a la veneración pública y a la imitación de los fieles. De momento, la iglesia estima preferible no promover el culto público de santa Filomena. Por eso, en espíritu filial, el Santuario de Ars no organiza celebraciones públicas. Esto es especialmente verdadero en el lugar donde la iglesia nos invita a venir rezar al santo Cura y donde nos lo da como "patrono de todos los párrocos del mundo".
Sin embargo, los peregrinos de Ars, como los cristianos del mundo entero, pueden testimoniar libremente de manera privada su devoción hacia santa Filomena, y rezar a Dios por su intercesión. Dios oye toda oración hecha con fe y ve la sinceridad de un corazón creyente
A petición del Santuario de Ars, la Congregación para el Culto Divino se ha hecho cargo del dossier de santa Filomena, en relación con la Congregación para la Causa de los santos. Esperamos las conclusiones de la Comisión ad hoc. Por adelantado, nos atenemos en espíritu filial, al juicio de la Iglesia referente a la existencia y la vida de santa Filomena, y a sus prudentes decisiones relativas a su culto.[/color]

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Leandro del Santo Rosario
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MensajePublicado: Mar Feb 24, 2009 6:57 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Hola Scarlett, qué bueno que publiques sobre uno de mis santos predilectos Smile Te saludo y te escribo para recomendarte una biografía del Santo Cura, quizás es la mejor, por si no la conoces: se llama el Cura de Ars, de Monseñor Francis Trochu.
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Scarlett*
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MensajePublicado: Jue Feb 26, 2009 7:15 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Leandro del Santo Rosario escribió:
Hola Scarlett, qué bueno que publiques sobre uno de mis santos predilectos Smile Te saludo y te escribo para recomendarte una biografía del Santo Cura, quizás es la mejor, por si no la conoces: se llama el Cura de Ars, de Monseñor Francis Trochu.


Gracias, Leandro:
Ya me hiciste el gran favor. Es muy buena tu recomendación.
Realmente es una vida bellísima la de éste sencillo cura.
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Scarlett*
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MensajePublicado: Mar Mar 03, 2009 11:06 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Paz y bien.

Les comparto ahora unos pasajes del libro: Retratos de los santos de Antonio Sicari ed. Jaca Book
Cita:

Fue ordenado a los 29 años, en el 1815, año en el cual en Turín nacía Don Bosco. Pasó sus primeros años de ministerio en la escuela donde aquel santo padre que le había intensamente ayudado y educado: “tiene una culpa, dirá después Juan María Vianney, de la cual le será difícil justificarse delante de Dios: de haberme admitido a las Ordenes Sacras”.

Se necesita entender bien, Juan María lo deseaba con todo el corazón, pero se sentía profundamente indigno. Por otro lado, lo estimulaba y lo protegía, porque estaba convencido que se trataba de una óptima vocación y que la escasez de instrucción sería compensada de una particular inteligencia de fe. Y tenía razón Juan María, de parte suya, estaba convencido de haber recibido un don grandísimo e inmerecido: “Pienso, dirá, que el Señor había querido escoger el más cabeza grande de todos los párrocos para cumplir el mayor bien posible. Si hubiera encontrado uno todavía peor, lo habría puesto en mi lugar, para demostrar su gran misericordia”.

Hay en todas estas palabras todo un drama espiritual, un drama místico del cual se necesita intuir bien la profundidad. El carisma de este joven sacerdote será aquello de desaparecer de tal manera detrás de su ministerio, de ser solamente sacerdote, ministro de Dios, a un punto tal que su persona se mezclará, se confundirá enteramente con el don del sacerdocio.

El Cura de Ars llegará a ser el patrón de todos los párrocos del mundo, porque vivirá una desesperada necesidad de anularse delante al don inmerecido que ha recibido, de consumirse ejercitándolo: Y lo hará aunque penitencialmente, consumirse físicamente, en las más duras mortificaciones, su sustancia humana.

He dicho: “necesidad desesperada”, el Cura de Ars dirá de sí que no alcanzaba a entender la tentación del orgullo, pero de sentir al contrario mas aquella de la desesperación, aquella del abismo no confortable inadecuado que se colma sólo en el abandonarse totalmente en Dios.

Es importante que no comprendamos bien todas las raíces del drama, partiendo propio de algunas experiencias nuestras. Tantas veces los cristianos se sienten casi obstaculizados de la humana limitación de su sacerdote. Dicen; “no sabe predicar”, o bien “no es capaz de las relaciones humanas”, o “no es un santo”, “es también él un pecador como todos..”, “¿Porqué tengo que confesarme con él que es pero que yo...?” Y otros lamentos similares.

Pónganse junto por un momento todas las objeciones más o menos instintivas que su experiencia han probado u oído en referencia de los sacerdotes. Y bien: el aspecto más serio de estas objeciones consiste en el hecho que envían a la desnuda objetividad del ministerio: aquello que importa es solamente la acción sagrada de Dios, que a través de este hombre se cumple.

El santo Cura de Ars encarna personalmente, él de frente a sí mismo y delante de Dios, este inefable drama.

El sacerdote, decía, de un lado, se entenderá solamente en el cielo. Si lo comprendiéramos en la tierra nos moriríamos, no de miedo pero sí de amor... Después de Dios el sacerdote es todo. ¡Dejen por veinte años una parroquia sin sacerdote y se adorarán las bestias!”.

Pero, por otro lado, añadía:

¡Cómo es espantoso ser sacerdote! Cómo es de compadecer un sacerdote cuando dice Misa como una cosa ordinaria! ¡Como es desventurado un sacerdote sin interioridad!”.

Esto, a decir verdad, no es su problema, mas bien, cuando dice Misa parece que ve a Dios, tanto su celebración es intensa y emocionante. Pero él vive el tormento de ser párroco, de tener la responsabilidad de una parroquia y de no sentirse digno. Continuará a esperar hasta los últimos años de vida, de poder ser liberado de esta responsabilidad, para no tener que pasar directamente, como decía, “de la parroquia al tribunal de Dios”.


A mí me estremece ver la lucha que se desarrollaba en él.
Creo que ése es el signo de los santos. El confiar en Dios, pero sentir el temor a Dios, a ser indignos de El.
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MensajePublicado: Mie Mar 04, 2009 8:26 pm    Asunto: Santoral del 4 de Marzo
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Santoral del 4 de Marzo
San Casimiro, Confesor
Santos Basilio, Eugenio, Agatodoro y Compañeros, Mártires
San Lucio I, Papa
Santos Adrián y Compañeros, Mártires
San Pedro de Cava, Obispo de Policastro
Beata Plácida Viel, Virgen
Santos: Casimiro, confesor; Lucio I, papa; Basilio, Eugenio, Agatodoro, Eterio, Capitón, Elpidio, Efrén, Néstor, Arcadio, obispos; Cayo, Cirilo, Focio, Arquelao, Cuadrado, Acacio, Quirino, mártires; Adrián, obispo y mártir.

Escucha el santo de hoy
http://www.aciprensa.com/podcast/santo/marzo04casimiro.mp3


SAN CASIMIRO,Confesor
Bienaventurados los que tienen puro su coraz6n.
porque ellos verán a Dios.(Mateo, 5,Cool.



San Casimiro, rey de Polonia, vivió en castidad, y murió por conservar esta virtud. La meditación de los sufrimientos de Jesucristo, los cilicios, el ayuno y las otras austeridades, tales fueron los medios de que se valió para conservar un pureza angélica. Lleno de celo por la propagaci6n de la fe, persuadió a su padre a dictar una ley que prohibió a los rutenos cismáticos la construcción de nuevos templos y la reparación de los que quedaban en ruinas. Su caridad para con los pobres era inagotable. Anunció el día de su muerte, y dio su alma a Dios, a la edad de 23 años, en el año 1484.


MEDITACIÓN SOBRE EL PECADO
I. El pecado mortal es el mal supremo del hombre; es preciso evitarlo a cualquier precio. Mantente firmemente resuelto a perder tus bienes, tu honra, tu salud, tu vida, antes que cometer un solo pecado mortal. ¿Estás dispuesto a ello? ¿Cuántas veces ofendes a Dios por un puntillo de honra, por un leve interés, por un placer transitorio?

II. La misma actitud debemos observar respecto al pecado venial, pues el pecado disgusta a Dios, y lo ofende. Sí, sería mejor dejar que perezca el mundo entero antes que proferir una mínima mentira. Es el sentir de todos los santos; ¿es también el tuyo? ¿Cuántos pecados veniales cometes por día? Ten cuidado, esas pequeñas enfermedades te predisponen insensiblemente para una enfermedad mortal. Nunca cometas ni siquiera un solo pecado venial deliberado.

III. No basta alejarse del pecado mortal y del pecado venial, es preciso, en la medida en que lo puedas, evitar hasta las menores imperfecciones, y seguir los consejos que Jesús nos da en el Evangelio. San Casimiro prefirió morir antes que abandonar el consejo evangélico de la castidad. ¡Cuán alejado estás tú de la guardia de los consejos, tú que apenas observas los mandamientos! Pon mucho cuidado en esto: el que no hace la que manda el Señor, en vano espera la que Él promete. (San Pedro Crisólogo).

La huida del pecado
Orad por los que os gobiernan.


ORACIÓN

Oh Dios, que amasteis a San Casimiro con inquebrantable constancia en medio de los placeres de la corte y las seducciones del mundo, haced, benigna- mente, que por su intercesión vuestros fieles desprecien las cosas terrenas y suspiren sólo por los bienes del cielo. Por J. C. N. S. Amén.
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MensajePublicado: Mar Mar 10, 2009 6:27 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Les comparto ahora el discurso del Santo cura de Ars sobre el Juicio final. Pueden escucharlo y leerlo. Vale mucho la pena para aquellos que como yo, no lo habíamos escuchado, conocerlo y para quienes ya lo han oido, volver a escucharlo es una delicia.

http://odeo.com/show/1996487/4/download/ElJuicioFinal-SermonDelSantoCuraDeArs.mp3

Cita:
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
SOBRE EL JUICIO FINAL

Tunc videbunt Filium hominis venientem cum potestate magna et maiestate.
Entonces verán al Hijo del hombre viniendo con gran poder y majestad terrible, rodeado de los ángeles y de los santos.
(S. L.uc. XXI, 27.)

No es ya, hermanos míos, un Dios revestido de nuestra flaqueza, oculto en la obscuridad de un pobre establo, reclinado en un pesebre, saciado de oprobios, oprimido bajo la pesada carga de su cruz; es un Dios revestido con todo el brillo de su poder y de su majestad, que hace anunciar su venida por medio de los más espantosos prodigios, es decir, por el eclipse del sol y de la luna, por la caída de las estrellas, y por un total transtorno de la naturaleza. No es ya un Salvador que viene como manso cordero a ser juzgado por los hombres y a redimirlos; es un Juez justamente indignado que juzga a los hombres con todo el rigor de su justicia. No es ya un Pastor caritativo que viene en busca de las ovejas extraviadas para perdonarlas; es un Dios vengador que viene a separar para siempre los pecado-res de los justos, a aplastar los malvados-con su más terrible venganza, a anegar los justos en un torrente de dulzuras. Momento terrible, momento espantoso, ¿ cuándo llegarás? Momento desdichado ¡ay! quizás en breve llegarán a nuestros oídos los anuncios precur sores de este Juez tan temible para el pecador. ¡ Oh pe­cadores ! salid de la tumba de vuestros pecados, ve­nid al tribunal de Dios, venid a aprender de qué manera será tratado el pecador. El impío, en este mundo, parece hacer gala de desconocer el poder de Dios, viendo a los pecadores sin castigo; llega hasta decir: No, no, no hay Dios ni infierno; o bien: No atiende Dios a lo que pasa en la tierra. Pero dejad que venga el juicio, y en aquel día grande Dios mani­festará su poder y mostrará a todas las naciones que El lo ha visto todo y de todo ha llevado cuenta.

¡Qué diferencia, H. M., entre estas maravillas y las que Dios obró al crear el mundo! Que las aguas rieguen y fertilicen la tierra, dijo entonces el Señor; y en el mismo instante las aguas cubrieron la tierra y la dieron fecundidad. Pero, cuando venga a destruir el mundo, mandará al mar saltar sus barreras con ímpetu espantoso, para engullir el universo entero en su furor. Creó Dios el cielo, y ordenó a las estrellas que se fijasen en el firmamento. Al mandato de su voz, el sol alumbró el día y la luna presidió a la noche. Pero, en aquel día postrero, el sol se obscurecerá, y no darán ya más lumbre la luna y las estrellas. Todos estos astros cae­rán con estruendo formidable.

¡Qué diferencia, H. M.! Para crear el mundo empleó Dios seis días; para destruirle, un abrir y cerrar de ojos bastará. Para crearle, a nadie llamó que fuese testigo de tantas maravillas; para destruirle, todos los pueblos se hallarán presentes, todas las naciones confe­sarán que hay un Dios y reconocerán su poder. ¡Venid, burlones impíos, venid incrédulos refinados, venid a ver si existe o no Dios, si ha visto o no todas vues­tras acciones, si es o no todopoderoso! ¡Oh Dios mío! cómo cambiará de lenguaje el pecador en aquella hora! ¡Qué de lamentos! ¡Ay! ¡Cómo se arrepentirá de haber perdido un tiempo tan precioso ! Mas no es tiempo ya, todo ha concluído para el pecador, no hay esperanza. ¡ Oh, qué terrible instante será aquél ! Dice San Lucas que los hombres quedarán yertos de pavor, pensando en los males que les esperan. ¡Ay ! H. M., bien puede uno quedarse yerto de temor y morir de espanto ante la amenaza de una desdicha infinitamente menor que la que al pecador le espera y que ciertísimamente le so­brevendrá si continúa viviendo en el pecado.

H. M., si en este momento en que me dispongo a hablaros del juicio, al cual compareceremos todos para dar cuenta de todo el bien y de todo el mal que hayamos hecho, y recibir la sentencia de nuestro de­finitivo destino al cielo o al infierno, viniese un, án­gel a anunciaros ya de parte de Dios que dentro de veinticuatro horas todo el universo será abrasado el llamas por una lluvia de fuego y azufre ; si empezaseis ya a oir que el trueno retumba y a ver que la tempes­tad enfurecida asuela vuestras casas ; que los relám­pagos se multiplican hasta convertir el universo en globo de fuego ; que el infierno vomita ya todos sus réprobos, cuyos gritos y alaridos se dejan oir hasta los confines del mundo, anunciando que el único medio de evitar tanta desdicha es dejar el pecado y hacer pe­nitencia ; ¿ podríais escuchar, H. M., a esos hombres sin derramar torrentes de lágrimas y clamar misericor­dia? ¿No se os vería arrojaros al pie de los altares pi­diendo clemencia? ¡Oh ceguera, oh desdicha incom­prensible, la del hombre pecador! los males que vuestro pastor os anuncia son aún infinitamente más espanto­sos y dignos de arrancar vuestras lágrimas, de desga­rrar vuestros corazones.

¡Ah! estas terribles verdades van a ser otras tan­tas sentencias que pronunciarán vuestra condenación eterna. Pero la más grande de todas las desdichas es que seáis insensibles a ellas y continuéis viviendo en pecado sin reconocer vuestra locura hasta el momento en que no haya ya remedio para vosotros. Un momento más, y aquel pecador que vivía tranquilo en el pecado será juzgado y condenado; un instante más, y llevará consigo sus lamentos por toda la eternidad. Sí, H. M., seremos juzgados, nada más cierto; sí, seremos juzga-dos sin misericordia ; sí, eternamente nos lamentare­mos de haber pecado.



1. — Leemos en la Sagrada Escritura, H. M., que cada vez que Dios quiere enviar algún azote al mundo o a su Iglesia, lo hace siempre preceder de algún signo que comience a infundir el terror en los corazones y los lleve a aplacar la divina justicia. Queriendo anegar el universo en un diluvio, el arca de Noé, cuya cons­trucción duró cien años, fué una señal para inducir a los hombres a penitencia, sin la cual todos debían pe­recer. El historiador Josefo refiere que, antes de la des­trucción de Jerusalén, se dejó ver, durante largo tiem­po, un corneta en figura de alfanje, que ponía a los hombres en consternación. Todos se preguntaban: ¡Ay de nosotros! ¿qué querrá anunciar esta señal? tal vez alguna gran desgracia que Dios va a enviarnos. La luna estuvo sin alumbrar ocho noches seguidas; la gente parecía no poder ya vivir más. De repente, aparece un desconocido que, durante tres años, no hace sino gritar, día y noche, por las calles de Jerusalén: ¡Ay de Jerusalén! ¡Ay de Jerusalén!... Le prenden; le azotan con varas para impedirle que grite; nada le detiene. Al cabo de tres años exclama: ¡ Ay! ¡ay de Jerusalén ! y ¡ ay de mí ! Una piedra lanzada por una máquina le cae encima y le aplasta en el mismo instan-te. Entonces todos los males que aquel desconocido ha­bía presagiado a Jerusalén vinieron sobre ella. El hambre fué tan dura que las madres llegaron a dego­llar a sus propios hijos para alimentarse con su carne. Los habitantes, sin saber por qué, se degollaban unos a otros; la ciudad fué tomada y como aniquilada; las calles y las plazas estaban todas cubiertas de cadáve­res; corrían arroyos de sangre ; los pocos que lograron salvar sus vidas fueron vendidos como esclavos.

Mas, como el día del juicio será el más terrible y espantoso de cuantos haya habido, le precederán se­ñales tan horrendas, que llevarán el espanto hasta el fondo de los abismos. Dícenos el Señor que, en aquel momento infausto para el pecador, el sol no dará ya más luz, la luna será semejante a una mancha de sangre, y las estrellas caerán del firmamento. El aire es­tará tan lleno de relámpagos que será un incendio todo él, y el fragor de los truenos será tan grande qué los hombres quedarán yertos de espanto. Los vientos so­plarán con tanto ímpetu, que nada podrá resistirles. Árboles y casas serán arrastradas al caos dé la mar ; el mismo mar de tal manera será agitado por las tempes­tades, que sus olas se elevarán cuatro codos por enci­ma de las más altas montañas y bajarán tanto que po­drán verse los horrores del abismo ; todas las criaturas, aun las insensibles, parecerán quererse aniquilar, para evitar la presencia de su Criador, al ver cómo los crí­menes de los hombres han manchado y desfigurado la tierra. Las aguas de los mares y de los ríos hervirán como aceite sobre brasas; los árboles y plantas vomi­tarán torrentes de sangre; los terremotos serán tan grandes que se verá la tierra hundirse por todas partes; la mayor parte de los árboles y de las bestias serán tra­gados por el abismo, y los hombres, que sobrevivan aún, quedarán como insensatos ; los montes y peñas­cos se desplomarán con horrorosa furia. Después de todos estos horrores se encenderá fuego en los cuatro ángulos del mundo: fuego tan violento que consumirá las piedras, los peñascos y la tierra, como briznas de paja echadas en un horno. El universo entero será redu­cido a cenizas; es preciso que esta tierra manchada con tantos crímenes sea purificada por el fuego que encen­derá la cólera del Señor, de un Dios justamente irri­tado.

Una vez que esta tierra cubierta de crímenes sea purificada, enviará Dios, H. M., a sus ángeles, que harán sonar la trompeta por los cuatro ángulos del mundo y dirán a todos los muertos: Levantaos, muer­tos, salid de vuestras tumbas, venid y compareced a juicio. Entonces, todos los muertos, buenos y malos, justos y pecadores, volverán a tomar la misma forma que tenían antes; el mar vomitará todos los cadáveres que guarda encerrados en su caos, la tierra devolverá todos los cuerpos sepultados, desde tantos siglos, en su seno. Cumplida esta revolución, todas las almas de los santos descenderán del cielo resplandecientes de gloria y cada alma se acercará a su cuerpo, dándole mil y mil parabienes. Ven, le dirá, ven, compañero de mis su­frimientos; si trabajaste por agradar a Dios, si hiciste consistir tu felicidad en los sufrimientos y combates, ¡oh, qué de bienes nos están reservados! Hace ya más de mil años que yo gozo de esta dicha; ¡oh, qué ale­gría para mí venir a anunciarte tantos bienes como nos están preparados para la eternidad. Venid, bendi­tos ojos, que tantas veces os cerrasteis en presencia de los objetos impuros, por temor de perder la gracia de vuestro Dios, venid al cielo, donde no veréis sino bellezas jamás vistas en el mundo. Venid, oídos míos, que tuvisteis horror a las palabras y a los discursos impuros y calumniosos; venid y escucharéis en el cielo aquella música celeste que os arrobará en éxtasis continuo. Venid, pies míos y manos mías, que tantas veces os empleasteis en aliviar a los desgraciados; va­mos a pasar nuestra eternidad en el cielo, donde vere­mos a nuestro amable y caritativo Salvador que tanto nos amó. ¡Ah! allí verás a Aquel que tantas veces vino a descansar en tu corazón. ¡Ah! allí veremos esa mano teñida aún en la sangre de nuestro divino Salvador, por la cual El nos mereció tanto gozo. En fin, el cuer­po y el alma de los santos se darán mil y mil parabie­nes; y esto por toda la eternidad.

Luego que todos los santos hayan vuelto a tomar sus cuerpos, radiantes todos allí de gloria según las buenas obras y las penitencias que hayan hecho, espe­rarán gozosos el momento en que Dios, a la faz del universo entero, revele, una por una, todas las lágri­mas, todas las penitencias, todo el bien que ellos Hayan realizado durante su vida; felices ya con la felicidad del mismo Dios. Esperad, les dirá el mismo Jesucristo, esperad, quiero que todo el universo se goce en ver cuánto habéis trabajado. Los pecadores endurecidos, los incrédulos decían que yo era indiferente a cuanto vosotros hicieseis por mí ; pero yo voy a mostrarles, en este día, que he visto y contado todas las lágrimas que derramasteis en el fondo de los desiertos ; voy a mostrarles en este día que a vuestro lado me hallaba yo sobre los cadalsos. Venid todos y compareced delante de esos pecadores que me despreciaron y ultrajaron, que osaron negar que yo existiese y que los viese. Ve­nid, hijos míos, venid, mis amados, y veréis cuán bue­no he sido y cuán grande fué mi amor para con: vos-otros.

Contemplemos por un instante, H. M., a ese infini­to número de almas justas que entran de nuevo en sus cuerpos, haciéndolos semejantes a hermosos soles. Mirad a todos esos mártires, con las palmas en la mano. Mirad a todas esas vírgenes, con la corona de la virginidad en sus sienes. Mirad a todos esos apóstoles, a todos esos sacerdotes; tantas cuantas almas salvaron, otros tantos rayos de gloria los embellecen. Todos ellos, H. M., dirán a María, la Virgen-Madre: Vamos a reunirnos con Aquel que está en el cielo, para dar nuevo esplendor de gloria a vuestra hermosura.

Pero no, un momento de paciencia; vosotros fuis­teis despreciados, calumniados y perseguidos por los malvados; justo es que, antes de entrar en el reino eterno, vengan los pecadores a daros satisfacción hon­rosa.

Mas ¡terrible y espantosa mudanza! oigo la mis­ma trompeta llamando a los réprobos para que salgan de los infiernos. ¡Venid, pecadores, verdugos y tiranos, dirá Dios que a todos quería salvar, venid, compareced ante el tribunal del Hijo del Hombre, ante Aquel de quien tantas veces atrevidamente pensasteis que no os veía ni os oía! Venid y compareced, porque cuan-tos pecados cometisteis en toda vuestra vida serán ma­nifestados a la faz del universo. Entonces clamará el ángel: ¡Abismos del infierno, abrid vuestras puertas!

Vomitad a todos esos réprobos ! su juez los llama. Ah, terrible momento! todas aquellas desdichadas al-mas réprobas, horribles como demonios, saldrán de los abismos e irán, como desesperadas, en busca de sus cuerpos. ¡Ah, momento cruel! en el instante en que el alma entrará en su cuerpo, este cuerpo experimenta­rá todos los rigores del infierno. ¡Ah! este maldito cuerpo, estas malditas almas se echarán mil y mil mal­diciones. ¡Ah! maldito cuerpo, dirá el alma a su cuer­po que se arrastró y revolcó por el fango de sus , impurezas; hace ya más de mil años que yo sufro y me abraso en los infiernos. Venid, malditos ojos, que tan­tas veces os recreasteis en miradas deshonestas a vos-otros mismos o a los demás, venid al infierno a con-templar los monstruos más horribles. Venid, malditos oídos, que tanto gusto hallasteis en las palabras y dis­
tantos besos impuros y que nada omitisteis para satisfacer vuestra sensualidad y vuestra gula, venid al infierno, donde la hiel de los dragones será vuestro alimento único. ¡Ven, cuerpo maldito, a quien tanto procuré contentar; ven a ser arrojado por una eternidad en un estanque de fuego y de azufre encendido por el poder y la cólera de Dios! ¡Ah! ¿quién es capaz de comprender, ni menos de expresar las maldiciones que el cuerpo y el alma mu­tuamente se echarán por toda la eternidad?

Sí, H. M., ved a todos los justos y los réprobos que han recobrado su antigua figura, es decir, sus cuerpos tal como nosotros los vemos ahora, y esperan a su juez, pero un juez justo y sin compasión, para castigar o recompensar, según el mal o el bien que hayamos hecho. Vedle que llega ya, sentado en un trono, radiante de gloria, rodeado de todos los ángeles, precedido del es­tandarte de la cruz. Los malvados viendo a su juez, ¿qué digo? viendo a Aquel a quien antes vieron ocu­pado solamente en procurarles la felicidad del paraíso, y que, a pesar de El, se han condenado, exclamarán: Montañas, aplastadnos, arrebatadnos de la presencia de nuestro juez; peñascos, caed sobre nosotros; ¡ah, por favor, precipitadnos en los infiernos! No, no, pecador, acércate y ven a rendir cuenta de toda tu vida. Acér­cate, desdichado, que tanto despreciaste a un Dios tan bueno. ¡Ah! juez mío, padre mío, criador mío, ¿dónde están mi padre y mi madre que me condenaron? !Ah! quiero verlos ; quiero reclamarles el cielo que me de­jaron perder. ¡Ay, padre! ¡Ay, madre! fuisteis vos-otros los que me condenasteis; fuisteis vosotros la causa de mi desdicha. No, no, al tribunal de tu Dios; no hay remedio para ti. ¡ Ah ! juez mío, exclamará aquella joven..., ¿ dónde está aquel libertino que me robó el cielo? No, no, adelántate, no esperes socorro de nadie... ¡estás condenada! no hay esperanza para ti; sí, estás perdida; sí, todo está perdido, puesto que perdiste a tu alma y a tu Dios. ¡Ah! ¿quién podrá comprender la desdicha de un condenado que verá enfrente de sí, al lado de los santos, a su padre o a su madre, radiantes de gloria y destinados al cielo, y a sí propio reservado para el infierno? Montañas, dirán estos réprobos, se­pultadnos; ¡ah, por favor, caed sobre nosotros! ¡Ah, puertas del abismo, abríos para sepultarnos en él! No, pecador; tú siempre despreciaste mis mandamien­tos; pero hoy es el día en que yo quiero mostrarte que soy tu dueño. Comparece delante de mí con todos tus crímenes, de los cuales no es más que un tejido tu vida entera. ¡Ah, entonces será, dice el profeta Ezequiel, cuando el Señor tomará aquel gran pliego milagroso donde están escritos y consignados todos los crímenes de los hombres. ¡Cuántos pecados que jamás aparecie­ron a los ojos del mundo van ahora a manifestarse! ¡Ah! temblad los que, hace quizás quince o veinte años, venís acumulando pecado sobre pecado. ¡Ay, desgraciados de vosotros!

Entonces Jesucristo, con el libro de las conciencias en la mano, con voz de trueno formidable, llamará a todos los pecadores para convencerlos de todos los pe­cados que hayan cometido durante su vida. Venid, impúdicos, les dirá, acercaos y leed, día por día; mirad todos los pensamientos que mancharon vuestra imaginación, todos los deseos vergonzosos que corrom­pieron vuestro corazón; leed y contad vuestros adul­terios; ved el lugar, el momento en que los co­metisteis; ved la persona con la cual pecasteis. Leed todas vuestras voluptuosidades y lascivias, leed y con­tad bien cuántas almas habéis perdido, que tan caras me habían costado. Más de mil años llevaba ya vuestro cuerpo podrido en el sepulcro y vuestra alma en el infierno, y aún vuestro libertinaje seguía arrastrando almas a la condenación. ¿Veis a esa mujer a quien perdisteis, a ese marido, a esos hijos, a esos vecinos? Todos claman venganza, todos os acusan de su perdi­ción, de que, a no ser por vosotros, habrían ganado el cielo. Venid, mujeres mundanas, instrumentos de Sa­tanás, venid y leed todo el cuidado y el tiempo que empleasteis en componeros; contad la multitud de malos pensamientos y de malos deseos que suscitasteis en las personas que os vieron. Mirad todas las almas que os acusan de su perdición. Venid, maldicientes, sembradores de falsas nuevas, venid y leed, aquí están escritas todas vuestras maledicencias, vuestras burlas, y vuestras maldades; aquí tenéis todas las disensiones que causasteis, aquí tenéis todas las pérdidas y todos los, daños de que vuestra maldita lengua fué causa principal. Id, desdichados, a escuchar en el infierno los gritos y los aullidos espantosos de los demonios. Venid, mal­ditos avaros, leed y contad ese dinero y esos bienes perecederos a los cuales apegasteis vuestro corazón, con menosprecio de vuestro Dios, y por los cuales sacrifi­casteis vuestra alma. ¿Habéis olvidado vuestra dureza para con los pobres? Aquí la tenéis, leed y contad. Ved aquí vuestro oro y vuestra plata, pedidles ahora que os socorran, decidles que os libren de mis manos. Id, mal­ditos, a lamentar vuestra miseria en los infiernos. Venid, vengativos, leed y ved todo cuanto hicisteis en daño de vuestro prójimo, contad todas las injusticias, todos los pensamientos de odio y de venganza que alimentasteis en vuestro corazón; id, desdichados, al infierno. ¡Ah, rebeldes ! mil veces os lo avisaron mis ministros, que, si no amabais a vuestro prójimo como a vosotros mismos, no habría perdón para vosotros. Apartaos de mí, malditos, idos al infierno, donde seréis víctimas de mi cólera eterna, donde aprenderéis que la venganza está reservada sólo a Dios. Ven, ven, bebedor, acércate,-mira hasta el último vaso de vino, hasta el último bo­cado de pan que quitaste de la boca de tu esposa y de tus hijos; he aquí todos tus excesos, ¿los reconoces? ¿son los tuyos realmente, o los de tu vecino? He aquí el número de noches y de días que pasaste en las tabernas, los domingos y fiestas; he aquí, una por una, las palabras deshonestas que dijiste en tu em­briaguez; he aquí todos los juramentos, todas las im­precaciones que vomitaste; he aquí todos los escánda­los que diste a tu esposa, a tus hijos y a tus vecinos. Sí, todo lo he escrito, todo lo he contado. Vete, des­dichado, a embriagarte de la hiel de mi cólera en los infiernos. Venid, mercaderes, obreros, todos, cual-quiera que fuese vuestro estado; venid, dadme cuenta, hasta el último maravedí, de todo lo que comprasteis y vendisteis; venid, examinemos juntos si vuestras medidas y vuestras cuentas concuerdan con las mías. Ved, mercaderes, el día en que engañasteis a ese niño. Ved aquel otro día en que exigisteis doblado precio por vuestra mercancía. Venid, profanadores de los Sacramentos, ved todos vuestros sacrilegios, todas vuestras hipocresías. Venid, padres y madres, dad-me cuenta de esas almas que yo os confié; dadme cuenta de todo lo que hicieron vuestros hijos y vues­tros criados; ved todas las veces que les disteis permiso para ir a lugares y juntarse con compañías que les fueron ocasión de pecado. Ved todos los malos pensamientos y deseos que vuestra hija inspiró; ved todos sus abrazos y otras acciones infames; ved todas las palabras impuras que pronunció vuestro hijo. Pero, Señor, dirán los padres y madres, yo no le mandaba tales cosas. No importa, les dirá el juez, los pecados de tus hijos son pecados tuyos. ¿Dónde están las virtudes que les hicisteis practicar? ¿dónde los buenos ejemplos que les disteis y las buenas obras que les mandasteis hacer ? ¡Ay! ¿qué va a ser de esos padres y madres que ven cómo van sus hijos, unos al baile, otros al juego o a la taberna, y viven tranquilos? ¡ Oh, Dios mío, qué ceguera ! ¡Oh, qué cúmulo de crímenes, por los cua­les van a verse abrumados en aquellos terribles mo­mentos ! ¡Oh! ¡cuántos pecados ocultos, que van a ser publicados a la faz del universo ! ¡Oh, abis­mos de los infiernos! abríos para engullir a esas mu­chedumbres de réprobos que no han vivido sino para ultrajar a su Dios y condenarse.

Pero entonces, me diréis, ¿todas las buenas obras que hemos hecho de nada servirán? Nuestros ayunos, nuestras penitencias, nuestras limosnas, nuestras co­muniones, nuestras confesiones, ¿quedarán sin recom­pensa? No, os dirá Jesucristo, todas vuestras oraciones no eran otra cosa que rutinas; vuestros ayunos, hi­pocresías; vuestras limosnas, vanagloria; vuestro trabajo no tenía otro fin que la avaricia y la codicia; vuestros sufrimientos no iban acompañados sino de quejas y murmuraciones; en todo cuanto hacíais, yo no entraba para nada. Por otra parte, os recompensé con bienes temporales: bendije vuestro trabajo ; di fertilidad a vuestros campos y enriquecí a vuestros hi­jos; del poco bien que hicisteis, os di toda la recom­pensa que podíais esperar. En cambio os dirá Jesús, vuestros pecados viven todavía, vivirán eternamente delante de Mí ; id, malditos, al fuego eterno, preparado para todos los que me despreciaron durante su vida.



II. — Sentencia terrible, pero infinitamente justa. ¿Qué cosa más justa, en verdad, para un dulos que aseguraban que todo concluía con la muer­te? ¿Veis ahora su desesperación? ¿ oís cómo confiesan su impiedad? ¿cómo claman misericordia? Mas ahora todo está acabado; el infierno es vuestra sola herencia. ¿Veis a ese orgulloso que escarnecía y despreciaba a todo el mundo? ¿ le veis abismado en su corazón, con­denado por una eternidad bajo los pies de los demo­nios? ¿Veis a ese incrédulo que decía que no hay Dios ni infierno? ¿le veis confesar a la faz de todo el uni­verso que hay un Dios que le juzga y un infierno donde va a ser precipitado para jamás salir de él? Verdad es que Dios dará a todos los pecadores libertad de presen­tar sus razones y excusas para justificarse, si es que pueden. Mas, ¡ay! ¿qué podrá decir un criminal que no ve en sí mismo sino crimen e ingratitud? ¡Ay! todo lo que el pecador pueda decir en aquel momento in-fausto sólo servirá para mostrar más y más su impiedad y su ingratitud.

He aquí, sin duda, H. M., lo que habrá de más es­pantoso en aquel terrible momento: será el ver nosotros que Dios nada perdonó para salvarnos; que nos hizo participantes de los méritos infinitos de su muerte en la cruz; que nos hizo nacer en el seno de su Iglesia; que nos dió pastores para mostrarnos y enseñarnos todo lo que debíamos hacer para ser felices. Nos dió los Sacra­mentos para hacernos recobrar su amistad cuantas veces la habíamos perdido; no puso límite al número de pecados que quería perdonarnos; si nuestra conversión hubiese sido sincera, estábamos seguros de nuestro per­dón. Nos esperó años enteros, por más que nosotros no vivíamos sino para ultrajarle; no quería perdernos, mejor dicho, quería en absoluto salvarnos; ¡y nosotros no quisimos! Nosotros mismos le forzamos por nues­tros pecados a lanzar contra nosotros sentencia de eterna condenación: Id, hijos malditos, id a reuniros con aquel a quien imitasteis; por mi parte, no os reconozco sino para aplastaros con todos los furores de mí cólera eterna.

Venid, nos dice el Señor por uno de sus profetas, venid, hombres, mujeres, ricos y pobres, pecadores, quienesquiera que seáis, sea el que fuere vuestro estado y condición, decid todos, decid vuestras razones, y yo diré las mías. Entremos en juicio, pesémoslo todo con el peso del santuario. ¡Ah! terrible momento para un pecador, que, por cualquier lado que considere su vida, no ve más que pecado, sin cosa buena. ¡Dios mío! ¡qué va a ser de él ! En este mundo, el pecador siempre en­cuentra excusas que alegar por todos los pecados que ha cometido; lleva su orgullo hasta el mismo tribunal; de la penitencia, donde no debiera comparecer sino para acusarse y condenarse a sí mismo. Unas veces, la igno­rancia; otras, las tentaciones demasiado violentas; otras, en fin, las ocasiones y los malos ejemplos: tales son las razones que, todos los días, están dando los pecadores para encubrir la enormidad de sus crímenes. Ve­nid, pecadores orgullosos, veamos si vuestras excusas serán bien recibidas el día del juicio; explicaos delante de Aquel que tiene la antorcha en la mano, y que todo lo vió, todo lo contó y todo lo pesó. ¡No sabías — dices — que aquello fuese pecado! ¡Ah, desdichado! te dirá Jesucristo: si hubieses nacido en medio de las naciones idólatras, que jamás oyeron hablar del ver­dadero Dios, pudiera tener alguna excusa tu ignoran­cia; pero ¿tú, cristiano, que tuviste la dicha de nacer en el seno de mi Iglesia, de crecer en el centro de la luz, tú que a cada instante oías hablar de la eterna fe­licidad? Desde tu infancia te enseñaron lo que debías ha­cer para procurártela; y tú, a quien jamás cesaron de instruir, de exhortar y de reprender, ¿ te atreves aún a excusarte con tu ignorancia? ¡Ah, desdichado! si viviste en la ignorancia, fué sencillamente porque no qui­siste instruirte, porque no quisiste aprovecharte de las instrucciones, o huíste de ellas. ¡Vete, desgraciado, vete! ¡tus excusas sólo sirven para hacerte más digno aún de maldición ! Vete, hijo maldito, al infierno, a arder en él con tu ignorancia.

Pero — dirá otro — es que mis pasiones eran muy violentas y mi debilidad muy grande. Mas — le dirá el Señor — ya que Dios era tan bueno que te hacía co­nocer tus debilidades, ya que tus pastores te advertían que debías velar continuamente sobre ti mismo y mor­tificarte, para dominarlas, ¿por qué hacías tú precisa-mente todo lo contrario? ¿Por qué tanto cuidado en contentar tu cuerpo y tus gustos? Dios te hacía cono­cen- tu flaqueza, ¿y tú caías a cada instante? ¿Por qué, pues, no recurrir a Dios en demanda de su gracia? ¿por qué no escuchar a tus pastores que no cesaban de exhortarte a pedir las gracias y las fuerzas necesarias para vencer al demonio? ¿Por qué tanta indiferencia y desprecio por los Sacramentos, donde hubieras ha­llado abundancia de gracia y de fuerza para hacer el bien y evitar el mal? ¿Por qué tan frecuente desprecio de la palabra de Dios, que te hubiera guiado por el camino que debías seguir para llegar a El? ¡Ah, pe­cadores ingratos y ciegos! todos estos bienes estaban a vuestra disposición; de ellos podíais serviros como tan-tos otros se sirvieron ¿Qué hiciste para impedir tu caída en el pecado? No oraste sino por rutina o por costumbre.

¡Vete, desdichado! Cuanto más conocías tu flaqueza, tanto más debías haber recurrido a Dios, que te hubie­ra sostenido y ayudado en la obra de tu salvación. Vete, maldito, por ella te haces aún más criminal.

Pero, ¡las ocasiones de pecar son tantas! — dirá todavía otro. — Amigo mío, tres clases conozco de oca­siones que pueden conducirnos al pecado. Todos los estados tienen sus peligros. Tres clases hay, digo, de ocasiones: aquellas a las cuales estamos necesariamente expuestos por los deberes de nuestro estado, aquellas con las cuales tropezamos sin buscarlas, y aquellas en las cuales nos enredamos sin necesidad. Si las ocasio­nes a las cuales nos exponemos sin necesidad no han de servirnos de excusa, no tratemos de excusar un pecado con otro pecado. Oíste cantar — dices — una ma­la canción; oíste una maledicencia o una calumnia; pero ¿por qué frecuentabas aquella casa o aquella compañía? ¿por qué tratabas con aquellas personas sin religión ? ¿No sabías que quien se expone al peligro es culpable y en él perecerá? El que cae sin haberse ex-puesto, en seguida se levanta, y su caída le hace aún más vigilante y precavido. Pero ¿no ves que Dios, que nos ha prometido su socorro en nuestras tentacio­nes, no nos lo ha prometido para el caso en que nosotros mismos tengamos la temeridad de exponernos a ellas? Vete, desgraciado, has buscado la manera de per­derte a ti mismo; mereces el infierno que está reserva-do a los pecadores como tú.

Pero —diréis— es que continuamente tenemos malos ejemplos delante de los ojos. ¿Malos ejemplos? Frívola excusa. Si hay malos ejemplos, ¿no los hay acaso también buenos? ¿Por qué, pues, no seguir los buenos mejor que los malos? Veías a una joven ir al templo, acercarse a la sagrada Mesa; ¿por qué no seguías a ésta, mejor que a la otra que iba al baile? Veías a aquel joven piadoso entrar en la iglesia para adorar a Jesús en el Sagrario; ¿por qué no seguías sus pasos, mejor que los del otro que iba a la taberna? Di más bien, pecador, que preferiste seguir el camino ancho, que te condujo a la infelicidad en que ahora te encuen­tras, que el camino que te había trazado el mismo Hijo de Dios. La verdadera causa de tus caídas y de tu re­probación no está, pues, ni en los malos ejemplos, ni en las ocasiones, ni en tu propia flaqueza, ni en la falta de gracias y auxilios ; está solamente en las malas dis­posiciones de tu corazón que tú no quisiste reprimir.

Si obraste el mal, fué porque quisiste. Tu ruina viene únicamente de ti.

Pero —replicaréis todavía— ¡se nos había dicho siempre que Dios era tan bueno !Dios es bueno, no hay duda; pero es también justo. Su bondad y su miseri­cordia han pasado ya para ti; no te queda más que su justicia y su venganza. ¡Ay, H. M.! con tanta repug­nancia como ahora sentirnos en confesarnos, si, cinco mi­nutos antes de aquel gran día, Dios nos concediese sacerdotes para confesar nuestros pecados, para que se nos borrasen, ¡ah! ¡con qué diligencia nos aprovecha­ríamos de esta gracia! Mas ¡ay! que esto no nos será concedido en aquel momento de desesperación. Mucho más prudente que nosotros fué el Rey Bogoris. Ins­truído por un misionero en la religión católica, pero cautivo aún de los falsos placeres del mundo, habiendo llamado a un pintor cristiano para que le pintara, en su palacio, la caza más horrible de bestias feroces, éste, al revés, por disposición de la divina providencia, le pintó el juicio final, el mundo ardiendo en llamas, Je­sucristo en medio de rayos y relámpagos, el infierno abierto ya para engullir a los condenados, con tan es­pantosas figuras que el rey quedó inmóvil. Vuelto en sí, acordóse de lo que el misionero le había enseñado para que aprendiese a evitar los horrores. de aquel mo­mento en el cual no cabrá al pecador otra suerte que la desesperación; y renunciando, al instante, a todos sus placeres, pasó lo restante de su vida en el arrepenti­miento y las lágrimas.

¡ Ah, H. M. ! si este príncipe no se hubiese conver­tido, hubiera llegado igualmente para él la muerte ; hubiera tardado algo más, es verdad, en dejar todos sus bienes y sus placeres; pero, al morir, aun cuando hubiese vivido siglos, habrían pasado a otros, y él estaría en el infierno ardiendo por siempre jamás; mientras que ahora se halla en el cielo, por una eternidad, esperando aquel gran día, contento de ver que todos sus pecados le han sido perdonados y que jamás volverán a aparecer, ni a los ojos de Dios, ni a los ojos de los hombres.

Fué este pensamiento bien meditado el que llevó a San Jerónimo a tratar su cuerpo con tanto rigor y a derramar tantas lágrimas. ¡Ah! —exclamaba él en aquella vasta soledad— paréceme que oigo, a cada instante, aquella trompeta, que ha de despertar a todos los muertos, llamándome al tribunal de mi Juez. Este mismo pensamiento hacía temblar a David en su trono, y a San Agustín en medio de sus placeres, a pesar de todos sus esfuerzos por ahogar esta idea de que un día sería juzgado. Decíale, de cuando en cuando, a su amigo Alipio: ¡ Ah, amigo querido ! día vendrá en que comparezcamos todos ante el tribunal de Dios para recibir la recompensa del bien o el castigo del mal que hayamos hecho durante nuestra vida ; deje­mos, amigo mío — le decía — el camino del crimen por aquel que han seguido todos los santos. Preparémonos, desde la hora presente, para ese gran día.

Refiere San Juan Clímaco que un solitario dejó su monasterio para pasar a otro con el fin de hacer mayor penitencia. La primera noche fué citado al tribunal de Dios, quien le manifestó que era deudor, ante su jus­ticia, de cien libras de oro. ¡Ah, Señor! —exclamó él— ¿ qué puedo hacer para satisfacerlas? Permaneció tres años en aquel monasterio, permitiendo Dios que fuese despreciado y maltratado de todos los demás, hasta el extremo de que nadie parecía poderle sufrir. Apa­reciósele Nuestro Señor por segunda vez, diciéndole que aún no había satisfecho más que la cuarta parte de su deuda. ¡Ah, Señor! —exclamó él— ¿ qué debo, pues, hacer para justificarme? Fingióse loco durante trece años, y hacían de él todo lo que querían; tra­tábanle duramente, cual si fuera una acémila. Apareciósele por tercera vez el Señor, diciéndole que tenía pagada la mitad. ¡Ah, Señor! —repuso él— puesto que yo lo quise, es preciso que sufra para satisfacer a vues­tra justicia. ¡Oh, Dios mío! no esperéis a castigar mis pecados después del juicio. Cuenta el mismo San Juan Clímaco otro hecho que hace estremecer. Había

-dice- solitario que llevaba ya cuarenta años llorando sus pecados en el fondo de una selva. La víspera de su muerte, abriendo de golpe los ojos, fuera de sí, mirando a uno y otro lacio de su cama, como si viese a alguien que le pedía cuenta de su vida, respondía con voz trémula : Sí, cometí este pecado, pero lo confesé e hice penitencia de él años y años, hasta que Dios me lo perdonó. También cometiste tal otro pecado, le decía la voz. No —respondió el solitario— ese nunca lo he co­metido. Antes de morir, se le oyó exclamar ¡Dios mío, Dios mío! quitad, quitad, os pido, mis pecados de delante de mis ojos, porque no puedo soportar su vista. ¡Ay! ¿qué va a ser de nosotros, si el demonio echa en cara aun los pecados que no se han cometido, cubiertos como estarnos de culpas reales y de las cuales no hemos hecho penitencia? ¡Ah! ¿por qué diferirla para aquel terrible momento? Si apenas los santos es­tán seguros, ¿qué va a ser de nosotros?

¿ Qué debemos concluir de todo esto, H. M.? Hemos de concluir que es necesario no perder jamás de vista que un día seremos juzgados sin misericordia, y que nuestros pecados se manifestarán a la vista del universo entero; y que, después de este juicio, si nos hallamos culpables de estos pecados, iremos a llorarlos en los infiernos, sin poder ni borrarlos, ni olvidarlos. ¡Oh! ¡qué ciegos somos, H. M., si no nos aprovechamos del poco tiempo que nos queda de vida para asegurarnos el cielo! Si somos pecadores, tenemos ahora esperanza de perdón; al paso que, si aguardamos a entonces, no nos quedará ya recurso alguno. ¡Dios mío !hacedme la gracia de que nunca me olvide de tan terrible momento, en especial cuando me vea tentado, para no sucumbir; a fin de que en aquel día podamos oir, salidas de la boca del Sal­vador, estas dulces palabras: «Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino que os está preparado desde el comienzo del mundo.»

San Juan Bautista María Vianney (Cura de
Ars)
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Scarlett*
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MensajePublicado: Jue Mar 26, 2009 1:10 am    Asunto: LA ORACION SEGUN EL SANTO CURA DE ARS
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

LA ORACIÓN PARA ...
SAN JUAN MARÍA VIANNEY


1. "La oración es la elevación de nuestro corazón a Dios, una dulce conversación entre la criatura y su Criador". (Sermón sobre la oración).

2. "Con la oración todo lo podéis, sois dueños, por decirlo así, del querer de Dios". (Sermón sobre la perseverancia).

3. "La oración abre los ojos del alma, le hace sentir la magnitud de su miseria, la necesidad de recurrir a Dios y de temer su propia debilidad". (Sermón sobre la oración).

4. "Todos los males que nos agobian en la tierra vienen precisamente de que no oramos o lo hacemos mal". (Sermón sobre la oración).

5. "Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar". (Sermón sobre la perseverancia).

6. "¡Cuántas veces venimos a la iglesia sin saber a qué venimos ni qué queremos pedir! Sin embargo, cuando se va a casa de cualquiera, se sabe muy bien por qué uno se dirige a ella. Los hay que parecen decirle a Dios: «Vengo a decirte dos palabras para cumplir contigo...». Con frecuencia pienso que, cuando venimos a adorar a nuestro Señor, conseguiríamos todo lo que quisiéramos, con tal de pedirle con fe viva y un corazón puro". (Sobre la oración).

7. "Nuestras oraciones han de ser hechas con confianza, y con una esperanza firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo supliquemos debidamente". (Sermón sobre la oración).

8. "Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación". (Sermón sobre la oración).

9.Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas que sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos (Sermón sobre la oración).

10. "La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la perseverancia. Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que pedimos". (Sermón sobre la oración).


LA ORACION SEGUN EL SANTO CURA DE ARS

Hermosa obligación del hombre: orar y amar

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cristiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios. Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz admirable.

En esta íntima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura; es una felicidad que supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él. Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la oración lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, hace que una parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma y lo endulza todo.

En la oración hecha debidamente, se funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiempo transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bresse, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas habían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas, durante las cuales oraba al buen Dios, y creedme, que el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la oración como los peces en eI agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios. Su corazón no esta dividido. ¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban con del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos a la Iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir! Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: "Sólo dos palabras, para deshacerme de ti..." Muchas veces pienso que cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro.

" TE AMO, OH MI DIOS "
Autor: San Juan María Vianney

Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.
_________________
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MensajePublicado: Jue Mar 26, 2009 4:20 am    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
Responder citando

Perdon por el post en ingles, pero como estan hablando del Santo Cura de Ars les comparto esta información muy importante:


Cita:
Pope Benedict XVI has declared June 2009 through June 2010 a YEAR OF THE PRIESTHOOD and has dedicated the entire year to SAINT JOHN VIANNEY. This year, he explained, marks "the 150th anniversary of the death of the saintly Curé of Ars, Jean Marie Vianney, a true example of a pastor at the service of Christ's flock." During this year, the Pope will also proclaim Saint John Vianney, who is currently known as the patron saint of parish priests and confessors, the "patron of all priests of the world."

VIANNEY DRAMA OPENS AUGUST 4, 2009

St. John Vianney's Feast Day


We are now booking performances for a limited one year tour of VIANNEY, the inspiring story of Saint John Vianney, in commemoration of his 150th anniversary. We urge you to bring this powerful drama to your own community!

The U.S. tour of VIANNEY will travel to parishes, theaters, seminaries, universities and throughout the Catholic school system, as a significant contribution to the year-long celebration and renewal of the priesthood and family life.

The Curé of Ars is the saint who will inspire all of us, especially young people, with a deeper understanding of the heroic life of the priest. We believe a tremendous upsurge in vocations will spring from this Year of the Priesthood because our youth are seeking a radical choice, a way to make a difference in our world, and John Vianney points the way through his dramatic life of self-sacrifice and his struggle with evil.

For more information on the new VIANNEY production, visit

www.vianneydrama.com


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El día de la Asunción del año 1583, al recibir la sagrada comunión en la iglesia de los padres jesuitas, de Madrid, oyó una voz que le decía: «Luis, ingresa en la Compañía de Jesús»
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Scarlett*
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MensajePublicado: Jue Mar 26, 2009 11:31 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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llazcano13 escribió:
Perdon por el post en ingles, pero como estan hablando del Santo Cura de Ars les comparto esta información muy importante:


Cita:
Pope Benedict XVI has declared June 2009 through June 2010 a YEAR OF THE PRIESTHOOD and has dedicated the entire year to SAINT JOHN VIANNEY. This year, he explained, marks "the 150th anniversary of the death of the saintly Curé of Ars, Jean Marie Vianney, a true example of a pastor at the service of Christ's flock." During this year, the Pope will also proclaim Saint John Vianney, who is currently known as the patron saint of parish priests and confessors, the "patron of all priests of the world."

VIANNEY DRAMA OPENS AUGUST 4, 2009

St. John Vianney's Feast Day


We are now booking performances for a limited one year tour of VIANNEY, the inspiring story of Saint John Vianney, in commemoration of his 150th anniversary. We urge you to bring this powerful drama to your own community!

The U.S. tour of VIANNEY will travel to parishes, theaters, seminaries, universities and throughout the Catholic school system, as a significant contribution to the year-long celebration and renewal of the priesthood and family life.

The Curé of Ars is the saint who will inspire all of us, especially young people, with a deeper understanding of the heroic life of the priest. We believe a tremendous upsurge in vocations will spring from this Year of the Priesthood because our youth are seeking a radical choice, a way to make a difference in our world, and John Vianney points the way through his dramatic life of self-sacrifice and his struggle with evil.

For more information on the new VIANNEY production, visit

www.vianneydrama.com


Paz y bien.

Gracias, lazcano por el post y por la noticia.
Se las comparto en español, para aquellos que no hablamos muy bien el español:


El Papa convoca un “Año Sacerdotal” para el próximo 19 de junio

Proclamará al santo Cura de Ars patrono de todos los sacerdotes del mundo

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- El Papa ha convocado un Año Sacerdotal, con motivo del 150 aniversario de la muerte del santo Cura de Ars, a quien proclamará patrono de todos los sacerdotes del mundo, según ha dado hoy a conocer la Santa Sede en un comunicado.

El Papa ha hecho este anuncio durante la audiencia concedida a los participantes en la Plenaria de la Congregación para el Clero, y ésta lo ha hecho público posteriormente en un comunicado, en el que detalla algunas de las iniciativas puestas en marcha con motivo de este año jubilar sacerdotal.

El tema elegido para el Año Sacerdotal es el de “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”. Está previsto que el Papa lo abra con una celebración de Vísperas, el 19 de junio próximo, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y jornada de santificación sacerdotal, “en presencia de la reliquia del Cura de Ars traída por el obispo de Belley-Ars”, monseñor Guy Claude Bagnard, según informa la Santa Sede.

La clausura se celebrará justo un año después, con un “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza de San Pedro.

Durante este Año jubilar, está prevista la publicación de un “Directorio para los Confesores y Directores Espirituales”, así como de una “recopilación de textos del Papa sobre los temas esenciales de la vida y de la misión sacerdotal en la época actual”.

El objetivo de este año es, según expresó el propio Papa hoy ante los miembros de la Congregación para el Clero, “ayudar a percibir cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea”.

Otro tema importante en el que se quiere incidir, según el comunicado de la Congregación, es en “la necesidad de potenciar la formación permanente de los sacerdotes ligándola a la de los seminaristas”.
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Scarlett*
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MensajePublicado: Sab Abr 04, 2009 11:20 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Voy a compartir con ustedes, el Sermón sobre la Caridad que escribió el santo Cura de Ars. Lo haré en varias partes porque es extenso (ya saben que el Cura de Ars se las gastaba para aquello de la escribida y la oratoria jajaj) y para irlo disfrutando como si fuera una buena taza de café con todo y galletas.
Siéntate en tu sillón favorito, sirvete la bebida de tu preferencia y disfrútalo!!!


Cita:

SERMÓN DEL SANTO CURA DE ARS - LA CARIDAD

¿Qué podremos imaginarnos más consolador para un cristiano que tuvo la desgracia de pecar, que el hallar un medio tan fácil de satisfacer a la justicia de Dios por sus pecados?
Jesucristo, nuestro Divino Salvador, sólo piensa en nuestra felicidad, y no ha despreciado ningún medio para proporcionárnosla. Por la limosna podemos fácilmente rescatarnos de la esclavitud de los pecados y atraer sobre nosotros y sobre todas nuestras cosas las más abundantes bendiciones del cielo; mejor dicho, por la limosna podemos librarnos de caer en las penas eternas. ¡Cuán bueno es un Dios que con tan poca cosa se contenta!

De haberlo querido Dios, todos seríamos iguales. Mas no fue así, pues previó que, por nuestra soberbia, no habríamos resistido a someternos unos a otros. Por esto puso en el mundo ricos y pobres, para que unos a otros nos ayudáramos a salvar nuestras almas. Los pobres se salvarán sufriendo con paciencia su pobreza y pidiendo con resignación el auxilio de los ricos. Los ricos, por su parte, hallarán modo de satisfacer por sus pecados, teniendo compasión de los pobres y aliviándolos en lo posible.

Ya ven, pues, cómo de esta manera todos nos podemos salvar. Si es un deber de los pobres sufrir pacientemente la indigencia e implorar con humildad el socorro de los ricos, es también un deber indispensable de los ricos dar limosna a los pobres, sus hermanos, en la medida de sus posibilidades, ya que de tal cumplimiento depende su salvación. Pero será muy aborrecible a los ojos de Dios aquel que ve sufrir a su hermano, y, pudiendo aliviarlo, no lo hiciera. Para animarlos a dar limosna, siempre que sus posibilidades lo permitan, y a darla con pura intención solamente por Dios, voy ahora a mostrarles cuán poderosa es la limosna ante Dios para alcanzar cuanto deseamos, cómo la limosna libra, a los que la hacen, del temor del juicio final, y cuán ingratos somos al mostrarnos ásperos para con los pobres, ya que, al despreciarlos, es al mismo Jesucristo a quien menospreciamos.


En ésto de la limosna, se refiere por supuesto al dinero, pero también a la riqueza espiritual, a la riqueza de todo tipo.
La caridad es compartir lo que tenemos con aquellos que no lo tienen.
Y somos ricos en un aspecto y pobres en otro.
Hay algunos que tienen madre y otros no. Pueden compartirla.
Hay algunos que tenemos hermanos y otros no. Podemos compartirlos.
Hay algunos que tenemos comida y otros no. Podemos compartirlos.

Como dice el santo Cura, Dios en su inmensa sabiduría nos hizo pobres a unos y ricos a otros, para compartir entre nosotros nuestras riquezas y para solicitar la ayuda de otros para aliviar nuestras pobrezas.
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MensajePublicado: Mie Abr 08, 2009 8:55 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.

Continuo con el Sermón del Santo Cura de Ars sobre la Caridad:

Cita:

Bajo cualquier aspecto que consideremos la limosna, ella es de un valor tan grande que resulta imposible que comprendamos todo su mérito; solamente el día del Juicio Final llegaremos a conocer todo su valor. Si quieren saber la razón de esto, aquí la tienen: podemos decir que la limosna sobrepuja a todas las demás buenas acciones, porque una persona caritativa posee ordinariamente todas las demás virtudes.

Leemos en la Sagrada Escritura que el Señor dijo al profeta Isaías“Vete a decir a mi pueblo que me han irritado tanto sus crímenes que no estoy dispuesto a soportarlos por más tiempo: voy a castigarlos perdiéndolos para siempre jamás”.

Se presentó el profeta en medio de aquel pueblo reunido en asamblea, y dijo: “Escucha, pueblo ingrato y rebelde, he aquí lo que dice el Señor tu Dios: Tus crímenes han excitado de tal manera mi furor contra tus hijos, que mis manos están llenas de rayos para aplastarlos y perderlos para siempre. Ya ven, les dice Isaías, que se hallan sin saber a dónde recurrir; en vano elevarán al Señor vuestras oraciones, pues Él se tapará los oídos para no escucharlas; en vano llorarán, en vano ayunarán, en vano cubrirán de ceniza vuestras cabezas, pues Él no volverá a vosotros sus ojos; si los mira, será en todo caso para destruirlos. Sin embargo, en medio de tantos males como los afligen, oigan de mis labios un consejo: seguirlo, será de gran eficacia para ablandar el corazón del Señor, de tal suerte que podrán en alguna manera forzarlo a ser misericordioso con ustedes. Vean lo que deben hacer: den una parte de sus bienes a sus hermanos indigentes; den pan al que tiene hambre, vestido al que está desnudo, y verán cómo súbitamente va a cambiarse la sentencia pronunciada contra ustedes”. En efecto, en cuanto hubieron comenzado a poner en práctica lo que el profeta les aconsejara, el Señor llamó a Isaías, y le dijo : “Profeta, ve a decir a los de mi pueblo, que me han vencido, que la caridad ejercida con sus hermanos ha sido más potente que mi cólera. Diles que los perdono y que les prometo mi amistad”.

Oh, hermosa virtud de la caridad, ¿eres poderosa hasta para doblegar la justicia de Dios? Mas ¡ay! ¡cuán desconocida eres por la mayor parte de los cristianos de nuestros días! Y ello, ¿a qué se debe? Proviene de que estamos demasiado aferrados a la tierra, solamente pensamos en la tierra, como si sólo viviésemos para este mundo y hubiésemos perdido de vista, y no los apreciásemos en lo que valen, los bienes del cielo.


Hermoso discurso, ¿no?
A mí no deja de sorprenderme cómo el Espíritu santo va encadenando los temas.
Acabo de postear el santo de hoy y en él podemos leer una meditación sobre la fé sin obras, es una fé muerta. Ahora, siguiendo en éste sermón se nos muestra lo que hay que hacer: Dar de comer al hambriento y vestido al que está desnudo.
En vano orar, en vano llorar, suplicar. Si no nos ocupamos de nuestros hermanos y sus penas, Dios no nos oirá.
No seamos como Adán y Eva, que uno culpó a la otra, ella culpó a la serpiente y ninguno admitió que había sido quien cometió la falta y mucho menos, tuvieron caridad hacia el otro. Ninguno intercedió por el otro.

La caridad está muy bien representada en la imágen que les comparto:
Una espiga de trigo que no duda en dejar esparcirse sus granos.
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MensajePublicado: Vie Abr 17, 2009 5:50 pm    Asunto:
Tema: San Juan María Bautista Vianney
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Paz y bien.
Contiuo con el sermón del Cura de Ars sobre la Caridad.
¡Disfrutenlo!

Cita:
Vemos también que los Santos estimaron hasta tal punto la caridad para con los demás, que tuvieron por imposible salvarse sin ella.

En primer término les diré que Jesucristo, que en todo quiso servirnos de modelo, la practicó hasta lo sumo. Si abandonó la diestra de su Padre para bajar a la tierra, si nació en la más humilde pobreza, si vivió en medio del sufrimiento y murió en el colmo del dolor, fue porque a ello lo llevó la caridad para con nosotros. Viéndonos totalmente perdidos, su caridad le condujo a realizar todo cuanto realizó, a fin de salvarnos del abismo de males eternos en que nos precipitara el pecado. Durante el tiempo que moró en la tierra, vemos su corazón tan abrasado de caridad, que, al hallarse en presencia de enfermos, muertos, débiles o necesitados, no podía pasar sin aliviarlos o socorrerlos. Y aún iba más lejos: movido por su inclinación hacia los desgraciados, llegaba hasta el punto de realizar en su provecho grandes milagros.

Un día, al ver que los que lo seguían para oír sus predicaciones estaban sin alimentos, con cinco panes y algunos peces alimentó, hasta saciarlos, a cuatro mil hombres sin contar a los niños y a las mujeres; otro día alimentó cinco mil. No se detuvo aún allí. Para mostrarles cuánto se interesaba por sus necesidades, se dirigió a sus apóstoles, diciendo con el mayor afecto y ternura: “Tengo compasión de ese pueblo que tantas muestras de adhesión me manifiesta; no puedo resistir más: voy a obrar un milagro para socorrerlos. Temo que, si los despido sin darles de comer, van a morir de hambre por el camino. Hagan que se sienten; distribuyan estas pocas provisiones; mi poder suplirá a su insuficiencia” (San Mateo, XVI, 32-3Cool. Quedó tan contento con poderlos aliviar, que llegó a olvidarse de sí mismo (…)

Leemos en la Sagrada Escritura que Tobías, santo varón que había sido desterrado de su tierra por causa de la cautividad de Siria, ponía el colmo de su gozo en practicar la caridad para con los desgraciados. Cuando creyó llegado el fin de su vida, llamó a su hijo junto al lecho de muerte: Hijo mío, le dijo, creo que dentro de poco el Señor va a llevarme de este mundo. Antes de morir tengo que recomendarte una cosa de gran importancia. Prométeme, hijo mío, que la observarás. Da limosna todos los días de tu vida; no desvíes jamás tu vista de los pobres. Haz limosna según la medida de tus posibilidades. Si tienes mucho, da mucho, si tienes poco, da poco, pero pon siempre el corazón en tus dádivas y da además con alegría. Con ello acumularás grandes tesoros para el día del Señor. No olvides jamás que la limosna borra nuestros pecados y preserva de caer en otros muchos.

El Señor ha prometido que un alma caritativa no caerá en las tinieblas del infierno, donde no hay ya lugar para la misericordia. No, hijo mío, no desprecies jamás a los pobres, ni tengas tratos con los que los menosprecian, pues el Señor te perdería.


La casa, le dijo, del que da limosna, pone sus cimientos sobre la dura piedra que no se derrumbará nunca, mientras que la del que se resiste a dar limosnas será una casa que caerá por la debilidad de sus cimientos”;
con lo cual nos quiere manifestar que una casa caritativa jamás será pobre: por el contrario, que aquellos que son duros para con los indigentes, perecerán junto con sus bienes.

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