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La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 5:43 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

"LA IGLESIA APOYA UNA
LAICIDAD BIEN ENTENDIDA"

Al celebrarse los cien años de separación Iglesia-Estado en Francia

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 14 febrero 2005 (ZENIT.org).- La Iglesia apoya el principio de la laicidad, según ha explicado Juan Pablo II en una carta que ha enviado a los obispos franceses al celebrarse los cien años de la ley que introdujo la separación Iglesia-Estado en ese país.

En su misiva, hecha pública este sábado por la Sala de Prensa de la Santa Sede, el pontífice repasa la historia de las relaciones entre religión y vida pública en el siglo pasado en Francia y apuesta por el diálogo entre las autoridades civiles y las religiosas a favor del bien común, en el respeto de la identidad de cada una de ellas.

«El principio de laicidad al que vuestro país está sumamente apegado, si es bien comprendido, pertenece también a la Doctrina Social de la Iglesia», comienza aclarando la misiva.

«Recuerda la necesidad de una justa separación de poderes», reconoce el Papa citando el recientemente publicado «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» (números 571-572), que se hace eco de la invitación de Cristo «Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios» (Lucas 20, 25).

«Por su parte, el carácter no confesional del Estado, que es una no involucración del poder civil en la vida de la Iglesia y de las diferentes religiones, así como en la esfera de lo espiritual, permite a todos los componentes de la sociedad trabajar juntos al servicio de todos y de la comunidad nacional», indica.

Citando el Concilio Vaticano II, el Papa recordó que «la Iglesia no tiene la vocación de gestionar las realidades temporales, pues, en virtud de su cargo y competencia, no se confunde de ningún modo con la comunidad política y no está ligada a ningún sistema político».

«Pero, al mismo tiempo, es necesario que todos trabajen en el interés general y por el bien común», propone, pues «la comunidad política y la Iglesia, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas».
ZS05021407
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 10:31 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Vamos a ver, vamos a ver, acotemos muchísimas cosas, creo que este tema va a dar para MUCHO, MUCHÍSIMO y para entre otras cosas aprender muchísimo sobre nuestra Iglesia. Comencemos pues con artillería pesada (la negrita es mía, las notas van al final):

Carta Encíclica de San Pío X Sobre la Separación de la Iglesia y el Estado.
Del 11 de febrero de 1906
A los Arzobispos, obispos, clero y a todo el pueblo Galo
VENERABLES HERMANOS
PATRIARCAS PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS Y A TODOS LOS DEMÁS ORDINARIOS EN COMUNIÓN CON LA SEDE APOSTÓLICA


I. LA LEY FRANCESA DE SEPARACIÓN[1]

Apenas es necesarios[2] decir la honda preocupación y la dolorosa angustia que vuestra situación nos causa con la promulgación de una ley que, al mismo tiempo que rompe violentamente las seculares relaciones del Estado francés con la Sede Apostólica, coloca a la Iglesia de Francia en una situación indigna y lamentable. Hecho gravísimo y que todos los buenos deben lamentar, por los daños que ha de traer tanto a la vida civil como a la vida religiosa. Sin embargo, no puede parecer inesperado a todo observador que haya seguido atentamente en estos últimos tiempos la conducta tan contraria a la Iglesia de los gobernantes de la República francesa.

Para vosotros venerables hermanos, no constituye ciertamente ni una novedad ni una sorpresa, pues habéis sido testigos de los numerosos ataques dirigidos a las instituciones cristianas por las autoridades públicas. Habéis presenciado la violación legislativa de la santidad y de la indisolubilidad del matrimonio cristiano; la secularización de los hospitales y de las escuelas; la separación de los clérigos de sus estudios y de la disciplina eclesiástica para someterlos al servicio militar; la dispersión y el despojo de las órdenes y Congregaciones religiosas y la reducción consiguiente de sus individuos a los extremos de una total indigencia.

Conocéis también otras disposiciones legales: la abolición de aquella antigua costumbre de orar públicamente en la apertura de los Tribunales y en el comienzo de las sesiones parlamentarias; la supresión de las tradicionales señales de duelo en el día de Viernes Santo a bordo de los buques de guerra; la eliminación de todo cuanto prestaba al juramento judicial un carácter religioso, y la prohibición de todo lo que tuviese un significado religioso en los Tribunales, en las escuelas, en el ejército; en una palabra, en todas las instituciones públicas dependientes de la autoridad política. Estas medidas y otras parecidas, que poco a poco iban separando de hecho a la Iglesia del Estado, no eran sino jalones colocados intencionadamente en un camino que había de conducir a la más completa separación legal.

Así lo han reconocido y confesado sus autores en diversas ocasiones. La Sede Apostólica ha hecho cuanto ha estado de su parte para evitar una calamidad tan grande. Porque, por una parte, no ha cesado de advertir y de exponer a los Gobiernos de Francia la seria y repetida consideración del cúmulo de males que habría de producir su política de separación; por otra parte, ha multiplicado las pruebas ilustres de su singular amor e indulgencia por la nación francesa.

La Santa Sede confiaba justificadamente que, en virtud del vínculo jurídico contraído y de la gratitud debida, los gobernantes de Francia detuvieran la iniciada pendiente de su política y renunciaran, finalmente, a sus proyectos. Sin embargo, todas las atenciones, buenos oficios y esfuerzos realizados tanto por nuestro predecesor como por Nos han resultado completa­mente inútiles.

Porque la violencia de los enemigos de la religión ha terminado por la fuerza la ejecución de los propósitos que de antiguo pretendían realizar contra los derechos de vuestra católica nación y contra los derechos de todos los hombres sensatos. En esta hora tan grave para la Iglesia, de acuerdo con la conciencia de nuestro deber, levantamos nuestra voz apostólica y abrimos nuestra alma a vosotros, venerables hermanos y queridos hijos; a todos os hemos amado siempre con particular afecto, pero ahora os amamos con mayor ternura que antes.



II. LA TEORÍA DE LA SEPARACIÓN ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO

Es falsa y engañosa

Que sea necesario separar al Estado de la Iglesia es una tesis absolutamente falsa y sumamente nociva. Porque, en primer lugar, al apoyarse en el principio fundamental de que el Estado no debe cuidar para nada de la religión, infiere una gran injuria a Dios, que es el único fundador y conservador tanto del hombre como de las sociedades humanas, ya que en materia de culto a Dios es necesario no solamente el culto privado, sino también el culto público. En segundo lugar, la tesis de que hablamos constituye una verdadera negación del orden sobrenatural, porque limita la acción del Estado a la prosperidad pública de esta vida mortal, que es, en efecto, la causa próxima de toda sociedad política, y se despreocupa completamente de la razón última del ciudadano, que es la eterna bienaventuranza propuesta al hombre para cuando haya terminado la brevedad de esta vida, como si fuera cosa ajena por completo al Estado. Tesis completamente falsa, porque, así como el orden de la vida presente está todo él ordenado a la consecución de aquel sumo y absoluto bien, así también es verdad evidente que el Estado no sólo no debe ser obstáculo para esta consecución, sino que, además, debe necesariamente favorecerla todo lo posible. En tercer lugar, esta tesis niega el orden de la vida humana sabiamente establecido por Dios, orden que exige una verdadera concordia entre las dos sociedades, la religiosa y la civil. Porque ambas sociedades, aunque cada una dentro de su esfera, ejercen su autoridad sobre las mismas personas, y de aquí proviene necesariamente la frecuente existencia de cuestiones entre ellas, cuyo conocimiento y resolución pertenece a la competencia de la Iglesia y del Estado. Ahora bien, si el Estado no vive de acuerdo con la Iglesia, fácilmente surgirán de las materias referidas motivos de discusiones muy dañosas para entre ambas potestades, y que perturbarán el juicio objetivo de la verdad, con grave daño y ansiedad de las almas. Finalmente, esta tesis inflige un daño gravísimo al propio Estado, porque éste no puede prosperar ni lograr estabilidad prolongada si desprecia la religión, que es la regla y la maestra suprema del hombre para conservar sagradamente los derechos y las obligaciones.

Ha sido condenada por los Romanos Pontífices. Por esto los Romanos Pontífices no han dejado jamás, según lo exigían las circunstancias y los tiempos, de rechazar y condenar las doctrinas que defendían la separación de la Iglesia y el Estado. Particularmente nuestro ilustre predecesor León XIII expuso repetida y brillantemente cuan grande debe ser, según los principios de la doctrina católica, la armónica relación entre las dos sociedades; entre éstas, dice, «es necesario que exista una ordenada relación unitiva, comparable, no sin razón, a la que se da en el hombre entre el alma y el cuerpo»[3]. Y añade además después: «Los Estados no pueden obrar, sin incurrir en pecado, como si Dios no existiese, ni rechazar la religión como cosa extraña o inútil. Error grande y de muy graves consecuencias es excluir a la Iglesia, obra del mismo Dios, de la vida social, de la legislación, de la educación de la juventud y de la familia».[4]

PARA LEER EL RESTO DE LA CARTA ENCÍCLICA:
http://www.mercaba.org/PIO%20X/vehementer_nos.htm

[1] Los jalones principales de esta política sectaria anticatólica fueron los siguientes: ley declarando obligatoria la instrucción laica en la enseñanza primaria pública (28 marzo de 1882); ley restableciendo el divorcio (27 julio de 1884); ley suprimiendo las oraciones públicas al comenzar los periodos parlamentarios (14 agosto de 1884); ley contra el patrimonio de las Ordenes y Congregaciones religiosas (29 diciembre de 1884); ley excluyendo de la enseñanza pública a los institutos religiosos (30 octubre de 1886); ley declarando obligatorio el servicio militar de los clérigos (15 julio de 1889); ley excluyendo del derecho común a las Ordenes y Congregaciones religiosas (1 julio de 1901); ley de supresión de los Institutos religiosos dedicados a la enseñanza (17 julio de 1904).

En la alocución consistorial de 14 de noviembre de 1904, Pío X rechazó la acusación de que la Iglesia hubiese violado el concordato con el Estado francés (ASS 37 [1904­19051301-309). La Secretaría de Estado publicó con este motivo una exposición do­cumentada acerca de la ruptura unilateral de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Gobierno francés (ASS 37 [11904-1905136-43).

En un importante discurso, de 19 de abril de 1909, a una peregrinación francesa. Pío X, después de subrayar la inalterable fidelidad de la Francia católica a la Cátedra de Pedro y señalar que la Iglesia domina al mundo por ser esposa de Jesucristo, se expresaba con los siguientes términos: «El que se revuelve contra la autoridad de la Iglesia con el injusto pretexto de que la Iglesia invade los dominios del Estado, pone limites a la verdad; el que la declara extranjera en una nación, declara al mismo tiempo que la verdad debe ser extranjera en esa nación; el que teme que la Iglesia debilite la libertad y la grandeza de un pueblo, está obligado a defender que un pueblo puede ser grande y libre sin la verdad. No, no puede pretender el amor un Estado, un Gobierno, sea el que sea el nombre que se le dé, que, haciendo la guerra a la verdad, ultraja lo que hay en el hombre de más sagrado. Podrá sostenerse por la fuerza material, se le temerá bajo la amenaza del látigo, se le aplaudirá por hipocresía, interés o servilismo, se le obedecerá, porque la religión predica y ennoblece la sumisión a los poderes humanos, supuesto que no exijan cosas contrarias a la santa a ley de Dios. Pero, sí el cumplimiento de este deber respecto de los poderes humanos, en lo que es compatible con el deber respecto de Dios, hace la obediencia más meritoria, ésta no será por ello ni más tierna, ni más alegre, ni más espontánea, y desde luego nunca podrá merecer el nombre de veneración y de amor» (AAS 1 [ 10091407-410).

Puede establecerse un cierto paralelismo, por las analogías intrínsecas de los supuestos nacionales respectivos, entre la carta Vehementer Nos, de San Pío X, al episcopado francés, y la carta Dilectissima Nobis, de Pío XI, al episcopado español con motivo de la legislación republicana persecutoria de la Iglesia.

[2] Pío X, Carta encíclica al episcopado, clero y pueblo de Francia: ASS 39 (1906) 3­ 16; APX 3,24-39.

[3] León XIII, Immortale Dei [6]: ASS 18 (1885) 166; AL 2,152ss.

[4] Ibid.
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 10:43 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Tomás Bertrán Mercader escribió:

«Recuerda la necesidad de una justa separación de poderes», reconoce el Papa citando el recientemente publicado «Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia» (números 571-572), que se hace eco de la invitación de Cristo «Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios» (Lucas 20, 25).


COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html

571 El compromiso político de los católicos con frecuencia se pone en relación con la « laicidad », es decir, la distinción entre la esfera política y la esfera religiosa. [1194]


1194Cf. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 76: AAS 58 (1966) 1099-1100
La comunidad política y la Iglesia

76. Es de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores.

La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana.

La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, habida cuesta de las circunstancias de lugar y tiempo. El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene íntegramente su vocación eterna. La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nación y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad políticas del ciudadano.

Cuando los apóstoles y sus sucesores y los cooperadores de éstos son enviados para anunciar a los hombres a Cristo, Salvador del mundo, en el ejercicio de su apostolado se apoyan sobre el poder de Dios, el cual muchas veces manifiesta la fuerza del Evangelio en la debilidad de sus testigos. Es preciso que cuantos se consagran al ministerio de la palabra de Dios utilicen los caminos y medios propios del Evangelio, los cuales se diferencian en muchas cosas de los medios que la ciudad terrena utiliza.

Ciertamente, las realidades temporales y las realidades sobrenaturales están estrechamente unidas entre sí, y la misma Iglesia se sirve de medios temporales en cuanto su propia misión lo exige. No pone, sin embargo, su esperanza en privilegios dados por el poder civil; más aún, renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empañar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposición. Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, utilizando todos y solos aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y de situaciones.

Con su fiel adhesión al Evangelio y el ejercicio de su misión en el mundo, la Iglesia, cuya misión es fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana, consolida la paz en la humanidad para gloria de Dios

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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 11:00 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Mirad que por ahora solo he puesto de forma ordenada una pequeñísima parte de la información traída por Mercader.......... seguro que más de uno ya esta liado, intentemos contestar a las preguntas. Por ejemplo:

Muchos creen que lo dicho por Juan Pablo II en el punto 76 de la Gaudium et spes (1966) es una contradicción, cuando no lo es.

76. Es de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores.

Algunos malpensados interpretan esto como que se hace una cosa como cristiano y otra como ciudadano, cuando no es el caso. Como bien dice el Santo Padre, DE ACUERDO CON SU CONCIENCIA CRISTIANA, evidentemente, de ahí se deduce que un cristiano es ante todo cristiano y en su obrar de ciudadano (sea el régimen que sea y sus circunstancias), debe seguir actuando en tanto en cuanto lo que es, UN CRISTIANO.

ES DECIR, NO HAY SEPARACIÓN DE CONCIENCIA. EN CAMBIO, SI HAY SEPARACIÓN DE PODERES (IGLESIA-ESTADO).

El problema es que los enemigos de la Iglesia (Ateos, herejes, masones, etc.) lo que hacen en la práctica es precisamente eso, LA SEPARACIÓN DE CONCIENCIA, haciendo de esta forma que las inocentes ovejas pongan un pie en el ateísmo propiamente dicho.

A la luz del Concilio Vaticano II, es fácil ver por donde iban las advertencias de San Pio X en su carta encíclica Vehementer Nos (1906), pues lo que denunciaba el Santo Padre era el comienzo práctico de dicha SEPARACIÓN DE CONCIENCIA, más que de poderes. Es muy necesario hacer esta distinción y aclaración.

Bueno, hay tanto, tanto que aclarar, tengamos en cuenta que solo hemos tocado ligeramente uno de los puntos en cuestión. De todas formas quizás haya escrito algo incorrecto y pido la ayuda del resto de hermanos y su comprensión con mi falta de instrucción. Pero creo que no y que se entiende. Bendiciones.
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 11:03 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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Miles_Dei escribió:
Por lo que queda claro que hay un claro límite a esta separación de Iglesia y Estado.

La separación es de índole estrictamente política: la forma de gobernar del poder temporal goza de una justa y legítima autonomía, pero no así la moralidad de tal acto. El hecho de ser buena o mala que corresponde a la Iglesia y cuya obligación es juzgarla. No podemos quedarnos como si no fuera nada con la fe católica el hecho de que un gobierno gobierne mal. Es obligación de la Iglesia denunciarlo y juzgarlo como malo. Eso cae dentro de su cometido expuesto por la Unam Sanctam. Porque si un gobernante se quiere salvar debe someterse al papa. Está definido. Y no sólo para un gobernante, sino para toda criatura humana.

Y de tal juicio ha de seguirse el principal criterio de actuación de los católicos en la vida pública.


¿Lo ves? Tu lo has dicho mejor hermano. Mas o menos creo que era lo que intentaba decir Smile. Bendiciones.
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 11:18 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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Todo esto cuenta con fuertes apoyos en la Sagrada Escritura (pongo los que recuerdo, faltan muchos más):

"Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo". (Mateo 28, 19-20)

"Finalmente, hermanos, orad por nosotros para que la Palabra del Señor siga propagándose y adquiriendo gloria, como entre vosotros, y para que nos veamos libres de los hombres perversos y malignos; porque la fe no es de todos". (2ª Tes 3, 1-2)

"en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera, en la palabra de verdad, en el poder de Dios; mediante las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda;" (2ª Cor 6, 6-7)

Y solo recordar para el tema en cuestión la CARTA ENCÍCLICA
QUAS PRIMAS del Santo Padre Pío XI SOBRE LA FIESTA DE CRISTO REY, donde entre muchos puntos, habla del carácter de la realeza de Cristo, comprendiendo esta una triple potestad: EN LO ESPIRITUAL, TEMPORAL, Y EN LOS INDIVIDUOS Y EN LA SOCIEDAD. Pues como dice el Santo Padre:

El es, en efecto, la fuente del bien público y privado. Fuera de El no hay que buscar la salvación en ningún otro; pues no se ha dado a los hombres otro nombre debajo del cielo por el cual debamos salvarnos.

Bendiciones.
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 11:41 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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Solo añadir algo antes de irme a dormir y esperar a ver mañana los demás aportes. Decir que es IMPOSIBLE la EXISTENCIA DE UN ESTADO ACONFESIONAL.

Todo individuo, y por ende, todo grupo, sociedad, estado ES CONFESIONAL, decir que es aconfesional es decir SOY NADA. Y la NADA NO PUEDE SER.

Es decir, que un "Estado aconfesional" es la mayor estupidez ilógica que puede salir por la boca de un ser humano. Para desgracia de mi país, España, tenemos:

Constitución Española de 1978. Artículo 16.3

Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.


Lo cual en teoría es precisamente lo que quiere decir, que el estado no tiene ninguna confesión.......por lo tanto se supone que es aconfesional

Veamos, España es un Estado aconfesional, pero veamos a nuestro amigo el diccionario (mientras no lo vayan cambiando según el régimen de turno):

laicismo. (De laico).
1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.


aconfesional.
1. adj. Que no pertenece o está adscrito a ninguna confesión religiosa. Estado, partido aconfesional

Entonces, y a la luz de esto, como católico ¿dónde "·$%·%&"· me sitúo yo con respecto al estado aconfesional de este régimen de democracia partitocrática? ¿Donde me sitúo si soy fiel al Magisterio?.

Por que una cosa es un Estado Laico y otra muy distinta un Estado Laicista. Vamos, creo que es una pregunta sencilla. Bendiciones.
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MensajePublicado: Mie May 14, 2008 11:48 pm    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Y antes de contestar recuerdan algo muy importante:

LAICISMO=APOSTASÍA

PRIMER MANDAMIENTO: AMARÁS A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS

Así que hermanos, dónde me quedo yo, pobre católico (yo lo sé absolutamente, pero me gustaría que otros reflexionaran, otro gallo nos cantaría). Bendiciones.
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Tomás Bertrán Mercader
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Ubicación: España

MensajePublicado: Jue May 15, 2008 12:48 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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Centremos el tema. Creo que aquí nadie habla de laicismo, sino de sana laicidad. como la definen los Papas.
Estamos de acuerdo de que el laicismo está totalmente en desacuerdo con la Iglesia. La sana laicidad no lo está:

Del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia

567 En el contexto del compromiso político del fiel laico, requiere un cuidado particular, la preparación para el ejercicio del poder, que los creyentes deben asumir, especialmente cuando sus conciudadanos les confían este encargo, según las reglas democráticas. Los cristianos aprecian el sistema democrático, « en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica »,1186 y rechazan los grupos ocultos de poder que buscan condicionar o subvertir el funcionamiento de las instituciones legítimas. El ejercicio de la autoridad debe asumir el carácter de servicio, se ha de desarrollar siempre en el ámbito de la ley moral para lograr el bien común: 1187 quien ejerce la autoridad política debe hacer converger las energías de todos los ciudadanos hacia este objetivo, no de forma autoritaria, sino valiéndose de la fuerza moral alimentada por la libertad.

568 El fiel laico está llamado a identificar, en las situaciones políticas concretas, las acciones realmente posibles para poner en práctica los principios y los valores morales propios de la vida social. Ello exige un método de discernimiento,1188 personal y comunitario, articulado en torno a algunos puntos claves: el conocimiento de las situaciones, analizadas con la ayuda de las ciencias sociales y de instrumentos adecuados; la reflexión sistemática sobre la realidad, a la luz del mensaje inmutable del Evangelio y de la enseñanza social de la Iglesia; la individuación de las opciones orientadas a hacer evolucionar en sentido positivo la situación presente. De la profundidad de la escucha y de la interpretación de la realidad derivan las opciones operativas concretas y eficaces; a las que, sin embargo, no se les debe atribuir nunca un valor absoluto, porque ningún problema puede ser resuelto de modo definitivo: « La fe nunca ha pretendido encerrar los contenidos socio-políticos en un esquema rígido, consciente de que la dimensión histórica en la que el hombre vive, impone verificar la presencia de situaciones imperfectas y a menudo rápidamente mutables ».1189


Mensaje de Juan Pablo II
a la Conferencia episcopal francesa
en el centenario
de la ley de separación de la Iglesia y el Estado,
de 11 de febrero de 2005


A monseñor Jean-Pierre Ricard, Arzobispo de Burdeos, Presidente de la Conferencia episcopal de Francia y a todos los obispos de Francia.

Queridos hermanos en el episcopado:

1. Durante vuestras visitas ad limina, me habéis hecho participe de vuestras preocupaciones y vuestras alegrías, poniendo de relieve las buenas relaciones que mantenéis con los responsables de la sociedad civil, por lo cual ni puedo menos de alegrarme. En nuestros encuentros abordé en vosotros la cuestión de las relaciones con las autoridades civiles desde la perspectiva del centenario de la ley de separación de la Iglesia y el Estado. Asimismo, en el discurso que dirigí a los obispos de la provincia de Besançon, el 27 de febrero de 2004, traté directamente sobre la cuestión de la laicidad.

2. En 1905, la ley de separación de la Iglesia y el Estado, que denunciaba el Concordato de 1804, fue un acontecimiento doloroso y traumático para la Iglesia en Francia. Esa ley regulaba el modo de vivir en Francia el principio de laicidad y, en ese marco, sólo mantenía la libertad de culto, relegando al mismo tiempo el hecho religioso a la esfera privada, sin reconocer a la vida religiosa y a la institución eclesial un lugar en el seno de la sociedad. La vida religiosa del hombre sólo se consideraba entonces como un simple sentimiento personal, desconociendo así la naturaleza profunda del hombre, ser a la vez personal y social en todas sus dimensiones, incluida su dimensión espiritual. Sin embargo, desde 1920, hay que agradecer al Gobierno francés el haber reconocido, en cierta manera, el lugar del hecho religioso en la vida social, la actividad religiosa personal y social, y la constitución jerárquica de la Iglesia, que es constitutiva de su unidad.

El centenario de esta ley puede ser hoy ocasión para reflexionar sobre la historia religiosa en Francia durante el siglo pasado, considerando los esfuerzos realizados por las diferentes partes enfrentadas para mantener el diálogo, esfuerzos coronados con el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y con el acuerdo estipulado en 1924, suscrito por el Gobierno de la República, descrito después en la encíclica de mi predecesor el Papa Pió XI, con fecha 18 de febrero de ese año, Maximam gravissimamque. A partir de 1921, después de años difíciles, por iniciativa del Gobierno francés, ya se habían entablado nuevas relaciones entre la República francesa y la Sede apostólica, que abrían el camino a un marco de negociación y cooperación. En este, marco, pudo ponerse en marcha un proceso de pacificación, en el respeto del orden jurídico, tanto civil como canónico. Este nuevo espíritu de comprensión mutua permitió entonces encontrar solución a cierto número de dificultades y hacer que todas las fuerzas del país contribuyeran al bien común, cada una en su propio ámbito.

En cierta manera, se puede decir que ya se había alcanzado una suerte de entendimiento día a día, que abría el camino a un acuerdo consensual de hecho sobre las cuestiones institucionales de importancia fundamental para la vida de la Iglesia. Esta paz, lograda progresivamente, ha llegado a ser una realidad profundamente arraigada en el pueblo francés. Permite a la Iglesia que está en Francia cumplir su misión con confianza y serenidad, y participar cada vez más activamente en la vida de la sociedad, respetando las competencias de cada uno.

3. Bien comprendido, el principio de laicidad, muy arraigado en vuestro país, pertenece también a la doctrina social de la Iglesia. Recuerda la necesidad de una justa separación de poderes (cf. Compendio de la doctrina social de la Iglesia, nn. 571-572), que se hace eco de la invitación de Cristo a sus discípulos: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» {Le 20, 25). Por su parte, la no confesionalidad del Estado, que es una no intromisión del poder civil en la vida de la Iglesia y de las diferentes religiones, así como en la esfera de lo espiritual, permite que todos los componentes de la sociedad trabajen juntos al servicio de todos y de la comunidad nacional.

Asimismo, como recordó el concilio ecuménico Vaticano II, la Iglesia no está llamada a gestionar el ámbito temporal, puesto que "en razón de su función y de su competencia, no se confunde, de ningún modo con la comunidad política y no está vinculada a ningún sistema politicón (Gaudium et spes, 76; cf. n. 42). Pero, al mismo tiempo, es preciso que todos trabajen por el interés general y por el bien común. Así se expresa también el Concilio: «La comunidad política y la Iglesia, (...) aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas» (ib., 76).

4. La aplicación de los principios de la doctrina social de la Iglesia ha permitido, entre otras cosas, nuevos desarrollos en las relaciones entre la Iglesia y el Estado en Francia, hasta llegar, durante los últimos años, a la creación de una instancia de diálogo al más alto nivel, abriendo el camino, por una parte, a la regulación de las cuestiones pendientes o de las dificultades que pueden presentarse en diferentes campos, y por otra, a la realización de un cierto número de colaboraciones en la vida social, con vistas al bien común. Así, pueden desarrollarse relaciones confiadas que permiten tratar las cuestiones institucionales, por lo que concierne a las personas, a las actividades y a los bienes,con espíritu de cooperación y de respeto mutuo. Me complacen también todas las formas de colaboración que se realizan de manera serena y confiada en los municipios, en las comunidades locales y en el seno de las regiones, gracias a la atención de las personas elegidas, del clero, de los fieles y de los hombres y mujeres de buena voluntad.

Conozco la estima en la que tenéis a los responsables de la nación y los vínculos que mantenéis con ellos, estando siempre dispuestos a aportar vuestra contribución a la reflexión, en los ámbitos donde se juega el futuro del hombre y de la sociedad, y con vistas a un mayor respeto de las personas y de su dignidad. Con vosotros, aliento a los fieles laicos en su deseo de servir a sus hermanos y hermanas con una participación cada vez más activa en la vida pública, pues, como dice el concilio Vaticano II, «la comunidad cristiana se siente verdadera e íntimamente solidaria del género humano y de su historia» (Gaudium et spes, 1). Los católicos de Francia, en razón de su condición de ciudadanos, como sus compatriotas, tienen el deber de participar, según sus competencias y en el respeto de sus convicciones, en los diferentes sectores de la vida pública.

5. El cristianismo ha desempeñado, y desempeña aún, un papel importante en la sociedad francesa, en los campos político, filosófico, artístico o literario. En el siglo XX, la Iglesia en Francia ha contado también con grandes pastores y grandes teólogos. Se puede decir que fue un período particularmente fecundo, incluso para la vida social. Henri de Lubac, Yves Congar, Marie-Dominique Chenu, Jacques y Raisa Maritain, Emmanuel Mounier, Robert Schuman, Edmond Michelet, Madeleine Delbrél, Gabriel Rosset, Georges Bernanos, Paul Claudel, Francois Mauriac, Jean Lacroix, Jean Guitton, Jérôme Lejeune, tantos nombres que han marcado el pensamiento y la praxis franceses, y que siguen siendo grandes figuras reconocidas no sólo por la comunidad eclesial sino también por la comunidad nacional.

Estas personas, al igual que otros muchos católicos, han ejercido una influencia decisiva en la vida social de vuestro país y algunos también en la construcción de Europa; todos fundaban su planteamiento intelectual y su actividad en los principios evangélicos. Puesto que amaban a Cristo, amaban también a los hombres y se entregaban a su servicio. Hoy corresponde a los católicos de vuestro país avanzar por el camino de sus predecesores. No se puede olvidar el papel tan importante que han desempeñado los valores cristianos en la construcción de Europa y en la vida de los pueblos del continente. El cristianismo ha modelado en gran parte el rostro de Europa, y a los hombres de hoy les corresponde edificar la sociedad europea sobre los valores que presidieron su nacimiento y que forman parte de su riqueza.

Francia no puede por menos de alegrarse de tener en su seno a hombres y mujeres que sacan del Evangelio, de su vida espiritual y de su vida cristiana, elementos y principios antropológicos que promueven una elevada idea del hombre, principios que les ayudan a cumplir su misión de ciudadanos, en todos los niveles de la vida social, para servir a sus hermanos los hombres, para participar en el bien común, para difundir la concordia, la paz, la justicia, la solidaridad y el buen entendimiento entre todos, en definitiva, para aportar con alegría su piedra a la construcción del cuerpo social.

A este propósito, conviene que hoy os preocupéis por intensificar cada vez más la formación de los fieles en la doctrina social de la Iglesia y en una reflexión filosófica seria, sobre todo la de los jóvenes que se preparan para desempeñar cargos importantes en puestos de decisión en el seno de la sociedad; deberán esforzarse por difundir los valores evangélicos y los fundamentos antropológicos seguros en los diferentes ámbitos de la vida social. Así, en vuestro país, la Iglesia se presentará a la cita con la historia. Los cristianos son conscientes de que tienen una misión que cumplir al servicio de sus hermanos, como dice uno de los textos mas antiguos de la literatura cristiana: «Es tan noble el puesto que Dios les ha asignado, que no les es lícito desertar de él» (Carta a Diogneto, VI, 10). Esta misión implica también para los fieles un compromiso personal, ya que supone dar testimonio de palabra y obra, viviendo los valores, morales y espirituales, y proponiéndolos a sus conciudadanos, en el respeto de la libertad de cada uno.

6. La crisis de valores y la falta de esperanza que se constata en Francia, y más ampliamente, en Occidente, forman parte de la crisis de identidad que atraviesan las sociedades modernas actuales; estas muy a menudo sólo proponen una vida fundada en el bienestar material, que no puede indicar el sentido de la existencia, ni dar los valores fundamentales para tomar decisiones libres y responsables, fuente de alegría y felicidad. La Iglesia se interroga sobre esta situación y desea que los valores religiosos, morales y espirituales, que forman parte del patrimonio de Francia, que han modelado su identidad y han forjado a generaciones de personas desde los primeros siglos del cristianismo, no caigan en el olvido. Por tanto, invito a los fieles de vuestro país, en la línea de la Carta a los católicos de Francia que les dirigisteis hace algunos años, a encontrar en su vida espiritual y eclesial la fuerza para participar en la res publica, y para dar nuevo impulso a la vicia social y una esperanza renovada a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. «Podemos pensar, con razón, que la suerte futura de la humanidad está en manos de aquellos que sean capaces de transmitir a las generaciones venideras razones para vivir y para esperar». (Gaudium et spes, 31).

Desde esta perspectiva, las relaciones y la colaboración confiada entre la Iglesia y el Estado no pueden por menos de tener efectos positivos para construir juntos lo que el Papa Pío XII ya definía como «legítima y sana laicidad» (Discurso a la colonia de las Marcas en Roma, 23 de marzo de 1958), que, como recordé en la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Europa, no ha de ser un «tipo de laicismo ideológico o separación hostil entre las instituciones civiles y las confesiones religiosas» (n. 117). Así, las fuerzas sociales, en lugar de ser antagonistas, estarán, cada vez más, al servicio de toda la población que vive en Francia. Confío en que este tipo de actividad permita afrontar las situaciones nuevas de la sociedad francesa actual, en particular en el marco pluriétnico, multicultural y multiconfesional de estos últimos años.

Reconocer la dimensión religiosa de las personas y de los componentes de la sociedad francesa, significa querer asociarla a las demás dimensiones de la vida nacional, para que aporte su dinamismo a la edificación social y para que las religiones no tiendan a refugiarse en un sectarismo que podría representar un peligro para el Estado mismo. La sociedad debe poder admitir que las personas, respetando a los demás y las leyes de la República, puedan manifestar su pertenencia religiosa. En caso contrario, se corre siempre el riesgo de un aislamiento de identidad y sectario, y del aumento de la intolerancia, que no pueden menos de entorpecer la convivencia y la concordia en el seno de la nación.

En razón de vuestra misión, estáis llamados a intervenir regularmente en el debate público sobre las grandes cuestiones de la sociedad. De igual modo, en nombre de su fe, los cristianos, personalmente o en asociaciones, deben poder tomar públicamente la palabra para expresar sus opiniones y manifestar sus convicciones, aportando así su contribución a los debates democráticos, interpelando al Estado y a sus conciudadanos sobre sus responsabilidades de hombres y mujeres, especialmente en el campo de los derechos fundamentales de la persona humana y del respeto de su dignidad, del progreso de la humanidad -que no puede buscarse a cualquier precio-, de la justicia y de la equidad, así como de la conservación del planeta, sectores que comprometen el futuro del hombre y de la humanidad, y la responsabilidad de cada generación. A esta condición, la laicidad, lejos de ser lugar de enfrentamiento, es verdaderamente el espacio para un diálogo constructivo, con el espíritu de los valores de libertad, igualdad y fraternidad, en los que el pueblo de Francia, con mucha razón, está fuertemente arraigado.

7. Sé que estáis muy atentos a la presencia de la Iglesia en los lugares donde se plantean las grandes y fundamentales cuestiones sobre el sentido de la existencia humana. Pienso -por nombrar sólo algunas particularmente significativas- en el sector hospitalario, donde la asistencia espiritual a los enfermos y al personal constituye una ayuda muy importante, así como en el ámbito de le educación, donde es preciso abrir a los jóvenes a la dimensión moral y espiritual de la vida, para permitirles desarrollar su personalidad íntegra.

En efecto, la educación no puede limitarse a una formación científica y técnica, sino que debe tener en cuenta todos los aspectos de la persona del joven. Con esta perspectiva trabaja la Enseñanza católica, de la que en vuestras diócesis sois vosotros los responsables. Conozco su preocupación por colaborar en la labor educativa, que compete a las autoridades civiles, pero también su deseo de mantener en el cuerpo docente y en la enseñanza su especificidad propia. Al Estado, por su parte, respetando las reglas establecidas, le corresponde garantizar también a las familias que lo deseen la posibilidad de hacer que se imparta a sus hijos la catequesis que necesitan, elaborando especialmente horarios convenientes para ello. Por otra parte, sin dimensión moral, los jóvenes no pueden por menos de sentir la tentación de la violencia y de comportamientos indignos de ellos, como se constata regularmente.

A este propósito, quisiera rendir homenaje a los numerosos santos y santas educadores, que han marcado la historia de vuestras Iglesias particulares y de la sociedad en Francia. Me complace recordar a vuestros dos últimos compatriotas, a quienes he canonizado, Marcelino Champagnat, que contribuyó ampliamente a la educación de la juventud en las zonas rurales de Francia, y Leonia Aviat, que se dedicó a ayudar a los pobres y creó escuelas para las muchachas en centros urbanos.

Sé que os esforzáis por formar a los sacerdotes, a los religiosos y las religiosas, y a los laicos, para que sean testigos y compañeros de sus hermanos, atentos a sus interrogantes y capaces de sostenerlos en su vida humana, y espiritual. A este propósito, os felicito por el trabajo valiente de profesores y educadores, en medio de los jóvenes de vuestro país, conociendo la delicadeza y la importancia de su misión.

8. He querido que el año 2005 sea para toda la comunidad eclesial Año de la Eucaristía. En la carta apostólica que escribí sobre este tema, recordé que «La "cultura de la Eucaristía" promueve una cultura del diálogo, que en ella encuentra fuerza y alimento. Se equivoca quien cree que la referencia pública a la fe menoscaba la justa autonomía del Estado y de las instituciones civiles, o que puede incluso fomentar actitudes de intolerancia» (Mane nobiscum Domine, 26). Por eso, os invito a vosotros, queridos hermanos en el episcopado, así como a todos los sacerdotes y fieles católicos de Francia, a sacar de la Eucaristía la fuerza para dar un testimonio renovado de los auténticos valores morales y religiosos, para proseguir un diálogo confiado y una colaboración serena con todos en el seno de la sociedad civil, y para ponerse al servicio de todos.

Al final de esta carta, quiero expresaros a vosotros y a todos vuestros compatriotas mi agradecimiento por lo que ya se ha hecho en el campo social y mi confianza en el futuro de un buen entendimiento entre todos los componentes de la sociedad francesa, entendimiento del que ya sois testigos. Que sepan todos vuestros compatriotas que los miembros de la comunidad católica de Francia desean vivir su fe en medio de sus hermanos y hermanas, y poner a disposición de todos sus competencias y sus talentos. Que nadie tenga miedo de la actividad religiosa de las personas y de los grupos sociales. Realizada en el respeto de la sana laicidad, no puede menos de ser fuente de dinamismo y promoción del hombre.

Aliento a los católicos franceses a estar presentes en todos los sectores de la sociedad civil, tanto en los barrios de las grandes ciudades como en la sociedad rural; tanto en el mundo de la economía, de la cultura y de las artes como en el de la política; tanto en las obras caritativas como en el sistema educativo, sanitario y social, manteniendo un diálogo sereno y respetuoso con todos. Deseo que todos los franceses trabajen unidos para el crecimiento de la sociedad, a fin de que todos se beneficien.


Ruego por el pueblo de Francia. Pienso, de modo especial, en las personas y las familias afectadas por dificultades económicas y sociales. Ojalá que se instaure una solidaridad cada vez mayor, para que nadie se vea marginado. Que en este período se preste mayor atención a las personas que no tienen ni vivienda ni comida.

Conservo el recuerdo de las diferentes visitas que he tenido la alegría de realizar a la amada tierra de Francia y, sobre todo, mi inolvidable peregrinación a Lourdes, lugar particularmente amado por los fieles de vuestro país y, más ampliamente, por todas las personas que quieren encomendarse a María. He podido apreciar la profundidad humana y espiritual de la actitud de hombres, mujeres y niños franceses que acuden a la gruta de Massabielle, testimoniando así el trabajo pastoral que realizáis en vuestras diócesis, con los sacerdotes, los religiosos, las religiosas y los laicos comprometidos en la misión de la Iglesia.

Encomendándoos a la intercesión de Nuestra Señora de Lourdes, a la que honramos muy particularmente en este día y a la que se venera en numerosos santuarios de vuestra tierra, y de todos los santos de vuestro país, os imparto a vosotros, así como a todos los fieles de vuestras diócesis, una afectuosa bendición apostólica.

Vaticano, 11 de febrero de 2005
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:02 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Tomás Bertrán Mercader escribió:
Centremos el tema. Creo que aquí nadie habla de laicismo, sino de sana laicidad. como la definen los Papas.
Estamos de acuerdo de que el laicismo está totalmente en desacuerdo con la Iglesia. La sana laicidad no lo está:


Por favor hermano, no te pongas a copiar los textos una y otra vez que el tema se hace ilegible y la gente sale espantada ante tanta letra.

La cosa esta clara, el Estado (Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano RAE) y la Iglesia (Congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo) son independientes. Eso es LAICIDAD.

Ahora bien, sabemos que cualquier obra humana que ignore a Dios, NO ES TENDENTE AL BIEN COMÚN, por tanto, el Estado es independiente, pero solo cumplirá su función desde la legitimidad si lo hace de acuerdo a la ley de Dios.

Lo contrario es laicismo y apostasía (vamos, lo que tenemos hoy día en la práctica totalidad de las "democracias liberales", por no decir todas). En ellas, la Ley de Dios, no cuenta, solo cuenta la "Ley de las mayorías", el hombre, por el hombre, y para el hombre. SOBERBIA SATÁNICA.

Bendiciones.
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LA FIESTA DEMOCRÁTICA DE LOS WICHIS EN ARGENTINA: http://www.youtube.com/watch?v=ApRThLYavcQ
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:04 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

semper_crucifero escribió:


Veamos, España es un Estado aconfesional, pero veamos a nuestro amigo el diccionario (mientras no lo vayan cambiando según el régimen de turno):

laicismo. (De laico).
1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.


aconfesional.
1. adj. Que no pertenece o está adscrito a ninguna confesión religiosa. Estado, partido aconfesional

Entonces, y a la luz de esto, como católico ¿dónde "·$%·%&"· me sitúo yo con respecto al estado aconfesional de este régimen de democracia partitocrática? ¿Donde me sitúo si soy fiel al Magisterio?.

Por que una cosa es un Estado Laico y otra muy distinta un Estado Laicista. Vamos, creo que es una pregunta sencilla. Bendiciones.


Semper, Semper, ¿quién ha hablado de laicismo?

Copio un excelente artículo de corazones.org sobre la diferencia que hay entre LAICISMO y LAICIDAD:

Tomado de: http://www.corazones.org/iglesia/mundo_iglesia/laicidad_laicismo.htm


Laicidad: Mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte

Laicismo: Hostilidad o indeferencia contra la religión.

La laicidad del Estado se fundamenta en la distinción entre los planos de lo secular y de lo religioso. Entre el Estado y la Iglesia debe existir, según el Concilio Vaticano II, un mutuo respeto a la autonomía de cada parte.

¡La laicidad no es el laicismo!
La laicidad del estado no debe equivaler a hostilidad o indiferencia contra la religión o contra la Iglesia. Mas bien dicha laicidad debería ser compatible con la cooperación con todas las confesiones religiosas dentro de los principios de libertad religiosa y neutralidad del Estado.

La base de la cooperación esta en que ejercer la religión es un derecho constitucional y beneficioso para la sociedad.


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Los orígenes de la laicidad en realidad se remontan al judeocristianismo (Por Àlex Seglers) forum libertas

Laicismo y militarismo van de la mano Forum Libertas

Es el laicismo quien haciendo desaparecer toda otra razón convierte al estado en la única razón.
La Revolución Francesa trasforma el ejército hasta convertirlo en la gran baza política. El bonapartismo –una obviedad olvidada- es el estadio superior de la versión ilustrada del laicismo de estado. Es su fase imperialista.

Todos los estados laicistas sean de perfil derechistas, sean de izquierdas, todos sin excepciones han asumido el militarismo como columna vertebral del estado. Laicismo y militarismo van de la mano, forman parte de un mismo proyecto, y el que conozca alguna excepción que levante el dedo.



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La Laicidad
Benedicto XVI
Extracto del discurso a los juristas católicos, 9 de diciembre, 2006.

Queridos hermanos y hermanas:

En el mundo de hoy la laicidad se entiende de varias maneras: no existe una sola laicidad, sino diversas, o, mejor dicho, existen múltiples maneras de entender y vivir la laicidad, maneras a veces opuestas e incluso contradictorias entre sí.

Para comprender el significado auténtico de la laicidad y explicar sus acepciones actuales, es preciso tener en cuenta el desarrollo histórico que ha tenido el concepto. La laicidad, nacida como indicación de la condición del simple fiel cristiano, no perteneciente ni al clero ni al estado religioso, durante la Edad Media revistió el significado de oposición entre los poderes civiles y las jerarquías eclesiásticas, y en los tiempos modernos ha asumido el de exclusión de la religión y de sus símbolos de la vida pública mediante su confinamiento al ámbito privado y a la conciencia individual. Así, ha sucedido que al término "laicidad" se le ha atribuido una acepción ideológica opuesta a la que tenía en su origen.

En realidad, hoy la laicidad se entiende por lo común como exclusión de la religión de los diversos ámbitos de la sociedad y como su confín en el ámbito de la conciencia individual. La laicidad se manifestaría en la total separación entre el Estado y la Iglesia, no teniendo esta última título alguno para intervenir sobre temas relativos a la vida y al comportamiento de los ciudadanos; la laicidad comportaría incluso la exclusión de los símbolos religiosos de los lugares públicos destinados al desempeño de las funciones propias de la comunidad política: oficinas, escuelas, tribunales, hospitales, cárceles, etc.

Basándose en estas múltiples maneras de concebir la laicidad, se habla hoy de pensamiento laico, de moral laica, de ciencia laica, de política laica. En efecto, en la base de esta concepción hay una visión a-religiosa de la vida, del pensamiento y de la moral, es decir, una visión en la que no hay lugar para Dios, para un Misterio que trascienda la pura razón, para una ley moral de valor absoluto, vigente en todo tiempo y en toda situación. Solamente dándose cuenta de esto se puede medir el peso de los problemas que entraña un término como laicidad, que parece haberse convertido en el emblema fundamental de la posmodernidad, en especial de la democracia moderna.

Por tanto, todos los creyentes, y de modo especial los creyentes en Cristo, tienen el deber de contribuir a elaborar un concepto de laicidad que, por una parte, reconozca a Dios y a su ley moral, a Cristo y a su Iglesia, el lugar que les corresponde en la vida humana, individual y social, y que, por otra, afirme y respete "la legítima autonomía de las realidades terrenas", entendiendo con esta expresión -como afirma el concilio Vaticano II- que "las cosas creadas y las sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aplicar y ordenar paulatinamente" (Gaudium et spes, 36).

Esta autonomía es una "exigencia legítima, que no sólo reclaman los hombres de nuestro tiempo, sino que está también de acuerdo con la voluntad del Creador, pues, por la condición misma de la creación, todas las cosas están dotadas de firmeza, verdad y bondad propias y de un orden y leyes propias, que el hombre debe respetar reconociendo los métodos propios de cada ciencia o arte" (ib.). Por el contrario, si con la expresión "autonomía de las realidades terrenas" se quisiera entender que "las cosas creadas no dependen de Dios y que el hombre puede utilizarlas sin referirlas al Creador", entonces la falsedad de esta opinión sería evidente para quien cree en Dios y en su presencia trascendente en el mundo creado (cf. ib.).

Esta afirmación conciliar constituye la base doctrinal de la "sana laicidad", la cual implica que las realidades terrenas ciertamente gozan de una autonomía efectiva de la esfera eclesiástica, pero no del orden moral. Por tanto, a la Iglesia no compete indicar cuál ordenamiento político y social se debe preferir, sino que es el pueblo quien debe decidir libremente los modos mejores y más adecuados de organizar la vida política. Toda intervención directa de la Iglesia en este campo sería una injerencia indebida.

Por otra parte, la "sana laicidad" implica que el Estado no considere la religión como un simple sentimiento individual, que se podría confinar al ámbito privado. Al contrario, la religión, al estar organizada también en estructuras visibles, como sucede con la Iglesia, se ha de reconocer como presencia comunitaria pública. Esto supone, además, que a cada confesión religiosa (con tal de que no esté en contraste con el orden moral y no sea peligrosa para el orden público) se le garantice el libre ejercicio de las actividades de culto -espirituales, culturales, educativas y caritativas- de la comunidad de los creyentes.

A la luz de estas consideraciones, ciertamente no es expresión de laicidad, sino su degeneración en laicismo, la hostilidad contra cualquier forma de relevancia política y cultural de la religión; en particular, contra la presencia de todo símbolo religioso en las instituciones públicas.

Tampoco es signo de sana laicidad negar a la comunidad cristiana, y a quienes la representan legítimamente, el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales que hoy interpelan la conciencia de todos los seres humanos, en particular de los legisladores y de los juristas. En efecto, no se trata de injerencia indebida de la Iglesia en la actividad legislativa, propia y exclusiva del Estado, sino de la afirmación y de la defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad. Estos valores, antes de ser cristianos, son humanos; por eso ante ellos no puede quedar indiferente y silenciosa la Iglesia, que tiene el deber de proclamar con firmeza la verdad sobre el hombre y sobre su destino.

Queridos juristas, vivimos en un período histórico admirable por los progresos que la humanidad ha realizado en muchos campos del derecho, de la cultura, de la comunicación, de la ciencia y de la tecnología. Pero en este mismo tiempo algunos intentan excluir a Dios de todos los ámbitos de la vida, presentándolo como antagonista del hombre. A los cristianos nos corresponde mostrar que Dios, en cambio, es amor y quiere el bien y la felicidad de todos los hombres. Tenemos el deber de hacer comprender que la ley moral que nos ha dado, y que se nos manifiesta con la voz de la conciencia, no tiene como finalidad oprimirnos, sino librarnos del mal y hacernos felices. Se trata de mostrar que sin Dios el hombre está perdido y que excluir la religión de la vida social, en particular la marginación del cristianismo, socava las bases mismas de la convivencia humana, pues antes de ser de orden social y político, estas bases son de orden moral.

[Traducción distribuida por la Santa Sede © Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana] ZS06121711


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LAICISMO
La laicidad del estado no debe confundirse con el laicismo que es incompatible con la libertad religiosa.

La ideología laicista es incompatible con la libertad religiosa. -Juan Pablo II, 24 enero, 2005.

«en el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública».

En el discurso al cuerpo diplomático pronunciado el 12 de enero de 2004, el Santo Padre había aclarado la diferencia que existe entre el «legítimo» «principio de laicidad» --«comprendido como la distinción entre la comunidad política y las religiones». Y añadía: «¡distinción no quiere decir ignorancia! ¡La laicidad no es el laicismo!».

«Un recto concepto de libertad religiosa no es compatible con esa ideología, que a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental»

En este contexto, «están creciendo las nuevas generaciones de españoles, influenciadas por el indiferentismo religioso, la ignorancia de la tradición cristiana con su rico patrimonio espiritual, y expuestas a la tentación de un permisivismo moral».

«La juventud tiene derecho, desde el inicio de su proceso formativo, a ser educada en la fe. La educación integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su importancia».

Relaciones Iglesia-Estado
El Papa presenta algunas directrices
11, feb, 2005 (Cf. Zenit, 12 marzo)

La Iglesia apoya el principio de laicidad según el cual hay separación de los papeles de la Iglesia y el Estado, siguiendo la prescripción de Cristo, «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» (Lucas 20:25). De hecho, el Concilio Vaticano II explicaba que la Iglesia no se identifica con ninguna comunidad política ni está limitada por lazos con ningún sistema político. Al mismo tiempo, tanto la comunidad política como la Iglesia sirven a las necesidades de las mismas personas y este servicio se llevará a cabo de modo más efectivo si hay cooperación entre ambas instituciones.

Pero la justa separación entre Iglesia y estado no significa que el estado niegue a la Iglesia su lugar en la sociedad o que se le niegue a los católicos cumplir su responsabilidad y derecho de participar en la vida pública. Un estado que no da espacio a la Iglesia en la sociedad cae en sectarismo. Esto podría conducir a un aumento de la intolerancia y a dañar la coexistencia de los grupos que forman la nación.

Con este fin se debe permitir a los cristianos hablar en público y expresar sus convicciones durante los debates democráticos, «desafiando al estado y a sus compañeros ciudadanos sobre sus responsabilidades como hombres y mujeres, especialmente en el campo de los derechos humanos fundamentales y del respeto por la dignidad humana, por el progreso de la humanidad, pero no a cualquier precio, por la justicia y la equidad, así como por la protección de nuestro planeta».

Mantener la libertad
Zenit, 12 marzo

El 24 de enero, 2005, el Papa se dirigió a un grupo de obispos españoles durante su visita a Roma. Habló de la propagación de la ideología laicista en la sociedad de aquel país «que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública» (No. 4). Además, «No se puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental», añadía el Santo Padre.

El Papa también insistía en que es necesario que los católicos busquen «el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según la voluntad divina». Y les animaba a ser testigos valientes de su fe en los diferentes ámbitos de la vida pública.

Fe y práctica
El año pasado, Juan Pablo II también tocó las relaciones Iglesia-Estado en su discurso a un grupo de obispos de Estados Unidos el 4 de diciembre, 2005. Dirigiéndose a los prelados de las provincias eclesiásticas de Louisville, Mobile y Nueva Orleáns, el Papa les animaba a que hicieran una prioridad pastoral del ayudar a los laicos a combinar armoniosamente los deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los que tienen como miembros de la sociedad humana.

Citando la «Lumen Gentium», No. 36, el Santo Padre afirmaba que los hombres y mujeres laicos, tras recibir una catequesis adecuada y una formación continua, han de tener clara su misión «para extender el Reino de Dios, a través de su actividad secular, ‘de suerte que el mundo se impregne del espíritu de Cristo y alcance más eficazmente su fin en la justicia, la caridad y la paz’» (No. 3).

Por eso, es necesario que los fieles reciban instrucciones claras sobre sus deberes como cristianos, y sobre su obligación de actuar de acuerdo con la enseñanza autorizada de la Iglesia, añadía el Papa. Y para quienes objetan que tal instrucción tiene un tono excesivamente político, Juan Pablo II establece claramente: «Aun respetando plenamente la separación legítima de la Iglesia y el Estado en la vida americana, esta catequesis debe también dejar claro que para el fiel cristiano no puede haber separación entre la fe que es para ser vivida y ponerla en práctica y su compromiso de participación total y responsable en la vida profesional, política y cultural» (No. 3).

Juan Pablo II urgía además a los obispos a que dieran prioridad a esta área en su trabajo. «Dada la importancia de estos temas para la vida y misión de la Iglesia en su país, les animaría a considerar el inculcar los principios doctrinales y morales subrayando el apostolado de los laicos como esencial en su ministerio de maestros y pastores de la Iglesia en América».
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:13 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Beatriz escribió:
Semper, Semper, ¿quién ha hablado de laicismo?


Pues yo, creo que la diferencia entre laicismo y laicidad esta claro tras los diversos aportes. También esta claro que la Iglesia propugna la "sana laicidad" y lo que ello supone.

¿Por qué no vamos un poco a la realidad de nuestro alrededor?. Como dije:

La cosa esta clara, el Estado (Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano) y la Iglesia (Congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo) son independientes. Eso es LAICIDAD. Añado "Sana Laicidad".

Ahora bien, sabemos que cualquier obra humana que ignore a Dios, NO ES TENDENTE AL BIEN COMÚN, por tanto, el Estado es independiente, pero solo cumplirá su función desde la legitimidad si lo hace de acuerdo a la ley de Dios.

Lo contrario es laicismo y apostasía (vamos, lo que tenemos hoy día en la práctica totalidad de las "democracias liberales", por no decir todas). En ellas, la Ley de Dios, no cuenta, solo cuenta la "Ley de las mayorías", el hombre, por el hombre, y para el hombre, con el hombre como medida de todo.

SOBERBIA SATÁNICA.

Eso es el laicismo. ¿Y qué tenemos en el mundo y donde una cosa u otra? ¿en qué países hay "sana laicidad" y dónde hay laicismo-apostasía?. Bendiciones.
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:14 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Cita:
Juan Pablo II establece claramente: «Aun respetando plenamente la separación legítima de la Iglesia y el Estado en la vida americana, esta catequesis debe también dejar claro que para el fiel cristiano no puede haber separación entre la fe que es para ser vivida y ponerla en práctica y su compromiso de participación total y responsable en la vida profesional, política y cultural» (No. 3).


Más claro, ni el agua...

Para los legisladores y políticos CRISTIANOS no hay separación entre su fe y su compromiso en la política. Cristo reina en los corazones...y si reinara en los corazones de todos los políticos y legisladores no veriamos las barbaridades que vemos actualmente.
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:20 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

semper_crucifero escribió:
Beatriz escribió:
Semper, Semper, ¿quién ha hablado de laicismo?


Pues yo, creo que la diferencia entre laicismo y laicidad esta claro tras los diversos aportes. También esta claro que la Iglesia propugna la "sana laicidad" y lo que ello supone.

¿Por qué no vamos un poco a la realidad de nuestro alrededor?. Como dije:

La cosa esta clara, el Estado (Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano) y la Iglesia (Congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo) son independientes. Eso es LAICIDAD. Añado "Sana Laicidad".

Ahora bien, sabemos que cualquier obra humana que ignore a Dios, NO ES TENDENTE AL BIEN COMÚN, por tanto, el Estado es independiente, pero solo cumplirá su función desde la legitimidad si lo hace de acuerdo a la ley de Dios.

Lo contrario es laicismo y apostasía (vamos, lo que tenemos hoy día en la práctica totalidad de las "democracias liberales", por no decir todas). En ellas, la Ley de Dios, no cuenta, solo cuenta la "Ley de las mayorías", el hombre, por el hombre, y para el hombre, con el hombre como medida de todo.

SOBERBIA SATÁNICA.

Eso es el laicismo. ¿Y qué tenemos en el mundo y donde una cosa u otra? ¿en qué países hay "sana laicidad" y dónde hay laicismo-apostasía?. Bendiciones.


Perfecto Semper. Veo que te das cuenta de la diferencia entre laicismo y sana laicidad. Otra cosa es que la sana laicidad perfecta no existe. La perfección sólo está en Dios. Pero dentro de la imperfección la Iglesia admite la sana laicidad. Y sabemos que esta sana laicidad es muy difícil encontrarla, y menos en Europa. Como ves estamos de acuerdo.
O sea, por mí dejo de darte cachetes a través del PC y doy por terminado el debate.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:28 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Porque creo que lo anterior esta más que claro, lo que quiero es ir al grano y que saquemos jugo al asunto. A la luz de lo dicho, fijémonos en dos simples apuntes "sin importancia":

CANADA:

http://www.bioeticaweb.com/content/view/987/55/
Canadá registra la natalidad más baja de su historia. Casi un aborto por cada tres nacimientos
Los canadienses han recibido con preocupación los últimos datos de natalidad, publicados en abril por Statscan, la oficina estadística nacional. En 2002, la tasa fue de 10,5 nacimientos por mil habitantes, la más baja desde que se empezó a registrar el dato, en 1921.


USA
http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/449/944/articulo.php?id=27879
30 años de aborto legal en USA
El 20% de las mujeres que abortaron eran casadas y el 80% eran solteras.
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.


Por eso el Santo Padre ha hecho un llamamiento a la SANA LAICIDAD, pero ya hemos visto como liberales de todo pelaje (y algunos bueno católicos despistados) han llegado a decir que USA y CANADA son un ejemplo a seguir................ nada más lejos de la verdad.

Y eso es lo que quiero dejar meridianamente claro de las declaraciones del Santo Padre, casi quirúrgicas para no "herir" sensibilidades laicistas.

Mi pregunta es ¿USA y CANADA, viven "sana laicidad" o "satánico laicismo"? ¿y el resto de países? ¿cuales son las causas?. Bendiciones.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:32 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Tomás Bertrán Mercader escribió:
Como ves estamos de acuerdo.
O sea, por mí dejo de darte cachetes a través del PC y doy por terminado el debate.


¡ Ah ! ¿Pero me dabas cachetes? Yo creía, que no te enterabas de lo que se escribía Smile.

No creo que sea conveniente terminar el debate, podemos continuarlo y MUCHO. Otra cosa es que te vayas a segundo plano para intervenir cuando lo estimes oportuno. Bendiciones.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:33 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Espero respuestas a mi anterior post (el primero de esta página). Bendiciones.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:35 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

semper_crucifero escribió:
Porque creo que lo anterior esta más que claro, lo que quiero es ir al grano y que saquemos jugo al asunto. A la luz de lo dicho, fijémonos en dos simples apuntes "sin importancia":

CANADA:

http://www.bioeticaweb.com/content/view/987/55/
Canadá registra la natalidad más baja de su historia. Casi un aborto por cada tres nacimientos
Los canadienses han recibido con preocupación los últimos datos de natalidad, publicados en abril por Statscan, la oficina estadística nacional. En 2002, la tasa fue de 10,5 nacimientos por mil habitantes, la más baja desde que se empezó a registrar el dato, en 1921.


USA
http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/449/944/articulo.php?id=27879
30 años de aborto legal en USA
El 20% de las mujeres que abortaron eran casadas y el 80% eran solteras.
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.

Mi pregunta es, a la luz de lo anterior y otras muchas cosas, ¿USA y CANADA, viven "sana laicidad" o "satánico laicismo"? ¿y el resto de países? ¿cuales son las causas?. Bendiciones.


Espero que las respuestas sean mejores que un lacónico "son las mejores sanas laicidades posibles" o algo por el estilo. Bendiciones.
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:39 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

semper_crucifero escribió:
Beatriz escribió:
Semper, Semper, ¿quién ha hablado de laicismo?


Pues yo, creo que la diferencia entre laicismo y laicidad esta claro tras los diversos aportes. También esta claro que la Iglesia propugna la "sana laicidad" y lo que ello supone.

¿Por qué no vamos un poco a la realidad de nuestro alrededor?.


Eso, tu realidad es la que se vive en España. La mía es la que se vive en el Perú.


Cita:
Como dije:

La cosa esta clara, el Estado (Conjunto de los órganos de gobierno de un país soberano) y la Iglesia (Congregación de los fieles cristianos en virtud del bautismo) son independientes. Eso es LAICIDAD. Añado "Sana Laicidad".


Me gusta más esta definición:

Laicidad: Mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada parte

Y resalto lo de mutuo respeto.

Cita:
Ahora bien, sabemos que cualquier obra humana que ignore a Dios, NO ES TENDENTE AL BIEN COMÚN, por tanto, el Estado es independiente, pero solo cumplirá su función desde la legitimidad si lo hace de acuerdo a la ley de Dios.


Si el presidente y los legisladores son cristianos SI cumplirán su función de acuerdo a la ley de Dios. Cristo reina en los corazones...

Cita:
Lo contrario es laicismo y apostasía (vamos, lo que tenemos hoy día en la práctica totalidad de las "democracias liberales", por no decir todas). En ellas, la Ley de Dios, no cuenta, solo cuenta la "Ley de las mayorías", el hombre, por el hombre, y para el hombre, con el hombre como medida de todo.


Porque los legisladores a pesar de ser bautizados católicos se comportan como si no lo fueran...Cristo no reina en sus corazones....

Cita:
SOBERBIA SATÁNICA.


No se puede tener dos amos: o Dios o el demonio.

Cita:
Eso es el laicismo. ¿Y qué tenemos en el mundo y donde una cosa u otra? ¿en qué países hay "sana laicidad" y dónde hay laicismo-apostasía?. Bendiciones.


En los países donde hay mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada uno, en los países donde la Iglesia tiene el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales, en los países donde no está prohibido los símbolos religiosos en las instituciones públicas, en los países donde no hay desprecio a lo religioso relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública
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Beatriz
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:44 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

semper_crucifero escribió:
semper_crucifero escribió:
Porque creo que lo anterior esta más que claro, lo que quiero es ir al grano y que saquemos jugo al asunto. A la luz de lo dicho, fijémonos en dos simples apuntes "sin importancia":

CANADA:

http://www.bioeticaweb.com/content/view/987/55/
Canadá registra la natalidad más baja de su historia. Casi un aborto por cada tres nacimientos
Los canadienses han recibido con preocupación los últimos datos de natalidad, publicados en abril por Statscan, la oficina estadística nacional. En 2002, la tasa fue de 10,5 nacimientos por mil habitantes, la más baja desde que se empezó a registrar el dato, en 1921.


USA
http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/449/944/articulo.php?id=27879
30 años de aborto legal en USA
El 20% de las mujeres que abortaron eran casadas y el 80% eran solteras.
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.

Mi pregunta es, a la luz de lo anterior y otras muchas cosas, ¿USA y CANADA, viven "sana laicidad" o "satánico laicismo"? ¿y el resto de países? ¿cuales son las causas?. Bendiciones.


Espero que las respuestas sean mejores que un lacónico "son las mejores sanas laicidades posibles" o algo por el estilo. Bendiciones.


Semper, parece que no te enteras qué es lo que la Iglesia considera "sana laicidad":

- Mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada uno

- la Iglesia tiene el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales

- No prohibición a los símbolos religiosos en las instituciones públicas

- No desprecio a lo religioso relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública
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Tomás Bertrán Mercader
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 1:57 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Ya sé que no temes los cachetes. Lo que temes son la velocidad de los cachetes. Esto me lo dijo un paraca, cuando lo de Ifni (tú eras un niño). Me dijo que él no temía a las balas, sino que lo que temía era a la velocidad que éstas llevaban.

Vamos a ver Semper. Nos afeitamos, ¿verdad?. Es una sana laicidad completa lo de EEUU y Canadá?. No. ¿De acuerdo?. ¿Dan libertad religiosa a los católicos?. Sí. Qué es mejor, la política que se ejerce en EEUU o la de España. Yo, con lo mala que es, prefiero la de EEUU. ¿Hay sana laicidad en el mjundo?. No. ¿Quisiera una sana laicidad como la Iglesia la propone?. Sí
¿Debe ser el Estado confesional?. La Iglesia dice que no
3. Bien comprendido, el principio de laicidad, muy arraigado en vuestro país, pertenece también a la doctrina social de la Iglesia. Recuerda la necesidad de una justa separación de poderes (cf. Compendio de la doctrina social de la Iglesia, nn. 571-572), que se hace eco de la invitación de Cristo a sus discípulos: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios» {Le 20, 25). Por su parte, la no confesionalidad del Estado, que es una no intromisión del poder civil en la vida de la Iglesia y de las diferentes religiones, así como en la esfera de lo espiritual, permite que todos los componentes de la sociedad trabajen juntos al servicio de todos y de la comunidad nacional.

Perdona por darte otro cachete al copiar otro texto, pero sé que tú eres una persona que entiendes el que se peguen textos, ya que tú también lo haces.
En fin, vuelvo a repetir que estamos de acuerdo, pero si te apetece seguir, ya que esto de los foros parece ser que es una cura para la ansiedad, pues seguimos.
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 2:17 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Cita:
Eso es el laicismo. ¿Y qué tenemos en el mundo y donde una cosa u otra? ¿en qué países hay "sana laicidad" y dónde hay laicismo-apostasía?. Bendiciones.



Sana laicidad hay en los países donde hay mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada uno, en los países donde la Iglesia tiene el derecho de pronunciarse sobre los problemas morales, en los países donde no está prohibido los símbolos religiosos en las instituciones públicas, en los países donde no hay desprecio a lo religioso relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública

Laicismo hay en los países donde NO hay mutuo respeto entre Iglesia y Estado, en los países donde la Iglesia NO tiene el derecho a pronunciarse sobre los problemas morales, en los países donde están PROHIBIDOS los símbolos religiosos (crucifijos, etc.) en las instituciones públicas, en los países donde hay DESPRECIO a lo religioso relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública.
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 2:33 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

semper_crucifero escribió:
semper_crucifero escribió:
Porque creo que lo anterior esta más que claro, lo que quiero es ir al grano y que saquemos jugo al asunto. A la luz de lo dicho, fijémonos en dos simples apuntes "sin importancia":

CANADA:

http://www.bioeticaweb.com/content/view/987/55/
Canadá registra la natalidad más baja de su historia. Casi un aborto por cada tres nacimientos
Los canadienses han recibido con preocupación los últimos datos de natalidad, publicados en abril por Statscan, la oficina estadística nacional. En 2002, la tasa fue de 10,5 nacimientos por mil habitantes, la más baja desde que se empezó a registrar el dato, en 1921.


USA
http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/449/944/articulo.php?id=27879
30 años de aborto legal en USA
El 20% de las mujeres que abortaron eran casadas y el 80% eran solteras.
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.

Mi pregunta es, a la luz de lo anterior y otras muchas cosas, ¿USA y CANADA, viven "sana laicidad" o "satánico laicismo"? ¿y el resto de países? ¿cuales son las causas?. Bendiciones.


Espero que las respuestas sean mejores que un lacónico "son las mejores sanas laicidades posibles" o algo por el estilo. Bendiciones.


Como le dije al principio a Miles, nadie ha alabado el pecado de esos países.

Estas confundiendo pecado con sana laicidad, tal como lo promueve la Iglesia.

¿Los obispos de Canadá no se pronuncian en contra del aborto en su país?

¿Los obispos de los EEUU no se pronuncian en contra del aborto en su país?

¿No denuncian públicamente y proclaman la gravedad de ese pecado?

¿No salen a las calles las comunidades cristianas para pronunciarse en contra del aborto y de esa cultura de la muerte?

Eso se puede hacer en el marco de una "sana laicidad"....

Cita:
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.


Si Cristo reinara en los corazones de los jueces y legisladores no veriamos estas barbaridades....
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 2:42 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Beatriz escribió:


Cita:
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.


Si Cristo reinara en los corazones de los jueces y legisladores no veriamos estas barbaridades....


¿Qué hacemos entonces? ¿Cuál es la solución? ¿Les ponemos una pistola en la cabeza a los jueces y legisladores para que gobiernen de acuerdo a la ley de Dios? no lo creo...¿qué puede hacer la Iglesia? evangelizar, evangelizar y evangelizar para que CRISTO REINE en los corazones de todos los jueces y legisladores del mundo entero para que gobiernen de acuerdo a la ley de Dios.
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 3:10 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Hay continuidad en el Magisterio de la Iglesia.

Carta Encíclica de San Pío X Sobre la Separación de la Iglesia y el Estado

"En tercer lugar, esta tesis niega el orden de la vida humana sabiamente establecido por Dios, orden que exige una verdadera concordia entre las dos sociedades, la religiosa y la civil. Porque ambas sociedades, aunque cada una dentro de su esfera, ejercen su autoridad sobre las mismas personas, y de aquí proviene necesariamente la frecuente existencia de cuestiones entre ellas, cuyo conocimiento y resolución pertenece a la competencia de la Iglesia y del Estado."

Magisterio actual: Mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado en la autonomía de cada una = SANA LAICIDAD

Concordia = mutuo respeto

cada una dentro de su esfera = autonomía


(hay que explicarlo con manzanitas...)

¿Cuál es la separación de Iglesia y Estado que denuncia Pio X como falsa y engañosa?

EL LAICISMO


- la dispersión y despojo de las órdenes y congregaciones religiosas
- la prohibición de todo lo que tuviese un significado religioso en los Tribunales, en las escuelas, en el ejército, en una palabra, en todas las instituciones públicas dependientes de la autoridad política.
- La completa separación entre Iglesia y Estado

Pueden leerlo aqui:

Carta Encíclica sobre Separación de la Iglesia y el Estado

“Habéis presenciado la violación legislativa de la santidad y de la indisolubilidad del matrimonio cristiano; la secularización de los hospitales y de las escuelas; la separación de los clérigos de sus estudios y de la disciplina eclesiástica para someterlos al servicio militar; la dispersión y el despojo de las órdenes y Congregaciones religiosas y la reducción consiguiente de sus individuos a los extremos de una total indigencia.

Conocéis también otras disposiciones legales: la abolición de aquella antigua costumbre de orar públicamente en la apertura de los Tribunales y en el comienzo de las sesiones parlamentarias; la supresión de las tradicionales señales de duelo en el día de Viernes Santo a bordo de los buques de guerra; la eliminación de todo cuanto prestaba al juramento judicial un carácter religioso, y la prohibición de todo lo que tuviese un significado religioso en los Tribunales, en las escuelas, en el ejército; en una palabra, en todas las instituciones públicas dependientes de la autoridad política. Estas medidas y otras parecidas, que poco a poco iban separando de hecho a la Iglesia del Estado, no eran sino jalones colocados intencionadamente en un camino que había de conducir a la más completa separación legal.”


Que no se diga que no hay continuidad.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 7:16 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Claro que hay continuidad, la continuidad creo que nadie la ha puesto en cuestión ¿verdad?. Al menos yo he defendido precisamente dicha continuidad y falta de contradicciones.

En ningun momento he dicho que "alguien ha alabado el pecado de esos países", todo lo contrario................ la verdad no sé dónde leéis.

Tampoco confundo pecado con la "sana laicidad".................ni idea de dónde leéis.

Y lo extraño es que os dirijis directamente a mi........bueno, habrá que explicarlo con peras y manzanas . Aunque mejor lo leeis tranquilos y sin ideas preconcebidas en la cabeza, será mejor.

A lo que quiero ir yo (y llevo varios post diciendolo) es que LA ENORME MAYORÍA DE LA GENTE, no entiende esto, saliendo de ello varias posturas:

1º) Los que creen que es una "rendición" al pecado (precisamente lo que temerariamente pensabais que yo pensaba). Caso de los lefrevistas y demás fauna que buscando "pureza" se hunden en "inmundicia", saltan de la barca que los mantiene secos para lanzarse al mar de tiburones.

2º) Los que confunden o son confundidos adrede para confundir sana laicidad con laicismo. Esto es lo que normalmente ocurre.

Y para que veais que no son tonterías las que planteo, os traigo un trozo del ideario de la red laicista Europa Laica:

En coherencia con sus postulados y objetivos, la Asociación "Europa Laica" propugna la laicidad, entendida como el establecimiento de las condiciones jurídicas, políticas y sociales idóneas para el desarrollo pleno de la libertad de conciencia, base de los Derechos Humanos.

Nuestra asociación se define como laicista, entendiendo por laicismo la defensa del pluralismo ideológico en pie de igualdad como regla fundamental del Estado de Derecho y el establecimiento de un marco jurídico adecuado y efectivo que lo garantice y lo proteja frente a toda interferencia de instituciones religiosas que implique ventajas o privilegios.

Por ello se alinea con el resto de las organizaciones laicistas europeas que defienden la consideración del ciudadano individual como el único titular de la libertad de conciencia y la distinción entre la esfera de lo público, que concierne a todos y a cada uno de los ciudadanos, independientemente de sus orientaciones en materia de conciencia, y la esfera de lo privado, lugar de las creencias particulares. En consecuencia, propugna la estricta separación de las iglesias y el Estado.

Para el logro de una sociedad laica en su sentido genuino y pleno, nuestra asociación considera fundamentales los principios siguientes:

1) El individuo, en tanto que ciudadano, es el único titular de la libertad de conciencia, que debe ser protegida por el ordenamiento jurídico. Toda fe o confesión religiosa es atributo de una conciencia individual, nunca de una entidad colectiva (pueblo, sociedad, estado o asociación). Es, pues, sólo la conciencia individual, tanto en la libertad de su fuero interno como en las actividades que ejerce en la vida práctica, la que tiene pleno derecho a ser protegida. Las entidades colectivas carecen de conciencia propia y no son, por lo tanto, sujetos de derecho en materia de libertad de conciencia.

2) Los individuos miembros de entidades colectivas poseen el derecho a que se protejan sus convicciones en el espacio propio de dichas entidades, sin más límite que los principios de igualdad de todos los ciudadanos (igualdad positiva) y de orden público sin discriminaciones (igualdad negativa).

3) Los poderes públicos, en el ámbito de su soberanía (supraestatal, estatal o intraestatal), deberán ser no confesionales y neutrales en materia religiosa. Ninguna asociación religiosa podrá recibir privilegios, excepciones o estatutos diferentes de las normas del derecho común. El Derecho Público no deberá reconocer institucionalmente las religiones.

4) Los poderes públicos deberán proteger la libertad religiosa y de culto, entendidas éstas como un aspecto del derecho de los individuos a la libre conciencia sin discriminaciones de ninguna clase, no como derechos de las confesiones religiosas como tales.

5) El instrumento básico para lograr una sociedad laica es la escuela pública, universal, no confesional y financiada íntegramente por el Estado. Dicha escuela deberá respetar y promover el pluralismo ideológico y la libertad de conciencia, cuya defensa debe ser uno de sus objetivos fundamentales.


Y ¿de dónde viene toda esa APOSTASÍA (precisamente el objetivo fundamental del LAICISMO)?. ¿Acaso es una predestinación?. ¿O aún no es el Dia del Juicio y lo que en realidad hacemos es nadar en la autocomplaciencia?.

¿Somos soldados de Cristo o somos simples "quejadores", simples carteles puestos en una esquina que ya nadie lee?. Como dijo S. S. Pablo VI en Evangelii Nuntiandi (1975):

"Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: "He aquí que hago nuevas todas las cosas" (46). Pero la verdad es que no hay humanidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo (47) y de la vida según el Evangelio (4). La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior y, si hubiera que resumirlo en una palabra, lo mejor sería decir que la Iglesia evangeliza cuando, por la sola fuerza divina del Mensaje que proclama (49), trata de convertir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos. ... y de sectores de la humanidad." (Evangelii Nuntiandi ).

Mi pregunta es ¿lo estamos haciendo? ¿lo hacemos?

"La propuesta de Cristo se ha de hacer a todos con confianza. Se ha de dirigir a los adultos, a las familias, a los jóvenes, a los niños, sin esconder nunca las exigencias más radicales del mensaje evangélico"
(Juan Pablo II, Novo Millennio Ineunte, 40.)

Para responder añado un excelente artículo del Cardenal Paúl Poupard:

7 Grandes desafíos al Evangelizar

1. El desafío de la verdad frente al pensamiento débil
2. Anunciar a Jesucristo en la era del New Age
3. Persona humana y familia
4. Ser cristiano en el mundo de la economía globalizada
5. Las nuevas sociedades multiculturales
6. La revolución informática
7. La tutela del medio ambiente


¿Lo hacemos o estamos fallando en nuestra misión?.

«Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no es que no crean en nada. Creen en cualquier cosa» Chesterton.

Bendiciones.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 7:23 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Nota: si alguien puede borrar las caras, mejor, no las he puesto yo.

Quisiera terminar por ahora mi intervención con una reflexión:

Es falsa la premisa de condenar la evangelización de "queja inútil" o "forzar voluntades".

La queja inútil es tan vacía como un cartel puesto en una pared que ya nadie visita y nadie ve. Y si se sabe de antemano que es inutil y no se acompaña de algo más............eso no es evangelización.

El forzar voluntades tampoco es lícito, pues a Cristo hay que aceptarlo voluntariamente, pues donde no hay amor, no hay aceptación de Cristo. La conversión ha de ser voluntaria.

Pero entre esas dos posturas hay todo un mundo donde están el TESTIMONIO DE FE y la AUTÉNTICA EVANGELIZACIÓN. Que cada uno haga examen de conciencia. Bendiciones.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 7:30 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
Responder citando

Beatriz escribió:
¿Los obispos de Canadá no se pronuncian en contra del aborto en su país?

Si ni siquiera se pronunciaran, malo.

¿Los obispos de los EEUU no se pronuncian en contra del aborto en su país?

Igual que los obispos de Canada.

¿No denuncian públicamente y proclaman la gravedad de ese pecado?

Si, mucha denuncia (bueno, seamos sinceros, sin molestar demasiado), pero poca movilización.

¿No salen a las calles las comunidades cristianas para pronunciarse en contra del aborto y de esa cultura de la muerte?

Poco y cada vez menos, al menos por lo que se llega a ver por los mass media. Y ¿de qué sirve pronunciarse en contra de determinadas cosas si cuando se vuelve a casa se esta uno callado en su entorno y no "crea" sociedad y cultura cristiana?. Eso es lo que hace la mayoría.

Eso se puede hacer en el marco de una "sana laicidad"....

Y fuera de ella, que le tenemos un miedo a la represión social, material o física horrorosa.

Cita:
El 22 de enero de 1973, dos fallos del Tribunal Supremo de Estados Unidos: Roe v. Wade y Doe v. Bolton, abrieron las puertas a la matanza de inocentes criaturas por nacer. En esos 30 años, murieron 41,216,423 bebés concebidos que no llegaron a nacer.


Si Cristo reinara en los corazones de los jueces y legisladores no veriamos estas barbaridades....

Pero consentir con ello es hacernos cómplices del pecado y faltar a la Caridad para con los mismos.


Claro que todo esto es hablando en términos generales. Porque todo se reduce a lo mismo ¿estamos evangelizando correctamente?. Bendiciones.
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semper_crucifero
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MensajePublicado: Jue May 15, 2008 7:40 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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Esa es la cuestión.

"y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?"

"Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación." (Ap. 13:4, 7)

Ahora, que aún en el caso de que estemos ya en el tiempo (que lo dudo muchísimo, más bien algunos quieren creer eso, pues la predestinación es consuelo de débiles) si la "guerra" se reduce a "quejarse formalmente" o "declararse en contra" o a juntar un día del año a mucha gente con pancartas y "buen rollito" para después irse a sus casas y seguir como si nada.....................

Eso es cualquier cosa menos guerra. Bendiciones.

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Tomás Bertrán Mercader
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Registrado: 01 Oct 2005
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Ubicación: España

MensajePublicado: Jue May 15, 2008 8:47 am    Asunto:
Tema: La sana laicidad de los Estados Unidos y Canadá
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¿Entonces cuál es tu solución para derrocar el laicismo e instaurar una sana laicidad?. Porque el evangelizar durante su vida dando ejemplo y dando la cara por Cristo jugándose su puesto de trabajo, o perdiendo amistades incluso en su propia familia, ser perseguido, etc....si quieres te los presento. Los conozco y sé de su testimonio. Y forman, los que se dedican a política, plataformas o partidos.......pero no de partido único. Partidos en donde la fe no se impone, se propone. Y libremente el otro la coge o no, ya que si Dios le ha dado libertad no vamos a ser nosotros más que Dios. ¿Qué solución propugnas?. ¿Las armas?. ¿La guerra santa?. Porque entonces se tendreía que abrir otro teme para saber si en el caso que estamos viviendo la guerra sería justa o no.
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