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Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.

 
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Autor Mensaje
Pepa
Veterano


Registrado: 02 Oct 2005
Mensajes: 4183

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 2:03 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

A ver, CheMaradiaga, ¿dónde has leído algo que digan qué santos en contra de lo que declara la Iglesia como dogma?
No creo que de la exposición que escribió Rocío se desprenda nada de eso. Como muy bien pone Anastasia, se trata de explicar cómo terminó la vida de la Sma. Virgen sobre la tierra, para enseguida ser llevada en cuerpo y alma al Cielo.
Si te molesta el que se diga que murió, piensa que el mismo Jesucristo, Dios hecho hombre, murió, a pesar de no tener pecado, evidentemente, ¿no? Podríamos comenzar una "discusión bizantina" sobre cómo es posible que se diga que Dios murió...
En fin, creo (con todo respeto te lo digo) que no tiene demasiado asidero tu dilema. Todos estamos de acuerdo en el Dogma de la Asunción de la Virgen María... luego de finalizar su vida sobre la tierra.

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jusmar
Asiduo


Registrado: 11 May 2007
Mensajes: 374
Ubicación: Madrid (España)

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 4:42 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

(...) NOTA DE MODERACIÓN: Se quitaron algunos textos off-topic y se dividió el tema. También fue borrada una intervención (no era esta de jusmar) con insultos a los protestantes y quejas contra la moderación. Creemos siempre un clima de diálogo y respeto en los temas.
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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 4:44 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Estimado en Cristo CheMaradiaga:

La tradición latina, como lo indicó Anastasia en el otro tema, es la que tiende más por la hipótesis de que la Santísima Virgen sí murió e inmediatamente fue resucitada y Asunta. La tradición oriental es la que ha tendido más a sostener que no murió sino tan sólo se durmió y luego fue Asunta.

El tema está en disputa y por ello, como se ha señalado, con toda intención la definición dogmática evitó pronunciarse al respecto, diciendo tan sólo que fue Asunta "transcurrida su vida terrena", lo que es compatible tanto con la hipótesis de la muerte e inmediata resurrección, como con la hipótesis de la dormición.

Los temas en los que en el fondo se basa la polémica son:

1. Es más fácil explicar la transformación de su cuerpo en cuerpo glorioso si la Santísima Virgen murió y resucitó. Aunque desde luego siempre se puede considerar una especie de transfiguración para sostener meramente la dormición.

2. Los partidarios de la dormición, por el contrario, argumentan que la muerte es el castigo del pecado, pero si Ella no pecó, entonces no mereció el castigo y por tanto parecería no ser apropiado que la Santísima Virgen muriera. Cristo no lo mereció tampoco, pero aún así murió porque tomó sobre sí nuestros pecados y, en consecuencia NUESTRO castigo. Así se explica porqué Cristo murió y la Santísima Virgen no. Sin embargo, también aquí es posible una salida para la otra hipótesis (la de la muerte y resurrección inmediata en este caso) puesto que si María se unió íntimamente a la Pasión del Señor, al grado de que con justicia es llamada por la Iglesia "Co-Redentora", entonces parecería también apropiado que Ella lo acompañe hasta las últimas consecuencias de NUESTRA redención, es decir, hasta la muerte (para luego resucitar con Él de inmediato y ser Asunta al Cielo, claro está).

Como puedes observar, ambas hipótesis tienen argumentos teológicos fuertes a favor y manera de "contrarrestar" los de la otra hipótesis. El Magisterio intencionalmente NO se ha pronunciado al respecto (si alguien te dijo otra cosa, pues que muestre donde se ha pronunciado formal y solemnemente el Magisterio al respecto) y, en consecuencia, la duda persiste.

Duda que, como ya se ha hecho notar, en nada afecta al dogma de la Asunción de nuestra Santísima Madre.

Que Dios te bendiga.
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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 5:09 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Estimados hermanos en Cristo:

Un detalle más acorde con el tema en el que estamos:

No olvidemos que una de las primeras partes del proceso de canonización es una revisión exahustiva de los escritos del candidato para corroborar que no se encuentre en ellos nada contrario a la Fé. Esto no quiere decir que no hayan podido cometer equivocaciones (por ejemplo, sostener sinceramente la hipótesis falsa en lo que en su tiempo era apenas una disputa teológica que luego fue resuelta por medio de un dogma que no dió la razón al santo en cuestión. Un caso notorio es, por ejemplo, que Santo Tomás de Aquino NO sostuvo la Inmaculada Concepción, la que faltaban aún muchos siglos para que fuese definida como dogma cuando él vivió), sino que no se apartaron de la Fé tal y como se encontraba definida durante su vida terrena.

Si un candidato no pasa esta prueba (si se encuentra en sus escritos algo contrario a la Fé) entonces hasta ahí llega el proceso y ni siquiera se procede al estudio de posibles milagros.

Así pues, en general y salvo excepciones como la antes citada de Santo Tomás, los santos son considerados como testigos confiables de la Fé por la Iglesia misma, de donde se sigue que normalmente no hay oposición alguna entre sus enseñanzas y la Fé de la Iglesia. Está claro que, en excepciones como la indicada de Santo Tomás, los fieles debemos optar por la definición formal de la Iglesia y no por lo que la definición misma demuestra que era una opinión erronea del santo en cuestión (pero ojo, erronea y NO contraria a la Fé por no haber estado entonces definida).

Entendámoslo bien: no es que los santos gocen de una especie de "infalibilidad" que les impide oponerse a la Fé, sino es exactamente al revés: es la Iglesia la que no nos propone como santos a personas que se han apartado de la Fé una vez que se convirtieron definitivamente a Cristo. Nótese también que sabemos que hay santos que vivieron y escribieron en contra de Cristo antes de su conversión, el mismo San Pablo perseguía cristianos y el mismísimo San Pedro renegó de Cristo, pero eso es otra cosa que no hace sino resaltar la transformación que Cristo obró finalmente en estas personas.

Saludos y bendiciones.
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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 3:40 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Saludos en Cristo Ines y demás hermanos en Cristo:

He querido distinguir precisamente eso que dices de negar intencionalmente una verdad de la Fé de la Iglesia que es ya conocida, con respecto a una simple equivocación (o error, en ese sentido de equivocación involuntaria y no en el de oposición al dogma) producto del limitado desarrollo del conocimiento que hasta la época se tenía.

Me parece interesante analizar el caso de Santo Tomás y la Inmaculada Concepción a la luz de tu aporte. Pues Santo Tomás no defiende la Inmaculada Concepción por dos razones, la primera es una limitación del conocimiento científico de su época y la segunda es una auténtica equivocación teológica (la que ya distinguimos de los errores de Fé entendidos como oposiciones voluntarias) debida a limitaciones del desarrollo de la teología en su época.

Dice Santo Tomás:
Suma Teológica escribió:
La santificación de la Virgen María antes de su animación no es admisible por dos motivos. Primero, porque la santificación de que hablamos no es otra cosa que la limpieza del pecado original, puesto que la santidad es la limpieza perfecta, según dice Dionisio en el c.12 del De Div. Nom. . Ahora bien, la culpa no puede limpiarse más que por medio de la gracia, cuyo sujeto es solamente la criatura racional. Y, por tanto, la Virgen María no fue santificada antes de la infusión del alma racional.
Segundo, porque al ser exclusivamente sujeto de la culpa el alma racional, antes de la infusión de la misma, la prole concebida no está sometida a la culpa. Y así, de cualquier manera en que la Virgen María hubiera sido santificada antes de la animación, jamás hubiese incurrido en la mancha de la culpa original y, en consecuencia, tampoco hubiera necesitado de la redención y de la salvación, que viene por Cristo, de quien se dice en Mt 1,21: El salvará a su pueblo de sus pecados. Pero resulta inaceptable que Cristo no sea el Salvador de todos los hombres, como se afirma en 1 Tim 4,10. De donde se concluye que la santificación de la Virgen María tuvo lugar después de su animación.

El primer punto que menciona Santo Tomás es el que está relacionado a un error del conocimiento científico de su época. En ese entonces se pensaba que el ser humano se desarrollaba primero como un ser inanimado (recordemos que no se sabía nada todavía de las células, mucho menos de los óvulos y espermatozoides, y muchísimo menos de los zigotos, mórulas, blastocistos y embriones microscópicos en general) que iba adquiriendo con el tiempo distintos grados de animación. Esto se creía de acuerdo a la enseñanza al respecto de Aristóteles y sospecho que también contribuía a aceptar esta hipótesis el hecho de que parecía asemejarse a la manera en que describe el Génesis en que fué creado el hombre (primero el barro moldeado y luego el soplo de vida).
Bajo estas premisas, parecía ilógico hablar de la santificación de la Virgen al momento de la concepción, pues según esas hipótesis científicas en la concepción misma aún no habría un ser vivo o un ser realmente humano que pudiese ser santificado (no había animación y, por tanto, no podía haber todavía alma ni espíritu).

Hoy sabemos en cambio, que el zigoto (o cigoto) está tan animado como cualquier otro ser humano.

Es importante entender esta diferencia, pues basado en esa equivocación científica, Santo Tomás no reconocía la existencia de un ser humano completo sino hasta después de la animación, pensando que tal animación no era posible inmediatamente en la concepción (por no tenerse aún ningún tipo de vida).
Y es importante, porque teólogos disidentes como Hans Küng abusan de esta equivocación científica para sostener y dar falsa credibilidad a sus posturas pro-abortistas diciendo que Santo Tomás no consideraba que en la concepción hubiera un ser humano todavía.
Pero la realidad, aplicando los principios que Inés nos hizo el favor de compartir, es que podemos perfectamente entender que Santo Tomás dice esto siguiendo los conocimientos científicos de su época. Por tanto, si Santo Tomás hubiese tenido a la mano los conocimientos científicos de hoy, es bastante evidente que no habría dudado en decir que la vida humana si comienza con la concepción.
Así, y si se me permite una pequeña ironía, los que se quedaron atrapados en la Edad Media son los teólogos disidentes que toman estos argumentos para justificar sus posturas, y no la Iglesia.

En la misma línea de pensamiento, podemos entender que, con el conocimiento científico de hoy, Santo Tomás habría comenzado (como de hecho lo hizo) por analizar la posibilidad de la santificación de la Santísima Virgen justamente al instante de su animación, pero la diferencia es que tal animación claramente la identificaría, como lo hacemos hoy, con la concepción.


Sin embargo, viene el segundo punto, el cual, ahora sí, es de hecho una equivocación teológica producto del limitado desarrollo de la teología en la época.
El problema surge de que Santo Tomás no le encuentra otra solución al problema de la redención de Santa María sino la de sostener que la santificación de la Santísima Virgen se produjo tan sólo un instante después de su animación. Le podríamos llamar a esto la hipótesis de la "redención instantánea".
Y es que el punto es que la hipótesis teológica que permitió aclarar la situación no se desarrolló sino hasta mucho tiempo después. Tal hipótesis es la que podríamos llamar la de la "redención preventiva".

Se hace a veces una comparación simple para mejor entender estas hipótesis con un agujero en el piso en el que pudiera caer una persona:
La redención "normal" es la que tenemos todos en la que nos caimos en el agujero hasta que viene a Cristo a rescatarnos.
La redención "instantánea" que sostiene Santo Tomás es como si sabiendo que viene una persona muy importante, alguien se pone junto al agujero para que justo cuando esa persona se caiga, inmediatamente pueda sacarla. Cristo habría rescatado a su Santísima Madre tan sólo un instante después de caer.
Finalmente, la redención "preventiva" es que, si ya alguien se puso junto al agujero, porqué mejor no detiene a la persona antes de que caiga al agujero y le ayuda a rodearlo para que nunca se caiga. Es claro que el que previno del agujero y ayudó a rodearlo, jugó un papel tan importante en proteger a la persona del peligro del agujero como aquel que la hubiera sacado, pero la diferencia es que la persona en verdad jamás habría caído en el agujero. Cristo habría entonces salvado a su Santísima Madre evitando de entrada que cayera en el pecado.
A la luz de este ejemplo en verdad resulta mucho más lógica la hipótesis preventiva que la de la redención instantánea. Hipótesis preventiva en la que está claro que la Santísima Virgen requiere de todas formas la Redención de Cristo, salvando así este importantísimo principio que es el que Santo Tomás en el fondo quería proteger.

Así pues, queda claro que si Santo Tomás no defendió la hipótesis de la redención preventiva fue simplemente porque en su tiempo no se había inventado aún y no existía tampoco la definición dogmática.
Pero es evidente que Santo Tomás siempre fué un hijo fiel de la Iglesia, por lo que aún sin hipótesis de redención preventiva, si la definición dogmática hubiese existido, él no hubiese dudado en adherirse a ella con humilde obediencia. Sometiendo su entendimieno al juicio de la Iglesia. Más aún, se hubiese visto forzado a conciliar el principio de la necesidad universal de la Redención de Cristo con la definición dogmática de la Inmaculada Concepción. Por lo que, estoy convencido, que haciéndo uso del método que por ahí me han dicho que solía usar cuando no entendía algo (se dice que metía la cabeza en el Sagrario orando a Jesús hasta entender lo que no entendía antes), habría descubierto él mismo la posibilidad de la redención preventiva. Idea Wink

Saludos y bendiciones
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EduaRod
Veterano


Registrado: 21 Ene 2006
Mensajes: 3275

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 4:17 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

CheMaradiaga escribió:
Buenos días a todos los participantes deste tema. Me siento feliz q den tan buena acogida.

Eduarod, y Ines ponganme atención a lo que te voy a decir. Como es posible q en tanto tiempo que tiene la Iglesia el Espiritu Santo haya mantenido en vilo el asunto de que si la virgen todavía este en duda si se murio o no se murio.

Si yo en mis oraciones que he aprendido y q vienen desde mis antepasados que la virgen es la esposa del Espiritu Santo.
Acaso que la virgen todo su amor fu solo con Dios Hijo. Y su amor con su esposo Dios Espiritu Santo donde lo dejas?. No dice bien claro en la palabra que su esposo la llenó de gracia. Entonces por que vamos a dudar de que la Virgen nunca murio. Si el Espiritu nunca muere y si la lleno de todas las gracias existentes yo me supongo que va incluida esa de que no se muriera.

Ahora explíquenme si Dios es todo poderoso y quiere tanto a la Virgen .Por que se iba a tardar tanto Diosito en proclamarse acerca deste tema?

Entonces es donde yo empiezo a dudar de cuánto se entrometen los hombres en asuntos de la Iglesia y no dejan que el Espíritu Santo se manifieste.

Tambien me parece que mantener esa duda de que sí o si no, es darle rienda suelta a los protestantes para no darle el lugar que se merece la virgen Maria.

Otra cosita, sobre lo que dicen los santos. Si hay gente que yo conozco que son un ejemplo de católicos y de caridad y han sido criados en la enseñanza igual que la mía y solo por mantener en su fe el mismo no rotundo que yo mantengo de que la virgen muriera, entonces significa que nada mas por eso ya el vaticano no los va a tomar en cuenta para declararlos santos. Pues si es asì el vaticano ha hecho muy mal por mantener la duda en el tema de la asuncion de Maria.


Estimado en Cristo CheMaradiaga:

Creo que hay que distinguir dos puntos:

1. Que la muerte como un castigo producto del pecado personal no puede admitirse ni aplicarse a Ella, pueso que siendo Inmaculada es evidente que nunca pecó ni mereció tal castigo. En esto, que creo que en el fondo es lo que te preocupa que no se diga con claridad, creo que tienes completa razón y no creo que exista el menor problema para decirlo con toda claridad.

2. Sin embargo queda la otra interrogante, que es la de la posibilidad de que hubiese muerto no como un castigo, sino por el solo hecho de acompañar a su Hijo hasta las últimas consecuencias de nuestra redención. Como podemos ver, está clarísimo que esta muerte no podría jamás considerarse un castigo y, en consecuencia, una ofensa a la dignidad de Nuestra Madre; sino que, por el contrario, sería en sí misma una muestra del más profundo amor materno, tanto a su divino Hijo Jesucristo, como hacia todos nosotros, sus demás hijos. Recuerda en ese sentido lo que dice el Evangelio:
Cita:
Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos
San Juan 15, 13

No sería entonces que la Santísima Virgen hubiese sido sometida a la muerte, sino que Ella misma, voluntariamente al igual que Cristo y junto con Él, habría dado su vida por nosotros.

Como puedes ver este argumento teológico tampoco es debil.
Coincido también en que la cuestión no parece trivial, aunque salvaguardada la dignidad de Nuestra Santísima Madre en cuanto a que tal muerte definitivamente no habría sido un castigo, sino un acto meritorio de Ella misma, sinceramente no creo que al presente el asunto represente un serio peligro para la Fé.

En cualquier caso, me declaro humildemente incompetente para responder tu pregunta del porqué el Espíritu Santo no ha inspirado a la Iglesia a aclarar este particular. Question

Tal vez sea tan solo que el Espíritu Santo quiere guardar para las generaciones futuras algunas de estas inmensas alegrías que siempre son para la Iglesia las definiciones de los dogmas Marianos. ¡No querramos quedarnos con todo el pastel! Wink

Y sobre lo de los santos, no te preocupes, al estar abierta la cuestión puedes tu o ellos defender la postura de que no murió con toda la rotundidad que quieras, pues aún cuando estén sinceramente equivocados, como lo hemos visto en el caso de Santo Tomás, eso no será impedimento para que sean proclamados santos y hasta doctores de la Iglesia. Eso sí, sin tratar de reclamar la autoridad de la Iglesia a tu favor.

Por cierto, personalmente considero muy fuertes los argumentos de ambas partes, y la verdad es que no sé por cual inclinarme. Aunque creo que tiendo un poco más a pensar como tú que no murió. Pero al mismo tiempo debo reconocer que el argumento que te presenté en el punto 2 es poderoso y nada despreciable y, por lo mismo y sin un pronunciamiento oficial de la Iglesia, no me atrevo a ignorarlo.

Que Dios te bendiga.
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Rocío Hernández
Veterano


Registrado: 26 Ene 2007
Mensajes: 1084

MensajePublicado: Mie Jun 27, 2007 4:55 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Estimado en Cristo CheMaradiaga

Como ya te informo otro moderador, el tema que cerre no es el mismo que jusmar abrió, simplemente separe los aportes offtopic.

Cita:
3j. Cualquier mensaje que desvíe el contenido del tema principal del epígrafe será considerado [OffTopic] (fuera de tema), por lo que podrá ser borrado sin previo aviso. Para el correcto funcionamiento de los foros, en vez de desviar un tema, es preferible abrir una nueva conversación con el nuevo tópico.


Me gustaría aclararte que aquí no se viene a discutir sino a dialogar
Cita:
2a. Los foros de Catholic.net han sido concebidos como un espacio de católicos para el diálogo con otros católicos.


Ahora, entrando al tema; el Papa Juan Pablo II en su momento Pastor de la Iglesia Católica expreso lo siguiente sobre la “posible” muerte de la Virgen María, al hacerlo, en ningun momento se contradice con la Iglesia que él mismo guíaba. Como se dijo ya, el dogma de la Asunción de la Virgen María no define si murió o no, es decir, deja abiertas ambas posibilidades.

JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 2 de julio de 1997

La Asunción de María, verdad de fe
1. En la línea de la bula Munificentissimus Deus, de mi venerado predecesor Pío XII, el concilio Vaticano II afirma que la Virgen Inmaculada, «terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo» (Lumen gentium, 59).
Los padres conciliares quisieron reafirmar que María, a diferencia de los demás cristianos que mueren en gracia de Dios, fue elevada a la gloria del Paraíso también con su cuerpo. Se trata de una creencia milenaria, expresada también en una larga tradición iconográfica, que representa a María cuando «entra» con su cuerpo en el cielo.
El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio.

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Miércoles 15 de agosto de 2001

El hombre moderno, quizá más que en el pasado, se siente arrastrado por intereses y preocupaciones materiales. Busca seguridad, pero a menudo experimenta soledad y angustia. ¿Y qué decir del enigma de la muerte? La Asunción de María es un acontecimiento que nos afecta de cerca, precisamente porque todo hombre está destinado a morir. Pero la muerte no es la última palabra, pues, como nos asegura el misterio de la Asunción de la Virgen, se trata de un paso hacia la vida, al encuentro del Amor. Es un paso hacia la bienaventuranza celestial reservada a cuantos luchan por la verdad y la justicia y se esfuerzan por seguir a Cristo

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA
Castelgandolfo, domingo 15 de agosto de 2002

2. "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1, 45). Estas palabras se aplican bien a María, la Virgen del fiat, que con su disponibilidad total abrió las puertas al Salvador del mundo. Grande y heroica fue la obediencia de su fe; precisamente a través de esta fe María se unió perfectamente a Cristo, en la muerte y en la gloria. Al contemplar a María se refuerza también en nosotros la fe en lo que esperamos, y al mismo tiempo comprendemos mejor el sentido y el valor de la peregrinación en esta tierra.



Eres nuevo en los foros, así que te sugiero leas las reglas de los mismos. Dios te bendiga
Cita:
1. Acerca del cumplimiento de las reglas.

1a. El usuario tiene la obligación de leerlas y aceptarlas en el momento de registrarse por primera vez. El desconocimiento de las mismas no será una razón válida para incumplirlas.

1b. El usuario tiene la obligación de releerlas con frecuencia, pues pueden ser modificadas sin previo aviso.

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Christifer
Moderador
Moderador


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Mensajes: 3082
Ubicación: Regnum Granatense

MensajePublicado: Jue Jun 28, 2007 8:25 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Cuando uno habla de la muerte de la Virgen se hace muy difícil encontrar un término exacto para definir como fue. Los ortodoxos llaman a este momento Dormición, nosotros Muerte, pues mientras los ortodoxos se centran más en la peculiaridad de la muerte de la Virgen sin duda algo extraordinario, que fue como si se quedara dormida, nosotros enfatizamos más ese paralelismo entre María y Jesús, que ambos murieron cuando ninguno lo merecía, y reafirmamos que María verdaderamente murió para reafirmar que María verdaderamente resucitó y verdaderamente fue elevada a los cielos en cuerpo y alma.

Las razones teológicas que se dan al respecto son:
1) Convenía que María, para conformarse con su Hijo, padeciera la muerte, y así por la muerte pasara a la gloria, a fin de que no pareciera de mejor condición la Madre que el Hijo.
2) La verdad de la Encarnación se corrobora más por la muerte de María; pues si convenía que Cristo muriera para confirmar la fe de la Encarnación, y así no se dudara de que era hombre verdadero, igualmente convenía que muriera su madre, para que no se pensase que había nacido de mujer inmortal.
3) Además la Virgen fue constituida por Dios cooperadora en la obra de la Redención humana. Mas porque la obra de la redención del género humano se llevó a cabo por la muerte de Cristo, así convenía que la Virgen se asociara a su muerte.
4) Como dice San Pedro Canisio: para consuelo nuestro cuando nos toque el duro trance de la nuestra muerte.

No se sabe de que murió la Madre de Dios pero los teólogos afirman que fue a causa del ardoroso amor de Dios y del vehemente deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales. San Francisco de Sales habla de la muerte ‘en el Amor, a causa del Amor y por Amor’, y por ello afirma que la Madre de Dios murió de Amor por su Hijo Jesús.

Sin embargo lo que la Iglesia busca es centrarnos no en el momento de la Muerte de María, si no en su Asunción a los cielos en cuerpo y alma.
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Rocío Hernández
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Registrado: 26 Ene 2007
Mensajes: 1084

MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 5:14 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Un "Santazo" que habla sobre la dormición de la Virgen María

Autor: SS Juan Pablo II
Fuente: Catholic.net
La dormición de la Madre de Dios

Durante la audiencia general del miércoles 25 de junio de 1997.

1. Sobre la conclusión de la vida terrena de María, el Concilio cita las palabras de la bula de definición del dogma de la Asunción y afirma: «La Virgen inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo» (Lumen gentium, 59). Con esta fórmula, la constitución dogmática Lumen gentium, siguiendo a mi venerado predecesor Pío XII, no se pronuncia sobre la cuestión de la muerte de María. Sin embargo, Pío XII no pretendió negar el hecho de la muerte; solamente no juzgó oportuno afirmar solemnemente, como verdad que todos los creyentes debían admitir, la muerte de la Madre de Dios.

En realidad, algunos teólogos han sostenido que la Virgen fue liberada de la muerte y pasó directamente de la vida terrena a la gloria celeste. Sin embargo, esta opinión era desconocida hasta el siglo XVII, mientras que, en realidad, existe una tradición común que ve en la muerte de María su introducción en la gloria celeste.

2. ¿Es posible que María de Nazaret haya experimentado en su carne el drama de la muerte? Reflexionando en el destino de María y en su relación con su Hijo divino, parece legítimo responder afirmativamente: dado que Cristo murió, sería difícil sostener lo contrario por lo que se refiere a su Madre.

En este sentido razonaron los Padres de la Iglesia, que no tuvieron dudas al respecto. Basta citar a Santiago de Sarug ( 521), según el cual «el coro de los doce Apóstoles», cuando a María le llegó «el tiempo de caminar por la senda de todas las generaciones», es decir, la senda de la muerte, se reunió para enterrar «el cuerpo virginal de la Bienaventurada» (Discurso sobre el entierro de la santa Madre de Dios, 87-99 en C. Vona, Lateranum 19 [1953], 188). San Modesto de Jerusalén ( 634), después de hablar largamente de la «santísima dormición de la gloriosísima Madre de Dios», concluye su «encomio» exaltando la intervención prodigiosa de Cristo, que «la resucitó de la tumba» para tomarla consigo en la gloria (Enc. in dormitionem Deiparae semperque Virginis Mariae, nn. 7 y 14: PG 86 bis, 3.293; 3.311). San Juan Damasceno ( 704), por su parte, se pregunta: «¿Cómo es posible que aquella que en el parto superó todos los límites de la naturaleza, se pliegue ahora a sus leyes y su cuerpo inmaculado se someta a la muerte?» Y responde: «Ciertamente, era necesario que se despojara de la parte mortal para revestirse de inmortalidad, puesto que el Señor de la naturaleza tampoco evitó la experiencia de la muerte. En efecto, él muere según la carne y con su muerte destruye la muerte, transforma la corrupción en incorruptibilidad y la muerte en fuente de resurrección» (Panegírico sobre la dormición de la Madre de Dios, 10: SC 80,107).

3. Es verdad que en la Revelación la muerte se presenta como castigo del pecado. Sin embargo, el hecho de que la Iglesia proclame a María liberada del pecado original por singular privilegio divino no lleva a concluir que recibió también la inmortalidad corporal. La Madre no es superior al Hijo, que aceptó la muerte, dándole nuevo significado y transformándola en instrumento de salvación.

María, implicada en la obra redentora y asociada a la ofrenda salvadora de Cristo, pudo compartir el sufrimiento y la muerte con vistas a la redención de la humanidad. También para ella vale lo que Severo de Antioquía afirma a propósito de Cristo: «Si no se ha producido antes la muerte, ¿cómo podría tener lugar la resurrección?» (Antijuliánica, Beirut 1931, 194 s.). Para participar en la resurrección de Cristo, María debía compartir, ante todo, la muerte.

4. El Nuevo Testamento no da ninguna información sobre las circunstancias de la muerte de María. Este silencio induce a suponer que se produjo normalmente, sin ningún hecho digno de mención. Si no hubiera sido así, ¿cómo habría podido pasar desapercibida esa noticia a sus contemporáneos, sin que llegara, de alguna manera, hasta nosotros?

Por lo que respecta a las causas de la muerte de María, no parecen fundadas las opiniones que quieren excluir las causas naturales. Más importante es investigar la actitud espiritual de la Virgen en el momento de dejar este mundo. A este propósito, san Francisco de Sales considera que la muerte de María se produjo como efecto de un ímpetu de amor. Habla de una muerte «en el amor, a causa del amor y por amor», y por eso llega a afirmar que la Madre de Dios murió de amor por su hijo Jesús (Traité de l´Amour de Dieu, Lib. 7, cc. XIII-XIV).

Cualquiera que haya sido el hecho orgánico y biológico que, desde el punto de vista físico, le haya producido la muerte, puede decirse que el tránsito de esta vida a la otra fue para María una maduración de la gracia en la gloria, de modo que nunca mejor que en ese caso la muerte pudo concebirse como una «dormición».

5. Algunos Padres de la Iglesia describen a Jesús mismo que va a recibir a su Madre en el momento de la muerte, para introducirla en la gloria celeste. Así, presentan la muerte de María como un acontecimiento de amor que la llevó a reunirse con su Hijo divino, para compartir con él la vida inmortal. Al final de su existencia terrena habrá experimentado, como san Pablo y más que él, el deseo de liberarse del cuerpo para estar con Cristo para siempre (cf. Flp 1, 23).

La experiencia de la muerte enriqueció a la Virgen: habiendo pasado por el destino común a todos los hombres, es capaz de ejercer con más eficacia su maternidad espiritual con respecto a quienes llegan a la hora suprema de la vida.



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Rocío Hernández
Veterano


Registrado: 26 Ene 2007
Mensajes: 1084

MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 5:18 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

La palabra “dormición”, que se usa principalmente en la Iglesia griega no debe llevarnos a confusión pues significa la muerte de la Virgen María.


Las razones teológicas que se dan al respecto son:

1) Convenía que María, para conformarse con su Hijo, padeciera la muerte, y así por la muerte pasara a la gloria, a fin de que no pareciera de mejor condición la Madre que el Hijo.

2) La verdad de la Encarnación se corrobora más por la muerte de María; pues si convenía que Cristo muriera para confirmar la fe de la Encarnación, y así no se dudara de que era hombre verdadero, igualmente convenía que muriera su madre, para que no se pensase que había nacido de mujer inmortal.

3) Además la Virgen fue constituida por Dios cooperadora en la obra de la Redención humana. Mas porque la obra de la redención del género humano se llevó a cabo por la muerte de Cristo, así convenía que la Virgen se asociara a su muerte.

4) Como dice San Pedro Canisio: para consuelo nuestro cuando nos toque el duro trance de la nuestra muerte.


¿De qué género de muerte murió la Virgen Santísima? La Virgen no murió ni por martirio ni por muerte violenta; tampoco de enfermedad o vejez. Los teólogos afirman comúnmente que la Virgen murió a causa del ardoroso amor de Dios y del vehemente deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales. Así sostuvieron San Jerónimo, el abad Guerrico, San Alberto Magno, Dionisio el Cartujano, Santo Tomás de Villanueva, Bossuet, etc.

En cambio, la Virgen María no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro. Esto es tradición unánime de la Iglesia. San Andrés de Creta dice: “Como no se corrompió el útero de la que dio a luz, así ni la carne de la que murió... El parto eludió la corrupción, y el sepulcro no admitió la extrema corrupción de la muerte”. Y Santo Tomás de Villanueva: “No es justo que sufra corrupción aquel cuerpo que no estuvo sujeto a ninguna concupiscencia”.

Autor: P. Miguel Ángel Fuentes, V.E.
Fuente: El Teólogo Responde
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Rocío Hernández
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MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 5:29 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Hola CheMaradiaga !!

Pues el ojo me quedo,....me quedo ... igual !! como siempre los he tenido jajaja por que mira, si bien es cierto que Nuestro Amado Juan Pablo II no ha sido proclamado Santo "todavía" yo no dudo de su santidad Wink

Un abrazo en Cristo, Dios te bendiga !!
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Rocío Hernández
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MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 5:48 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

CheMaradiaga escribió:


Vamos a lo mismo a un tema parecido. Se puede suponer todo lo santo que quieras. Hasta que no lo diga el vaticano no se puede decir nada.

Lo mismo con el tema de la Virgen. Si en la misma palabra esta que Juan Evengelista el apostol que vivio muchos años se encargo de la Virgen y Juan nunca menciono de esa dormicion.

Por lo menos que me pongan una cita del apocalipsis escrito por Juan Evangelista donde se pueda deducir eso de la Virgen. A ver si es cierto


Pero el vaticano en su momento representado por SSJP II hablo sobre la dormición de la Virgen María y eso no lo aceptas ? Y no lo aceptas porque hasta donde percibo te cuesta hacerlo, contra eso no puedo yo hacer nada. Si quieres nombres de santos el mismo JPII en la homilia que cite más arriba nos da algunos nombres.

Te aseguro que Juan el evangelista no dice muchas cosas sobre la Virgen a pesar de haber vivido muy cerca a ella después de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y no por eso no pasarón.

En fín... espero te des un tiempito para leer lo que Santos y no Santos, JPII entre ellos han dicho sobre el tema

Dios te bendiga, un abrazo en Cristo
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P. Fernando
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MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 7:01 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Un saludo en el Señor:

No sé si estoy off-topic, pues no tengo claro si el tema es sobre la autoridad de los santos o sobre si la Virgen murió o no murió al finalizar su vida terrena. Quizá algún moderador podría ayudarnos en eso.

¿O el tema es sobre lo que dicen los santos respecto del final de la vida terrena de la Virgen?

Sobre la Virgen María, creo que habría que traer aquí el texto donde Pío XII define el dogma de la Asunción, sin pronunciarse sobre si la Virgen murió o no murió. El texto dice simplemente, si no recuerdo mal, "terminada su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a los cielos". Pero si alguien tiene tiempo y copia el texto exacto, será mejor.

Y también creo que en el texto donde se declara el dogma se recogen textos de algunos Santos Padres sobre el tema que pueden servir.

Que la Virgen nos permita vivir siempre como Ella: haciendo siempre la Voluntad del Señor.
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Rocío Hernández
Veterano


Registrado: 26 Ene 2007
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MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 7:16 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Estimado en Cristo Padre Fernando

El tema en un inicio se refiere a lo que algunos santos y SS JPII nos dicen sobre la muerte o dormición de la Virgen María y si se contraponen a la Iglesia al considerar que antes de ser asunta al cielo la Virgen murio. El dogma como ya lo ha dicho usted no se pronuncia a sí murío o no y así lo entiendo deja abiertas ambas posibilidades.

Aunque es un poco largo a continuación pego el texto.

Dios le bendiga Padre


CARTA ENCÍCLICA

AD CAELI REGINAM


DE NUESTRO SANTÍSIMO SEÑOR

PÍO

POR LA DIVINA PROVIDENCIA

PAPA XII

A LOS VENERABLES HERMANOS
PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS
Y DEMÁS ORDINARIOS LOCALES
EN PAZ Y COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA

SOBRE LA REALEZA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Y LA INSTITUCIÓN DE SU FIESTA



VENERABLES HERMANOS
SALUD Y BENDICIÓN APOSTÓLICA

A la Reina del Cielo, ya desde los primeros siglos de la Iglesia católica, elevó el pueblo cristiano suplicantes oraciones e himnos de loa y piedad, así en sus tiempos de felicidad y alegría como en los de angustia y peligros; y nunca falló la esperanza en la Madre del Rey divino, Jesucristo, ni languideció aquella fe que nos enseña cómo la Virgen María, Madre de Dios, reina en todo el mundo con maternal corazón, al igual que está coronada con la gloria de la realeza en la bienaventuranza celestial.

Y ahora, después de las grandes ruinas que aun ante Nuestra vista han destruido florecientes ciudades, villas y aldeas; ante el doloroso espectáculo de tales y tantos males morales que amenazadores avanzan en cenagosas oleadas, a la par que vemos resquebrajarse las bases mismas de la justicia y triunfar la corrupción, en este incierto y pavoroso estado de cosas Nos vemos profundamente angustiados, pero recurrimos confiados a nuestra Reina María, poniendo a sus pies, junto con el Nuestro, los sentimientos de devoción de todos los fieles que se glorían del nombre de cristianos.

INTRODUCCIÓN

2. Place y es útil recordar que Nos mismo, en el primer día de noviembre del Año Santo, 1950, ante una gran multitud de Eminentísimos Cardenales, de venerables Obispos, de Sacerdotes y de cristianos, llegados de las partes todas del mundo -decretamos el dogma de la Asunción de la Beatísima Virgen María al Cielo[1], donde, presente en alma y en cuerpo, reina entre los coros de los Ángeles y de los Santos, a una con su unigénito Hijo. Además, al cumplirse el centenario de la definición dogmática —hecha por Nuestro Predecesor, Pío IX, de ilustre memoria— de la Concepción de la Madre de Dios sin mancha alguna de pecado original, promulgamos[2] el Año Mariano, durante el cual vemos con suma alegría que no sólo en esta alma Ciudad —singularmente en la Basílica Liberiana, donde innumerables muchedumbres acuden a manifestar públicamente su fe y su ardiente amor a la Madre celestial— sino también en toda las partes del mundo vuelve a florecer cada vez más la devoción hacia la Virgen Madre de Dios, mientras los principales Santuarios de María han acogido y acogen todavía imponentes peregrinaciones de fieles devotos.

Y todos saben cómo Nos, siempre que se Nos ha ofrecido la posibilidad, esto es, cuando hemos podido dirigir la palabra a Nuestros hijos, que han llegado a visitarnos, y cuando por medio de las ondas radiofónicas hemos dirigido mensajes aun a pueblos alejados, jamás hemos cesado de exhortar a todos aquellos, a quienes hemos podido dirigirnos, a amar a nuestra benignísima y poderosísima Madre con un amor tierno y vivo, cual cumple a los hijos.

Recordamos a este propósito particularmente el Radiomensaje que hemos dirigido al pueblo de Portugal, al ser coronada la milagrosa Virgen de Fátima[3], Radiomensaje que Nos mismo hemos llamado de la "Realeza" de María[4].

3. Por todo ello, y como para coronar estos testimonios todos de Nuestra piedad mariana, a los que con tanto entusiasmo ha respondido el pueblo cristiano, para concluir útil y felizmente el Año Mariano que ya está terminando, así como para acceder a las insistentes peticiones que de todas partes Nos han llegado, hemos determinado instituir la fiesta litúrgica de la "Bienaventurada María Virgen Reina".

Cierto que no se trata de una nueva verdad propuesta al pueblo cristiano, porque el fundamento y las razones de la dignidad real de María, abundantemente expresadas en todo tiempo, se encuentran en los antiguos documentos de la Iglesia y en los libros de la sagrada liturgia.

Mas queremos recordarlos ahora en la presente Encíclica para renovar las alabanzas de nuestra celestial Madre y para hacer más viva la devoción en las almas, con ventajas espirituales.

I. TRADICIÓN

4. Con razón ha creído siempre el pueblo cristiano, aun en los siglos pasados, que Aquélla, de la que nació el Hijo del Altísimo, que «reinará eternamente en la casa de Jacob»[5] y [será] «Príncipe de la Paz»[6], «Rey de los reyes y Señor de los señores»[7], por encima de todas las demás criaturas recibió de Dios singularísimos privilegios de gracia. Y considerando luego las íntimas relaciones que unen a la madre con el hijo, reconoció fácilmente en la Madre de Dios una regia preeminencia sobre todos los seres.

Por ello se comprende fácilmente cómo ya los antiguos escritores de la Iglesia, fundados en las palabras del arcángel San Gabriel que predijo el reinado eterno del Hijo de María[8], y en las de Isabel que se inclinó reverente ante ella, llamándola «Madre de mi Señor»[9], al denominar a María «Madre del Rey» y «Madre del Señor», querían claramente significar que de la realeza del Hijo se había de derivar a su Madre una singular elevación y preeminencia.

5. Por esta razón San Efrén, con férvida inspiración poética, hace hablar así a María: «Manténgame el cielo con su abrazo, porque se me debe más honor que a él; pues el cielo fue tan sólo tu trono, pero no tu madre. ¡Cuánto más no habrá de honrarse y venerarse a la Madre del Rey que a su trono!»[10]. Y en otro lugar ora él así a María: «... virgen augusta y dueña, Reina, Señora, protégeme bajo tus alas, guárdame, para que no se gloríe contra mí Satanás, que siembra ruinas, ni triunfe contra mí el malvado enemigo»[11].

San Gregorio Nacianceno llama a María «Madre del Rey de todo el universo», «Madre Virgen, que dio a luz al Rey de todo el mundo»[12]. Prudencio, a su vez, afirma que la Madre se maravilló «de haber engendrado a Dios como hombre sí, pero también como Sumo Rey»[13].

Esta dignidad real de María se halla, además, claramente afirmada por quienes la llaman «Señora», «Dominadora» y «Reina».

Ya en una homilía atribuida a Orígenes, Isabel saluda a María «Madre de mi Señor», y aun la dice también: «Tú eres mi señora»[14].

Lo mismo se deduce de San Jerónimo, cuando expone su pensamiento sobre las varias "interpretaciones" del nombre de "María": «Sépase que María en la lengua siriaca significa Señora»[15]. E igualmente se expresa, después de él, San Pedro Crisólogo: «El nombre hebreo María se traduce Domina en latín; por lo tanto, el ángel la saluda Señora para que se vea libre del temor servil la Madre del Dominador, pues éste, como hijo, quiso que ella naciera y fuera llamada Señora»[16].

San Epifanio, obispo de Constantinopla, escribe al Sumo Pontífice Hormidas, que se ha de implorar la unidad de la Iglesia «por la gracia de la santa y consubstancial Trinidad y por la intercesión de nuestra santa Señora, gloriosa Virgen y Madre de Dios, María»[17].

Un autor del mismo tiempo saluda solemnemente con estas palabras a la Bienaventurada Virgen sentada a la diestra de Dios, para que pida por nosotros: «Señora de los mortales, santísima Madre de Dios»[18].

San Andrés de Creta atribuye frecuentemente la dignidad de reina a la Virgen, y así escribe: «(Jesucristo) lleva en este día como Reina del género humano, desde la morada terrenal (a los cielos) a su Madre siempre Virgen, en cuyo seno, aun permaneciendo Dios, tomó la carne humana«[19]. Y en otra parte: «Reina de todos los hombres, porque, fiel de hecho al significado de su nombre, se encuentra por encima de todos, si sólo a Dios se exceptúa»[20].

También San Germán se dirige así a la humilde Virgen: «Siéntate, Señora: eres Reina y más eminente que los reyes todos, y así te corresponde sentarte en el puesto más alto»[21]; y la llama «Señora de todos los que en la tierra habitan»[22].

San Juan Damasceno la proclama «Reina, Dueña, Señora»[23] y también «Señora de todas las criaturas»[24]; y un antiguo escritor de la Iglesia occidental la llama «Reina feliz», «Reina eterna, junto al Hijo Rey, cuya nívea cabeza está adornada con áurea corona»[25].

Finalmente, San Ildefonso de Toledo resume casi todos los títulos de honor en este saludo: «¡Oh Señora mía!, ¡oh Dominadora mía!: tú mandas en mí, Madre de mi Señor..., Señora entre las esclavas, Reina entre las hermanas»[26].

6. Los Teólogos de la Iglesia, extrayendo su doctrina de estos y otros muchos testimonios de la antigua tradición, han llamado a la Beatísima Madre Virgen Reina de todas las cosas creadas, Reina del mundo, Señora del universo.

7. Los Sumos Pastores de la Iglesia creyeron deber suyo el aprobar y excitar con exhortaciones y alabanzas la devoción del pueblo cristiano hacia la celestial Madre y Reina.

Dejando aparte documentos de los Papas recientes, recordaremos que ya en el siglo séptimo Nuestro Predecesor San Martín llamó a María «nuestra Señora gloriosa, siempre Virgen»[27]; San Agatón, en la carta sinodal, enviada a los Padres del Sexto Concilio Ecuménico, la llamó «Señora nuestra, verdadera y propiamente Madre de Dios»[28]; y en el siglo octavo, Gregorio II en una carta enviada al patriarca San Germán, leída entre aclamaciones de los Padres del Séptimo Concilio Ecuménico, proclamaba a María «Señora de todos y verdadera Madre de Dios y Señora de todos los cristianos»[29].

Recordaremos igualmente que Nuestro Predecesor, de ilustre memoria, Sixto IV, en la bula Cum praexcelsa[30], al referirse favorablemente a la doctrina de la inmaculada concepción de la Bienaventurada Virgen, comienza con estas palabras: «Reina, que siempre vigilante intercede junto al Rey que ha engendrado». E igualmente Benedicto XIV, en la bula Gloriosae Dominae[31] llama a María «Reina del Cielo y de la tierra», afirmando que «el Sumo Rey le ha confiado a ella, en cierto modo, su propio imperio».

Por ello San Alfonso de Ligorio, resumiendo toda la tradición de los siglos anteriores, escribió con suma devoción: «Porque la Virgen María fue exaltada a ser la Madre del Rey de los reyes, con justa razón la Iglesia la honra con el título de Reina»[32].

II. LITURGIA

8. La sagrada Liturgia, fiel espejo de la enseñanza comunicada por los Padres y creída por el pueblo cristiano, ha cantado en el correr de los siglos y canta de continuo, así en Oriente como en Occidente, las glorias de la celestial Reina.

9. Férvidos resuenan los acentos en el Oriente: «Oh Madre de Dios, hoy eres trasladada al cielo sobre los carros de los querubines, y los serafines se honran con estar a tus órdenes, mientras los ejércitos de la celestial milicia se postran ante Ti»[33].

Y también: «Oh justo, beatísimo [José], por tu real origen has sido escogido entre todos como Esposo de la Reina Inmaculada, que de modo inefable dará a luz al Rey Jesús»[34]. Y además: «Himno cantaré a la Madre Reina, a la cual me vuelvo gozoso, para celebrar con alegría sus glorias... Oh Señora, nuestra lengua no te puede celebrar dignamente, porque Tú, que has dado a la luz a Cristo Rey, has sido exaltada por encima de los serafines. ... Salve, Reina del mundo, salve, María, Señora de todos nosotros»[35].

En el Misal Etiópico se lee: «Oh María, centro del mundo entero..., Tú eres más grande que los querubines plurividentes y que los serafines multialados. ... El cielo y la tierra están llenos de la santidad de tu gloria»[36].

10. Canta la Iglesia Latina la antigua y dulcisima plegaria "Salve Regina", las alegres antífonas "Ave Regina caelorum", "Regina caeli laetare alleluia" y otras recitadas en las varias fiestas de la Bienaventurada Virgen María: «Estuvo a tu diestra como Reina, vestida de brocado de oro»[37]; «La tierra y el cielo te cantan cual Reina poderosa»[38]; «Hoy la Virgen María asciende al cielo; alegraos, porque con Cristo reina para siempre»[39].

A tales cantos han de añadirse las Letanías Lauretanas que invitan al pueblo católico diariamente a invocar como Reina a María; y hace ya varios siglos que, en el quinto misterio glorioso del Santo Rosario, los fieles con piadosa meditación contemplan el reino de María que abarca cielo y tierra.

11. Finalmente, el arte, al inspirarse en los principios de la fe cristiana, y como fiel intérprete de la espontánea y auténtica devoción del pueblo, ya desde el Concilio de Éfeso, ha acostumbrado a representar a María como Reina y Emperatriz que, sentada en regio trono y adornada con enseñas reales, ceñida la cabeza con corona, y rodeada por los ejércitos de ángeles y de santos, manda no sólo en las fuerzas de la naturaleza, sino también sobre los malvados asaltos de Satanás. La iconografía, también en lo que se refiere a la regia dignidad de María, se ha enriquecido en todo tiempo con obras de valor artístico, llegando hasta representar al Divino Redentor en el acto de ceñir la cabeza de su Madre con fúlgida corona.

12. Los Romanos Pontífices, favoreciendo a esta devoción del pueblo cristiano, coronaron frecuentemente con la diadema, ya por sus propias manos, ya por medio de Legados pontificios, las imágenes de la Virgen Madre de Dios, insignes tradicionalmente en la pública devoción.

III. RAZONES TEOLÓGICAS

13. Como ya hemos señalado más arriba, Venerables Hermanos, el argumento principal, en que se funda la dignidad real de María, evidente ya en los textos de la tradición antigua y en la sagrada Liturgia, es indudablemente su divina maternidad. De hecho, en las Sagradas Escrituras se afirma del Hijo que la Virgen dará a luz: «Será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob eternamente, y su reino no tendrá fin»[40]; y, además, María es proclamada «Madre del Señor»[41]. Síguese de ello lógicamente que Ella misma es Reina, pues ha dado vida a un Hijo que, ya en el instante mismo de su concepción, aun como hombre, era Rey y Señor de todas las cosas, por la unión hipostática de la naturaleza humana con el Verbo.

San Juan Damasceno escribe, por lo tanto, con todo derecho: «Verdaderamente se convirtió en Señora de toda la creación, desde que llegó a ser Madre del Creador»[42]; e igualmente puede afirmarse que fue el mismo arcángel Gabriel el primero que anunció con palabras celestiales la dignidad regia de María.

14. Mas la Beatísima Virgen ha de ser proclamada Reina no tan sólo por su divina maternidad, sino también en razón de la parte singular que por voluntad de Dios tuvo en la obra de nuestra eterna salvación.

«¿Qué cosa habrá para nosotros más dulce y suave —como escribía Nuestro Predecesor, de feliz memoria, Pío XI— que el pensamiento de que Cristo impera sobre nosotros, no sólo por derecho de naturaleza, sino también por derecho de conquista adquirido a costa de la Redención? Ojalá que todos los hombres, harto olvidadizos, recordasen cuánto le hemos costado a nuestro Salvador; "Fuisteis rescatados, no con oro o plata, ... sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un Cordero inmaculado"[43]. No somos, pues, ya nuestros, puesto que Cristo "por precio grande"[44] nos ha comprado»[45].

Ahora bien, en el cumplimiento de la obra de la Redención, María Santísima estuvo, en verdad, estrechamente asociada a Cristo; y por ello justamente canta la Sagrada Liturgia: «Dolorida junto a la cruz de nuestro Señor Jesucristo estaba Santa María, Reina del cielo y de la tierra»[46].

Y la razón es que, como ya en la Edad Media escribió un piadosísimo discípulo de San Anselmo: «Así como... Dios, al crear todas las cosas con su poder, es Padre y Señor de todo, así María, al reparar con sus méritos las cosas todas, es Madre y Señor de todo: Dios es el Señor de todas las cosas, porque las ha constituido en su propia naturaleza con su mandato, y María es la Señora de todas las cosas, al devolverlas a su original dignidad mediante la gracia que Ella mereció»[47]. La razón es que, «así como Cristo por el título particular de la Redención es nuestro Señor y nuestro Rey, así también la Bienaventurada Virgen [es nuestra Señora y Reina] por su singular concurso prestado a nuestra redención, ya suministrando su sustancia, ya ofreciéndolo voluntariamente por nosotros, ya deseando, pidiendo y procurando para cada uno nuestra salvación»[48].

15. Dadas estas premisas, puede argumentarse así: Si María, en la obra de la salvación espiritual, por voluntad de Dios fue asociada a Cristo Jesús, principio de la misma salvación, y ello en manera semejante a la en que Eva fue asociada a Adán, principio de la misma muerte, por lo cual puede afirmarse que nuestra redención se cumplió según una cierta "recapitulación"[49], por la que el género humano, sometido a la muerte por causa de una virgen, se salva también por medio de una virgen; si, además, puede decirse que esta gloriosísima Señora fue escogida para Madre de Cristo precisamente «para estar asociada a El en la redención del género humano»[50] «y si realmente fue Ella, la que, libre de toda mancha personal y original, unida siempre estrechísimamente con su Hijo, lo ofreció como nueva Eva al Eterno Padre en el Gólgota, juntamente con el holocausto de sus derechos maternos y de su maternal amor, por todos los hijos de Adán manchados con su deplorable pecado»[51]; se podrá de todo ello legítimamente concluir que, así como Cristo, el nuevo Adán, es nuestro Rey no sólo por ser Hijo de Dios, sino también por ser nuestro Redentor, así, según una cierta analogía, puede igualmente afirmarse que la Beatísima Virgen es Reina, no sólo por ser Madre de Dios, sino también por haber sido asociada cual nueva Eva al nuevo Adán.

Y, aunque es cierto que en sentido estricto, propio y absoluto, tan sólo Jesucristo —Dios y hombre— es Rey, también María, ya como Madre de Cristo Dios, ya como asociada a la obra del Divino Redentor, así en la lucha con los enemigos como en el triunfo logrado sobre todos ellos, participa de la dignidad real de Aquél, siquiera en manera limitada y analógica. De hecho, de esta unión con Cristo Rey se deriva para Ella sublimidad tan espléndida que supera a la excelencia de todas las cosas creadas: de esta misma unión con Cristo nace aquel regio poder con que ella puede dispensar los tesoros del Reino del Divino Redentor; finalmente, en la misma unión con Cristo tiene su origen la inagotable eficacia de su maternal intercesión junto al Hijo y junto al Padre.

No hay, por lo tanto, duda alguna de que María Santísima supera en dignidad a todas las criaturas, y que, después de su Hijo, tiene la primacía sobre todas ellas. «Tú finalmente —canta San Sofronio— has superado en mucho a toda criatura... ¿Qué puede existir más sublime que tal alegría, oh Virgen Madre? ¿Qué puede existir más elevado que tal gracia, que Tú sola has recibido por voluntad divina?»[52]. Alabanza, en la que aun va más allá San Germán: «Tu honrosa dignidad te coloca por encima de toda la creación: Tu excelencia te hace superior aun a los mismos ángeles»[53]. Y San Juan Damasceno llega a escribir esta expresión: «Infinita es la diferencia entre los siervos de Dios y su Madre»[54].

16. Para ayudarnos a comprender la sublime dignidad que la Madre de Dios ha alcanzado por encima de las criaturas todas, hemos de pensar bien que la Santísima Virgen, ya desde el primer instante de su concepción, fue colmada por abundancia tal de gracias que superó a la gracia de todos los Santos.

Por ello —como escribió Nuestro Predecesor Pío IX, de f. m., en su Bula— «Dios inefable ha enriquecido a María con tan gran munificencia con la abundancia de sus dones celestiales, sacados del tesoro de la divinidad, muy por encima de los Ángeles y de todos los Santos, que Ella, completamente inmune de toda mancha de pecado, en toda su belleza y perfección, tuvo tal plenitud de inocencia y de santidad que no se puede pensar otra más grande fuera de Dios y que nadie, sino sólo Dios, jamás llegará a comprender»[55].

17. Además, la Bienaventurada Virgen no tan sólo ha tenido, después de Cristo, el supremo grado de la excelencia y de la perfección, sino también una participación de aquel influjo por el que su Hijo y Redentor nuestro se dice justamente que reina en la mente y en la voluntad de los hombres. Si, de hecho, el Verbo opera milagros e infunde la gracia por medio de la humanidad que ha asumido, si se sirve de los sacramentos, y de sus Santos, como de instrumentos para salvar las almas, ¿cómo no servirse del oficio y de la obra de su santísima Madre para distribuirnos los frutos de la Redención?

«Con ánimo verdaderamente maternal —así dice el mismo Predecesor Nuestro, Pío IX, de ilustre memoria— al tener en sus manos el negocio de nuestra salvación, Ella se preocupa de todo el género humano, pues está constituida por el Señor Reina del cielo y de la tierra y está exaltada sobre los coros todos de los Ángeles y sobre los grados todos de los Santos en el cielo, estando a la diestra de su unigénito Hijo, Jesucristo, Señor nuestro, con sus maternales súplicas impetra eficacísimamente, obtiene cuanto pide, y no puede no ser escuchada»[56].

A este propósito, otro Predecesor Nuestro, de feliz memoria, León XIII, declaró que a la Bienaventurada Virgen María le ha sido concedido un poder «casi inmenso en la distribución de las gracias»[57]; y San Pío X añade que María cumple este oficio suyo «como por derecho materno»[58].

18. Gloríense, por lo tanto, todos los cristianos de estar sometidos al imperio de la Virgen Madre de Dios, la cual, a la par que goza de regio poder, arde en amor maternal.

Mas, en estas y en otras cuestiones tocantes a la Bienaventurada Virgen, tanto los Teólogos como los predicadores de la divina palabra tengan buen cuidado de evitar ciertas desviaciones, para no caer en un doble error; esto es, guárdense de las opiniones faltas de fundamento y que con expresiones exageradas sobrepasan los límites de la verdad; mas, de otra parte, eviten también cierta excesiva estrechez de mente al considerar esta singular, sublime y —más aún— casi divina dignidad de la Madre de Dios, que el Doctor Angélico nos enseña que se ha de ponderar «en razón del bien infinito, que es Dios»[59].

Por lo demás, en este como en otros puntos de la doctrina católica, la «norma próxima y universal de la verdad» es para todos el Magisterio, vivo, que Cristo ha constituido «también para declarar lo que en el depósito de la fe no se contiene sino oscura y como implícitamente»[60].

19. De los monumentos de la antigüedad cristiana, de las plegarias de la liturgia, de la innata devoción del pueblo cristiano, de las obras de arte, de todas partes hemos recogido expresiones y acentos, según los cuales la Virgen Madre de Dios sobresale por su dignidad real; y también hemos mostrado cómo las razones, que la Sagrada Teología ha deducido del tesoro de la fe divina, confirman plenamente esta verdad. De tantos testimonios reunidos se forma un concierto, cuyos ecos resuenan en la máxima amplitud, para celebrar la alta excelencia de la dignidad real de la Madre de Dios y de los hombres, que «ha sido exaltada a los reinos celestiales, por encima de los coros angélicos»[61].

IV. INSTITUCIÓN DE LA FIESTA

20. Y ante Nuestra convicción, luego de maduras y ponderadas reflexiones, de que seguirán grandes ventajas para la Iglesia si esta verdad sólidamente demostrada resplandece más evidente ante todos, como lucerna más brillante en lo alto de su candelabro, con Nuestra Autoridad Apostólica decretamos e instituimos la fiesta de María Reina, que deberá celebrarse cada año en todo el mundo el día 31 de mayo. Y mandamos que en dicho día se renueve la consagración del género humano al Inmaculado Corazón de la bienaventurada Virgen María. En ello, de hecho, está colocada la gran esperanza de que pueda surgir una nueva era tranquilizada por la paz cristiana y por el triunfo de la religión.

Procuren, pues, todos acercarse ahora con mayor confianza que antes, todos cuantos recurren al trono de la gracia y de la misericordia de nuestra Reina y Madre, para pedir socorro en la adversidad, luz en las tinieblas, consuelo en el dolor y en el llanto, y, lo que más interesa, procuren liberarse de la esclavitud del pecado, a fin de poder presentar un homenaje insustituible, saturado de encendida devoción filial, al cetro real de tan grande Madre. Sean frecuentados sus templos por las multitudes de los fieles, para en ellos celebrar sus fiestas; en las manos de todos esté la corona del Rosario para reunir juntos, en iglesias, en casas, en hospitales, en cárceles, tanto los grupos pequeños como las grandes asociaciones de fieles, a fin de celebrar sus glorias. En sumo honor sea el nombre de María más dulce que el néctar, más precioso que toda joya; nadie ose pronunciar impías blasfemias, señal de corrompido ánimo, contra este nombre, adornado con tanta majestad y venerable por la gracia maternal; ni siquiera se ose faltar en modo alguno de respeto al mismo. Se empeñen todos en imitar, con vigilante y diligente cuidado, en sus propias costumbres y en su propia alma, las grandes virtudes de la Reina del Cielo y nuestra Madre amantísima. Consecuencia de ello será que los cristianos, al venerar e imitar a tan gran Reina y Madre, se sientan finalmente hermanos, y, huyendo de los odios y de los desenfrenados deseos de riquezas, promuevan el amor social, respeten los derechos de los pobres y amen la paz. Que nadie, por lo tanto, se juzgue hijo de María, digno de ser acogido bajo su poderosísima tutela si no se mostrare, siguiendo el ejemplo de ella, dulce, casto y justo, contribuyendo con amor a la verdadera fraternidad, no dañando ni perjudicando, sino ayudando y consolando.

21. En muchos países de la tierra hay personas injustamente perseguidas a causa de su profesión cristiana y privadas de los derechos humanos y divinos de la libertad: para alejar estos males de nada sirven hasta ahora las justificadas peticiones ni las repetidas protestas. A estos hijos inocentes y afligidos vuelva sus ojos de misericordia, que con su luz llevan la serenidad, alejando tormentas y tempestades, la poderosa Señora de las cosas y de los tiempos, que sabe aplacar las violencias con su planta virginal; y que también les conceda el que pronto puedan gozar la debida libertad para la práctica de sus deberes religiosos, de tal suerte que, sirviendo a la causa del Evangelio con trabajo concorde, con egregias virtudes, que brillan ejemplares en medio de las asperezas, contribuyan también a la solidez y a la prosperidad de la patria terrenal.

22. Pensamos también que la fiesta instituida por esta Carta encíclica, para que todos más claramente reconozcan y con mayor cuidado honren el clemente y maternal imperio de la Madre de Dios, pueda muy bien contribuir a que se conserve, se consolide y se haga perenne la paz de los pueblos, amenazada casi cada día por acontecimientos llenos de ansiedad. ¿Acaso no es Ella el arco iris puesto por Dios sobre las nubes, cual signo de pacífica alianza?[62]. «Mira al arco, y bendice a quien lo ha hecho; es muy bello en su resplandor; abraza el cielo con su cerco radiante y las Manos del Excelso lo han extendido»[63]. Por lo tanto, todo el que honra a la Señora de los celestiales y de los mortales —y que nadie se crea libre de este tributo de reconocimiento y de amor— la invoque como Reina muy presente, mediadora de la paz; respete y defienda la paz, que no es la injusticia inmune ni la licencia desenfrenada, sino que, por lo contrario, es la concordia bien ordenada bajo el signo y el mandato de la voluntad de Dios: a fomentar y aumentar concordia tal impulsan las maternales exhortaciones y los mandatos de María Virgen.

Deseando muy de veras que la Reina y Madre del pueblo cristiano acoja estos Nuestros deseos y que con su paz alegre a los pueblos sacudidos por el odio, y que a todos nosotros nos muestre, después de este destierro, a Jesús que será para siempre nuestra paz y nuestra alegría, a Vosotros, Venerables Hermanos, y a vuestros fieles, impartimos de corazón la Bendición Apostólica, como auspicio de la ayuda de Dios omnipotente y en testimonio de Nuestro amor.

Dado en Roma, junto a San Pedro, en la fiesta de la Maternidad de la Virgen María, el día 11 de octubre de 1954, decimosexto de Nuestro Pontificado.

PÍO PAPA XII

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Señor Jesús, te pido por tus sacerdotes...
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sr_de_la_torre
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MensajePublicado: Vie Jun 29, 2007 10:29 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Che maradiaga, siento que tus palabras no sean gratas de leer, me gustaría saber cuál es tu propósito al escribir sobre estos temas.

Dices:
Ahora explíquenme si Dios es todo poderoso y quiere tanto a la Virgen .Por que se iba a tardar tanto Diosito en proclamarse acerca deste tema?

Parecen estas palabras o inquirir y dudar de Dios o Inquirir y dudar de la Iglesia

Mientras Espíritu Sancto no revele de alguna manera sobre esa cuestión, no podemos exigirle, ni tenemos el mínimo derecho de que lo haga. Así que el Vaticano no puede de manera arbitraria revelar nada que no sea de parte de Dios.



ver si es cierto, para los que apoyan esa idea loca de la dormicion. Parecen más ortodoxos que catolicos.

Quien fue el primer santazo que supuso q la Virgen murio o se durmio para buscar informacion que tan santazo era?


Con este tipo de expresiones y faltas de respeto no es necesario ver el tipo de afán que te mueve.


Sobre la dormición de la Santísima Virgen María, hermanos en la Fe, me parecen prudentísimas las palabras dichas por doctores y por hombres sabios, como J. Pablo II. Esa dormición semeja lo mismo que una muerte apacible y sin dolor, sin embargo, un paso que emprendió al soñar con el Eterno Amor, un tránsito que buscaba la unión. Una hermosa esperanza en el futuro que espera al hombre que anhela a Dios.
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Pepa
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MensajePublicado: Sab Jun 30, 2007 2:21 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Pregunta:

Reverendo Padre: la duda que tengo es acerca de la muerte de la Virgen María: ¿fue sólo una dormición?, ¿qué dice la doctrina de la Iglesia? Espero su respuesta. Gracias. S. R.
Respuesta:

Estimado:

Para responder a su pregunta hay que distinguir entre 'muerte' y 'corrupción en el sepulcro'. La muerte es la separación del cuerpo y del alma; en cambio la corrupción del sepulcro es la resolución del cuerpo en polvo. Cristo murió, pero no conoció la corrupción del sepulcro, cumpliéndose lo del Salmo 15,10: 'No permitirás que tu Santo vea la corrupción'.

¿Murió la Virgen? El primero que parece dudar de esto fue San Epifanio, aunque, como él mismo dice, no se atreve a decir ni que sí ni que no. Ya en el siglo IV existía la tradición según la cual la Virgen no murió sino que subió a los cielos sin morir. Esta tradición ha tenido seguidores en diversos momentos de la historia eclesiástica.

Sin embargo, según G. Alastruey ('Tratado de la Virgen Santísima', BAC, Madrid 1945, pp. 405 y siguientes), para sólo citar uno de los más relevantes mariólogos, la verdadera doctrina (que debe tenerse 'como teológicamente ciertísima') es que la Virgen María murió verdaderamente.

Esta es la sentencia más firme y que tiene el aval de una segura tradición tanto latina como griega, incluso con autores ortodoxos (San Agustín, San Juan Damasceno, San Andrés de Creta, San Juan de Tesalónica, Nicolás Cabasilas, etc.). En cuanto a San Epifanio, hay que tener en cuenta que no niega la muerte sino que solamente afirma que sobre esto nada dice la Escritura.

Lo mismo dice la tradición litúrgica. En el 'Misal Romano' se leía en la Misa de la Asunción: 'ya que la Madre de Dios salió de este mundo conforme a la condición de la carne mortal'. En el Misal actual no se menciona la muerte sino sólo la inmunidad de la corrupción en el sepulcro.

La palabra 'dormición', que se usa principalmente en la Iglesia griega no debe llevarnos a confusión pues significa la muerte de la Virgen María.

Las razones teológicas que se dan al respecto son:

1) Convenía que María, para conformarse con su Hijo, padeciera la muerte, y así por la muerte pasara a la gloria, a fin de que no pareciera de mejor condición la Madre que el Hijo.

2) La verdad de la Encarnación se corrobora más por la muerte de María; pues si convenía que Cristo muriera para confirmar la fe de la Encarnación, y así no se dudara de que era hombre verdadero, igualmente convenía que muriera su madre, para que no se pensase que había nacido de mujer inmortal.

3) Además la Virgen fue constituida por Dios cooperadora en la obra de la Redención humana. Mas porque la obra de la redención del género humano se llevó a cabo por la muerte de Cristo, así convenía que la Virgen se asociara a su muerte.

4) Como dice San Pedro Canisio: para consuelo nuestro cuando nos toque el duro trance de la nuestra muerte.

¿De qué género de muerte murió la Virgen Santísima? La Virgen no murió ni por martirio ni por muerte violenta; tampoco de enfermedad o vejez. Los teólogos afirman comúnmente que la Virgen murió a causa del ardoroso amor de Dios y del vehemente deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales. Así sostuvieron San Jerónimo, el abad Guerrico, San Alberto Magno, Dionisio el Cartujano, Santo Tomás de Villanueva, Bossuet, etc.

En cambio, la Virgen María no estuvo sujeta a la corrupción del sepulcro. Esto es tradición unánime de la Iglesia. San Andrés de Creta dice: 'Como no se corrompió el útero de la que dio a luz, así ni la carne de la que murió... El parto eludió la corrupción, y el sepulcro no admitió la extrema corrupción de la muerte'. Y Santo Tomás de Villanueva: 'No es justo que sufra corrupción aquel cuerpo que no estuvo sujeto a ninguna concupiscencia'.

Fuente: Instituto del Verbo Encarnado. El teólogo responde. bajo la responsabilidad del Padre Miguel A. Fuentes, sacerdote del I.V.E.
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No os engañéis: de Dios nadie se burla.
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P. Fernando
Constante


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MensajePublicado: Sab Jun 30, 2007 8:34 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Un saludo, Rocío y demás foristas:

Ya encontré el texto de la Constitución dogmática de Pío XII donde define el dogma de la Asunción.

Se titula "Munificentissimus Deus" y fue publicada el 1 de noviembre de 1950.

El texto, como ya se dijo, no explicita nada sobre si la Virgen murió o no murió. Por lo mismo, es un tema abierto, que podemos seguir reflexionando con respeto hacia quienes defiendan con buenos argumentos una idea o la otra.

Copio el texto de Pío XII.

Cita:
44. Por tanto, después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces e invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para acrecentar la gloria de esta misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y por la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste.
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sr_de_la_torre
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Registrado: 23 Nov 2005
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MensajePublicado: Dom Jul 01, 2007 2:50 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Muy bien che Maridiaga, ya te lei con atención, entiendo tu razonamiento, sin embargo algunas cosas no son como las afirmas, que si es posible que explicando las veas de otra forma podrás tener más amplio tu criterio. No podemos afirmar y decir “esto es así y es verdad revelada”, ni de un lado ni del otro.

Yo en lo particular, y me parece que a la mayoría, no me mortifica un deseo de saber con tanta insistencia lo que Dios no ha permitido que su pueblo conozca todavía, pues estando nuestra Fe tan firme en Cristo, no es imprescindible para nuestra salvación tal conocimiento. No por ello carece de importancia, pues lo que es verdaderamente importante es su Asumpsión a los cielos.

Si San Juan, que cuidó de la Santísima Virgen María no refiere el hecho, no es por que le parezca “tan natural”, sino muy por el contrario, siendo un portento inusual lo de su dormición, unida a la felicísima asumpsión , por alguna razón que él sabe, no lo quiso escribir, ni Dios que le inspiró en sus evangelios y Cartas, no le dijo que lo escribiese, sino que se deja a la cristiana piedad para que consideremos toda estas cosas; incluso hay un relato que dice que un apóstol no estuvo presente el día en que la Virgen María dejó esta vida, y al llegar, los demás lo llevaron al sepulcro, donde ella reposaba, para despedirse de ella, y estaba vacío, lo cual corrobora dicha suposición de la muerte o dormición de María

Creo que si Dios no lo menciona, ni en los evangelios, ni en Los Hechos, ni en ninguna Carta, me parece que fue por que así fue su voluntad. Y no podemos exigirle ni pedirle nos explique con un deseo más allá de lo justo qué pasó con su Santísima Madre en ese caso; sin embargo, nos dejó los doctores y teólogos para que ellos encuentren posibles explicaciones a lo que no conocemos.
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EduaRod
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Registrado: 21 Ene 2006
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MensajePublicado: Dom Jul 01, 2007 7:27 am    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Ines2772002 escribió:
...

Muchos interrogantes acerca de la Virgen Madre serán revelados a lo largo de los siglos por el Espíritu Santo lo cual es coherente con la promesa del Señor de enviarnos el Paráclito para ayudarnos a comprender la plenitud de la Verdad, y la Virgen y Madre de Dios es parte de esa plenitud de la Verdad.

Bendiciones. Inés


Saludos en Cristo Inés:

Buenos argumentos, pero especialmente con este último me has hecho reflexionar algo que es importante. Dice la Escritura:

Cita:
Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.
Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.
San Juan 16, 12-13


Retomando el punto de la equivocación de Santo Tomás con respecto a la Inmaculada Concepción. ¿Qué no acaso nuestra reflexión nos llevó a la conclusión de que Santo Tomás no pudo sostener la doctrina correcta justamente porque el conocimiento, tanto teológico como científico de su tiempo, era insuficiente para siquiera pensar que tal doctrina fuese posible?
En otras palabras, la doctrina de la Inmaculada Concepción en tiempos de Santo Tomás de Aquino parecería irracional.
Eso es precisamente a lo que creo que se refiere Jesús cuando dice "ahora no podeís con ello". Indicando que, conforme el conocimiento humano, tanto científico/filosófico como teológico se fuese desarrollando, poco a poco iríamos siendo capaces de entender mejor ciertas cosas que el Espíritu entonces nos haría ver que habían sido reveladas desde el principio.

Viendo un poco hacia atrás en la discusión, hablamos de Asunción, muerte, dormición, transfiguración, etc. con una seguridad, ¡que cualquiera diría que hasta las entendemos! Wink
Estoy exagerando, claro está, desde luego que entendemos algunos aspectos. Pero insisto, con la seguridad que hablamos (nos atrevemos hasta a determinar argumentos en función de lo que [según nosotros] convenía que Dios hiciera), parecería que no tenemos tan sólo un conocimiento imperfecto y parcial de todos esos misterios, sino que de plano sentimos que dominamos completamente el tema.

¿No será entonces que la verdadera respuesta no es ni una muerte como tal, ni una transfiguración, ni lo que entendemos hoy que pudiera significar esa "dormición"; sino algo completamente distinto, que con el conocimiento de hoy nos resulte tan ilógico e irracional como a Santo Tomás le pareció la posibilidad de una Inmaculada Concepción al no conocer sobre la célula, ni el zigoto, ni el concepto teológico de la redención preventiva?

A esta luz me parece notorio que el dogma de la Inmaculada Concepción se haya definido tan sólo cuando ya existían herramientas de conocimiento suficientes, no para entender plenamente el misterio, desde luego, pero si por lo menos para intuir o mostrar que el concepto no era irracional.

Si por un lado me parece que el Espíritu nos pide Fé para creer más allá de lo que podemos entender. Por otro lado creo que nunca nos pide creer algo que no solamente no entendemos, sino que de hecho nos parece que contradice de lleno la razón. Misterios tan grandes como la Santísima Trinidad son incomprensibles a la razón y, sin embargo, no la contradicen. No hay argumento racional legítimo que se pueda oponer para "demostrar" que "racionalmente sea imposible" el misterio de la Santísima Trinidad.

Así pues, y bajo esta línea de pensamiento, no me parece demasiado aventurado pensar que el Espíritu no se preocupe tan sólo de NO hacernos creer cosas que de hecho fuesen contrarias a la razón; sino ni siquiera cosas que pudieran legítimamente parecernos que son contrarias a la razón. Es decir, el Espíritu jamás nos demandará que renunciemos a la Razón para seguir a Cristo. Insisto, no digo que no nos pida que renunciemos a nuestras propias opiniones, es decir, a lo que nuestra propia mente ha concluido equivocadamente a raíz de un razonamiento inválido. Sino me refiero a que me parece natural que no nos obligue a creer algo que auténticamente se concluya que es imposible mediante un razonamiento bien construido a partir del conocimiento más avanzado disponible en una época cualquiera; precisamente de la manera en que no obligó a Santo Tomás a creer en la Inmaculada Concepción cuando esto le hubiese parecido imposible en función del avance de la embriología en la época.

Que Dios te bendiga.
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EduaRod
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Mensajes: 3275

MensajePublicado: Lun Jul 02, 2007 7:57 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Estimado en Cristo CheMaradiaga:

Recuerda que estas comentando el texto directamente de una definición dogmática y, por consecuencia, debes proceder con extremo cuidado.

Así, por ejemplo, dices que "transcurrido el curso de su vida terrena" parece indicar que murió. Pero no es así. La definición dogmática dice exactamente lo que dice. Y no lo que nos parece que dice o lo que de ella algunos pudieran querer interpretar. Así, cuando dice "transcurrido el curso de su vida terrena", lo único que me parece que se está afirmando es que a partir de ahí lo que haya seguido ya no es su vida terrena, sino ya sea:

a) Transfiguración y Asunción en cuerpo y alma sin más trámites (estaremos de acuerdo en que esto, sin necesidad alguna de pasar por la muerte, marca un límite a la vida terrena a partir del cual esta última ya no continúa).
b) Dormición (entendida NO como muerte sino literalmente como quedarse dormida), Transfiguración y Asunción en cuerpo y alma.
c) Dormición que implique, aquí si, muerte, resurrección (reunión de alma y cuerpo) y Asunción en cuerpo y alma.
d) Otra cosa que todavía no podemos entender pero que implique ser Asunta en cuerpo y alma.

Como podemos ver, el dogma realmente deja abiertas todas estas posibilidades y no implica contradicción alguna en ninguno de los casos.
Primero, porque como definición dogmática que es creemos que no puede contener error alguno por asistencia especial del Espíritu Santo. Y evidentemente eso excluye toda forma de contradicción.
Y segundo, porque cuando dice que fue Asunta en cuerpo y alma (lo que esta misma definición nos obliga a creer), está con ello afirmando que, aún en caso de haber muerto, su resurección habría sido instantánea (y no reservada para el último día como lo es para el resto de nosotros). De modo que habría sido de todas formas Asunta en cuerpo y alma.

Que Dios te bendiga.
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EduaRod
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Mensajes: 3275

MensajePublicado: Lun Jul 02, 2007 8:07 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

PD.

Perdón, ahora el que si se contradijo fui yo mismo.

El dogma no afirma nada con respecto a la muerte y, por lo mismo, mucho menos afirma nada con respecto a la resurrección. Por eso está mal eso que dije de que el dogma afirma que a la muerte habría seguido la resurrección.

Más bien, lo correcto sería decir que si se quiere hacer compatible la hipótesis de la muerte con la definición dogmática (pues de lo contrario se podría definitivamente rechazar), entonces se tiene necesariamente que incluir la resurrección inmediata de Nuestra Santísima Madre justo un instante después de su muerte. De tal manera que se cumpla lo que sí afirma la definición dogmática, que es que fue Asunta en cuerpo y alma.

Saludos y bendiciones y una disculpa por este error.
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sr_de_la_torre
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Registrado: 23 Nov 2005
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MensajePublicado: Mar Jul 03, 2007 5:06 pm    Asunto:
Tema: Lo que dicen los Santos versus Fe de Iglesia.
Responder citando

Estimado Eduardo y foristas que intervienen en el tema, acertadostus comentarios, mas conviene que te percates de una cosa, Jesús Ascendió en cuerpo y alma, recuérdalo, sin embargo, fue al tercer día, ya lo dijo Ines. Por que (especulando, Dios nos ilumine y permita que imaginemos un poco), el alma de la Santísima Virgen pudo separarse del cuerpo, en primer lugar, como si fuese cierto tipo de éxtasis místico y luego regresar a el para ser elevada, lo que llamamos dormición, pues no fue exactamente una muerte como la que sufrimos los humanos pecadores, por estar ella llena de gracia.


Partamos de un hecho cierto: fue asumpta en cuerpo y alma, ¿Quiénes son los testigos y en qué relatos, crónicas o textos antiguos encontramos referido el portento? Luego, si no hay escrito del hecho recurramos a la tradición oral, que es de un valor incalculable. Esas serán las bases para tratar de entender un poco lo que realmente sucedió. Pues una cosa fue cierta, alguien por necesidad fue testigo de algo, sea de un suceso, sea del otro.

Si hubiera desaparecido así repentinamente, Ella , sin antelación alguna; me refiero que haciendo su vida cotidiana, de repente se haya tenido la novedad de que ya no estaba por ningún lado, como si dijésemos, rapta, o arrebatada inesperadamente. Me parece que por fuerza elemental alguien lo hubiera testificado en sus escritos, no cabe duda; pero si el suceso no fue así, sino que sucedió la llamada dormición, es probable que solo se haya mantenido por tradición oral, como se como se conserva hasta el día de hoy.

Era necesario que su santísimo cuerpo no experimentase la corrupción y fuese transformado, por que según nos ha permitido conocer la ciencia, el cuerpo de los seres vivos constantemente sufre de pequeñas y generales muertes celulares para ser reemplazadas por otras nuevas, a través del crecimiento y desarrollo.


Al separarse el alma del cuerpo las células y tejidos experimentan la descomposición, no así a Ella, pues Dios, por ser el cuerpo virginal y santísimo templo de Dios, siempre conservó una gracia, una energía divina que lo vivificaba, aun a pesar de la separación de su alma.

Por otro lado, las Escrituras nos hablan según San Pablo, al fin del mundo, los que queden con vida, serán TRANSFORMADOS para la Vida eterna, no habla de que sea necesaria su muerte para que experimenten ese cambio. María por ser quien es, perfecta y santa, que no tocó ni de lejos el pecado, no puede padecer la muerte, sino que llegando a cierta edad su cuepro dejaría de desarrollarse y envejecer, permaneciendo siempre de una misma edad, como afirma San Agustín en su Civitate Dei, que pasará con la gente en la otra vida. Nosotros no sabemos nada, y todo lo que se diga no se debe defender con pertinacia obcecada, hasta que la Iglesia se pronuncia al respecto, si acaso llega el día en que lo haga sobre este punto específico.

Vale.
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