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Una novela virtual...
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Michy
Asiduo


Registrado: 18 Jun 2008
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MensajePublicado: Vie Oct 10, 2008 8:11 pm    Asunto:
Tema: Una novela virtual...
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Hola Endor!!! Wink

Vaya!!! Shocked Por lo que leí que le explicaste a Guitar, se oye súper interesante la historia. Sólo "hojeé" algunas de las páginas del relato, y que se me hace que me voy a sentar un día de estos, acompañada de unas galletitas y un chocolate caliente, a leer tu relato... que por cierto te felicito por la dedicación que haz tenido al escribirlo...

Si me animo, pronto te doy mi opinión... Smile


Que Dios te bendiga... Razz
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endor
Asiduo


Registrado: 29 Oct 2006
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Ubicación: México, D.F.

MensajePublicado: Sab Oct 11, 2008 2:55 am    Asunto:
Tema: Una novela virtual...
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Hola Michy! Muchas gracias por tus palabras y eres super bienvenida a leer cuando tengas tiempo! Creo que no tenemos el gusto de "leernos" jaja no te había visto por acá, pero que bueno que te diste una vuelta por este post que ya tenía como 3 meses de abandonado el pobre Sad

Por acá te espero y si quieres leer la historia también la puedes ver desde este LINK aunque siempre actualizo primero aquí y después allá jejeje, costumbres...

Un fuerte abrazo y nos seguimos leyendo!
chao!
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endor
Asiduo


Registrado: 29 Oct 2006
Mensajes: 200
Ubicación: México, D.F.

MensajePublicado: Dom Oct 12, 2008 7:43 pm    Asunto:
Tema: Una novela virtual...
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Kabel hizo uno pausa en su relato para sacar de su bolso unas piedras de color café con las que prendió fuego a unas ramas, haciéndose al instante de una precaria antorcha. La oscuridad del bosque, aunque era apenas el medio día, se hacía más profunda cuanto más se adentraban en el sendero. Marcius cortó otras ramas y tomando el fuego de su hermano se hizo también de una antorcha para continuar el camino.

- ¿Y qué pasó después, Kabel?

Kabel colocó un dedo sobre sus labios, alertando a Marcius que no hablara.

- Hermano… -le dijo casi en susurro-… Ahora que llevamos fuego seremos blanco fácil –hizo una pausa mirando en derredor y después continuó-. Será mejor que no hablemos hasta salir del bosque.

Marcius movió la cabeza en señal afirmativa; tomó nuevamente sus bolsos y al lado de su hermano ralí continuaron el camino con la mayor precaución que pudieron tener.

De acuerdo a Kabel, las ciudades hermanas no deberían estar muy lejos. En la siguiente hora de camino deberían comenzar a ver las copas de los árboles disminuir de tamaño, eso les indicaría el fin del camino. Era un poco difícil de creer para el romano, pero en pocas horas entrarían en esa región misteriosa de la que tantas leyendas salían… antes de que el día terminaría pisaría por fin la tierra de Kezel.

Era extraño… Durante dos horas habían caminado alejándose de la orilla del Alib-Anubej; el sonido del río y las pisadas del ejército que iba por tierra eran ya imperceptibles. Marcius no podía escuchar más que el golpe de la lluvia contra las altas copas de los árboles, era como si hasta los animales hubieran abandonado esa región por temor a lo que vendría. Si no fuera por la compañía de Kabel, el romano se hubiera sentido perdido en una región aislada de toda vida…

De pronto Marcius sintió que Kabel lo tomaba con fuerza del brazo. Ambos se detuvieron… Marcius comenzó a sudar… Kabel parecía tratar de discernir algo con su oído o con su vista que él no alcanzaba a percibir… Trató, sin obtener resultados, de ver lo que el joven quería ver, de escuchar lo que el ralí intentaba escuchar pero en los pocos segundos que estuvieron así, no lo logró. La mano de Kabel lo soltó, aliviado, tal vez, de que había sido sólo fruto de su imaginación. El joven lo miró seriamente por unos segundos más, tal vez para asegurarse de que se encontraba bien. Marcius movió ligeramente la cabeza para indicarle que todo estaba bien. Kabel le devolvió el gesto y volvió a caminar…

A los tres pasos Kabel volvió a detenerse. Esta vez lo tomó de la túnica y lo obligó a tirarse al piso…

- Apaga el fuego –le apresuró el ralí.

Ambos apagaron sus antorchas. La respiración de Marcius aumentó. Ahí había algo. Sus sentidos no eran tan agudos como los del joven, pero si éste, se sentía en peligro, entonces debían prepararse. Lentamente llevó su mano derecha hasta el mango de la espada errante, empuñándola con fuerza, listo para utilizarla en cuanto el joven le diera la señal.

Nada. No se escuchaba absolutamente nada. Marcius se acercó al oído de Kabel, pero éste, adivinando que le hablaría, se volteó y le puso la mano en la boca; con la otra mano lo agarró de la nuca y lentamente comenzó a girar su cabeza en dirección al oeste. Cuando el ralí lo soltó, Marcius buscó en la oscuridad lo que el ralí había percibido pero era inútil, no lograba ver absolutamente nada.

Los nervios lo traicionaron. El sudor de su rostro comenzó a caerle con más rapidez. Movía sus ojos desesperado por ver algo… hasta que por fin los vió.

A unos dos kilómetros había una débil luz rojiza que aparecía y desaparecía en la oscuridad. Al principio sólo logró ver a una de esas fugaces luces, después fueron dos, después diez… después más de sesenta. El ejército de luces parecía moverse en dirección a ellos con gran rapidez, justo en la dirección de la orilla del Alib-Anubej por donde venía el ejército del Belsid Veintiuno.

Marcius miró a Kabel interrogándolo únicamente con sus ojos… ¿qué harían? Si permanecían en ese lugar por más tiempo, las luces pasarían justo por donde ellos estaban. El joven, sabiendo perfectamente lo que pasaría dudó unos segundos en responder su silenciosa interrogante. Su cabeza miraba en todas direcciones. Seguramente estaba calculando todas las distancias posibles, todas las salidas, todos los puntos a los que podrían escapar sin ser vistos… hasta que su mirada se quedó fija en la copa de los árboles.

- Tengo una idea -le murmuró Kabel.

Cuidando de hacer el menor ruido posible, ambos se arrastraron sobre el lodo hasta el árbol más cercano, lo rodearon hasta que éste les sirvió para ocultarse… depositaron sus bolsos detrás de la maleza y rápidamente comenzaron a subir al árbol antes de que fueran vistos. No era nada fácil. La corteza estaba húmeda y cuando sus pies ejercían presión de más, pedazos de corteza se desprendían del tronco, dejándolos colgados de las ramas. Ahora que podían escuchar al ejército abrirse paso entre la maleza, cortando arbustos y trozando ramas, su desesperación pudo más que los obstáculos acelerando el paso para llegar a la copa del árbol tan rápido como pudieron.

Las ramas eran tan gruesas y se pegaban tanto unas con otras que era difícil poder moverse entre ellas. En cuanto pudieron acomodarse, se acostaron sobre ellas y desde ahí observaron todo.

Una línea horizontal de antorchas que se extendía por al menos setenta metros avanzaba rápidamente en dirección al río. Ahora que podían verlos más de cerca, descubrieron que no se trataba de soldados. La mayoría de los hombres que avanzaban eran esclavos con grandes bolsas sobre su espalda, dirigidos por hombres vestidos con túnicas negras y la cabeza rapada… ¡Eran errantes!

Ambos se miraron asombrados de ver a tantos errantes en ese lugar. Miles de preguntas se precipitaron en sus mentes al no comprender, qué razón podría existir para aquella concentración de hombres en la religiosa región de Kezel. Fue entonces que ambos llegaron a la misma conclusión sin decir una sola palabra… Seguramente la razón tendría que ser la enorme roca que transportaba el ejército del Belsid por el río… pero… ¿qué podría ser esa roca? ¿Qué pasaba en Kezel?

Marcius se alegró de haber subido en el árbol. Si hubieran decidido correr, la ancha columna de errantes y esclavos los hubieran visto sin duda; no hubieran sido capaces de correr para escapar de ellos. Afortunadamente, a esa altura, y avanzando el ejército dándoles la espalda sería muy difícil que los vieran… o eso creía…

Sin darse cuenta, Marcius estaba haciendo peso sobre su rodilla izquierda en una rama poco confiable. Pasada la mitad del ejército bajo ellos, Marcius sintió que la pierna derecha se le adormecía por la posición tan incómoda en la que estaba, rodeado de gruesas ramas por todos lados; así que girándose hacia su costado izquierdo trató de liberar su pierna para extenderla un poco más sobre otra rama. La débil rama sobre la que estaba su rodilla izquierda no soportó la maniobra y cedió ante su peso, rompiéndose al instante y precipitando la mitad del cuerpo de Marcius hacia abajo. Kabel, quien estaba a su derecha, alcanzó a tomarlo de la cintura, lo que le dio tiempo para agarrarse de otra rama, sosteniéndose lo suficiente para no caer…

- No te muevas… -se apresuró a decirle Kabel, quien ahora con ambas lo sostenía de la cintura.

El ruido pasó desapercibido para el ejército, excepto para el esclavo sobre el que cayó la rama recién rota. Marcius lo estaba mirando desde arriba. El esclavo se detuvo, rompió su formación y se acercó a uno de los errantes que llevaba una antorcha señalando en dirección a ellos. El romano comenzó a rezar… los habían descubierto…

El errante, emitió una señal silenciosa. Marcius lo supo porque poco a poco todas las luces se detuvieron, concentrándose unas veinte justo debajo del árbol donde ellos estaban. Con tanta luz, Marcius temió que pudieran ver los bolsos ocultos en la maleza, uno de los errantes estaba a sólo un paso de ellos, pero todos tenían sus miradas en la copa del árbol.

A quince metros de altura y sin un solo rayo de sol, no fueron capaces de verlos y sin embargo no cesaban en su intento por descubrirlos. Kabel había logrado subirlo de la cintura hasta que la mitad de su cuerpo quedó tendida sobre las ramas del árbol pero la túnica se le había atorado a la altura de sus piernas, no podía subirlas sin exponerse a hacer más ruido o provocar que la rama se sacudiera.

Todo intento por liberarse silenciosamente terminó cuando el romano observó que uno de los errantes había tomado un arco y quemaba la punta de una flecha; armó su arco, lo levantó en dirección a él, jaló la cuerda del arco…

- ¡Qué haces! –gritó alguien.

- ¡Dame eso!

Otro errante se acercó y le quitó el arco.

- Quemarás las hojas, las hojas quemaran las ramas y después todo caerá sobre nosotros.

Marcius se sintió aliviado por un momento, pero al ver que no desistían en sus intentos por descubrirlos comenzó a pensar en alguna alternativa para salir de ahí.

- Si hay alguien ahí arriba, primero hay que saber dónde está –dijo el errante que había tomado el arco.

Tomó el arco con su mano derecha y con su mano izquierda le colocó la flecha con fuego, lo apuntó hacia arriba y tensó la cuerda.

- ¿Qué haces? ¿No dijiste que quemaría todo? –Le reprochó el otro errante.

- Si quemas las hojas, quemarás todo; sin embargo, si sólo quemas la corteza del tronco un poco antes de que comience su copa, la humedad de la corteza apagará el fuego y nos permitirá ver si alguien está allá arriba. Ustedes, preparen sus arcos, en cuanto vean algo disparen, ustedes sigan avanzando, no quiero dar cuentas de esclavos muertos… ¡Muévanse!

“Dios mío.” Marcius trató de encontrar la mirada de Kabel de entre la oscuridad que reinaba allá arriba. Sólo pudo ver sus ojos.

- Prepárate para seguir trepando, subir, es nuestra única salida –le dijo Kabel.

Marcius movió sus manos hasta agarrarse de las ramas que estaban sobre él, listo para levantar sus piernas en cuanto Kabel le diera la señal. Con la débil luz de la antorcha podría ver las ramas, lo que les facilitaría encontrar algún camino, por estrecho que fuera, para seguir subiendo.

- Estoy listo hermano –le dijo a Kabel.

- A la cuenta de tres, hermano… uno… dos…

- ¿Kabel?

Pero Kabel no contestó, ni la flecha de los errantes fue lanzada. Marcius quien estaba colgando, sostenido ahora por una sola rama, miró hacia abajo.

- No puede ser… -Exclamó Marcius asombrado.

Todas las antorchas se habían apagado.

Debajo de ellos, en la base del tronco, donde tenían escondidos sus bolsos, había una débil luz blanca de la que todos los esclavos corrían gritando terriblemente asustados. Los errantes en cambio se concentraban a su alrededor con sus espadas empuñadas.

- ¡Dios mío! ¿Qué es eso? –Exclamó Marcius asustado también.

- No lo sé, hermano, pero debe ser un enviado del dios que ha venido a ayudarnos.

La débil luz comenzó a tomar sentido para Marcius, desde allá arriba, parecía como si la luz fuera la cabeza de una niña, con una larga cabellera blanca. Marcius, en medio de la confusión, aprovechó para impulsarse hacia arriba y acomodar su cuerpo nuevamente sobre las gruesas ramas al lado de Kabel.

Fue increíble. Uno a uno, los errantes, gritando, con voces que no eran suyas, palabras en el ralí antiguo, elevaron sus espadas sobre sus cabezas, listos para clavarlas sobre la cabeza del pequeño ser iluminado. Apenas iban a acechar el golpe, un fugaz destello salió del ser, iluminando tan violentamente el bosque que ni aunque Marcius y Kabel se taparon los ojos con ambos brazos pudieron dejar de ver la intensa luz.

En cuanto sintieron que la luz había desaparecido, ambos miraron nuevamente hacia abajo… todos los errantes estaban tirados en el suelo... el ser levantó la mirada y los vio a los ojos… después desapareció.
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endor
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 11:22 pm    Asunto:
Tema: Una novela virtual...
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CAPITULO 25

- ¡Marcius!!!!!!!!!!!

Desesperado se dio la vuelta dentro del pequeño y frío túnel de piedra y comenzó a arrastrarse.

- ¡Marciusssssssssss!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Pero fue inútil. Tocando con desesperación los lados del túnel encontró una pequeña abertura por donde seguramente el cuerpo de Marcius había sido jalado.

- ¡Dios mío! ¡Ebém, no desampares a estos hijos tuyos, antes bien, protégelos y líbralos del mal que habita en este lugar de demonios!

Kabel trató de escalar por el túnel vertical pero era demasiado estrecho y las paredes lisas… era inútil… no podría subir por ahí… había perdido a su único compañero. Llorando miró de nuevo al frente del túnel… la luz dio una vuelta a la derecha a unos quince metros de él, tenía que decidir rápido: dejar a Marcius o seguir al ser que los guiaba…

- Kabel… ya habrá tiempo… sígueme…

La voz de una niña resonó en la cabeza de Kabel, éste, asustado, miró a todos lados pero era inútil, había quedado completamente a obscuras sin poder ver nada.

- ¡De prisa! ¡Ya viene!

Kabel escuchaba la voz pero no podía asimilar sus palabras pues su mente estaba perdida.

- ¡Kabel! ¡Kabel!

Kabel se tiró al piso tapándose los oídos, no sabía qué hacer. Tal vez esa voz que le hablaba era la culpable de lo que le había sucedido a Marcius, de ser así… no podía abandonarlo…

- ¡No Kabel! ¡No vayas! ¡Ya está aquí!

La ira entró en el corazón del joven ralí quien poniéndose de pie buscó a tientas en el suelo el bolso de Marcius. No le costó trabajo encontrarlo y en cuanto lo tuvo en sus manos sacó a tientas dos pequeños puñales que el romano llevaba consigo, en el suelo también encontró tirada la espada que llevaba a su costado, se la enfundó y colgándose el bolso sobre la espalda y con los puñales en las manos comenzó a clavarlos en el túnel que se levantaba verticalmente sobre su cabeza.

La roca era dura, pero el odio del joven era tal, que el muro no tuvo opción más que ceder a la fuerza del ralí. Golpe tras golpe, Kabel clavaba los puñales sobre el muro subiendo lentamente.

- ¡Marcius, ya voy, resiste!

Debido a lo estrecho del túnel, el joven pudo ayudarse con las piernas para subir más de prisa. La herida que el soldado ralí que los detuvo al final del puente en Kernel aún le dolía pero sus ganas de recuperar a su amigo eran más fuertes que su dolor.

Al cabo de unas horas de subir sin descanso el joven logró ver una tenue luz al final del túnel. Eso le animó y continuó subiendo más deprisa, de vez en cuando sus piernas resbalaban sobre la pared lisa del túnel pero podía sostenerse con los puñales que iba clavando en la roca. A tan sólo unos metros de llegar final del túnel, escuchó nuevamente una voz en su mente… pero esta vez no era de una niña… un escalofrío recorrió su cuerpo al penetrar esa voz con eco directo a su mente.

- Una vez que entres… no saldrás jamás… -la voz comenzó a reírse.

A Kabel le dio temor encontrarse con algo desconocido en ese lugar pero ya era muy tarde para arrepentirse, Marcius no lo hubiera abandonado y él tampoco lo haría.

- ¡Marcius resiste! –Gritó para darse ánimos.

Después de enterrar los puñales tres veces más sobre el muro por fin su cabeza llegó al final del túnel. Se apresuró a salir de él y enfundando la espada se puso a la defensiva. Pero ahí no había nada… El lugar estaba vacío…

- ¡Marcius! ¡Marcius! –Gritaba pero nadie respondía.

Kabel se encontraba ahora en una galería circular muy amplia, de unos veinte metros de diámetro, rodeada por decenas de antorchas que iluminaban ampliamente el lugar. El joven giró sobre sus pies tratando de encontrar una salida hasta que por fin la encontró, justo en su dirección había una pequeña puerta de madera. Sin dudarlo más se apresuró hacia la puerta, corrió, corrió… y corrió pero jamás pudo alcanzar la puerta. Mientras más se acercaba a ella, más parecía que se alejaba, era como si la galería aumentara de tamaño cada vez que se acercaba más a la salida.

-¡No! –Gritó desesperado- ¿Qué quieres de mí? ¿Por qué nos haces esto?

- ¿Qué quiero yo de ti?

La misma voz grave llena de varios ecos resonó en toda la galería.

- ¿Acaso sabes lo que quieres de ti mismo? ¿Acaso sabes lo que hay detrás de la puerta que con tanto anhelo quieres cruzar? ¿Por qué me cuestionas las cosas que tu mente no puede explicar? ¿Acaso fue mi espada la que te hirió? ¿Acaso fui yo quien te trajo hasta este lugar?

Kabel volvió a empuñar la espada en lo alto, dando vueltas sobre sí mismo tratando de encontrar al ser del que emanaban todas esas preguntas.

- ¿Acaso crees que voy a lastimarte y por eso empuñas tu espadas? ¿Acaso crees que soy yo la causa de tus tragedias? ¿Acaso… sabes quién soy yo?

- Mi amigo Marcius –Kabel respondió con la voz entre cortada-, fue traído hasta este lugar por alguien y necesito encontrarlo, si sabes en donde está, ayúdame.

La voz se rió por algunos segundos y después se hizo el silencio.

- ¿Quién eres? –Preguntó Kabel asustado por la respuesta.

- ¿Por qué lo ayudas? –La voz volvió a hablar.

- Porque es mi amigo y no puedo abandonarlo.

La voz tardó en responder y cuando lo hizo a Kabel le pareció que estaba hablando con alguien más, miró a su alrededor pero estaba sólo.

- Eso no justifica que los guiaras a mi morada. Sé bien que los ayudaste a salir del bosque para que los errantes no los capturaran, sé que los ayudaste a pasar entre la pirámide rota que forman las ciudades de Bernel y Kernel a través del antiguo puente colgante para que no fueran vistos. Mandé entonces dos soldados para capturarlos pero tus mortales cayeron al gran cañón. Hiciste que la soga que los ataba por seguridad al atravesar el puente se topara con un tronco para que no cayeran y murieran en el río que corre en el centro del cañón. Ahí te las arreglaste para que el árbol resistiera la caída y cayeran seguros sobre el agua. Desde entonces te les presentaste en forma de una niña rodeada de una luz brillante para guiarlos a través de los túneles subterráneos que llevan al centro del antiguo templo de Kessel, donde mi amo y señor aguarda por la victoria de Ralos sobre sus enemigos. ¡Oh! Tú, gran espíritu antiguo ¿Por qué proteges a estos mortales al grado de entrar a mi morada, donde la mano de Dios no puede proteger tu santa esencia?

- Porque así lo manda mi Señor tu Dios, Elioar sirviente de Satanás, el Maligno. –La voz de una niña se dejó escuchar en la galería.

- ¿Qué bien saldrá de este enfrentamiento? ¡Oh! Espíritu del Creador. ¿No sería mejor abandonar este lugar que corrompe tu ser y unirte al cordero que será sacrificado dentro de poco? Deja que las profecías de Ralos se cumplan.

- Y tú, Elioar, general de Eleuretti, sirviente de Belcebú, gobernante del Infierno, deja que las profecías de Isaías se cumplan.

Kabel se asustó aún más. No sabía quiénes eran los que estaban hablando pero algo le decía que las divinidades de Ralos estaban presentes en ese mismo lugar que él estaba pisando.

- A mi señor sólo le interesa el alma del romano, pero yo no soy selectivo con las nacionalidades. Quiero la de este ralí para mí.

- Es deseo del Señor tu Dios que este mortal llegue al centro de la ciudad sagrada de Kessel donde los mitos de Ralos son realidades ocultas a los mortales. Cumple pues su palabra y no te interpongas en los deseos de tu creador. Tú, Elioar, uno de los siete generales de Eleuretti, gobernante de la puerta misma del Infierno… ¡Apártate!

La galería volvió a su tamaño original. Kabel pensando que llevaba su propia espada en la mano no se dio cuenta de que llevaba empuñada la espada errante que portaba Marcius. La tomó con fuerza en las manos y se preparó para lo que venía.

Miles de voces agonizantes gritaron de pronto en la galería, al momento en que una figura envuelta en un manto rojo se materializaba frente al joven ralí. Cuando pudo ver por completo al ser, el techo de la galería por encima de él se rompió y de lo alto cayó una bestia enorme justo detrás de la extraña figura vestida de rojo. El monstruo parecía ser un perro enorme, de unos tres metros de altura y tres cabezas gigantes. El ser recién materializado parecía ser un hombre de complexión bastante robusta y su mano derecha se perdía en una llama eterna de fuego.

- Si el mortal ha de salir de mi reino, que lo haga a través de Cerbero –dijo la voz de ese hombre recién materializado, su rostro estaba oculto pero de la capucha salía un cabello lacio tan rojo como la sangre misma.

- ¿Quién eres tú? –Preguntó temblando Kabel.

- ¿A tus dioses desconoces, ralí insignificante?

- ¿Tú eres un dios de Ralos?

- Yo soy el dios guardián de la puerta del inframundo.

Kabel se hechó para atrás…

- Pa… Pandej… -tartamudeó el ralí.

El dios se rió ante él hasta que detrás de Kabel comenzó a surgir una luz muy brillante; al darse la vuelta vió nuevamente a la niña que los había guiado a él y a Marcius al entrar a los túneles subterráneos.

- No temas Kabel, eres una creatura de Dios, y es Dios mismo quien te protege.

Kabel no sabía qué hacer, miraba a uno y otro ser confundido por la escena que estaba presenciando.

- Elioar, general de las almas traidoras a Dios Nuestro Señor, apártate y deja libre a esta alma pues está en un lugar al que no pertenece.

- ¡No! –Respondió enérgicamente el demonio-. Eres tú quién estás en un lugar al que no perteneces ¡Oh! Gran Espíritu Antiguo. Tú, enviado de Aquel quien todo lo ve, debes salir de mi reino pues El no gobierna aquí y no podrá ayudarte. ¿Cuándo se ha visto que la mano de Dios entre en las mazmorras del Infierno? ¿Cuándo ha caído una lágrima de su misericordia sobre las almas agonizantes que sufren en nuestro Reino? Óyeme bien, ¡Oh Gran Espíritu! ¡Angel del Señor, alma pura y virgen de maldad! Este lugar le pertenece a mi señor Belcebú hijo del Emperador Satanás que con su poder azota a la tierra de Ralos. ¡Sal de aquí, te lo ordeno yo –en ese momento el dios se quitó la capucha con ambas manos y dejó ver su rostro- Elioar, sirviente eterno de nuestro señor Satanás a quien toda la Tierra teme!

Kabel quedó asombrado. El rostro del dios Pandej era el de una mujer… Era un rostro tan hermoso como Kabel jamás había visto aunque no dejaba de parecer demoníaco. Sus ojos parecían estar hechos de fuego y su tez tan blanca contrastaba también con sus labios rojos.

La mano de la niña que estaba detrás Kabel se acercó y lo tomó con fuerza.

- No temas Kabel, pues el Señor tu Dios está contigo y no permitirá que tu alma sufra daño alguno.

Kabel no entendía lo que sucedía.

- ¿Quiénes son ustedes? Pensé que eras una enviada de mi Dios Ebém, por eso te seguimos pero nos has guiado a una trampa. ¡¿Quién eres tú?!

- Kabel… Repite conmigo… “El Señor es mi Pastor… nada me faltará…”

- ¿Qué está pasando? ¡NO!!!!!

El cuerpo de Kabel comenzó a incendiarse. Por la desesperación dejó de escuchar la risa del dios Pandej cuyo rostro desfigurado no parecía más el de un humano.

- “El Señor te bendiga y te guarde… -decía la niña a quién las llamas de Kabel no tocaban-… El Señor haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor… El Señor te muestre su rostro… … … y te dé la Paz…”

- ¡ME QUEMO!!!! ¡AYUDAME!!!!!

La niña no lo soltaba; centró sus ojos sobre los del joven ralí que ardía en llamas.

- ¿Crees en Ebém, Kabel?

- ¡Sí! ¡Ebém sálvame!

- ¿Darías tu vida por él?

- ¡Sí! ¡La vida y todo lo que soy son tuyos Dios mío!

- ¿Arderías para que Ebém obre en ti el milagro de la conversión?

- ¡Sí! ¡A mi Dios me debo y de mi Dios soy!

Kabel cayó de rodillas, su cuerpo se retorcía y la conciencia poco a poco comenzó a fallarle, pero no dejaba de orar a su Dios pidiéndole que si era su deseo el que muriera ahí se cumpliera, pues para el joven no había más Dios que Ebém. Poco a poco el dolor comenzó a ceder… sus pulmones ya estaban llenos del humo de su propia ceniza.

- ¿Renuncias a Satanás, el demonio, a sus obras malas, a sus engaños y a toda representación del mal que en tus creencias existe? –La voz de la niña comenzó a hacerse más fuerte.

- Sí, siempre he sido de Dios mi Señor y a él sólo debo mi existencia -Las palabras de Kabel ya no eran suyas, "alguien" acababa de entrar en su ser y contestaba por él, haciéndole entender lo que las respuestas significaban.

- ¿Crees en Ebém como el Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, cuyos misterios se te revelarán por el misterio de la Fe?

- Creo… -la voz de Kabel se apagaba rápidamente, pero en su estado logró ver cosas y escuchar voces que jamás había escuchado, algo pasaba en lo más profundo de su ser.

- Así sea entonces. Que se cumpla la palabra de Dios nuestro Señor en la Fe que procesas al Dios único, el Señor te revele la verdad y te incorpore a su Cuerpo Místico. Kabel, Yo, el enviado de Dios nuestro Señor, te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo… Amén.

El techo de la galería que estaba sobre Kabel se rompió cayendo un chorro de agua que apagó las llamas sobre su cuerpo. Kabel no lo podía creer. Tuvo que parpadear varias veces para convencerse de lo que había sucedido: el agua sobre su cuerpo no sólo apagaba el fuego de su cuerpo, sino que lo sanaba y lo regresaba a su estado original. Su fuerza regresó y su mente estuvo lúcida una vez más. Frente a él ya no había una niña sino un hombre alto, de cabello lacio y blanco como la nieve. Le tendió la mano y lo ayudó a incorporarse.

- En Kabel –dijo el hombre de cabello blanco al demonio Elioar- habita ahora el Espíritu del Señor tu Dios contra quien no puedes actuar. Como hijo de Dios, tu reino corrompe ahora su esencia por lo que te ordeno liberarlo y darle libre paso.

El demonio Elioar, a quien Kabel conocía como el dios ralí Pandej, endureció su rostro incendiándose todo él. El fuego formó un solo rostro, el cuál atravesó el monstruo Cerbero con sus tres cabezas.

- ¿A tu Dios desobedeces Elioar? Ordena a tu bestia que nos permita el libre paso o inundaré con mi esencia este lugar al que llamas “Tu Reino”.

Las cabezas se acercaron cada vez más a Kabel y al misterioso hombre con la túnica blanca.

- ¡En el nombre de Dios, Nuestro Señor, te ordeno a ti, Elioar, demonio infernal que regreses a las puertas del Infierno donde perteneces por tus pecados. Que la misericordia de Dios que rodea a este mortal lo proteja y lo libre de tus demoníacos ataques. ¡Elioar! ¡Te lo ordeno! ¡Yo, el Angel del Señor, te lo ordeno! ¡YO, AMIR, TE ORDENO QUE TE APARTES DE MI Y DE ESTE HIJO DE DIOS! ¡APARTATE SATANAS!

Las tres cabezas se lanzaron en un ataque de furia sobre Kabel pero antes de que llegaran a tocarlo, tanto la bestia como el demonio Elioar desaparecieron.

- Kabel -le dijo el hombre que retomaba la forma de la hermosa niña-, cruza esa puerta y completa la misión que se te ha encomendado. Yo no puedo acompañarte pues aquella a quien me han encomendado me necesita. Anda pues confiado en que tu Dios te revelará sus misterios y te guardará de todo peligro pero ten cuidado… pues en Kezel está ya el Príncipe de las Tinieblas.

Kabel estaba aturdido, no entendía nada de lo que había sucedido, tenía tantas dudas que no supo articular palabra alguna.

- A su debido tiempo lo comprenderás todo… busca al anciano… él te dirá la verdad.

Kabel contempló por última vez el hermoso rostro de esa niña que se había hecho llamar AMIR… ¿Amir? Ese era el nombre que aparecía en… Pero… ¿sería posible? ¿Sería posible que Amir fuera aquél espíritu cuyas leyendas sólo podrían encontrarse en la Biblioteca Sagrada de Kessel? ¿Aquel Espíritu Antiguo del que hablaban los Siete Libros Sagrados de Ralos?

El joven no lo pensó más. Creyó en lo que la niña le había dicho y mientras oraba en silencio a su Dios por haberlo salvado tomó una antorcha, cruzó la estrecha puerta y se adentró en el túnel que lo conduciría al corazón mismo de la Ciudad Sagrada de Kessel. Ahí lo aguardaba ya el portador de la leyenda quien lo había presenciado todo… Zarej… El Errante....
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 11:26 pm    Asunto:
Tema: Una novela virtual...
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Nubeia
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MensajePublicado: Mie Abr 15, 2009 7:44 pm    Asunto:
Tema: Una novela virtual...
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Paz y bien

Hooooola Endor,

Si que nos tenías en pausa con la historia, que bien que has traído continuación Smile no nos olvides eh!?

Saludos y bendiciones

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Claudia

"Padre... Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el cielo"
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