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Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura

 
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LordNeo
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MensajePublicado: Jue May 28, 2009 12:25 pm    Asunto: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
Responder citando

He leído en ciertos medios "tradicionales" que no aceptan el CVII que este va directamente contra la sentencia sobre la libertad religiosa hecha por el papa Pío IX en la encíclica Quanta Cura.

Supongo que esto no es del todo exacto, o que no afectaría a la infalibilidad de la Iglesia, pero no se cómo conciliarlo, alguien me puede ayudar??

Muchas gracias
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LordNeo
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MensajePublicado: Dom May 31, 2009 1:26 am    Asunto:
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
Responder citando

Como veo que aqui nadie responde voy a poner esto que he encontrado, aunque aun no despeja la duda algo ayuda y avisa de por donde van los tiros.

Cita:
13 Nov 1998
es.charla.relgion

ME pide A. V. -que sabe que no me avergüenzo de proclamarme hijo de la Iglesia con todas sus consecuencias- que me pronuncie sobre estas dos encíclicas, salidas del cálamo de Pío IX y del designio del Espíritu Santo. Y lo voy a hacer, ya lo creo que sí.

¿Qué pudo llevar a proclamar que el liberalismo es pecado?

La Santa Sede -que jamás renunció a su gran aportación a la cultura: el libre albedrío- hizo una exposición seria de las amenazas que se cernían sobre la dignidad humana y pretendió orientar y servir de guía a los católicos y a todos los hombres de buena voluntad:

Encíclica Syllabus (1864), complemento de la Mirari vos (1832):

La libertad de que goza nuestra naturaleza humana sólo debe ejercerse dentro del esquema de normas físicas y morales puestas por Dios en favor del hombre.

Libertad nunca equivale a irresponsabilidad respecto de los propios actos.

La libertad religiosa no implica que los católicos desconozcan la única Verdad revelada por Cristo. La Iglesia aprecia a las demás religiones en la medida en que poseen diversos grados de verdad, pero cree firmemente en que sólo la suya es definitiva. El ateísmo y el agnosticismo, en cambio, no constituyen otra cosa que carencias, meras negaciones.

Católicos y ciudadanos son las mismas personas, y lo segundo no puede ir en detrimento de lo primero. Los Estados deben propiciar el que los católicos dispongan de la suficiente libertad para realizarse como tales.

No se puede invocar la libertad de prensa para justificar la difamación y la calumnia, pues la mentira corrompe y esclaviza, y el escándalo atenta contra la dignidad del hombre.

La Iglesia se mostró renuente a la Declaración de los Derechos del Hombre proclamada por la Revolución Francesa por haber dejado fuera a Dios y su moral. No sucede lo mismo con el modelo norteamericano, en el que la invocación del nombre de Dios deja en evidencia la esterilidad del ateísmo, así como del agnosticismo.

Como ya hiciera Sócrates en los tiempos de la vieja Atenas, Pío IX pedía humildad a la ciencia para que fuera capaz de reconocer su papel de instrumento al servicio de la verdad y del hombre en sí mismo considerado.


Encíclica Quanta cura (1864):

La razón humana tiene límites y los descubrimientos científicos deben ser puestos al servicio del hombre.

El indiferentismo religioso no conduce a la tolerancia, sino a la persecución.

Pío IX, saludado tras su elección por los ambientes liberales, que lo calificaban de aperturista, tuvo que sufrir gravísimos agravios -todavía los padece su memoria- de estos mismos sectores, exasperados ante esta defensa radical y profética de la dignidad humana frente a los ataques que tendría que sufrir. Su retrato, por contra, no faltaba en ningún hogar católico humilde. Por primera vez, los católicos, que salían emocionados a aclamarle en las calles, veían en su papa más a un pastor amoroso que a la personificación de la autoridad.

La desposesión, además, del poder temporal del Papado por las tropas italianas en 1870 prestó sin saberlo un enorme servicio a la Iglesia, que ganó a cambio el carácter de referente moral universal que hoy, y en medida creciente, ya nadie discute.

La historia del siglo XX ha sido una realización fiel y exacta de los peligros que Pío IX exponía a la consideración de la gente cuando todavía era posible evitarlos. Aunque este mensaje humanista cayó en saco roto, su doctrina abrió camino a una sucesión de Papas cuya máxima preocupación ha sido defender con uñas y dientes al hombre y su dignidad por encima de cualquier otra consideración.

La obra de todos ellos constituye un precioso corpus que, en palabras del catedrático emérito Luis Suárez Fernández -uno de los más grandes historiadores con que cuenta nuestro país- consiste esencialmente en recordar que el orden ético, es decir el conjunto de valores morales, no es algo que artificiosamente se haya otorgado al hombre sino que coincide con el de la naturaleza, de modo que no puede ser gratuitamente conculcado.

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LordNeo
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MensajePublicado: Dom May 31, 2009 1:26 am    Asunto:
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
Responder citando

Como veo que aqui nadie responde voy a poner esto que he encontrado, aunque aun no despeja la duda algo ayuda y avisa de por donde van los tiros.

Cita:
13 Nov 1998
es.charla.relgion

ME pide A. V. -que sabe que no me avergüenzo de proclamarme hijo de la Iglesia con todas sus consecuencias- que me pronuncie sobre estas dos encíclicas, salidas del cálamo de Pío IX y del designio del Espíritu Santo. Y lo voy a hacer, ya lo creo que sí.

¿Qué pudo llevar a proclamar que el liberalismo es pecado?

La Santa Sede -que jamás renunció a su gran aportación a la cultura: el libre albedrío- hizo una exposición seria de las amenazas que se cernían sobre la dignidad humana y pretendió orientar y servir de guía a los católicos y a todos los hombres de buena voluntad:

Encíclica Syllabus (1864), complemento de la Mirari vos (1832):

La libertad de que goza nuestra naturaleza humana sólo debe ejercerse dentro del esquema de normas físicas y morales puestas por Dios en favor del hombre.

Libertad nunca equivale a irresponsabilidad respecto de los propios actos.

La libertad religiosa no implica que los católicos desconozcan la única Verdad revelada por Cristo. La Iglesia aprecia a las demás religiones en la medida en que poseen diversos grados de verdad, pero cree firmemente en que sólo la suya es definitiva. El ateísmo y el agnosticismo, en cambio, no constituyen otra cosa que carencias, meras negaciones.

Católicos y ciudadanos son las mismas personas, y lo segundo no puede ir en detrimento de lo primero. Los Estados deben propiciar el que los católicos dispongan de la suficiente libertad para realizarse como tales.

No se puede invocar la libertad de prensa para justificar la difamación y la calumnia, pues la mentira corrompe y esclaviza, y el escándalo atenta contra la dignidad del hombre.

La Iglesia se mostró renuente a la Declaración de los Derechos del Hombre proclamada por la Revolución Francesa por haber dejado fuera a Dios y su moral. No sucede lo mismo con el modelo norteamericano, en el que la invocación del nombre de Dios deja en evidencia la esterilidad del ateísmo, así como del agnosticismo.

Como ya hiciera Sócrates en los tiempos de la vieja Atenas, Pío IX pedía humildad a la ciencia para que fuera capaz de reconocer su papel de instrumento al servicio de la verdad y del hombre en sí mismo considerado.


Encíclica Quanta cura (1864):

La razón humana tiene límites y los descubrimientos científicos deben ser puestos al servicio del hombre.

El indiferentismo religioso no conduce a la tolerancia, sino a la persecución.

Pío IX, saludado tras su elección por los ambientes liberales, que lo calificaban de aperturista, tuvo que sufrir gravísimos agravios -todavía los padece su memoria- de estos mismos sectores, exasperados ante esta defensa radical y profética de la dignidad humana frente a los ataques que tendría que sufrir. Su retrato, por contra, no faltaba en ningún hogar católico humilde. Por primera vez, los católicos, que salían emocionados a aclamarle en las calles, veían en su papa más a un pastor amoroso que a la personificación de la autoridad.

La desposesión, además, del poder temporal del Papado por las tropas italianas en 1870 prestó sin saberlo un enorme servicio a la Iglesia, que ganó a cambio el carácter de referente moral universal que hoy, y en medida creciente, ya nadie discute.

La historia del siglo XX ha sido una realización fiel y exacta de los peligros que Pío IX exponía a la consideración de la gente cuando todavía era posible evitarlos. Aunque este mensaje humanista cayó en saco roto, su doctrina abrió camino a una sucesión de Papas cuya máxima preocupación ha sido defender con uñas y dientes al hombre y su dignidad por encima de cualquier otra consideración.

La obra de todos ellos constituye un precioso corpus que, en palabras del catedrático emérito Luis Suárez Fernández -uno de los más grandes historiadores con que cuenta nuestro país- consiste esencialmente en recordar que el orden ético, es decir el conjunto de valores morales, no es algo que artificiosamente se haya otorgado al hombre sino que coincide con el de la naturaleza, de modo que no puede ser gratuitamente conculcado.

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LordNeo
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MensajePublicado: Dom May 31, 2009 1:46 am    Asunto:
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
Responder citando

Perdonen el dobleposteo anterior, no se que demonios le pasa. Quisiera esclarecer la pregunta con estos datos:

Cita:
He aquí la parte esencial para el tema que nos ocupa (en todas las citas del Vaticano II, los subrayados son míos): "Este concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres deben estar inmunes a la coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera que en materia religiosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme con ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa se funda realmente en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa debe ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de forma que se convierta en un derecho civil"


Cita:
El Concilio pone, sin embargo, una restricción: "dentro de los límites debidos", dice. Esa noción bastante vaga va a ser puntualizada más adelante: el Estado no tiene el derecho de intervenir sino cuando, según él, está amenazado el orden público:

"Se injuria, pues, a la persona humana y al mismo orden que Dios ha establecido para el hombre si se niega a éste el libre ejercicio de la religión en la sociedad, siempre que se respete el justo orden público" (p. 355).

El Concilio no quiso hablar sólo de la religión católica sino de cualquier religión.

En efecto, después de haber explicado que el hombre por obligación moral tiene que buscar la verdad y que debe adherirse a ella, el Concilio declara:

"Por lo cual el derecho a esta inmunidad (de coacción externa) permanece también en aquellos que no cumplen la obligación de buscar la verdad y adherirse a ella..." (p. 359).


Cita:
El Concilio no condena totalmente al Estado católico; quiere aceptarlo, pero con la condición de que conceda a los adeptos a otras religiones la misma libertad de culto y de propaganda que a los católicos:

"Si, en atención a peculiares circunstancias de los pueblos, se otorga a una comunidad religiosa un especial reconocimiento civil en el ordenamiento jurídico de la sociedad, es necesario que al mismo tiempo se re. conozca y se respete a todos los ciudadanos y comunidades religiosas derecho a la libertad en materia religiosa" (p. 359).

Y más adelante:

"Y al mismo tiempo los cristianos, como los demás hombres gozan del derecho civil de que no se les impida vivir según su conciencia. Hay, pues, concordancia entre la libertad de la Iglesia y la libertad religiosa que debe reconocerse como un derecho a todos los hombres y comunidades y sancionarse en el ordenamiento jurídico" (p. 369).

¡Todo eso había sido condenado en el Concordato con España, justo 12 años atrás y al cual Pío XII había declarado Como Uno de los mejores!


Cita:
La libertad religiosa y la Revelación. La dignidad del hombre

Rechazando siempre toda distinción entre fuero interno y fuero externo, el Concilio afirma que:

"...esta doctrina de la libertad tiene sus raíces en la divina Revelación, por lo cual ha de ser tanto más escrupulosamente observada por los cristianos" (p. 362).

Como lo veremos en el párrafo siguiente, Pío IX en "Quanta Cura" afirmaba lo contrario. Decía, en efecto, que la libertad religiosa en el fuero externo es opuesta a:

"la doctrina de la Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres".

Los Pasajes de la Escritura que condenan la libertad religiosa en el fuero externo son, en efecto, innumerables. ¿No es, por ejemplo, Dios mismo quien ordenó a Gedeón ir a derribar el altar de Baal que pertenecía a su propio padre? (Jueces, 6; 25).

El Concilio, sin embargo, reconoce que:

"...la Revelación no afirma expresamente el derecho a la inmunidad de Coacción externa en materia religiosa..." (P. 362).

Pero, entonces, ¿cómo tiene la doctrina Conciliar sus fuentes en la Revelación? De la siguiente manera (según el Concilio): es que la Revelación

"...manifiesta la dignidad de la persona humana en toda su amplitud, demuestra el respeto de Cristo a la libertad del hombre en el cumplimiento de la obligación de creer en la palabra de Dios y nos enseña el espíritu que deben reconocer y seguir en todo los discípulos de tal Maestro" (p. 362).

Veo bien que todo eso se aplica a la libertad religiosa en el fuero interno, pero no veo la relación con la libertad religiosa en el fuero externo.

Sea como fuere, la Declaración afirma varias veces que sus tesis están basadas en la noción de la dignidad del hombre. Como los autores de la Declaración van a deducir conclusiones contrarias a proposiciones ,definidas infaliblemente, es necesario llegar a la conclusión de que hay algo que no marcha en sus razonamientos.

¿ Dónde está la falla Es la Iglesia docente la que debe decirlo. Con todo el respeto debido a esa Iglesia docente y bajo reserva de su juicio, puede pensarse que no se ha tenido suficientemente en cuenta no solamente los derechos del prójimo, sino tampoco la dignidad de Dios, la que en caso de conflicto tiene precedencia sobre la dignidad del hombre.


Cita:
Conclusión

Los textos están ahí y basta leerlos para comprobar que las tesis del Concilio sobre la: libertad religiosa en el fuero externo están en contradicción con la doctrina tradicional.

La Declaración nos dice que:

"...este Concilio Vaticano investiga a fondo la sagrada tradición y la doctrina de la Iglesia, de las cuales saca a luz cosas nuevas, coherentes siempre con las antiguas" (p. 352).

De hecho, la Declaración se refiere dieciocho veces a textos pontificios. ¿Por qué no hace ninguna mención a las encíclicas "Mirari Vos", "Quanta Cura" y al "Syllabus"?


Cita:
LA DECLARACIÓN DEL VATICANO II ANTE LAS CONDENAS INFALIBLES DE "QUANTA CURA "

"Quanta Cura" es una de las rarísimas encíclicas que son un documento "ex-catjedra". Los redactores de la Declaración no la tuvieron para nada en cuenta. Ante todo creo necesario recordar las condiciones de infalibilidad que no obstante, todos los teólogos y todos los católicos cultos deberían conocer.

Condiciones de la infalibilidad pontificia

Vayamos directamente a la fuente: la constitución sobre la Iglesia del Vaticano I (1870) (los subrayados son míos):

Así, pues, Nos, siguiendo la tradición recogida fielmente desde el principio de la fe cristiana, para gloria de Dios Salvador nuestro, para exaltación de la fe cat6lica y salvación de los pueblos cristianos, con aprobación del sagrado Concilio, enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra -esto es, cuando cumpliendo su cargo de pastor y doctor de todos los cristianos, define por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe o las costumbres debe ser sostenida por la Iglesia universal- por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el Redentor divino quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina sobre la fe y las costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Romano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia.

Y si alguno tuviera la osadía, lo que Dios no permita, de contradecir nuestra definición, sea anatema" (12).

De ahí las cuatro condiciones bien conocidas de la infalibilidad pontificia:

1º) El Papa debe hablar como pastor y doctor de todos los cristianos.
2º) Debe tratarse de fe o de costumbres.
3º) El Papa debe "definir", es decir, precisar bien las tesis que se enfrentan y decir claramente de qué lado está la verdad.
4º) El Papa, por lo menos implícitamente, debe obligar a los fieles a aceptar su definición.

Es importante señalar que la infalibilidad pontificia no data de 1870. Como lo recuerda Pío IX en su definición, es "una tradición recibida desde los orígenes de la fe cristiana". Pío IX en 1870 no hizo sino poner fin a una controversia. No se debe, pues, pretender que los documentos pontificios anteriores a 1810 y que satisfagan las cuatro condiciones necesarias precisadas Por Pío IX no están afectadas de infalibilidad.

La infalibilidad de las condenas de "Quanta Cura"

He aquí lo que puede leerse en esta encíclica (los subrayados son míos):

"In tanta igitur depravatarum opinionum perversitate, Nos Apostolici Nostri officii memores, ac de sanctissizna nostra religione, de sana doctrina, et animarum salute Nobis divinitus commissa, ac de ipsius humanae societatis bono maxime solliciti, Apostolicam Nostram. Vocem iterum extollere existimavimus.

Itaque omnes et singulas pravas opiniones ac doctrinas singillatim hisce Litteris commemoratas auctoritate Nostra Apostolica reprobamus, procribimus atque damnamus, easque ab omnibus catholicae Ecclesiae filiis, veluti reprobatas, proscriptas atque damnatas omnino haberi volumus et mandamus".

("En medio de esta perversidad de opiniones depravadas, Nos, penetrados del deber de Nuestro ministerio apostólico y llenos de solicitud por Nuestra santa Religión, por la sana doctrina, por la salvación de las almas, cuya guarda se nos ha confiado de lo Alto, y por el mismo bien de la sociedad humana, hemos creído deber nuestro levantar de nuevo Nuestra voz apostólica. En consecuencia, todas y cada una de las diversas opiniones y doctrinas, que van señaladas detalladamente en las presentes Letras, Nos las reprobamos por Nuestra autoridad apostólica, las proscribimos, las condenamos; y queremos y mandamos que todos los hijos de la Iglesia Católica las tengan por reprobadas, proscritas y condenadas").

Es evidente que las cuatro condiciones de infalibilidad están aquí reunidas:

1º) El Papa precisa que actúa en virtud de su cargo y de su autoridad apostólica.
2º) Se trata de costumbres. El Papa se propone juzgar la moralidad de las leyes de tolerancia o de intolerancia promulgadas por los Estados.
3º) Como hemos de ver, las proposiciones condenadas están enunciadas en términos 4º)El Papa indica explícitamente que los fieles deben aceptar las condenas que él emite.

Tengamos en cuenta que no todo lo que Pío IX dice en la Encíclica tiene el carácter de infalible, sino únicamente cada una de las condenas a las opiniones desordenadas y las doctrinas que recuerda en detalle en esta Encíclica. Esas opiniones están infaliblemente condenadas puesto que el Papa las ha definido claramente.

Todo esto le parece clarísimo a un simple laico como yo. Hasta hace muy poco, todos los teólogos estaban de acuerdo en reconocer el carácter infalible de las condenas hechas por Pío IX en "Quanta Cura" (8 de diciembre de 1864).

¿No se dan cuenta los defensores de la "Declaración sobre la liber tad religiosa" que al poner ahora en duda esas condenas, ponen en tela de juicio toda la doctrina de la infalibilidad pontificia tal como ha sido infaliblemente definida por Pío IX en 1870?

Tres proposiciones condenadas

Las proposiciones condenadas por la encíclica "Quanta Cura" son numerosas. Tomaré solamente tres. Se encuentran en el siguiente pasaje, en donde las he puesto en evidencia, señalándolas con las letras A, E y C.

"Contradiciendo la doctrina de la Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres, no dejan de afirmar, que:

A) "el mejor gobierno es aquel en el que no se reconoce al poder la obligación de reprimir por la sanción de las penas a los violadores de la Religión católica, a no ser que la tranquilidad pública lo exija".

Como consecuencia de esa idea absolutamente falsa del gobierno social, no temen favorecer esa opinión errónea, la más fatal a la Iglesia Católica y a la salvación de las almas y que Nuestro predecesor de feliz memoria, Gregorio XVI, llamaba "delirio" a saber :

B) "La libertad de conciencia y de cultos es un derecho libre de cada hombre".

C) " [Ese derecho] debe ser proclamado y garantizado en toda sociedad bien constituida".

Para que no haya ninguna duda posible sobre el sentido de las proposiciones A, E y C, he aquí el texto en latín:

A) "Optimam esse conditionem societatis, in qua Imperio non agnoscitur officium coercendi sancitis, poenis violatores catholicae religionis, nisi quatenus pax publica postulet".

B) "Libertatem conscientiae et cultuum esse proprium cujuscumque hominis jus,

C) "quod lege proclamari, et asseri debet in omni recte constituta societate".

Ahora bien, el Vaticano II declara lícito exactamente todo lo que condena Pío IX:

1º) El Vaticano II no reconoce al poder el deber de reprimir las violaciones a la ley católica, puesto que en materia religiosa a nadie se le debe impedir actuar en público (fuero externo) según su conciencia, solo o asociado con otros.

2º) Para el Vaticano II la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa.

3º) Ese derecho de la persona humana a la libertad religiosa debe ser reconocido en el orden jurídico de la sociedad de tal forma que constituya un derecho civil.

Hay, pues, oposición entre las condenas pronunciadas en forma infalible por Pío IX y la Declaración del Vaticano II "no afectada de infalibilidad", como el mismo Santo Padre lo ha afirmado.


Mi pregunta es sencilla: ¿Es esto cierto?

¿A qué debo atenerme en cuanto a la libertad religiosa?

¿Cual es la Fe de los Apostoles, la fe de los concilos, la fe de los católicos, la fe de la Santa Iglesia católica sobre esto?

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Mario Córdoba
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MensajePublicado: Dom May 31, 2009 10:30 pm    Asunto:
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
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Este texto de Catholic.net te puede ayudar a encontrar una respuesta.
Dios te bendiga:

Libertad religiosa: ¿ha cambiado el magisterio?
Saber descubrir en cada nueva situación histórica, en cada nueva formulación de nuestra fe, un tesoro que no cambia. P. Fernando Pascual

La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha elaborado respuestas a distintos problemas que se presentaban sobre la fe y las costumbres. A través de tales respuestas, especialmente ante errores o dudas sobre temas importantes, ha podido comprender y explicar mejor el núcleo central del mensaje cristiano, con documentos concretos y asequibles para cada generación humana.

A lo largo de este camino, algunas formulaciones pueden resultar modificadas en sus palabras concretas, sin que cambie la sustancia del mensaje. Un caso que ejemplifica este camino de la Iglesia es el de la libertad religiosa.

En el siglo XIX, importantes pensadores defendían la idea de que la verdad sería inalcanzable para los hombres. También en lo que se refiere a Dios y a la religión. Desde este postulado, elaboraron una idea equivocada de libertad religiosa, que sería, según ellos, una especie de derecho a decir sí o no a cualquier religión, también a la religión cristiana, pues creían que el optar por una o por otra religión era algo indiferente.

Los Papas de esa época denunciaron los errores que se escondían ante tal idea de “libertad religiosa”. En una forma breve, Pío IX condenó como errónea la siguiente tesis:

“Todo hombre es libre en abrazar y profesar la religión que, guiado por la luz de la razón, tuviere por verdadera” (Sílabo, 8 de diciembre de 1864, proposición 15).

Al condenar la anterior proposición, Pío IX señalaba lo erróneo que es afirmar que daría igual escoger cualquier religión basados en la idea de que, en cierta forma, todas las religiones serían iguales, o con el presupuesto de que no sería posible llegar a discernir cuál fuese la verdadera. En otras palabras, Pío IX se oponía de modo decidido al relativismo y al indiferentismo propio de una serie de pensadores que se consideraban a sí mismo como defensores del progreso y de la modernidad.

Muy distinto es el contexto cultural en el que, un siglo más tarde, el Concilio Vaticano II afrontó la misma temática. El 7 de diciembre de 1965, Pablo VI promulgaba la declaración “Dignitatis humanae”, en la que consideraba la idea de libertad religiosa desde otro punto de vista. En esta declaración podemos leer lo siguiente:

“Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, sea por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana; y esto, de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos” (“Dignitatis humanae”, n. 2).

Algunos han afirmado, erróneamente, que el Vaticano II eliminaba la condena formulada por Pío IX y por otros papas contra la libertad religiosa. En realidad, el paso del tiempo había modificado el contexto en el que se formulaba una misma verdad. La misma “Dignitatis humanae”, en el n. 2, confirmaba las ideas de Pío IX al decir, contra todo relativismo, que los hombres “tienen la obligación moral de buscar la verdad, sobre todo la que se refiere a la religión”.

Entonces, ¿cuál es la verdad profunda que siempre ha creído la Iglesia respecto a la libertad religiosa? Que el acto de fe sólo puede ser válido en un contexto de libertad, contexto que implica esa honestidad y esa apertura de mente que puede llevar a cada ser humano a adherirse a la verdad una vez que ésta haya sido encontrada.

Lo explicaba el Papa Benedicto XVI al dirigir un importante discurso a la curia romana el 22 de diciembre de 2005. Vamos a recoger ahora algunos párrafos de este discurso.

¿Cómo hemos que entender las condenas a la libertad religiosa durante el siglo XIX? La respuesta de Benedicto XVI fue la siguiente: “si la libertad de religión es considerada como expresión de la incapacidad del hombre para encontrar la verdad y, por tanto, se convierte en canonización del relativismo, entonces de ser una necesidad social e histórica se eleva impropiamente al nivel metafísico y queda privada de su auténtico sentido, con la consecuencia de que no puede ser aceptada por quien cree que el hombre es capaz de conocer la verdad de Dios y, en virtud de la dignidad interior de la libertad, está ligado a este conocimiento”.

En otras palabras, la defensa de la libertad religiosa que se basa en el relativismo es inaceptable, y, por lo tanto, resulta claramente comprensible la formulación condenatoria usada por Pío IX.

A continuación, el Papa Benedicto XVI observa el contexto y el marco en el que se desarrolló la declaración del Vaticano II sobre la libertad religiosa:

“Algo completamente diferente es, por el contrario, considerar la libertad de religión como una necesidad que deriva de la convivencia humana, más aún, una consecuencia intrínseca de la verdad, que no puede ser impuesta desde el exterior, sino que tiene que ser asumida por el hombre sólo a través del proceso del convencimiento. El Concilio Vaticano II, al reconocer y asumir con el decreto sobre la libertad religiosa un principio esencial del Estado moderno, retomó de nuevo el patrimonio más profundo de la Iglesia. Ésta puede tener conciencia de estar de este modo en plena sintonía con la enseñanza del mismo Jesús (cf. Mt 22, 1), así como con la Iglesia de los mártires, con los mártires de todos los tiempos”.

Y explicaba el Papa: “La Iglesia antigua, con naturalidad, rezaba por los emperadores y responsables políticos, considerando que era su deber (cf. 1Tim 2,2), pero, al rezar por los emperadores, rehusaba adorarlos, y de esa forma se oponía claramente a la religión de Estado. Los mártires de la Iglesia primitiva murieron por su fe en ese Dios que se había revelado en Jesucristo, y precisamente por eso murieron también por la libertad de conciencia y por la libertad de profesión de su propia fe, una profesión que no puede ser impuesta por nadie, sino que sólo puede ser asumida con la gracia de Dios, en la libertad de la conciencia”.

Entonces, ¿ha cambiado el magisterio? Podríamos decir, mejor, que han cambiado las formulaciones para expresar de un modo más adecuado, en distintas etapas históricas, las mismas verdades de nuestra fe.

En las palabras de Benedicto XVI: “El Concilio Vaticano II, con la nueva definición de la relación entre la fe de la Iglesia y algunos elementos esenciales del pensamiento moderno, analizó e incluso corrigió algunas decisiones históricas, pero en esta discontinuidad aparente mantuvo e hizo más profunda su naturaleza íntima y su verdadera identidad. La Iglesia, tanto antes como después del Concilio, es la misma Iglesia una, santa, católica y apostólica, en camino a través de los tiempos”.

Para algunos bautizados ciertos cambios pueden ser difíciles de acoger, pero si tienen fe y si confían en el Papa y en los obispos, sabrán descubrir, en cada nueva situación histórica, en cada nueva formulación de nuestra fe, un tesoro que no cambia, porque viene de Dios Padre, que nos ha hablado a través de su Hijo Jesucristo.

Si vivimos así, podremos caminar serenos, confiados, porque sabemos que la Iglesia se apoya en la Roca de Pedro, que, con la asistencia del Espíritu Santo, guía a todos los bautizados en el camino que nos lleva desde el tiempo hacia el encuentro eterno con el Padre de las misericordias.
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LordNeo
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MensajePublicado: Vie Jun 05, 2009 12:27 am    Asunto:
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
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Muchísimas gracias, Mario Córdoba. Ya me había puesto nervioso con esto (A pesar de que se que estos asuntos suelen tener una explicación aceptable).

Lo raro es que no lo encontré en la web, y mira que busqué. Wink
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ULISES
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MensajePublicado: Vie Jun 05, 2009 12:33 pm    Asunto: Off topic
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LordNeo muy bonita tu firma. Me gusto mucho.

Saludos
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LordNeo
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MensajePublicado: Vie Jun 05, 2009 1:06 pm    Asunto:
Tema: Pregunta: Compatibilidad CVII y enciclica Quanta Cura
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Cita:
LordNeo muy bonita tu firma. Me gusto mucho.


Muchas gracias Very Happy
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