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El Verdadero Codigo de la biblia

 
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Autor Mensaje
CarlosR26†
Veterano


Registrado: 01 Oct 2005
Mensajes: 3941
Ubicación: MEXICO, Jal.

MensajePublicado: Mie May 03, 2006 12:05 am    Asunto: El Verdadero Codigo de la biblia
Tema: El Verdadero Codigo de la biblia
Responder citando

Un nada pequeño resumen de lo mejor que he encontrado en exegesis Biblia, la mayor parte del documento son respuestas seleccionadas a mensajes de este foro
http://www.eltestigofiel.org/dialogo/fo_sala.php?sala=12

Escritos por un Teologo y Exegeta, Abel Della Costa...

Todo esto no esta sobrepegado, pero mi intencion es despertar el apetito y a la vez hacerles ver que la biblia no es ni si quiera lo que creen, y q o la aceptan como sencillos o la ESTUDIAN como SE DEBE...

es una pequeñisima muestra de la COMPLEJIDAD de la Escritura que tal ves nos sirva para dejar de una vez por todas claro que los que escribieron la biblia hablaban otro idioma, hablaban con otro LENGUAJE, querian decir algo de su experiencia con DIOS, y que eran Expertos en sus propias escrituras, y lo que dice ahi, lo dice por ALGO y por ALGO esta ahi escrito, pero para entenderlo hay que entender primero el contexto cultural, el lenguaje y todo lo demás

Le recomiendo a quien quiera cambiarse los pañales de la Fe Very Happy como dicen por ahi... darse una vuelta al foro de Temas de Biblia.

Un Saludo.

El Verdadero Codigo de la Biblia.

Dada la gran expectación u fascinación ultimamente por los codigos "secretos" y la renovación del interes en la historia biblica (aun que se base en un interes mas acentuado en la parte sensacionalista que real), unido al gran desconocimiento de la mayoria de las personas, desde ateos queriendo rebatir con la Biblia ¿? queriendo "expertamente" interpretar el Genesis como se les da en gana, protestantes que mutilan textos y le dan un significado propio a la palabra sin tomar en cuenta nada mas, elevando esta al estatus de "idolo", hasta católicos como nosotros que poco entendemos de la exegesis biblica y queremos contrarrestrar estas otras "fuerzas" contrarias a base de una sola escuela de estudio biblico "el historico-critico".

La Biblia hay realmente dos formas de leerla, la de la gente sencilla que intuitivamente entiende que las precisiones matematicas de la escritura nada tienen que ver con la Verdad que se Testimonia ahi, para la gente sencilla lo unico importante es saber si aquel señor de hace 2000 años realmente los salvo y no era cualquiera, si no efectivamente era el Señor como los apostoles lo testimoniaron con su sangre.

Para ellos la Biblia es una escritura epica del contacto de Dios con un pueblo y su viaje a traves del corazón del hombre, desde lo mas oscuro hasta lo mas luminoso, desterrando idolos, probando su fidelidad, llorando y gimiendo, esperando, por que ese Pueblo somos nosotros mismos...

La gente sencilla entiende la biblia mejor que la mayoria por que sabe que lo importante esta ahi en lo que Yave y Jesucristo quiere enseñar a su Pueblo el sentido y significado de sus vidas.. a tener vida en abundancia.

Y la otra manera de entender la Biblia es aquella de los "intelectuales" entre comillas por que, a veces de intelectuales no tenemos nada.

Y aqui radica el problema... la mayoria de protestantes, ateos y catolicos apologetas de este siglo quieren hacer un "estudio" inteligente de la biblia y la leen con las patas... o peor aun con la cabeza llena de bagage y basura de sus propias ideologias.

¿Una idea?

¿Que les parece una forma musical en la que se escribio en la Biblia?

1a Según un erudito (de la Ecole Biblique de Jerusalén, así que en principio, más bien tendiente al racionalismo que al delirio), cada relato hebreo está construido en forma de anillo, de modo que si contamos la cantidad de palabras (hebreas, desde luego), la que esté en el centro, si el número es impar, o las dos del centro, si el número es par, es realmente el concepto que resume la totalidad de ese texto y orienta sobre su sentido más exacto. También puede ocurrir que se verifique que los conceptos enfrentados en la serie sean correlativos, pero no afecta a la cuestión del número. Ejemplo:

palabra 1: un nombre
palabra 2: comer
palabra 3: un nombre

La central, "comer" enunciaría el sentido del texto. En este caso (porque construí el ejemplo) puedes ver que además las palabras enfrentadas de la serie forman una inclusión del concepto central. Un ejemplo del subrelato de la aceptación de la ofrenda, en el relato de Caín y Abel (los términos están en castellano, pero siguen la cantidad y disposición de las palabras en hebreo):

1. llevó
2. Caín
3. frutos
4. tierra
5. ofrenda
6. YHVH
7. Abel
8. llevó
9. también-él (Abel)
10. primogénitos <<
11. rebaños <<
12. gorduras
13. miró
14. YHVH
15. Abel
16. ofrenda
17. Caín
18. ofrenda
19. no
20. miró

Están quitados todos los artículos, preposiciones y sufijos personales, porque en hebreo no forman palabras aisladas, así que en total el texto tiene 20 palabras, de las cuales las centrales son dos conceptos que forman una frase única: "los primogénitos de sus rebaños".

Esta centralidad numérica podría indicar que el sentido principal de este relato se refiere al contexto del culto, a lo que puede o no ser considerado una "buena ofrenda" (un problema -desde luego- importante, aunque no de manera inmediata para nosotros).



Todo esto es muy endeble, desde luego, pero se llega a cuestiones por demás interesantes. Por ejemplo, el armado numérico de todo el relato de Caín muestra que se llega a la centralidad del texto, contando con que faltan palabras en el original, lo cual mostraría que lo que no está... es porque no tiene que estar.
Mi director de tesis (que es en extremo racionalista, así que tiende a desechar de todo esto), me contaba que cuando trabajaba en su propia tesis, acerca de "Torre de Babel", se le ocurrió probar esto de la centralidad numérica. Él estaba trabajando sobre los distintos estratos de composición del texto, así que "peló" el texto original (supuestamente yahvista) de todos sus "agregados" sacerdotales, hizo el conteo y llegó al "centro"... luego agregó todo los que había quitado, y... resultó que el centro era el mismo. Lo cual muestra que incluso en los añadidos, los escritores pretendieron mantener dicho algo en esa disposición de las palabras.

¿Conscientemente contaban? Yo no lo creo. Creo, que los escritores "escuhaban" lo que narraban con un sentido más musical que literario, y por lo tanto cierta centralidad simplemente "les sonaba bien", lo que nosotros recuperamos contando las palabras... pero no porque ellos las hayan contado al componerlo o al hacerle añadidos.

¿otra?

Cada idioma tiene su manera de decirnos "te estoy contando algo". En el idioma hebreo se habla en general por frase breves, puestas una al lado de la otra, y "encadenadas" entre sí por medio de una forma verbal específica, que se conoce -precisamente- con el nombre de "forma narrativa". A la cadena de texto así obtenida se la llama "cadena narrativa".

Para entendernos, esa forma verbal narrativa de denomina "wayyiqtol", así que cuando decimos que un verbo está en wayyiqtol, queremos decir que forma una cadena con lo anterior. Esta cuestión no se refleja del todo bien en la traducción, porque si pusiéramos en la traducción todo lo que dice el original de manera completamente literal, se volvería ilegible. Cuando Uds. vean que el traductor dice "entonces...", es porque el original utiliza un wayyiqtol, pero muchísimas veces utiliza también un wayyiqtol sin que eso se refleje en el texto traducido.

Puesto que narrar es encadenar acciones, la pregunta más importante que le podemos hacer a la sintaxis de una narración es por qué a veces no usa un wayyiqtol, es decir, por qué rompe la cadena narrativa. Digamos que lo sorprendente no es que encadene, sino que a veces no lo haga. Esas frases donde se rompe la cadena narrativa son para nosotros los momentos centrales de la sintaxis, porque allí se producen las inflexiones de la narración. Puede ser, por ejemplo, que empiece otra secuencia, o que cuente algo paralelo a lo anterior, o algo presupuesto, etc... en cada ruptura habrá que detenerse a ver por qué está allí.




¿otra?

Esta es para los protestantes:
Un caso particularmente lindo de esto lo constituye 1Corintios 7,1-2:

"Respecto de lo que me habéis escrito bien le está al hombre abstenerse de mujer pero en razón de la impureza tenga cada hombre su mujer y cada mujer su marido..."

La puntuación de esta frase es un rompedero de cabezas crítico:

Puede ser:
-En cuanto a lo que me habéis escrito -"bien le está al hombre abstenerse de mujer"- por el contrario, y en razón de la impureza, tenga cada hombre su mujer, y cada mujer su marido.

Me dirás que hago trampa: porque antes traduje "pero" y ahora traduje "por el contrario": ¡es que ahí no dice ni una cosa ni la otra! usa una partícula adversativa -de oposición-, que según cómo entiendo la frase, la deberé traducir débilmente, como un simple "pero", o más fuerte, como "por el contrario". En este caso estoy entendiendo que la frase "bien le está al hombre abstenerse de mujer" no es lo que San Pablo afirma, sino lo que los corintios afirmaron en la carta que le mandaron a Pablo (y que no tenemos), a lo cual San Pablo se opone "en razón de la impureza".

Pero también puede ser:
-En cuanto a lo que me habéis escrito (respondo): en realidad le está bien al hombre abstenerse de mujer, pero en razón de la impureza, es mejor que... cada oveja con su pareja.

Como se puede ver, acá la oposición no es entre lo que piensan unos y lo que piensan otros, sino entre el ideal (tal como a lo mejor lo concebía San Pablo) y las posibilidades reales de la existencia humana.

Y a su vez podría ser:

-En cuanto a lo que me habéis escrito: ¿le está bien al hombre abstenerse de mujer? os digo en cambio (otra forma de adversativa) que en razón de la impureza tenga cada uno ... un palenque ande rascarse.

En este caso, San Pablo le huiría a la cuestión ideal, que a veces no hace bien a nadie, y los invita a no dejarse llevar por la especulación y a considerar las cosas en las condiciones reales de la vida de seres humanos que aún no están en el cielo.

¿Qué escribió "realmente" San Pablo? ¡ninguna de las tres..! porque San Pablo no escribía ni en castellano ni con puntuación, así que cualquier elaboración que hagamos será una apropiación de las palabras de San Pablo, una apropiación de la que nos tenemos que hacer cargo y sacar, y vivir, sus consecuencias... siempre manteniendo la mirada crítica sobre nuestras propias decisiones acerca de lo que el texto bíblico nos quiere decir: ninguna de nuestras lecturas es el texto: ésa es la razón que hace imposible cualquier lectura fundamentalista.



¿otra?

un ejemplo tomado del Himno al Amor de 1Cor 13

en el v1 dice:

"Si hablo todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor
resulto ser un [platillo de] bronce que suena o un címbalo tintineante..."

Ahora bien, si quiero sacar sentido de las palabras, me sale lo contrario de lo que el himno dice: porque un platillo de bronce que suena o un címbalo que tintinea es precisamente la realización de la plenitud de la esencia de esos instrumentos. Es decir que, literalmente, lo que allí dice es que si hablo todas la lenguas, pero no tengo amor, vengo a realizar la plenitud de la esencia del hablar en lenguas.

Pero leído en su sonido original, no en su significado, dice (translitero fonéticamente para que leas en voz alta):

Ean tais glossais ton anzrópon lalo kai ton anguélon, gégona jalkós ejón he kümbalon alaladson.

Notemos la acumulación de "líquidas": lalo, anguélon, kümbalon, alaladson, y la acumulación de guturales (gegona jalcós ejón) en medio, como en una especie de "sandwich" fonético; líquidas-guturales-líquidas.

¿hay algún sonido más tonto que el de las consonantes líquidas, o más "serio" que el de las guturales?

Eso quiere decir el himno: que si no tengo amor, aunque realizo la plenitud de la esencia del hablar en lenguas, aunque las puedo conocer perfectamente, sólo parecería decir cosas serias y diría tonterías: kümbalon alaladson.

Tal vez haya que sacarse de encima el címbalo y traducir: "resulto el sonido de un timbal, pero un retintín que tintinea". Es decir, lo que allí dice no está pensado por el significado sino por el sonido, lo que nos obliga a entender esa "o" como una adversativa fuerte "pero" (cosa perfectamente posible en griego).

¿Cómo sé que el texto quiere pensar así y no que salió de casualidad? por las "marcas" sintácticas: el texto retuerce la sintaxis habitual: "Ean tais glossais ton anzrópon lalo kai ton anguélon" en vez de "Ean tais glossais ton anzrópon kai ton anguélon lalo" y pone el verbo en el medio, de tal modo que el armado de la frase se convierte en un "STOP, para aquí, lee más atentamente".

En castellano ponemos: "Si hablo (peor aún, ponemos "si hablara", que no es lo que dice) todas las lenguas de los hombres y de los ángeles", cuando allí dice: "si [todas] las lenguas de los hombres hablo... ¡y de los ángeles!", hay como una exageración que se quiere evidenciar desplazando la mención de los ángeles, que debería haber estado junto a los hombres.
Los Evangelios, como libros escritos, no son el kerigma, lo contienen, pero no son kerigma. Son, podríamos decir, el "manual de instrucciones" para reconstruir el kerigma, que debe ser reconstruido y actualizado en cada época, el kerigma debe recuperar la oralidad para tener eficacia: "la letra mata"...

Hay un "escándalo" del Evangelio, que es del que habla San Pablo en Corintios, que es: "entendí lo que quisiste decir sobre que Jesús me salvó, pero no lo quiero para mi vida. Te agradezco tu perdón, pero llévatelo, no lo quiero."; y hay otro "escándalo" del Evangelio, posterior a San Pablo, porque precisamente proviene de la generación que sintió con intensidad el problema de traspasar el kerigma a los siguientes, al resto de la historia, a nosotros.
Ese "otro" escándalo es el que nos toca a nosotros en el fondo del corazón: "¿y si la hermosa novela de Jesús es tan sólo una hermosa novela? Entiendo tu anuncio de perdón, pero ¿me lo estás dirigiendo verdaderamente? ¿El perdón se me dice a mí?".

Son dos escándalos -según creo- de distinta naturaleza: uno está ligado a la oralidad y otro a la escritura.

Aunque no están desconectados entre sí: nosotros no podemos recuperar el escándalo de la oralidad más que superando primero el de la escritura, ¡bien difícil la tenemos!

Y si no llegamos al escándalo de la oralidad, si no decimos: "Sí Señor, acepto ahora, en este momento, tu perdón para mí"... no hay Evangelio.

Los intentos de superar el escándalo del escrito, para poder llegar al otro, no son muy variados:

-Entender los evangelios como "biografías": esto neutraliza su valor como "letra", lo que dicen es lo que ocurrió y punto. Pero claro, tenemos cuatro... que no dicen lo mismo, así que será una linda solución en teoría, pero hace agua hasta por el techo.

-Entender los evangelios como "mitología" (el significado verdadero y no actual del mito): a mi humilde juicio es el intento más serio, y la mejor alternativa a la biografía si no hubiera otras posibles. Es decir: la existencia requiere de un acto originario de perdón para poder poner en camino de felicidad y de paz al ser humano:en los evangelios se nos "cuenta" ese trayecto, que sólo lo hacemos si nos "creemos" inmersos en ese perdón.
Digo que es la alternativa más seria a la biografía, porque da en el clavo de la cuestión, que no tiene que ver con si Jesús murió el 14 o el 15 de Nisán, sino si esa muerte me dice a mí: "tú estás perdonado". Sólo que la alternativa "mitológica" deja sin resolver la cuestión de que el perdón, para que sea eficaz (y por lo tanto me ponga en camino de paz y felicidad, de reino, de cielo, o lo que más te guste), para que sea eficaz tiene que ser dicho verdaderamente por OTRO: el perdón autoproclamado no perdona nada.

-Entender los evangelios como "literatura": literatura sacra, claro... pero literatura, es decir: obra de arte. Sobre cómo la obra de arte (toda obra de arte) te pone ante la palabra de Otro y pronuncia sobre ti esa palabra, ya hablé en el mensaje anterior. Los evangelios no son un "caso especial" de literatura, sino un caso extremo. Leyéndolos como leemos el Quijote, superamos el escándalo de la letra y llegamos -como cuando leemos el Quijote- a la vida inscripta en ellos, sólo que esa vida inscripta es distinta a la vida inscripta en el Quijote, porque es Vida Eterna, pero eso no cambia el proceso por el cual debemos inevitablemente pasar de la letra al anuncio, de lo escrito a lo dicho, por un camino zigzagueante y lleno de peligros, incluida la seducción de la belleza de lo escrito.

Cuando adoptamos el camino biografista no es que logramos saltear más rápido el peligroso camino... simplemente perdemos los evangelios... y tal vez el Evangelio.

Normalmente a todos los libros de la Escritura se les aplica hoy el llamado "método crítico", que es una manera de leer (en realidad, muchas, porque no hay un solo método crítico), que no tiene que ver con "criticar" el libro en el sentido cotidiano del término, es decir, con sacarle el pellejo... Smile

La lectura llamada "crítica" trata de traspasar el texto tal como lo tenemos, para llegar al plano de la significación que, sospechamos, queda oculta tras las palabras literales. Ahora bien: hay varios métodos críticos, precisamente porque hay varias maneras de formular qué cosa es eso que buscamos tras la literalidad de las palabras.

Dentro de los métodos críticos más aceptados en la actualidad (lo comento, aunque personalmente tengo muchas reservas al respecto) está el llamado "método histórico-crítico". Lo que busca este método es establecer qué ha querido decir el autor del texto (la llamada "intención del autor"). Ahora bien: cuando el método h.c. lee la Escritura, lo primero que nota es que no hay una homogeneidad en los autores: un mismo libro puede pertenecer a distintos autores sucesivos, que han ido haciendo crecer el texto. Esto se nota precisamente en detalles como el que tú traes acerca del final de Juan, pero no sólo en eso: también es notable cómo en un mismo libro van cambiando los estilos, o las formas de narrar, o incluso los intereses en juego, o las palabras que se utilizan.

Todo eso hace que para que el que cultiva el método h.c. sea prioritario comenzar por una "crítica textual", para poder establecer qué texto es el que vamos a aceptar como el más probable (ya que de la Biblia, como de todo libro antiguo, lo que tenemos son miles de copias, pero ningún "original firmado por el autor"). Luego de eso, el h.c. tendrá que usar la crítica literaria, para poder separar qué cosas son de un autor y qué cosas de otro.

Una vez que el h.c. tiene ese material, se dedica a extraer lo que llama la "intención del autor", que ya no será la intención de Juan o de Marcos, sino de cada uno de los momentos en que fue producido ese texto. Por regla general, el h.c. considera que la intención genuina de la obra es siempre la que coincida con la redacción más antigua, de allí que hable permanentemente de "adición de otras fuentes": precisamente porque supone que la intención del autor es la del primero que comenzó a escribir, así que todo lo demás no es más que una deformación que hay que tratar de quitar del medio. El trabajo h.c. llega a su fin si el estudioso logra aislar cuál fue el texto que sirvió de punto de partida, que a lo mejor es un texto sumerio de veinte siglos antes que existiera el pueblo de Israel.

Un presupuesto básico de la escuela h.c. es que el redactor final, el que juntó todo las partes y las puso en el orden en que tenemos cada libro hoy, no lo hizo obedeciendo a ninguna intención en particular, así que para el h.c. es claro que cada fragmento por separado tiene sentido (porque tiene intención del autor), pero el conjunto como tal no lo tiene. Y dentro de ese paquete de textos separados, el más antiguo será el genuinamente bíblico.

De allí que a veces se haya acudido a explicaciones como la que mencionas, de la "mezcla azarosa" de textos, ya que para el h.c el redactor final no cumple ninguna función sgnificativa, así que da lo mismo si el texto lo editó una persona, o lo batió una Moulinex.

Todo esto es sólo una de las escuelas críticas, no la única que hay, y a mi gusto, la que menos aporta hoy a la comprensión del texto. Pero hay que tener presente que en el momento en que la escuela h.c. hizo su aparición (segunda mitad del siglo XIX), abrió todo un nuevo mundo de comprensión sobre la Biblia, mundo que sigue siendo necesario mantener abierto. Fíjate que no podría yo señalar que la escuela h.c me resulta pobre sin que hubiera existido 1 siglo y medio de trabajo h.c., que aportó verdaderamente mucho.

Si el sentido había que buscarlo en los autores, pero los autores no eran autores de este texto bíblico sino de las partes con las que este texto bíblico fue hecho, entonces este texto carece de sentido; quien tiene sentido son las partes, no el conjunto.
Por supuesto, ningún autor histórico crítico dice abiertamente que la Biblia carece de sentido, pero si todos sabemos que azúcar y leche dan dulce de leche, lo único razonable que puedes pensar si me ves cocinando azúcar y leche, es que estoy haciendo dulce de leche. Así que que los autores sean honestos y digan que para ellos la Biblia carece de sentido, o que no lo digan pero sostengan los presupuestos de lectura de la escuela histórico-crítica es indiferente. La conclusión cae de maduro: si el sentido está en lo que el autor quiso decir, pero el autor sólo es rastreable en fragmentos de textos, nunca en el texto considerado como una unidad, entonces el texto como unidad carece de sentido.
Salvo que... consideremos que el compilador final no es meramente un acumulador de textos, sino que realizó verdaderamente tareas de autor, es decir: dotó de sentido. Hacia allí me fui dirigiendo en busca de respuestas al problema. No sabía que estaba redescubriendo la escuela canon-criticista, a la que conocí bastante después, pero en la que encontré resueltas en la dirección que yo mismo había encontrado la mayor parte de las cuestiones que se me habían presentado.
Pero dejemos el descubrimiento del canoncriticismo por ahora (que de todos modos tampoco me parece del todo adecuada, aunque sí en lo fundamental, que es la unidad del texto). La cuestión es que ya la tarea del compilador final me dejó de parecer una tarea mecánica: si la Biblia tenía que tener un sentido, ese sentido tenía que estar ligado a la intención del compilador final.
La siguiente etapa fue darme cuenta que a ese compilador final no le podía poner ninguna cara, ningún nombre, ninguna biografía, nada psicológcio... ¿para qué conservar la idea de una persona-compilador si no tengo acceso a ninguno de sus rasgos personales?
Es allí donde llegué a descubrir el neo-criticismo, es decir, fundamentalmente la inutilidad de la "falacia intencional", como se la llama técnicamente, es decir, de la inutilidad de atribuir a una intención,algo que sólo poseo en su resultado y no en su fuente.
Te lo estoy decribiendo en síntesis, y omitiendo un montón de aspectos que tienen que ver, como e la noción de sentido en el estructuralismo, que me ayudó a desprenderm de la idea de que los textos tienen que tener un "mensaje", es decir, algo fijo que yo tuviera que descvubrir y extraer de los textos.
Y tan natural como hace unos años me parecía que a unos textos correspondían unos autores, me parece hoy que si alguien escribe untexto es porque quiere que ese texto sea ese texto y no otro, si lo quisiera tro, escribiría otro.... una verdad de perogrullo, sin embargo, cuántas aporías nos ahorraríamos si tuviéramos en cuenta esa sencilla verdad:si los textos contuieran un mensaje, nadie escribiría el texto, se limitaría a escribir el mensaje, ya que es lo que verdaderamente quiere decir.
De allí al principio que has leído en mis post hay un solo paso: el texto no quiere decir ninguna otra cosa que la que dice, por lo que la tarea de la interpretación es llegar a establecer qué es eso que dice el texto, lo que no es tarea fácil, a la vista de un texto como Gn 2-3, por ejemplo.
Eso evita volver a buscar el fantasma del autor:si quiso decir algo, y el texto lo contiene, no tiene sentido preguntarse qué quiso decir el autor, puesto que de todos modos está en el texto, así que hay que preguntar por lo que dice el texto. Y si el autor quiso decir algo y no lo dijo, problema de él, que en la próxima vida aprenda a escribir y deje escrito su texto no con lo que quería decir, sino con lo que dice.
Bueno, obvio cuestiones centrales, como fue mi vuelta a la lectura tipológica, es decir, al núcleo de la lectura patrística, tan despreciada por el método histórico-crítico, y que me parece que es la que mejor llega al texto, porque entiende que la escritura dice lo que dice, y no otra cosa, y aunque un texto se parezca a otro texto babilñónico, el que está en la escritura tiene significación en el horizonte de la escritura, y no en la de Babilonia.
La lectura tipológica afirma que el conjunto del texto bíblico forma un sistema de autoreferencias, es decir, que cualquier realidad que encontramos en la Biblia adquiere sentido por su correspondencia con alguna otra realidad dentro de la misma Biblia.
A los efectos prácticos, es como si la Biblia tuviera un único autor.

Allí aparece la cuestión de la Biblia como Libro de la Iglesia: ese único autor no es otro sino la vida de fe de la Iglesia. Es la Iglesia el autor de la Escritura, que se dicta a si misma su texto normativo, dotada de la autoridad del Espíritu Santo animando la vida de esa Iglesia.
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