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OPUS DEI Una Investigación
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Esther Filomena
Veterano


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Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 9:44 pm    Asunto: OPUS DEI Una Investigación
Tema: OPUS DEI Una Investigación
Responder citando

Al aparecer en este foro, una carta bastante cargada de indignidad, donde se acusa al Opus Dei de algunos crímenes y pecados. Les quiero presentar extractos de libro escrito por Vittorio Messori, “Opus Dei. Una investigación”.

Espero que ayude a acallar esas “ruidos”, que para algunos son cosa real, porque si alguien lo dice, “quizas sea cierto”... olvidando la caridad que debemos a nuestros hermanos. Caridad que nos lleva a averiguar antes de poner en tela de juicio a una Prelatura de la Iglesia.

Un informe para los editores
(Extracto)


Aquí tienen lo que he conseguido averiguar. Ha pasado bastante más de un año desde que decidí investigar -como un cronista con aires de detective- tal y como lo habría hecho sobre la Mafia. No sobre la mafia siciliana, sino sobre una institución española: el Opus Dei, la Obra, como la llaman en castellano.

Pongo las cartas sobre la mesa. Para transmitir lo que he conseguido saber necesitaré todas las páginas del informe que ahora entrego, pero quiero anticipar (y no es una astucia para incitar a la lectura, sino simplemente "colocar la noticia al principio", como dice la primera regla del periodismo) que no lamento haber retrasado otros trabajos previstos en mi agenda para dedicarme a éste.

La realidad en la que me he sumergido, para intentar descifrarla, es mucho más consoladora o inquietante, mucho más prometedora o amenazante (todo depende del punto de vista; aquí, sin embargo, no son fáciles las medias tintas) de lo que la mayoría de los católicos ni siquiera sospecha. Pero, desde luego, mucho más de lo que yo pensaba.

No es sólo la realidad presente lo que me ha hecho pensar. Me impresiona imaginar lo que puede ser en el futuro. "Estamos sólo al comienzo de una grandísima aventura", he escuchado de labios de muchos de la Obra, con una seguridad tan desconcertante como desprovista (al menos, así me lo ha parecido) de pomposa arrogancia.

En 1928, esta institución de la Iglesia contaba con un único miembro, el fundador; hoy se acerca a los ochenta mil (mitad mujeres, mitad hombres), de más de noventa nacionalidades, con una presencia que crece continuamente en todos los continentes. En Europa, hay cuarenta y seis mil miembros del Opus Dei; en América, veintisiete mil, y siete mil en Asia y Oceanía. En Africa, el crecimiento es algo lento, aunque se está acelerando, (un millar de miembros).

Me han recordado con frecuencia los de "dentro", con certeza serena, las palabras del fundador: "el Opus Dei es un mar sin orillas".

Por decirlo con palabras de un observador que, sin formar parte del Opus Dei, lo conoce por dentro, realmente sorprendente se mire como se mire: "no es temerario afirmar que está ocurriendo, discretamente y a menudo en silencio, una especie de revolución. La importancia eclesial del Opus Dei y su proyección social están empezando a notarse ahora. Sólo el tiempo la dará a conocer en toda su amplitud".

Es indispensable añadir una precisión. Las personas que creen en el Evangelio y lo leen desde una perspectiva católica, saben cuánta verdad encierran las palabras que Jesús dirige a Simón, hijo de Jonás: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 1Cool.

Así está escrito. Para los creyentes, la Iglesia, edificada sobre los sucesores de Simón-llamado-Piedra, llegará hasta la consumación de los tiempos, hasta el gran final del regreso glorioso de Cristo. Pero lo que no está escrito es en qué condiciones perdurará hasta entonces.

Estos mismos creyentes deben rechazar cualquier actitud triunfalista ante el futuro, pues los Evangelios recogen también muchas referencias enigmáticas e inquietantes (en Lucas "Pero el Hijo del hombre, cuando vuelva, ¿encontrará fe sobre la tierra?", 18, 8; en Mateo: "se levantarán muchos falsos profetas y engañarán a muchos; por la abundancia de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará...", 24, 11 y ss.); en Pablo ("que nadie os engañe de ninguna manera, porque antes ha de venir la apostasía y se ha de manifestar el hombre de iniquidad, el hijo de la perdición", 2 Tes 2, 3), y en otros muchos textos del Nuevo Testamento.

Sin embargo, sea cual sea el imprevisible futuro de la Iglesia, me parece bastante previsible que, en su seno, el Opus Dei tendrá mucho que decir. Es más, pienso que constituirá una estructura bien cimentada, cualesquiera que sean las dimensiones (acrecentadas o reducidas) del rebaño eclesial -ya sea grande o pequeño- en los tiempos venideros.

No aspiro a suplantar a profetas y adivinos en su arriesgada profesión: mis conclusiones no son más que el balance razonado de los datos obtenidos a lo largo de mi investigación, y sobre los cuales reflexioné a la luz de los trends, de las constantes y de las desviaciones que han caracterizado a los veinte siglos de historia cristiana.

Parece verificarse de nuevo una paradoja nada infrecuente: las presuntas "vanguardias", es decir, esos sectores que se autoproclamaban (y así les consideraban muchos) "el futuro", resultan ser en realidad el pasado. Mientras el presente y -probablemente- el mañana van (e irán) hacia lo que parecía ser un legado del pasado, destinado a ser superado por lo "nuevo".

En efecto, desde hace algunos decenios, en el ambiente clerical lo nuevo estaba representado, en opinión de muchos, por el catolicismo autoproclamado "progresista", ese que con tanta frecuencia ambicionaba, más que el diálogo, la fusión (en la praxis e incluso en la teoría) con el marxismo y, en general, con las fuerzas llamadas "de izquierdas".

De golpe -con la caída y el descrédito irreparables de la superstición marxista, confundida también por creyentes como "ley científica de la historia"-, ese Catolicismo se ha topado no con los profetas del 2000, sino con los supervivientes de una ideología decimonónica y cubierta de polvo.

Basta recordar, por ejemplo, a las figuras católicas que, en la Italia de los años sesenta y setenta, aceptaron ser elegidos al Parlamento en las listas comunistas, como "avanzadillas" -así se proclamaban ellos- de las masas cristianas. Hoy han quedado, de golpe, reducidos a caricaturas anacrónicas. Y pensar que pontificaban -solemnes y venerados-, invitando a la Jerarquía (no pocas veces intimidada, o al menos paralizada) a que declarase que la Biblia no era sino el anuncio y la confirmación de El capital o de los Cuadernos desde la cárcel. Les dieux sen vont...

El Opus Dei ha atravesado los años de la contestación clerical en silencio, manteniéndose firme en la Tradición y el Magisterio: en el del Papa, claro, porque no han faltado algunos obispos que parecían vacilar ante un presunto "progresismo", que luego el paso del tiempo ha vuelto retrógrado. Por esta fidelidad a prueba de bomba, la Obra fue despreciada como algo anacrónico, se desconfió de ella como si fuera una especie de quiste preconciliar que agonizaría ante lo Nuevo-que-avanza.

Por el contrario, si aquella presunta "novedad" se ha vuelto anticuada de golpe y de modo irremediable, lo que parecía "viejo" goza de buena salud (por ejemplo: frente a la caída de las vocaciones, que continúa en casi toda la Iglesia, a pesar de débiles e insuficientes signos de recuperación, hay aquí una expansión metódica y continua), y además se confirman las previsiones de que tendrá cada vez más peso y prestigio en la Iglesia del futuro.

Realmente, ha merecido la pena -mucho más de lo que yo mismo podía sospechar- el tiempo y el esfuerzo dedicados a descubrir esta "cosa" todavía desconocida, este núcleo, cogollo de la Iglesia de hoy y del mañana. Es, por otra parte, una realidad que, por su vigor, no interesa sólo a los creyentes: lo que sucede en la Iglesia nunca ha dejado de tener consecuencias en toda la sociedad.

Sucesos recientes confirman que hoy, a pesar de las apariencias, este interés por la Iglesia es mayor que nunca. Mientras releo estas páginas, un resbalón, una banal caída, una fractura del Papa ha puesto en febril agitación al mediasystem mundial. Es decir, una "sacra escayola" es suficiente para ser noticia durante días en la aldea de la información internacional.

La propuesta para que indagara sobre el Opus Dei me colocó al principio en una situación algo embarazosa. Se me confió la tarea de satisfacer un amplio deseo de saber más acerca de una "Obra" que se define nada menos que "de Dios".

Este interés de los lectores por la investigación coincidía con mi propio interés profesional, pues como dice uno de esos españoles que ha difundido el Opus Dei por el mundo y que lo conoce a fondo, "la Obra es para los periodistas un tema sensacional: siempre "vende""...

Que "vende bien" lo sabía también yo, que formo parte del gremio de los escribas. Pero hasta el momento nunca elegí el tema de un libro pensando en que fuera a gustar a la gente, o en que fuera rentable, al menos potencialmente, para los bolsillos del editor y para los míos.

Mi rechazo inicial a indagar sobre el Opus Dei no obedecía a una virtud especial. No quisiera enzarzarme ahora en una discusión con esos moralistas, tan numerosos entre los escritores: gente que falsifican quizá las facturas de los viajes, pero que siempre están dispuestos a indignarse por cualquier cosa; naturalmente por los vicios, las debilidades, las corruptelas de los demás, de todos los demás.

Mi rechazo procedía, en todo caso, de una necesidad. La vida es breve, las fuerzas limitadas: es mejor emplear una y otras en reflexionar e investigar sobre nuestras preguntas más auténticas, sobre nuestros interrogantes más profundos. La preparación de un libro -si se pretende trabajar como Dios manda- requiere años: ninguna contrapartida de dinero o de notoriedad podría recompensar el fastidio, el aburrimiento, el esfuerzo de un trabajo solitario como el escribir, si no respondiese a una necesidad. Si no fuera una elección nuestra, una urgencia que nace de dentro de uno.

Y -al menos en aquel momento- yo no experimentaba inquietud alguna por saber qué era el Opus Dei.

De todos modos, la honradez me obliga a poner todas las cartas sobre la mesa. Por respeto a quien lee, no por alimento de un ridículo protagonismo autobiográfico. Como ustedes saben -y no presumo de ello, pero tampoco lo escondo: así consta en mis libros-, las casualidades de la vida me han ido conduciendo, sin pretenderlo, al cristianismo. Soy feliz en él y no tengo, Dios mediante, intención alguna de abandonarlo.

Pero en esa Iglesia a cuyas puertas he llamado, y que se me han abierto generosamente, nunca he formado parte de grupos, asociaciones, movimientos, confraternidades, órdenes, organizaciones, "obras". Las aprecio y me parece muy bien que existan y que se multipliquen y prosperen. Descubro en ellas los brotes que nacen sorprendentemente, generación tras generación, del viejo tronco eclesial. Colaboro con ellas a gusto, en la medida de mis posibilidades. Pero, gracias a Dios, quien la conoce desde dentro sabe que esta Iglesia no peca de abuso cuando se llama a sí misma "católica", es decir "universal". Desde hace dos milenios, muestra verdaderamente que sabe hacer sitio a los temperamentos, a las vocaciones, a las historias más diversas. La Iglesia acepta incluso a los "perros vagabundos". Como me decía una vez el viejo Henri Fesquet, el colega que inventó en "Le Monde" la información religiosa moderna, "es el más vasto y variado jardín zoológico del mundo, donde hay un rincón para cada especie animal".

Como católico, por tanto, pero ajeno a militancias particulares, conocía del Opus Dei lo que debe conocer quien, como yo, intente vivir personalmente (por desgracia con resultados con frecuencia poco sustanciosos: vídeo bona proboque, con lo que de ahí se deduce) la dimensión religiosa. Más aún cuando se vive profesionalmente de esta dimensión: estudiándola y comunicándola a los lectores.

¿El Opus Dei? Un grupo como los demás en la Iglesia del siglo veinte, quizá más reservado, ciertamente poco amante de las relaciones públicas, no comprensible a primera vista en su realidad y en su espiritualidad. Así pensaba yo, como todos, o casi todos. Esta lejanía quizá se debía también a un exceso de seriedad (por su parte) de algún amigo, miembro del Opus Dei, que me hizo formar la idea de algo humanamente exquisito, religiosamente descolocado y un poco aburrido.

Reserva, austeridad, seriedad, preparación sólida (tanto profesional como teológica), prestigio, influjo socioeconómico; quizá también una pizca de culto a la personalidad en torno a su fundador, el (por el momento) beato Josemaría Escrivá de Balaguer y Albas, llamado invariablemente por sus seguidores "nuestro Padre".

Esta era la imagen del Opus Dei y de sus miembros, incluso para mí, un profesional que debería saber casi todo de lo que se cuece en el melting pot cristiano, y muy particularmente en el católico.

En un par de ocasiones acepté pasar algunas horas en encuentros "públicos" -aunque se precise invitación personal- en el castello de Urio, la residencia del siglo XVIII junto al lago de Como que hombres (y mujeres) del Opus Dei, principalmente jóvenes universitarios y profesionales, utilizan para sus actividades de formación. Y donde tienen también, me parece, una Escuela de hostelería.

Me encontré muy a gusto. Allí experimenté el "estilo Opus Dei": buena educación, buen gusto en el vestir ("Místicos, pero con la corbata adecuada", como ha dicho alguien), sin clericalismos, con una desenvoltura muy "laical", ajena a esa demagogia que confunde la pobreza (la evangélica, no la de los ideólogos populistas) con la cutrez, impuesta hasta a los huéspedes, que equipara el radicalismo cristiano al descuido y al mal gusto, que -entre otras cosas- no siempre son "baratos".

En esta Iglesia actual en la que tantos, por desgracia, parecen convencidos de que una iglesia (entendida como edificio) es tanto más cristiana cuanto más se asemeja a un garaje o -para los más "comprometidos"- a un establo, aprecié la sobria pero resplandeciente riqueza de la capilla (o mejor "oratorio", como me he enterado que prefieren decir), moderna y, sin embargo, proyectada "a la antigua", con la convicción de que sería un delito tacañear en los lugares de culto a Dios; que el plástico, el aluminio y el cemento a la vista son óptimos para las naves industriales, pero pésimos para una iglesia.

Admiré también los sólidos, tradicionales bancos con reclinatorio y dotados entre otras cosas (una pequeña novedad para mí) de pequeñas lámparas individuales para las lecturas espirituales. Los admiré porque no se había cedido ni siquiera a una de las modas más queridas para los clericales "abiertos": obligar a los pobres fieles a que se sienten en el suelo, sobre almohadones desparramados por el pavimento. Dicen que hace muy "ecuménico", recordando (quizá) las costumbres de los cultos orientales; parece que expresa lo que llaman "un catolicismo adulto". Felices ellos; pero no ciertamente quien tiene más de veinte años.

Podría seguir: olores intensos de cocina que inundan pasillos y habitaciones; limpieza superficial; mobiliario cutre más que pobre; en las paredes, cuadros sin valor o, peor aún, pósters con imágenes políticas o ecológicas, donde antes había pinturas de maestros antiguos...

Por trabajo o por personal interés espiritual, he debido frecuentar tantos lugares por el estilo, y lo digo con una tristeza que no olvida la simpatía fraterna: este es, más o menos, el look de demasiados lugares religiosos de hoy, en el crepúsculo de órdenes y congregaciones religiosas que fueron gloriosas. No discuto (es evidente) la santidad que, ciertamente, se sigue viviendo en aquellos lugares. Pero las apariencias no atraen a quien está fuera de ese "ambiente" y no sabe descubrir lo que hay detrás.

No sucede esto en los Centros del Opus Dei. Al realizar esta investigación, he podido conocer la belleza singular de Urio, "lugar de representación", ciertamente; pero también el aspecto digno -aunque a distinto nivel- de todos los demás lugares de la Obra. Alguien me recordó lo que repetía con frecuencia el beato Escrivá: que se debía descubrir la "mano" de sus hijas e hijos en que el suelo brilla como un espejo; en las cortinas inmaculadas; en que
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Esther Filomena
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 9:47 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Negras sombras (Extracto del Libro "OPUS DEI Una investigación" de Vittorio Messori)

Después de haber intentado desmontar el mecanismo de esta institución -singular y, al mismo tiempo, sorprendentemente simple, cuando se llega a entender-, estamos en condiciones de formarnos una idea cabal acerca de las recurrentes acusaciones de "sociedad secreta", de "obra oculta", de "masonería blanca".

Acabamos de ver cómo la dinámica de libertad de la que gozan los miembros en todo lo que no es verdad de fe o de moral definida por el Magisterio provoca la inquietud de muchos. El Opus Dei no dice qué piensa, no sale al descubierto, y por consiguiente -deducen- conspira en secreto. Lo que sucede en realidad es que la Prelatura no expresa opiniones precisamente porque ni las tiene ni puede tenerlas.

Otros en cambio quizá piensen en el "secreto" de la Obra movidos por sus "anomalías" respecto a las organizaciones religiosas tradicionales. Me permito remitir al capítulo correspondiente: como señalé al principio, este informe, sea cual fuera su valor, ha de ser leído íntegramente, porque analiza una realidad compacta y homogénea, en la que cada una de sus facetas está inseparablemente ligada a las demás.

Asimismo, conviene señalar que algunas acusaciones de "secretismo" se explican ciertamente por una mala comprensión de la realidad. Además, los dramáticos comienzos de la Obra, antes de la guerra civil, durante el conflicto y en los años de la posguerra, pueden haber alimentado esas incomprensiones. Las cautelas y la discreción, necesarias durante las primeras décadas del Opus Dei, despertaron nuevas sospechas que han llegado a nuestros días.

Añádase a esto las décadas en que la Obra se sintió descolocada en el derecho canónico vigente, y forzada -por ausencia de algo mejor- a aceptar el ropaje jurídico de los institutos seculares, que no le iba porque la "clericalizaba", mientras luchaba por llegar a su puesto definitivo en la Iglesia. No hubo entonces secretismo, ni eran secretos los estatutos (puesto que habían sido públicamente aprobados por la Iglesia), pero sí un deseo de no aparecer en público. Les desagradaba hablar de algo que no reflejaba adecuadamente el proyecto que Escrivá quería promover, sobre la base de lo que había "visto".

En este capítulo volveremos la mirada al fundador y dedicaremos amplio espacio -al menos, más que de ordinario- a citas de sus escritos.

La primera de ellas procede de la entrevista publicada en abril de 1967 por el semanario americano "Time". Preguntan al futuro beato: Es un hecho que hay gente que habla de misterio y de secreto a propósito del Opus Dei. ¿A qué lo atribuye Vd.?

Responde Escrivá: "Habla usted de acusación de secreto. Eso es ya historia antigua. Podría decirle, punto por punto, el origen histórico de esa acusación calumniosa. Durante muchos años una poderosa organización, de la que prefiero no hablar -la amamos y la hemos amado siempre-, se dedicó a falsear lo que no conocía [no es un misterio: se trata de algunos religiosos españoles de la Compañía de Jesús]. Insistían en considerarnos como religiosos, y se preguntaban: ¿por qué no piensan todos del mismo modo?, ¿por qué no llevan hábito o un distintivo? Y sacaban ilógicamente como consecuencia que constituíamos una sociedad secreta".

"Informarse sobre el Opus Dei es bien sencillo. En todos los países trabaja a la luz del día, con el reconocimiento jurídico de las autoridades civiles y eclesiásticas. Son perfectamente conocidos los nombres de sus directores y de sus obras apostólicas. Cualquiera que desee información sobre nuestra Obra, puede obtenerla sin dificultad, poniéndose en contacto con sus directores o acudiendo a alguna de nuestras obras corporativas".

"Los miembros de la Obra abominan del secreto, porque son fieles corrientes, iguales a los demás: al adscribirse al Opus Dei no cambian de estado. Les repugnaría llevar un cartel en la espalda que diga: "que conste que estoy dedicado al servicio de Dios". Esto no sería laical ni secular. Pero quienes tratan y conocen a los miembros del Opus Dei saben que forman parte de la Obra, aunque no lo pregonen, porque tampoco lo ocultan".

"Debo decir también -aunque no me gusta hablar de estas cosas- que en nuestro caso no faltó además una campaña organizada y perseverante de calumnias. Hubo quienes dijeron que trabajábamos secretamente -esto quizá lo hacían ellos-, que queríamos ocupar puestos elevados, etc. Le puedo decir, concretamente, que esta campaña la inició, hace aproximadamente treinta años, un religioso español que luego dejó su orden y la Iglesia, contrajo matrimonio civil, y ahora es pastor protestante".

Como dato curioso, precisamente este sacerdote al que se le acusó de ser jefe de una "sociedad secreta", había escrito en Camino la siguiente consideración, con una vehemencia sorprendente, que contrasta con el tono moderado que usó siempre de palabra y por escrito. Se trata del punto 833: "¿No ves cómo proceden las malditas sociedades secretas? Nunca han ganado a las masas. -En sus antros forman unos cuantos hombres-demonios que se agitan y revuelven a las muchedumbres, alocándolas, para hacerlas ir tras ellos, al precipicio de todos los desórdenes..., y al infierno. -Ellos llevan una simiente maldecida".

Tras estas palabras, se escucha el eco de la España de aquellos años, enzarzada en una guerra implacable y sanguinaria. Pero también es cierto que el género "sociedad secreta" no parece que gozara de su indulgencia.

Aunque aprobados algunos años después de su muerte, los artículos del Codex íuris particularis son el fruto de su espíritu, consecuencia de su esfuerzo a lo largo de toda su vida. Pues bien, en ese texto solemne y vinculante se halla una disposición que recomienda precisamente alejarse del modelo -detestable para Escrivá- de las "malditas sociedades secretas".

Se trata del número 89, cuyo primer parágrafo comienza (según nuestra traducción, no oficial, del texto original latino) del siguiente modo: "Todos los fieles de la Prelatura amen y practiquen la humildad, no sólo personal sino también corporativa. Por tanto, no busquen jamás la gloria del Opus Dei y tengan siempre presente que la mayor gloria del Opus Dei es vivir sin gloria humana".

Tras este primer párrafo, de "ambientación", sigue otro que concreta hasta el detalle qué debe entenderse por "humildad colectiva" y por "rechazo" de la "gloria humana".

Sigamos traduciendo: "Para alcanzar su fin con mayor eficacia, el Opus Dei en cuanto tal quiere vivir humildemente; por consiguiente, se abstiene de actos colectivos, y ni siquiera los fieles de la Prelatura tienen una denominación común. Estos mismos fieles no participan de modo colectivo en manifestaciones públicas de culto como procesiones, aunque no esconden su pertenencia a la Prelatura, porque el espíritu del Opus Dei, mientras conduce a los fieles a buscar con todas sus fuerzas la humildad colectiva para obtener una eficacia apostólica más viva y amplia, al mismo tiempo evita completamente el secreto o la clandestinidad".

El siguiente parágrafo dicta normas concretas para secretum vel clandestinitatem vitare. En primer lugar, establece que "en todas las Regiones sean conocidos por todos el nombre del vicario del Prelado y los de aquellos que forman sus Consejos". Además, "a los obispos que lo soliciten comuníquese no sólo los nombres de los sacerdotes de la Prelatura que ejercen el ministerio en su diócesis, sino también los de los directores de los Centros erigidos en la misma diócesis".

Este artículo 89 concluye con un tercer parágrafo, cuyo contenido ya conocemos ("A causa de esta humildad colectiva, el Opus Dei no puede editar periódicos ni publicaciones de ningún tipo con el nombre de la Obra").

Los problemas surgen, sobre todo, por la parte final del segundo parágrafo. Queda claro que el Opus Dei hace públicos los nombres de los vicarios, de los consejeros, de los sacerdotes y de los directores de los Centros. Pero nada se dice de los demás miembros de la Prelatura. ¿No serán entonces "encubiertos", "reservados"? ¿O incluso "secretos", como dicen algunos?

Anticipemos la respuesta, basándonos en el testimonio de Rafael Gómez Pérez: "La Prelatura del Opus Dei tiene la obligación de respetar la intimidad de sus miembros, es decir, no tiene derecho a comunicar la condición de miembro, a no ser que el interesado esté de acuerdo".

Sería inútil tratar de disimular que semejante negativa sorprende y parece incluso confirmar las sospechas de tantos. Según el Opus Dei, en cambio, todo se comprende si este "respeto por la intimidad de los miembros" (como lo llaman) se enmarca en el contexto del espíritu de la Institución, y si se compara con el comportamiento de otras entidades con rasgos comunes. Así lo explica el autor que acabamos de citar: "Confundir esto con el secreto es desconocer la práctica habitual en cualquier institución de vínculos voluntarios y contractuales".

Fijémonos entonces en este marco conceptual, que -según dice el Opus Dei- debería disipar cualquier género de dudas. Transcribo la explicación (ese es el significativo título de su libro) de Gómez Pérez, numerario de la Obra que -como ya dije- enseña antropología en la universidad. Sus palabras exponen algunos de los argumentos de la defensa; después, como siempre, será el lector quien juzgue y deduzca sus conclusiones. Mi deber de cronista se limita a proporcionar las piezas del puzzle, los hechos e informaciones sobre los que basarse para emitir un juicio personal.

Interesa hacer notar que Gómez Pérez no encabeza el capítulo donde explica todo esto bajo un título del estilo de El secreto de la Obra, Las acusaciones de ocultismo o algo parecido, sino que lo titula La sencillez de la manifestación. Es decir, para Gómez Pérez el fondo del asunto es que se confunde el deseo de secretismo con lo que no es más que "naturalidad", "sencillez". Muy indicativo, para comprender la perspectiva desde la que quiere que miremos.

Veamos qué se dice tras ese título: "Un miembro del Opus Dei, que es una persona que desarrolla un trabajo cualquiera en la sociedad, no va pregonando sus compromisos con la Prelatura, ni anuncia su condición de miembro en las tarjetas de visita o en los membretes de las cartas o en el curriculum vitae. A todos los efectos, su pertenencia al Opus Dei es un asunto privado. Pero, a la vez, como desarrolla un apostolado personal en medio de los parientes, conocidos y amigos, la condición de miembro de la Prelatura es algo conocido. No pregonado, pero suficientemente conocido. Este rasgo de la espiritualidad del Opus Dei, que se ha mantenido desde el principio, ha sido a veces malentendido y después convertido en un estereotipo: "el secreto del Opus Dei". Al principio, cuando existían pocos miembros del Opus Dei, una acusación de secretismo podría encontrar apoyo en ese mismo hecho. Si se decía que "salieran a la luz" los miembros del Opus Dei y no salían muchos, se podía decir que "se ocultaban". La realidad era que no había más (...). A eso se unía el "estereotipo de la conspiración", algo conocido desde antiguo. Se trata, en efecto, de una de esas constantes culturales que hacen verosímil, incluso para los incrédulos, la existencia de una común naturaleza humana. Así, ha sido corriente que cuando un pueblo quería preparar un ataque contra otro difundiera rumores sobre la "infiltración" del "enemigo" en las propias filas. Este fenómeno se observa incluso en sociedades iletradas, "primitivas". Con independencia de que aquello respondiera a un hecho, el estereotipo ha funcionado de forma constante. Ya en tiempos históricos, han sido víctimas de ese estereotipo de la conspiración tanto los judíos como los cristianos, los protestantes o los católicos, los comunistas, los anticomunistas y, en general, cualquier conjunto de personas identificable como grupo. También el Opus Dei ha sido objeto de ese estereotipo. Pero, ya desde hace tiempo, la acusación de secreta conspiración o simplemente de ocultamiento se demuestra inconsistente. En el último decenio del siglo, con decenas de miles de miembros del Opus Dei, con iniciativas sociales y educativas de bastante relieve -como la Universidad de Navarra, en España, o el Ateneo de la Santa Cruz, en Roma- y, sobre todo, con todo lo que ha girado en torno a la beatificación del Fundador, un presunto secretismo es uno de esos fósiles desinformativos que se transmiten por perezosa inercia".

Al llegar a este punto, el autor aduce algo que ya hemos adelantado, pero que vale la pena transcribir de nuevo: "La Prelatura del Opus Dei tiene la obligación de respetar la intimidad de sus miembros, es decir, no tiene derecho a comunicar la condición de miembro, a no ser que el interesado esté de acuerdo. Confundir esto con el secreto es desconocer la práctica habitual en cualquier institución de vínculos voluntarios y contractuales". No se olvide que los miembros no están unidos a la Obra por votos o promesas, sino con un contrato bilateral. Este hecho introduce una perspectiva totalmente distinta acerca de la discreción que deben guardar las dos partes. Supone pues una relación diversa de las demás situaciones "religiosas" en sentido tradicional.

A continuación, Gómez Pérez añade la siguiente consideración: "En realidad, como ya se ha dicho, la condición de miembro del Opus Dei es sabida, sin más, en el ámbito de la vida familiar y profesional de cada uno (...). No es deseo de secreto, por ejemplo, contestar con una evasiva a alguien que pregunta a otro, sin apenas conocerle, en qué banco tiene una cuenta corriente, dato que sin duda no es secreto, pues lo conocen decenas de personas".

Nuestro testigo -que es al mismo tiempo abogado defensor- añade lo siguiente: "Las dificultades que, en un tiempo, surgieron en la opinión pública para entender este rasgo del espíritu del Opus Dei se deben, una vez más, a lo afianzado de la idea de que una vida espiritual debe notarse exteriormente en algún tipo de señal "vistosa". Los religiosos han llevado tradicionalmente hábitos para que se viera, desde fuera, su profesión (religiosa). Y si, por la evolución de los tiempos o por otras razones, se quitan el hábito suelen dar a entender, con algún signo, esa misma profesión de vida de perfección, su condición de "persona sagrada". La condición de los miembros de la Prelatura no es, como ya se ha dicho con frecuencia en estas páginas, "religiosa". Los sacerdotes son sacerdotes seculares, incardinados en una Prelatura que es parte de la estructura jerárquica de la Iglesia. Los seglares son, antes que nada, lo que cada uno ha querido o ha podido ser: empleado, enfermera, médico, estudiante, atleta, cantante, profesora, secretaria, abogado, ingeniero, comerciante, modista, campesino, artesano, banquero, profesor, y así toda la variedad casi innumerable del trabajo social. Ser del Opus Dei no es una profesión, sino una vocación espiritual. La vocación trasciende de un modo semejante a como trasciende que alguien puede tener afición a la música: habla de ella en la primera ocasión que se le presente. Un miembro del Opus Dei habla de su vocación, cuando es normal hacerlo, entre amigos y entre conocidos".

El ensayista español trae a colación algo que ya hemos examinado en los estatutos de la Obra: "Este rasgo de no aparatosidad, de naturalidad, de secularidad, tiene que ver también con algo muy tratado en los escritos del Fundador y en los Estatutos de la Prelatura: la humildad personal y la humildad colectiva. El carácter básico de la humildad es una nota común de la espiritualidad, no sólo de la cristiana. Hay completa unanimidad entre los autores espirituales en afirmar que el mayor enemigo de la santidad y, por tanto, de la caridad es el orgullo, la soberbia, no sin razón considerada como el primero de los siete vicios capitales. Pero además, el Opus Dei señala a sus miembros la importancia de la humildad colectiva. No se trata, en absoluto, de buscar la gloria del Opus Dei, pues "la gloria del Opus Dei es vivir sin gloria humana". La razón principal de esta actitud es la convicción de que la gloria se debe sólo a Dios -Deo omnis gloria, el antiguo aforismo cristiano repetido con frecuencia por Mons. Escrivá-, pero, además, la experiencia histórica de que las instituciones cristianas, si quieren pervivir a lo largo del tiempo, no han de exaltar el espíritu de cuerpo. Las ventajas iniciales del espíritu de cuerpo se suelen traducir, al cabo del tiempo, en algo peligroso: que, perdido el sentido de la finalidad fundacional, el ser considerado, el contar, el estar en todas las salsas, se convierte en el verdadero objetivo de la institución. Esto, que puede ser menos grave en una empresa política o comercial, suele ser letal en una institución con fines espirituales y apostólicos".

Para añadir más elementos al debate, transcribo la argumentación que me pasó por escrito un dirigente de la Obra, al que acudí durante la preparación de este informe. Independientemente de su valor objetivo, son razones que aduce la defensa, y por eso mismo han de ser tenidas en cuenta. Esa persona me escribió lo siguiente: "el hecho de que en los estatutos no se mencione ningún tipo de publicidad para esos miembros que no son más que miembros normales, laicos sin ningún cargo dentro de la Institución, ha de entenderse como un modo de subrayar la "normalidad" cristiana de los miembros del Opus Dei. Por otra parte, ¿por qué tanta insistencia en pedir la "publicación de las listas" de estos miembros corrientes? Si los miembros del Opus Dei son lo que ellos dicen que son, se desprenden dos datos. El primero: que quien los conoce personalmente, sabe que son de la Obra. Segundo: que este hecho no afecta a su comportamiento civil, profesional, político, etc. Son hombres y mujeres normales, cristianos corrientes, y como tales quieren ser considerados. Entonces, si la realidad es esa, ¿qué motivo puede hacer aconsejable que se haga pública la pertenencia a la Obra, la "etiqueta" de miembro del Opus Dei, y aplicarla clamorosamente a cierto número de ciudadanos? Felizmente superado el prejuicio de la incompatibilidad entre "obediencia al Estado" y "obediencia a la Institución" en los miembros de la Obra, hay indicios para pensar que la única razón que pueda aducirse es una voluntad descriminatoria, persecutoria. Con otras palabras: quien pretende la "publicación de las listas" niega de hecho que los miembros del Opus Dei sean "ciudadanos normales". Puede ser que esté convencido de veras de que lo que pide es razonable, o quizá sea una excusa. Si se trata de lo primero, sólo necesita documentarse mejor. Si se trata de lo segundo, en cambio, estamos ante una auténtica prevaricación en beneficio propio. La única explicación imaginable es que lo que se busca es aislar y, de algún modo, eliminar de la vida pública -señalándoles con el dedo y haciendo ineficaz su actividad- a ciudadanos que querrían ejercitar la legítima libertad de vivir con coherencia su fe cristiana: una fe tanto más auténtica en cuanto no tiene etiquetas, manifestaciones aparatosas o compromisos públicos".

Detengámonos aquí: las citas anteriores son más que suficientes para nuestro propósito, entre otras cosas porque el mejor modo de formarse una opinión sobre las acusaciones de secretismo (o, para los benévolos, de "exceso de discreción") es reflexionar sobre la estructura, sobre la espiritualidad y sobre los fines de la Institución. Y a eso hemos dedicado cada página de este informe.

Un solo flash más, tomado de una entrevista al filósofo católico (y desde fecha reciente, también político) Rocco Buttiglione (1). Respondiendo a algunas preguntas sobre los vínculos que están saliendo a la luz entre logias, criminalidad organizada y turbios asuntos económicos y financieros, hizo la siguiente observación, difícilmente refutable: "Cuando se habla de masonería, con frecuencia se saca a colación al Opus Dei. Admitamos por hipótesis que el Opus Dei -por razones más o menos justas- tenga mucho aprecio a la discreción. La comparación, sin embargo, es engañosa, porque los miembros de la Prelatura, aunque no proclaman a los cuatro vientos su pertenencia a la Obra, están orgullosos de su identidad católica y consideran un deber manifestarla abiertamente. Siguiendo con la hipótesis, si no supiera de alguno de ellos que pertenece a la Obra, sabría ciertamente que es un cristiano practicante convencido. Ningún miembro de una organización anticlerical descubrirá con sorpresa que su secretario es miembro del Opus Dei. Y esto crea, respecto a la masonería, una diferencia insalvable".

Para acabar con nuestro viaje entre las "negras sombras", trasladémonos a España, al periodo entre el comienzo de la guerra civil y la muerte de Franco.

La acusación es bien conocida y ha asomado ya varias veces por estas páginas, aunque indirectamente. Ha llegado el momento de afrontarla.

Para completar un informe como éste, he pensado que nada mejor que dirigirnos a un miembro del Opus Dei, para escuchar lo que tenga que decir acerca de la acusación de haber estado "implicados a fondo" en aquel régimen dictatorial. Nos hemos dirigido a Giuseppe Romano, numerario, historiador y periodista, autor de algunos estudios sobre la Institución a la que pertenece. Le recordé que el deber de cualquier informador es transmitir hechos, no opiniones; reunir documentación, no apologías ni condenas. Pienso que ha cumplido con su tarea aunque, como siempre, será el lector quien juzgue el breve pero denso informe que completa mi investigación.

Antes, sin embargo, de conceder la palabra a la defensa, la objetividad me impone la obligación de añadir tres consideraciones, entre otras muchas posibles, a las de Romano.

En primer lugar: las relaciones de algunos miembros con Franco y el franquismo no son consideradas en el Opus Dei como un asunto central de la historia de la Obra, como proponen algunos críticos de la Institución. De hecho, Escrivá proyectó trasladarse a Roma muy pronto, puesto que lo que había "visto" no estaba en función de las necesidades de un país o de una época determinada, sino que debía extenderse por todo el mundo. La guerra civil primero y la mundial después se lo impidieron.

Pero ya en 1946 se embarcó en el puerto de Barcelona rumbo a Génova, y de allí marchó como pudo a Roma, donde fijó su residencia. En aquella ciudad puso la sede central de una Obra que se proponía ser universal y que sólo desde la ciudad "católica" por excelencia podía extenderse a todo el mundo. "Romano y mariano": así quería que fuese el Opus Dei.

Desde hace decenios, además, la mayoría de los miembros no procede de España y, aunque el castellano sigue siendo la lengua común, los españoles son una minoría.

En los años sesenta (en pleno franquismo, por tanto), Mons. Escrivá respondió así a la pregunta de un entrevistador americano: "En pocos sitios hemos encontrado menos facilidades que en España. Es el país -siento decirlo, porque amo profundamente a mi Patria- donde más trabajo y sufrimiento ha costado hacer que arraigara la Obra (...). Tampoco las obras corporativas de apostolado han encontrado especiales facilidades en España. Gobiernos de países donde la mayoría de los ciudadanos no son católicos, han ayudado con mucha más generosidad que el Estado español, a las actividades docentes y benéficas promovidas por miembros de la Obra (...). Quiero hacer constar, sin embargo, que, desde hace años, los españoles son una minoría en la Obra".

Por estos motivos, será preciso examinar con atención el "affaire Franco", conscientes de que no se trata de un asunto central sino más bien marginal o, al menos, local y ligado a un tiempo ya pasado.

La segunda consideración viene dictada también por la objetividad. Dice una fuente de la Institución: "Para aquellos que hablan del Opus Dei como de un poderoso lobby político, con tentáculos extendidos sobre toda la vida pública española, debe ser un misterio lo que sucedió después de la muerte de Franco. En efecto, aquel lobby no intervino tanto desde entonces, puesto que de 1976 a 1982 España evolucionó de modo muy distinto a como la Obra -si hemos de creer los objetivos políticos que le atribuyen- hubiera querido. A partir de 1982, además, el misterio se hace más oscuro aún: aquel año asumió el poder un partido socialista hegemónico, que no sólo no era favorable a la Iglesia ni a los católicos, sino ni siquiera a la misma experiencia religiosa. Mientras tanto, el país sufre una violenta y acelerada secularización, y algunos ambientes están ya casi descristianizados. Entonces, ¿qué fue de ese grupo de presión, del que se decía que dominaba la vida política, económica y cultural del país en el que había nacido?".

Pregunta interesante, que sigue esperando respuesta.

Tercera y última consideración, antes de ceder la palabra a Romano. Recordemos lo que escribió Peter Berglar: "Los miembros del Opus Dei que desempeñaron un papel importante en algunos gobiernos de los últimos años de Franco actuaban en el ejercicio de sus derechos, como personas libres y como ciudadanos del Estado. Ni la imitación de Cristo, ni la fidelidad a la Iglesia ni tampoco el espíritu de la Obra les prohibían servir al Estado español, que -a diferencia de otros ejemplos del pasado y del presente- no tuvo nunca los rasgos de un Estado en sí mismo criminal (y tampoco lo fue de hecho). Quien afirma que un cristiano puede expresarse sólo en favor de una democracia de corte angloamericano o jacobino, porque sólo un sistema de ese tipo sería compatible con el cristianismo, se coloca en una postura inaceptable y falsa".

Los católicos que protestan a gritos, escandalizados por la participación en el régimen de Franco de esos miembros del Opus Dei, parecen haber perdido de vista el planteamiento católico tradicional y clásico, válido aún hoy, y prefieren fundar su juicio en prejuicios y obsesiones tomados -sin ningún tipo de crítica- de ideologías contemporáneas. Recordemos los puntos básicos de ese planteamiento católico clásico.

Bien sabido es que los hombres pueden organizarse según tres modelos fundamentales, que consienten grados e incluso pueden mezclarse entre sí: la monarquía, la aristocracia y la democracia. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha mostrado no tener preferencias en abstracto por uno en concreto, y que tampoco excluye, a priori, ninguno de ellos. La decisión depende de las épocas, de la historia, de la idiosincrasia de cada pueblo.

A partir de Pío XII, con su mensaje radiofónico en la Navidad de 1944, cuya difusión -no es casualidad- fue prohibida en Alemania y en la República de Saló, los últimos Papas parecen haberse inclinado, para el Occidente contemporáneo, hacia la democracia parlamentaria. Pero han evitado muy mucho hacer de esa preferencia una especie de dogma, como si fuese la única forma política aceptable por un católico.

Simplemente, juzgaron que era el más adecuado para esta época y para estos países. Por los mismos motivos, la Iglesia no tiene que arrepentirse o pedir perdón por haber proporcionado capellanes a las cortes de los reyes del Ancien Régime, o por haber considerado al régimen veneciano -el ejemplo más insigne de sistema aristocrático- una Respublica Christiana (a pesar de las relaciones -en ocasiones tempestuosas- que mantuvo con la Iglesia, por cuestiones políticas contingentes).

Para aquellos tiempos y lugares, con esa historia y con esos temperamentos, el sistema era adecuado. Se trataba sobre todo de autoridades legítimas, a las que se aplicaba el severo consejo del Apóstol: "Que todo hombre se someta a las autoridades superiores, porque no hay autoridad que no provenga de Dios; y las que existen, por Dios han sido constituidas. Así pues, quien resiste a la autoridad, resiste al plan de Dios; y quienes se resisten, recibirán su propia condenación (...). Por tanto, es necesario someterse, no sólo por razón del castigo, sino también del convencimiento interno. (...) Dad a cada uno lo debido: a quien tributo, tributo; a quien impuesto, impuesto; a quien temor, temor; a quien honor, honor" (Rom 13, 17).

La Iglesia no quiere "funcionar por su cuenta", no puede "inventarse" una Revelación de acuerdo con los gustos y las preferencias siempre cambiantes de los hombres, sino que es esclava de la Palabra de Dios (guste o no guste a quien disfruta siguiendo las modas, por definición mudables). El comportamiento "católico" concreto ante los distintos regímenes está determinado por esos versículos de San Pablo y por otros del mismo tenor recogidos por el Nuevo Testamento. Entre estos se cuenta una exhortación de la primera carta de San Pedro (2, 7), brevísima y eficaz síntesis de la praxis cristiana: "Honrad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios, honrad al rey".

El pensamiento católico, por tanto, no ha absolutizado ninguna forma política. Los cristianos de hoy, en cambio, liberados ya de la amenaza del comunismo y de la borrachera "comunitaria", corremos el peligro de consagrar el sistema democrático-liberal-capitalista que triunfa en su patria, los Estados Unidos de América, como el único sistema político aceptable para un cristiano.

El pensamiento católico ha sabido siempre que cualquier régimen, incluso el más perfecto sobre el papel, el más noble en teoría, se encarna en hombres a los que el pecado original ha convertido en una mezcla de valentía y de vileza, de altruismo y de egoísmo, de grandeza y de miseria. Por eso los hombres de la Iglesia se han esforzado durante siglos no en perfeccionar las estructuras, sino en mejorar a las personas. Más que pretender un "buen sistema de gobierno", han procurado contribuir a que hubiera "buenos gobernantes". La mejor de las estructuras políticas en la teoría se puede convertir en un régimen de pesadilla si, a la hora de la verdad, es regido por hombres indignos.

En cualquier caso, aunque nacido de una insurrección -el alzamiento de 1936-, el gobierno español guiado por Franco recibió después el reconocimiento de todos los países del mundo. Incluida la Unión Soviética. Incluida también la Santa Sede, con su Ciudad del Vaticano. Cuando en 1957 comenzó el affaire de los ministros del Opus Dei, ese gobierno podía gustar o no, pero es indudable que era legítimo y reconocido por toda la comunidad internacional.

Por consiguiente, la colaboración con él no era una especie de "crimen" ni de "vergüenza", como algunos ambientes políticos y religiosos -juzgando con la mentalidad de hoy y según las categorías ahora dominantes- quisieron creer. Parecen haber olvidado que el Estado español había regulado sus relaciones con la Iglesia mediante un concordato que, al menos durante 25 años, fue elogiado públicamente por los obispos del país. Nada, pues, impedía a un católico colaborar con él.

Tras estas precisiones, veamos en el capítulo siguiente los hechos y los documentos que el historiador Giuseppe Romano somete a nuestra consideración.

Mientras tanto, este cronista se despide. Dedit quod potuit, ha hecho lo que ha podido. En cualquier caso, se dará por satisfecho si otros -movidos quizá por un sentimiento de descontento o de indignación, al leer estas páginas- se ponen a trabajar para mejorar lo presente.
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 9:49 pm    Asunto: HOLA
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Hola, tengo tantos años en vida de parrqpuia y siempre he escuchado del Opus Dei y de su ilustre fundador San Jose Maria Escriva de Balaguer, he leido acerca de este santo, pero hasta ahora no se lo que exactamente es el Opus Dai, no se lo que es, solo se q es un grupo de la iglesia, no se mas, puedes ilustrarme, te lo agardecere, Aqui en Lima, Monseñor Cipriani, Cardenal, es del opus Dai, pero sigo en esta Incognita. bye.
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HOLA, SOY JORGE Y VIVO EN LIMA PERU, ESTOY MUY AGRADECIDO CON DIOS POR SER TAN BUENO CONMIGO
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MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 10:08 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
Responder citando

Rebelde:

El Opus Dei es una institución católica, que tiene como misión promover entre fieles cristianos de toda condición una vida plenamente coherente con la fe en medio del mundo y contribuir así a la evangelización de todos los ambientes de la sociedad. En otras palabras, difundir el mensaje de que todos los bautizados están llamados a buscar la santidad y a dar a conocer el Evangelio, como recordó el Concilio Vaticano II (Constitución Lumen gentium).

Para alcanzar ese fin, la prelatura del Opus Dei proporciona medios de formación espiritual y atención pastoral en primer lugar a sus propios fieles, pero también a muchas otras personas, "cada uno en su propio estado, profesión y condición de vida" (Estatutos del Opus Dei, art. 2.1).
A través de esa atención pastoral se estimula a llevar a la práctica las enseñanzas del Evangelio mediante el ejercicio de las virtudes cristianas y la santificación del trabajo profesional.

Santificar el trabajo significa para los fieles de la prelatura:


Trabajar con la mayor perfección posible
Hacer ese trabajo siempre con pleno respeto a las leyes y conforme a las exigencias éticas
Buscar la unión con Dios en esa tarea
Actuar con el deseo de servir a los conciudadanos y de contribuir al progreso de la sociedad.

Los fieles de la prelatura realizan su tarea evangelizadora en todos los ámbitos de la sociedad, ya que trabajan en todos los ambientes profesionales. Su labor no se limita a un campo específico, como la educación, la atención a enfermos o la ayuda a discapacitados. La misión de la prelatura es recordar a todos los cristianos que, sea cual sea la actividad secular a que se dediquen, deben cooperar a solucionar cristianamente los problemas de la sociedad, y deben dar testimonio constante de su fe.

Los fieles del Opus Dei viven y participan en su trabajo, familia, relaciones sociales, sabiendo que tienen que santificar el presente, frecuentando sacramentos, dedicando cada día un tiempo a la oración, a la lectura del Santo Evangelio, se procura vivir la mortificación principalmente en cosas pequeñas, que nunca podrá pasar de moda, pero todo lo practica cualquier católico que no sea miembro del Opus Dei.


Si algo vivió y dejó el fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, es el gran amor y obediencia al Padre Santo, el que fuera, le llamaba, como Santa Catalina de Siena, "el dulce Cristo aquí en la tierra", y para el padre actual, Javier Echevarría, nada más lejano que pretender, ni en lo más remoto, faltar a esa obediencia y amor al Pontífice, todo su corazón está para servir a la Iglesia como debe ser servida y no hay otro camino que amando y obedeciendo al Sucesor de Pedro.
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Esther Filomena
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MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 10:09 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Sigue donde estás: "labora et ora" (Extracto del libro "OPUS DEI Una investigación" de Vittorio Messori


Veamos qué hacen entonces estos hombres, estas mujeres -de cualquier nacionalidad, edad y condición social-, cuando descubren que la "llamada específica" a vivir en serio la "vocación cristiana" pasa a través de la adhesión al "método Opus Dei".

Para emprender el camino, lo único que necesitan estos hombres y mujeres es creer en la "visión" que tuvo el joven sacerdote español mientras realizaba sus ejercicios espirituales. En esa perspectiva de fe, emprender ese camino significa entrar a formar parte de un "proyecto" querido por Dios mismo. Para continuar adelante por ese camino cuentan, como veremos, con la ayuda eficaz de esa especie de "agencia de servicios espirituales" que es la Prelatura.

No recuerdo bien si fue Hugo von Hoffmannstahl, el poeta y dramaturgo austriaco, quien dijo: "el hombre de hoy parece capaz de entenderlo todo; todo, salvo lo que es demasiado sencillo".

Debo reconocer que yo mismo, "hombre de hoy", al comienzo de esta investigación no lo había entendido bien. Y cuando creí haberlo comprendido, me di cuenta de que probablemente, la razón de tantos equívocos estaba precisamente ahí: era -y es- demasiado sencillo.

Veamos si consigo que ustedes también lo entiendan, procediendo paso a paso y razonando en términos esquemáticos y elementales (lo cual servirá para confirmarme que he entendido bien).

El asunto es el siguiente: centenares de millones de personas (unos novecientos, según las estadísticas más actualizadas) han recibido el bautismo en la Iglesia Católica y forman parte objetivamente de ella. Es la comunidad religiosa más numerosa en absoluto: los católicos no sólo son casi el doble de todos los protestantes juntos, sino que superan también -aunque las proyecciones estadísticas parecen ir en su contra, a causa de su inflexión demográfica- a la suma de los musulmanes sunníes y chiles, y también a los indúes. Es al mismo tiempo la única comunidad presente prácticamente en todas las partes del mundo, aunque con distinta intensidad; al inicio de los años 90, parece que los únicos países sin católicos -salvo los transeúntes- eran Bahrain, Omán, las Islas Maldivas y Groenlandia.

En esa enorme masa, es bien sabido que no todos sacan provecho de ese "signo" sacramental, de esa "marca" indeleble de pertenencia que es el bautismo. Es más, muchos no lo aprecian o incluso lo rechazan. Otra parte -que quizá sea hoy la más numerosa- ni protesta ni se entusiasma: cree no tener tiempo ni posibilidades para tomar partido. Se comportan con indiferencia, y se limitan a acudir a la Iglesia para que les preste algún "servicio" -no se sabe si por convicción, por tradición o por superstición- con ocasión de los hitos fundamentales en la vida del hombre: el matrimonio, el bautizo de los hijos y los funerales, y en algunos casos la pintoresca Misa del Gallo (que "da ambiente de Navidad" y que "gusta tanto a los niños y nos recuerda cuando éramos niños") .

Pero entre esos centenares de millones, hay un buen grupo de cristianos para los que el bautismo no es algo irrelevante, sino que representa de veras lo que el Catecismo dice: estar insertado en ese "Cuerpo de Cristo" que -como afirmó San Pablo y desarrolló después la teología- es la Iglesia; significa entrar a formar parte de un "pueblo de Dios" que cree haber sido redimido en la cruz del Gólgota y llamado a la resurrección para la vida eterna; y por el que se reciben los derechos y se asumen los deberes del cristiano. Personas así, movidas por el deseo de ser consecuentes con su fe, han existido en todas las épocas, y tampoco faltan en la nuestra, piensen lo que piensen quienes no conocen por experiencia directa este
A estas personas (y a través de ellas, a los indiferentes e incluso a los hostiles), don Josemaría anunció tenazmente desde finales de los años veinte (usaré mis propias palabras para expresar -si no he entendido mal- el núcleo de su predicación): "Dios mismo decidió que entendiera -aunque no sabría deciros por qué fui elegido precisamente yo; en cualquier caso, os aseguro que "vi" de verdad, y que estoy obligado a hablaros de ello- que ha llegado la hora de acabar con un cristianismo de primera y otro de segunda categoría. Por un lado, unos pocos "profesionales del evangelio" (curas, frailes, monjas, monjes e incluso algún que otro laico, pero "especial", de algún modo "consagrado"; y por el otro, la inmensa mayoría de amateurs del cristianismo, los de la liga de segunda división: los "simples" laicos, los fieles "corrientes"; es decir, vosotros. No: el evangelio, todo el evangelio, es para todos. Dios pide a todos que sean santos, que vivan el evangelio en su integridad. Ya sé que "santo" es una palabra ,que os asusta, porque ha estado demasiado ligada a los que salen en los calendarios y a los que son canonizados en San Pedro: es decir, a personas y a empresas extraordinarias, que consideráis fuera de vuestro alcance. Pero no es así, no puede serlo: os aseguro que el Dios de Jesucristo pide a cada cristiano que sea "perfecto", lo cual debe ser posible -con su gracia- para todos. De lo contrario, ¿por qué nos lo pediría? ¿Por qué los evangelios harían decir a Jesús, dirigiéndose a todos, sin excepción: "sed perfectos, como mi Padre celestial es perfecto"?".

Sigue hablando Escrivá: "además de "santo", cada uno de nosotros ha de ser "apóstol". Es decir, la invitación expresa a la esperanza cristiana, el anuncio a los hermanos y hermanas de ese evangelio que debemos esforzanos en vivir en su integridad, no es algo exclusivo para los "misioneros", para los "predicadores", para esos peculiares "profesionales de la fe" que antes mencionábamos. La búsqueda de la santidad (que es un presupuesto indispensable: nadie puede dar lo que no tiene) conduce necesariamente, como una exigencia espontánea, al deber de comunicar a los demás el secreto de esa alegría que experimentáis, si os convencéis en serio de que Dios es padre de todos y de que cada uno de nosotros es amado, y debe responder al amor con amor".

"Muy edificante": era la respuesta habitual dentro de la Iglesia a esa llamada universal a la santidad, sobre todo en los decenios anteriores al Concilio Vaticano II. Fue esa asamblea conciliar la que hizo familiar -gracias también al mensaje difundido durante treinta años por el fundador del Opus Dei, aunque muchos parecen haberlo olvidado- conceptos por los que don Josemaría había sido tomado por loco, por fanático o por utópico, cuando no por hereje. (No faltaron denuncias en este sentido, con las consiguientes investigaciones eclesiásticas, suspicacias y obstáculos frecuentes y no de poca monta). "Muy bonito y edificante, pero ¿cómo llevarlo a la práctica? Santidad y apostolado, al menos en sentido "pleno", no pueden ser para todos, porque la inmensa mayoría de los cristianos tiene un trabajo, una familia, un conjunto de compromisos que le distraen, y muchas veces le superan, de modo que no se le puede pedir un esfuerzo espiritual excesivo. Se le puede y se le debe pedir que haga todo lo mejor posible, pero en su situación; quizá disminuyendo la presión de las preocupaciones diarias para dedicar más tiempo a las prácticas de piedad".

"Pero para una vida plenamente cristiana, para una verdadera búsqueda de la santidad, sería necesario algo que excede a estos cristianos: dejarlo todo, es decir, salir de su vida ordinaria, seguir no sólo los "preceptos" que obligan a todos los fieles, sino también los "consejos" evangélicos: la castidad consagrada, la pobreza de la vida en común, la obediencia a una regla y a unos superiores. Es decir, deberían subir a primera división, entrar en unos de esos que no por casualidad se llaman "institutos de perfección", hacerse religiosos: pero esto no está al alcance del cristiano normal. En cualquier caso, para decisiones de ese estilo no es suficiente el bautismo, se requiere una "vocación" especial que, por definición, no es ni puede ser para todos".

"Por lo que se refiere al apostolado, también conviene ser realistas. El anuncio del evangelio exige estudio, preparación, carisma, encargo oficial. No es sólo inoportuno: es incluso peligroso pedir a cualquier cristiano que sea "misionero". Unicuique suum (a cada uno lo suyo), y cada persona o cosa, en el lugar que le corresponde: los laicos tienen sobre todo el deber de ayudar -con sus oraciones y con sus limosnas- a los misioneros, a los párrocos, a los predicadores; es decir, a esos que en la Iglesia realizan ese servicio esencial y tan delicado, que no puede desempeñar cualquiera. Los demás tenemos que limitarnos a echar una mano a los "profesionales" de la evangelización, de la catequesis, de la pastoral".

Ante tales observaciones, don Josemaría replicaba: "El camino de la vocación "especial", religiosa -la que lleva al convento, al monasterio, al presbiterio, al yermo- lo considero bendito y necesario en la Iglesia. Frailes y monjas, miembros del clero, laicos consagrados, etc., son desde hace tantos siglos una presencia constante e indispensable, y lo seguirán siendo. Los votos de pobreza, castidad y obediencia del estado religioso tradicional son un valiosísimo "signo escatológico" para la Iglesia y para toda la humanidad: hacen presente ya desde ahora lo que serán las cosas al final de los tiempos".

"Pero esta minoría de bautizados y de bautizadas, a pesar de dar frutos tan abundantes y de ser necesaria, no tiene a los ojos de Dios el monopolio de la "perfección", de la santidad y del apostolado que de ésta se deriva necesariamente. Tengo el deber de anunciar que todos los cristianos pueden, deben, santificarse en la vida ordinaria, a través de las cosas ordinarias, sin cambiar de trabajo, ni dejar la familia, ni renunciar a las ocupaciones y preocupaciones corrientes de la persona corriente. Es decir, haciendo como las primeras generaciones de cristianos, que no se distinguían de sus contemporáneos paganos por nada externo. Se tomaron en serio la exhortación de San Pablo a los cristianos de Corinto, que el apóstol repitió tres veces para que quedara bien grabada: "que cada uno permanezca en la condición que le ha confiado el Señor, en el modo como Dios le ha llamado". Este es el mensaje del Opus Dei: hacerse -todos- santos y apóstoles permaneciendo cada uno en su sitio, con el mismo trabajo y en las mismas ocupaciones, sin dejar la familia o sin renunciar a crear una, si se tiene esa verdadera "vocación" al matrimonio (sí, lo repito, "vocación"; y no es metáfora, sino en sentido pleno, como la vocación a la virginidad) que Dios da a la inmensa mayoría de los hombres y de las mujeres".

Para entenderlo mejor, escuchemos cómo lo explica el futuro beato en esta especie de "manifiesto" -una de las muchas formas en las que expresó la misma idea a lo largo de cincuenta años-, tomado de una de sus homilías: "nuestra espiritualidad secular, laical, se dirige a cristianos de toda condición que, estando en el mundo, o mejor, perteneciendo al mundo -son laicos corrientes- aspiran, por vocación divina, a la perfección cristiana. Nuestra llamada hace que precisamente nuestra condición secular, nuestro trabajo ordinario, nuestra situación en el mundo, sean nuestro único camino para la santificación y el apostolado".

A continuación precisaba: "No hemos asumido una profesión laica, "civil", para disfrazar un trabajo apostólico: es la misma ocupación que tendríamos si no fuéramos del Opus Dei, la misma que si tuviéramos la desgracia de abandonar nuestra "vocación". Y concluía: "Nosotros, hijos míos, somos gente de la calle. Y cuando trabajamos en asuntos temporales lo hacemos no porque no podemos dejarlos para dedicarnos sólo a las prácticas religiosas, sino porque ése es nuestro sitio, ése es el lugar donde encontramos a Cristo, el lugar donde nuestra vocación nos ha encontrado y nos deja"".

Don Josemaría captó en la "visión" del 2 de octubre de 1928 lo que definía como una "verdad vieja como el evangelio, y como el evangelio nueva": el valor de eternidad de los quehaceres diarios, aparentemente tan efímeros y con frecuencia intrascendentes desde un punto de vista terreno; la santificación "desde dentro" del mundo sin salir de él (la aplicación plena de la imagen evangélica de la levadura que actúa sobre la masa desde dentro, formando parte de ella), a través del trabajo: de cualquier trabajo, desde el más humilde al más elevado, siempre que sea "honrado". Y la casi totalidad de los infinitos trabajos de los hombres son honrados, si los consideramos sin moralismos estrechos ni radicalismos utópicos. Son escasos -al menos desde la perspectiva del Opus Dei, que participa del "optimismo cristiano" y de un pragmatismo que pone su confianza en el hombre y en el mundo- los trabajos que la vocación a la Prelatura llevaría a abandonar por no ser honrados.

El clima de liberación que nos ha traído el evangelio no sólo descarga al hombre del peso de los centenares de preceptos (cosas que hay que hacer y cosas que hay que evitar) de la Ley hebrea, sino que desactiva y anula la lista de trabajos "despreciables", "deshonrosos" y "religiosamente peligrosos". Como observó Joachim Jeremias, el gran biblista alemán, en su Jerusalem en el tiempo de jesús: "La primera impresión que se tiene, al ojear los elencos de los rabinos, es que queda muy poco espacio para trabajos dignos, tan grande es el número de las actividades consideradas deshonrosas en Israel". Entre estas últimas aparecen: mulero, cuidador de camellos, marinero, pastor, vinatero, carnicero, curtidor, herrero, joyero, cantero, vendedor ambulante, sastre, recaudador de impuestos, e incluso -según algunos "maestros de la Ley"- médico y barbero... Aunque no se note a simple vista, nos hallamos ante la recuperación de la dignidad -más aun: de la santidad- de cualquier trabajo, plenamente fiel al "todo os resulta lícito" del Nuevo Testamento. He aquí un elemento liberador del hombre de no poca categoría.

Rafael Gómez Pérez escribe: "No hay en el espíritu del Opus Dei profesiones prohibidas, a no ser las que se autoexcluyen al colocarse fuera de la moral cristiana y aun de la moral natural. No están prohibidas las profesiones comerciales y mercantiles, ni las políticas, a pesar de los tópicos corrientes sobre las dificultades de desempeñar con eficacia ese tipo de profesiones y ser, a la vez, honrado. Según el espíritu del Opus Dei, se trata no sólo de ser honrado en esa como en las demás profesiones, sino además de vivirlas con sentido sobrenatural".

En torno al trabajo -que es como el centro vitalgiran los intereses legítimos y las pasiones personales y sociales del hombre de hoy y de mañana. Por este motivo, el mensaje de Escrivá se ha revelado tan eficaz y tan capaz de ampliar horizontes para el futuro. Una propuesta quizá aparentemente nueva, pero que en realidad es vieja, tan vieja como el primer libro de la Biblia, el Génesis, donde se lee: "El Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén, para que lo cultivase y lo guardase" (2, 15).

En ese versículo se encuentra algo de importancia decisiva. La teología cristiana, sin embargo, lo ha pasado por alto o no lo ha subrayado convenientemente (o quizá lo ha olvidado, o incluso borrado, bajo los efectos de factores internos y externos en la Iglesia). En efecto, esas palabras del segundo capítulo del primer libro de la Escritura judeo-cristiana se sitúan antes de la caída de los primeros padres, preceden al pecado original de Adán y Eva. Según ese mismo texto sagrado, "el trabajo aparece como una exigencia de la naturaleza del ser humano. Sólo su lado penoso y fatigoso puede ser considerado como un castigo del pecado original, pero no el trabajo en sí mismo, que es algo bueno y noble" (Dominique Le Tourneau, sacerdote de la Prelatura y colaborador durante años del fundador).

No es casualidad, apuntaba también Escrivá, que Jesús de Nazaret lo haya confirmado con su vida: la mayor parte de su existencia no estuvo dedicada a la predicación, sino a su diaria, oscura y paciente profesión de carpintero en un pueblo de Galilea.

Escrivá recordaba a menudo que "el trabajo es el medio con el que el hombre participa en la obra divina de la Creación. Dios ha querido que su obra se perfeccionase cada día por la actividad de las manos del hombre. El cual, en el trabajo, es llamado a ser co-creador". Por eso, el nombre de "Opus Dei", de acuerdo con la interpretación que hacía el fundador, no significa que la Obra fuera "de Dios" -en el sentido de atribuirle una especie de delirante copyright o por lo menos una predilección especial- sino que debía entenderse como operatio Dei, "trabajo de Dios": ese "trabajo" al que cada hombre y cada mujer está llamado a cooperar.

¿Les parece que estas ideas son verdades de perogrullo para un cristiano? En ese caso, se ve que son gente preparada, porque muchos -durante siglos, en la misma Iglesiano vieron las cosas del mismo modo. Aunque también hay que reconocer que no se daban las condiciones sociales y quizá tampoco las religiosas, para llegar a esa conclusión.

De todos modos, la historia de la espiritualidad, como cualquier otra historia, non facit saltus (no procede a saltos), y el mismo Escrivá, con la honradez de los santos, reconocía que lo que se le había hecho entender, con tanta claridad, acerca del valor salvífico de la vida cotidiana -de la que el trabajo constituye una parte importante-, había llegado en el momento oportuno, había encontrado las condiciones adecuadas para ser entendido y puesto en práctica. Era el resultado de siglos de experiencias y de reflexiones sobre las propuestas del evangelio.

También conviene recordar que muchos teólogos y autores espirituales confundieron la fatiga del trabajo con el mismo trabajo, considerando a éste como una "condena", una "expiación de las culpas", y no una componente esencial de los planes de Dios al crear el mundo y al colocar allí a sus moradores. Es decir, el trabajo no fue considerado como un bien en sí mismo sino, en todo caso, como un bien para la vida espiritual: es decir, como un medio ascético para combatir el ocio, padre de todos los vicios. Había que practicarlo en la medida en que sirve para vencer la acedia y la pereza (ese "pecado capital"), con todo su cortejo de tentaciones.

Semejante concepción "instrumental" del trabajo llegó hasta el extremo en el célebre sucedido de Pablo el ermitaño (anécdota quizá legendaria, que no debe generalizarse ni exagerarse: la actividad de los monjes tuvo también importantes efectos sociales y económicos en el cultivo de la tierra, en la artesanía, etc.). Pablo el ermitaño, que vivió en Egipto entre el siglo III y el IV, aunque no necesitaba trabajar para sostenerse ni para dar limosna -se alimentaba con los frutos de una pequeña huerta y vivía en lugares deshabitados-, se impuso la obligación de confeccionar cestas de mimbre para no permanecer ocioso. Y al final de cada mes, hacía un montón con todas las cestas y las quemaba.

Un ejército de maestros de espiritualidad ha denostado las "preocupaciones del siglo" -y en particular el trabajocomo un obstáculo para la contemplación, para la reflexión sobre los misterios de Dios, para las prácticas de piedad.

Después, en el corazón del Medievo, nacieron esas órdenes religiosas que fueron llamadas, significativamente, "mendicantes". Como dice un historiador: "La polémica que surgió entre esas órdenes mendicantes y el clero secular condujo a los primeros a defender la posibilidad de santificarse sin trabajar: para ganarse la vida podía bastar la limosna. Sus teólogos afirman el carácter no obligatorio de la actividad manual; ciertamente no por pereza, sino para dar testimonio de pobreza y de abandono en la Providencia".

Pero la historia, según la exhortación profundamente "cristiana" del laicista Benedetto Croce, "no debe ser nunca justiciera, sino justificadora". No hay que olvidar que "la estructura social de aquellos siglos y gran parte de los siguientes (primero feudales, y luego marcados por la división en estamentos), durante los cuales los individuos no importan en cuanto tales, sino como miembros de las categorías que constituyen la sociedad civil, hacía especialmente difícil la percepción del valor santificante del trabajo personal de cada uno. Es una sociedad jerárquica, con una continuidad de honores, prestigio y bienes basada, sobre todo, en la transmisión hereditaria. De aquí que se formase una mentalidad que consideraba el trabajo algo así como una deshonra, o al menos carente de valor profundo. Y viceversa, el mensaje sobre la santificación del trabajo es mucho más fácilmente comprensible en una época como la nuestra, que ha colocado la competencia profesional de los individuos como fundamento de la organización social".

Este análisis de José Luis Illanes, un conocido teólogo del Opus Dei, demuestra que, para anunciar un mensaje, no es preciso caer en la injusticia de "condenar" el pasado, juzgándolo -según el uso tan frecuente hoy día, pero radicalmente antihistórico- desde la sensibilidad y las conquistas del presente.

En cualquier caso, no crean que la Reforma protestante mejoró la situación: más bien la agravó, a pesar del tópico muy extendido en el hombre de la calle, al que han llegado los ecos divulgativos de las tesis de Max Weber.

Así lo explica el ya citado Le Tourneau: "La actitud de Lutero, que da origen al protestantismo y a la escisión con Roma en el siglo XVI, retrasará considerablemente el descubrimiento del valor santificador del trabajo, ya que la concepción protestante del pecado original como corrupción radical de la naturaleza humana y la negación de toda utilidad salvífica de las obras humanas, incluso realizadas en estado de gracia, se oponen frontalmente a ello".

Si el protestante piadoso se dedicó con tanto ahínco al comercio y a la industria, no fue porque estuviera convencido de que la actividad humana tuviese algún valor a los ojos de Dios. Todo lo contrario: ese "gusano" que es el hombre -aplastado por la condena divina y sin el consuelo de una Iglesia que se le presente como el cauce materno del perdón de Cristo- no puede alegar a su favor ni siquiera el más ardiente celo. Se trabajaba mucho en el mundo protestante: pero no con la alegría del que está convencido de que cumple con la voluntad de Dios y colabora con su creación, sino con la angustia de quien desea aflojar su atadura al agujero negro de la predestinación. Al que le toca, le toca, parece decir esta teología: unos nacen predestinados ab aeterno al Paraíso, a la alegría sin límite; y otros predestinados al infierno, a tormentos sin fin. Una suerte establecida por un Dios inexcrutable; un destino inamovible para el hombre que, por mucho que ponga buena voluntad, no es capaz sino de "desagradar a Dios", haga lo que haga. Ni siquiera quien sea heroicamente fiel al evangelio puede esperar conseguir "mérito" alguno: es más, ese concepto, esa misma palabra, es una blasfemia -para los teólogos de la Reforma- ante el Eterno.
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Esther Filomena
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REBELDE
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MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 10:14 pm    Asunto: Gracias
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Gracias amigos de Catholic, en verdad muchas gracias, sacare copias de esta definicion para mi gente de mi Parroquia. bendiciones
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HOLA, SOY JORGE Y VIVO EN LIMA PERU, ESTOY MUY AGRADECIDO CON DIOS POR SER TAN BUENO CONMIGO
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emepen
Asiduo


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MensajePublicado: Mar Abr 25, 2006 10:28 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Tal vez hubiera sido mejor un texto un poco mas resumido. No lo he podido leer en su totalidad: necesitaría bastante tiempo y mi vista no me permite leer textos tan extensos.

De todas formas no creo que ningún cristiano de buena fe dude de la virtud del Opus Dei.

Yo puedo asegurar que ciertamente son gente virtuosa.

Tan solo me dejan una espina clavada en el corazón. . . y es que en mi pueblo los miembros del Opus se reunen a puerta cerrada y celebran sus cultos y sus misas en privado. Y a mi esto no me gusta pues no creo que sea correcto que me hayan negado diferentes veces la entrada a una misa.

Cuando yo era mas joven conseguí entrar en las reuniones de los del Camino Neocatecumenal y en una de sus misas. . . y la verdad. . . no se porqué las hacen a puerta cerrada porque son idénticas a las de los cristianos "corrientes". Me sentí muy halagado de que me permitieran la entrada.

Nunca logré entrar en una misa del Opus Dei pero me queda la espina que que mis mismos hermanos me nieguen la entrada a participar en un sacramento.

Saludos.
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EduaRod
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Registrado: 21 Ene 2006
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 12:33 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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emepen escribió:


Nunca logré entrar en una misa del Opus Dei pero me queda la espina que que mis mismos hermanos me nieguen la entrada a participar en un sacramento.

Saludos.


Por definición NO existen las misas privadas.
La misa es un acto que involucra a TODA la Iglesia de todos los tiempos y lugares. Es una grave desviación que alguien actue de esta manera. Pero hasta cierto punto es comprensible: desafortunadamente los hermanos de la prelatura han sido victimas de tantos ataques y señalamientos, que muchos de ellos han desarrollado una especie de desconfianza inata al resto del mundo Lo anterior no justifica negarte el acceso, pues nada lo puede justificar; pero al menos lo explica.
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Antuan
Esporádico


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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 12:51 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Voy a platicarles mi caso muy particular y la experiencia que tuve con el Opus Dei.

Pertenesco a una familia bien acomodada, tuve la oportunidad de estudiar en un colegio de prestigio y al llegar a la adolecencia varios amigos me invitaron a ir a unas pláticas al Opus Dei, al principio fuí muy entusiasmado, el sacerdote era joven y se identificaba con nosotros, incluso hasta nos permitía fumar y el ambiente era relajado. Teníamos nuestros momentos de oración, teníamos pláticas muy enriquecedoras acerca de la vida de Cristo, la Iglesia, la vida en general. Todo era muy atractivo hasta que un numerario se acercó a mi y me pidió que invitara a otros compañeros, pero que no fueran cualquier compañero, debían pertenecer a una familia acomodada, tener buenas notas en la escuela, que tuviera un buen comportamiento y que fuera a misa los fines de semana.

Me sentí muy mal, me sentí muy "elitista" y que realmente no se acercaba a la idea de ser un buen cristiano, donde cristo vino por los más necesitados así que abandoné al Opus Dei. Cuando ingresé a la Universidad me metí a al equipo de Misiones Católicas donde tuve la oportunidad de estar con la gente más humilde en los ejidos de mi país. Por fin pude encontrar algo que sentí yo pertenecía.

Esa fue mi experiencia muy personal, se las comparto y se que el Opus Dei ha hecho cosas muy buenas, pero a mi me dejó esa impresión cuando me acerqué a ellos percibí que buscan para su congregación cierto tipo de personas con ciertas características que tienden a ser la "élite".

Mis respetos y afecto para mis hermanos del Opus Dei, espero que hayan cambiado esa forma de ganar adeptos porque sus obras llegan muy alto y merecen la participación de ricos y pobres.
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Salomon
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 1:05 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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El Opus Dei tiene derecho a decidir a que grupo de personas quiere acercarse. Claro, los demas tambien tienen derecho a que considerar que no es lo que buscan y buscar otra congregacion.

Un abrazo.
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Antuan
Esporádico


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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 1:19 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Gracias Maru, pensé que mi caso era muy aislado.

Ya no me siento tan solo Laughing
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San Francisco de Asis
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Beatriz
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 4:38 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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El Opus Dei no es la única Congregación a la que se le acusa de "elitista", son varias. En mi país hay un Movimiento de laicos consagrados y sacerdotes y religiosas que ha crecido mucho en los últimos años y se expandido mucho a otros países, fundado por un peruano (por cierto, laico consagrado) y que también se le acusa de "elitista". Los conozco de cerca porque mi hijo estudia en uno de sus colegios. Es verdad que la mayoria de ellos provienen de buenas familias (como se suele decir) pero esto a mi me conmueve mucho. Ver hombres jóvenes y sacerdotes que hoy podrían estar manejando el próspero negocio de papá en la capital están dedicados a evangelizar en una provincia alejada. A muchos de ellos sus padres los han "desheredado" por tomar la decisión de seguir a Cristo y no les ha importado nada y hasta ahora no comprenden la decisión de su hijo.

San Francisco de Asís era de familia acomodada y terminó siendo uno de los santos más humildes y más grandes que ha tenido la Iglesia.

Dios también siendo poderoso se anonadó y tomó forma humana.

Yo creo que hay que mirar las dos caras de la moneda antes de juzgar de "elitista" a una Congregación o Movimiento.

Yo también en algún momento he cuestionado ese "elitismo" hasta que conocí la otra cara de la moneda (o Dios permitió que la conociera). Algunas Congregaciones no cuidan a los aspirantes al sacerdocio y aceptan a todo aquel que "cree" tener vocación. Una vez nos invitó a mi esposo y a mi a almorzar un sacerdote amigo por su cumpleaños. Fuimos. Bueno, yo era la única mujer. De repente llegó un grupo de seminaristas jóvenes y se sentaron en la mesa. Empezaron a conversar entre ellos y casi se me cae el tenedor de la mano por las cosas que escuché allí. La verdad que ni siquiera porque yo estaba presente se midieron en sus comentarios. Mi esposo se dió cuenta y me dijo "vámonos". Cuando salíamos de la casa sentimos que un auto se iba "quemando llantas", eran los seminaristas. Me sentí muy apenada por todo esto y le comenté a nuestro amigo que tuvieran más cuidado con los aspirantes al sacerdocio, que no podían aceptar a todo aquel que "quisiera" ser sacerdote porque algunos lo toman como una opción para salir de la pobreza. Después de unos años me enteré de un escándalo de un sacerdote de esta Congregación. Un escándalo mayúsculo. Escándalo que sufrimos todos porque nos duelen mucho. No me sorprendió. Con lo mal que escogen a sus aspirantes.

En cambio este Movimiento acusado de "elitista" tiene cero escándalos, hasta el momento, aunque nunca falta la excepción a la regla. Creo que a veces es mejor ser muy selectivo con las personas que puedan entrar en un movimiento o congregación pero lo que si he observado en ellos (Opus Dei, etc.) es que lo primero que se fijan es que la persona sea devota, que dé muestras de religiosidad, después viene lo segundo.

Mejor no juzguemos, fijémonos mas bien en sus frutos, cuánto bien hacen. El Opus Dei que yo conozco se ha establecido en una zona rural, donde evangeliza a campesinos, y no solo eso, los ayudan a superarse énseñándoles técnicas de sembrío modernos, mejores formas de fertilización de la tierra, cursos de agro-exportación, etc.,etc., etc., les enseñan a superar su pobreza.

El joven rico que deja comodidades, fortuna y un futuro brillante por seguir a Cristo es porque verdaderamente su vocación viene del cielo. Con esto no quiero menospreciar al que tiene vocación y no tiene riqueza, también hay grandes santos como San Isidro Labrador, un humilde campesino, a quien venero, o San Martín de Porres, el santo mulato de la escoba y a quien también venero o el Padre Pío que nació en una familia humilde y que también venero. La humildad es para mi después de la caridad la mejor virtud del ser humano, pero la mejor humildad radica en el corazón.


Y por si acaso no pertenezco al Opus Dei pero los respeto mucho por su fidelidad a Cristo y al Papa.

Esto es solo un comentario para "matizar" este tema. Una experiencia personal que me ha servido para comprender mejor esto.

Bendiciones
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Alejandra V
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Registrado: 13 Mar 2006
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 5:25 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Referente al "elitismo" del opus dei, yo tengo una teoria, porque no solamente este movimiento al parecer trabaja asi, sino tambien conozco otra que es la del movimiento del Regnum Christi, perteneciente a los legionarios de Cristo. No es por elitismo, ni por querer hacer menos a las personas, sino por cuestion de eficacia. Quien crees que tendra mas impacto sobre mas personas? El dueño de la empresa o el obrero. Si llegas primero al dueño de la empresa y lo ayudas a formarlo, este a su vez podra ayudar a formar a todos los de su empresa. Se trabaja en piramide invertida, de arriba hacia abajo. Cambiar a los lideres para cambiar a las masas, todo va con el fin de acercarlos mas a Dios. Yo he tenido contacto cercano con ambas organizaciones y no soy de la clase alta, antes bien de la media, y sin embargo solo he encontrado a Dios en ambas organizaciones. Al ser autorizados por el Vaticano han pasado por numerosas pruebas, no solo su filosofia, sino sus lideres tambien, creo que debemos de detenernos un poquito a pensar que son para Dios, que tienen sus métodos y si sus enseñanzas o sus prácticas no nos acomodan, o nos gustan pues hay otros tantos miles de apostolados que podriamos realizar.
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EduaRod
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 7:29 am    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Alejandra V escribió:
Referente al "elitismo" del opus dei, yo tengo una teoria, porque no solamente este movimiento al parecer trabaja asi, sino tambien conozco otra que es la del movimiento del Regnum Christi, perteneciente a los legionarios de Cristo. No es por elitismo, ni por querer hacer menos a las personas, sino por cuestion de eficacia. Quien crees que tendra mas impacto sobre mas personas? El dueño de la empresa o el obrero. Si llegas primero al dueño de la empresa y lo ayudas a formarlo, este a su vez podra ayudar a formar a todos los de su empresa. Se trabaja en piramide invertida, de arriba hacia abajo. Cambiar a los lideres para cambiar a las masas, todo va con el fin de acercarlos mas a Dios. Yo he tenido contacto cercano con ambas organizaciones y no soy de la clase alta, antes bien de la media, y sin embargo solo he encontrado a Dios en ambas organizaciones. Al ser autorizados por el Vaticano han pasado por numerosas pruebas, no solo su filosofia, sino sus lideres tambien, creo que debemos de detenernos un poquito a pensar que son para Dios, que tienen sus métodos y si sus enseñanzas o sus prácticas no nos acomodan, o nos gustan pues hay otros tantos miles de apostolados que podriamos realizar.


Estimada en Cristo Alejandra:

Esta estrategia que mencionas es en realidad más adecuada para describir a Regnum Christi que al Opus Dei, aunque debo decir en favor de Regnum Christi que una amiga de EUA que era bautista y que fue convertida por miembros de la Legión de Cristo verdaderamente no me creía (obviamente por lo que ella conocía de la labor de ellos en Washington) que este Instituto de Vida Consagrada estuviera en modo alguno ligado a la riqueza o al poder. De hecho pensaba que yo me estaba equivocando con alguna otra organización.
En fin, el caso es que al parecer en muchos otros lugares la Legión de Cristo/Regnum Christi si tiene esa estrategia. La cual es precisamente la razón por la que encuentra muchos detractores. Muchos dicen que es contraria al espíritu de pobreza y sencillez del Evangelio, recordemos las palabras de Cristo:
Cita:
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.
Mateo 11, 25

En lo personal pienso que la estrategia es inadecuada por la siguiente razón:
La sociedad NO es un ente informe que se puede manipular. Es un conjunto de personas cada una con un alma libre e inmortal. Por eso, pretender transformar, peor aún, convertir, a toda una sociedad a través de aquellas personas en ella que controlan el poder o la riqueza, de ningún modo podrá transformar a la sociedad, a lo mucho creará apariencias.
El Evangelio debe ser predicado a cada persona en lo particular. Por ello, el único que puede transformar multitudes de un solo golpe, es un santo fiel, cuyo testimonio hablará en lo personal a muchísimos y les moverá a la verdadera conversión y no a las simples apariencias.

Sin embargo, la estrategia del Opus Dei (declarada abiertamente en el libro de Vittorio Messori del que Esther tomó los extractos con los que inició el epígrafe) es un tanto distinta: ellos si quieren llegar a la gente de todas las clases sociales, pero por estrategia han decidido comenzar con una invitación privilegiada al medio académico o mejor preparado de la sociedad (lo que suele coincidir con lo económico, pero lo que les interesa no es lo económico, sino la preparación académica). Esto con el fin de garantizar una buena formación a sus miembros que eventualmente les permita llegar mejor preparados a convertir a personas de cualquier otro medio. Esto es una simple estrategia operativa para prepararse a eventualmente llegar a todos, y NO una estrategia de control de masas. Por lo que me parece mucho más adecuada que la búsqueda de "eficacia" (irrealizable en el terreno de la conversión personal) que, a reserva de mi amiga de Washington, parecería ser la estrategia medular de Regnum Christi.

Que Dios te bendiga
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Esther Filomena
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Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 1:06 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Antuan escribió:
Voy a platicarles mi caso muy particular y la experiencia que tuve con el Opus Dei.

Pertenesco a una familia bien acomodada, tuve la oportunidad de estudiar en un colegio de prestigio y al llegar a la adolecencia varios amigos me invitaron a ir a unas pláticas al Opus Dei, al principio fuí muy entusiasmado, el sacerdote era joven y se identificaba con nosotros, incluso hasta nos permitía fumar y el ambiente era relajado. Teníamos nuestros momentos de oración, teníamos pláticas muy enriquecedoras acerca de la vida de Cristo, la Iglesia, la vida en general. Todo era muy atractivo hasta que un numerario se acercó a mi y me pidió que invitara a otros compañeros, pero que no fueran cualquier compañero, debían pertenecer a una familia acomodada, tener buenas notas en la escuela, que tuviera un buen comportamiento y que fuera a misa los fines de semana.

Me sentí muy mal, me sentí muy "elitista" y que realmente no se acercaba a la idea de ser un buen cristiano, donde cristo vino por los más necesitados así que abandoné al Opus Dei. Cuando ingresé a la Universidad me metí a al equipo de Misiones Católicas donde tuve la oportunidad de estar con la gente más humilde en los ejidos de mi país. Por fin pude encontrar algo que sentí yo pertenecía.

Esa fue mi experiencia muy personal, se las comparto y se que el Opus Dei ha hecho cosas muy buenas, pero a mi me dejó esa impresión cuando me acerqué a ellos percibí que buscan para su congregación cierto tipo de personas con ciertas características que tienden a ser la "élite".

Mis respetos y afecto para mis hermanos del Opus Dei, espero que hayan cambiado esa forma de ganar adeptos porque sus obras llegan muy alto y merecen la participación de ricos y pobres.


Estimado Antuan:

Creo que señalar un caso particular no debe afectar a toda la comunidad, de lo contrario actuamos como lo hacen los protestantes, que andan buscando defectos para desprestigiar la Iglesia, y cuando los encuentran los ponen de relieve, generalmente de forma poco carititativa.

Tienes razón en decir, que el Evangelio es para todos pobres y ricos, por lo mismo no deben ser evangelizados los ricos?

No te parece que en un mundo con tanta pobreza y tanta riqueza mal distribuida, no debería hacerse el esfuerzo de evangelizar a los ricos y despertar en ellos el amor suficiente para compartir?

No te parece que muchos que tienen inmensas riquezas son a la vez indigentes de amor y caridad, porque tienen el poder y la riqueza pero la usan para su propio provecho, sin pensar en sus hermanos de manera egoísta. No necesitan ser llamados a la conversión?
No necesitan también estos ser convertidos. y quizás al sentirse hijos de Dios, compartan lo que tienen con los menos afortunados.

Creo que llamar elitista a un grupo del Opus Dei porque a algún miembro se le ocurrió sugerirte que llames a tus pares, no es correcto. Si así te pareció porque no preguntaste a tu interlocutor el porque de esa preferencia, quizás te hubiera explicado sus razones, que tal vez no sean las que tu crees.

Para mi el mundo mas descristianizado, el que necesita volver al Padre es precisamente el de los ricos. Quizás alguno deje todo lo que tiene y se los de a los pobres, y siga con Jesús cargando su cruz (por cierto hay algunos casos muy notables de esto).

Paz y bien
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Esther Filomena
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Beatriz
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 1:20 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Alejandra V escribió:
Referente al "elitismo" del opus dei, yo tengo una teoria, porque no solamente este movimiento al parecer trabaja asi, sino tambien conozco otra que es la del movimiento del Regnum Christi, perteneciente a los legionarios de Cristo. No es por elitismo, ni por querer hacer menos a las personas, sino por cuestion de eficacia. Quien crees que tendra mas impacto sobre mas personas? El dueño de la empresa o el obrero. Si llegas primero al dueño de la empresa y lo ayudas a formarlo, este a su vez podra ayudar a formar a todos los de su empresa. Se trabaja en piramide invertida, de arriba hacia abajo. Cambiar a los lideres para cambiar a las masas, todo va con el fin de acercarlos mas a Dios. Yo he tenido contacto cercano con ambas organizaciones y no soy de la clase alta, antes bien de la media, y sin embargo solo he encontrado a Dios en ambas organizaciones. Al ser autorizados por el Vaticano han pasado por numerosas pruebas, no solo su filosofia, sino sus lideres tambien, creo que debemos de detenernos un poquito a pensar que son para Dios, que tienen sus métodos y si sus enseñanzas o sus prácticas no nos acomodan, o nos gustan pues hay otros tantos miles de apostolados que podriamos realizar.


A mi si me parece interesante la estrategia del Regnum Christi. Convertir al dueño de la empresa. Me parece muy interesante. Claro que se puede convertir un rico, en el evangelio tenemos varios casos. Hay un empresario argentino que actualmente está en proceso de canonización.

El evangelio está abierto para todos, Jesús dijo que había venido a buscar lo que estaba perdido, y perdidos estan tanto ricos como pobres.

Yo también he tenido oportunidad de conocer el Regnum Christi y Dios está ahi. No me cabe la menor duda.

Creo que el problema está en que no se conoce bien lo que la Biblia enseña sobre la riqueza.

Bendiciones
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San Agustín
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Fabrem
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Mensajes: 1226

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 2:19 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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cthulhu escribió:
emepen escribió:

Nunca logré entrar en una misa del Opus Dei pero me queda la espina que que mis mismos hermanos me nieguen la entrada a participar en un sacramento.

Saludos.

la verdad tu comentario me motivo a registrarme. me alegra ver que existe gente con sentido de autocritica, algo que suele faltar entre los miembros de mi iglesia catolica . felicitaciones!


Ahora es con el otro Papa. Y como quien no quiere la cosa fomentando la "autocrítica".

Una cosa es criticarme yo a mi mismo, y otra, es criticar a la Iglesia. Hacerme llamar católico para criticar a la Iglesia y decir, humildemente, que es "autocrítica" es una jugada algo baja.

Un católico no critica a su Iglesia, ni siquiera llamándola "autocrítica", como un buen hijo no critica a su madre. Y si alguien quiere calumniarla, se le responde con DATOS y con la VERDAD, o le solicita al calumniador, prueba de sus calumnias..

Ya deja de andar promoviendo la desobediencia y la crítica a la Iglesia. Y ya deja de usar las fotos de nuestros Papas. Querer al Papa comienza por andarse dejando de fomentar la crítica a la Iglesia con la estrategia de que sea vista como una "autocrítica" humilde y honesta.... digamos.

Es mejor ser franco y abierto, porque sólo así se puede entablar diálogo constructivo.
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Salomon
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 2:31 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Antuan escribió:
Me sentí muy mal, me sentí muy "elitista" y que realmente no se acercaba a la idea de ser un buen cristiano, donde cristo vino por los más necesitados así que abandoné al Opus Dei.


Hermano Antuan,

espero que no sigas sintiendote mal al respecto. Yo tambien fui tocado por el Opus Dei en su dia, hace años. La llamada vino a traves de dos hijos del mejor amigo de mi padre para quienes yo resultaba una interesante adquisicion.

Lo cierto es que no me gusto lo que vi, no me pare a pensar si era bueno o malo, simplemente no era para mi, mi estilo de hacer las cosas no concuerda con el suyo y ahi quedo la cosa.

Si hubo una anecdota a lamentar y es que despues de conocernos casi toda la vida, desde mi rechazo al ingreso lo mas que he recibido es un "saludo cortes y forzado" cada vez que nos cruzamos, no se si vendra dado por la congregacion o porque quizas se debieron sentir insultados o despreciados de alguna manera. En fin, no he borrado el recuerdo de nuestros buenos tiempos pasados, lo demas ya no esta en mi mano.

Un abrazo.
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Antuan
Esporádico


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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 2:49 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Me sentí mal en aquel tiempo, ahora se que es una manera distinta de seguir el camino de Jesús para llegar a él.

En lo personal no se me hace atractivo el sistema del Opus Dei, prefiero el ejemplo de humildad y sencillez que dan nuestros hermanos misioneros quienes capitalizan sus manos, su esfuerzo, su voz, su sabiduría para llegar a miles de hermanos. No el dinero, porque el dinero te hace pobre de espíritu y el Opus Dei ha juntado mucho dinero.

"A Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios".
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"Donde hay caridad y sabiduría, allí no hay temor ni ignorancia."
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Natzinroshin
Asiduo


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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 3:13 pm    Asunto: ELITISMO......
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Antuan escribió:
Gracias Maru, pensé que mi caso era muy aislado.

Ya no me siento tan solo Laughing


TENEMOS LA MISMA SENSACIÓN QUE USTED, amigo Antuan....

sobre las tentaciones del "elitismo"......
_________________
Amor y sabiduría, universales....


MARÍA....
Hija Santa de Sión
Maestra y Madre nuestra, rogad por nosotros!

Paz y bien!
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Mayra Novelo
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 3:43 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Estimados hermanos:
Creo que las cosas de Dios se deben mirar con ojos con los que se miran las cosas de Dios.

Las congregaciones, movimientos, prelaturas... son cosas de Dios, carismas inspirados por el Espíritu Santo para ofrecr a todos los hombres un medio concreto para vivir y comprometerse con su fe, con el amor a Cristo.

Si lo miramos y opinamos según nuestra forma de pensar o de sentir (muy influenciadas por la cultura y la sociedad donde vivimos), hay cosas que no comprendemos...

pobre por ejemplo: lo puede ser un pobre o un rico, porque no depende de la cantidad de bienes, y si del desprendimiento, de que el corazón no se apegue a eso. Y por eso hay pobres y ricos que están apegados a su pobreza o a su riqueza y hay pobres y ricos que viven con el corazón libre y esa es la verdadera pobreza

Hay carismas inspirados para evangelizar a los pobres más pobres y otros para llegar a los hombres que de alguna manera influyen en el mundo y por ello pueden llegar a más personas...

Cristo fue muy claro:
"el árbol se conoce por sus frutos" y no sólo por un fruto.

Si un carisma en lo personal no me parece y sin embargo para otros ha sido un medio para llevar una vida en gracia y apostolicamente comprometida con la Iglesia, entonces " el árbol se conoce por sus frutos"
_________________
“Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente... ”
(Cura de Ars)
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Esther Filomena
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Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 3:59 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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cthulhu escribió:
Con respecto a la autocritica, yo a la iglesia donde voy, creo que la gente a veces no actua bien, y muy pocos estan dispuestos a reconocer cosas. A eso me refiero, uno siempre debe autocriticarse, NADIE es perfecto.


Estimado hermano:

Como que no tienes un concepto claro de "autocritica" verdad?


Lo que te vemos haciendo es criticar a tus hermanos dices"creo que la gente a veces no actua bien", eso no es autocritica, buscas errores de los que tu te consideras exento.

Mira lo que dice el Evangelio:

¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?¿O cómo vas a decir a tu hermano: "Deja que te saque la brizna del ojo", teniendo la viga en el tuyo?
Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
Mt 7,3

Paz y bien
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Esther Filomena
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María Esther
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MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 4:10 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Apreciados hermanos en Cristo:

Tuve la gracia de ser educada en una universidad del Opus Dei. Al lado de san Josemaría Escrivá de Balaguer, por aquel entonces Siervo de Dios, di mis primeros pasitos hacia la conversión. Los Sacerdotes que me acogieron con verdadera caridad dieron vivas muestras de interés en mi caso particular y, durante esa entrañable época universitaria, jamás fui instigada para ingresar a la Obra, a pesar de mi cercanía con las Directivas de la Universidad, en especial con el Doctor Octavio Arizmendi Posada, miembro numerario y fundador de mi Alma Mater, hoy fallecido.

Quiero hacer hincapié en este punto: mi relación con el Doctro Arizmendi fue cercana y llena de afecto, como si se hubiera tratado de mi propio padre o abuelo. Pasábamos largas horas hablando de Dios, de la Iglesia, de los Santos. Él me explicó en inolvidables platicas la espiritualidad de La Obra pero jamás me quiso imponer mi ingreso.

Hace unos ocho años entablé relación con algunos miembros de La Obra y recibí muchas invitaciones, algunas de las cuales decliné obedeciendo a esa impronta que había quedado en mi alma de las enseñanzas de San Josemaría: mis deberes profesionales y de estado, a través de los cuales busco santificarme, no me permitían disponer del tiempo necesario para cumplir con las obligaciones en el Opus Dei. Y estos amigos me abandonaron. Pero no solo ellos sino muchos otros que me han invitado a hacerme miembro activo de sus movimientos: neocatecúmenos, carismáticos, miembros del Sodalicio Viuda Cristiana, algunos Focolares.

Y esto tiene una razón: cuando alguien encuentra el camino desea compartirlo con todos. Su "camino particular" quiere extrapolarse y convertirse en el camino de sus amados, de sus cercanos. Y esto no es malo.

Simplemente hay que crecer en la Fe invocando el Carisma de Unidad que debe caracterizar a los hijos de Dios.

El Opus Dei da grande frutos a la Iglesia, al igual que los demás Movimientos aprobados o en camino de aprobación. Y también existen miembros indignos que se constituyen en anti-testimonio.

No juzguemos a los movimientos por particularidades desafortunadas y menos aún por el pecado de sus miembros. Confiemos en la Iglesia quien, como Madre y Maestra, acoge amorosamente y corrige a todos sus hijos.
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María Esther
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Registrado: 03 Oct 2005
Mensajes: 2105

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 4:13 pm    Asunto: Fe de erratas
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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No es "Sodalicio Viuda Cristiana" sino Sodalicio VIDA Cristiana
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joefer
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Registrado: 04 Oct 2005
Mensajes: 226

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 4:53 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Alejandra V escribió:
Referente al "elitismo" del opus dei, yo tengo una teoria, porque no solamente este movimiento al parecer trabaja asi, sino tambien conozco otra que es la del movimiento del Regnum Christi, perteneciente a los legionarios de Cristo. No es por elitismo, ni por querer hacer menos a las personas, sino por cuestion de eficacia. Quien crees que tendra mas impacto sobre mas personas? El dueño de la empresa o el obrero. Si llegas primero al dueño de la empresa y lo ayudas a formarlo, este a su vez podra ayudar a formar a todos los de su empresa. Se trabaja en piramide invertida, de arriba hacia abajo. Cambiar a los lideres para cambiar a las masas, todo va con el fin de acercarlos mas a Dios. Yo he tenido contacto cercano con ambas organizaciones y no soy de la clase alta, antes bien de la media, y sin embargo solo he encontrado a Dios en ambas organizaciones. Al ser autorizados por el Vaticano han pasado por numerosas pruebas, no solo su filosofia, sino sus lideres tambien, creo que debemos de detenernos un poquito a pensar que son para Dios, que tienen sus métodos y si sus enseñanzas o sus prácticas no nos acomodan, o nos gustan pues hay otros tantos miles de apostolados que podriamos realizar.


Hola Alejandra:

tu teoria es muy respetable y no se si sea la teoria de la obra de Dios, sin embargo te dire que las sociedades an evolusionado concretamente al reves, es decir, son las masas las que han obligado a sus lideres a tener tal o cual comportamiento, creo que en este estilo de actuar se cae en esto que nos ocupa, en un elitismo desproporsionado, y es contrario al espiritu de pobreza del evangelio, asi como es contrario al sentido de igualdad de hijos de Dios, ¿ sabes que la obra de Dios, cuenta con escuelas para adiestrar sirvientas y ponerlas a trabajar en casas de sus miembros?, y esa es su logica de ayuda al projimo, con el sentido de que estas se santifiquen en su labor y de pasada hagan bien los queaceres de sus casas, en pocas palabras es, " naciste pobre y lo seras toda tu vida, pero tendras la oportunidad de santificarte si haces bien tu trabajo aqui en mi casa", tanto la el Opus como la Legion de Cristo alardean de la forma tan rapida en que han crecido, solo les quiero recordar que en pleno siglo XII, sin los avances tecnologicos de la actualidad, sin caminos definidos y en una sociedad mucho mas cruel que esta, existio un hombre que hizo lo mismo o quizas mas que estas nuevas congregaciones, y solo lo logro haciendose pobre, fue pobre entre los pobres, con ellos trabajo, entendio que en esta gente habita Cristo, que por ellos vino Cristo, hizo del evangelio su vida diaria y consigui ser llamado, "el otro Cristo", me refiero claro a San Francisco, cuya obra se extendio tan rapido o mas aun que estas dos, no hay razon valida para despreciar a los marginados y a la gente comun del pueblo de Dios, y por cierto, dudo mucho que ese comportamiento hayasido lo que Mons. Escrivà, haya pensado cuando fundo la obra de Dios.
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EduaRod
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Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 5:40 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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María Esther escribió:
Apreciados hermanos en Cristo:

Tuve la gracia de ser educada en una universidad del Opus Dei. Al lado de san Josemaría Escrivá de Balaguer, por aquel entonces Siervo de Dios, di mis primeros pasitos hacia la conversión. Los Sacerdotes que me acogieron con verdadera caridad dieron vivas muestras de interés en mi caso particular y, durante esa entrañable época universitaria, jamás fui instigada para ingresar a la Obra, a pesar de mi cercanía con las Directivas de la Universidad, en especial con el Doctor Octavio Arizmendi Posada, miembro numerario y fundador de mi Alma Mater, hoy fallecido.

Quiero hacer hincapié en este punto: mi relación con el Doctro Arizmendi fue cercana y llena de afecto, como si se hubiera tratado de mi propio padre o abuelo. Pasábamos largas horas hablando de Dios, de la Iglesia, de los Santos. Él me explicó en inolvidables platicas la espiritualidad de La Obra pero jamás me quiso imponer mi ingreso.

Hace unos ocho años entablé relación con algunos miembros de La Obra y recibí muchas invitaciones, algunas de las cuales decliné obedeciendo a esa impronta que había quedado en mi alma de las enseñanzas de San Josemaría: mis deberes profesionales y de estado, a través de los cuales busco santificarme, no me permitían disponer del tiempo necesario para cumplir con las obligaciones en el Opus Dei. Y estos amigos me abandonaron. Pero no solo ellos sino muchos otros que me han invitado a hacerme miembro activo de sus movimientos: neocatecúmenos, carismáticos, miembros del Sodalicio Viuda Cristiana, algunos Focolares.

Y esto tiene una razón: cuando alguien encuentra el camino desea compartirlo con todos. Su "camino particular" quiere extrapolarse y convertirse en el camino de sus amados, de sus cercanos. Y esto no es malo.

Simplemente hay que crecer en la Fe invocando el Carisma de Unidad que debe caracterizar a los hijos de Dios.

El Opus Dei da grande frutos a la Iglesia, al igual que los demás Movimientos aprobados o en camino de aprobación. Y también existen miembros indignos que se constituyen en anti-testimonio.

No juzguemos a los movimientos por particularidades desafortunadas y menos aún por el pecado de sus miembros. Confiemos en la Iglesia quien, como Madre y Maestra, acoge amorosamente y corrige a todos sus hijos.


Estimada en Cristo María Esther:

Muy bonito testimonio.
Ampliando un poco lo que he dicho en otros aportes al respecto, mi experiencia personal es doble y similar a lo que dices: por un lado miembros de la Obra me buscaron y, al manifestarles que no era el camino que Dios quería para mi, me abandonaron. No sólo por su manera de actuar, sino también por sus conceptos me era evidente que estos eran "de reciente ingreso".
Pero como por muchas circunstancias he tenido de todos modos contacto cercano con el Opus Dei, he tenido oportunidad de encontrar personas mucho más adentradas y bien formadas; las cuales me han invitado a ingresar, pero al exponerles mis razones de porqué creo que no es el camino que Dios me ha señalado, lo han aceptado sin el menor problema, han continuado siendo mis amigos y me siguen invitando a eventos y sugiriendo lecturas que creen que me pueden interesar.
Estos últimos, evidentemente, son los que son más fieles al espíritu de San José María: la gracia del bautismo es todo lo que se necesita para ser santo. El Opus Dei fue creado como un instrumento para enseñar y promover esta verdad, y NO para algutinar a todos los que la pueden vivir.
Como vemos, los miembros mejor formados y más adentrados viven correctamente ese espíritu, mientras que los más neófitos es evidente que todavía no lo acaban de entender. El problema es que los mejor formados con muchísima frecuencia están ocupados formando a los neófitos, por lo cual no es fácil encontrarlos mediante un contacto superficial con la Obra. En este tipo de contactos generalmente encontramos a los neófitos que aún no entienden bien las cosas y por eso con frecuencia transmiten una imagen equivocada de lo que es la institución.

Que Dios te bendiga
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Alejandra V
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Registrado: 13 Mar 2006
Mensajes: 45

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 6:40 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Hola joefer:
Sinceramente no tenia conocimiento de estas escuelas para sirvientas, pero aun asi, sigo sin ver el lado malo, solo son diferentes maneras de acercarse a las personas, los contactos que yo tuve con el Opus fue a traves de una de mis maestras de la universidad que era consagrada y nos invito a varios alumnas a ir de misiones, yo fui y fue una experiencia linda, llena de satisfacciones, te digo que solo encontre a Dios, y en ningun momento sentí ese "desprecio" por las clases bajas, pues en todo momento tratamos de ayudarlos y de hacernos iguales para poder transmitir el mensaje de Dios. Por diferentes circunstancias ya no segui colaborando con el Opus Dei, por eso no te puedo dar mas detalles de esta obra, pero aun asi creo que ha acercado a muchas personas a la Iglesia y a Dios.
Tal vez lo que necesita el mundo en este momento son lideres comprometidos y por eso estos movimientos se estan enfocando en ellos.
Estoy de acuerdo contigo en que la mejor manera de extender cualquier movimiento es imitando a Cristo, pues finalmente eso es la meta de todo cristiano, llegar a ser santo. Pero tampoco creo que se desprecie a los marginados, como tu dices, pues ambas organizaciones y esto me consta personalmente, han hecho apostolados precisamente para ayudarlos y aliviar aunque sea un poco su pobreza.
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Esther Filomena
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Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 6:44 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Antuan escribió:
Me sentí mal en aquel tiempo, ahora se que es una manera distinta de seguir el camino de Jesús para llegar a él.

En lo personal no se me hace atractivo el sistema del Opus Dei, prefiero el ejemplo de humildad y sencillez que dan nuestros hermanos misioneros quienes capitalizan sus manos, su esfuerzo, su voz, su sabiduría para llegar a miles de hermanos. No el dinero, porque el dinero te hace pobre de espíritu y el Opus Dei ha juntado mucho dinero.

"A Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios".


Estimado Antuan:

No creo que debas sentirte mal, ni antes ni ahora. Rolling Eyes Es obvio que no te agrada el camino que brinda el Opus Dei. Por eso hay tantos otros caminos que ofrece la Iglesia Católica.

Si te agradan los misioneros espero que seas consecuente con lo que hablas y estés participando en alguna misión, o colaborando con ellos.

Pero lo que no esta bien nuevamente, de tus participaciones es, que insinués de manera poco noble, “que la gente del Opus Dei junta dinero”, sin siquiera ponerte a investigar que hacen con ese “mucho dinero,” que mencionas.

Te has puesto a pensar cuanto cuesta mantener una Universidad, una escuela, una academia, un centro juvenil, un centro de oración o de aprendizaje?
Sabes que muchos estudiantes son becados, y muchos otros hacen viajes pastorales a encuentros o celebraciones pagados por el Opus Dei, viajes que no habrían sido posibles sin esa ayuda?
Sabes cuanto cuesta el trabajar en países como Africa, en barrios humildes de Estados Unidos o en el campo en América Latina?

Es mas fácil tomar un teclado y escribir lo que le viene a la mente. Nuevamente te pido que trates con caridad a tus hermanos. Dales la mano, ayudalos relieva la parte positiva, para que así a lo mejor mejoran.

Paz y bien
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Esther Filomena
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Registrado: 03 Ene 2006
Mensajes: 2345

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 7:04 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Maru Courtney escribió:
Esther Filomena escribió:
Te has puesto a pensar cuanto cuesta mantener una Universidad, una escuela, una academia, un centro juvenil, un centro de oración o de aprendizaje?
Sabes que muchos estudiantes son becados, y muchos otros hacen viajes pastorales a encuentros o celebraciones pagados por el Opus Dei, viajes que no habrían sido posibles sin esa ayuda?
Sabes cuanto cuesta el trabajar en países como Africa, en barrios humildes de Estados Unidos o en el campo en América Latina?



Querida Esther Filomena, no te imaginas el gusto que me dio leerte, despues de aquellos debates en los que decias que el dinero "pierde el alma".....no importa el tiempo que haya pasado, pero por tu aporte me puedo dar cuenta que ya entendiste que el dinero en SI no hace nada, sino que depende del uso que se le de.
Ya ves que hay muchos millonarios que se dedican al bien, porque como tu misma dices....TODO cuesta y sin dinero no habria todo lo que relatas en tu parrafo que deje.
Bendito sea Dios.


Señora Maru:

Lo que si es muy evidente, es que usted nunca me entendió antes, o ni tan siquiera intentó hacerlo. Espero en Dios que lo intente ahora.


Paz y bien

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Esther Filomena
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Antuan
Esporádico


Registrado: 24 Abr 2006
Mensajes: 51

MensajePublicado: Mie Abr 26, 2006 7:16 pm    Asunto:
Tema: OPUS DEI Una Investigación
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Se que lo usan para la obra de Dios, pero desgraciadamente, donde hay dinero en cantidades millonarias, hay corrupción.

San Francisco de Asis no necesitó fortunas para dejar un legado impresionante para nosotros los Católicos, su sencillez y caridad empaparon de virtudes a nuestra Iglesia.

No es que esté en contra del Opus Dei, pero tampoco a favor. En la mayoría de los casos, quienes amasan fortunas es porque dejaron a alguien sin dinero, el Opus Dei se los regresa (quiero pensar). Lo que no regresan es el impresionante poder que han obtenido, y su gran influencia en la Iglesia.
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San Francisco de Asis
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