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Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae

 
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Autor Mensaje
gothic__medieval_knight
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Registrado: 27 May 2008
Mensajes: 1020
Ubicación: Rosario

MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 3:11 am    Asunto: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Que opinan de esto? Cual prefieren de las 2?
http://www.youtube.com/watch?v=DcjVSY6TyiA
http://www.youtube.com/watch?v=tlz1y5u7TRY
http://www.youtube.com/watch?v=adptKkJemdo&feature=related
Que clase de misas son esas? Mas que misas y sacerdotes son cualquier cosa. Larga vida al rito tridentino!!
Y aqui unas cosas mas:

CARTA DE LOS CARDENALES OTTAVIANI Y BACCI

(ESTA CARTA FUE FIRMADA POR LOS CARDENALES Y APROBADA, AUNQUE NO FIRMADA, POR VARIOS OTROS CARDENALES DE LA CURIA)

Beatísimo Padre:
Después de haber examinado el Novus Ordo Missae preparado por los peritos del "Consilium..."; después de haber largo tiempo reflexionado y orado, sentimos que es nuestro deber, ante Dios y Vuestra Santidad, expresar las consideraciones siguientes:

1º - Como lo prueba suficientemente el examen crítico adjunto, por breve que sea, obra de un grupo escogido de teólogos, liturgistas y pastores de almas, el Novus Ordo Missae, si se consideran los elementos nuevos, susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen subentendidos o implicados, SE ALEJA DE MANERA IMPRESIONANTE, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa que cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento,- el cual, al fijar definitivamente los "canones" del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera menoscabar la integridad del Misterio.

2° - Las razones pastorales aducidas para justificar tan grave rompimiento, aun si tuviesen el derecho de subsistir frente a razones doctrinales, no parecen suficientes. Tantas novedades aparecen en el Novus Ordo Missae, y, en cambio, tantas cosas de siempre se encuentran relegadas a un sitio menor o a otro sitio, - por si acaso encuentran todavía lugar , - que podría resultar reforzada y cambiada en certidumbre la duda, - que desgraciadamente se insinúa en numerosos ambientes, - según la cual verdades siempre creídas por el pueblo cristiano podrían cambiar o silenciarse sin que haya infidelidad a! depósito sagrado de la Doctrina al que la fe católica está ligada para la eternidad..

Las recientes reformas han demostrado suficientemente que nuevos cambios en la liturgia no podrán hacerse sin llevar a la desorientación más total de los fieles, que ya manifiestan que les resultan insoportables y disminuyen incontestablemente su fe. En la mejor parte del clero esto se nota por una crisis de conciencia torturadora de la que tenemos testimonios innumerables y cotidianos.

3° - Estamos seguros de que estas consideraciones directamente inspiradas, por lo que escuchamos, por la voz vibrante de los pastores y de la grey, no podrán menos de encontrar eco en el corazón paternal de Vuestra Santidad, siempre tan profundamente preocupado por las necesidades espirituales de los hijos de la Iglesia.
Siempre los súbditos, para bien de quienes se promulga una ley, tienen derecho y más que derecho. deber. - si la ley se revela al contrario nociva, - de pedir al legislador, con filial confianza, su abrogación.
Por todo esto, suplicamos insistentemente a Vuestra Santidad no querer que nos sea quitada,- en un momento en que la pureza de la fe y la unidad de la Iglesia sufren tan crueles laceraciones y peligros cada vez mayores, - la posibilidad de seguir utilizando el íntegro y fecundo MISSALE ROMANUM de San PIO V, tan altamente alabado por Vuestra Santidad y tan profundamente venerado y amado por el mundo católico entero.

--------------------------------------------------------------------------------------

I


Al celebrarse en Roma en el mes de octubre de 1967 el Sínodo episcopal se le pidió a la misma asamblea de Padres un juicio sobre la así llamada "Misa normativa", a saber, de esa "Misa", que había sido excogitada por el Consilium ad exsequendam Constitutionem de sacra Liturgia. Pero el esbozo de semejante Misa suscitó perplejidades entre los Padres convocados al Sínodo, de modo tal que, mientras de los 187 sufragios 43 la rechazaron abiertamente, 62 no la aprobaron sino juxta modum (con reservas). Tampoco se debe pasar por alto el hecho de que la prensa y los diarios internacionales anunciaron que aquélla nueva forma de la Misa había sido sin más rechazada por el Sínodo. En cambio, las publicaciones de los innovadores prefirieron pasar en silencio el asunto: No obstante, una revista bastante conocida, destinada a los obispos y que divulga las opiniones de éstos, describió el nuevo rito sintéticamente con las siguientes palabras: " Aquí se ordena hacer tabla rasa de toda la teología de la Misa. En pocas palabras, se acerca a esa teología de los protestantes, que ya abolió y destruyó totalmente el Sacrificio de la Misa".

Pues bien, en el Novus Ordo Missae, recientemente publicado por la Constitución Apostólica Missale romanum, se encuentra desgraciadamente casi la misma "missa normativa". Tampoco consta que las Conferencias episcopales, difundidas por todo el mundo, hayan sido entre tanto interrogadas, al menos en cuanto tales.

Efectivamente, en la Constitución Apostólica se afirma que el antiguo Misal promulgado por San Pío V el día 13 de julio del año 1570 (pero que en gran parte debe ser atribuido ya a San Gregorio Magno, y más aún, que se deriva de los primitivos (1) orígenes de la religión cristiana) en los últimos cuatro siglos fue para los sacerdotes de rito latino la norma para celebrar el Sacrificio; y no es sorprendente si en tal y tan grande Misal en todas partes del mundo "innumerables y además santísimos varones alimentaron con gran copiosidad la piedad de sus almas para con Dios, sacando de él ya sus lecturas de las Sagradas Escrituras, ya sus oraciones". Así leemos en el Novus Ordo; y, sin embargo, esta nueva reforma de la Liturgia, que arranca y extermina de raíz aquel Misal de San Pío V, es considerada necesaria por el Novus Ordo, "desde el tiempo en que con más amplitud comenzó a robustecerse y prevalecer en el pueblo cristiano el afán por fomentar la Liturgia".

Sin embargo, con la debida reverencia, sea permitido declarar que en este asunto hay un grave equívoco; pues si alguna vez se manifestó algún deseo del pueblo cristiano, esto aconteció - estimulándolo principalmente el gran San Pío X cuando el pueblo mismo comenzó a descubrir los tesoros eternos de su Liturgia. El pueblo cristiano no pidió nunca una Liturgia cambiada o mutilada para comprenderla mejor; pidió más bien que se entendiese la Liturgia inmutable, pero nunca que la misma fuese adulterada.

Además, el Misal Romano, promulgado por mandato de San Pío V y venerado siempre religiosamente, fue muy querido para los corazones católicos tanto de los sacerdotes como de los laicos; de tal manera que nada parece haber en ese Misal que, previa una Oportuna catequesis, pueda inhibir una más plena participación de los fieles y un conocimiento más profundo de la sagrada Liturgia; y, por lo tanto, no aparece suficientemente claro por qué causa se cree que un Misal semejante, refulgente con tan grandes notas reconocidas además por todos, se haya convertido en un erial tal que ya no pueda seguir alimentando la piedad litúrgica del pueblo cristiano.

Sin embargo, la "misa normativa ", aunque rechazada ya "sustancialmente" por el Sínodo de los Obispos, hoy es nuevamente propuesta e impuesta como "Novus Ordo Missae", por más que tal Ordo nunca haya sido sometido al juicio colegial de las Conferencias. [Episcopales. N. del T.]. Pero si el pueblo cristiano ha rechazado cualquier reforma de . la Sacrosanta Misa (y esto mucho más en tierras de misiones), no vemos por qué causa se imponga esta nueva ley, que, como por lo demás lo reconoce la misma predicha Constitución, subvierte una tradición inmutable en la Iglesia ya desde los siglos IV y V.

Por lo tanto, como esta reforma carece objetivamente de fundamento racional, no puede ser defendida con razones adecuadas, por las cuales no sólo se justifique ella misma si no también se torne aceptable para el pueblo católico.

Es verdad que los Padres del Concilio, en el párrafo 50 de la Constitución Sacrosanctum Concilium decretaron que las diversas partes de la Misa se ordenaran de tal modo, "que aparezcan con mayor claridad el sentido propio de cada una de las partes como también su mutua conexión". Pero de inmediato veremos cuán poco el Ordo recientemente promulgado responde a esos deseos, de los cuales apenas si parece quedar allí algún recuerdo.

Pues examinando con mayor atención y pesando de nuevo en la balanza cada uno de los elementos del Novus Ordo se llegará a esa conclusión de que aquí se han añadido o quitado tantas y tan grandes cosas que con razón se debe aplicar también aquí idéntico juicio al de la "Missa normativa". Por consiguiente, no es nada extraño que tanto este Ordo como la "Missa normativa " agraden en muchos puntos a aquellos que entre los mismos protestantes son más "modernistas".

II


Comencemos por la definición misma de la Misa, que se propone en el párrafo 7, o sea, al comienzo del segundo capítulo del Novus Ordo. "Acerca de la estructura de la Misa"; "La cena del Señor o Misa es la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo de Dios reunido en común, bajo la presidencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor (2). Por lo tanto, para la asamblea local de la santa Iglesia vale en grado eminente la promesa de Cristo: 'Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos' (Mt. 18, 20)

Por consiguiente, la definición de la Misa se circunscribe a la sola noción de "Cena"; y ello se repite siempre ya cada paso (n'!s. 8, 48, on- 55, 56); además, tal "cena" está constituida por la reunión de los fieles bajo la presidencia del sacerdote, y consiste en la renovación del memorial del Señor, a saber, en la conmemoración de lo que el Señor realizó el Jueves Santo. Pero todo esto ni implica la presencia real, ni la verdad del Sacrificio, ni la sacramentalidad del sacerdote consagrante, ni el valor intrínseco del Sacrificio eucarístico, el cual no depende en absoluto de la presencia de la asamblea (3).
En una palabra, esta Cena no implica ninguno de aquellos "valores dogmáticos" esenciales de la Misa, que constituyen . su verdadera definición. Ahora bien, esta omisión, en cuanto voluntaria, equivale a la "superación" de aquellos valores y, por lo tanto, al menos en la práctica, a su negación (4).

En la segunda parte del mismo párrafo (agravando el ya gravísimo equívoco) se afirma algo asombroso, o sea, que para esta asamblea vale en grado eminente la promesa de Cristo: "Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt. 18, 20). Con esta promesa, que sólo corresponde a la presencia espiritual de Cristo, se compara y se coloca en el mismo orden y modo de presencia, aunque con mayor fuerza y. vigor aquélla institución que, por el contrario, atañe al orden físico o al modo sustancial de la presencia sacramental eucarística.

Sigue inmediatamente en el texto (Nº Cool la bipartición de la Misa en Liturgia de la palabra y Liturgia eucarística, y allí se afirma, sin hacer ninguna distinción, que en la Misa se prepara la Mesa de la palabra de Dios y la mesa del Cuerpo de Cristo, para que los fieles sean "instruidos y alimentados"; esta asimilación equivalente de las dos partes de la Misa, como si estos dos signos tuvieran idéntica significación simbólica, debe ser declarada absolutamente ilegítima. Pero sobre esto ya volveremos más tarde.

Por otra parte, las denominaciones de la Misa son innumerables; las cuales pueden aceptarse por cierto en sentido relativo; pero todas deben ser rechazadas si -como de hecho ocurre- son usadas aisladamente y en sentido absoluto: Acción de Cristo y del pueblo de Dios, Cena del Señor o Misa, Banquete pascual, Participación común en la mesa del Señor, Memorial del Señor, Plegaria eucarística, Liturgia de la palabra y Liturgia eucarística, etc.

Como se evidencia esplendorosamente, en tales definiciones se pone el acento -como con exagerada estudiosidad- en la Cena y el memorial, pero no en la renovación incruenta del Sacrificio del Señor realizado en el Monte Calvario. Ni tampoco la fórmula misma "Memorial de la Pasión y Resurrección del Señor" puede decirse totalmente correcta; pues la Misa por su propia esencia es el memorial del único Sacrificio, que es en sí mismo redentor; mientras que, por el contrario, la Resurrección es el fruto consiguiente a aquél (5). Luego veremos cómo y con qué coherencia estos equívocos se introducen y se repiten en la fórmula misma de la Consagraci6n y, en general, en todo el Novus Ordo.
III


Vayamos ahora a los fines de la Misa.

1) FIN ÚLTIMO. El fin último del sacrificio de la Misa es la alabanza que debe tributarse a la Santísima Trinidad, según la explícita intención de Jesucristo en el mismo misterio de su Encarnación: "Al entrar al mundo dice: 'No quisiste hostia ni ofrenda: en cambio a mí me preparaste un cuerpo' " (Heb. 10, 5; cfr. Ps. 39, 7-9).
Por cierto, este fin buscado ha desaparecido completamente en el Novus Ordo: desapareció ciertamente del Ofertorio, pues la plegaria "Recibe, oh Trinidad Santa" ha sido eliminada; desapareció de la conclusión de la Misa, ya no se dirá más "Seate agradable, oh Trinidad Santa"; también fue suprimida del Prefacio, ya que el Prefacio de la Santísima Trinidad, que hasta ahora se recitaba oportunísimamente todos los domingos, ahora en el Novus Ordo sólo se dirá en la fiesta de la Santísima Trinidad, y por lo tanto solamente una vez al año.

2) FIN ORDINARIO. El fin ordinario del Sacrificio es el propiciatorio. En cambio, en el Novus Ordo, este fin se aparta de su verdadera senda, pues ya no se pone más el acento en la remisión de los pecados, sea de los vivos, sea de los difuntos, sino en la nutrición y santificación de los presentes (nº 54). Por cierto, Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía en la última Cena y se puso a Sí mismo en estado de víctima para unirnos a Él, a ese estado victimal; pero este fin antecede a la misma manducación y tiene un pleno valor redentor antecedente, que se deriva de la inmolación cruenta de Cristo; de allí que el pueblo asistente a Misa no esté obligado de suyo a recibir la comunión sacramental (6).

3) FIN INMANENTE. Cualquiera sea la naturaleza del sacrificio, pertenece a la esencia de la finalidad de la Misa el que sea agradable a Dios, aceptable y aceptado por Él. Por lo tanto, en la condición de los hombres que estaban inficionados por la mancha original, ningún sacrificio hubiera sido aceptable a Dios; el único sacrificio aceptado ahora con derecho por Dios es el Sacrificio de Cristo. Por el contrario, en el Novus Ordo la naturaleza misma de la oblación es deformada en un mero intercambio de dones entre Dios y el hombre: el hombre ofrece el pan que Dios transmuta en "pan de vida"; el hombre lleva el vino que Dios transmuta en "bebida espiritual": "Bendito eres, Señor Dios del universo, porque de tu largueza recibimos el pan (o: el vino) que te ofrecemos, fruto de la tierra (o: de la vid) y de la obra de las manos de los hombres, del cual se hará para nosotros el pan de vida (o: la bebida espiritual)" (7).

Superfluo es advertir cuán totalmente vagas e indefinidas son estas dos fórmulas "pan de vida" y "bebida espiritual", que, de por sí, pueden significar cualquier cosa. Hallamos aquí el mismo equívoco capital que examinamos en la definición de la Misa: allí Cristo se hace presente entre los suyos únicamente de un modo espiritual; aquí se dan el pan y el vino, que son cambiados "espiritualmente" (pero no substancialmente!) (Cool.

Igualmente, en la preparación de las ofrendas se descubre idéntico juego de equívocos, pues se suprimen las dos maravillosas plegarias de la antigua Misa. La oración: "Oh, Dios, que admirablemente formaste la dignidad de la naturaleza humana y que más admirablemente aún la reformaste" recordaba a la vez la primitiva condición de inocencia del hombre y su presente condición de restauración, en la que fue redimido por la Sangre de Cristo. Era, por lo tanto, una verdadera, sabia y rápida recapitulación de toda la Economía del Sacrificio, desde Adán hasta la historia presente. En la otra plegaria, la oblación propiciatoria del cáliz para que subiera "con olor de suavidad" a la vista de la Divina Majestad, cuya clemencia se imploraba, repetía con suma sabiduría esta Economía de la salvación. Mientras que suprimida esta continua elevación hacia Dios por medio de la plegaria eucarística, no queda ya ninguna distinción entre sacrificio divino y humano.

Eliminado el eje cardinal, se inventan vacilantes estructuras; echados a pique los verdaderos fines de la Misa, se mendigan fines ficticios. De aquí que aparecen los gestos que en la nueva Misa deberían expresar la unión entre el sacerdote y los fieles, o entre los mismos fieles; aparecen las oblaciones por los pobres y por la Iglesia que ocupan el lugar de la Hostia que debe ser inmolada. Todo esto pronto caerá en el ridículo, hasta que el sentido primigenio de la oblación de la Única Hostia caiga poco a poco completamente en el olvido; así también las reuniones que se hacen para celebrar la inmolación de la Hostia se convertirán en conventículos de filántropos y en banquetes de beneficencia.
IV


Pasemos a considerar la esencia del Sacrificio.

El Misterio de la Cruz ya no está expresado explícitamente, sino en forma algo oscura, con palabras falseadas que no pueden ser percibidas por el pueblo (9). Y he aquí por qué causa.

1) SIGNIFICACIÓN DE LA "PLEGARIA EUCARÍSTICA"

El sentido que se atribuye en el Novus Ordo a la así llamada "Plegaria eucarística" es éste: "Para que toda la asamblea de los fieles se una con Cristo en la confesión de las grandezas de Dios y en la oblación del sacrificio" (nº 54, al final) .Pero uno pregunta: ¿de qué sacrificio se trata? ¿quién es el que ofrece? A estos interrogantes no se da ninguna respuesta.

La definición de la "Plegaria Eucarística" dada en la misma Instrucción es la siguiente: " Ahora se inicia el centro y culmen de toda la celebración, a saber, la misma Plegaria eucarística, o sea, la plegaria de acción de gracias y de santificación" (nº 54 pr .) .Por consiguiente, se ponen los efectos en lugar de las causas, de las que nada se dice en el texto. Nada reemplaza a la mención acerca del fin de la oblación, que antes estaba explícita en la antigua plegaría "Recibe, oh Padre Santo".

En verdad, el cambio de la formulación revela también un cambio de la doctrina.

2) EL SACRIFICO EUCARÍSTICO Y LA PRESENCIA REAL DE CRISTO

La razón por la cual el Sacrificio no tiene ninguna indicación lo suficientemente explícita en el Novus Ordo está en que la Presencia Real perdió su lugar verdaderamente central (tan esplendoroso en la antigua Misa). Sólo se hace una mención -a saber, la única cita al pie, sacada del Concilio de Trento- y que se refiere a la Presencia Real en cuanto nutrimento (nº 241, nota 63). Pero no se señala nunca la Presencia Real y Permanente del Cuerpo y Sangre de Cristo, junto con su Alma Divinidad, que se da bajo las especies luego de la transubstanciación. Más aún, la misma palabra "Transubstanciación" se ignora totalmente.

Además, la razón de por qué se suprime la invocación a la tercera Persona de la Santísima Trinidad (Ven, Santificador. ..), por la cual se imploraba al Espíritu Santo que descendiera sobre las oblatas preparadas para obrar el milagro de la Presencia Divina, como antes en el seno de la Santísima Virgen, es objetivamente la misma: vale decir, pertenece al mismo tipo de silencio y de negación tácita, más aún a la continua cadena de negaciones sobre la Presencia Real.

Quedan también abolidas:
• a) las genuflexiones, de las que sólo quedan tres por parte del sacerdote y una por parte del pueblo en el momento de la Consagración (y ésta, sometida a muchas excepciones);
• b) las abluciones de los dedos sobre el cáliz;
• c) la preservación de los mismos dedos de cualquier contacto profano después de la Consagración;
• d) la purificación de los vasos (sagrados, N. del T.), que no se manda hacer necesariamente de inmediato después de la asunción del cáliz, ni sobre el mismo corporal;
• e) la palia, con la cual se protegía la Preciosísima Sangre de Cristo en el cáliz;
• f) el dorado de los vasos sagrados;
• g) la consagración del altar móvil;
• h) la piedra sagrada y las reliquias en el altar móvil, e incluso sobre la mesa cada vez que la celebración se realice en lugares no sacros. Admitida esta excepción, queda abierto el camino para las "cenas eucarísticas" en casas privadas ;
• i) los tres manteles del altar, de los cuales ahora sólo se prescribe uno.
• k) la acción de gracias, que debía hacerse de rodillas, y a la que substituye una torpe acción de gracias del sacerdote y de los fieles sentados; añádase que la Comunión se recibe irreverentemente por los fieles
de pie;
• I) finalmente, las santas prescripciones antiguas para el caso de la Hostia consagrada caída en tierra, que se reducen mezquinamente a sólo esto: "tómese reverentemente la Hostia " (nº 239).
Todas estas cosas juntas, con su repetición manifiestan y confirman injuriosamente la implícita negación de la Fe en el augustísimo dogma de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.

3) LA FUNCIÓN DEL ALTAR EN LA NUEVA MISA (Nº 262)

El altar casi siempre es llamado mesa (10): "El altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la liturgia eucarística" (nº 49; cfr. 262); pero se prescribe que el altar esté siempre separado de las paredes, para que así cualquiera pueda girar alrededor de la mesa y que la misa se celebre de cara al pueblo (n'? 262); con mayor insistencia se determina que el altar debe convertirse en el centro de la asamblea de los fieles, de manera tal que su atención se dirija espontáneamente hacia el altar (ib). Pero considerados a la vez los números 262 y 276, parece excluirse que el Santísimo Sacramento de la Eucaristía pueda conservarse sobre este altar. De aquí surge una irreparable división: por una parte estará la mística presencia del Sumo y Eterno Sacerdote en el presbítero celebrante; y por otra parte estará la Presencia Real Sacramental del mismo Cristo en persona. En la antigua Misa estaba manifiesta una sola presencia de Cristo a la vez (11).

En la nueva Misa se nos invita a conservar el Santísimo Sacramento en otro lugar apartado, donde se alimente la devoción privada de los fieles, como si la Hostia no fuese sino una simple reliquia; de manera que ya no sea más el tabernáculo el que atraiga los ojos y la fe de los fieles que ingresan al templo, sino una mesa tosca y sin adorno. He aquí nuevamente cómo la piedad privada se opone a la piedad litúrgica; se erige el altar contra el altar.

También, la tan frecuente recomendación de distribuir la Comunión sólo de las especies consagradas en la Misa; más aún, que se consagre un pan de grandes dimensiones (12), de modo que el sacerdote pueda dividir su pan con al menos alguna parte de los fieles, con firma y acrecienta la indiferencia anímica y el desprecio hacia el Tabernáculo, como también hacia toda piedad eucarística fuera de la Misa. He aquí una nueva injuria a la fe en la Presencia Real de Cristo, mientras perduran las Especies Eucarísticas consagradas (13).

4) FÓRMULAS CONSAGRATORIAS

La antigua fórmula de la Consagración era clara y propiamente sacramental, pero no meramente narrativa,. mientras que las tres consideraciones siguientes parecen demostrar que en el Novus Ordo se insinúa lo contrario:

a) No se reproduce más literalmente el texto de la Sagrada Escritura; además, la inserción de las palabras paulinas "Mysterium Fidei" significaba la inmediata confesión de fe que debía proferir el sacerdote ante el Misterio operado por la Iglesia a través de su sacerdocio jerárquico.

b) Las nuevas puntuaciones de las palabras y la nueva tipografía. En efecto, en el antiguo Misal el mismo punto y aparte significaba claramente el paso del modo narrativo al modo sacramental y afirmativo, las mismas palabras consagratorias se trazaban en el antiguo Misal con letras mayúsculas y en el medio de la pagina; más aún, con frecuencia escritas también en color diferente, de manera que se separasen del contexto meramente histórico. y todas es tas cosas, por cierto, conferían sapientísimamente a toda la fórmula consagratoria una fuerza propia de significación absolutamente individual y singular .

c) La anamnesis ("Cuantas veces hiciereis es tas cosas, las haréis en memoria mía"), que en griego se dice así: "eis tén emoú anámnesin". La anamnesis en el Canon Romano se refería a Cristo operante en acto, pero no a la mera memoria de Cristo o de un mero acontecimiento; se nos mandaba recordar lo que Él mismo hizo ( " ...estas cosas. ..haréis en memoria mía"), y el modo cómo Él las hizo, pero no únicamente su persona o su cena. En cambio, la fórmula paulina ("Haced esto en conmemoración mía"), que en el Novus Ordo reemplaza a la fórmula antigua -repetida todos los días en las lenguas vernáculas- cambiará irreparablemente la fuerza misma del significado en las mentes de los oyentes, de modo tal que la memoria de Cristo, que debe ser el principio de la acción eucarística, parezca convertirse en el término único de esta acción o rito. O sea, la "conmemoración", que cierra la fórmula de la consagración, ocupará poco a poco el lugar de la "acción sacramental" (14).

La forma narrativa se pone ahora de relieve de hecho con las mismas palabras en la Instrucci6n oficial: "Narraci6n de la Institución" (nº 55d) ; y ella se confirma en la definición de la anamnesis, donde se dice: "La Iglesia celebra la memoria de Cristo mismo" (nº 55c).

En síntesis, la teoría que se propone sobre la epiclesis y la misma innovación en cuanto a las palabras de la Consagración y de la anamamnesis implican que también se ha realizado un cambio en el modo de significar;. pues las fórmulas consagratorias son ahora pronuncia das por el sacerdote como parte de alguna narración histórica y no son enunciadas en cambio como expresando un juicio categórico y operativo, proferido por Aquél en cuya representación el sacerdote mismo obra, diciendo: "Esto es mi Cuerpo", pero no: "Esto es el Cuerpo de Cristo" (15) .

Además, la aclamación asignada al pueblo para decir después de la Consagración ("Anunciamos tu muerte, Señor, etc., hasta que vengas") introduce, bajo la apariencia de escatologismo, una nueva ambigüedad sobre la Presencia Real. En efecto, se proclama oralmente, sin solución de continuidad después de la Consagración, la expectación de la segunda: venida de Cristo en la consumación de los tiempos, en el mismo momento en el que Él se halla verdadera, real y substancialmente presente sobre el altar, como si sólo aquélla última fuera Su verdadera venida, pero no ésta.
Y esto se recalca con mayor vigor en la fórmula de aclamación a elegir libremente: "Cada vez que comemos este pan y bebemos el cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vengas"; donde se mezclan con la máxima ambigüedad cosas diversas, como la inmolación y la manducación, la Presencia Real y la segunda venida de Cristo (16).

V


Y ahora pasemos a cada uno de los elementos concretos del Sacrificio.
En la Misa anterior, eran cuatro los elementos del Sacrificio: 1) Cristo; 2) el sacerdote; 3) la Iglesia; 4) los fieles.

1ª Comencemos por los fieles. En el Novus Ordo, la parte asignada a los fieles es autónoma o absoluta, y, por consiguiente, totalmente falsa ya desde la misma definición propuesta al comienzo ("La Misa es la sagrada sinaxis o asamblea del pueblo"), hasta el saludo con el cual el sacerdote expresa al pueblo la "presencia " del Señor en la comunidad reunida (nº 2Cool: "Con este saludo y con la respuesta del pueblo se manifiesta el misterio de la Iglesia reunida". Por lo tanto, se trata aquí de una, por cierto, verdadera presencia de Cristo, pero meramente espiritual, y asimismo del misterio de la Iglesia, pero en cuanto simple comunidad que manifiesta y solicita tal presencia espiritual. y esto se encontrará por doquier: recuérdese el carácter comunitario de la Misa recalcado con tanta insistencia (nº 32); 74-152); la impía distinción entre "Misa con pueblo" y "Misa sin pueblo" (nº 203-232); la definición de la "oración universal o de los fieles" (nº 45), donde nuevamente se pone de relieve "el oficio sacerdotal" del pueblo ("el pueblo ejerciendo el oficio de su sacerdocio") proponiéndolo en forma equívoca; en efecto, no se indica en modo alguno que está subordinado al oficio del sacerdote jerárquico. Y esto tanto más se confirma por el hecho de que el sacerdote, en cuanto que ha sido consagrado mediador, está constituido intérprete, según la vieja Misa, de todas las intenciones del pueblo, sea en la plegaria "Te igitur", sea en los dos "Memento".

También en la "Plegaria eucarística " III ("Vere Sanctus", pag. 123) se nos ordena dirigirnos así al Señor: "No dejas de congregar a tu pueblo, para que desde la salida del sol hasta el ocaso sea ofrecida una oblación pura a tu nombre": donde la partícula "para que" insinúa que el elemento necesario sobre todos los demás para celebrar la Misa es el pueblo, y no el sacerdote. y como en ninguna parte del texto se indica quién es el sacrificador secundario y particular (17), todo el pueblo mismo es presentado provisto de un poder sacerdotal propio y pleno. ¡Lo cual es falso!

¡Nada de extrañar pues si, con esta manera de obrar, bien pronto se le atribuya también al pueblo la facultad de unirse al sacerdote en la pronunciación de las mismas palabras consagratorias (lo cual, por lo demás, se nos informa, que ya sucede en ciertos lugares)!

2º El ministerio del sacerdote aparece disminuido, alterado, viciado. En primer lugar , por cierto, respecto del pueblo. Se lo presenta (al sacerdote), como un simple presidente o hermano (no mediador), más bien que como un ministro consagrado, que celebra en representación de Cristo; luego, respecto de la Igle sia, en cuanto que es propuesto como "uno del pueblo". También en la definición de la epiclesis (nº 55c) las invocaciones se atribuyen en forma anónima e incierta a la Iglesia. El oficio de mediador, propio del sacerdote, desaparece.

En la oración del "Confiteor", que se recita ahora sólo en forma colectiva, el sacerdote ya no es más juez. testigo y mediador ante Dios; por consiguiente, no se imparte más al pueblo la absolución sacerdotal, que se tenía en el antiguo rito. En efecto, el sacerdote viene simplemente connumerado entre los "hermanos". De donde, incluso el mismo monaguillo que ayuda en una "Misa sin pueblo" lo llama con este nombre de hermano.
Pero ya antes de esta última reforma de la Misa, se había abrogado la significativa distinción entre la Comunión de los fieles y la Comunión del sacerdote (momento en el cual el Sumo Eterno Sacerdote y el que actuaba en representación de Él se confunden en una casi diríamos íntima unión y se logra la consumación del Sacrificio).

Ahora, en cambio, ni una palabra siquiera acerca del poder del sacrificador, sobre su acto consagratorio, por medio del cual se renueva realmente la Presencia eucarística. y de este modo, el sacerdote católico ya reviste la figura de un ministro protestante.

Además, la omisión o el libre uso de muchas vestiduras sagradas ( pues en algunos casos bastan el alba y la simple estola: nº 298) debilita aún más la primigenia conformación del sacerdote con Cristo; en efecto, el sacerdote ya no se presenta más revestido con las virtudes de Cristo; él es ya un simple "funcionario" que apenas se distingue de la multitud de los fieles por uno o dos signos (1Cool ("él mismo un poco más hombre que los demás hombres": así lo describió, bella y humorísticamente aunque en forma involuntaria, cierto predicador contemporáneo (19).

Por lo tanto, nuevamente se divide lo que Dios ha unido: a saber, así como ya viene separado el Tabernáculo del altar de la Misa, así ahora se desgarra el único sacerdocio del Verbo de Dios y el sacerdocio de Sus Ministros consagrados.

Por último, trataremos simultáneamente de Cristo y de la Iglesia. En un solo texto, donde se trata de la "Misa sin pueblo", como con displicencia se reconoce a la Misa en cuanto que es "acción de Cristo y de la Iglesia" (nº 4; cfr. Presb. Ord., nº 13) ; mientras que por el contrario en el caso de la Misa "con pueblo" no se recuerda ninguna otra finalidad sino la de hacer "memoria de Cristo" y la santificación de los presentes. "El presbítero celebrante. ..asocia a sí mismo. ..al pueblo al ofrecer el sacrificio por medio de Cristo a Dios Padre en el Espíritu Santo" (nº 60), en vez de asociar el pueblo a Cristo, quien se ofrece a Sí Mismo en sacrificio "por el Espíritu Santo a Dios Padre".

Nótense en este contexto otras cosas: la gravísima omisión en las oraciones de las cláusulas "Por Cristo Nuestro Señor", quien fue dado a la Iglesia de todos los tiempos como única garantía de ser escuchada (Jo.. 14, 13-14; 15, 16; 16, 23-24) ; además, un pertinaz y ansioso "pascualismo", como si la comunicación de las gracias no tuviese otros aspectos igualmente fecundos; también, ese "escatologismo" vesánico y peligroso, en el cual la comunicación de la gracia, que de suyo es permanente y eterna, es rebajada a meras dimensiones temporales; el "pueblo", como ejército en marcha (en italiano: "popolo in marcia"), la "Iglesia peregrinante" (¡ojo! ya no más militante contra la Potestad de las tinieblas) hacia cierto "futuro" que no está vinculado a la eternidad venidera ( y que por lo mismo no depende de ella en el presente) , sino que corresponde a la verdadera y propia posteridad temporal.

La Iglesia -Una, Santa, Católica, Apostólica -es humillada en cuanto tal por la fórmula de la "Plegaria Eucarística IV", en la cual la oración del Canon Romano: "Por todos los ortodoxos y seguidores de la fe católica y apostólica " se cambia de tal modo que todos estos creyentes son sustituidos simplemente ¡por todos los que te buscan con corazón sincero!

También en el "Memento" de los difuntos, los muertos ya no son aquellos "que nos precedieron con el signo de la Fe y duermen el sueño de la paz", sino solamente "los que murieron en la paz de tu Cristo". A quienes además se añade (no sin un nuevo y patente abandono de la legítima noción de la unidad y visibilidad de la Iglesia) la turba de "todos los difuntos cuya fe Tú solo conociste".

En cambio, en ninguna de las tres nuevas Plegarias Eucarísticas se hace alguna mención -como ya más arriba dijimos- sobre el estado de penas y tribulaciones de las almas en el Purgatorio; en ninguna de ellas se da lugar a que se haga un "Memento" los difuntos en particular. Todo lo cual enerva nuevamente la fe en la naturaleza propiciatoria y redentora del Sacrificio (20).

NOTAS


(1) Las oraciones de nuestro Canon se hallan ya en el tratado "De los Sacramentos" (de fines de los siglos IV y V) ...La Misa de San Pío V o Tridentina toma su inicio en aquellos tiempos, en los cuales se desarrolló por primera vez a partir de la antigua Liturgia común, sin sufrir luego mutaciones esenciales. Conserva aún el carácter de aquella Liturgia primigenia que floreció en aquellos días en que los Césares Romanos gobernaban el mundo y esperaban llegar a extinguir la fe cristiana; son aquellos tiempos en los cuales nuestros padres se congregaban antes de la aurora para cantar un himno a Cristo Dios (cfr. Plinio el joven, Ep. 96) ... En toda la Cristiandad no se posee un rito tan venerable como la Misa Romana (A. FORTESCUE) .El ,Canon Romano, tal cual hoy existe, se remonta San Gregorio Magno. Tanto en Oriente como en Occidente no se encuentra ninguna oración Eucarística vigente hasta nuestros tiempos, que esté dotada de tanta antigüedad, Si la Iglesia Romana excluyera este Canon, no sólo los ortodoxos sino también los anglicanos y los mismos protestantes que de algún modo aprecian aún la tradición juzgarían que la misma Iglesia Romana ha abdicado el derecho y su propio deber de representar a la verdadera Iglesia Católica (P. LOUIS BOYUER). volver

(2) En una nota se remite a dos textos del CONCILIO VATICANO II. En realidad, quien lee estos dos textos no encuentra allí ninguna prueba de tal definición. El primero (del Decreto "PRESBYTERORUM ORDINIS", nº 5) , dice así: "Los presbíteros son consagrados por Dios, siendo ministro el Obispo, para que, hechos en forma especial partícipes del Sacerdocio de Cristo, al celebrar los oficios sagrados actúen como ,ministros de Aquél que en la Liturgia ejerce constantemente, por obra del E¡spíritu Santo, su ministerio sacerdotal en favor nuestro. ..sobre todo, por la celebración de la Misa ofrecen sacramentalmente el Sacrificio de Cristo".
Por su parte, el otro texto al cual se remite (de la Constitución "SACROSANCTUM CONCILIUM", nº 33) se expresa así: "En efecto, en la Liturgia Dios habla a su pueblo; Cristo sigue anunciando su Evangelio. En cuanto al pueblo, responde a Dios sea con sus cantos sea con su oración. Más aún, las oraciones que dirige a Dios el sacerdote -que preside la asamblea representando a Cristo- se dicen en nombre de todo el pueblo santo y de todos los circunstantes". Es imposible comprender cómo de estas palabras se haya podido sacar aquella definición. Advertimos además acerca de la gravísima corrupción por la cual en esa definición de la Misa se modifican las palabras de la definición del mis mismo CONCILIO VATICANO II (Presb. Ord. nº 5) : "Es, por consiguiente, la Sintaxis Eucarística el centro de la asamblea de los fieles". Suprimida fraudulentamente
la palabra "centro" de la asamblea, en el Novus Ordo el término "asamblea" usurpó sin más el lugar principal de aquélla. volver

(3) El CONCILIO DE TRENTO sancionó así la Presencia Real Eucarística: "Primeramente, el Santo Sínodo enseña y confiesa abierta y simplemente que en el nutricio Sacramento de la Santa Eucaristía, después de la. consagración del pan y del vino se contiene verdadera, real y substancialmente (canon I) Nuestro Señor Jesucristo, verdadera Dios y hombre, bajo la apariencia de aquellas cosas sensibles" (DB 874) .
En la SESIÓN XXII, que atañe directamente a nuestro asunto ("Sobre el Santísimo Sacrificio de la Misa"), la doctrina definida (DB 937a -956) está luminosamente contenida en nueve cánones.
1º: La Misa es un Sacrificio verdadero y visible -y no una Representación simbólica- "'por el cual se representa aquel sacrificio cruento que hubo de realizarse una sola vez en la Cruz ( ...) y se aplica su fuerza salvadora para la remisión de los pecados que diariamente cometemos" (DB 938) .
2º: Jesucristo Nuestro Señor, "declarándose a Si mismo Sacerdote constituido para la eternidad según el orden de Melquisedec (Ps. 109, 4), ofreció a Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y de vino y bajo los símbolos de esas mismas cosas los dio a sus Apóstoles (a quienes entonces constituía sacerdotes del Nuevo Testamento) para que los tomaran, y a ellos mismos y a sus sucesores en el sacerdocio les mandó que los ofrecieran por medio de estas palabras: "Haced esto en conmemoración mía" (Lc 22, 19; ICor 11,24), como siempre lo entendió y enseñó la Iglesia Católica" (DB ibid.) .El celebrante, el oferente, el sacrificador es el sacerdote, para eso consagrado, pero no el pueblo de Dios, la asamblea. "Si alguien dijere que con aquellas palabras: "Haced esto en conmemoración mía" (Lc 22,19; 1 Cor 11,24), Cristo no instituyó sacerdotes a los Apóstoles o que no los ordenó, para que ellos y los otros sacerdotes ofrecieran su cuerpo y sangre, sea anatema" (Canon 2; DB 949).
3º: El Sacrificio de la Misa es un verdadero sacrificio propiciatorio, y no "una mera conmemoración del sacrificio realizado en la cruz".
"Si alguien dijere que el Sacrificio de la Misa es sólo de alabanza y de acción de gracias o una mera conmemoración del sacrificio realizado en la cruz, pero no propiciatorio; o que sólo aprovecha al que lo recibe y que no debe ser ofrecido por los vivos y difuntos, por los pecados, penas, satisfacciones y otras necesidades, sea anatema" (Canon 3; DB 950).
Recuérdense además. el cano: 6: "Si alguien dijere que el Canon de la Misa conti2ene errores, y que por lo tanto debe ser. abrogado, .sea anatema" (DB 953) ; y el canon 8: "SI alguien dijere que las Misas en las cuales sólo el sacerdote comulga sacramentalmente, son ilícitas y que por lo tanto deben ser abrogadas, sea anatema (DB 955). volver

(4) Apenas es necesario advertir que si se negase un solo dogma definido, ipso facto se derrumbarían todos los dogmas, porque se hundiría entonces el principio mismo de la infalibilidad del Magisterio Apostólico, incluso el supremo y solemne, sea del Romano Pontífice, sea del Concilio Ecuménico. volver

(5) Se debería añadir también la Ascensión, si alguien quisiera retomar aquella oración "Unde et Memores". En este texto, sin embargo, no se expresaba una cierta agrupación equivalente de vocablos, sino una clara y sutil distinción: ". ..de tan bienaventurada Pasión, como también de la Resurrección de entre los muertos y también de la gloriosa Ascensión al cielo". La Pasión se conmemoraba por sí.misma y por la fuerza de la misma Misa; la Resurrección y Ascensión se presentaban añadidas, por la conexión de la fe. volver

(6) De igual modo se cambia la fuerza de la significación también en los tres nuevos "Cánones", en los que sorpresivamente se eliminan por completo el peculiar "Memento" de los muertos y la mención de los sufrimientos de las almas de los fieles difuntos [en el purgatorio. N. del T.] por las cuales siempre y universalmente se aplicaba el Sacrificio satisfactorio. volver

(7) Véase la encíclica MySTERIUM FIDEI, donde Pablo VI condena no sólo los errores del simbolismo sino también las nuevas teorías inventadas de la "transsignificación" y de la "transfinalización": ". ..o que tanto insisten. ..en el valor del signo. ..como si el simbolismo, que nadie niega existe con toda certeza en la Santísima Eucaristía, expresase y agotase toda la medida de la presencia de Cristo en este Sacramento. .. o que hablan sobre el misterio de la transubstanciación sin hacer mención alguna de la admirable conversión de toda la sustancia del pan en el cuerpo y de toda la sustancia del vino en la sangre de Cristo, según se expresa el Concilio de Trento, de tal manera que consista sólo en las que llaman "transsignificación" y "transfinalización" (A.A.S., LVll, 1965, p. 775). volver

(Cool En la encíclica "MYSTERIUM FIDEI" profusa y extensamente se refuta y condena la introducción de modos nuevos de hablar o locuciones que, aunque aparezcan en textos de los Santos Padres y de los Concilios y en documentos del Sagrado Magisterio, se los emplea en un sentido común y unívoco, sin subordinarlos a la doctrina sustancial, de la cual, pues, no pueden se:pararse (por ejemplo, "alimento espiritual", "comida espiritual", "bebida espiritual", etc.) .Pablo VI previene : "Guardada la integridad de la Fe, conviene también que se observe un apropiado modo de hablar, no sea que al usar nosotros palabras impropias, surjan falsas opiniones, ¡lo que no suceda!, sobre la Fe en cosas altísimas". Cita a SAN AGUSTÍN: "Pero nosotros conviene que hablemos según una regla cierta, para que la licencia en las palabras no genere una opinión impía incluso de las cosas que por ellas se significan" (La Ciudad de Dios, X, 23, PL 41, 300). Y continúa diciendo: "Por lo tanto, la regla de hablar, que la Iglesia introdujo en una larga elaboración de siglos y no sin la protección del Espíritu Santo, y que luego confirmó con la autoridad de los Concilios y que más de una vez fue contraseña y estandarte de la Fe ortodoxa, debe ser conservada santamente y nadie presuma cambiarla por capricho o con el pretexto de una ciencia nueva. ..De igual modo, no debe tolerarse que cualquiera pretenda derogar por propia voluntad las fórmulas con las cuales el Concilio de Trento propuso para creerlo el Misterio Eucarístico" (A.A.S., LVII, 1965, p. 758).
NOTAS

(9) Esto contradice abiertamente lo que prescribe el Concilio Vaticano II ("Sacrosanctum Concilium", nº 4Cool. volver

(10) Una sola vez (nº 259) se reconoce su función principal: "El altar, en el cual se realiza el sacrificio de la cruz presente bajo los signos sacramentales. Pero aún esto no parece ser suficiente para eliminar las ambigüedades del otro término, que, por el contrario, reaparece constantemente. volver

(11) "Separar el Tabernáculo del altar sería lo mismo que separar dos cosas que por su origen y naturaleza deben permanecer unidas" (Pío Xll ; Alocución al 18-23 Congreso Internacional Litúrgico, celebrado en Roma y Cf. Asís, 18-23 de septiembre de 1956). Véase también la encíclica "Mediator Dei", I, 5 (cfr. más adelante, nota. 2Cool. volver

(12) Rara vez se utiliza en el Novus Ordo la palabra "hostia", que es tradicional en los libros litúrgicos y que se emplea con su sentido propio de "víctima". Y esto responde perfectamente a aquella intención habitual, que en el mismo Novus Ordo procura poner en evidencia únicamente los aspectos de "Cena" y de "comida". volver

(13) Suele ocurrir que se trueque una cosa por la otra. Y de ahí que falsamente se equipare la Presencia Real Eucarística con la presencia en la palabra (nº 7; 54). Pero, sin embargo, esta otra presencia es, realidad, de una naturaleza totalmente diversa, ya que sólo existe en el uso; aquélla, en cambio, se da estable y objetivamente, incluso independientemente de todo uso o comunión sacramental. Estas fórmulas son propiamente de los protestantes: "Dios habla a su pueblo. ..Cristo por su palabra está 'presente en medio de los fieles" (nº 33; cfr. "Sacros. Conc.", nos. 33 y 7) ; lo cual hablando con propiedad, no dice nada, puesto el que la presencia de Dios en la :palabra es mediata y está conectada a un acto del espíritu ya la condición espiritual del sujeto e igualmente circunscrita en el tiempo, Este error tiene gravísimas consecuencias: en efecto, afirma o insinúa la opinión de que la Presencia Real Eucarística está conectada sólo al uso y se acaba junto con el uso. volver

(14) La «acción sacramental" instituida por Cristo es presentada en este Novus Ordo como producida cuando Cristo dio a sus Apóstoles su Cuerpo y Sangre bajo las especies del pan y del vino, "para que comieran " ; li y no en la acción misma de la doble consagración y en en la separación mística del Cuerpo y Sangre, que se produce por esa, misma consagración: en lo cual se tiene la esencia del Sacrificio Eucarístico (cfr. Pío XII, «Mediator Dei", todo el capitulo I de la segunda parte : "Del Culto Eucarístico"). volver

(15) Las palabras de la Consagración, por el modo como se insertan en el contexto del Novus Ordo pueden ser válidas por la eficacia subjetiva de la intención del ministro. Pero pueden no ser válidas, en cuanto que ya no son tales por la fuerza misma de las palabras, o más exactamente, por la virtud objetiva del modo de significar que tenían hasta ahora en la Misa. Por lo cual, los sacerdotes que en un futuro próximo no habrán sido instruidos conforme a la doctrina tradicional y quienes simplemente se fiarán del Novus Ordo con la intención de "hacer lo que hace la Iglesia", ¿consagrarán en realidad válidamente? Es licito dudar de ello. volver

(16) No se diga, según el modo de proceder de los protestantes -como nadie ignora- en su ,método crítico, que estas palabras pertenecen al mismo texto de la Sagrada Escritura. Pues la Iglesia siempre evitó el yuxtaponer estos textos, de manera de disipar toda con- fusión entre las diversas cosas y verdades que estos textos expresan. volver

(17) Contra los luteranos y calvinistas, que afirman que todos los cristianos son sacerdotes, y que, por lo tanto, ofrecen la cena, cfr. Concilio de Trento, Sesión XII canon 2. Sobre ello, dice A. TANQUEREY en "Sinopsis de teología dogmática", t. III, Desclée, 1930 : "Todos los sacerdotes y sólo ellos son, propiamente hablando, ministros secundarios del Sacrificio de la Misa. Cristo es, ciertamente, el ministro princi,pal. Los fieles sólo mediatamente, pero no en sentido estricto, ofrecen por medo de los sacerdotes". volver

(1Cool Adviértase una increíble innovación, que conmocionará espiritualmente los ánimos de los fieles. El Viernes Santo, en la Parasceve, las vestiduras sacras serán de color rojo (nº 308 b), y no negras o, al menos, violetas. Lo cual alude más bien a la conmemoración de algún santo mártir, antes que al luto de toda la Iglesia por la muerte de su divino Fundador (cfr. encíclica "Mediator Dei", 1,5; ver más adelante, nota 2Cool. volver

(19) P. ROGUET, O. P., a las Hermanas Dominicas de Betania de Plessis-Chenet. volver

(20) En ciertas versiones del Canon Romano se traduce el "lugar del refrigerio, de la luz y de la paz" como un simple estado ("beatitud, luz, paz") .¿Qué decir ahora de la omisión de toda mención explícita a la Iglesia purgante?
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luxose
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 3:47 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Sinceramente pienso que este post estaría mejor en Liturgia, además ya se ha tratado hasta el cansancio en el foro si una o la otra, el papa fue claro, las dos, una como rito extraordinario y la otra como rito ordinario. Si uno le gusta la tridentina bien por él si al otro el Novus Ordo, también bien por él, no tendría por que haber drama en eso.

El problema es para los que quieren ser más papistas que el papa y saltarse sus decisiones.

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luxose
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 3:57 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Pienso que los videos son tendenciosos y parciales, es verdad que ahí se ven muchos abusos litúrgicos, pero no todas las misas de novus ordo son así, separemos las cosa sGothic. Mira que también pueden ocurrir abusos en la misa tridentina, como en el pasado ocurrieron. Sino puedes averiguar sobre la tradición germana del Risus Paschalis en el siglo XVI.
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Berriotxoa
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 9:34 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

luxose escribió:
Pienso que los videos son tendenciosos y parciales, es verdad que ahí se ven muchos abusos litúrgicos, pero no todas las misas de novus ordo son así, separemos las cosa sGothic. Mira que también pueden ocurrir abusos en la misa tridentina, como en el pasado ocurrieron. Sino puedes averiguar sobre la tradición germana del Risus Paschalis en el siglo XVI.



Estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho luxose, me parece que tus argumentos en forma de videos lo menos que se les puede decir son tendenciosos. Además el inicio del tercer video hace una mención a Pablo VI que no me ha gustado ni un pelo, porque se le achacan a él, según mi entendimiento, los abusos liturgicos.


Que Dios os Bendiga a Todos.
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Christifer
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 11:11 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Yo también estoy de acuerdo, el último video es tendencioso ya que, si bien hay abusos en la Misa del Novus Ordo, no indica la realidad de esa Misa. Yo reconozco que estoy a favor de la Misa Tridentina, pero no a costa de desprestigiar la Misa según el Rito Latino Ordinario, aunque haya gente que lo pone en bandeja de plata Evil or Very Mad
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Todo lo que quiso saber sobre la Tumba Apostólica de Santiago el Mayor AQUÍ
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Danilo82
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 7:43 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Dentro de Novus Ordo, también encontramos esto:
http://www.youtube.com/watch?v=blM80QeuseQ
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luxose
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 8:17 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Danilo,ese video es de una misa según el ritual de san Pio V, no es el Novus Ordo.
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Micaelius
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 8:55 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Y esto:

http://es.youtube.com/watch?v=JDvcKBarzy8
http://es.youtube.com/watch?v=9EQbnGi6NCI
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Micaelius
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 9:05 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Luxose, el sacerdote dice el canon en voz alta.
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luxose
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 9:07 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Aunque creo que la explicación está demás, pero sólo para aquellos que nos leen y no saben la diferencia ahí va.

La misa del Novus Ordo es con el sacerdote de frente al altar y de frente a la asamblea, puede ser en latín o lengua vernácula. Puedes ver misas así en EWTN todos los días. O puedes ir la parroquia más cercana que tengas.

Lo que ponen en esos links es claramente la misa tridentina, no la del Novus Ordo.
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Micaelius
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 9:14 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Te equivocas Luxose:

Cita:
Respuesta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del día 25 de septiembre de 2000 (*)

Traducción del italiano de la Respuesta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a una cuestión sobre la posición del sacerdote en la celebración de la Eucaristía.

Prot. Nº 2036/00/L

Cuestión

Se ha preguntado a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos si el enunciado del nº 299 de la Institución General del Misal Romano constituye una norma según la cual, durante la liturgia eucarística, la posición del sacerdote hacia el ábside haya de considerarse excluida.
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, habiendo examinado con madurez y teniendo en cuenta los precedentes litúrgicos, responde:


Negativo y según la mente.

La mente comprende diversos elementos que hay que tener en cuenta.

Antes de nada, se debe tener presente que la palabra expedit no constituye una forma obligatoria, sino una sugerencia que se refiere tanto a la construcción del altar separado de la pared, como a la celebración cara al pueblo. La cláusula ubi possibile sit se refiere a diversos elementos, como por ejemplo, la topografía del lugar, la disponibilidad de espacio, la existencia de un altar precedente de valor artístico, la sensibilidad de la comunidad que participa en la celebración en la iglesia de que se trata, etc. Se resalta que la posición hacia la asamblea parece más conveniente en cuanto hace más fácil la comunicación (cf. Editorial de Notitiae 29 [1993] 245-249), aunque sin excluir la otra posibilidad.

Sin embargo, cualquiera que sea la posición del sacerdote celebrante, está claro que el Sacrificio Eucarístico se ofrece a Dios uno y trino, y que el sacerdote principal, Sumo y eterno, es Jesucristo, que obra a través del ministerio del sacerdote que preside visiblemente como Su instrumento. La asamblea litúrgica participa en la celebración en virtud del sacerdocio común de los fieles, que tiene necesidad del ministerio del sacerdote ordenado para que se pueda realizar la Sinaxis Eucarística. Se debe distinguir la posición física, relativa especialmente a la comunicación entre los diversos miembros de la asamblea y la orientación espiritual e interior de todos. Sería un grave error imaginar que la orientación principal de la acción sacrificial sea la comunidad. Aunque el sacerdote celebre cara al pueblo, lo cual es legítimo y a menudo aconsejable, su actitud principal debe ser siempre hacia Dios por Jesucristo, como representante de la Iglesia entera. También la Iglesia, que toma forma concreta en la asamblea que participa, está toda ella dirigida hacia Dios como primer movimiento espiritual.

A lo que parece, la tradición antigua, aunque no es unánime, era que el celebrante y la comunidad orante se dirigieran hacia oriente, punto del cual viene la luz que es Cristo. No son raras las antiguas iglesias, cuya construcción estaba «orientada» de modo que el sacerdote y el pueblo en el acto de hacer la oración pública se dirigieran hacia oriente.

Se puede pensar que cuando hubo dificultades de espacio o de otro género, el ábside idealmente representaba el oriente. Hoy la expresión hacia oriente significa a menudo hacia el ábside, y cuando se habla de cara al pueblo no se piensa en el occidente, sino hacia la comunidad presente.

En la antigua arquitectura de las iglesias, el puesto del Obispo o del sacerdote celebrante se encontraba en el centro del ábside, y, sentado, desde allí escuchaba la proclamación de las lecturas dirigido hacia la comunidad. Ahora aquel puesto presidencial no está atribuido a la persona humana del Obispo o del presbítero, ni a sus dotes intelectuales y menos aún a su personal santidad, sino a su papel de instrumento del Pontífice invisible que es el Señor Jesús.

Cuando se trata de iglesias antiguas o de gran valor artístico, es necesario, además, tener en cuenta la legislación civil en lo que se refiere a las modificaciones o reestructuraciones. Un altar portátil puede no ser siempre una solución digna.

Sería necesario no dar excesiva importancia a elementos que han sufrido cambios a través de los siglos. Lo que permanecerá siempre es el evento celebrado en la liturgia: lo cual se manifiesta mediante ritos, signos, símbolos y palabras, que expresan diversos aspectos del misterio, sin que lleguen a agotarlo, porque los trascienden. El afirmarse en una posición y absolutizarla podría convertirse en un rechazo de cualquier aspecto de la verdad que merece respecto y acogimiento.

En el Vaticano, 25 de septiembre de 2000.

Jorge A. Card. Medina Estévez
Prefecto + Francesco Pio Tamburrino
Secretario

Original en italiano en Communicationes 32/2 (2000) pp. 171-173.
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Micaelius
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MensajePublicado: Sab Dic 20, 2008 9:51 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Es más, el propio Papa Benedicto XVI ha celebrado recientemente "ad orientem" con el misal actual.

Aquí está el video. Misal actual, en italiano y "ad orientem"

http://es.youtube.com/watch?v=aGzExgJRfiA
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Danilo82
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MensajePublicado: Dom Dic 21, 2008 1:50 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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No, es que postée yo es una misa celebrada muy dignamente, según el misal actual.
Si te fijas:
- el canon en voz alta.
- la aclamación "mortem tuam anuntiamus..."
- la incensación en torno al altar completo, circundándolo, aunque creo que ya había una rúbrica sobre esto en el misal de 1962 (y seguramente se hacía así también hasta que surgieron los grandes altares con retablo).


El que los hayas confundido demuestra lo semejantes que pueden llegar a ser, claro si se siguen las rúbricas, y se mantiene una disposición más "tradicional".
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Danilo82
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MensajePublicado: Dom Dic 21, 2008 1:57 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Cita:
La misa del Novus Ordo es con el sacerdote de frente al altar y de frente a la asamblea, puede ser en latín o lengua vernácula. Puedes ver misas así en EWTN todos los días. O puedes ir la parroquia más cercana que tengas.


En EWTN incluso se han transmitido misas novus ordo ad orientem (recuerdo hace algunos años). No es la postura ad orientem o versus populum una característica que distinga ambas formas del RR.

Yo diría que el distintivo es el canon en voz alta, y la posibilidad de usar otras plegarias eucarísticas que no sean el canon romano.
La aclamación "mortem tuam anuntiamus domine..." después de "mysterium fidei" (este útlimo además, en el rito tridentino, se dice inserto en las palabras de consagración del caliz y no después).
Quizás también el padre nuestro cantado por sacerdote y la asamblea, y no por el sacerdote solo, al que la asamblea contesta: sed libera nos a malo.
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altxor
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MensajePublicado: Dom Dic 21, 2008 6:43 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Yo lo del incienso.......lo odio, la verdad.


Tengo alergia al polvo y por definición, a todo lo que expulse humo. Da igual que sea sacro o profano. Me pongo a gotear por la nariz que parece una fuente.

Por lo cual, a mi, las misas, cuanto menos humo, mejor
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Gaudeamus
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MensajePublicado: Jue Ene 08, 2009 11:05 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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luxose escribió:
Aunque creo que la explicación está demás, pero sólo para aquellos que nos leen y no saben la diferencia ahí va.

La misa del Novus Ordo es con el sacerdote de frente al altar y de frente a la asamblea, puede ser en latín o lengua vernácula. Puedes ver misas así en EWTN todos los días. O puedes ir la parroquia más cercana que tengas.

Lo que ponen en esos links es claramente la misa tridentina, no la del Novus Ordo.



Hola Luxose,

Si te molestás en cotejar los textos de ambos ritos, te darías cuenta rápidamente de que eso es Novus ordo.

Si bien en el Novus ordo se ha extendido al 99.99% el "Cara al pueblo", ya se ha repetido hasta el hartazgo que la forma "Coram Deo" nunca fue suprimida. Es más, no existe en los documentos conciliares ningún texto que hable sobre un cambio de posición del sacerdote en el altar.

Sin embargo, debo admitir que es la primera vez que veo un video en You tube de Novus ordo Coram Deo. También vi por Internet al Papa en la fiesta del Bautismo del Señor 2008, y en pocos días lo veremos nuevamente, celebrar nuevo rito "de espaldas al pueblo" (sólo la liturgia eucaristica...) en la Capilla Sixtina.

Saludos cordiales,
Omar
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NANDO
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MensajePublicado: Vie Ene 09, 2009 12:28 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Tengo entendido que la misa Tridentina también se puede dar de frente a los fieles, como salen en los Videos del Padre Pió, dando misa.

Yo he participado en ritos ordinarios en donde el padre la da de espalda a los fieles. Según lo que me han dicho es la forma mas fiel al Concilio Vaticano 2
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Lumen
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MensajePublicado: Vie Ene 09, 2009 2:44 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Yo soy un asiduo del Rito Tridentino y de la Misa en Latín, a mi parecer la Misa de San Pío V, que es tan válida como las otras que se dan (sin abusos litúrgicos claro), da una sensación de mucho más recogimiento y espiritualidad, y que además nunca fallan porque los sacerdotes que ofician esas misas son doctrinalmente hablando muy buenos, y siguen todo tal y como está dicho por al Iglesia. Por otro lado es más larga y tiene una serie de fórmulas que también muestran mucho mejor la cara de la Fe.

Por otro lado lo de las pseudomisas cada vez más abundantes me parece que se debería cortar ya de raíz, porque no hace más de desvirtuar a la Iglesia, destruir su espiritualidad y su sentido... gracias a Dios este Papa está encaminándolo todo bien.

Un saludo en Cristo. Wink Wink
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AQUITANO
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MensajePublicado: Sab Ene 10, 2009 1:18 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Hermanos:

Por favor indiquen de donde sale la información.
Ghotic: Te cuesta poco agregar

http://ar.geocities.com/misa_tridentina/brevexamen.html

a tu aporte.

Ya que estás en Rosario, en Dorrego o Moreno, (la que va hacia el sur) casi san Luis hay una Iglesia de un rito distinto. Te recomiendo sinceramente que vayas. Seguramente el idioma te será ajeno, y lo mismo el rito. Coméntame como te fue.

Eres joven, y por tu blog, y tus comentarios, además de tus frecuentes preguntas al foro, no evidencias tener muy claro aspectos de la doctrina pues si fuera sí ... ¿porque preguntarías?.
Hoy opinas sobre ritos donde los teólogos católicos e inclusive la jerarquía, no están muy de acuerdo que digamos.
La primera condición que debe primar en un católico es la humildad y la obediencia a lo normado.
Y la misa no "la que me gusta", es la que laICAR aprueba
La humildad para entender el Mensaje y la obediencia como consecuencia de la primera. Cristo solo mora en un corazón humilde.
Creo que tu problema como el de muchos es la discusión estéril horizontal, entre fieles. Si deseas hacer llegar críticas hay que hacerlo conforme el catecismo de la Iglesia y que el Obispo disponga de la solicitud. De lo contrario seguimos insistiendo en temas que han sido zanjados por el Papa y que solo complacen a quienes les gusta el escándalo o quieren demostrar sus conocimientos. Van a misa pero en lugar de participar se ocupan de los detalles.
Si un fiel no puede participar en una u otra y sentirse pleno de Cristo, que busque en su interior la respuesta, no en el rito, pues Cristo está presente y parece que muchos no lo advierten.
Cristo preside y está presente cada vez que nos reunimos en Su nombre.
En Su presencia se permiten criticas. Eso es abuso de los fieles.

Los abusos litúrgicos son otra cosa. Tambien es obligatorio hacer la queja al Obispo.
Obligatorio, Obligatorio!!!!!.

Dispongamos el corazón para recibir a Cristo en todos los ritos aprobados por la Iglesia, y si encontramos a Cristo en otros ritos no aprobados, aceptemos la pena de no estar en comunión con la ICAR.

Me crié en la tridentina a la que amo, y participo de la actual con el corazón en el mismo lugar (valga la aclaración)

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NANDO
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MensajePublicado: Dom Ene 11, 2009 11:49 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Ghotic: si usted tiene dudas, le aconsejo esta regla de San Vicente de Lerins
REGLA PARA DISTINGUIR
LA VERDAD CATÓLICA DEL ERROR
2. Habiendo interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a numerosísimas personas, sobresalientes en santidad y en doctrina, sobre cómo poder distinguir por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe católica de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la ley divina ante todo, y con la tradición de la Iglesia Católica».
Sin embargo, alguno podría objetar: Puesto que el Canon* de las Escrituras es de por sí más que suficientemente perfecto para todo, ¿qué necesidad hay de que se le añada la autoridad de la interpretación de la Iglesia?
Precisamente porque la Escritura, a causa de su misma sublimidad, no es entendida por todos de modo idéntico y universal. De hecho, las mismas palabras son interpretadas de manera diferente por unos y por otros. Se podría decir que tantas son las interpretaciones como los lectores. Vemos, por ejemplo, que Novaciano* explica la Escritura de un modo, Sabelio* de otro, Donato*, Eunomio*, Macedonio*, de otro; y de manera diversa la interpretan Fotino*, Apolinar*, Prisciliano*, Joviniano*, Pelagio*, Celestio* y, en nuestros días, Nestorio* .
Es pues, sumamente necesario, ante las múltiples y enrevesadas tortuosidades del error, que la interpretación de los Profetas y de los Apóstoles se haga siguiendo la pauta del sentir católico.
En la Iglesia Católica hay que poner el mayor cuidado para mantener lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos. Esto es lo verdadera y propiamente católico, según la idea de universalidad que se encierra en la misma etimología de la palabra. Pero esto se conseguirá si nosotros seguimos la universalidad, la antigüedad, el consenso general. Seguiremos la universalidad, si confesamos como verdadera y única fe la que la Iglesia entera profesa en todo el mundo; la antigüedad, si no nos separamos de ninguna forma de los sentimientos que notoriamente proclamaron nuestros santos predecesores y padres; el consenso general, por último, si, en esta misma antigüedad, abrazamos las definiciones y las doctrinas de todos, o de casi todos, los Obispos y Maestros.
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AQUITANO
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MensajePublicado: Dom Ene 11, 2009 9:31 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Ghotic:

Si vas a leer a San Vicente, lee sobre el catolicismo de la Iglesia Anglicana, la cual lo tiene por uno de sus pilares. Son textos algunos de ellos que se consideran difamatorios de San Agustín. El sínodo de Orange ya se expidió a favor en el siglo VI si mal no recuerdo sobre esta discusión sobre el semipelagionismo de San Vicente, que por otro lado fue un monje de gran santidad y querido por la Iglesia, a la que dedicó toda su vida. Sus escritos tienen los errores de la época, pero están suficientemente aclarados para que se pueda leer su obra y analizar la crítica.
Investiga en Internet y verás quienes utilizan el Conmoritorio para su beneficio. Diferencia los mensajes. Lee el perfil de cada uno de los foristas y analiza sus respuestas a la luz de los documentos de la Iglesia.
Internet es una plataforma para desenmascarar algunas posturas.
No tengo especial encono contra nuestros hermanos cismáticos, pero ya la ICAR se expidió al respecto.
Personalmente, si me inclinara a una de esas posturas, tanto modernistas o fixistas, lo haría sin ocultarla y la defendería a capa y espada, pero siempre le aclararía a un forista que me escucha de donde sale y a que carisma u orientación pertenezco. Y si por casualidad no es de la ICAR me iría a apologética a discutir sanamente.


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MensajePublicado: Dom Ene 11, 2009 9:50 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Para más datos:

San Vicente de Lérins

Escritor eclesiástico del sur de la Galia del siglo V; se celebra el 24 de mayo.

Su obra es más conocida que su vida. Casi todo lo que sabemos de él está recogido en “De viris illustribus” (lxiv) de Genadio. Ingresó en el monasterio de Lérins (llamada hoy Isla de San Honorato), donde, bajo el pseudónimo de Peregrino, escribió su “Commonitorio" (434). Murió antes del 450, probablemente poco después del 434. San Eucherio de Lyon habla de él como de un hombre santo, reputado por su elocuencia y sabiduría. No hay pruebas evidentes que identifiquen a Vicente con Mario Mercator, pero sí es probable, si no cierto, que Vicente sea el autor contra el que Próspero, el amigo de San Agustín, dirige sus "Responsiones ad capitula objectionum Vincentianarum", ya que Vicente era semipelagiano, y por ello, contrario a la doctrina de San Agustín.

Hoy se considera que [Vicente] empleó contra San Agustín su principio básico: “debe considerarse como cierto aquello que ha sido creído por todos, siempre y en todas partes”. Dado que vivía en un lugar profundamente influido por el semipelagianismo, los escritos de Vicente muestran varios puntos doctrinales cercanos a Casiano y a Fausto de Riez, que se convirtió en abad de Lérins en la época en la que Vicente escribió el "Commonitorio", y usan expresiones técnicas muy parecidas a las empleadas por los semipelagianos contra Agustín; pero, como observa Benedicto XIV, eso ocurrió antes de que la Iglesia decidiese la controversia.

El “Commonitorio” es la única obra de Vicente que se ha conservado cuya autoría se le atribuye con certeza. Las “Objetiones Vicentianae” sólo las conocemos a través de la refutación de Próspero. Parece probable que colaborara —o al menos las inspirara— en las “Objetiones Gallorum”, contra las que Próspero también escribe en su libro.

La obra contra Potino, Apolinar, Nestorio, etc, que pretendía emprender (Commonitorio, xvi), si alguna vez la llegó a escribir, no ha llegado a nuestros días. El “Commonitorio”, escrito por su autor como un libro de apuntes que le sirviera de recordatorio, ayuda y guía en la fe siguiendo la tradición de los Padres, comprendía dos “commonitoria” diferentes, de los cuales el segundo no se conserva, salvo por el pequeño resumen que aparece al final del primero, hecho por el propio autor, que se queja de que alguien se lo ha robado. Ni Genadio, que escribió hacia los años 467-80, ni ninguno de los manuscritos que hoy conocemos han permitido hallar ninguna otra huella de él.

Es difícil determinar exactamente en qué se diferenciaba el segundo “commonitorium” del primero. En el que se ha conservado desarrolla (capítulos i-ii) una regla práctica para distinguir la herejía de la verdadera doctrina: básicamente la Sagrada Escritura, y, si ello no bastara, la tradición de la Iglesia Católica. Aquí se halla el famoso principio que fue fuente de tanta controversia durante el Concilio Vaticano II: "Magnopere curandum est ut id teneatur quod ubique, quod semper, quod ab omnibus creditum est". Cuando alguna nueva doctrina surja en el seno de la Iglesia —donatismo, por ejemplo— habrá que adherirse con firmeza a la creencia de la Iglesia Universal; y suponiendo que la nueva doctrina fuera de tal naturaleza que llegara a contaminarla casi por completo, como ocurrió con el arrianismo, habrá que aferrarse a la doctrina de más antigüedad; si incluso en ella hallamos algún error, sostendremos lo establecido por los Concilios generales, o en su defecto, lo aprobado por aquellos que en diferentes épocas y lugares se mantuvieron siempre firmes en la unanimidad de la fe católica (iii-iv).

Estos principios han sido aplicados por San Ambrosio y los mártires en la lucha contra donatistas y arrianos, y por San Esteban, que luchó contra el rebautismo; también los hallamos en San Pablo (viii-ix). Si Dios permite que nuevas doctrinas heréticas o desviadas sean enseñadas por hombres distinguidos como Tertuliano, Orígenes, Nestorio, Apolinar, etc. (x-xix), no es sino para ponernos a prueba. El católico no admite ninguna de estas novedosas doctrinas, como vemos en I Tim., vi, 20-21 (xx-xxii, xxiv). Sin por ello negar toda oportunidad de progresar en la fe, sino antes bien para que ésta crezca como e grano y la semilla o en el mismo sentido y en el mismo pensamiento, “eodem sensu ac sententia”, aquí es donde viene el conocido pasaje sobre el desarrollo dogmático: "crescat igitur. . ." (xxiii). El hecho de que los herejes usen la Biblia lo les libra en absoluto de ser herejes, ya que la usan para un mal fin, que les hace merecedores del demonio (xxv-xxvi). El católico interpreta las Escrituras según las reglas arriba enumeradas (xxvii-xxviii). A continuación concluye con una recapitulación de todo el "Commonitorium" (xxix-xxx).
Todo esto, escrito en un estilo literario, plagado de expresiones clásicas, pero con una línea de desarrollo discursivo fácil y hasta familiar, con digresiones a cual más comunicativa que se multiplican una tras otra. Las dos ideas clave que más llaman la atención de todo el libro son la que concierne a la fidelidad a la tradición (iii y xxix) y al progreso de la doctrina católica (xxiii). La primera, llamada a menudo el canon de Vicente de Lérins -que Newman consideraba más adecuado para determinar lo que no es que lo que es Doctrina católica- ha sido a menudo objeto de controversias. Según su autor, este principio debería decidir el valor de un nuevo punto doctrinal antes de que la Iglesia emita su juicio sobre él. Vicente lo propone como medio para poner a prueba las novedades que puedan surgir respecto a un punto doctrinal. Este canon ha sido interpretado de diferentes maneras; algunos autores creen que su verdadero significado no es el que Vicente pretendía cuando lo usó contra las ideas de Agustín. No puede negarse que, a pesar de lo lúcido de su formulación, la explicación del principio y su aplicación a hechos históricos no siempre es fácil; incluso teólogos como de San y Franzelin, cuyos puntos de vista suelen coincidir, están en desacuerdo en esto. Vicente muestra claramente que su principio debe ser entendido en un sentido relativo y disyuntivo, y no de una manera absoluta uniendo los tres principios en uno: “ubique, semper, ab omnibus”; antigüedad no debe entenderse en sentido relativo, sino en el sentido de un relativo consenso de la antigüedad. Cuando habla de las creencias generalmente admitidas es más difícil establecer si se refiere a creencias implícita o explícitamente admitidas; para las segundas, el canon es verdadero y aplicable en ambos sentidos: afirmativo (lo que es católico) y negativo o exclusivo (lo que no es católico); para las primeras, el canon es verdadero y aplicable en sentido afirmativo, pero ¿puede decirse lo mismo en su sentido negativo o exclusivo sin poner a Vicente en contradicción con todo lo que él mismo afirma sobre el progreso de la doctrina revelada?

El "Commonitorium" ha sido abundantemente traducido y publicado. Señalaremos aquí la primera edición de Sichardus, de 1528, y las de Baluze (1663, 1669, 1684, París), de las cuales la mejor es la última, que aúna el contenido de los cuatro manuscritos que se conservan. Éstos fueron usados también para la edición de Rauchsen en su nueva y cuidada selección ("Florilegium patristicum", V, Bonn, 1906). De uso académico son las de Julicher (Friburgo, 1895) y Hurter (Innsbruck, 1880, "SS. Patrum opuscula selecta", IX), con útiles notas.

BARDENHEWER-SHAHAN, Patrology (St. Louis, 1908), 520-2; Kiln, Patrologie, II (1908), 371-5; KOCH, Vincent von Lérins und Gennadius in Texte und Untersuchungen, XXXI, 2 (1907); BUNETIERE, and DE LABRIOLLE, S. Vincent de Lérins; La pensee chretienne (Paris, 1906).

J. DE GHELLINCK
Transcrito por Barbara Jane Barrett
Traducido por Alejandra G. Bonilla





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Copyright © 1907 by Robert Appleton Company
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AQUITANO
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MensajePublicado: Dom Ene 11, 2009 9:54 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Otra:

http://sanjosedeanapra.galeon.com/

Aquí podemos ver que uno de los pilares de la Iglesia Anglicana es San Vicente.

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MensajePublicado: Dom Ene 11, 2009 10:27 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Ghotic: también le recomiendo encíclica Pascendi Domenici gregis, con esta y el anterior, le va a quedara claro todo.-
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MensajePublicado: Lun Ene 12, 2009 11:32 am    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Ghotic:

Antes de leer lo que te recomiendan, hazlo con el catecismo, los libros del Concilio y las encíclicas actuales, pues no hay quienes niegan el magisterio y de la tradición toman lo que hace a su orientación.

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MensajePublicado: Mar Ene 13, 2009 8:29 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Ghotic: hágame caso mijo, lo que le recomiendo es de el último papa Santo y el otro también Santo y Padre de la Iglesia.
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Pablo Torres
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 4:19 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Quien desconoce el Magisterio vivo de la Iglesia, no está en comunión con ella. Bendiciones.
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AQUITANO
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 10:45 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Un aporte del Papa para clarificar algunos conceptos:

CARTA DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS QUE ACOMPAÑA LA
CARTA APOSTÓLICA "MOTU PROPRIO DATA"
SUMMORUM PONTIFICUM
SOBRE EL USO DE LA LITURGIA ROMANA
ANTERIOR A LA REFORMA EFECTUADA EN 1970



Queridos Hermanos en el Episcopado:

Con gran confianza y esperanza pongo en vuestras manos de Pastores el texto de una nueva Carta Apostólica “Motu Proprio data” sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma efectuada en 1970. El documento es fruto de largas reflexiones, múltiples consultas y de oración.

Noticias y juicios hechos sin información suficiente han creado no poca confusión. Se han dado reacciones muy divergentes, que van desde una aceptación con alegría a una oposición dura, a un proyecto cuyo contenido en realidad no se conocía.

A este documento se contraponían más directamente dos temores, que quisiera afrontar un poco más de cerca en esta carta.

En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la Autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales – la reforma litúrgica – se ponga en duda. Este temor es infundado. Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarística. La última redacción del Missale Romanum, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. Non es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran “dos Ritos”. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito.
Por lo que se refiere al uso del Misal de 1962, como Forma extraordinaria de la Liturgia de la Misa, quisiera llamar la atención sobre el hecho de que este Misal no ha sido nunca jurídicamente abrogado y, por consiguiente, en principio, ha quedado siempre permitido. En el momento de la introducción del nuevo Misal, no pareció necesario emitir normas propias para el posible uso del Misal anterior. Probablemente se supuso que se trataría de pocos casos singulares que podrían resolverse, caso por caso, en cada lugar. Después, en cambio, se demostró pronto que no pocos permanecían fuertemente ligados a este uso del Rito romano que, desde la infancia, se les había hecho familiar. Esto sucedió, sobre todo, en los Países en los que el movimiento litúrgico había dado a muchas personas una notable formación litúrgica y una profunda e íntima familiaridad con la Forma anterior de la Celebración litúrgica. Todos sabemos que, en el movimiento guiado por el Arzobispo Lefebvre, la fidelidad al Misal antiguo llegó a ser un signo distintivo externo; pero las razones de la ruptura que de aquí nacía se encontraban más en profundidad. Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma, querida para ellos, de la sagrada Liturgia. Esto sucedió sobre todo porque en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad, lo cual llevó a menudo a deformaciones de la Liturgia al límite de lo soportable. Hablo por experiencia porque he vivido también yo aquel periodo con todas sus expectativas y confusiones. Y he visto hasta qué punto han sido profundamente heridas por las deformaciones arbitrarias de la Liturgia personas que estaban totalmente radicadas en la fe de la Iglesia.

El Papa Juan Pablo II se vio por tanto obligado a ofrecer con el Motu Proprio “Ecclesia Dei” del 2 de julio de 1988, un cuadro normativo para el uso del Misal de 1962, pero que no contenía prescripciones detalladas sino que apelaba, en modo más general, a la generosidad de los Obispos respecto a las “justas aspiraciones” de aquellos fieles que pedían este uso del Rito romano. En aquel momento el Papa quería ayudar de este modo sobre todo a la Fraternidad San Pío X a reencontrar la plena unidad con el Sucesor de Pedro, intentando curar una herida que era sentida cada vez con más dolor. Por desgracia esta reconciliación hasta ahora no se ha logrado; sin embargo una serie de comunidades han utilizado con gratitud las posibilidades de este Motu Proprio. Permanece difícil, en cambio, la cuestión del uso del Misal de 1962 fuera de estos grupos, para los cuales faltaban normas jurídicas precisas, sobre todo porque a menudo los Obispos en estos casos temían que la autoridad del Concilio fuera puesta en duda. Enseguida después del Concilio Vaticano II se podía suponer que la petición del uso del Misal de 1962 se limitaría a la generación más anciana que había crecido con él, pero desde entonces se ha visto claramente que también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía. Así ha surgido la necesidad de un reglamento jurídico más claro que, en tiempos del Motu Proprio de 1988 no era previsible; estas Normas pretenden también liberar a los Obispos de tener que valorar siempre de nuevo cómo responder a las diversas situaciones.

En segundo lugar, en las discusiones sobre el esperado Motu Proprio, se expresó el temor de que una más amplia posibilidad de uso del Misal de 1962 podría llevar a desórdenes e incluso a divisiones en las comunidades parroquiales. Tampoco este temor me parece realmente fundado. El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo. Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles.

Es verdad que no faltan exageraciones y algunas veces aspectos sociales indebidamente vinculados a la actitud de los fieles que siguen la antigua tradición litúrgica latina. Vuestra caridad y prudencia pastoral serán estímulo y guía para un perfeccionamiento. Por lo demás, las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente: en el Misal antiguo se podrán y deberán inserir nuevos santos y algunos de los nuevos prefacios. La Comisión “Ecclesia Dei”, en contacto con los diversos entes locales dedicados al usus antiquior, estudiará las posibilidades prácticas. En la celebración de la Misa según el Misal de Pablo VI se podrá manifestar, en un modo más intenso de cuanto se ha hecho a menudo hasta ahora, aquella sacralidad que atrae a muchos hacia el uso antiguo. La garantía más segura para que el Misal de Pablo VI pueda unir a las comunidades parroquiales y sea amado por ellas consiste en celebrar con gran reverencia de acuerdo con las prescripciones; esto hace visible la riqueza espiritual y la profundidad teológica de este Misal.

De este modo he llegado a la razón positiva que me ha motivado a poner al día mediante este Motu Proprio el de 1988. Se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia. Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse. Esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo. Me viene a la mente una frase de la segunda carta a los Corintios donde Pablo escribe: “Corintios, os hemos hablado con toda franqueza; nuestro corazón se ha abierto de par en par. No está cerrado nuestro corazón para vosotros; los vuestros sí que lo están para nosotros. Correspondednos; ... abríos también vosotros” (2 Cor 6,11-13). Pablo lo dice ciertamente en otro contexto, pero su invitación puede y debe tocarnos a nosotros, justamente en este tema. Abramos generosamente nuestro corazón y dejemos entrar todo a lo que la fe misma ofrece espacio.

No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum. En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto. Obviamente para vivir la plena comunión tampoco los sacerdotes de las Comunidades que siguen el uso antiguo pueden, en principio, excluir la celebración según los libros nuevos. En efecto, no sería coherente con el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.

En conclusión, queridos Hermanos, quiero de todo corazón subrayar que estas nuevas normas no disminuyen de ningún modo vuestra autoridad y responsabilidad ni sobre la liturgia, ni sobre la pastoral de vuestros fieles. Cada Obispo, en efecto es el moderador de la liturgia en la propia diócesis (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 22: “Sacrae Liturgiae moderatio ab Ecclessiae auctoritate unice pendet quae quidem est apud Apostolicam Sedem et, ad normam iuris, apud Episcoporum”).

Por tanto, no se quita nada a la autoridad del Obispo cuyo papel será siempre el de vigilar para que todo se desarrolle con paz y serenidad. Si surgiera algún problema que el párroco no pueda resolver, el Ordinario local podrá siempre intervenir, pero en total armonía con cuanto establecido por las nuevas normas del Motu Proprio.

Además os invito, queridos Hermanos, a escribir a la Santa Sede un informe sobre vuestras experiencias tres años después de que entre en vigor este Motu Proprio. Si vinieran a la luz dificultades serias se buscarían vías para encontrar el remedio.

Queridos Hermanos, con ánimo agradecido y confiado, confío a vuestro corazón de Pastores estas páginas y las normas del Motu Prorpio. Recordemos siempre las palabras que el Apóstol Pablo dirigió a los presbíteros de Efeso “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo” (Hechos 20,2Cool.

Confío a la potente intercesión de María, Madre de la Iglesia, estas nuevas normas e imparto de corazón mi Bendición Apostólica a Vosotros, queridos Hermanos, a los párrocos de vuestras diócesis y a todos los sacerdotes, vuestros colaboradores, así como a todos vuestros fieles.

Dado en San Pedro, el 7 de Julio 2007.



BENEDICTUS PP. XVI



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AQUITANO
Constante


Registrado: 20 Feb 2008
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Ubicación: Rep. Argentina

MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 10:46 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
Responder citando

Un aporte del Papa para clarificar algunos conceptos:

CARTA DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS QUE ACOMPAÑA LA
CARTA APOSTÓLICA "MOTU PROPRIO DATA"
SUMMORUM PONTIFICUM
SOBRE EL USO DE LA LITURGIA ROMANA
ANTERIOR A LA REFORMA EFECTUADA EN 1970



Queridos Hermanos en el Episcopado:

Con gran confianza y esperanza pongo en vuestras manos de Pastores el texto de una nueva Carta Apostólica “Motu Proprio data” sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma efectuada en 1970. El documento es fruto de largas reflexiones, múltiples consultas y de oración.

Noticias y juicios hechos sin información suficiente han creado no poca confusión. Se han dado reacciones muy divergentes, que van desde una aceptación con alegría a una oposición dura, a un proyecto cuyo contenido en realidad no se conocía.

A este documento se contraponían más directamente dos temores, que quisiera afrontar un poco más de cerca en esta carta.

En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la Autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales – la reforma litúrgica – se ponga en duda. Este temor es infundado. Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarística. La última redacción del Missale Romanum, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. Non es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran “dos Ritos”. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito.
Por lo que se refiere al uso del Misal de 1962, como Forma extraordinaria de la Liturgia de la Misa, quisiera llamar la atención sobre el hecho de que este Misal no ha sido nunca jurídicamente abrogado y, por consiguiente, en principio, ha quedado siempre permitido. En el momento de la introducción del nuevo Misal, no pareció necesario emitir normas propias para el posible uso del Misal anterior. Probablemente se supuso que se trataría de pocos casos singulares que podrían resolverse, caso por caso, en cada lugar. Después, en cambio, se demostró pronto que no pocos permanecían fuertemente ligados a este uso del Rito romano que, desde la infancia, se les había hecho familiar. Esto sucedió, sobre todo, en los Países en los que el movimiento litúrgico había dado a muchas personas una notable formación litúrgica y una profunda e íntima familiaridad con la Forma anterior de la Celebración litúrgica. Todos sabemos que, en el movimiento guiado por el Arzobispo Lefebvre, la fidelidad al Misal antiguo llegó a ser un signo distintivo externo; pero las razones de la ruptura que de aquí nacía se encontraban más en profundidad. Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma, querida para ellos, de la sagrada Liturgia. Esto sucedió sobre todo porque en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad, lo cual llevó a menudo a deformaciones de la Liturgia al límite de lo soportable. Hablo por experiencia porque he vivido también yo aquel periodo con todas sus expectativas y confusiones. Y he visto hasta qué punto han sido profundamente heridas por las deformaciones arbitrarias de la Liturgia personas que estaban totalmente radicadas en la fe de la Iglesia.

El Papa Juan Pablo II se vio por tanto obligado a ofrecer con el Motu Proprio “Ecclesia Dei” del 2 de julio de 1988, un cuadro normativo para el uso del Misal de 1962, pero que no contenía prescripciones detalladas sino que apelaba, en modo más general, a la generosidad de los Obispos respecto a las “justas aspiraciones” de aquellos fieles que pedían este uso del Rito romano. En aquel momento el Papa quería ayudar de este modo sobre todo a la Fraternidad San Pío X a reencontrar la plena unidad con el Sucesor de Pedro, intentando curar una herida que era sentida cada vez con más dolor. Por desgracia esta reconciliación hasta ahora no se ha logrado; sin embargo una serie de comunidades han utilizado con gratitud las posibilidades de este Motu Proprio. Permanece difícil, en cambio, la cuestión del uso del Misal de 1962 fuera de estos grupos, para los cuales faltaban normas jurídicas precisas, sobre todo porque a menudo los Obispos en estos casos temían que la autoridad del Concilio fuera puesta en duda. Enseguida después del Concilio Vaticano II se podía suponer que la petición del uso del Misal de 1962 se limitaría a la generación más anciana que había crecido con él, pero desde entonces se ha visto claramente que también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía. Así ha surgido la necesidad de un reglamento jurídico más claro que, en tiempos del Motu Proprio de 1988 no era previsible; estas Normas pretenden también liberar a los Obispos de tener que valorar siempre de nuevo cómo responder a las diversas situaciones.

En segundo lugar, en las discusiones sobre el esperado Motu Proprio, se expresó el temor de que una más amplia posibilidad de uso del Misal de 1962 podría llevar a desórdenes e incluso a divisiones en las comunidades parroquiales. Tampoco este temor me parece realmente fundado. El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo. Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles.

Es verdad que no faltan exageraciones y algunas veces aspectos sociales indebidamente vinculados a la actitud de los fieles que siguen la antigua tradición litúrgica latina. Vuestra caridad y prudencia pastoral serán estímulo y guía para un perfeccionamiento. Por lo demás, las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente: en el Misal antiguo se podrán y deberán inserir nuevos santos y algunos de los nuevos prefacios. La Comisión “Ecclesia Dei”, en contacto con los diversos entes locales dedicados al usus antiquior, estudiará las posibilidades prácticas. En la celebración de la Misa según el Misal de Pablo VI se podrá manifestar, en un modo más intenso de cuanto se ha hecho a menudo hasta ahora, aquella sacralidad que atrae a muchos hacia el uso antiguo. La garantía más segura para que el Misal de Pablo VI pueda unir a las comunidades parroquiales y sea amado por ellas consiste en celebrar con gran reverencia de acuerdo con las prescripciones; esto hace visible la riqueza espiritual y la profundidad teológica de este Misal.

De este modo he llegado a la razón positiva que me ha motivado a poner al día mediante este Motu Proprio el de 1988. Se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia. Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse. Esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo. Me viene a la mente una frase de la segunda carta a los Corintios donde Pablo escribe: “Corintios, os hemos hablado con toda franqueza; nuestro corazón se ha abierto de par en par. No está cerrado nuestro corazón para vosotros; los vuestros sí que lo están para nosotros. Correspondednos; ... abríos también vosotros” (2 Cor 6,11-13). Pablo lo dice ciertamente en otro contexto, pero su invitación puede y debe tocarnos a nosotros, justamente en este tema. Abramos generosamente nuestro corazón y dejemos entrar todo a lo que la fe misma ofrece espacio.

No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum. En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto. Obviamente para vivir la plena comunión tampoco los sacerdotes de las Comunidades que siguen el uso antiguo pueden, en principio, excluir la celebración según los libros nuevos. En efecto, no sería coherente con el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.

En conclusión, queridos Hermanos, quiero de todo corazón subrayar que estas nuevas normas no disminuyen de ningún modo vuestra autoridad y responsabilidad ni sobre la liturgia, ni sobre la pastoral de vuestros fieles. Cada Obispo, en efecto es el moderador de la liturgia en la propia diócesis (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 22: “Sacrae Liturgiae moderatio ab Ecclessiae auctoritate unice pendet quae quidem est apud Apostolicam Sedem et, ad normam iuris, apud Episcoporum”).

Por tanto, no se quita nada a la autoridad del Obispo cuyo papel será siempre el de vigilar para que todo se desarrolle con paz y serenidad. Si surgiera algún problema que el párroco no pueda resolver, el Ordinario local podrá siempre intervenir, pero en total armonía con cuanto establecido por las nuevas normas del Motu Proprio.

Además os invito, queridos Hermanos, a escribir a la Santa Sede un informe sobre vuestras experiencias tres años después de que entre en vigor este Motu Proprio. Si vinieran a la luz dificultades serias se buscarían vías para encontrar el remedio.

Queridos Hermanos, con ánimo agradecido y confiado, confío a vuestro corazón de Pastores estas páginas y las normas del Motu Prorpio. Recordemos siempre las palabras que el Apóstol Pablo dirigió a los presbíteros de Efeso “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo” (Hechos 20,2Cool.

Confío a la potente intercesión de María, Madre de la Iglesia, estas nuevas normas e imparto de corazón mi Bendición Apostólica a Vosotros, queridos Hermanos, a los párrocos de vuestras diócesis y a todos los sacerdotes, vuestros colaboradores, así como a todos vuestros fieles.

Dado en San Pedro, el 7 de Julio 2007.



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AQUITANO
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MensajePublicado: Mie Ene 14, 2009 10:46 pm    Asunto:
Tema: Missale Romanum Vs Novus Ordo Missae
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Un aporte del Papa para clarificar algunos conceptos:

CARTA DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS QUE ACOMPAÑA LA
CARTA APOSTÓLICA "MOTU PROPRIO DATA"
SUMMORUM PONTIFICUM
SOBRE EL USO DE LA LITURGIA ROMANA
ANTERIOR A LA REFORMA EFECTUADA EN 1970



Queridos Hermanos en el Episcopado:

Con gran confianza y esperanza pongo en vuestras manos de Pastores el texto de una nueva Carta Apostólica “Motu Proprio data” sobre el uso de la liturgia romana anterior a la reforma efectuada en 1970. El documento es fruto de largas reflexiones, múltiples consultas y de oración.

Noticias y juicios hechos sin información suficiente han creado no poca confusión. Se han dado reacciones muy divergentes, que van desde una aceptación con alegría a una oposición dura, a un proyecto cuyo contenido en realidad no se conocía.

A este documento se contraponían más directamente dos temores, que quisiera afrontar un poco más de cerca en esta carta.

En primer lugar existe el temor de que se menoscabe la Autoridad del Concilio Vaticano II y de que una de sus decisiones esenciales – la reforma litúrgica – se ponga en duda. Este temor es infundado. Al respecto, es necesario afirmar en primer lugar que el Misal, publicado por Pablo VI y reeditado después en dos ediciones sucesivas por Juan Pablo II, obviamente es y permanece la Forma normal – la Forma ordinaria – de la Liturgia Eucarística. La última redacción del Missale Romanum, anterior al Concilio, que fue publicada con la autoridad del Papa Juan XXIII en 1962 y utilizada durante el Concilio, podrá, en cambio, ser utilizada como Forma extraordinaria de la Celebración litúrgica. Non es apropiado hablar de estas dos redacciones del Misal Romano como si fueran “dos Ritos”. Se trata, más bien, de un doble uso del mismo y único Rito.
Por lo que se refiere al uso del Misal de 1962, como Forma extraordinaria de la Liturgia de la Misa, quisiera llamar la atención sobre el hecho de que este Misal no ha sido nunca jurídicamente abrogado y, por consiguiente, en principio, ha quedado siempre permitido. En el momento de la introducción del nuevo Misal, no pareció necesario emitir normas propias para el posible uso del Misal anterior. Probablemente se supuso que se trataría de pocos casos singulares que podrían resolverse, caso por caso, en cada lugar. Después, en cambio, se demostró pronto que no pocos permanecían fuertemente ligados a este uso del Rito romano que, desde la infancia, se les había hecho familiar. Esto sucedió, sobre todo, en los Países en los que el movimiento litúrgico había dado a muchas personas una notable formación litúrgica y una profunda e íntima familiaridad con la Forma anterior de la Celebración litúrgica. Todos sabemos que, en el movimiento guiado por el Arzobispo Lefebvre, la fidelidad al Misal antiguo llegó a ser un signo distintivo externo; pero las razones de la ruptura que de aquí nacía se encontraban más en profundidad. Muchas personas que aceptaban claramente el carácter vinculante del Concilio Vaticano II y que eran fieles al Papa y a los Obispos, deseaban no obstante reencontrar la forma, querida para ellos, de la sagrada Liturgia. Esto sucedió sobre todo porque en muchos lugares no se celebraba de una manera fiel a las prescripciones del nuevo Misal, sino que éste llegó a entenderse como una autorización e incluso como una obligación a la creatividad, lo cual llevó a menudo a deformaciones de la Liturgia al límite de lo soportable. Hablo por experiencia porque he vivido también yo aquel periodo con todas sus expectativas y confusiones. Y he visto hasta qué punto han sido profundamente heridas por las deformaciones arbitrarias de la Liturgia personas que estaban totalmente radicadas en la fe de la Iglesia.

El Papa Juan Pablo II se vio por tanto obligado a ofrecer con el Motu Proprio “Ecclesia Dei” del 2 de julio de 1988, un cuadro normativo para el uso del Misal de 1962, pero que no contenía prescripciones detalladas sino que apelaba, en modo más general, a la generosidad de los Obispos respecto a las “justas aspiraciones” de aquellos fieles que pedían este uso del Rito romano. En aquel momento el Papa quería ayudar de este modo sobre todo a la Fraternidad San Pío X a reencontrar la plena unidad con el Sucesor de Pedro, intentando curar una herida que era sentida cada vez con más dolor. Por desgracia esta reconciliación hasta ahora no se ha logrado; sin embargo una serie de comunidades han utilizado con gratitud las posibilidades de este Motu Proprio. Permanece difícil, en cambio, la cuestión del uso del Misal de 1962 fuera de estos grupos, para los cuales faltaban normas jurídicas precisas, sobre todo porque a menudo los Obispos en estos casos temían que la autoridad del Concilio fuera puesta en duda. Enseguida después del Concilio Vaticano II se podía suponer que la petición del uso del Misal de 1962 se limitaría a la generación más anciana que había crecido con él, pero desde entonces se ha visto claramente que también personas jóvenes descubren esta forma litúrgica, se sienten atraídos por ella y encuentran en la misma una forma, particularmente adecuada para ellos, de encuentro con el Misterio de la Santísima Eucaristía. Así ha surgido la necesidad de un reglamento jurídico más claro que, en tiempos del Motu Proprio de 1988 no era previsible; estas Normas pretenden también liberar a los Obispos de tener que valorar siempre de nuevo cómo responder a las diversas situaciones.

En segundo lugar, en las discusiones sobre el esperado Motu Proprio, se expresó el temor de que una más amplia posibilidad de uso del Misal de 1962 podría llevar a desórdenes e incluso a divisiones en las comunidades parroquiales. Tampoco este temor me parece realmente fundado. El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo. Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles.

Es verdad que no faltan exageraciones y algunas veces aspectos sociales indebidamente vinculados a la actitud de los fieles que siguen la antigua tradición litúrgica latina. Vuestra caridad y prudencia pastoral serán estímulo y guía para un perfeccionamiento. Por lo demás, las dos Formas del uso del Rito romano pueden enriquecerse mutuamente: en el Misal antiguo se podrán y deberán inserir nuevos santos y algunos de los nuevos prefacios. La Comisión “Ecclesia Dei”, en contacto con los diversos entes locales dedicados al usus antiquior, estudiará las posibilidades prácticas. En la celebración de la Misa según el Misal de Pablo VI se podrá manifestar, en un modo más intenso de cuanto se ha hecho a menudo hasta ahora, aquella sacralidad que atrae a muchos hacia el uso antiguo. La garantía más segura para que el Misal de Pablo VI pueda unir a las comunidades parroquiales y sea amado por ellas consiste en celebrar con gran reverencia de acuerdo con las prescripciones; esto hace visible la riqueza espiritual y la profundidad teológica de este Misal.

De este modo he llegado a la razón positiva que me ha motivado a poner al día mediante este Motu Proprio el de 1988. Se trata de llegar a una reconciliación interna en el seno de la Iglesia. Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse. Esta mirada al pasado nos impone hoy una obligación: hacer todos los esfuerzos para que a todos aquellos que tienen verdaderamente el deseo de la unidad se les haga posible permanecer en esta unidad o reencontrarla de nuevo. Me viene a la mente una frase de la segunda carta a los Corintios donde Pablo escribe: “Corintios, os hemos hablado con toda franqueza; nuestro corazón se ha abierto de par en par. No está cerrado nuestro corazón para vosotros; los vuestros sí que lo están para nosotros. Correspondednos; ... abríos también vosotros” (2 Cor 6,11-13). Pablo lo dice ciertamente en otro contexto, pero su invitación puede y debe tocarnos a nosotros, justamente en este tema. Abramos generosamente nuestro corazón y dejemos entrar todo a lo que la fe misma ofrece espacio.

No hay ninguna contradicción entre una y otra edición del Missale Romanum. En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto. Obviamente para vivir la plena comunión tampoco los sacerdotes de las Comunidades que siguen el uso antiguo pueden, en principio, excluir la celebración según los libros nuevos. En efecto, no sería coherente con el reconocimiento del valor y de la santidad del nuevo rito la exclusión total del mismo.

En conclusión, queridos Hermanos, quiero de todo corazón subrayar que estas nuevas normas no disminuyen de ningún modo vuestra autoridad y responsabilidad ni sobre la liturgia, ni sobre la pastoral de vuestros fieles. Cada Obispo, en efecto es el moderador de la liturgia en la propia diócesis (cfr. Sacrosanctum Concilium, n. 22: “Sacrae Liturgiae moderatio ab Ecclessiae auctoritate unice pendet quae quidem est apud Apostolicam Sedem et, ad normam iuris, apud Episcoporum”).

Por tanto, no se quita nada a la autoridad del Obispo cuyo papel será siempre el de vigilar para que todo se desarrolle con paz y serenidad. Si surgiera algún problema que el párroco no pueda resolver, el Ordinario local podrá siempre intervenir, pero en total armonía con cuanto establecido por las nuevas normas del Motu Proprio.

Además os invito, queridos Hermanos, a escribir a la Santa Sede un informe sobre vuestras experiencias tres años después de que entre en vigor este Motu Proprio. Si vinieran a la luz dificultades serias se buscarían vías para encontrar el remedio.

Queridos Hermanos, con ánimo agradecido y confiado, confío a vuestro corazón de Pastores estas páginas y las normas del Motu Prorpio. Recordemos siempre las palabras que el Apóstol Pablo dirigió a los presbíteros de Efeso “Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo” (Hechos 20,2Cool.

Confío a la potente intercesión de María, Madre de la Iglesia, estas nuevas normas e imparto de corazón mi Bendición Apostólica a Vosotros, queridos Hermanos, a los párrocos de vuestras diócesis y a todos los sacerdotes, vuestros colaboradores, así como a todos vuestros fieles.

Dado en San Pedro, el 7 de Julio 2007.



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