Beatriz Veterano
Registrado: 01 Oct 2005 Mensajes: 6434
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Publicado:
Vie Sep 01, 2006 11:46 pm Asunto:
Fuera de Jesucristo no sabemos nada
Tema: Fuera de Jesucristo no sabemos nada |
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"No sólo conocemos a Dios únicamente a través de Jesucristo, sino que nosotros mismos sólo nos comprendemos a través de Jesucristo. Entendemos la vida y la muerte sólo a través de Jesucristo. Fuera de Jesucristo no sabemos ni qué es la vida, ni qué es la muerte, ni qué es Dios, ni qué somos nosotros mismos..." Pascal
¿Qué es la vida? Vida es para mi vivir en gracia de Dios, vivir en comunión con Dios, que hemos obtenido gracias al sacrificio de Jesucristo.
¿Qué es la muerte? regresar al lado de Jesucristo.
¿Qué es Dios? Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¿Qué soy yo? hija de Dios...hija en el Hijo... _________________ "Quien no ama, no conoce"
San Agustín |
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Maellus haereticorum Veterano
Registrado: 03 Oct 2005 Mensajes: 1775
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Publicado:
Sab Sep 02, 2006 1:33 am Asunto:
Tema: Fuera de Jesucristo no sabemos nada |
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La entrega total a Jesucristo ha sido una constante en la santidad de la Iglesia. Como muestra:
"Nos hiciste, Señor, para Tí y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Tí"
(San Agustín, Confesiones I, 1)
"1- Cualquiera cosa que puedo desear o pensar para mi consuelo, no la espero aquí, sino en la otra vida. Pues aunque yo solo estuviese todos los gustos del mundo, y pudiese usar de todos sus deleites, cierto es que no podrían durar mucho. Así que no podrás, alma mía, estar cumplidamente consolada, ni perfectamente recreada sino en Dios, que es consolador de los pobres, y recibe a los humildes. Espera un poco, alma mía, espera la promesa divina, y tendrás abundancia de todos los bienes en el cielo. Si deseas desordenadamente estas cosas presentes, perderás las eternas y celestiales. Sean las temporales para el uso: las eternas para el deseo. No puedes saciarte de ningún bien temporal, porque no eres criada para gozar de lo caduco.
2. Aunque tengas todos los bienes criados, no puedes ser dichosa y bienaventurada: mas en Dios, que crio todas las cosas, consiste toda tu bienaventuranza y tu felicidad. No como la que admiran y alaban los necios amadores del mundo, sino como la que esperan los buenos y fieles discípulos de Cristo, y alguna veces gustan los espirituales y limpios de corazón, cuya conversación está en los cielos. Vano es y breve todo consuelo humano. El dichoso y verdadero consuelo es aquel que la Verdad hace percibir interiormente. El hombre devoto en todo lugar lleva consigo a su consolador Jesús, y le dice: Ayúdame, Señor, en todo lugar y tiempo. Sea, pues, mi consolación carecer de buena gana de todo humano consuelo. Y si tu consolación me faltare, sea mi mayor consuelo tu voluntad y justa probación. Porque no estarás airado perpetuamente, ni enojado para siempre".
(Beato Tomás de Kempis, La Imitación de Cristo, Libro III, XVI, 1, 2).
"Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
La gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí"
(Santa Teresa de Ávila, Poesía II)
"En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo;
pues sin él y sin mí quedo,
este vivir, ¿qué será?"
(San Juan de la Cruz, Poemas)
"Despreciando los gozos de este mundo,
de Jesús he quedado prisionera.
Todo placer fugaz lo considero,
¿Tú eres, Señor, el Bien qu me contenta...!"
(Santa Teresa de Lisieux, Poemas)
"Toda la santidad y perfección del alma consiste en amar a Jesucristo, Dios nuestro, sumo Bien y Salvador. El Padre -dice el propio Jesús- los ama porque ustedes me han amado. «Algunos -expone San Francisco de Sales- cifran la perfección en la austeridad de la vida, otros en la oración, quienes en la frecuencia de sacramentos y quienes en el reparto de limosnas; más todos se engañan, porque la perfección consiste en amar a Dios de todo corazón".
(San Alfonso María de Ligorio, Práctica de Amor a Jesucristo, Cap. 1) _________________
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