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Sobre el Concilio Vaticano II
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Fabrem
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MensajePublicado: Jue Abr 20, 2006 11:57 pm    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Estimado Alanian, no es que todo el magisterio ordinario sea infalible, sino que debemos obedecer todo el Magisterio Ordinario sin ponernos a discernir cuál parte es y cual parte no es infalible. Parece que es lo mismo, pero no lo es.

Si hubiera alguna parte del Magisterio que contuviera imperfecciones -que jamás llegarán a errores fundamentales- el Espíritu tiene previsto que sean corregidos desde dentro de su Iglesia, por lo tanto, un testimonio público de desconocimiento de la autoridad del sucesor Pedro, una ruptura severísima de la comunión plena con la Iglesia histórica sacramental y un acto de gravísima desobediencia al grado de ordenar Obispos ilegítimamente y sin mandato apostólico, no puede estar dentro de los planes del Espíritu, que haría inválidas las promesas de Cristo cuando edificó su Iglesia sobre la Roca.

La presión de organizaciones tipo sindical sólo funciona con los sistemas democráticos de gobierno y la Iglesia no es una democracia: sus problemas sólo se corrigen desde adentro, sin ultimatums ni presiones ni negociaciones de nadie externo.

He oído que hay mucha gente buena en la sociedad de ustedes, aunque también sé que hay verdaderos fariseos según la significación técnica de 'fariseo', el tirano obsesionado por las forma externas con el espíritu muerto.

No todo el magisterio ordinario es infalible pero todo el magisterio ordinario debe ser 'obedecible'.
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alanian
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Registrado: 25 Feb 2006
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 12:40 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

(conste que estos textos no son de sitios "tradicionalistas")

¿Cómo, pues, ha de entenderse el "obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento"? El término "religioso" se refiere al motivo que tienen los católicos para tal actitud, a saber: su reconocimiento de que el papa y el colegio de obispos tienen autoridad recibida de Cristo para enseñar asuntos de fe y moral en su nombre. Es "de la voluntad y del entendimiento" en el sentido de que, reconociendo la autoridad de enseñar de sus legítimos pastores, los fieles católicos son llamados a aceptar de buen grado su enseñanza y hacerla suya. Esta buena disposición de la voluntad ejerce influencia sobre el juicio moviéndolo a asentir a la enseñanza, incluso más allá del límite en el que la persona pudiera naturalmente encontrar convincentes las razones ofrecidas. Si alguien se ha formado ya una opinión sobre el tema en desacuerdo con la doctrina oficial, se le pide que haga un esfuerzo serio y prolongado para rechazar cualquier tendencia a la obstinación en esa opinión y convencerse a sí mismo de la verdad de la enseñanza oficial, de modo que sea capaz de adherirse a ella con un asentimiento interior sincero del entendimiento. Sin embargo, los manuales corrientes de teología católica toman en cuenta el hecho de que una actitud de sumisión religiosa a la autoridad de enseñar no definitiva no siempre y en cada caso singular se traduce en asentimiento interior positivo a lo que se ha enseñado de este modo. Estos manuales autorizados reconocen que la falta de asentimiento interior a este tipo de enseñanza puede justificarse subjetiva, e incluso objetivamente, cuando, a pesar de los sinceros esfuerzos de otorgar un verdadero asentimiento personal, las razones que se oponen al particular punto de doctrina siguen siendo tan convincentes para el propio entendimiento que se es realmente incapaz de otorgarle un honesto asentimiento interior. La comisión teológica para el Vaticano II hizo referencia a esta enseñanza común de los teólogos católicos en la réplica a una enmienda propuesta por tres obispos, que habían invocado "el caso en el que una persona instruida, frente a una doctrina que no había sido infaliblemente propuesta, no pudiera, por razones bien fundadas, dar su asentimiento interior" (ASS III/8, 8Cool.
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Beatriz
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Registrado: 01 Oct 2005
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 3:58 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Cita:
Beatriz, creo que estás desviando el tema. El que tengan alma los budistas y el que les debamos caridad no nos lleva al ecumenismo de vaticano II, porque la primera obra de la caridad es la verdad. Decirle a un hereje que su camino es verdadero y bondadoso, es desalentarlo a que se convierta.


No Frankluis. No estoy desviando el tema. Necesito que respondas esta pregunta para poder desarrollar la respuesta.

¿Dios creó el alma de los judíos, budistas, musulmanes, etc.?
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Martha610
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 4:20 am    Asunto: Ecumenismo
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Hola, al leer algo de esto se me viene a la cabeza la gran obra de la Madre Teresa de Calcuta, que, creo que con una profunda actitud verdaderamente ecumenista (es decir conforme al ecumenismo como Juan Pablo II quizo enseñarlo) ha logrado lo que la Iglesia "tradicionalista" o lo que por medio de la imposición doctrinal no se pudo lograr en toda la historia de la Iglesia y que es la "FUNDACION" de una orden católica, apostólica y romana en una ciudad considerada como de las mas importantes en un país total y completamente ajeno a la doctrina de Cristo, en un país que se consideraba casi inevangelizable debido al gran arraigo cultural de su religión, quiero decir a que su religión y cultura estan tan profundamente fundidas que son como una sola, lo cual convierte en un "gran milagro" y me atrevería a decir, uno de los mas grandes que hemos visto en este siglo la conversión de miles de fieles del dios trinitario formado por Brahama, krishna, Vishnu al Dios católico Padre, Hijo y Espiritu Santo.

Creo que todos los cambios traen cosas buenas y malas, pues siempre habrá tergiversaciones y malos entendidos, pero definitivamente, creo que el verdadero ecumenismo ha sido una gran bendición para la Iglesia y para nosotros los creyentes, pues (al menos a mi) el solo ver el gran éxito evangelizador de una monja que, con un profundo respeto o con un ecuménico respeto a la religión de los demás (pues se dice que la Madre Teresa jamás violentó a nadie para hacerse católico, sino que antes bien fomentaba el que cada quien ejerciera su propia religión lo mas perfectamente posible, lo que implicaba que algunos de sus pobres hacían sus prácticas religiosas ahí en las casas religiosas) ha logrado conquistar para Cristo los corazones mas duros o mas ignorantes de muchas tierras lejanas (no solo india) con tanta facilidad y naturalidad, llevándolas en tan poco tiempo a una aceptación y seguimiento del evangelio tan perfecta, el solo ver que una pobre monjita sumamente respetuosa de las creencias de otros pero totalmente invadida del amor de Cristo haya podido cambiar tantos corazones (no solo los de los paises evangelizados sino los del mundo entero por su ejemplo) en un santiamén como se diría, me hace ya no solo pensar, sino estar segura y no dudar que el ecumenismo que promovió el Papa Juan Pablo II es parte y "UNA PARTE MUUUYY IMPORTANTE" si no es que crucial del amor de Cristo, es decir, del VERDADERO AMOR DE CRISTO.
Así es, quizá me equivoque, pero creo que Cristo ha querido darle a este siglo el regalo de conocer una nueva faceta de Su Infinito y Perfectísimo amor que es el amor verdadero y profundo, que necesaria y obligatoriamente lleva a un profundísimo respeto por las creencias y conciencia ajenas.

Claro que esta parte de su amor ya estaba definida desde el principio, pero creo que la Iglesia nunca la había vivido en la plenitud en la que ahora la esta viviendo, creo que ahora verdaderamente se ha encarnado en los cristianos católicos un nuevo amor, mas perfecto, mas sublime, mas hermoso, mas acorde al de Cristo.
Me alegra profundamente estar viviendo esta época, que aunque sumamente difícil, pecaminosa, quizá herética, al mismo tiempo presenta, en su otra cara una perfección del amor, es decir, de la imagen de Cristo que nunca antes se había visto (creo yo).

Con mucha razón se dice que donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia. Y también con mucha razón san Luis Ma. Grignion de Monfort en su tratado de la verdadera devoción dice (sobre la santidad en estos "ultimos" tiempos) que "en aquellos días surgirán los más grandes santos que la Iglesia ha tenido", y así lo es, claro, no solo gracias al ecumenismo, sino a toda la gracia y a las revelaciones tan importantes que nuestro Señor ha dado en estos tiempos, lo que ha abierto las puertas a esa perfección en el amor necesaria para la transformación del mundo o para darle fin al mundo.

No se ustedes, pero para mi la conclusión mas lógica es que el ecumenismo del concilio II o del Papa Juan Pablo II ha sido una gran puerta que se ha abierto para que todo esto se lleve a cabo, aunque quizá también para que las profecías se cumplan tanto las buenas como las malas y bueno, aquí ya no hay que dejar solo al ecumenismo, sino a todas las revelaciones y apariciones marianas, que si bien harán posible la "perfección" o una mayor perfección en muchos cristianos que los aprovechen al máximo, también serán piedra de tropiezo para aquellos que no lo hagan, llevándolos en igual modo a una perfecta imperfección o mayor imperfección.

Pero creo que esto no nos debe escandalizar, pues lo mismo pasó en tiempos de Cristo, los que lo aceptaron alcanzaron una mayor perfección de la conocida pues el Amor se les había revelado (aunque la mayoría no lo entendieron totalmente) pero los que lo rechazaron alcanzaron exactamente lo contrario. Por ahí escuché, que Jesucristo dijo a una mística que si cuando Judas murió el infierno no hubiera existido, en ese mismo instante hubiese sido creado y mucho peor.
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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 4:33 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

alanian escribió:
(conste que estos textos no son de sitios "tradicionalistas")

¿Cómo, pues, ha de entenderse el "obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento"? El término "religioso" se refiere al motivo que tienen los católicos para tal actitud, a saber: su reconocimiento de que el papa y el colegio de obispos tienen autoridad recibida de Cristo para enseñar asuntos de fe y moral en su nombre. Es "de la voluntad y del entendimiento" en el sentido de que, reconociendo la autoridad de enseñar de sus legítimos pastores, los fieles católicos son llamados a aceptar de buen grado su enseñanza y hacerla suya. Esta buena disposición de la voluntad ejerce influencia sobre el juicio moviéndolo a asentir a la enseñanza, incluso más allá del límite en el que la persona pudiera naturalmente encontrar convincentes las razones ofrecidas. Si alguien se ha formado ya una opinión sobre el tema en desacuerdo con la doctrina oficial, se le pide que haga un esfuerzo serio y prolongado para rechazar cualquier tendencia a la obstinación en esa opinión y convencerse a sí mismo de la verdad de la enseñanza oficial, de modo que sea capaz de adherirse a ella con un asentimiento interior sincero del entendimiento. Sin embargo, los manuales corrientes de teología católica toman en cuenta el hecho de que una actitud de sumisión religiosa a la autoridad de enseñar no definitiva no siempre y en cada caso singular se traduce en asentimiento interior positivo a lo que se ha enseñado de este modo. Estos manuales autorizados reconocen que la falta de asentimiento interior a este tipo de enseñanza puede justificarse subjetiva, e incluso objetivamente, cuando, a pesar de los sinceros esfuerzos de otorgar un verdadero asentimiento personal, las razones que se oponen al particular punto de doctrina siguen siendo tan convincentes para el propio entendimiento que se es realmente incapaz de otorgarle un honesto asentimiento interior. La comisión teológica para el Vaticano II hizo referencia a esta enseñanza común de los teólogos católicos en la réplica a una enmienda propuesta por tres obispos, que habían invocado "el caso en el que una persona instruida, frente a una doctrina que no había sido infaliblemente propuesta, no pudiera, por razones bien fundadas, dar su asentimiento interior" (ASS III/8, 8Cool.


Alanian, te olvidaste de decir quién es el autor de este texto: F. A. Sullivan, s.j. http://www.mercaba.org/DicTF/TF_magisterio.htm

El Padre Sullivan está a favor del sacerdocio femenino. Encontré información sobre él en una pagina web que lucha por el sacerdocio femenino y otra en inglés.

Francis A. Sullivan SJ, profesor emérito de la Universidad Gregoriana de Roma, profesor adjunto al Colegio de Boston.

(a) En Diciembre de 1995, Sullivan expresó un fuerte desacuerdo con la afirmación de la ‘infalibilidad’ hecha por la Congregación para la Doctrina. Sus razones principales eran que las condiciones para tal enseñanza infalible no se habían cumplido.

“La cuestión que aún queda es si es un hecho claramente establecido que los obispos de la Iglesia Católica estén tan convencidos por esas razones [contra el sacerdocio de la mujer] como el Papa Juan Pablo evidentemente lo está, y que si al ejercer su propio papel como jueces y maestros de la fe, ellos hayan sido unánimes en enseñar que la exclusión de la mujer de la ordenación sacerdotal es una verdad divinamente revelada a la que todos los católicos están obligados a dar un asentimiento definitivo de fe. Al menos que éste sea manifiestamente el caso, no veo como puede ser cierto que esta doctrina sea enseñada infaliblemente por el magisterio ordinario universal.”


First of all, we’re talking about Father Francis Sullivan, SJ. That is, he’s a Jesuit, a retired professor of the Gregorian, the Jesuits’ famous university in Rome. What would Thiel’s church think to find out that he accepts the scholarly conclusions of a Jesuit? Wink
Secondly, Fr. Sullivan is one scholar. Thiel quotes him frequently, but for some reason he doesn’t include any quotes of scholars contradicting Sullivan’s thesis. It wouldn’t be all that difficult to find such quotes. The old Catholic Encyclopedia that Thiel loves to selectively quote so much is just chock full of such quotes. So are the much more recent writings of Catholic historian Dr. Warren Carroll.
Thirdly, Fr. Sullivan moved from the Gregorian to Boston College, an institution not exactly known these days for Catholic orthodoxy. For that matter, neither is the Society of Jesus particularly known these days for Catholic orthodoxy. Most significantly, Sullivan’s conclusions on the origin of episcopacy in the early Church are irreconcilable with the teachings of the Catholic Church. Consequently, the fact that Sullivan is a Catholic means nothing. It doesn’t mean the Catholic Church agrees with him, nor does it mean that Catholic scholars admit that history contradicts the teachings of the Catholic Church. Sullivan’s opinions are his own.
Fourthly, his conclusions on the origin of episcopacy in the early Church are contradicted by many, many other Catholic and even Protestant scholars
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Fabrem
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 4:35 am    Asunto: Re: e
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

frank luis escribió:
Alejandro: todo lo que sostuviste sobre el magisterio ordinario es de cosecha tuya, jamás la enseñanza católica ha sostenido tal cosa.

Cita tu fuente y la discutimos honestamente, pero eso de que el espíritu asegura que no comtenga errores sobre cosas fundamentales es algo que se te ocurrió a tí.


La fuente son las promesas de Cristo al fundar su Iglesia sobre la Roca: "yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo", "las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" "yo te daré las llaves del reino de los cielos". Es bien sencillo de comprenderlo: si admitimos que el sucesor de Pedro en el ejercicio oficial, legítimo y formal del Magisterio ordinario universal puede cometer errores fundamentales y arrastrar, por ende, almas a la condenación eterna, entonces la Roca se volvería instrumento de Satanás, y el diablo tomaría el lugar del Espíritu dentro del núcleo mismo de su Iglesia y usaría el Magisterio de la Iglesia fundada por Cristo como instrumento para llevar almas al infierno, y por lo tanto probaría falsas las promesas de Jesús.

Ciertamente esto no está formulado como enseñanza dogmática, por lo tanto daría igual si te la muestro, porque dirías que no es aceptable. Pero no hace falta. Es más fácil que tú me digas uno de esos errores fundamentales -sólo uno- que no sean sólo imperfecciones, y con esto demuestras que es es falso lo que digo. Las pruebas son mejores que cien mil palabras.

Que el ecumenismo es error fundamental es cosecha tuya. Y si no lo es da la cita del documento de la Iglesia que lo prohiba o la cita bíblica.

Si quieres una cita bíblica sobre el ecumenismo, piensa, ¿fue un error ecuménico que Pablo en el Areópago hiciera alusión a la estatua del dios desconocido?

Cita:
22 Pablo, de pie, en medio del Areópago, dijo: "Atenienses, veo que ustedes son, desde todo punto de vista, los más religiosos de todos los hombres. 23 En efecto, mientras me paseaba mirando los monumentos sagrados que ustedes tienen, encontré entre otras cosas un altar con esta inscripción: "Al dios desconocido". Ahora, yo vengo a anunciarles eso que ustedes adoran sin conocer. 24 El Dios que ha hecho el mundo y todo lo que hay en él no habita en templos hechos por manos de hombre, porque es el Señor del cielo y de la tierra.


¿Hizo mal Pablo con poner a Dios como un dios más entre todas las estatuas? ¿Hizo mal con reconocer que los griegos eran religiosos? El Espíritu también es astuto, y Pablo en ningún momento comprometió la fe, como tampoco lo ha hecho Juan Pablo II, y si lo hizo, da la cita.

frank luis escribió:
El infabilismo fue siempre doctrina minoritaria entre los teólogos. Por lo demás, haría fútil la distición con el magisterio solemne o extraordinario.


Y dale con las etiquetas.... Aquí va la explicación (pero es agotador estar aclarando tergiversaciones): una cosa es decir que todo lo que dice el Papa es infalible, que ni yo ni nadie ha dicho aquí, y otra cosa es decir que todo lo que manda el Papa debe ser obedecido y que el alma no corre ningún peligro de pérdida del camino por obedecer sino que hasta crece en santidad, aunque la enseñanza contuviera errores o imperfecciones, porque si admitimos que por obedecer al Sucesor de Pedro cuando da una enseñanza ordinaria universal un alma se va al infierno, entonces diríamos que el Sucesor de Pedro es instrumento de Satanás y que, por lo tanto, las promesas de Cristo son falsas. Y si hubiera errores e imperfecciones, no le toca a los fieles discernirlos, sino que el Espíritu y sólo el Espíritu se valdrá de instrumentos (hombres y mujeres santas) para hacer llegar su mensaje al Vicario de Cristo, como lo ha hecho tantas veces en la historia de la Iglesia, y con el fin de que no se rompa la unidad de la Iglesia

frank luis escribió:
El ecumenismo no sólo es un error sino un pecado gravísimo que atenta contra la dignidad del mismo Dios y falta a la caridad en su forma más elemental al privar al prójimo de su conversión.


Esta es pura pero puritita cosecha tuya. Da la cita del Magisterio católico o de la Biblia y la discutimos honestamente. A menos que tú quieras -pero eso sería mala fe descarada- decir que el ecumenismo negocia la fe o compromete en el más mínimo sentido el depósito de la fe. Si lo dices estarías diciendo la madre de todas las mentiras. A menos que lo pruebes, pero es imposible que lo hagas porque no ocurre. Pablo tampoco comprometió la fe en el Areópago. Esta es la clave del ecumenismo.


frank luis escribió:
Recuerdo que tras la muerte de Juan Pablo II, en mi universidad(católica de chile) se entrevistó a varias personalidades, entre ellas al presidente de la federación de estudiantes, y se le preguntó su parecer sbre la persona del fallecido sumo pontífice. Su respuesta me mostró claramente la percepción que un no católicos, protesatnte en este caso, tenía de él. Dijo que para él lo más importante del papa era que había reconocido los errores DE LA IGLESIA (Así lo percibió), que esta cometía errores y que el catolicismo no era la única religión donde uno se podía salvar.
Es obvio que Juan Pablo II nunca dijo lo que este señor afirma(al menos no explícitamente) pero su ecumenismo tuvo ese efecto engañoso en las conciencias, cosa que jamás ocurrió con ningún otro papa anteriormente.
Sinceramente, no creo que este sea un caso aislado.


Si vamos a recolectar las burradas que dicen 'inidividuos' agotamos la capacidad de disco de Catholic Net. No es relevante para nada, Frank Luis, lo que diga 'un' inidividuo. Este es un sofisma de generalización, y lo sabes muy bien.
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Martha610
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 4:47 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Bueno, aunque no se me haga mucho caso, otra cosa que quisiera agregar, que aquí se ha criticado también es la gran importancia que en este proceso evangelizador mundial ha tenido el que las misas se den en el idioma local en donde se celebran, pues esto viene a complementar todo el trabajo evangelizador que se esta sucitando y del que hablé en el aporte pasado, facilitando en una medida importantísima que la religión cristiana sea mejor comprendida y aceptada especialmente por esa gente que por su gran arraigo cultural le sería casi imposible digerir o asimilar, la nueva doctrina.
Verdaderamente pienso que para esa gente una misa en latín y muy complicada sería un obstáculo enorme.
Todo esto me lleva a concluir que todo se ha dado con una perfección casi sobrenatural (si no es que totalmente sobrenatural) y que por lo tanto ni Juan Pablo II ni el Vaticano II se han equivocado en esto (y reitero EN ESTO, quizá se han equivocado en algo, no lo se, pero no en esto).
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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 4:50 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Martha610 escribió:
Bueno, aunque no se me haga mucho caso, otra cosa que quisiera agregar, que aquí se ha criticado también es la gran importancia que en este proceso evangelizador mundial ha tenido el que las misas se den en el idioma local en donde se celebran, pues esto viene a complementar todo el trabajo evangelizador que se esta sucitando y del que hablé en el aporte pasado, facilitando en una medida importantísima que la religión cristiana sea mejor comprendida y aceptada especialmente por esa gente que por su gran arraigo cultural le sería casi imposible digerir o asimilar, la nueva doctrina.
Verdaderamente pienso que para esa gente una misa en latín y muy complicada sería un obstáculo enorme.
Todo esto me lleva a concluir que todo se ha dado con una perfección casi sobrenatural (si no es que totalmente sobrenatural) y que por lo tanto ni Juan Pablo II ni el Vaticano II se han equivocado en esto (y reitero EN ESTO, quizá se han equivocado en algo, no lo se, pero no en esto).


No Martha, si te hacemos caso. Muy interesante lo que has escrito.

Y no te preocupes, los foros son asi, imaginate que eres Juan Bautista predicando en el desierto, parece que estás sola y que nadie te oye pero no es asi...

Dios te bendiga
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Martha610
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 5:01 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Gracias Beatriz, creo que me hacía falta escuchar algo de ustedes, aunque fuera una crítica, no importa, algo, lo que sea.
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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 5:09 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Martha610 escribió:
Gracias Beatriz, creo que me hacía falta escuchar algo de ustedes, aunque fuera una crítica, no importa, algo, lo que sea.


No te desanimes hermanita, yo también varias veces me quedo hablando sola, jejeje

Tu estilo es respetuoso, se necesita ese estilo en los foros.
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Fabrem
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 5:16 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Martha610 escribió:

Todo esto me lleva a concluir que todo se ha dado con una perfección casi sobrenatural (si no es que totalmente sobrenatural) y que por lo tanto ni Juan Pablo II ni el Vaticano II se han equivocado en esto (y reitero EN ESTO, quizá se han equivocado en algo, no lo se, pero no en esto).


La doctrina que aquí se propone es que cada católico es libre decidir cuál parte del magisterio ordinario le parece que contiene error y cuál no, ya sea por sí mismo, o siguiendo al Obispo que más cercano esté a su idea de la fe y del mundo. Unos siguen a Msgr. Lefebvre por el criterio de la Tradición, otros seguirán a Msgr. Casáldiga por el criterio político de los pobres; unos dirán que el Magisterio se equivoca aquí otros dirán que no, que es aquí, y así.... cada quien según su gusto.

Por supuesto que cada uno de ellos dirá que sólo ellos son los serios y que "rescatan" de Roma los verdaderos valores cristianos, por supuesto.

Si parece relativismo de Magisterio Ordinario es porque lo es.

Ahora bien, ¿cuál es la clave para expresar la disconformidad o señalar eventual error en la parte del Magisterio ordinario que no es infalible? Hacerlo desde adentro de la Iglesia, con amor a la Iglesia, con caridad, con discreción sin escándalo, con mucha oración, mucha penitencia y sobre todo, pero sobre todo, sin atentar contra la unidad de la Iglesia mucho menos caer en un acto de grave ruptura.

Marta, te digo, en lo que a tí y a mí nos corresponde y lo que debemos saber es que todo el CVII fue una obra perfecta del Espíritu Santo. Esto es lo que yo sé. Ni nuestra alma ni nuestra santidad corren absolutamente ningún riesgo por pensar y actuar así, aunque -quien sabe- quizá podría haber alguna imperfección pequeña y esencialmente irrelevante por allí en el Concilio que ya será enderezada, pero que no afecta nuestro destino eterno.
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Martha610
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 5:47 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Estoy perfectamente de acuerdo contigo Alejandro, gracias por tu respuesta.
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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 1:33 pm    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Alejandro Berganza escribió:
Martha610 escribió:

Todo esto me lleva a concluir que todo se ha dado con una perfección casi sobrenatural (si no es que totalmente sobrenatural) y que por lo tanto ni Juan Pablo II ni el Vaticano II se han equivocado en esto (y reitero EN ESTO, quizá se han equivocado en algo, no lo se, pero no en esto).


La doctrina que aquí se propone es que cada católico es libre decidir cuál parte del magisterio ordinario le parece que contiene error y cuál no, ya sea por sí mismo, o siguiendo al Obispo que más cercano esté a su idea de la fe y del mundo. Unos siguen a Msgr. Lefebvre por el criterio de la Tradición, otros seguirán a Msgr. Casáldiga por el criterio político de los pobres; unos dirán que el Magisterio se equivoca aquí otros dirán que no, que es aquí, y así.... cada quien según su gusto.

Por supuesto que cada uno de ellos dirá que sólo ellos son los serios y que "rescatan" de Roma los verdaderos valores cristianos, por supuesto.

Si parece relativismo de Magisterio Ordinario es porque lo es.

Ahora bien, ¿cuál es la clave para expresar la disconformidad o señalar eventual error en la parte del Magisterio ordinario que no es infalible? Hacerlo desde adentro de la Iglesia, con amor a la Iglesia, con caridad, con discreción sin escándalo, con mucha oración, mucha penitencia y sobre todo, pero sobre todo, sin atentar contra la unidad de la Iglesia mucho menos caer en un acto de grave ruptura.

Marta, te digo, en lo que a tí y a mí nos corresponde y lo que debemos saber es que todo el CVII fue una obra perfecta del Espíritu Santo. Esto es lo que yo sé. Ni nuestra alma ni nuestra santidad corren absolutamente ningún riesgo por pensar y actuar así, aunque -quien sabe- quizá podría haber alguna imperfección pequeña y esencialmente irrelevante por allí en el Concilio que ya será enderezada, pero que no afecta nuestro destino eterno.


Excelente Alejandro. Es la mejor definición: Relativismo del magisterio ordinario.

El relativismo se ha apoderado del mundo y también quiere apoderarse de ella.

Otra definición tuya que me gustó mucho fue la de "fariseismo espiritual". Es decir, yo lo interpreto asi, Dios creó mi alma y la de todos los cristianos, pero no creó el alma de los judíos, musulmanes, budistas, ateos, agnósticos, protestantes, etc., etc., etc.

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Beatriz
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 1:35 pm    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Perdón, donde dice:

El relativismo se ha apoderado del mundo y también quiere apoderarse de ella.

Debe decir:

El relativismo se ha apoderado del mundo y también quiere apoderarse de la Iglesia.
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alanian
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 9:50 pm    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Beatriz,

Cita:
Alanian, te olvidaste de decir quién es el autor de este texto: F. A. Sullivan, s.j.


"La verdad, diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo " (San Ambrosio)

Por otro lado, el P. Sullivan se remite a los "manuales corrientes de la teología católica" Así como estos otros:

"Nos parece, en conclusión, que la definición de la infalibilidad del Papa por el Concilio Vaticano I, bien entendida y analizada a fondo, es más bien una definición de no-infalibilidad. El Papa, salvo algunos casos contadisimos, no es infalible.

Lo que se plantea entonces es una cuestión muy práctica. ¿Qué valor tienen para los fieles católicos las enseñanzas oficiales pero no infalibles del Papa, que se llaman actos de su magisterio ordinario?

El Concilio Vaticano I no se planteó este asunto. Pero los buenos teólogos de fines del siglo XIX se preocuparon de analizar la cuestión. Y dejaron muy claro que esta enseñanza tiene para los fieles una cierta autoridad. Pero, por no tratarse de enunciados infalibles, el asentimiento que los fieles pueden prestarles es "opinativo y de suyo expuesto a error" (S. Schiffini, De virtutibus infusio, Friburgo Br., 1904, p.215). Por eso, "tan pronto aparezcan motivos suficientes para dudar, es prudente suspender el asentimiento" (Ch. Pesch, Praelectiones dogmaticae, 1, n.521). No es obligatorio el asentimiento, "tan pronto aparezcan motivos, sean verdaderos o falsos, pero debidos a error inculpable, que persuaden otra cosa" (D. Palmieri, Tractatus d e Romano Pontifice, Prato, 1877, p.632).
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alanian
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MensajePublicado: Vie Abr 21, 2006 11:41 pm    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Lo que no dicen estos escritores progresistas es que, existe tambien una infalibilidad del magisterio ordinario, cuando el Papa sostiene lo que la Iglesia dijo siempre y en todo lugar o retoma el magisterio extraordinario.

Por eso es que a los progresistas no les asiste razón cuando afirman la necesidad del sacerdocio femenino o la abolicion del celibato sacedotal.

En ambos casos se trata de una enseñanza que por su reiteracion a lo largo de la Iglesia la hace irreversible, faltando sólo su explicitacion como dogma, lo que quizas se haga en alguna oportunidad.

No sería por tanto carente de culpabilidad su puesta en duda, si bien tampoco podríamos calificar de "herejes" a sus patrocinadores.

Pero otra cosa muy distinta es decir que las novedades posconciliares fueron dichas siempre y en todas partes y obligan en consecuencia como magisterio ordinario infalible.
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 5:00 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

alanian escribió:
Beatriz,

Cita:
Alanian, te olvidaste de decir quién es el autor de este texto: F. A. Sullivan, s.j.


"La verdad, diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo " (San Ambrosio)

Por otro lado, el P. Sullivan se remite a los "manuales corrientes de la teología católica" Así como estos otros:

"Nos parece, en conclusión, que la definición de la infalibilidad del Papa por el Concilio Vaticano I, bien entendida y analizada a fondo, es más bien una definición de no-infalibilidad. El Papa, salvo algunos casos contadisimos, no es infalible.

Lo que se plantea entonces es una cuestión muy práctica. ¿Qué valor tienen para los fieles católicos las enseñanzas oficiales pero no infalibles del Papa, que se llaman actos de su magisterio ordinario?

El Concilio Vaticano I no se planteó este asunto. Pero los buenos teólogos de fines del siglo XIX se preocuparon de analizar la cuestión. Y dejaron muy claro que esta enseñanza tiene para los fieles una cierta autoridad. Pero, por no tratarse de enunciados infalibles, el asentimiento que los fieles pueden prestarles es "opinativo y de suyo expuesto a error" (S. Schiffini, De virtutibus infusio, Friburgo Br., 1904, p.215). Por eso, "tan pronto aparezcan motivos suficientes para dudar, es prudente suspender el asentimiento" (Ch. Pesch, Praelectiones dogmaticae, 1, n.521). No es obligatorio el asentimiento, "tan pronto aparezcan motivos, sean verdaderos o falsos, pero debidos a error inculpable, que persuaden otra cosa" (D. Palmieri, Tractatus d e Romano Pontifice, Prato, 1877, p.632).


Alanian

Lo que diga un teólogo progre me importa muy poco.

Jejeje, "la verdad diga quien la diga procede del Espíritu Santo"

Y yo te respondo "por sus frutos los conocerán"

A los falsos maestros se les conoce por sus frutos. Y Sullivan no solo apoya el sacerdocio femenino sino que sus conclusiones sobre el origen del Episcopado son irreconciliables con las enseñanzas de la Iglesia Católica.

A ver, si Sullivan tiene razón en cuanto a la infalibilidad papal entonces también tiene razón en cuanto al sacerdocio femenino. ¿No me digas que tú estás a favor del sacerdocio femenino? Y si es asi como tú dices entonces empecemos a dar credibilidad a los teólogos de Somos Iglesia que piden, entre muchas cosas, elecciones democráticas para elegir al Papa y a los Obispos, llamar al Papa "hermano Obispo" en lugar de "Santo Padre", eliminación del celibato, sacerdocio femenino, aborto, eutanasia, etc. porque "la verdad, diga quien la diga, procede del Espíritu Santo".

Entonces, Schillebeckxs tiene razón cuando dice que un laico puede administrar la Eucaristía porque "la verdad, diga quien la diga, procede del Espíritu Santo"

Resulta curiosa tu forma de enseñar a la audiencia que pueden disentir del magisterio ordinario utilizando a teólogos progres. Cualquier cosa vale con tal de defender tu posición...

¿A quién vamos a hacer caso? ¿a un teólogo progre o no progre o al Papa Pio IX y al Papa Pio XII?



Pio IX declara que: "no es bastante para los sabios católicos aceptar y reverenciar los predichos dogmas de la Iglesia, sino que es menester también que se somentan a ls decisiones que...pertenecientes a la doctrina, emanan de las Congregaciones pontificias" (D 1684, 1683, 1722)


"el que a vosotros oye, a MI me oye"

Pio XII en la Encíclica "Humani generis"


14. Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.

Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a Mí me oye[3];


Relativismo del magisterio ordinario, ni más ni menos, eso es lo que tú propones.

Y esto es inadmisible para la lógica:

"tan pronto aparezcan motivos, sean verdaderos o falsos, pero debidos a error inculpable, que persuaden otra cosa" (D. Palmieri, Tractatus d e Romano Pontifice, Prato, 1877, p.632).

Asi que si los motivos son falsos, no importa, yo disiento del magisterio ordinario. Shocked

Si tienes motivos falsos para culpar a una persona, o si no estás seguro de si son verdaderos o falsos, no importa, acúsala.

Qué horror!!!!
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 5:02 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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alanian escribió:
Beatriz,

Cita:
Alanian, te olvidaste de decir quién es el autor de este texto: F. A. Sullivan, s.j.


"La verdad, diga quien la diga, proviene del Espíritu Santo " (San Ambrosio)

Por otro lado, el P. Sullivan se remite a los "manuales corrientes de la teología católica" Así como estos otros:

"Nos parece, en conclusión, que la definición de la infalibilidad del Papa por el Concilio Vaticano I, bien entendida y analizada a fondo, es más bien una definición de no-infalibilidad. El Papa, salvo algunos casos contadisimos, no es infalible.

Lo que se plantea entonces es una cuestión muy práctica. ¿Qué valor tienen para los fieles católicos las enseñanzas oficiales pero no infalibles del Papa, que se llaman actos de su magisterio ordinario?

El Concilio Vaticano I no se planteó este asunto. Pero los buenos teólogos de fines del siglo XIX se preocuparon de analizar la cuestión. Y dejaron muy claro que esta enseñanza tiene para los fieles una cierta autoridad. Pero, por no tratarse de enunciados infalibles, el asentimiento que los fieles pueden prestarles es "opinativo y de suyo expuesto a error" (S. Schiffini, De virtutibus infusio, Friburgo Br., 1904, p.215). Por eso, "tan pronto aparezcan motivos suficientes para dudar, es prudente suspender el asentimiento" (Ch. Pesch, Praelectiones dogmaticae, 1, n.521). No es obligatorio el asentimiento, "tan pronto aparezcan motivos, sean verdaderos o falsos, pero debidos a error inculpable, que persuaden otra cosa" (D. Palmieri, Tractatus d e Romano Pontifice, Prato, 1877, p.632).

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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 5:05 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Pio X
"No permitáis que vosotros mismos seáis engañados por las taimadas declaraciones de aquellos que persistentemente claman que desean estar con la Iglesia, amar a la Iglesia, luchar para que la gente no salga de ella... sino juzgarlo por sus obras. Si ellos desprecian a los pastores de la Iglesia e incluso el Papa, si intentan por todos los medios evadir su autoridad para eludir sus directivas y juicios... entonces, ¿de qué Iglesia hablan esos hombres? Ciertamente no de la establecida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Jesucristo mismo como la piedra angular" (Ef 2,20)


Esa cita forma parte de un discurso de Pío X pronunciado el 10 de mayo de 1909, poco después de haber publicado su encíclica Communium rerum
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 5:34 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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22 de Abril de 2006


Intervención durante la presentación de la declaración «Dominus Iesus», sobre la unicidad y la...

Intervención durante la presentación de la declaración «Dominus Iesus», sobre la unicidad y la universalidad salvifica de Jesucristo y de su Iglesia


Mons. Tarcisio Bertone, Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe

5 de setiembre del 2000

El objetivo de esta intervención es comentar brevemente el género literario de la Declaración Dominus Iesus y, en ese contexto, proponer algunas precisiones sobre su valor y su grado de autoridad.

1. El género literario
Se trata de una Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El término Declaración significa que el Documento no enseña doctrinas nuevas, resultado del desarrollo y de la explicitación de la fe, sino que reafirma y reasume la doctrina de la fe católica definida o enseñada en Documentos del Magisterio de la Iglesia precedentes, indicando su recta interpretación, de cara a errores o ambigüedades doctrinales difundidas en el ambiente teológico y eclesial hodiernos. Como se recuerda explícitamente en la Introducción, el Documento no pretende tratar de modo orgánico y sistemático toda la problemática relacionada a los temas cristológicos y eclesiológicos expuestos; no reemplaza, por lo tanto la tarea de la teología ni tiene la intención de reprimir el esfuerzo de los teólogos de dar respuesta a cuestiones hasta ahora en buena parte inexploradas. La Declaración, por el contrario, pide esas exploraciones, indicando, al mismo tiempo, la dirección y los límites no trasponibles para no caer en el error o en el extravío. Esta dirección y estos límites han sido puestos originariamente por la revelación de la verdad de Dios realizada en Jesucristo, y transmitida por la Sagrada Escritura y por la Tradición viva de la Iglesia, interpretadas auténticamente por el Magisterio.

Tratándose de un Documento doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la fe, aprobado expresamente por el Sumo Pontífice, tiene naturaleza magisterial universal. Esta peculiaridad se deriva del hecho de que la Congregación para la Doctrina de la Fe es el organismo auxiliar próximo del Romano Pontífice, con el mandato específico y único recibido de Él de promover y tutelar en todo el orbe católico la doctrina de la fe y las costumbres (cf. Pastor Bonus, art. 4Cool. Por lo tanto, los Documentos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aprobados expresamente por el Papa, participan del magisterio ordinario del Sumo Pontífice (cf. Instrucción Donum Veritatis, 1Cool. Es útil recordar que tales Documentos, de naturaleza doctrinal, no se pueden equiparar a actos de naturaleza administrativa o puramente jurisdiccional, sino que son actos de enseñanza magisterial, dada la relación estrecha y esencial que los Miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe tienen con el Supremo Titular del Ministerio Petrino, que tiene una responsabilidad única y particularísima por la Iglesia universal en el ámbito de la potestad de magisterio.

Si se negase que las decisiones doctrinales de la Congregación, aprobadas expresamente por el Papa, son de naturaleza magisterial universal, se seguiría que tales decisiones tendrían un valor meramente orientado y disciplinar o incluso equivalente al valor de una opinión teológica, por más respetable. Esto, sin embargo, contradice la Tradición eclesial y la voluntad y el mandato del mismo Sumo Pontífice.

Por esta razón, el presente documento, aun no siendo un acto propio del Magisterio del Sumo Pontífice, refleja sin embargo su pensamiento, pues ha sido explícitamente aprobado y confirmado por el Papa, e indica también su voluntad de que lo que en él se contiene sea aceptado por toda la Iglesia, porque es Él que ha ordenado la publicación.

La fórmula de aprobación, que se encuentra al final del Documento, es de autoridad especial y elevada: certa scientia et apostólica Sua auctoritate. Esto corresponde a la importancia y esencialidad de los contenidos doctrinales enseñados en la Declaración: se trata de verdades de fe divina y católica (que pertenecen al 1er apartado de la Fórmula de la Profesión de Fe) o de verdades de la doctrina católica a ser creídas firmemente (que pertenecen al 2do apartado de la misma Fórmula). El asentimiento pedido por lo tanto a los fieles es de tipo definitivo e irrevocable.

Para evitar todo eventual equívoco, es necesario precisar que la fórmula de apropiación por parte del Sumo Pontífice, que expresa un nivel sumo en la aprobación del Documento, y que retoma literalmente expresiones bien conocidas utilizadas por Romanos Pontífices en el pasado, no debilita ni atenúa en ningún modo el valor de los otros Documentos publicados hasta ahora por la Congregación para la Doctrina de la Fe, y aprobados expresamente por el Papa. Si, de hecho, por un lado todos los Documentos doctrinales de la Congregación, para tener autoridad magisterial, deben ser aprobados expresamente por el Papa, por el otro lado, esa aprobación expresa puede expresarse con fórmulas diversas, más o menos acentuadas, teniendo en cuenta sobre todo el objeto y el diverso orden o tipo de las categorías de verdad contenidas en los Documentos mismos.

2. El grado de autoridad
Una sencilla, pero necesaria puntualización sobre el grado de autoridad de la Declaración "Dominus Iesus" se impone, especialmente considerando la insistencia con la cual -también recientemente- intervenciones y publicaciones de ciertos teólogos han hecho críticas al Motu proprio del Santo Padre "Ad tuendam fidem" y a la Nota doctrinal ilustrativa de la Formula de la Profesión de fe, publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1998.

La objeción se refiere a la presunta distinción entre la infalibilidad de la enseñanza y la definitividad de la doctrina. Según algunos, la Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe sostiene que el Magisterio puede proponer como definitivas doctrinas que no se enseñan infaliblemente.

La conclusión que se extrae es que, dado que no son infalibles, esas doctrinas podrían ser consideradas provisorias o revisables y por lo tanto discutibles por parte de los teólogos.


Esta objeción con la conclusión relativa, son totalmente infundadas y sin motivo. Si una doctrina es enseñada como definitiva, y por lo tanto irreformable, esto presupone que sea enseñada por el Magisterio con un acto infalible, aunque sea de diversa tipología. El problema verdadero, por lo tanto, es otro: una doctrina puede ser enseñada por el Magisterio como definitiva ya sea con un acto definitorio y solemne (por el Papa "ex cátedra" o por un Concilio ecuménico) ya sea con un acto ordinario no solemne (por el Magisterio ordinario y universal del Papa o de los Obispos en comunión con él). Ambos actos son sin embargo infalibles. Es además posible que el Magisterio ordinario del Papa confirme o reafirme doctrinas que perteneces por otro lado a la fe de la Iglesia: en este caso, el pronunciamiento del Papa, incluso sin tener el carácter de una definición solemne, vuelve a proponer a la Iglesia doctrinas infaliblemente enseñadas como que deben ser creídas o aceptadas definitivamente, y exige por lo tanto por parte de los fieles un asentimiento de fe o definitivo.

De cara a la Declaración "Dominus Iesus" debe decirse que permanece como un Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que no goza, por lo tanto, de la prerrogativa de la infalibilidad, en cuanto emanado de un organismo inferior al Papa y al colegio de los Obispos en comunión con el Papa. Sin embargo, las enseñanzas de las verdades de fe y de doctrina católica contenidas en ella exigen por parte de todos los fieles un asentimiento definitivo e irrevocable, no debido y a partir de la publicación de la Declaración, sino en cuanto que pertenecen al patrimonio de fe de la Iglesia y han sido propuestos infaliblemente por el Magisterio en actos y documentos precedentes.

La Declaración se presenta, por lo tanto, como un servicio a la fe, ya para salvaguardarla de errores y ambigüedades que oscurecen o incluso alteran puntos esenciales de su genuino patrimonio, como el misterio de la unicidad y universalidad salvíficas de Cristo y el misterio de la unidad y unicidad de la Iglesia sacramento universal de salvación, ya para promover una comprensión más profunda, en la fidelidad y en la continuidad con la Tradición eclesial. Tal servicio, que es exactamente lo opuesto de una limitación y de un sofocamiento de la investigación teológica, abre la inteligencia de los creyentes, librándola del riesgo de la desviación y de la parcialidad, para reconducirla en la dirección correcta hacia la comprensión de la plenitud de la revelación divina. En ese sentido el Documento es también un servicio a la caridad, aquella que Antonio Rosmini llamaba la «caridad intelectual», ya que la salus animarum, que para la Iglesia vale más que cualquier otra cosa, exige como condición esencial el anuncio y la defensa de la verdad de fe.
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 5:45 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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22 de Abril de 2006


Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo
Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo
Congregación para la Doctrina de la Fe

lntroducción
1. La verdad que hace libres es un don de Jesucristo (cf. Jn 8, 32). La búsqueda de la verdad es una exigencia de la naturaleza del hombre, mientras que la ignorancia lo mantiene en una condición de esclavitud. En efecto, el hombre no puede ser verdaderamente libre si no recibe una luz sobre las cuestiones centrales de su existencia y en particular sobre aquella de saber de dónde viene y a dónde va. El llega a ser libre cuando Dios se le entrega como un Amigo, según la palabra del Señor: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; sino que os llamo amigos, porque todo lo que he oído del Padre os lo he dado a conocer" (Jn 15, 15). La liberación de la alienación del pecado y de la muerte se realiza en el hombre cuando Cristo, que es la Verdad, se hace el "camino" para él (cf. Jn 14, 6).

En la fe cristiana están intrínsecamente ligados el conocimiento y la vida, la verdad y la existencia. La verdad ofrecida en la revelación de Dios sobrepasa ciertamente las capacidades de conocimiento del hombre, pero no se opone a la razón humana. Más bien la penetra, la eleva y reclama la responsabilidad de cada uno (cf. 1 P 3, 15). Por esta razón desde el comienzo de la iglesia la "norma de la doctrina" (Rm 6, 17) ha estado vinculada, con el bautismo, al ingreso en el misterio de Cristo. El servicio a la doctrina, que implica la búsqueda creyente de la comprensión de la fe es decir, la teología, constituye por lo tanto una exigencia a la cual la Iglesia no puede renunciar.

En todas las épocas la teología es importante para que la Iglesia pueda responder al designio de Dios que quiere que: "todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tm 2, 4). En los momentos de grandes cambios espirituales y culturales es todavía más importante, pero está también expuesta a riesgos, porque debe esforzarse en "permanecer" en la verdad (cf. Jn 8, 31) y tener en cuenta, al mismo tiempo, los nuevos problemas que se presentan al espíritu humano. En nuestro siglo, particularmente durante la preparación y realización del Concilio Vaticano II , la teología ha contribuido mucho a una más profunda "comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas" (1), pero ha conocido también y conoce todavía momentos de crisis y de tensión.

La Congregación para la doctrina de la fe, por consiguiente, considera oportuno dirigir a los obispos de la Iglesia católica, y a través de ellos a los teólogos, la presente instrucción que se propone iluminar la misión de la teología en la iglesia. Después de considerar la verdad como don de Dios a su pueblo (I), describirá la función de los teólogos (II), se detendrá en la misión particular de los pastores (III), y, finalmente, propondrá algunas indicaciones acerca de la justa relación entre unos y otros (IV). De esta manera quiere servir al progreso en el conocimiento de la verdad (cf. Col 1, 10), que nos introduce en la libertad por la cual Cristo murió y resucitó (cf. Ga 5, 1).

I. La verdad, don de Dios a su pueblo
2. Movido por un amor sin medida, Dios ha querido acercarse al hombre que busca su propia identidad y caminar con él (cf. Lc 24, 15). Lo ha liberado de las insidias del "padre de la mentira" (cf. Jn 8, 44) y lo ha introducido en su intimidad para que encuentre allí, sobreabundantemente, su verdad plena y su verdadera libertad. Este designio de amor concebido por el "Padre de la luz" (St 1, 17; cf. 1 P 2, 9; 1 Jn 1, 5), realizado por el Hijo vencedor de la muerte (cf. Jn 8, 36), se actualiza incesantemente por el Espíritu que conduce "hacia la ven dad plena" (Jn 16, 13).

3. La verdad posee en sí misma una fuerza unificante: libera a los hombres del aislamiento y de las oposiciones en las que se encuentran encerrados por la ignorancia de la verdad y, mientras abre el camino hacia Dios, une los unos con los otros. Cristo destruyó el muro de separación que los había hecho ajenos a la promesa de Dios y a la comunión de la Alianza (cf. Ef 2, 12-14). Envía al corazón de los creyentes su Espíritu, por medio del cual todos nosotros somos en El "uno solo" (cf. Rm 5, 5; Ga 3, 2Cool. Así llegamos a ser, gracias al nuevo nacimiento y a la unción del Espíritu Santo (cf. Jn 3, 5; 1 Jn 2, 20. 27), el nuevo y único Pueblo de Dios que, con las diversas vocaciones y carismas, tiene la misión de conservar y transmitir el don de la verdad. En efecto, la iglesia entera como "sal de la tierra" y "luz del mundo" (cf. Mt 5, 13 s.), debe dar testimonio de la verdad de Cristo que hace libres.

4. El pueblo de Dios responde a esta llamada "sobre todo por medio de una vida de fe y de caridad y ofreciendo a Dios un sacrificio de alabanza". En relación más específica con la "vida de fe" el Concilio Vaticano II precisa que "la totalidad de los fieles, que han recibido la unción del Espíritu Santo (cf. 1 Jn 2, 20. 27), no puede equivocarse cuando cree, y esta peculiar prerrogativa suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando, 'desde los obispos hasta los últimos laicos" presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres" (2).

5. Para ejercer su función profética en el mundo, el pueblo de Dios debe constantemente despertar o "reavivar" su vida de fe (cf. 2 Tm 1, 6), en especial por medio de una reflexión cada vez más profunda, guiada por el Espíritu Santo, sobre el contenido de la fe misma y a través de un empeño en demostrar su racionalidad a aquellos que le piden cuenta de ella (cf. 1 P 3 , 1 5) . Para esta misión el Espíritu de la verdad concede, a fieles de todos los órdenes, gracias especiales otorgadas "para común utilidad" (1 Co 12, 7-11).

II. La vocación del teólogo
6. Entre las vocaciones suscitadas de ese modo por el Espíritu en la iglesia se distingue la del teólogo, que tiene la función especial de lograr, en comunión con el Magisterio, una comprensión cada vez más profunda de la Palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la iglesia.

Por su propia naturaleza la fe interpela la inteligencia, porque descubre al hombre la verdad sobre su destino y el camino para alcanzarlo. Aunque la verdad revelada supere nuestro modo de hablar y nuestros conceptos sean imperfectos frente a su insondable grandeza (cf. Ef 3, 19), sin embargo invita a nuestra razón -don de Dios otorgado para captar la verdad- a entrar en su luz, capacitándola así para comprender en cierta medida lo que ha creído. La ciencia teológica, que busca la inteligencia de la fe respondiendo a la invitación de la voz de la verdad ayuda al pueblo de Dios, según el mandamiento del Apóstol (cf. 1 P 3, 15), a dar cuenta de su esperanza a aquellos que se lo piden.

7. El trabajo del teólogo responde de ese modo al dinamismo presente en la fe misma: por su propia naturaleza la Verdad quiere comunicarse, porque el hombre ha sido creado para percibir la verdad y desea en lo más profundo de sí mismo conocerla para encontrarse en ella y descubrir allí su salvación (cf. 1 Tm 2, 4). Por esta razón el Señor ha enviado a sus apóstoles para que conviertan en "discípulos" todos los pueblos y les prediquen (cf. Mt 28, 19 s.). La teología que indaga la "razón de la fe" y la ofrece como respuesta a quienes la buscan, constituye parte integral de la obediencia a este mandato, porque los hombres no pueden llegar a ser discípulos si no se les presenta la verdad contenida en la palabra de la fe (cf. Rm 10, 14 s.).

La teología contribuye, pues, a que la fe sea comunicable y a que la inteligencia de los que no conocen todavía a Cristo la pueda buscar y encontrar. La teología, que obedece así al impulso de la verdad que tiende a comunicarse, al mismo tiempo nace también del amor y de su dinamismo: en el acto de fe, el hombre conoce la bondad de Dios y comienza a amarlo, y el amor desea conocer siempre mejor a aquel que ama (3). De este doble origen de la teología, enraizado en la vida interna del pueblo de Dios y en su vocación misionera, deriva el modo con el cual ha de ser elaborada para satisfacer las exigencias de su misma naturaleza.

8. Puesto que el objeto de la teología es la Verdad, el Dios vivo y su designio de salvación revelado en Jesucristo, el teólogo está llamado a intensificar su vida de fe y a unir siempre la investigación científica y la oración (4). Así estará más abierto al "sentido sobrenatural de la fe" del cual dependa y que se le manifestará como regla segura para guiar su reflexión y medir la seriedad de sus conclusiones,

9. A lo largo de los siglos la teología se ha constituido progresivamente en un verdadero y propio saber científico. Por consiguiente es necesario que el teólogo esté atento a las exigencias epistemológicas de su disciplina, a los requisitos de rigor crítico y, por lo tanto, al control racional de cada una de las etapas de su investigación. Pero la exigencia crítica no puede identificarse con el espíritu crítico que nace más bien de motivaciones de carácter afectivo o de prejuicios. El teólogo debe discernir en sí mismo el origen y las motivaciones de su actitud crítica y dejar que su mirada se purifique por la fe. El quehacer teológico exige un esfuerzo espiritual de rectitud y de santificación.

l0. La verdad revelada aunque trasciende la razón humana, está en profunda armonía con ella. Esto supone que la razón esté por su misma naturaleza ordenada a la verdad de modo que, iluminada por la fe, pueda penetrar el significado de la revelación. En contra de las afirmaciones de muchas corrientes filosóficas, pero en conformidad con el recto modo de pensar que encuentra confirmación en la Escritura se debe reconocer la capacidad que posee la razón humana para alcanzar la verdad, como también su capacidad metafísica de conocer a Dios a partir de lo creado (5).

La tarea, propia de la teología, de comprender el sentido de la revelación exige, por consiguiente, la utilización de conocimientos filosóficos que proporcionen "un sólido y armónico conocimiento del hombre, del mundo y de Dios" (6), y puedan ser asumidos en la reflexión sobre la doctrina revelada. Las ciencias históricas igualmente son necesarias para los estudios del teólogo, debido sobre todo al carácter histórico de la revelación, que nos ha sido comunicada en una "historia de salvación". Finalmente se debe recurrir también a las "ciencias humanas", para comprender mejor la verdad revelada sobre el hombre y sobre las normas morales de su obrar, poniendo en relación con ella los resultados válidos de estas ciencias.

En esta perspectiva corresponde a la tarea del teólogo asumir elementos de la cultura de su ambiente que le permitan evidenciar uno u otro aspecto de los misterios de la fe. Dicha tarea es ciertamente ardua y comporta riesgos, pero en sí misma es legítima y debe ser impulsada.

Al respecto, es importante subrayar que la utilización por parte de la teología de elementos e instrumentos conceptuales provenientes de la filosofía o de otras disciplinas exige un discernimiento que tiene su principio normativo último en la doctrina revelada. Es ésta la que debe suministrar los criterios para el discernimiento de esos elementos e instrumentos conceptuales, y no al contrario.

11. El teólogo, sin olvidar jamás que también es un miembro del pueblo de Dios, debe respetarlo y comprometerse a darle una enseñanza que no lesione en lo más mínimo la doctrina de la fe.

La libertad propia de la investigación teológica se ejerce dentro de la fe de la iglesia. Por tanto, la audacia que se impone a menudo a la conciencia del teólogo no puede dar frutos y "edificar" si no está acompañada por la paciencia de la maduración. Las nuevas propuestas presentadas por la inteligencia de la fe "no son más que una oferta a toda la iglesia. Muchas cosas deben ser corregidas y ampliadas en un diálogo fraterno hasta que toda la Iglesia pueda aceptarlas. La teología, en el fondo, debe ser un servicio muy desinteresado a la comunidad de los creyentes. Por ese motivo, de su esencia forman parte la discusión imparcial y objetiva, el diálogo fraterno, la apertura y la disposición de cambio de cara a las propias opiniones" (7).

12. La libertad de investigación, a la cual tiende justamente la comunidad de los hombres de ciencia como a uno de sus bienes más preciosos, significa disponibilidad a acoger la verdad tal como se presenta al final de la investigación, en la que no debe haber intervenido ningún elemento extraño a las exigencias de un método que corresponda al objeto estudiado.

En teología esta libertad de investigación se inscribe dentro de un saber racional cuyo objeto ha sido dado por la revelación, transmitida e interpretada en la iglesia bajo la autoridad del Magisterio y acogida por la fe. Desatender estos datos, que tienen valor de principio, equivaldría a dejar de hacer teología. A fin de precisar las modalidades de esta relación con el Magisterio, conviene reflexionar ahora sobre el papel de este último en la Iglesia.

III. El magisterio de los pastores
13. " Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera transmitiendo a todas las generaciones" (Cool. El dio a su Iglesia, por el don del Espíritu Santo, una participación de su propia infalibilidad (9). El pueblo de Dios gracias al "sentido sobrenatural de la fe", goza de esta prerrogativa, bajo la guía del magisterio vivo de la Iglesia, que, por la autoridad ejercida en el nombre de Cristo, es el solo intérprete auténtico de la Palabra de Dios. escrita o transmitida (10).

14. Como sucesores de los Apóstoles, los pastores de la Iglesia "reciben del Señor... la misión de enseñar a todas las gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura, a fin de que todos los hombres logren la salvación..." (11). Por eso. se confía a ellos el oficio de guardar, exponer y difundir la Palabra de Dios, de la que son servidores (12).

La misión del Magisterio es la de afirmar, en coherencia con la naturaleza "escatológica" propia del evento de Jesucristo, el carácter definitivo de la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su pueblo, protegiendo a este último de las desviaciones y extravíos y garantizándole la posibilidad objetiva de profesar sin errores la fe auténtica, en todo momento y en las diversas situaciones. De aquí se sigue que el significado y el valor del Magisterio sólo son comprensibles en referencia a la verdad de la doctrina cristiana y a la predicación de la Palabra verdadera. La función del Magisterio no es algo extrínseco a la verdad cristiana ni algo sobrepuesto a la fe; más bien, es algo que nace de la economía de la fe misma, por cuanto el Magisterio. en su servicio a la palabra de Dios, es una institución querida positivamente por Cristo como elemento constitutivo de la iglesia. El servicio que el Magisterio presta a la verdad cristiana se realiza en favor de todo el pueblo de Dios, llamado a ser introducido en la libertad de la verdad que Dios ha revelado en Cristo.

15. Para poder cumplir plenamente el oficio que se les ha confiado de enseñar el Evangelio y de interpretar auténticamente la revelación, Jesucristo prometió a los pastores de la Iglesia la asistencia del Espíritu Santo. El les dio en especial el carisma de la infalibilidad para aquello que se refiere a las materias de fe y costumbres. El ejercicio de este carisma reviste diversas modalidades. Se ejerce, en particular, cuando los obispos, en unión con su cabeza visible, en acto colegial, como sucede en los concilios ecuménicos, proclaman una doctrina, o cuando el Romano Pontífice, ejerciendo su función de Pastor y Doctor supremo de todos los cristianos, proclama una doctrina "ex cathedra" (13).

16. El oficio de conservar santamente y de exponer con fidelidad el depósito de la revelación divina implica, por su misma naturaleza, que el Magisterio pueda proponer "de modo definitivo" (14) enunciados que, aunque no estén contenidos en las verdades de fe, se encuentran sin embargo íntimamente ligados a ellas, de tal manera que el carácter definitivo de esas afirmaciones deriva, en último análisis, de la misma Revelación (15) .

Lo concerniente a la moral puede ser objeto del magisterio auténtico, porque el Evangelio, que es palabra de vida, inspira y dirige todo el campo del obrar humano. El Magisterio, pues, tiene el

oficio de discernir, por medio de juicios normativos para la conciencia de los fieles, los actos que en sí mismos son conformes a las exigencias de la fe y promueven su expresión en la vida, como también aquellos que, por el contrario, por su malicia son incompatibles con estas exigencias. Debido al lazo que existe entre el orden de la creación y el orden de la redención, y debido a la necesidad de conocer y observar toda la ley moral para la salvación, la competencia del Magisterio se extiende también a lo que se refiere a la ley natural (16).

Por otra parte, la Revelación contiene enseñanzas morales que de por sí podrían ser conocidas por la razón natural, pero cuyo acceso se hace difícil por la condición del hombre pecador. Es doctrina de fe que estas normas morales pueden ser enseñadas infaliblemente por el Magisterio (17).

17. Se da también la asistencia divina a los sucesores de los Apóstoles, que enseñan en comunión con el sucesor de Pedro, y, en particular, al Romano Pontífice, Pastor de toda la iglesia cuando. sin llegar a una definición infalible y sin pronunciarse en "modo definitivo", en el ejercicio del magisterio ordinario proponen una enseñanza que conduce a una mejor comprensión de la Revelación en materia de fe y costumbres, y ofrecen directivas morales derivadas de esta enseñanza.

Hay que tener en cuenta, pues, el carácter propio de cada una de las intervenciones del Magisterio y la medida en que se encuentra implicada su autoridad; pero también el hecho de que todas ellas derivan de la misma fuente, es decir, de Cristo que quiere que su pueblo camine en la verdad plena. Por este mismo motivo las decisiones magisteriales en materia de disciplina, aunque no estén garantizadas por el carisma de la infalibilidad, no están desprovistas de la asistencia divina y requieren la adhesión de los fieles.

18. El Romano Pontífice cumple su misión universal con la ayuda de los organismos de la Curia Romana, y en particular de la Congregación para la doctrina de la fe por lo que respecta a la doctrina acerca de la fe y de la moral. De donde se sigue que los documentos de esta Congregación, aprobados expresamente por el Papa, participan del magisterio ordinario del sucesor de Pedro (1Cool.

19. En las Iglesias particulares corresponde al obispo custodiar e interpretar la Palabra de Dios y juzgar con autoridad lo que le es conforme o no. La enseñanza de cada obispo, tomada individualmente, se ejercita en comunión con la del Pontífice Romano Pastor de la iglesia universal y con los otros obispos dispersos por el mundo o reunidos en Concilio ecuménico. Esta comunión es condición de su autenticidad.

El obispo, miembro del colegio episcopal por su ordenación sacramental y por la comunión jerárquica, representa a su Iglesia, así como todos los obispos en unión con el Papa representan a la Iglesia universal en el vínculo de la paz, del amor, de la unidad y de la verdad. Al confluir en la unidad, las Iglesia locales, con su propio patrimonio, manifiestan la catolicidad de la iglesia. Por su parte, las Conferencias Episcopales contribuyen a la realización concreta del espíritu ("affectus") colegial (19).

20. La tarea pastoral del Magisterio. que tiene la finalidad de vigilar para que el pueblo de Dios permanezca en la verdad que hace libres, es una realidad compleja y diversificada. El teólogo, que está también comprometido en el servicio de la verdad, para mantenerse fiel a su oficio, deberá tener en cuenta la misión propia del Magisterio y colaborar con él. ¿Cómo se puede entender esta colaboración? ¿Cómo se realiza concretamente y qué obstáculos puede encontrar? Es lo que ahora hay que examinar más de cerca.
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 6:03 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

S.S. Pío XII, Humani generis

Humani generis

Carta encíclica del Papa Pío XII sobre las falsas opiniones contra los fundamentos de la doctrina católica, 12 de agosto de 1950

Las disensiones y errores del género humano en cuestiones religiosas y morales han sido siempre fuente y causa de intenso dolor para todas las personas de buena voluntad, y principalmente para los hijos fieles y sinceros de la iglesia; pero en especial lo son hoy, cuando vemos combatidos aun los principios mismos de la civilización cristiana.

INTRODUCCIÓN
Ni es de admirar que siempre haya habido disensiones y errores fuera del redil de Cristo. Porque, aun cuando la razón humana, hablando absolutamente, procede con sus fuerzas y su luz natural al conocimiento verdadero y cierto de un Dios único y personal que con su providencia sostiene y gobierna el mundo, y, asimismo, al conocimiento de la ley natural, impresa por el Creador en nuestras almas; sin embargo, no son pocos los obstáculos que impiden a nuestra razón cumplir eficaz y fructuosamente este su poder natural. Porque las verdades tocantes a Dios y a las relaciones entre los hombres y Dios se hallan por completo fuera del orden de los seres sensibles; y, cuando se introducen en la práctica de la vida y la determinan, exigen sacrificio y abnegación propia.

2. Ahora bien; para adquirir tales verdades, el entendimiento humano encuentra dificultades, ya a causa de los sentidos o imaginación, ya por las malas concupiscencias derivadas del pecado original. Y así sucede que, en estas cosas, los hombres fácilmente se persuadan ser falso o dudoso lo que no quieren que sea verdadero. Por todo ello, ha de defenderse que la revelación divina es moralmente necesaria, para que, aun en el estado actual del género humano, con facilidad, con firme certeza y sin ningún error, todos puedan conocer las verdades religiosas y morales que de por sí no se hallan fuera del alcance de la razón (1)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn0.

Más aún; a veces la mente humana puede encontrar dificultad hasta para formarse un juicio cierto sobre la credibilidad de la fe católica, no obstante que Dios haya ordenado muchas y admirables señales exteriores, por medio de las cuales aun con la sola luz de la razón se puede probar con certeza el origen divino de religión cristiana. De hecho, o guiado por prejuicios o motivo por las pasiones y la mala voluntad, puede no sólo negar la clara evidencia de esos indicios externos, sino también resistir a las inspiraciones que Dios infunde en nuestra almas.

3. Dando una mirada al mundo moderno, que se halla fuera del redil de Cristo, fácilmente se descubren las principales direcciones que siguen los doctos. Algunos admiten de hecho, sin discreción y sin prudencia, el sistema evolucionista, aunque ni en el mismo campo de las ciencias naturales ha sido probado como indiscutible, y pretenden que hay que extenderlo al origen de todas las cosas, y con temeridad sostienen la hipótesis monista y panteísta de un mundo sujeto a perpetua evolución. Hipótesis, de que se valen bien los comunistas para defender y propagar su materialismo dialéctico y arrancar de las almas toda idea de Dios.

La falsas afirmaciones de semejante evolucionismo, por las que se rechaza todo cuanto es absoluto, firme e inmutable, han abierto el camino a las aberraciones de una moderna filosofía , que, para oponerse al idealismo, al inmanetismo y al Pragmatismo se ha llamado a sí mismaExistencialismo, porque rechaza las esencias inmutables de las cosas y sólo se preocupa de la existencia de los seres singulares.

Existe, además, un falso historicismo que, al admitir tan sólo los acontecimientos de la vida humana, tanto en el campo de la filosofía como en el de los dogmas cristianos destruye los fundamentos de toda verdad y ley absoluta.

4. En medio de tal confusión de opiniones, Nos es de algún consuelo ver a los que hoy no rara vez, abandonando las doctrinas de Racionalismo en que antes se habían formado, desean volver a las fuentes de la verdad revelada, y reconocer y profesar la palabra de Dios, conservada en la Sagrada Escritura como fundamentos de la Teología. Pero al mismo tiempo lamentamos que no pocos de ésos, cuanto con más firmeza se adhieren a la palabra de Dios, tanto más rebajan el valor de la razón humana; y cuanto con más entusiasmo realzan la autoridad de Dios revelador, con tanta mayor aspereza desprecian el magisterio de la Iglesia, instituido por nuestro Señor Jesucristo para guardar e interpretar las verdades revelada por Dios. Semejente desprecio no sólo se halla en abierta contradicción con la Sagrada Escritura, sino que se manifiesta en su propia falsedad por la misma experiencia. Porque con frecuencia hasta los mismos disidentes de la Iglesia se lamentan públicamente de la discordia entre ellos reinante en las cuestiones dogmáticas, de tal suerte que, aun no queriéndolo, se ven obligados a reconocer la necesidad de un Magisterio vivo.

5. Los teólogos y filósofos católicos, que tienen la difícil misión de defender e imprimir en las almas de los hombres las verdades divinas y humanas, no deben ignorar ni desatender estas opiniones que, más o menos, se apartan del recto camino. Aun más, es necesario que las conozcan bien, ya porque no se pueden curar las enfermedades si antes no son suficientemente conocidas; ya que en las mismas falsas afirmaciones se oculta a veces un poco de verdad; ya, por último, porque los mismos errores estimulan la mente a investigar y ponderar con mayor diligencia algunas verdades filosóficas o teológicas.

6. Si nuestros filósofos y teólogos procurasen tan sólo sacar este fruto de aquellas doctrinas estudiadas con cautela, no tenía por qué intervenir el Magisterio de la Iglesia. Pero, aunque sabemos que los maestros y estudiosos católicos en general se guardan de tales errores, Nos consta, sin embargo, que aun no faltan quienes, como en los tiempos apostólicos, amando la novedad más de lo debido y temiendo ser tenidos por ignorantes de los progresos de la ciencia, procuran sustraerse a la dirección del Sagrado Magisterio, y así se hallan en peligro de apartarse poco a poco e insensiblemente de la verdad revelada y arrastrar también a los demás hacía el error.

7. Señálase también otro peligro, tanto más grave cuanto más se oculta bajo la capa de virtud. Muchos deplorando la discordia del género humano y la confusión reinante en las inteligencias humanas, son motivos por un celo imprudente y llevados por un interno impulso y un ardiente deseo de romper las barreras que separan entre sí a las personas buenas y honradas; por ello, propugnan una especie tal de irenismo que, pasando por alto las cuestiones que dividen a los hombres, se proponen no sólo combatir en unión de fuerzas al arrollador ateísmo, sino también reconciliar las opiniones contrarias aun en el campo dogmático. Y como en otro tiempo hubo quienes se preguntaban si la apologética tradicional de la Iglesia no era más bien un impedimento que una ayuda en el ganar las almas para Cristo, así tampoco faltan hoy quienes se atreven a poner en serio la duda de si conviene no sólo perfeccionar, sino hasta reformar completamente, la teología y su método tales como actualmente, con aprobación eclesiástica, se emplean en la enseñanza teológica, a fin de que con mayor eficacia se propague el reino de Cristo en todo el mundo, entre los hombres todos, cualquiera que sea su civilización o su opinión religiosa.

Si los tales no pretendiesen sino acomodar mejor, con alguna renovación, la ciencia eclesiástica y su método a las condiciones y necesidades actuales, nada habría casi de temerse; mas, al contrario, algunos de ellos, abrasados por un imprudente irenismo, parecen considerar como un óbice para restablecer la unidad fraterna todo cuanto se funda en las mismas leyes y principios dados por Cristo y en las instituciones por El fundadas o cuanto constituye la defensa y el sostenimiento de la integridad de la fe, caído todo lo cual, seguramente la unificación sería universal, en la común ruina.

8. Los que, o por reprensible afán de novedad, o por algún motivo laudable, propugnan estas nuevas opiniones, no siempre las proponen con el mismo orden, con la misma claridad o con los mismos términos, ni siempre con plena unanimidad de pareceres entre sí mismos; y de hecho, lo que hoy enseñan algunos más encubiertamente, con ciertas cautelas y distinciones, otros más audaces lo propalan mañana a las claras y sin limitaciones, con escándalo de muchos, sobre todo del clero joven, y con detrimento de la autoridad eclesiástica. Y aunque ordinariamente se suelen tratar, con mayor cautela, esas materias en los libros que se publican, con mayor libertad se habla ya en folletos distribuidos privadamente, ya en lecciones dactilografiadas, conferencias y reuniones. Estas doctrinas se divulgan no sólo entre los miembros de uno y otro clero, en los seminarios e institutos religiosos, sino también entre los seglares, sobre todo entre quienes se dedican a la educación e instrucción de la juventud.

I. DOCTRINAS ERRÓNEAS
9. En las materias de la teología, algunos pretenden disminuir lo más posible el significado de los dogmas y librar el dogma mismo de la manera de hablar tradicional ya en la Iglesia y de los conceptos filosóficos usados por los doctores católicos, a fin de volver, en la exposición de la doctrina católica, a las expresiones empleadas por las Sagradas Escrituras y por los Santos Padres. Así esperan que el dogma, despojado de los elementos que llaman extrínsecos a la revelación divina, se pueda coordinar fructuosamente con las opiniones dogmáticas de los que se hallan separados de la Iglesia, para que así se llegue poco a poco a la mutua asimilación entre el dogma católico y las opiniones de los disidentes.- Reducida ya la doctrina católica a tales condiciones, creen que ya queda así allanado el camino por donde se pueda llegar, según exigen las necesidades modernas, a que el dogma pueda ser formulado con las categorías de la filosofía moderna, ya se trate del Inmanentismo, o del Idealismo, o del Existencialismo, ya de cualquier otro sistema. Algunos más audaces afirman que esto se puede, y aún debe hacerse, porque los misterios de la fe -según ellos- nunca se pueden significar con conceptos completamente verdaderos, mas sólo con conceptos aproximativos -así los llaman ellos- y siempre mutables, por medio de los cuales de algún modo se manifiesta la verdad, sí, pero necesariamente también se desfigurar. Por eso no creen absurdo, antes lo creen necesario del todo, el que la teología, según los diversos sistemas filosóficos que en el decurso del tiempo le sirven de instrumento, vaya sustituyendo los antiguos conceptos por otros nuevos, de tal suerte que con fórmulas diversas y hasta cierto punto aun opuestas-equivalente, dicen ellos-expongan a la manera humana aquellas verdades divinas. Añaden que la historia de los dogmas consiste en exponer las varias formas que sucesivamente ha dio tomando la verdad revelada, según las diversas doctrinas y opiniones que a través de los siglos han ido apareciendo.

10. Por lo dicho es evidente que estas tendencias no sólo conducen al llamado relativismo dogmático, sino que ya de hecho lo contienen, pues el desprecio de la doctrina tradicional y de su terminología favorecen demasiado a ese relativismo y lo fomentan. Nadie ignora que los términos empleados, así en la enseñanza de la teología como por el mismo Magisterio de la Iglesia, para expresar tales conceptos, pueden ser perfeccionados y precisados, y sabido es, además, que la Iglesia no siempre ha sido constante en el uso de aquello mismos términos. También es cierto que la Iglesia no puede ligarse a un efímero sistema filosófico, pero las nociones y los términos que los doctores católicos, con general aprobación, han ido reuniendo durante varios siglos para llegar a obtener algún conocimiento del dogma, no se fundan, sin duda, en cimientos tan deleznables. Se fundan, realmente, en principios y nociones deducidas del verdadero conocimiento de las cosas creadas; deducción realizada a la luz de la verdad revelada, que, por medio de la Iglesia, iluminaba, como una estrella, la mente humana. Por eso no es de admirar que algunas de estas nociones hayan sido no sólo empleadas, sino también aprobadas por los Concilios ecuménicos, de tal suerte que no es lícito apartarse de ellas.

11. Por todas estas razones, pues, es de suma imprudencia el abandonar o rechazar o privar de su valor tantas y tan importantes nociones y expresiones que hombres de ingenio y santidad no comunes, bajo la vigilancia del sagrado Magisterio y con la luz y guía del Espíritu Santo, han concebido, expresado y perfeccionado -con un trabajo de siglos- para expresar las verdades de la fe, cada vez con mayor exactitud, y (suma imprudencia es) sustituirlas con nociones hipotéticas o expresiones fluctuantes y vagas de la nueva filosofía, que, como las hierbas del campo, hoy existen, y mañana caerían secas; aún más, ello convertiría el mismo dogma en una caña agitada por el viento. demás de que el desprecio de los términos y nociones que suelen emplear los teóricos escolásticos conducen forzosamente a debilitar la teología llamada especulativa, la cual, según ellos, carece de verdadera certeza, en cuanto que se fundan en razones teológicas.

12. Por desgracia, estos amigos de novedades fácilmente pasan del desprecio de la teología escolática a tener en menos y aun a despreciar también el mismo Magisterio de la Iglesia, que con su autoridad tanto peso ha dado a aquella teología. Presentan este Magisterio como un impedimento del progreso y como un obstáculo d el ciencia; y hasta hay católicos que lo consideran como un freno injusto, que impide que algunos teólogos más cultos renueven la teología. Y aunque este sagrado Magisterio, en las cuestiones de fe y costumbres, debe ser para todo teólogo la norma próxima y universal de la verdad (ya que a él ha confiado nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación del todo el depósito d el fe -o sea, las Sagradas Escrituras y la tradición divina), sin embargo a veces se ignora, como si no existiese, la obligación que tienen todos los fieles de huir de aquellos errores que más o menos se acercan a la herejía, y, por lo tanto, de observar también las constituciones y decretos en que la Santa Sede ha proscrito y prohibido las tales opiniones falsas (2)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn1.

Hay algunos que, de propósito y habitualmente, desconocen todo cuanto los Romanos Pontífices han expuesto en las Encíclicas sobre el carácter y la constitución de la Iglesia; y ello, para hacer prevalecer un concepto vago que ellos profesan y dicen haber sacado de los antiguos Padres, especialmente de los griegos. Y, pues los Sumos Pontífices, dicen ellos, no quieren determinar nada en la opiniones disputadas entre los teólogos, se ha de volver a las fuentes primitivas, y con los escritos de los antiguos se han de explicar las constituciones y decretos del Magisterio.

13. Afirmaciones éstas, revestidas tal vez d un estilo elegante, pero que no carecen de falacia. Pues es verdad que los Romanos Pontífices, en general, conceden libertad a los teólogos en las cuestione disputadas -en distintos sentidos- entre los más acreditados doctores; pero la historia enseña que muchas cuestiones que algún tiempo fueron objeto de libre discusión no pueden ya ser discutidas.

14. Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.

Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a Mí me oye (3)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn2; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya -por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica. Y si los Sumos Pontífices, en sus constituciones, de propósito pronuncian una sentencia en materia hasta aquí disputada, es evidente que, según la intención y voluntad de los mismos Pontífices, esa cuestión ya no se puede tener como de libre discusión entre los teólogos.


15. También es verdad que los teólogos deben siempre volver a las fuentes de la Revelación divina, pues a ellos toca indicar de qué manera se encuentre explícita o implícitamente (4)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn3 en la Sagrada Escritura y en la divina tradición lo que enseña el Magisterio vivo. Además, las dos fuentes de la doctrina revelada contienen tantos y tan sublimes tesoros de verdad, que nunca realmente se agotan. Por eso, con el estudio de las fuentes sagradas se rejuvenecen continuamente las sagradas ciencias, mientras que, por lo contrario, una especulación que deje ya de investigar el depósito de la fe se hace estéril, como vemos por experiencia. Pero esto no autoriza a hacer de la teología, aun de la positiva, una ciencia meramente histórica. Porque junto con esas sagradas fuentes, Dios ha dado a su Iglesia el Magisterio Vivo, para ilustrar también y declarar lo que en el depósito de la fe no se contiene sino oscura y como implícitamente. Y el divino Redentor no ha confiado la interpretación auténtica de este depósito a cada uno de sus fieles, ni un a los teólogos, sino sólo al Magisterio de la Iglesia. Y si la Iglesia ejerce este su oficio (como con frecuencia lo h hecho en el curso de los siglos, con el ejercicio, ya extraordinario, del mismo oficio), es evidentemente falso el método que trata de explicar lo claro con lo oscuro; antes bien, es menester que todos sigan el orden inverso. Por los cual Nuestro Predecesor de i. m., Pío IX, al enseñar que es deber nobilísimo de la teología el mostrar cómo una doctrina definida por la Iglesia se contiene en las fuentes, no sin grave motivo añadió aquellas palabras: con el mismo sentido, con que ha sido definida por la Iglesia.

16. Volviendo a las nuevas doctrinas de que tratamos antes, algunos proponen o insinúan en los ánimos muchas opiniones que disminuyen la autoridad divina de la Sagrada Escritura, pues se atreven a adulterar el sentido de las palabras con que el Concilio Vaticano define que Dios es el autor de la Sagrada Escritura y renuevan una teoría, ya muchas veces condenada, según la cual la inerrancia de la Sagrada Escritura se extiende sólo a los textos que tratan de Dios mismo, de la religión o de la moral. Más aún: sin razón hablan de un sentido humano de la Biblia, bajo el cual se oculta el sentido divino, que es, según ellos, el sólo infalible. En la interpretación de la Sagrada Escritura no quieren tener en cuenta la analogía de la fe ni la tradición de la Iglesia, de manera que la doctrina de los Santos Padres y del sagrado Magisterio, debe ser medida por la de las Sagradas Escrituras, explicadas - éstas- por los exégetas de un modo meramente humano, más bien que exponer las Sagradas Escrituras según la mente de la Iglesia, que ha sido constituida por Nuestro Señor Jesucristo como guarda e intérprete de todo el depósito de las verdades reveladas.

17. Además, el sentido literal de la Sagrada Escritura y su exposición, que tantos y tan eximios exégetas, bajo la vigilancia de la Iglesia, han elaborado, deben ceder el puesto, según las falsas opiniones de éstos [los nuevos], a una nueva exégesis que llaman simbólica o espiritual, con la cual los libros del Antiguo Testamento, que actualmente en la Iglesia son como una fuente cerrada y oculta, llegarían por fin a abrirse para todos. De esta manera, afirman, desaparecen todas las dificultades, que solamente encuentran los que se atienen al sentido literal de las Sagradas Escrituras.

18. Todos ven cuánto se apartan estas opiniones de los principios y normas hermenéuticas justamente establecidas por Nuestros Predecesores, de f. m., León XIII, en la encíclica Providentissimus, y Benedicto XV, en la encíclica Spiritus Paraclitus, y también por Nos mismo en la encíclica Divino aflante Spiritu.

19. No hay, pues, que admirarse que estas novedades hayan producido frutos venenosos ya en casi todos los tratados de teología. Se pone en duda si la razón humana, sin la ayuda de la divina revelación y de la divina gracia, puede demostrar la existencia de un Dios personal con argumentos deducidos de las cosas creadas; se niega que el mundo haya tenido principio, y se afirma que la creación del mundo es necesaria, pues procede de la necesaria liberalidad del amor divino; se niega asimismo a Dios la presencia eterna e infalible de las acciones libres de los hombres: opiniones todas contrarias del Concilio Vaticano (5)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn4.

20. También hay algunos que plantean el problema de si los ángeles son personas; y si hay diferencia esencial entre la materia y el espíritu. Otros desvirtúan el concepto del carácter gratuito del orden sobrenatural, pues defienden que Dios no puede crear seres inteligentes sin ordenarlos y llevarlos a la visión beatífica. Y, no contentos con esto, contra las definiciones del Concilio de Trento, destruyen el concepto del pecado original, junto con el del pecado en general en ofensa de Dios, así como también el de la satisfacción que Cristo ha dado por nosotros. Ni faltan quienes sostienen que la doctrina de la transubstanciación, al estar fundada sobre un concepto ya anticuado de la substancia, debe ser corregida de manera que la presencia real de Cristo en la Eucaristía quede reducida a un simbolismo, según el cual las especies consagradas no son sino señales eficaces de la presencia espiritual de Cristo y de su íntima unión con en el Cuerpo Místico con los miembros fieles.

21. Algunos no se consideran obligados por la doctrina -que, fundada en las fuentes de la revelación, expusimos Nos hace pocos años en una Encíclica-, según la cual el Cuerpo Místico de Cristo y la Iglesia Católica Romana son una sola y misma cosa (6)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn5. Otros reducen a una pura fórmula la necesidad de pertenecer a la verdadera Iglesia para conseguir la salud eterna. Otros, finalmente, no admiten el carácter racional de los signos de la credibilidad de la fe cristiana.

22. Es notorio que estos y otros errores semejantes se propagan entre algunos hijos Nuestros, equivocados por un imprudente celo o por una ciencia falsa; y con tristeza nos vemos obligados a repetirles -a estos hijos- verdades conocidísimas y errores manifiestos, señalándoles con preocupación los peligros del error.

Todos conocen bien cuánto estima la Iglesia el valor de la humana razón, cuyo oficio es demostrar con certeza la existencia de un solo Dios personal, comprobar invenciblemente los fundamentos de la misma fe cristiana por medio de sus notas divinas, establecer claramente la ley impresa por el Creador en las almas de los hombres y, por fin, alcanzar algún conocimiento, siquiera limitado, aunque muy fructuoso, de los misterios (7)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn6.
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 6:31 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Para declarar el Dogma de la Asunción corporal de la santísima Vírgen María se recurrió al magisterio ordinario:

"La respuesta casi unánime del magisterio ordinario. Y aquellos que el Espíritu Santo ha puesto como obispos para regir la Iglesia de Dios (Hechos, 20, 2Cool han dado a una y otra pregunta una respuesta casi unánimemente afirmativa. Este singular consentimiento del Episcopado católico y de los fieles[2], al creer definible como dogma de fe la Asunción corporal al cielo de la Madre de Dios, presentándonos la enseñanza concorde del magisterio ordinario de la Iglesia y la fe concorde del pueblo cristiano, por él sostenida y dirigida, manifestó por sí mismo de modo cierto e infalible que tal privilegio es verdad revelada por Dios y contenida en aquel divino depósito que Cristo confió a su Esposa para que lo custodiase fielmente e infaliblemente lo declarase[3]. El magisterio de la Iglesia, no ciertamente "
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alanian
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 6:38 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Por fin , creo que coincidimos (pero advierte que lo subrayo del pasaje de Humani Generis):


Cita:
14. Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.

Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a Mí me oye (3)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn2; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya -por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica. Y si los Sumos Pontífices, en sus constituciones, de propósito pronuncian una sentencia en materia hasta aquí disputada, es evidente que, según la intención y voluntad de los mismos Pontífices, esa cuestión ya no se puede tener como de libre discusión entre los teólogos.


Es exactamente lo que dije en mi mensaje anterior (parecería que hubiera leido de antemano el texto y mira que no lo hice):

Cita:
Lo que no dicen estos escritores progresistas es que, existe tambien una infalibilidad del magisterio ordinario, cuando el Papa sostiene lo que la Iglesia dijo siempre y en todo lugar o retoma el magisterio extraordinario.

Por eso es que a los progresistas no les asiste razón cuando afirman la necesidad del sacerdocio femenino o la abolicion del celibato sacedotal.

En ambos casos se trata de una enseñanza que por su reiteracion a lo largo de la Iglesia la hace irreversible, faltando sólo su explicitacion como dogma, lo que quizas se haga en alguna oportunidad.

No sería por tanto carente de culpabilidad su puesta en duda, si bien tampoco podríamos calificar de "herejes" a sus patrocinadores.

Pero otra cosa muy distinta es decir que las novedades posconciliares fueron dichas siempre y en todas partes y obligan en consecuencia como magisterio ordinario infalible
.
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 6:51 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

alanian escribió:
Por fin , creo que coincidimos (pero advierte que lo subrayo del pasaje de Humani Generis):


Cita:
14. Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.

Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a Mí me oye (3)http://sanjose/bec/bec/etexts/ - fn2; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya -por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica. Y si los Sumos Pontífices, en sus constituciones, de propósito pronuncian una sentencia en materia hasta aquí disputada, es evidente que, según la intención y voluntad de los mismos Pontífices, esa cuestión ya no se puede tener como de libre discusión entre los teólogos.


Es exactamente lo que dije en mi mensaje anterior (parecería que hubiera leido de antemano el texto y mira que no lo hice):

Cita:
Lo que no dicen estos escritores progresistas es que, existe tambien una infalibilidad del magisterio ordinario, cuando el Papa sostiene lo que la Iglesia dijo siempre y en todo lugar o retoma el magisterio extraordinario.

Por eso es que a los progresistas no les asiste razón cuando afirman la necesidad del sacerdocio femenino o la abolicion del celibato sacedotal.

En ambos casos se trata de una enseñanza que por su reiteracion a lo largo de la Iglesia la hace irreversible, faltando sólo su explicitacion como dogma, lo que quizas se haga en alguna oportunidad.

No sería por tanto carente de culpabilidad su puesta en duda, si bien tampoco podríamos calificar de "herejes" a sus patrocinadores.

Pero otra cosa muy distinta es decir que las novedades posconciliares fueron dichas siempre y en todas partes y obligan en consecuencia como magisterio ordinario infalible
.


No Alanian, yo no veo ninguna coincidencia. Explica dónde está la coincidencia porque no la veo.
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alanian
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 7:04 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Coincidimos en el texto que tu aportas como decisorio (el de Humani Generis de Pio XII):

Alli queda claro que el asentimiento es a lo que la mayor parte de las veces se dice en esos documentos del magisterio ordinario.

Cuando se busca por ellos poner fin a una materia hasta ahora disputada;

no pudiendo ser tomadas como de libre discusion por los teologos

A eso me refería. Pero si tu ahora no estás de acuerdo con esta manifestación de Pío XII explícanos en qué.
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 8:33 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
Responder citando

Cita:
[quote="alanian"]Coincidimos en el texto que tu aportas como decisorio (el de Humani Generis de Pio XII):

Alli queda claro que el asentimiento es a lo que la mayor parte de las veces se dice en esos documentos del magisterio ordinario.


Humanis Generis: y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya -por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica.

¿Se parece a lo que tú has interpretado? yo no lo creo.



Hay que tomar en cuenta que esta frase está en presente y no en pasado.



En Pasado: y la mayor parte de las veces, lo que se propuso e inculcó en las Encíclicas pertenece ya- por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica.

El sentido que tú le quieres dar es como si esa frase estuviera en pasado.

Pero está escrita en presente y vale para las Encíclicas que se escriben hoy: la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya -por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica.
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Beatriz
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MensajePublicado: Sab Abr 22, 2006 2:52 pm    Asunto: Re: c
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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frank luis escribió:
claro,la diferencia es que alaniancapta el sentido del texto, que por lo demás es el que se defiende en todos los manuales de teología acerca del magisterio ordinario. Aquí, no es alanian el que está inventando interpretaciones.


No tengo idea a qué Manual de Teología te refieres ¿Sullivan? no gracias. El Manual que yo tengo para defender la autoridad del magisterio ordinario cita al Papa Pio IX y Pio XII.

Los que están total y absolutamente equivocados, errados, y que dan citas falsas (como se lo demostré a Alanian) al citar que la Iglesia se ha hecho "esclava" de la humanidad y que Dignitates Humanae contradice Quanta Cura (que también te demostré que es falso) son Uds. no yo. Por si fuera poco, y sin ningun tipo de verguenza, ahora se valen de teólogos heterodoxos. A lo largo de todo este tema les he demostrado sus errores. Pero, claro, no son Uds. los que interpretan mal. Shocked

En cambio Uds. evaden preguntas como ¿si Dios creó el alma de los judíos, musulmanes, budistas, etc.? o también ¿si están de acuerdo con las canonizaciones post Concilio? ¿veneran a los santos post-Concilio?

Respóndeme estas tres preguntas y después seguimos conversamos quién interpreta mal.
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Beatriz
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MensajePublicado: Dom Abr 23, 2006 5:30 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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frank luis escribió:
Yo no evado tus preguntas, sabes perfectamente lo que un católica piensa sobre el alma de cualquier individuo de la especie humana, pero no voy a caer en el típico juego de los modernistas que pretenden esconder la verdad bajo su mal entendida caridad. Y tú entendiste perfectamente cuando te los respondí. Un papa besando el corán es una aberración y no cabe justificación al respecto. No me puedes luego decir: "los musulmanes tienen alma, Juan Pablo II lo hizo por que es buenito y los quiere mucho, está lleno de ternura".
El texto que cité es el manual de teología fundamental, editorial BAC de los jesuitas vizmanos y ruidor y cuya cita coloqué más arriva. Ellos discuten las distintas opiniones y se refieren a la opinón minoritaria que estima que el magisterio ordinario sería igualmente infalible. Esto no lo has podido refutar.
Respecto a la opinión de la Iglesia sobre la catolicidad oficial de los estados, creo que ni siquiere resiste análisis tu opinión, pues ignora totalmente lo que de hecho y en la práctica el clero predica a diario. Yo no conozco un sólo cura de la "oficialidad" que sostenga aún la tesis de syllabus del estado confesional. Y dignitatis humanae significa lo contrario para todo el mundo menos para tí. Así es imposible toda discusión, pues desconoces hasta lo que es de pública notoriedad. De hecho, si tu interpretación fuera correcta, no existiría problema doctrinario alguno con la FSSPX al repecto y es un hecho que si lo hay.
Cuando en la mañana leí la declaración de un cardenal (martini?) sobre los anticonceptivos, me quedó más claro aún la decadencia generalizada del clero en lo doctrinal y una opinión como esa, jamás la hubiese pronunciado un clérigo, menos un cardenal, ni siquiera un laico antes del concilio. (y no por ser la opinión del concilio, sino por el clima de libertinaje y dudas que evidentemente creó)
Tampoco has explicado como es posible una doctrina que no tiene ningún precedente en la tradición, como el ecumenismo, y que contradice totalmente la actitud que hasta antes del concilio los papas habían tenido hacia los herejes.
El concilio vaticano II ha sido una rémora para la Iglesia y le ha abierto las puertas a la vulgaridad, el relativismo, la falta de fe y la apostasía. Esto es un hecho histórico.
Te agrego un hecho más a la causa: Los textos sobre libertad religiosa(que era sabido provocaron polémica en la opinión de los más ortodoxos como ottaviani) fueron observados por monseñor lefebvre quien, para que se conociese su interpretación exacta, solicitó al vaticano que clarificara su significado. En particular pidió que se dijese si ellos alteraban o no la doctrina tradicional de unidad Iglesia y Estado reconocido por todo el magisterio tradicional. No hubo respuesta.
Entonces te hago la siguiente pregunta: en la práctica, que significa acpetar el concilio? Qué existe o no el derecho a profesar la religión que se desee? Si me dices que no, entonces el concilio no me implica acptar nada nuevo, con la salvedad que emplea una terminología tan ambigua que ha permitido el surgimiento de toda suerte de opiniones contrastantes. Si me dices que si, te respondo que la tradición de modo claro, en syllabus y Quanta Cura me enseña lo contrario.


El cardenal Martini es jesuita, igual que Vizmanos y Ruidor..., la verdad andan muy desprestigiados dentro de la Iglesia...

Y no has contestado estas dos preguntas que te hice : ¿si están de acuerdo con las canonizaciones post Concilio? ¿veneran a los santos post-Concilio?

contesta estas dos preguntas para poder continuar con el tema.
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joefer
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MensajePublicado: Lun Abr 24, 2006 1:28 am    Asunto:
Tema: Sobre el Concilio Vaticano II
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Hola Beatriz:

Oye, primero una disculpa por haber tomado el titulo de tu epigrafe para publicar una respuesta mia, pero tenia que hacerlo, quisiera decirte que de verdad me da mucha pena que tengas esa opinion de la misa de trento, me respondiste que lo que tenias que decir ya lo habias dicho pero la verdad no encontre ningun fundamento valido para el desprecio por la misa de trento, mas alla de revancha y un sentimiento poco Cristiano, no encontre nada que de verdad fuese valido para no asistir a una misa tridentina, no me queda mas que orar por ti, y recordarte de pasada que el muy Santo Padre tiene la intención de liberar el uso de los misales de Trento, te pregunto ¿ aun asi despresiarias el rito de trento solo por una revancha ?.

que Dios te bendiga.
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