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Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Mayra Novelo
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Registrado: 27 Sep 2005
Mensajes: 715
Ubicación: Genova Italia

MensajePublicado: Vie Abr 03, 2009 8:24 am    Asunto: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

Cuarta parte: el misterio del perdón

Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios.


Perdonar es la manifestación más alta del amor y, en consecuencia es lo que más transforma el corazón humano. Por eso, cada vez que perdonamos se opera en nosotros una conversión interior, un verdadero cambio al grado que San Juan Crisóstomo llega a decir “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos al perdón”.
Mientras un apersona está dominada por el resentimiento, mira al otro con malos ojos por los prejuicios que el odio y el rencor le dictan. Al perdonar, nace un sentimiento nuevo y la mirada se clarifica, desaparecen los prejuicios, y se puede ver a los demás como realmente son, descubrir y valorar sus cualidades, que hasta entonces estaban ocultas.

Si los resentimientos son los principales enemigos para las relaciones con los demás, el perdón permite recobrar el tesoro de la amistad o recuperar el amor que parecía perdido. ¡Qué doloroso resulta perder a un amigo, por la sencilla razón de que no se cuenta con la capacidad para perdonar alguna ofensa! Y qué frecuente es que el amor entre dos personas decaiga porque cada uno va acumulando, llevando cuentas de las ofensas recibidas, en lugar de pasarlas por alto y perdonarlas. El perdón mantiene vivo el amor, lo renueva, y evita la pérdida de la amistad que es uno de los dones más valiosos en esta vida.

El perdón produce grandes beneficios, tanto a nivel personal como en relación con los demás y con Dios.

. Aceptación serena de ti mismo:
en nuestro interior se opera un estado de paz interior que por sí misma es liberador; el organismo ya no está atado, es libre, puede pensar y actuar como es debido, como todo ser auténticamente libre.

. Dispone el corazón a la vivencia de la caridad que tiene sus expresiones más concretas en
Caridad interna


• Bondad de corazón: aceptar a cualquier persona independientemente de lo que yo sienta por ella, silenciar sus errores, ponderar sus cualidades y virtudes. Alegrarme por sus éxitos.
• Pensar bien de los demás: contrarrestar la tendencia natural del dicho popular “piensa mal y acertarás” con una actitud cristiana, es decir, “cree todo el bien que se oye, no creer sino el mal que se ve y aun ese mal, saber disculparlo”.
• Donación universal y delicada

Caridad externa

• Benedicencia: hablar siempre bien de los demás, descubrir y alabar lo bueno y disculpar lo malo
• Evitar la crítica, la murmuración y la burla.
• Servir desinteresadamente
• Colaborar generosamente
• Dar sin medida, sin buscar recompensa
• Tratar bien a todos: con aprecio, respeto, bondad y sencillez.

. La paz interior que se expresa en

Paz con Dios:
saberme y sentirme hijo querido del Padre, entregarme filialmente a Él.

Paz con los hombres. Quien se sabe en paz con Dios puede lanzarse a la ardua tarea de buscar paz con los hombres. Que los que viven en contacto conmigo sepan que nada tienen que temer de mí. Que no vean un rival, sino un amigo; no un obstáculo, sino una ayuda en su camino.

Paz conmigo mismo: aceptarme a mí mismo, mi pasado, admitir mis debilidades y, una gran paciencia hacia mí mismo, todo eso hace imposible la paz. Y es difícil estar en paz con Dios y los demás, si en mí mismo no hay unidad.


Paz con el mundo entero, con toda la creación. Paz cristiana que ama la naturaleza, porque es obra de Dios, y se encuentra a gusto en el mundo, porque es la casa del Padre Dios. Paz que todo lo abarca y todo lo lleva hacia su destino final en el corazón de Dios.

. La felicidad


La paz del corazón es la única paz que trae la felicidad, y esa paz del corazón es un don de Dios.

. La experiencia del amor misericordioso de Dios


Cuando perdonamos a quienes nos ofenden, nos ponemos en condiciones de ser perdonados por Dios. También el perdón divino es la manifestación más explícita de su amor por nosotros. Por tanto al perdonar nos abrimos al amor de Dios, que a su vez es la fuente de nuestro propio amor hacia él. En la medida en que nos sabemos y nos sentimos amados por Dios, nos movemos a amarle, deseando corresponderle, y así es como concretamos nuestra llamada a la santidad que él hace a todos los hombres.

¿Dónde se realiza este encuentro con la belleza del perdón de Dios?

Nos serviremos de la carta pastoral del arzobispo Bruno Forte “confesarse, ¿Por qué? La reconciliación es la belleza de Dios”.


Confesarse, ¿por qué?


La reconciliación y la belleza de Dios
Carta para el año pastoral 2005-2006

Tratemos de comprender juntos qué es la confesión:
si lo comprendes verdaderamente, con la mente y con el corazón, sentirás la necesidad y la alegría de hacer experiencia de este encuentro, en el que Dios, dándote su perdón mediante el ministro de la Iglesia,
crea en tí un corazón nuevo, pone en ti un Espíritu nuevo, para que puedas vivir una existencia reconciliada con Él, contigo mismo y con los demás, llegando a ser tú también capaz de perdonar y amar,
más allá de cualquier tentación de desconfianza y cansancio.


1. ¿Por qué confesarse?


Entre las preguntas que mi corazón de obispo se hace, elijo una que me hacen a menudo: ¿por qué hay que confesarse? Es una pregunta que vuelve a plantearse de muchas formas: ¿por qué ir a un sacerdote a decir los propios pecados y no se puede hacer directamente con Dios, que nos conoce y comprende mucho mejor que cualquier interlocutor humano? Y, de manera más radical: ¿por qué hablar de mis cosas, especialmente de aquellas de las que me avergüenzo incluso conmigo mismo, a alguien que es pecador como yo, y que quizá valora de modo completamente diferente al mío mi experiencia, o no la comprende en absoluto? ¿Qué sabe él de lo que es pecado para mí? Alguno añade: y además, ¿existe verdaderamente el pecado, o es sólo un invento de los sacerdotes para que nos portemos bien?

A esta última pregunta creo que puedo responder enseguida y sin temor a que se me desmienta: el pecado existe, y no sólo está mal sino que hace mal. Basta mirar la escena cotidiana del mundo, donde se derrochan violencia, guerras, injusticias, abusos, egoísmos, celos y venganzas (un ejemplo de este «boletín de guerra» no los dan hoy las noticias en los periódicos, radio, televisión e Internet). Quien cree en el amor de Dios, además, percibe que el pecado es amor replegado sobre sí mismo («amor curvus», «amor cerrado», decían los medievales), ingratitud de quien responde al amor con la indiferencia y el rechazo. Este rechazo tiene consecuencias no sólo en quien lo vive, sino también en toda la sociedad, hasta producir condicionamientos y entrelazamientos de egoísmos y de violencias que se constituyen en auténticas «estructuras de pecado» (pensemos en las injusticias sociales, en la desigualdad entre países ricos y pobres, en el escándalo del hambre en el mundo...). Justo por esto no se debe dudar en subrayar lo enorme que es la tragedia del pecado y cómo la pérdida de sentido del pecado --muy diversa de esa enfermedad del alma que llamamos «sentimiento de culpa»-- debilita el corazón ante el espectáculo del mal y las seducciones de Satanás, el adversario que trata de separarnos de Dios.


2. La experiencia del perdón


A pesar de todo, sin embargo, no creo poder afirmar que el mundo es malo y que hacer el bien es inútil. Por el contrario, estoy convencido de que el bien existe y es mucho mayor que el mal, que la vida es hermosa y que vivir rectamente, por amor y con amor, vale verdaderamente la pena. La razón profunda que me lleva a pensar así es la experiencia de la misericordia de Dios que hago en mí mismo y que veo resplandecer en tantas personas humildes: es una experiencia que he vivido muchas veces, tanto dando el perdón como ministro de la Iglesia, como recibiéndolo. Hace años que me confieso con regularidad, varias veces al mes y con la alegría de hacerlo. La alegría nace del sentirme amado de modo nuevo por Dios, cada vez que su perdón me alcanza a través del sacerdote que me lo da en su nombre. Es la alegría que he visto muy a menudo en el rostro de quien venía a confesarse: no el fútil sentido de alivio de quien «ha vaciado el saco» (la confesión no es un desahogo psicológico ni un encuentro consolador, o no lo es principalmente), sino la paz de sentirse bien «dentro», tocados en el corazón por un amor que cura, que viene de arriba y nos transforma. Pedir con convicción el perdón, recibirlo con gratitud y darlo con generosidad es fuente de una paz impagable: por ello, es justo y es hermoso confesarse. Querría compartir las razones de esta alegría a todos aquellos a los que logre llegar con esta carta.

3. ¿Confesarse con un sacerdote?


Me preguntas entonces: ¿por qué hay que confesar a un sacerdote los propios pecados y no se puede hacer directamente a Dios? Ciertamente, uno se dirige siempre a Dios cuando confiesa los propios pecados. Que sea, sin embargo, necesario hacerlo también ante un sacerdote nos lo hace comprender el mismo Dios: al enviar a su Hijo con nuestra carne, demuestra querer encontrarse con nosotros mediante un contacto directo, que pasa a través de los signos y los lenguajes de nuestra condición humana. Así como Él ha salido de sí mismo por amor nuestro y ha venido a «tocarnos» con su carne, también nosotros estamos llamados a salir de nosotros mismos por amor suyo e ir con humildad y fe a quien puede darnos el perdón en su nombre con la palabra y con el gesto. Sólo la absolución de los pecados que el sacerdote te da en el sacramento puede comunicarte la certeza interior de haber sido verdaderamente perdonado y acogido por el Padre que está en los cielos, porque Cristo ha confiado al ministerio de la Iglesia el poder de atar y desatar, de excluir y de admitir en la comunidad de la alianza (Cf. Mateo 18,17). Es Él quien, resucitado de la muerte, ha dicho a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Juan 20,22-23). Por lo tanto, confesarse con un sacerdote es muy diferente de hacerlo en el secreto del corazón, expuesto a tantas inseguridades y ambigüedades que llenan la vida y la historia. Tu solo no sabrás nunca verdaderamente si quien te ha tocado es la gracia de Dios o tu emoción, si quien te ha perdonado has sido tú o ha sido Él por la vía que Él ha elegido. Absuelto por quien el Señor ha elegido y enviado como ministro del perdón, podrás experimentar la libertad que sólo Dios da y comprenderás por qué confesarse es fuente de paz.

4. Un Dios cercano a nuestra debilidad


La confesión es por tanto el encuentro con el perdón divino, que se nos ofrece en Jesús y que se nos transmite mediante el ministerio de la Iglesia. En este signo eficaz de la gracia, cita con la misericordia sin fin, se nos ofrece el rostro de un Dios que conoce como nadie nuestra condición humana y se le hace cercano con tiernísimo amor. Nos lo demuestran innumerables episodios de la vida de Jesús, desde el encuentro con la Samaritana a la curación del paralítico, desde el perdón a la adúltera a las lágrimas ante la muerte del amigo Lázaro... De esta cercanía tierna y compasiva de Dios tenemos inmensa necesidad, como lo demuestra también una simple mirada a nuestra existencia: cada uno de nosotros convive con la propia debilidad, atraviesa la enfermedad, se asoma a la muerte, advierte el desafío de las preguntas que todo esto plantea el corazón. Por mucho que luego podamos desear hacer el bien, la fragilidad que nos caracteriza a todos, nos expone continuamente al riesgo de caer en la tentación. El Apóstol Pablo describió con precisión esta experiencia: «Hay en mí el deseo del bien, pero no la capacidad de realizarlo; en efecto, yo no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Romanos 7,18s). Es el conflicto interior del que nace la invocación: «Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?» (Romanos 7, 24). A ella responde de modo especial el sacramento del perdón, que viene a socorrernos siempre de nuevo en nuestra condición de pecado, alcanzándonos con la potencia sanadora de la gracia divina y transformando nuestro corazón y nuestros comportamientos. Por ello, la Iglesia no se cansa de proponernos la gracia de este sacramento durante todo el camino de nuestra vida: a través de ella Jesús, verdadero médico celestial, se hace cargo de nuestros pecados y nos acompaña, continuando su obra de curación y de salvación. Como sucede en cada historia de amor, también la alianza con el Señor hay que renovarla sin descanso: la fidelidad y el empeño siempre nuevo del corazón que se entrega y acoge el amor que se le ofrece, hasta el día en que Dios será todo en todos.

5. Las etapas del encuentro con el perdón


Justo porque fue deseado por un Dios profundamente «humano», el encuentro con la misericordia que nos ofrece Jesús se produce en varias etapas, que respetan los tiempos de la vida y del corazón. Al inicio, está la escucha de la buena noticia, en la que te alcanza la llamada del Amado: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Marcos 1,15). A través de esta voz el Espíritu Santo actúa en ti, dándote dulzura para consentir y creer en la Verdad. Cuando te vuelves dócil a esta voz y decides responder con todo el corazón a Quien te llama, emprendes el camino que te lleva al regalo más grande, un don tan valioso que le lleva a Pablo a decir: «En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con
Dios! » (2 Corintios 5, 20).

La reconciliación es precisamente el sacramento del encuentro con Cristo que, mediante el ministerio de la Iglesia, viene a socorrer la debilidad de quien ha traicionado o rechazado la alianza con Dios, lo reconcilia con el Padre y con la Iglesia, lo recrea como criatura nueva en la fuerza del Espíritu Santo. Este sacramento es llamado también de la penitencia, porque en él se expresa la conversión del hombre, el camino del corazón que se arrepiente y viene a invocar el perdón de Dios. El término confesión --usado normalmente-- se refiere en cambio al acto de confesar las propias culpas ante el sacerdote pero recuerda también la triple confesión que hay que hacer para vivir en plenitud la celebración de la reconciliación: la confesión de alabanza («confessio laudis»), con la que hacemos memoria del amor divino que nos precede y nos acompaña, reconociendo sus signos en nuestra vida y comprendiendo mejor así la gravedad de nuestra culpa; la confesión del pecado, con la que presentamos al Padre nuestro corazón humilde y arrepentido, reconociendo nuestros pecados («confessio peccati»); la confesión de fe, por último, con la que nos abrimos al perdón que libera y salva, que se nos ofrece con la absolución («confessio fidei»). A su vez, los gestos y las palabras en las que expresaremos el don que hemos recibido confesarán en la vida las maravillas realizadas en nosotros por la misericordia de Dios.

6. La fiesta del encuentro


En la historia de la Iglesia, la penitencia ha sido vivida en una gran variedad de formas, comunitarias e individuales, que sin embargo han mantenido todas la estructura fundamental del encuentro personal entre el pecador arrepentido y el Dios vivo, a través de la mediación del ministerio del obispo o del sacerdote. A través de las palabras de la absolución, pronunciadas por un hombre pecador que, sin embargo, ha sido elegido y consagrado para el ministerio, es Cristo mismo el que acoge al pecador arrepentido y lo reconcilia con el Padre y en el don del Espíritu Santo, lo renueva como miembro vivo de la Iglesia. Reconciliados con Dios, somos acogidos en la comunión vivificante de la Trinidad y recibimos en nosotros la vida nueva de la gracia, el amor que sólo Dios puede infundir en nuestros corazones: el sacramento del perdón renueva, así, nuestra relación con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en cuyo nombre se nos da la absolución de las culpas. Como muestra la parábola del Padre y los dos hijos, el encuentro de la reconciliación culmina en un banquete de platos sabrosos, en el que se participa con el traje nuevo, el anillo y los pies bien calzados (Cf. Lucas15,22s): imágenes que expresan todas la alegría y la belleza del regalo ofrecido y recibido. Verdaderamente, para usar las palabras del padre de la parábola, «comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado» (Lucas 15, 24). ¡Qué hermoso pensar que aquél hijo podemos ser cada uno de nosotros!

7. La vuelta a la casa del Padre


En relación a Dios Padre, la penitencia se presenta como una «vuelta a casa» (este es propiamente el sentido de la palabra «teshuvá», que el hebreo usa para decir «conversión»). Mediante la toma de conciencia de tus culpas, te das cuenta de estar en el exilio, lejano de la patria del amor: adviertes malestar, dolor, porque comprendes que la culpa es una ruptura de la alianza con el Señor, un rechazo de su amor, es «amor no amado», y por ello es también fuente de alienación, porque el pecado nos desarraiga de nuestra verdadera morada, el corazón del Padre. Es entonces cuando hace falta recordar la casa en la que nos esperan: sin esta memoria del amor no podríamos nunca tener la confianza y la esperanza necesarias para tomar la decisión de volver a Dios. Con la humildad de quien sabe que no es digno de ser llamado «hijo», podemos decidirnos a ir a llamar a la puerta de la casa del Padre: ¡qué sorpresa descubrir que está en la ventana escrutando el horizonte porque espera desde hace mucho tiempo nuestro retorno! A nuestras manos abiertas, al corazón humilde y arrepentido responde la oferta gratuita del perdón con el que el Padre nos reconcilia consigo, «convirtiéndonos» de alguna manera a nosotros mismos: « Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lucas 15,20). Con extraordinaria ternura, Dios nos introduce de modo renovado en la condición de hijos, ofrecida por la alianza establecida en Jesús.

8. El encuentro con Cristo, muerto y resucitado por nosotros


En relación al Hijo, el sacramento de la reconciliación nos ofrece la alegría del encuentro con Él, el Señor crucificado y resucitado, que, a través de su Pascua nos da la vida nueva, infundiendo su Espíritu en nuestros corazones. Este encuentro se realiza mediante el itinerario que lleva a cada uno de nosotros a confesar nuestras culpas con humildad y dolor de los pecados y a recibir con gratitud plena de estupor el perdón. Unidos a Jesús en su muerte de Cruz, morimos al pecado y al hombre viejo que en él ha triunfado. Su sangre, derramada por nosotros nos reconcilia con Dios y con los demás, abatiendo el muro de la enemistad que nos mantenía prisioneros de nuestra soledad sin esperanza y sin amor. La fuerza de su resurrección nos alcanza y transforma: el resucitado nos toca el corazón, lo hace arder con una fe nueva, que nos abre los ojos y nos hace capaces de reconocerle junto a nosotros y reconocer su voz en quien tiene necesidad de nosotros. Toda nuestra existencia de pecadores, unida a Cristo crucificado y resucitado, se ofrece a la misericordia de Dios para ser curada de la angustia, liberada del peso de la culpa, confirmada en los dones de Dios y renovada en la potencia de su Amor victorioso. Liberados por el Señor Jesús, estamos llamados a vivir como Él libres del miedo, de la culpa y de las seducciones del mal, para realizar obras de verdad, de justicia y de paz.

9. La vida nueva del Espíritu


Gracias al don del Espíritu que infunde en nosotros el amor de Dios (Cf. Romanos 5,5), el sacramento de la reconciliación es fuente de vida nueva, comunión renovada con Dios y con la Iglesia, de la que precisamente el Espíritu es el alma y la fuerza de cohesión. El Espíritu empuja al pecador perdonado a expresar en la vida la paz recibida, aceptando sobre todo las consecuencias de la culpa cometida, la llamada «pena», que es como el efecto de la enfermedad representada por el pecado, y que hay que considerarla como una herida que curar con el óleo de la gracia y la paciencia del amor que hemos de tener hacia nosotros mismos. El Espíritu, además, nos ayuda a madurar el firme propósito de vivir un camino de conversión hecho de empeños concretos de caridad y de oración: el signo penitencial requerido por el confesor sirve justamente para expresar esta elección. La vida nueva, a la que así renacemos, puede demostrar más que cualquier otra cosa la belleza y la fuerza del perdón invocado y recibido siempre de nuevo («perdón» quiere decir justamente don renovado: ¡perdonar es dar infinitamente!) Te pregunto entonces: ¿por qué prescindir de un regalo tan grande? Acércate a la confesión con corazón humilde y contrito y vívela con fe: te cambiará la vida y dará paz a tu corazón. Entonces, tus ojos se abrirán para reconocer los signos de la belleza de Dios presentes en la creación y en la historia y te surgirá del alma el canto de alabanza.

Y también a ti, sacerdote que me lees y que, como yo, eres ministro del perdón, querría dirigir una invitación que me nace del corazón: está siempre pronto --a tiempo y a destiempo--, a anunciar a todos la misericordia y a dar a quien te lo pide el perdón que necesita para vivir y morir. Para aquella persona, ¡podría tratarse de la hora de Dios en su vida!

10. ¡Dejémonos reconciliar con Dios!


La invitación del apóstol Pablo se convierte, así, también en la mía: lo expreso sirviéndome de dos voces distintas. La primera, es la de Friedrich Nietzsche, que, en su juventud, escribió palabras apasionadas, signo de la necesidad de misericordia divina que todos llevamos dentro: «Una vez más, antes de partir y dirigir mi mirada hacia lo alto, al quedarme solo, elevo mis manos a Ti, en quien me refugio, a quien desde lo profundo del corazón he consagrado altares, para que cada hora tu voz me vuelva a llamar… Quiero conocerte, a Ti, el Desconocido, que penetres hasta el fondo del alma y como tempestad sacudas mi vida, tú que eres inalcanzable y sin embargo semejante a mí! Quiero conocerte y también servirte» («Scritti giovanili», «Escritos Juveniles» I, 1, Milán 1998, 388). La otra voz es la que se atribuye a san Francisco de Asís, que expresa la verdad de una vida renovada por la gracia del perdón: «Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar». Son éstos los frutos de la reconciliación, invocada y acogida por Dios, que auguro a todos vosotros que me leéis. Con este augurio, que se hace oración, os abrazo y bendigo uno a uno.


+ Bruno, vuestro padre en la fe


PARA EL EXAMEN DE CONCIENCIA


Prepárate a la confesión si es posible a plazos regulares y no demasiado lejanos en el tiempo, en un clima de oración, respondiendo a estas preguntas bajo la mirada de Dios, eventualmente verificándolo con quien pueda ayudarte a caminar más rápido en la vía del Señor:

1. «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Dt 5,7). «Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mt 22,37). ¿Amo así al Señor? ¿Le doy el primer lugar en mi vida? Me empeño en rechazar todo ídolo que puede interponerse entre El y yo, ya sea el dinero, el placer, la superstición o el poder? ¿Escucho con fe su Palabra? ¿Soy perseverante en la oración?

2. «No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» (Dt 5,11). ¿Respeto el nombre santo de Dios? ¿Abuso al referirme a Él ofendiéndole o sirviéndome de Él en lugar de servirlo? ¿Bendigo a Dios en cada uno de mis actos? ¿Me remito sin reservas a su voluntad sobre mí, confiando totalmente en Él? ¿Me confío con humildad y confianza a la guía y a la enseñanza de los pastores que el Señor ha dado a su Iglesia? ¿Me empeño en profundizar y nutrir mi vida de fe?

3. «Santificarás las fiestas» (cf. Dt 5,12-15). ¿Vivo la centralidad del domingo, empezando por su centro que es la celebración de la eucaristía, y los otros días consagrados al Señor para alabarlo y darle gracias para confiarme a Él y reposar en Él? ¿Participo con fidelidad y empeño en la liturgia festiva, preparándome a ella con la oración y esforzándome en obtener fruto durante toda la semana? ¿Santifico el día de fiesta con algún gesto de amor hacia quien lo necesita?

4. «Honra a tu padre y a tu madre» (Dt 5,16). ¿Amo y respeto a quienes me han dado la vida? ¿Me esfuerzo por comprenderles y ayudarles, sobre todo en su debilidad y sus límites?

5. «No matar» (Dt 5,17). ¿Me esfuerzo por respetar y promover la vida en todas sus etapas y en todos sus aspectos? ¿Hago todo lo que está en mi poder por el bien de los demás? ¿He hecho mal a alguien con la intención explícita de hacerlo? «Amarás al prójimo como a ti mismo» (Mt 22,39). ¿Cómo vivo la caridad hacia el prójimo? ¿Estoy atento y disponible, sobre todo hacia los más pobres y los más débiles? ¿Me amo a mí mismo, sabiendo aceptar mis límites bajo la mirada de Dios?

6. «No cometerás actos impuros» (cf. Dt 5,1Cool. «No desearás la mujer de tu prójimo» (Dt 5,21). ¿Soy casto en pensamientos y actos? ¿Me esfuerzo en amar con gratuidad, libre de la tentación de la posesión y de los celos? ¿Respeto siempre y en todo la dignidad de la persona humana? ¿Trato mi cuerpo y el cuerpo de los demás como templo del Espíritu Santo?

7. «No robar» (Dt 5,19). «No desear los bienes ajenos» (Dt 5,21). ¿Respeto los bienes de la creación? ¿Soy honesto en el trabajo y en mis relaciones con los demás? ¿Respeto el fruto de trabajo de los demás? ¿Soy envidioso del bien de los otros? ¿Me esfuerzo en hacer a los otros felices o pienso sólo en mi felicidad?

8. «No pronunciar falso testimonio» (Dt 5,20). ¿Soy sincero y leal en cada palabra y acción? ¿Testimonio siempre y sólo la verdad? ¿Trato de dar confianza y actúo en modo de merecerla?

9. ¿Me esfuerzo en seguir a Jesús en la vía de mi entrega a Dios y a los demás? ¿Trato de ser como Él humilde, pobre y casto?

10. ¿Encuentro al Señor fielmente en los sacramentos, en la comunión fraterna y en el servicio a los más pobres? ¿Vivo la esperanza en la vida eterna, mirando cada cosa a la luz del Dios que llega y confiando siempre en sus promesas?


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¿Qué me ha parecido el tema?
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
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“Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente... ”
(Cura de Ars)
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MariluGA
Nuevo


Registrado: 12 Dic 2008
Mensajes: 13

MensajePublicado: Mar Abr 07, 2009 2:11 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

¿Qué me ha parecido el tema?
Me parece que en este tema se nos lleva de la mano, para tener una reconciliación personal con Dios. Me queda claro que el decir ama a tu prójimo como a ti mismo, es fundamental en la vida de un cristiano, ya que si no se tiene amor por uno mismo, no se tiene aceptación y por lo tanto no se esta reconciliado con uno mismo y este descontento, provoca la ruptura en la relación con Dios, en principio y con los demás como consecuencia inmediata.

¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Trabajar con empeño para que mis confesiones sean lo mas reflexionadas posibles, para que verdaderamente mi persona vaya acercándome a Dios, quien estoy segura me espera en cada momento como hija amada por Él que soy.

Algún comentario particular…
Se me hizo muy novedoso las diversas perspectivas que se nos presentan de la confesión:
de alabanza («confessio laudis»), reconociendo nuestros pecados («confessio peccati»); la confesión de fe («confessio fidei»). Aunque eglógico pensar en estos tres aspectos, no los había visualizado en forma separada, pero lo relacioné a la acción en nosotros de cada una de las personas divinas: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo.
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verónica ana
Esporádico


Registrado: 23 Jun 2008
Mensajes: 76

MensajePublicado: Mie Abr 08, 2009 1:38 am    Asunto: Respuesta a la 12a sesión de Educar para el Perdón
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

Respuestas ala 12ª sesión de Educar para el Perdón.

¿Qué me ha parecido el tema?

Pienso que en cada entrega vamos viendo más claramente las razones por las que debemos perdonar y que son las que en definitiva nos van asemejando más a nuestro modelo: Jesús. En esta entrega una de las frases que más me llegó al corazón es la de San Juan Crisóstomo que dijo: “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos a perdonar”.
Esta frase la deberíamos grabar en nuestra mente y nuestro corazón ya que por si sola debería ser suficiente para que tuviéramos el deseo apremiante y la voluntad de perdonar.
Es muy cierto que el perdón produce un estado de paz interior que por si mismo es liberador, y cuando nos sentimos en paz con Dios, con los hermanos y con nosotros mismos tenemos ganas de transmitir esa paz, contagiarla, y de gritarle a los que nos rodean que ellos también se abran, vivan la alegría de perdonar, de sentirse hermanos, de sentir la paz que Jesús nos quiere regalar.
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?

Que necesito perdonar siempre todo a todos por el amor que siento por Aquel que me perdonó todo de antemano porque asumió mis pecados y los perdonó antes de que fueran cometidos y aún ahora me persigue ofreciéndome el perdón. Creo que este es el único caso, el de mi Padre Dios, en que el acreedor persigue al deudor para perdonarle toda la deuda. Además en este preciso momento estoy reviviendo el misterio que lo llevó a la Cruz a morir exclusivamente por mí y esto lo podemos decir cada uno de nosotros, ya que no fue por “todos” camino de la cruz, sino por “cada uno” individualmente. Por tanto si quiero seguir las huellas de Mi Maestro debo perdonar como el me perdonó.
Algún comentario…

Excelente la carta Pastoral del arzobispo Bruno Forte. Creo que describe muy bien lo que es el Sacramento de la Reconciliación, lo que significa y la alegría y la paz que deja en el alma de aquel que se siente perdonado y amado infinitamente con amor de predilección.
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El Señor los bendiga y les conceda la Paz
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armonía090109
Esporádico


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MensajePublicado: Mie Abr 08, 2009 3:16 am    Asunto: Lecciòn 12: Efectos del perdòn y la belleza del perdòn
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando


La Paz de Cristo more en sus corazones...

1.- ¿Què me ha parecido el tema?
Muy explìcito, enriquecedor....

2.- ¿Què aplicaciones pràcticas encuentro para mi vida?
La principal que debemos confersarnos asiduamente...
el examen de conciencia que se nos presenta me parece estupendo.

2.- Algùn comentario particular...
Por lo general me confieso una vez al menos, algunas veces lo hago dos veces, mi pregunta serìa ¿què tantas puede uno confesarse? Creo que diariamente cometemos algùn "pecadillo" no me considero una persona perfecta, solo Dios Padre lo es.

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luzmagpe
Esporádico


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MensajePublicado: Jue Abr 09, 2009 2:58 pm    Asunto: Tema 12
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

¿Qué me ha parecido el tema?

Me parece muy comprometedor este tema, porque al recordar la grandeza del perdón de Dios que he vivido mediante el Sacramento de la Reconciliación, ¿cómo no perdonar? Es irrefutable el argumento de que nos vemos comprometidos a dar esa gran muestra de amor que es el perdón, ante las delicadezas que el Señor ha tenido con nosotros.

¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?

Cuando piense que alguien me ofendió, debo recordar las múltiples ocasiones en las que Dios me ha perdonado, sin condición y con una penitencia tan simple que más que costar trabajo, son fuente de paz.
Valorar más el Sacramento de la Reconciliación.
Tratar de practicar más la beneficencia.

Algún comentario particular…

¡Qué grande es el amor de Dios!
_________________
Dios bendiga a todos.
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EBEJR
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MensajePublicado: Jue Abr 09, 2009 7:23 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Hola:

En esta lección quiero enumerar algunos de los efectos del perdón, los que me gustaría hacerlos costumbre en mi vida diaria, no olvidarlos nunca, para que la vida este llena de paz con todos, para buscar paz con todos, para lograr esa paz interior que nos hace sentir hijos queridos del Padre.
Con el sólo hecho de esar dispuesto a perdonar nos asemejamos a Dios.
El perdón, como lo hemos visto, mantiene vivo, renueva y permite recuperar el amor, evita la pérdida de la amistad.
La aceptación de uno mismo, tomar conciencia de nuestras culpas, de que somos pecadores, hablar bien de los demás nos hace descubrir lo bueno y disculpar lo malo, nos hace tratar a todos bien.
Otro aspecto muy importante de esta lección es que logré entender que el pecado hace mal, que la pérdida del sentido del pecado (muy común hoy en dia) debilita el corazón y para este problema existe la confesión, porque tenemos que sentirnos escuchados y perdonados por Dios y así percibir la paz.
Pero, ¿porque confesarme con un Padre? Porque los sacramentos son signos visibles, reales, evidentes y materiales de la presencia de Dios en nuestras vidas, por ejemplo: el agua en el bautismo, el aceite en la confirmación, la Hostia Sagrada que es el Cuerpo de Cristo en la comunión; éstos son elementos materiales que sentimos, entonces para la confesión el sentido y el elemento materiales son el oido y el Padre, escuchar las palabras del perdón que vienen de Dios por medio del Sacerdote, esto es la reconciliación y la forma para encontrar y percibir la paz.
GRACIAS.

Eloy Wink
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Marisz
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MensajePublicado: Vie Abr 10, 2009 7:17 pm    Asunto: Tema #12 El ministerio del Perdón
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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En cada tema se ha tratado más profundamente lo que implica el Perdón
y he aprendido demasiados términos y conceptos que no comprendía, ahora
me siento capaz de comprender en que momento Perdonar a alguien,
cómo hacerlo, no tomar tan a la ligera algún tipo de ofensa que yo
haga o que me hagan y al momento tomar una solución, ya sea
dialogando con aquella persona y nosotros como pecadores e
Hijos de
Dios, acudir al Sacramento de la Reconciliación para así obtener
el verdadero perdón de Nuestro Señor, que tanto anhelamos y
estamos
conscientes de que le hicimos algún tipo de falta.
El examen de conciencia ayuda mucho, es importante realizarlo
antes
de acudir a un confesonario porque es cuando nos damos
cuenta
en qué le hemos fallado a nuestro padre y si realmente queremos
su perdón, acudiremos con humildad, honestidad y amor
porque
queremos recuperar aquella alianza del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Es importante acudir en estas Pascuas y después acudir a la
Eucaristía
porque con eso quiere decir que renunciamos a todo pecado, a todo mal
y a todo aquello que nos aleja de Dios, para así dar un cambia
y aceptar aquella Luz Nueva que Dios nos ofrece y seguir el modelo
de su Hijo y obtener aquella paz interna, externa y la felicidad eterna
que Dios quiere para nosotros. Very Happy

_________________
**MariSz**
**gOD Bless You**
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reivajmision
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 1:26 am    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Buenas noches:

Desde San Juan del Río Querétaro México

Escuchar que Los efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios de
San Juan Crisóstomo llega a decir “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos al perdón”.

Me he transformado un poco más con el curso; por que me hacia falta hablar bien de los demás, porque siempre estaba a la defensiva y pensaba “piensa mal y acertaras”, el curso me ha dado esa paz con los hombres, con los que viven en contacto en el trabajo o con un vecino y ya tengo más presente el de “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden” y me sentía mal cuando rezaba el padre nuestro porque tenía muchos pendientes.

Y cuando somos perdonados por el Sacerdote en representación de Cristo me siento comprometido, con alegría de recibir el perdón la vuelta a la casa del padre, que me espera y con la libertad del peso de la culpa, al sentirme liberado por cristo y vivir como él.
Lo que me queda es cambiar mi estilo de vida y seguir a Jesús en esta Pascua y después de ella, consagrar mis actos, haciendo un examen de conciencia diario, para conseguir una perfección, que me acerque más a él y a su santísima Madre
Felices Pascuas a todos
_________________
Construir el reino de Dios
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Mariluisa
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Registrado: 05 Jun 2008
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 3:05 pm    Asunto: Tema 12 El misterio del perdón
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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El tema como todos los anteriores muy ilustrativo e interesante; de mucha aplicación práctica en nuestras vidas. El haberlo leído justamente el día de la misericordia, me ha hecho reflexionar en el Cristo Misericordioso, pero también es importante considerar que requerimos, para estar seguros del perdón obtenido por medio de la Reconciliación, de la mediación de la Iglesia; porque de esta manera las palabras pronunciados por el sacerdotes no aseguran que Dios en su infinita Misericordia nos perdona, y no es un simple sentimiento.
Las recomendaciones para el sacramento de la Reconciliación dejan un buen sabor de boca, ya que orientan a como aprovechar mejor este sacramento.
Gracias y que Dios les bendiga. Mariluisa
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Maria Dolores Facha M
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 6:55 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Definitivamente si te cambia la forma de apreciar a una persona a partir del momento en que la perdonas, teniendo la suficiente humildad para eliminar prejuicios y aprender de la lección que esa herida nos brinda.

Igualmente esa paz que se produce tras la descarga del resentimiento y perdón a la ofensa hecha es liberadora, produce muchos beneficios. Lo importante es estar consciente de esto y lograrlo.

Como labor de ayuda a nuestro prójimo, creo que deberíamos trabajar en difundir esta manera de concebir y conceptualizar el manejo de la ofensa y su perdón o disculpa según sea el caso. Podríamos ser y vivir rodeados de personas más comprensivas, felices y con una mejor relación.

Es muy conveniente hacer autoexámenes para saber que tan adecuadamente nos comportamos y darnos cuenta que no somos tan perfectos e inocentes en el daño que podemos causarles a los demás. Finalmente, Sí hay un Dios infinitamente bondadoso que nos ofrece la posibilidad de la reconciliación y el perdón de nuestros pecados y nos sigue quewriendo y recibiendo con amor, ¡el mayor ejemplo tenemos!
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ALIEROS
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 6:56 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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- Esta propuesta como las anteriores me lleva a la reflexión, en este caso me parece hermoso que se destaque "la belleza del perdón de Dios" ya que no siempre la valoramos (restando importancia al sacramento de la reoconciliación) y como los otros compañeros lo que dice Crisóstomo "nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuesto al perdón".
- He sentido los efectos de perdonar y realmente son como se describen, sin dudas la disposición a perdonar se va gestando desde nuestra disposicón a agradar al Padre y de nuestro amor, luego el Espíritu nos da la gracia de actuar y liberarnos.
- Creo que se ha perdido el valor de la reconciliación y nuestra comunidades deberían mostrar como aquí se explica claramente todos los aspectos positivos de ir al encuentro del Padre y confiar que por su gran misericordia está dispuesto a recibirnos.
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sumerse
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Registrado: 21 Ene 2009
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MensajePublicado: Sab Abr 11, 2009 11:58 pm    Asunto: tema 12 efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Cordial saludo para todos y Feliz Semana Santa...

Efectivamente el perdonar y ser perdonado, el pedir perdón y el ofrecer el perdón es algo sobrenatural, que nos lleva y nos acerca a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

El examen a conciencia y el consejo que ofrece el sacerdote, la liberación de la culpa al comentársela, es algo que una vez hacemos el acto de contrición nos da una elevada estatura espirutual y nos ayuda a comenzar con nuevos bríos nuevas etapas.

La reconciliación es humildad, hidalguía, sencillez, valentía, hombría, y muchas otras cosas buenas que nos hacen mejores personas.

Pero así como pedimos perdón a Dios por nuestras culpas, debemos otorgarlo a quienes consideramos nos han faltado, o quienes nos lo solicitan específicamente.

Y así como Dios nos perdona sin medida, perdonemos sin medida, y tratemos de no volver a pecar, a petición de Jesucristo.

En mi caso personal se que he ehcho sufrir a muchas personas por no otorgar el perdón, pero quien más sufro soy yo, al darme cuenta que no lo he hecho.

Trataré de ahora en adelante de hacerlo más a menudo.

Voy a ponerme por tarea el pedir perdón y otorgar perdón.

Y de paso pedir perdón por no haber perdonado.

Un abrazo y que Dios los bendiga y la Virgen los cubra con su manto.

Y Felices Pascuas anticipadas...
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Rober 120
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MensajePublicado: Dom Abr 12, 2009 8:32 am    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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¿Qué me ha parecido el tema?
Fantástico, excelente.

¿Qué aplicaciones encuentro para mi vida?
Es fantástico el haber descubierto en esta parte final del curso la multitud de bondades y de buenas cosas que recibimos al perdonar a los demás y al sentirnos perdonados por Dios. Me ha ayudado mucho recordar tambien la belleza del Sacramento de la Penitencia en el que vemos la misericordia de Dios. ¡Amigos, no saben cuanto me ha ayudado este Sacramento en muchas ocasiones en las que habitaba en tinieblas, en el pecado!

"Dad gracias al Señor, porque es bueno porque es eterna su misericordia."

Un saludo en Cristo, les deseo un feliz pascua de resurrección. Very Happy
_________________

Señor, yo te sigo
y quiero darte lo que pides.
Aunque hay veces,
que me cuesta darlo todo,
Tú lo sabes, yo soy tuyo.
Camina Señor junto a mí.
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Lupita RT
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MensajePublicado: Dom Abr 12, 2009 11:13 am    Asunto: Tema 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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¿Qué me ha parecido el tema?
Me ha recordado como DEBE ser un católico y como acercarme más a Dios
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Que debo tener presente la caridad interna y externa que me puede ayudar a desenvolverme mejor como católica.
Encontrar la paz interior por medio de la confesión y experimentar esa misericordia grandiosa de Dios y ésa serenidad y libertad que tanto me hace falta.
Estar conciente de la triple confesión que hay que hacer para vivir en plenitud la celebración de la reconciliación.
Gracias por darnos todas las herramientas que necesitamos para comprender el tema del perdón.
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Juanmi
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MensajePublicado: Lun Abr 13, 2009 8:24 am    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Paz y Bien
Feliz Pascua de Resurrección
El tema me ha parecido un bálsamo cuyo perfume abre lágrimas en mis ojos. Asombrado con que "la reconciliación es la belleza de Dios", fortalecido en el testimonio: "me confieso con regularidad, varias veces al mes y con la alegría de hacerlo", enriquecido el saber al conocer la triple confesión: de alabanza, de pecado y de fe "más allá de cualquier tentación de desconfianza y de cansancio". Gracias.
_________________
paz y bien
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jose de jesus Vizcarra
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MensajePublicado: Lun Abr 13, 2009 9:52 pm    Asunto: Re: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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H0la hermanos en Cristo ahora solo tengo un comentario para las tres preguntas despues de esta Semana Santa estar libre de toda carga de resentimientos rencores y estar seguro que Dios nuestro Padre te a perdonado y que tu puedes perdonar para mi es abrir una puerta por la cual miro una gran salida para cuando me llegen esos casos y salir adelante porque e sido perdonado... perdonare, por que el Señor no a pasado sino que se a querido quedar para alludarme. Dios los bendiga
_________________
jesus:
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carmenbeatrizmeza
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MensajePublicado: Lun Abr 13, 2009 11:14 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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¿Qué me ha parecido el tema?
Realmente todo lleva a la gran sanación que significa el Sacramento de la Reconciliación. Gran remedio espiritual
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Me llevo a tomar conciencia de que necesito realizar una buena confesión, para lo cual necesito un profundo examen de conciencia.

Bendiciones para todos y Felices Pascuas de Resurrección.
¡Cristo Vive!
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P. Tobias Murillo Gil
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MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 3:59 am    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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Participación en el foro N° 13 Efecto y belleza del Perdón.

¿Qué me ha parecido el tema?
Muy aterrizado y hermoso, pues estamos concluyendo en algo concreto, como es la práctica de la Confesión como la máxima expresión del amor y la misericordia de Dios.

¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Vivir la confesión como lo máximo del amor y del perdón del buen Dios que se desvive por mí y me espera en el gran Sacramento de la Confesión.

Algún comentario particular…
Pienso que quien aprende a perdonar con amor y generosidad, está a un paso de la Santidad a la que estamos llamados todos los cristianos.
_________________
Jesus:"Me amo y se entego por mi"

P. Tobias
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claumar
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MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 5:50 am    Asunto: Re: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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tengo una duda, porque no me llego a mi correo el tema 12 y 13?
me perdi de algo mas?
gracias y disculpa es para completar en forma el curso
Mayra Novelo escribió:
Cuarta parte: el misterio del perdón

Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios.


Perdonar es la manifestación más alta del amor y, en consecuencia es lo que más transforma el corazón humano. Por eso, cada vez que perdonamos se opera en nosotros una conversión interior, un verdadero cambio al grado que San Juan Crisóstomo llega a decir “nada nos asemeja tanto a Dios como estar dispuestos al perdón”.
Mientras un apersona está dominada por el resentimiento, mira al otro con malos ojos por los prejuicios que el odio y el rencor le dictan. Al perdonar, nace un sentimiento nuevo y la mirada se clarifica, desaparecen los prejuicios, y se puede ver a los demás como realmente son, descubrir y valorar sus cualidades, que hasta entonces estaban ocultas.

Si los resentimientos son los principales enemigos para las relaciones con los demás, el perdón permite recobrar el tesoro de la amistad o recuperar el amor que parecía perdido. ¡Qué doloroso resulta perder a un amigo, por la sencilla razón de que no se cuenta con la capacidad para perdonar alguna ofensa! Y qué frecuente es que el amor entre dos personas decaiga porque cada uno va acumulando, llevando cuentas de las ofensas recibidas, en lugar de pasarlas por alto y perdonarlas. El perdón mantiene vivo el amor, lo renueva, y evita la pérdida de la amistad que es uno de los dones más valiosos en esta vida.

El perdón produce grandes beneficios, tanto a nivel personal como en relación con los demás y con Dios.

. Aceptación serena de ti mismo:
en nuestro interior se opera un estado de paz interior que por sí misma es liberador; el organismo ya no está atado, es libre, puede pensar y actuar como es debido, como todo ser auténticamente libre.

. Dispone el corazón a la vivencia de la caridad que tiene sus expresiones más concretas en
Caridad interna


• Bondad de corazón: aceptar a cualquier persona independientemente de lo que yo sienta por ella, silenciar sus errores, ponderar sus cualidades y virtudes. Alegrarme por sus éxitos.
• Pensar bien de los demás: contrarrestar la tendencia natural del dicho popular “piensa mal y acertarás” con una actitud cristiana, es decir, “cree todo el bien que se oye, no creer sino el mal que se ve y aun ese mal, saber disculparlo”.
• Donación universal y delicada

Caridad externa

• Benedicencia: hablar siempre bien de los demás, descubrir y alabar lo bueno y disculpar lo malo
• Evitar la crítica, la murmuración y la burla.
• Servir desinteresadamente
• Colaborar generosamente
• Dar sin medida, sin buscar recompensa
• Tratar bien a todos: con aprecio, respeto, bondad y sencillez.

. La paz interior que se expresa en

Paz con Dios:
saberme y sentirme hijo querido del Padre, entregarme filialmente a Él.

Paz con los hombres. Quien se sabe en paz con Dios puede lanzarse a la ardua tarea de buscar paz con los hombres. Que los que viven en contacto conmigo sepan que nada tienen que temer de mí. Que no vean un rival, sino un amigo; no un obstáculo, sino una ayuda en su camino.

Paz conmigo mismo: aceptarme a mí mismo, mi pasado, admitir mis debilidades y, una gran paciencia hacia mí mismo, todo eso hace imposible la paz. Y es difícil estar en paz con Dios y los demás, si en mí mismo no hay unidad.


Paz con el mundo entero, con toda la creación. Paz cristiana que ama la naturaleza, porque es obra de Dios, y se encuentra a gusto en el mundo, porque es la casa del Padre Dios. Paz que todo lo abarca y todo lo lleva hacia su destino final en el corazón de Dios.

. La felicidad


La paz del corazón es la única paz que trae la felicidad, y esa paz del corazón es un don de Dios.

. La experiencia del amor misericordioso de Dios


Cuando perdonamos a quienes nos ofenden, nos ponemos en condiciones de ser perdonados por Dios. También el perdón divino es la manifestación más explícita de su amor por nosotros. Por tanto al perdonar nos abrimos al amor de Dios, que a su vez es la fuente de nuestro propio amor hacia él. En la medida en que nos sabemos y nos sentimos amados por Dios, nos movemos a amarle, deseando corresponderle, y así es como concretamos nuestra llamada a la santidad que él hace a todos los hombres.

¿Dónde se realiza este encuentro con la belleza del perdón de Dios?

Nos serviremos de la carta pastoral del arzobispo Bruno Forte “confesarse, ¿Por qué? La reconciliación es la belleza de Dios”.


Confesarse, ¿por qué?


La reconciliación y la belleza de Dios
Carta para el año pastoral 2005-2006

Tratemos de comprender juntos qué es la confesión:
si lo comprendes verdaderamente, con la mente y con el corazón, sentirás la necesidad y la alegría de hacer experiencia de este encuentro, en el que Dios, dándote su perdón mediante el ministro de la Iglesia,
crea en tí un corazón nuevo, pone en ti un Espíritu nuevo, para que puedas vivir una existencia reconciliada con Él, contigo mismo y con los demás, llegando a ser tú también capaz de perdonar y amar,
más allá de cualquier tentación de desconfianza y cansancio.


1. ¿Por qué confesarse?


Entre las preguntas que mi corazón de obispo se hace, elijo una que me hacen a menudo: ¿por qué hay que confesarse? Es una pregunta que vuelve a plantearse de muchas formas: ¿por qué ir a un sacerdote a decir los propios pecados y no se puede hacer directamente con Dios, que nos conoce y comprende mucho mejor que cualquier interlocutor humano? Y, de manera más radical: ¿por qué hablar de mis cosas, especialmente de aquellas de las que me avergüenzo incluso conmigo mismo, a alguien que es pecador como yo, y que quizá valora de modo completamente diferente al mío mi experiencia, o no la comprende en absoluto? ¿Qué sabe él de lo que es pecado para mí? Alguno añade: y además, ¿existe verdaderamente el pecado, o es sólo un invento de los sacerdotes para que nos portemos bien?

A esta última pregunta creo que puedo responder enseguida y sin temor a que se me desmienta: el pecado existe, y no sólo está mal sino que hace mal. Basta mirar la escena cotidiana del mundo, donde se derrochan violencia, guerras, injusticias, abusos, egoísmos, celos y venganzas (un ejemplo de este «boletín de guerra» no los dan hoy las noticias en los periódicos, radio, televisión e Internet). Quien cree en el amor de Dios, además, percibe que el pecado es amor replegado sobre sí mismo («amor curvus», «amor cerrado», decían los medievales), ingratitud de quien responde al amor con la indiferencia y el rechazo. Este rechazo tiene consecuencias no sólo en quien lo vive, sino también en toda la sociedad, hasta producir condicionamientos y entrelazamientos de egoísmos y de violencias que se constituyen en auténticas «estructuras de pecado» (pensemos en las injusticias sociales, en la desigualdad entre países ricos y pobres, en el escándalo del hambre en el mundo...). Justo por esto no se debe dudar en subrayar lo enorme que es la tragedia del pecado y cómo la pérdida de sentido del pecado --muy diversa de esa enfermedad del alma que llamamos «sentimiento de culpa»-- debilita el corazón ante el espectáculo del mal y las seducciones de Satanás, el adversario que trata de separarnos de Dios.


2. La experiencia del perdón


A pesar de todo, sin embargo, no creo poder afirmar que el mundo es malo y que hacer el bien es inútil. Por el contrario, estoy convencido de que el bien existe y es mucho mayor que el mal, que la vida es hermosa y que vivir rectamente, por amor y con amor, vale verdaderamente la pena. La razón profunda que me lleva a pensar así es la experiencia de la misericordia de Dios que hago en mí mismo y que veo resplandecer en tantas personas humildes: es una experiencia que he vivido muchas veces, tanto dando el perdón como ministro de la Iglesia, como recibiéndolo. Hace años que me confieso con regularidad, varias veces al mes y con la alegría de hacerlo. La alegría nace del sentirme amado de modo nuevo por Dios, cada vez que su perdón me alcanza a través del sacerdote que me lo da en su nombre. Es la alegría que he visto muy a menudo en el rostro de quien venía a confesarse: no el fútil sentido de alivio de quien «ha vaciado el saco» (la confesión no es un desahogo psicológico ni un encuentro consolador, o no lo es principalmente), sino la paz de sentirse bien «dentro», tocados en el corazón por un amor que cura, que viene de arriba y nos transforma. Pedir con convicción el perdón, recibirlo con gratitud y darlo con generosidad es fuente de una paz impagable: por ello, es justo y es hermoso confesarse. Querría compartir las razones de esta alegría a todos aquellos a los que logre llegar con esta carta.

3. ¿Confesarse con un sacerdote?


Me preguntas entonces: ¿por qué hay que confesar a un sacerdote los propios pecados y no se puede hacer directamente a Dios? Ciertamente, uno se dirige siempre a Dios cuando confiesa los propios pecados. Que sea, sin embargo, necesario hacerlo también ante un sacerdote nos lo hace comprender el mismo Dios: al enviar a su Hijo con nuestra carne, demuestra querer encontrarse con nosotros mediante un contacto directo, que pasa a través de los signos y los lenguajes de nuestra condición humana. Así como Él ha salido de sí mismo por amor nuestro y ha venido a «tocarnos» con su carne, también nosotros estamos llamados a salir de nosotros mismos por amor suyo e ir con humildad y fe a quien puede darnos el perdón en su nombre con la palabra y con el gesto. Sólo la absolución de los pecados que el sacerdote te da en el sacramento puede comunicarte la certeza interior de haber sido verdaderamente perdonado y acogido por el Padre que está en los cielos, porque Cristo ha confiado al ministerio de la Iglesia el poder de atar y desatar, de excluir y de admitir en la comunidad de la alianza (Cf. Mateo 18,17). Es Él quien, resucitado de la muerte, ha dicho a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Juan 20,22-23). Por lo tanto, confesarse con un sacerdote es muy diferente de hacerlo en el secreto del corazón, expuesto a tantas inseguridades y ambigüedades que llenan la vida y la historia. Tu solo no sabrás nunca verdaderamente si quien te ha tocado es la gracia de Dios o tu emoción, si quien te ha perdonado has sido tú o ha sido Él por la vía que Él ha elegido. Absuelto por quien el Señor ha elegido y enviado como ministro del perdón, podrás experimentar la libertad que sólo Dios da y comprenderás por qué confesarse es fuente de paz.

4. Un Dios cercano a nuestra debilidad


La confesión es por tanto el encuentro con el perdón divino, que se nos ofrece en Jesús y que se nos transmite mediante el ministerio de la Iglesia. En este signo eficaz de la gracia, cita con la misericordia sin fin, se nos ofrece el rostro de un Dios que conoce como nadie nuestra condición humana y se le hace cercano con tiernísimo amor. Nos lo demuestran innumerables episodios de la vida de Jesús, desde el encuentro con la Samaritana a la curación del paralítico, desde el perdón a la adúltera a las lágrimas ante la muerte del amigo Lázaro... De esta cercanía tierna y compasiva de Dios tenemos inmensa necesidad, como lo demuestra también una simple mirada a nuestra existencia: cada uno de nosotros convive con la propia debilidad, atraviesa la enfermedad, se asoma a la muerte, advierte el desafío de las preguntas que todo esto plantea el corazón. Por mucho que luego podamos desear hacer el bien, la fragilidad que nos caracteriza a todos, nos expone continuamente al riesgo de caer en la tentación. El Apóstol Pablo describió con precisión esta experiencia: «Hay en mí el deseo del bien, pero no la capacidad de realizarlo; en efecto, yo no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero» (Romanos 7,18s). Es el conflicto interior del que nace la invocación: «Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?» (Romanos 7, 24). A ella responde de modo especial el sacramento del perdón, que viene a socorrernos siempre de nuevo en nuestra condición de pecado, alcanzándonos con la potencia sanadora de la gracia divina y transformando nuestro corazón y nuestros comportamientos. Por ello, la Iglesia no se cansa de proponernos la gracia de este sacramento durante todo el camino de nuestra vida: a través de ella Jesús, verdadero médico celestial, se hace cargo de nuestros pecados y nos acompaña, continuando su obra de curación y de salvación. Como sucede en cada historia de amor, también la alianza con el Señor hay que renovarla sin descanso: la fidelidad y el empeño siempre nuevo del corazón que se entrega y acoge el amor que se le ofrece, hasta el día en que Dios será todo en todos.

5. Las etapas del encuentro con el perdón


Justo porque fue deseado por un Dios profundamente «humano», el encuentro con la misericordia que nos ofrece Jesús se produce en varias etapas, que respetan los tiempos de la vida y del corazón. Al inicio, está la escucha de la buena noticia, en la que te alcanza la llamada del Amado: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Marcos 1,15). A través de esta voz el Espíritu Santo actúa en ti, dándote dulzura para consentir y creer en la Verdad. Cuando te vuelves dócil a esta voz y decides responder con todo el corazón a Quien te llama, emprendes el camino que te lleva al regalo más grande, un don tan valioso que le lleva a Pablo a decir: «En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con
Dios! » (2 Corintios 5, 20).

La reconciliación es precisamente el sacramento del encuentro con Cristo que, mediante el ministerio de la Iglesia, viene a socorrer la debilidad de quien ha traicionado o rechazado la alianza con Dios, lo reconcilia con el Padre y con la Iglesia, lo recrea como criatura nueva en la fuerza del Espíritu Santo. Este sacramento es llamado también de la penitencia, porque en él se expresa la conversión del hombre, el camino del corazón que se arrepiente y viene a invocar el perdón de Dios. El término confesión --usado normalmente-- se refiere en cambio al acto de confesar las propias culpas ante el sacerdote pero recuerda también la triple confesión que hay que hacer para vivir en plenitud la celebración de la reconciliación: la confesión de alabanza («confessio laudis»), con la que hacemos memoria del amor divino que nos precede y nos acompaña, reconociendo sus signos en nuestra vida y comprendiendo mejor así la gravedad de nuestra culpa; la confesión del pecado, con la que presentamos al Padre nuestro corazón humilde y arrepentido, reconociendo nuestros pecados («confessio peccati»); la confesión de fe, por último, con la que nos abrimos al perdón que libera y salva, que se nos ofrece con la absolución («confessio fidei»). A su vez, los gestos y las palabras en las que expresaremos el don que hemos recibido confesarán en la vida las maravillas realizadas en nosotros por la misericordia de Dios.

6. La fiesta del encuentro


En la historia de la Iglesia, la penitencia ha sido vivida en una gran variedad de formas, comunitarias e individuales, que sin embargo han mantenido todas la estructura fundamental del encuentro personal entre el pecador arrepentido y el Dios vivo, a través de la mediación del ministerio del obispo o del sacerdote. A través de las palabras de la absolución, pronunciadas por un hombre pecador que, sin embargo, ha sido elegido y consagrado para el ministerio, es Cristo mismo el que acoge al pecador arrepentido y lo reconcilia con el Padre y en el don del Espíritu Santo, lo renueva como miembro vivo de la Iglesia. Reconciliados con Dios, somos acogidos en la comunión vivificante de la Trinidad y recibimos en nosotros la vida nueva de la gracia, el amor que sólo Dios puede infundir en nuestros corazones: el sacramento del perdón renueva, así, nuestra relación con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en cuyo nombre se nos da la absolución de las culpas. Como muestra la parábola del Padre y los dos hijos, el encuentro de la reconciliación culmina en un banquete de platos sabrosos, en el que se participa con el traje nuevo, el anillo y los pies bien calzados (Cf. Lucas15,22s): imágenes que expresan todas la alegría y la belleza del regalo ofrecido y recibido. Verdaderamente, para usar las palabras del padre de la parábola, «comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado» (Lucas 15, 24). ¡Qué hermoso pensar que aquél hijo podemos ser cada uno de nosotros!

7. La vuelta a la casa del Padre


En relación a Dios Padre, la penitencia se presenta como una «vuelta a casa» (este es propiamente el sentido de la palabra «teshuvá», que el hebreo usa para decir «conversión»). Mediante la toma de conciencia de tus culpas, te das cuenta de estar en el exilio, lejano de la patria del amor: adviertes malestar, dolor, porque comprendes que la culpa es una ruptura de la alianza con el Señor, un rechazo de su amor, es «amor no amado», y por ello es también fuente de alienación, porque el pecado nos desarraiga de nuestra verdadera morada, el corazón del Padre. Es entonces cuando hace falta recordar la casa en la que nos esperan: sin esta memoria del amor no podríamos nunca tener la confianza y la esperanza necesarias para tomar la decisión de volver a Dios. Con la humildad de quien sabe que no es digno de ser llamado «hijo», podemos decidirnos a ir a llamar a la puerta de la casa del Padre: ¡qué sorpresa descubrir que está en la ventana escrutando el horizonte porque espera desde hace mucho tiempo nuestro retorno! A nuestras manos abiertas, al corazón humilde y arrepentido responde la oferta gratuita del perdón con el que el Padre nos reconcilia consigo, «convirtiéndonos» de alguna manera a nosotros mismos: « Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lucas 15,20). Con extraordinaria ternura, Dios nos introduce de modo renovado en la condición de hijos, ofrecida por la alianza establecida en Jesús.

8. El encuentro con Cristo, muerto y resucitado por nosotros


En relación al Hijo, el sacramento de la reconciliación nos ofrece la alegría del encuentro con Él, el Señor crucificado y resucitado, que, a través de su Pascua nos da la vida nueva, infundiendo su Espíritu en nuestros corazones. Este encuentro se realiza mediante el itinerario que lleva a cada uno de nosotros a confesar nuestras culpas con humildad y dolor de los pecados y a recibir con gratitud plena de estupor el perdón. Unidos a Jesús en su muerte de Cruz, morimos al pecado y al hombre viejo que en él ha triunfado. Su sangre, derramada por nosotros nos reconcilia con Dios y con los demás, abatiendo el muro de la enemistad que nos mantenía prisioneros de nuestra soledad sin esperanza y sin amor. La fuerza de su resurrección nos alcanza y transforma: el resucitado nos toca el corazón, lo hace arder con una fe nueva, que nos abre los ojos y nos hace capaces de reconocerle junto a nosotros y reconocer su voz en quien tiene necesidad de nosotros. Toda nuestra existencia de pecadores, unida a Cristo crucificado y resucitado, se ofrece a la misericordia de Dios para ser curada de la angustia, liberada del peso de la culpa, confirmada en los dones de Dios y renovada en la potencia de su Amor victorioso. Liberados por el Señor Jesús, estamos llamados a vivir como Él libres del miedo, de la culpa y de las seducciones del mal, para realizar obras de verdad, de justicia y de paz.

9. La vida nueva del Espíritu


Gracias al don del Espíritu que infunde en nosotros el amor de Dios (Cf. Romanos 5,5), el sacramento de la reconciliación es fuente de vida nueva, comunión renovada con Dios y con la Iglesia, de la que precisamente el Espíritu es el alma y la fuerza de cohesión. El Espíritu empuja al pecador perdonado a expresar en la vida la paz recibida, aceptando sobre todo las consecuencias de la culpa cometida, la llamada «pena», que es como el efecto de la enfermedad representada por el pecado, y que hay que considerarla como una herida que curar con el óleo de la gracia y la paciencia del amor que hemos de tener hacia nosotros mismos. El Espíritu, además, nos ayuda a madurar el firme propósito de vivir un camino de conversión hecho de empeños concretos de caridad y de oración: el signo penitencial requerido por el confesor sirve justamente para expresar esta elección. La vida nueva, a la que así renacemos, puede demostrar más que cualquier otra cosa la belleza y la fuerza del perdón invocado y recibido siempre de nuevo («perdón» quiere decir justamente don renovado: ¡perdonar es dar infinitamente!) Te pregunto entonces: ¿por qué prescindir de un regalo tan grande? Acércate a la confesión con corazón humilde y contrito y vívela con fe: te cambiará la vida y dará paz a tu corazón. Entonces, tus ojos se abrirán para reconocer los signos de la belleza de Dios presentes en la creación y en la historia y te surgirá del alma el canto de alabanza.

Y también a ti, sacerdote que me lees y que, como yo, eres ministro del perdón, querría dirigir una invitación que me nace del corazón: está siempre pronto --a tiempo y a destiempo--, a anunciar a todos la misericordia y a dar a quien te lo pide el perdón que necesita para vivir y morir. Para aquella persona, ¡podría tratarse de la hora de Dios en su vida!

10. ¡Dejémonos reconciliar con Dios!


La invitación del apóstol Pablo se convierte, así, también en la mía: lo expreso sirviéndome de dos voces distintas. La primera, es la de Friedrich Nietzsche, que, en su juventud, escribió palabras apasionadas, signo de la necesidad de misericordia divina que todos llevamos dentro: «Una vez más, antes de partir y dirigir mi mirada hacia lo alto, al quedarme solo, elevo mis manos a Ti, en quien me refugio, a quien desde lo profundo del corazón he consagrado altares, para que cada hora tu voz me vuelva a llamar… Quiero conocerte, a Ti, el Desconocido, que penetres hasta el fondo del alma y como tempestad sacudas mi vida, tú que eres inalcanzable y sin embargo semejante a mí! Quiero conocerte y también servirte» («Scritti giovanili», «Escritos Juveniles» I, 1, Milán 1998, 388). La otra voz es la que se atribuye a san Francisco de Asís, que expresa la verdad de una vida renovada por la gracia del perdón: «Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar». Son éstos los frutos de la reconciliación, invocada y acogida por Dios, que auguro a todos vosotros que me leéis. Con este augurio, que se hace oración, os abrazo y bendigo uno a uno.


+ Bruno, vuestro padre en la fe


PARA EL EXAMEN DE CONCIENCIA


Prepárate a la confesión si es posible a plazos regulares y no demasiado lejanos en el tiempo, en un clima de oración, respondiendo a estas preguntas bajo la mirada de Dios, eventualmente verificándolo con quien pueda ayudarte a caminar más rápido en la vía del Señor:

1. «No tendrás otro Dios fuera de mí» (Dt 5,7). «Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente» (Mt 22,37). ¿Amo así al Señor? ¿Le doy el primer lugar en mi vida? Me empeño en rechazar todo ídolo que puede interponerse entre El y yo, ya sea el dinero, el placer, la superstición o el poder? ¿Escucho con fe su Palabra? ¿Soy perseverante en la oración?

2. «No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» (Dt 5,11). ¿Respeto el nombre santo de Dios? ¿Abuso al referirme a Él ofendiéndole o sirviéndome de Él en lugar de servirlo? ¿Bendigo a Dios en cada uno de mis actos? ¿Me remito sin reservas a su voluntad sobre mí, confiando totalmente en Él? ¿Me confío con humildad y confianza a la guía y a la enseñanza de los pastores que el Señor ha dado a su Iglesia? ¿Me empeño en profundizar y nutrir mi vida de fe?

3. «Santificarás las fiestas» (cf. Dt 5,12-15). ¿Vivo la centralidad del domingo, empezando por su centro que es la celebración de la eucaristía, y los otros días consagrados al Señor para alabarlo y darle gracias para confiarme a Él y reposar en Él? ¿Participo con fidelidad y empeño en la liturgia festiva, preparándome a ella con la oración y esforzándome en obtener fruto durante toda la semana? ¿Santifico el día de fiesta con algún gesto de amor hacia quien lo necesita?

4. «Honra a tu padre y a tu madre» (Dt 5,16). ¿Amo y respeto a quienes me han dado la vida? ¿Me esfuerzo por comprenderles y ayudarles, sobre todo en su debilidad y sus límites?

5. «No matar» (Dt 5,17). ¿Me esfuerzo por respetar y promover la vida en todas sus etapas y en todos sus aspectos? ¿Hago todo lo que está en mi poder por el bien de los demás? ¿He hecho mal a alguien con la intención explícita de hacerlo? «Amarás al prójimo como a ti mismo» (Mt 22,39). ¿Cómo vivo la caridad hacia el prójimo? ¿Estoy atento y disponible, sobre todo hacia los más pobres y los más débiles? ¿Me amo a mí mismo, sabiendo aceptar mis límites bajo la mirada de Dios?

6. «No cometerás actos impuros» (cf. Dt 5,1Cool. «No desearás la mujer de tu prójimo» (Dt 5,21). ¿Soy casto en pensamientos y actos? ¿Me esfuerzo en amar con gratuidad, libre de la tentación de la posesión y de los celos? ¿Respeto siempre y en todo la dignidad de la persona humana? ¿Trato mi cuerpo y el cuerpo de los demás como templo del Espíritu Santo?

7. «No robar» (Dt 5,19). «No desear los bienes ajenos» (Dt 5,21). ¿Respeto los bienes de la creación? ¿Soy honesto en el trabajo y en mis relaciones con los demás? ¿Respeto el fruto de trabajo de los demás? ¿Soy envidioso del bien de los otros? ¿Me esfuerzo en hacer a los otros felices o pienso sólo en mi felicidad?

8. «No pronunciar falso testimonio» (Dt 5,20). ¿Soy sincero y leal en cada palabra y acción? ¿Testimonio siempre y sólo la verdad? ¿Trato de dar confianza y actúo en modo de merecerla?

9. ¿Me esfuerzo en seguir a Jesús en la vía de mi entrega a Dios y a los demás? ¿Trato de ser como Él humilde, pobre y casto?

10. ¿Encuentro al Señor fielmente en los sacramentos, en la comunión fraterna y en el servicio a los más pobres? ¿Vivo la esperanza en la vida eterna, mirando cada cosa a la luz del Dios que llega y confiando siempre en sus promesas?


Participación en el foro

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Preguntas que pueden servirte para estructurar tus conclusiones

¿Qué me ha parecido el tema?
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Algún comentario particular…


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Acompañamiento espiritual.

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Especialidad: Educación en las virtudes

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Especialidad: Educación personalizada en las Universidades




Si tienes cualquier duda de cómo entrar en el foro, dudas de cómo participar, etc. puedes consultar a
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Mayra Novelo de Bardo moderadora del curso.

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DIOS Y MARIA SANTISIMA TE BENDIGAN
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belladela
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Registrado: 13 Jun 2008
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Ubicación: maracaibo - venezuela

MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 12:42 pm    Asunto: LA BELLEZA DEL PERDON
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

EL CORAZON DE UN SER HUMANO PERDONADOR QUE SABE COMPRENDER LA VOLUNTAD DE DIOS ES SIMPLEMENTE HERMOSO COMO DICE EL SALMO EL DE MANOS LIMPIAS Y CORAZON PURO VERA EL ROSTRO DE DIOS , ESTE TEMA UNO D ELOS MEJORES MUCHAS GRACIAS
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DIOS NOS CONCEDA LA SABIDURIA..DTB DELAINE
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MALLY
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Registrado: 29 Sep 2007
Mensajes: 60

MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 6:08 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

¿Qué me ha parecido el tema?
Me gusto mucho pues te habla del perdón divino
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Cuando perdono alimento mi alma y mi cuerpo mis emociones y cuando me hacerco para que Dios me perdone experimento su amor total
Algún comentario particular…
Siempre debemos acercarnos al sacramento de la reconciliacion pues cada vez que lo hacemos recibimos gracias y bendiciones especiales para poder ir cambiando nuestra forma de vida para poder perdonarme a mi y a los demas.
_________________
¡Venga tu Reino!
Jesús y María vivan por siempre en nuestros corazones.
Su afectisima en Cristo y el Movimiento:
Mally.
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Silvina Baez
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Registrado: 17 Ene 2009
Mensajes: 14

MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 7:58 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

Hola a todos: Compartiendo la alegria de la Resurreccion de Nuestro Senor Jesus, mis disculpas por no haber participado antes, los dias anteriores han sido de muchas actividades.
Releyendo el tema 12, quisiera compartir algunas cosas que me llamaron la atencion:
"Al perdonar, nace un sentimiento nuevo y la mirada se clarifica, desaparecen los prejuicios, y se puede ver a los demás como realmente son, descubrir y valorar sus cualidades, que hasta entonces estaban ocultas.", que hermoso es cuando podemos ver esas cualidades.
• Bondad de corazón: aceptar a cualquier persona independientemente de lo que yo sienta por ella, silenciar sus errores, ponderar sus cualidades y virtudes. Alegrarme por sus éxitos.
• Pensar bien de los demás: contrarrestar la tendencia natural del dicho popular “piensa mal y acertarás” con una actitud cristiana, es decir, “cree todo el bien que se oye, no creer sino el mal que se ve y aun ese mal, saber disculparlo”.
-"Quien cree en el amor de Dios, además, percibe que el pecado es amor replegado sobre sí mismo («amor curvus», «amor cerrado», decían los medievales), ingratitud de quien responde al amor con la indiferencia y el rechazo."
Este ultimo, que habla de la ingratitud y rechazo hacia el amor, es lo mas doloroso cuando se toma conciencia de las consecuencias y a QUIEN estamos rechazando, si como padres nos duele el rechazo de un hijo, en infinita medida duele a Dios nuestro rechazo, en un libro que habla de la evolucion del sacramento de la reconciliacion, decia que en la Iglesia primitiva las penitencias eran muy severas, y estas eran una vez en la vida, ya que el arrepentido no caia de nuevo en el pecado, que lamentable realidad vemos ahora, pero Dios que sabe todo de antemano, nos preparo el renovador sacramento de la reconciliacion. Personalmente en mis confesiones he experimentado esta Gracia del perdon, y como podria yo ser egoista y no perdonar a mi projimo; por supuesto tomar mas conciencia de mis actitudes con los demas. No se trata solo de perdonar, sino de pedir perdon a los que ofendemos.
Quiero compartirles la Letanias de la Humildad
Jesus manso y humilde de corazon, oyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, Librame Jesus
Del deseo de ser alabado, Librame Jesus
Del deseo de ser honrado, Librame Jesus
Del deseo de ser aplaudido, Librame Jesus
Del deseo de ser preferido a otros, Librame Jesus
Del deseo de ser consultado, librame Jesus
Del deseo de ser aceptado, Librame Jesus
Del temor de ser humillado, Librame Jesus
Del temor de ser despreciado, Librame Jesus
Del temor de ser reprendido, Librame Jesus
Del temor de ser calumniado, Librame Jesus
Del temor de ser olvidado, Librame Jesus
Del temor de ser puesto en ridiculo, Librame Jesus
Del temor de ser injuriado, Librame Jesus
Del temor de ser juzgado con malicia, librame Jesus

Que otros sean mas estimado que yo, Dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinion del mundo y yo me eclipse
Que otros sean alabados y de mi no se haga caso
Que otros sean empleados en cargos y a mi se me juzgue inutil
Que otros sean preferidos a mi en todo
Que los demas sean mas santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda

Oracion
Oh, Jesus que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concedenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillandono como corresponde a nuestra miseria aqui en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amen.

Los quiero mucho y Dios los bendiga.
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Silvina Baez
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Registrado: 17 Ene 2009
Mensajes: 14

MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 7:58 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

Hola a todos: Compartiendo la alegria de la Resurreccion de Nuestro Senor Jesus, mis disculpas por no haber participado antes, los dias anteriores han sido de muchas actividades.
Releyendo el tema 12, quisiera compartir algunas cosas que me llamaron la atencion:
"Al perdonar, nace un sentimiento nuevo y la mirada se clarifica, desaparecen los prejuicios, y se puede ver a los demás como realmente son, descubrir y valorar sus cualidades, que hasta entonces estaban ocultas.", que hermoso es cuando podemos ver esas cualidades.
• Bondad de corazón: aceptar a cualquier persona independientemente de lo que yo sienta por ella, silenciar sus errores, ponderar sus cualidades y virtudes. Alegrarme por sus éxitos.
• Pensar bien de los demás: contrarrestar la tendencia natural del dicho popular “piensa mal y acertarás” con una actitud cristiana, es decir, “cree todo el bien que se oye, no creer sino el mal que se ve y aun ese mal, saber disculparlo”.
-"Quien cree en el amor de Dios, además, percibe que el pecado es amor replegado sobre sí mismo («amor curvus», «amor cerrado», decían los medievales), ingratitud de quien responde al amor con la indiferencia y el rechazo."
Este ultimo, que habla de la ingratitud y rechazo hacia el amor, es lo mas doloroso cuando se toma conciencia de las consecuencias y a QUIEN estamos rechazando, si como padres nos duele el rechazo de un hijo, en infinita medida duele a Dios nuestro rechazo, en un libro que habla de la evolucion del sacramento de la reconciliacion, decia que en la Iglesia primitiva las penitencias eran muy severas, y estas eran una vez en la vida, ya que el arrepentido no caia de nuevo en el pecado, que lamentable realidad vemos ahora, pero Dios que sabe todo de antemano, nos preparo el renovador sacramento de la reconciliacion. Personalmente en mis confesiones he experimentado esta Gracia del perdon, y como podria yo ser egoista y no perdonar a mi projimo; por supuesto tomar mas conciencia de mis actitudes con los demas. No se trata solo de perdonar, sino de pedir perdon a los que ofendemos.
Quiero compartirles la Letanias de la Humildad
Jesus manso y humilde de corazon, oyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, Librame Jesus
Del deseo de ser alabado, Librame Jesus
Del deseo de ser honrado, Librame Jesus
Del deseo de ser aplaudido, Librame Jesus
Del deseo de ser preferido a otros, Librame Jesus
Del deseo de ser consultado, librame Jesus
Del deseo de ser aceptado, Librame Jesus
Del temor de ser humillado, Librame Jesus
Del temor de ser despreciado, Librame Jesus
Del temor de ser reprendido, Librame Jesus
Del temor de ser calumniado, Librame Jesus
Del temor de ser olvidado, Librame Jesus
Del temor de ser puesto en ridiculo, Librame Jesus
Del temor de ser injuriado, Librame Jesus
Del temor de ser juzgado con malicia, librame Jesus

Que otros sean mas estimado que yo, Dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinion del mundo y yo me eclipse
Que otros sean alabados y de mi no se haga caso
Que otros sean empleados en cargos y a mi se me juzgue inutil
Que otros sean preferidos a mi en todo
Que los demas sean mas santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda

Oracion
Oh, Jesus que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concedenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillandono como corresponde a nuestra miseria aqui en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amen.

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Angelitos
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Registrado: 05 Jun 2008
Mensajes: 22

MensajePublicado: Mar Abr 14, 2009 10:47 pm    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

Creo que con este tema se refuerza en mi la necesidad de decir nuestros pecados al sacerdote pues de esta manera tenemos la certeza de estar perdonados pero también creo que de esta manera tenemos la orientación ya que algunas veces a lo que nosotros no damos mucha importancia el sacerdote si o nosotros a veces estamos muy mortificados por algo y resulta una tonteria.
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jguerras100
Esporádico


Registrado: 13 Jun 2008
Mensajes: 61

MensajePublicado: Mie Abr 15, 2009 6:16 am    Asunto: Re: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

Es sumamante gratificante el sanar el corazón y la mente herida, por eso el saber que Dios nos perdona todo cuanto reconozcamos y vayamos al retorno al Padre que es el Teshuva es algo increible el contar con un sacramento quen nos da la vida y la paz y el bien.
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Jaime I. Gonzalez Beas
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Registrado: 24 Ene 2009
Mensajes: 10

MensajePublicado: Jue Abr 16, 2009 2:18 am    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

En el tema me muestra el significado del perdón el cual es amor, encuentro los beneficios que me otorga el perdón de Dios al confesarlos al sacerdote su intercesor en la tierra, me reconcilia con el, me habla claramente de porque nos debemos de confesar con un sacerdote y de que con la confesión de nuestros pecados se lograr la paz interior que solo estando en comunión con Dios se logra, me habla de cómo guiarme en la vida en mis relaciones con los demás y con Dios, tema muy nutritivo que es necesario ponerlo en practica para estar bien consigo mismo y con los demás para vivir el reino de Dios aquí en la tierra.
Si efectivamente al confesarme he experimentado esa paz interior y ahora que estoy aprendiendo a como realizar el autoanalizáis de conciencia siento que requiero confesarme mas seguido para mantener esa paz interior para poder entregarme a los demás con amor.
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Ana María Jiménez de Pére
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Registrado: 06 Jun 2008
Mensajes: 22
Ubicación: Atizapan, Edo. de Méx.

MensajePublicado: Jue Abr 16, 2009 1:45 pm    Asunto: Tema 12 Efectos del Perdón y la Belleza del Perdón de Dios
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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¿Qué me ha parecido el tema? El tema como todo el curso me ha ayudado a reflexionar en la condición humana que por no comprenderse a sí mismo no puede comprender a los demás y por tanto el no perdonarse a sí misma no puede perdonar a los demás entonces si esto no se ha dado en qué plan queda el perdón de Dios hacia los hombres y reconozco que si creo en el Perdón de Dios y que ese perdón, en el Sacramento de la Reconciliación de la Misericordia de Dios es el que da la fuerza necesaria para continuar con nuevos Ánimos, es el viento que sopla y que nos lleva a vivir la vida en Cristo, a ser mejor cada día, con un corazón más limpio y lleno de amor.
¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida? La Frase “Nada se asemeja tanto a Dios como estar dispuesta al perdón” de San Juan Crisóstomo es lo que me moverá de ahora en adelante para perdonar y sanar primero yo para después dar a los demás.
Algún comentario particular… Agradezco a Dios la oportunidad de haber iniciado este curso que me ayudó a discernir entre mi actitud y la de los demás.
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Espíritu Santo, que mi trabajo sea una alabanza al Padre, una medio para unirme a Cristo, una oportunidad de realizarme bajo tu divina protección
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Scarlett*
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Registrado: 21 Nov 2007
Mensajes: 1623

MensajePublicado: Sab Abr 18, 2009 4:14 am    Asunto:
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

¿Qué me ha parecido el tema?
Como todos los demás, excelente

¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
El recordatorio permanente de buscar la reconciliación con Dios através del sacramento de la reconciliación

Algún comentario particular…
Bendigo a Dios por dejarnos a los sacerdotes, para que através de ellos recibamos su perdón a mis faltas tan constantes.

Quiero compartir con ustedes la gran experiencia que tuve cuando, después de casi 20 años de no confesarme, finalmente lo hice... fué algo maravilloso.
Encontrar a Jesús en la Eucaristía es algo que no tiene igual.
Oir las palabras "Te perdono" suena a música celestial.

Escuchar la penitencia a cumplir, es reparador para uno principalmente, independientemente del bien que le hagamos a los que hemos ofendido.

Alguna vez, hermanos separados han querido influenciarme con sus ideas, pero no hay nada igual a los sacramentos que Cristo instituyó y que nos hacen entrar en contacto con Dios, especialmente el de la Reconciliación que me hace sentir de nuevo abrazada, aceptada, querida por quien me creó.
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Concepcion Mahecha Ortiz
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Registrado: 12 Ene 2009
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MensajePublicado: Sab Abr 18, 2009 3:00 pm    Asunto: Tema 12. Efectos del perdón y su belleza
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
Responder citando

¿Qué me ha parecido el tema?
Los enfoques de los temas expuestos son precisos, claros y edificantes para nuestra vida de compromiso como cristianos en nuestra relación con Dios.

¿Qué aplicaciones prácticas encuentro para mi vida?
Tanto es el amor de Dios que ha manifestado transformando el corazón de sus hijos, suscitando en nuestro interior la conversión y el firme propósito de cambio en nuestros comportamientos y concientización de la necesidad de mantener viva nuestra comunicación con Dios, esforzándonos por sostenernos en la fidelidad y unidos a su divina bondad, bajo su perdón misericordioso, en acatamiento de su mandato de amor fraterno, en respeto y comprensión de su valores y tolerancia de sus flaquezas, en semejanza de las enseñanzas y ejemplos de nuestro Maestro Jesús, en condición de cristianos servidores.

Es fundamental conocer “Los Grandes Beneficios que produce el Perdón” en nuestra vida a Nivel personal y Comunitario:
Cuando nuestro organismo deja de estar atado y es libre, puede pensar y actuar con serenidad y puede aceptarse asimismo.
De la serenidad, pasamos a la bondad, para aceptar también a las demás personas, independiente de nuestro sentir y poder descubrir sus cualidades y virtudes, alegrarnos por sus logros, pensar bien de los demás, descubrir el rostro de Dios donde está el bien, disculpar y perdonar cuando las circunstancias lo requieran.
Lo anterior nos ayudará a actuar con claridad, prudencia y caridad cristiana, frente al prójimo que espera por lo menos un gesto compasivo en determinados casos, y es más, de comprensión y no una recriminación o desacierto agravante.

Me uno al interrogante del texto:
Donde se realiza el encuentro con la Belleza del Perdón de Dios?
Cuando me acerco a la Confesión, porque en este Sacramento nos reconcilio con Dios que es la Plenitud de la Belleza.
Personalmente al comprender qué es la Confesión; en mi mente y en mi corazón, siento la gran necesidad de realizar esta experiencia que me llena de paz y esperanza por este encuentro con el Señor que conoce mis flaquezas y me concede su perdón por medio del ministerio de su Iglesia, dándome un corazón y un Espíritu nuevo para una existencia reconciliada con El, conmigo misma y los demás.
Otro interrogante: Por que confesarse?
La respuesta: Después de tantos desaciertos, por desconocer las enseñanzas de Jesús consignadas en sus Sagradas Escrituras “N.T.” y de la Doctrina de la Iglesia Católica Apostólica de contenido en el “CIC”, que nos instruye y prepara para conocer y entender cuál es la razón por la que debemos “Confesarnos”: Es porque el pecado existe y viene del mal que causa tanto daño en la humanidad.
Con sus malas acciones y estructuras de pecado, de las que debemos guardar distancia y prudencia para no caer en sus redes, que dañan tanto nuestra vida interior y nuestra relación con Dios.
Por qué confesarse con un Sacerdote?
La respuesta está en el Evangelio de San Juan 20,21-23.
Cristo Resucitado dijo a sus Apóstoles en una de sus apariciones antes de Pentecostés: Como el Padre me envió, también Yo os envío a vosotros. Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les serán perdonados. ….A quienes los retengáis, les serán retenidos.
Este pasaje del Evangelio de San Juan, nos da la respuesta clara del por qué confesarnos con un Sacerdote, que da cumplimiento al mandato de Cristo Resucitado de impartir la absolución al penitente en el nombre de Dios y experimentar la libertad por la recuperación de la Gracia Santificante.

Un Dios cercano a nuestra debilidad:
La Confesión como signo eficaz de la Gracia, es la cita con el perdón Divino y con el rostro de Dios que conoce nuestra fragilidad humana, ante nuestra necesidad de su cercanía tierna y compasiva; nos da el auxilio necesario para entender qué hay en nuestro interior, “el deseo de hacer el bien mas no la capacidad “ y en ese conflicto interno nace nuestra invocación de querer ser librados del mal del pecado que consume el ser. Es ahí donde Dios se conduele de nuestra condición pecadora y nos alcanza con su poder sanador de la Gracia Divina, que renueva el corazón y transforma el comportamiento humano.

Etapas del encuentro con el perdón:
Este encuentro con Jesús a través del perdón, se da en varias etapas acordes con el tiempo y la vida del corazón, porque todo ha sido previsto por su Sabiduría para el hombre y su condición, para darle cumplimiento en el Tiempo destinado por Dios.
Jesús para iniciar la Misión Salvadora del Padre para el hombre anunció: “ La cercanía del Reino de Dios, la Buena Nueva para la escucha del hombre y su llamado a la conversión”.
Impulsados por la voz del Espíritu que actúa en nosotros , dándonos dulzura para consentir y creer en la Verdad.
Todo el contenido de la Gran Verdad revelada por Dios para el hombre, es depósito de la Fe, consignada en las Sagradas Escrituras, es con el fin de dar cumplimiento al Plan amoroso del Padre para salvar al hombre a través de su Hijo Jesús.
Jesús que pasó su vida haciendo el bien, sanando a los enfermos en el alma y en el cuerpo, resucitando a los muertos y enseñándonos con su Palabra el contenido de la Gran Verdad,
Para mostrarnos al Padre y dar testimonio de su gran bondad hacia nosotros, de su Grandeza y Poderío.
Hoy, Jesús nos llama a vivir Reconciliados con nuestro Padre Dios:
Cuando por nuestra infidelidad, rompemos nuestra alianza con Dios, El se conduele de nuestra debilidad a través del Ministerio de la Iglesia que viene a socorrernos y a “recrearos” como criaturas nuevas con la fuerza de su Santo Espíritu, que nos impulsa para llegar al arrepentimiento de nuestras culpas que han roto o deteriorado nuestra relación con Dios, la que debemos recuperar de inmediato por la acción benéfica del Sacramento del Perdón.

La fiesta del encuentro y el regreso a casa:
Para que se produzca en mi la recuperación del estado de desacierto y culpabilidad, debo cumplir cuidadosamente los pasos necesarios para que el Sacramento del Perdón se realice en mi y se produzcan los efectos de la Gracia santificante, la paz y la alegría de poder regresar a los brazos del Padre Celestial que con gran regocijo celebra este nuevo encuentro de reconciliación.
En este proceso, su intervención divina ha sido dada por la acción y don gratuito de su Santo Espíritu, que nos provee de toda ayuda necesaria para salir de la oscuridad a la luz. Lc.15,25.
Para sostener la armonía de vivir en Cristo y para Cristo, estamos llamados a mantenernos alerta, mediante la toma de conciencia y responsabilidad de nuestros comportamientos frente a Dios Padre y hermanos en la Fe, en una relación fraterna, salvaguardando la Alianza con El.

El Señor Muerto y Resucitado:
Por su Pascua, nos da vida nueva, infundiendo en nuestros corazones su Santo Espíritu, como participación de su alegría en la Resurrección. Encuentro que se realiza mediante el acatamiento del procedimiento a seguir como acto preparatorio para la Confesión ( Ex.de Conciencia - Reconocimiento de nuestra condición de pecador - Arrepentimiento y Compromiso de cambio),
Con humildad y dolor por la ofensa a Dios, nos disponemos a recibir el perdón, con gratitud plena y asombro .Toda nuestra existencia y condición ya unida al Sacrificio de Cristo se ofrece a la Misericordia de Dios para ser “Sanada y liberada” de toda culpa y renovada en el amor victorioso.
La práctica asidua de la Reconciliación debe ser vivida y renovada con Cristo, movidos a expresar la paz recibida, aceptando las consecuencias de la culpa cometida “La pena, herida para ser curada con el Oleo de la Gracia y la paciencia del amor que debemos tener hacia nosotros mismos.
El Espíritu Santo nos ayuda a madurar nuestro firme propósito de vivir en el camino de la conversión a base de esfuerzos concretos, Caridad y Oración.
¿Cómo no aceptar un Regalo tan grande que nos da la Gracia Sacramental, haciéndonos partícipes de la Vida eterna, devolviéndonos la paz y la luz para reconocer los signos de la belleza de Dios?

Los Mandamiento de la Ley Divina, son la guía que nos dan claridad al examinar nuestros actos según nuestra conciencia, teniendo como prioridad el Mandato del Amor que da cubrimiento a todo el contexto de la Ley, a la luz de la Verdad de Dios.
El con tenido de este tema, reflexionado y extractado en cada una de sus partes, es de aplicación para el curso de mi vida y relación con Cristo, para mi crecimiento espiritual en la Gracia de mi Señor Jesús, que me ha mirado con tanta bondad.
Para terminar, deseo anotar que al generalizar en ciertas reflexiones, me he concientizado de la participación personal y activa que debo tomar en cada exhortación o aplicación.

Reciban todos ustedes, un gran abrazo en el mor de Jesús nuestro Divino Maestro y que sea la luz y la fuerza de su Santo Espíritu la que continúe fluyendo en sus mentes y corazones y sus vidas reciban abundantes bendiciones.
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Cristina Garza
Esporádico


Registrado: 29 Sep 2006
Mensajes: 57

MensajePublicado: Sab Abr 18, 2009 11:36 pm    Asunto: Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios.
Tema: Tema # 12 Efectos del perdón y la belleza del perdón de Dios
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El tema es como siempre interesante, y sobre todo para este tiempo que estamos viviendo, la pascua, es un tiempo de regocijo que debemos los católicos vivir con alegría.
La reconciliación….estar bien con aquel que siento que me ofendió, perdonar las imprudencias del vecino, adentrarme a escudriñar mi corazón y sanar las viejas heridas para entregárselas a Jesús en la cruz. Dejarse llenar de Cristo resucitado…es realmente lo que debemos hacer los que decimos ser católicos seguidores de Cristo.
La reconciliación es un sacramento que muchas veces queremos evitar por nuestra soberbia, pues para estar ahí, de rodillas pidiendo perdón…se necesita mucha humildad y quizá en todo esto pensó Dios , es ese acto de amor que debemos tener para acudir al perdón. La humildad de saberme pecador y tener las agallas de ir….caminar…..emitir con mi voz…. ¡perdóname Señor!, ante un servidor de Dios que dé testimonio de ese arrepentimiento. ¿Te atreves? ¡Ganemos la batalla al maligno! Y confesémonos.
En lo personal a mí me ha llegado mucho este tema pues cuando uno se acerca más a Dios (a sus enseñanzas, sacramentos…etc.) Se da uno cuenta que es indigno de estar ahí, que solo la misericordia de Dios nos deja estar en esta posición.... Gracias Padre.
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