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Sobre Noé y el Diluvio

 
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Christifer
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Registrado: 13 Oct 2006
Mensajes: 3082
Ubicación: Regnum Granatense

MensajePublicado: Mie May 13, 2009 8:37 pm    Asunto: Sobre Noé y el Diluvio
Tema: Sobre Noé y el Diluvio
Responder citando

Una chica de catequesis me ha preguntado una serie de cosas sobre Noé y el Diluvio. Ahora no me acuerdo bien de las preguntas exactas pero más o menos serían;
- ¿Por qué Dios envió el diluvio para destruir a la Humanidad si ya había pensado mandar a su Hijo?
- ¿Por qué solo lo mandó en ese momento y no en otro? ¿Tan malos eran para merecer eso?

Gracias de antemano por las respuestas.
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TITO
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Registrado: 05 Oct 2005
Mensajes: 3967
Ubicación: Jalisco, Mexico.

MensajePublicado: Mie May 13, 2009 11:35 pm    Asunto:
Tema: Sobre Noé y el Diluvio
Responder citando

1.-Gn 6, 5-8.7, 1-5.10

1-1.

El escritor bíblico se preocupa de dibujar con trazos claros y decididos la situación de la humanidad: "al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón". "Todo en la tierra era corrupción". "Toda carne había corrompido su camino sobre la tierra".

Son palabras de este cap. 6 del Génesis.

El oscuro río del pecado se iba haciendo cada vez más ancho y funesto; el NO con que los hombres se enfrentaban a Dios era cada vez más profundo e insistente. Este cáncer del pecado que primeramente se había manifestado sólo en la persona de Caín, devoraba ya a toda la humanidad.

La figura de Dios: el escritor sagrado presenta una figura de Dios ingenua y genial el mismo tiempo, con la misma sencillez con que en el relato de la creación y del paraíso habla de las palabras, de las acciones y de los paseos de Dios a la brisa de la tarde, ahora escribe "al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra, y que todo su modo de pensar era siempre perverso, se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón".

Nos encontramos ante una humanización de Dios atrevida, incluso arriesgada e inaudita desde el punto de vista teológico. Parece que Dios no es el que lo sabe todo -el omnisciente- y que se ha visto sorprendido por el modo de obrar de los hombres, hasta el punto de sentir pesar y decidir la destrucción de la humanidad. La desilusión y el desaliento -sentimientos tan humanos- son proyectados sobre Dios, sin que por esto su figura aparezca disminuida a los ojos del justo del A.T. El escritor sagrado estaba tan convencido de la eternidad de Dios, de la espiritualidad de Dios y de la grandeza de Dios, que podía permitirse el lujo de humanizarlo hasta ese punto.

El hombre bíblico conoce la insuficiencia de sus propias afirmaciones respecto de Dios y como se encuentra en una relación dinámica y existencial con ese "tú" divino, puede hablar de un Dios que parece puramente humano. Lo que pretende decir es fruto de su piedad, aun cuando la forma de expresarlo sea insuficiente e incluso arriesgada desde el punto de vista teológico. En el fondo, este pesar de Dios, este arrepentimiento de Dios quieren dar a entender su gran interés por los hombres. "Y dijo Dios: Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, pues me pesa de haberlos hecho".

FATALISMO/PROVI: Cuando por la noche alguien deja sin apagar la estufa de gas y al día siguiente aparece toda la familia asfixiada en la cama, se dice: la suerte, el destino, el hado fatal. Cuando un empleado arroja una colilla encendida y como consecuencia de ello se incendia un almacén y mueren muchas personas, decimos la suerte, el destino; cuando las aguas desbordadas inundan una población y mueren centenares de personas decimos lo mismo. Los escritores bíblicos -hombres creyentes- nunca hablan así. Ellos no conocen la suerte ni el destino ni el hado fatal. Saben tan sólo de la providencia y gobierno de Dios, que abarca y guía a la humanidad y a cada hombre. La Biblia sabe tan sólo de la camaradería apasionada del Dios vivo que habla al hombre y exige su respuesta; que vive y sufre con él, que prevé y advierte, que juzga, condena y castiga, que salva, transforma y renueva.

El diluvio es un acto de castigo de Dios que acaba con el género humano y con toda criatura que existe para el hombre y por razón del hombre.

Alguno, apoyándose exclusivamente en su razón humana, puede decir: ¿Qué clase de Dios es éste, cuya cólera destruye de tal manera, que aniquila todo cuanto existe, aunque fue él quien anteriormente lo creó de la nada, y ahora dice: "Me arrepiento de haber hecho todo esto"?
Apoyándonos también en nuestra razón humana podemos invertir la lógica de este planteamiento si recordamos que el Dios de la revelación tiene una alta opinión del hombre -"lo has puesto un poco por debajo de los ángeles"- que reconoce al hombre un compañerismo y el diálogo personal; que lo ha elevado a imagen y semejanza suya, y podemos preguntarnos, ¿como puede permitir Dios que su compañero amontone culpa sobre culpa, pecado sobre pecado, crimen sobre crimen, sin decir: ya está bien, voy a acabar de una vez; fuera esta compañía?

Todo esto encierra un profundo misterio que no podemos discutir. No conocemos la santidad y la grandeza de Dios y por tanto, no podemos ni siquiera barruntar la malicia del pecado. Pero cuando hablamos de esto siempre pasamos por alto la incomprensible paciencia de Dios, su paciente espera, su inconcebible silencio. ¡Que los hombres le nieguen! ¡Que le desprecien a él y a su voluntad de una manera tan evidente! ¡Que se burlen de él de una manera tan grosera! ¡Que maltratan a sus criaturas y corrompan su mundo! ¡Y que lo corrompan sobre toda medida imaginable! ¿Cómo puede agradar todo esto a Dios?

-Considerado teológicamente la vulgaridad de una sola película blasfema es suficiente para destruir nuestro mundo.

-La osadía de unos cuantos pistoleros dispuestos a matar a su rehén si no se les entrega una cantidad de dinero es suficiente para destruir toda la vida del planeta.

-La desfachatez de unas mujeres que se atribuyen el derecho a destruir la vida de los seres que ellas deben de traer al mundo, es suficiente para desencadenar una catástrofe que termina con la vida de todos.

-Si se considera con los ojos de la fe, el castigo del diluvio no es incomprensible. Lo incomprensible es que sigamos viviendo.

Cuando S. Ignacio de Loyola hace contemplar al ejercitante el misterio del pecado y su malicia: la vileza del ofensor, la grandeza del ofendido, visto en su propio corazón y en su mundo, u se deje llevar de "exclamación admirativa con crecido afecto, discurriendo por todas las criaturas cómo me han dejado en vida y conservado en ella..", le hace pedir a Dios "crecido e intenso dolor y lágrimas por los pecados".

Por los nuestros y los de nuestro mundo.

1-2.

-El Señor vio que la maldad del hombre cundía en la tierra y que su corazón ideaba sólo malos pensamientos de continuo.

Al Señor le pesó de haber hecho al hombre en la tierra y se dolió en su corazón. Cuando el hombre daña a los demás o a sí mismo, ¡daña también a Dios! ¿Cuándo dejaremos de tener de Dios la idea de un ser petrificado e insensible? Ciertamente es preciso emplear aquí un lenguaje antropomórfico; pero ese modo de hablar que presta a Dios unas reacciones humanas, no deja de tener una profunda significación. Toda la revelación nos presenta a un Dios sensible a los sufrimientos humanos. El mal no le deja indiferente. Existe una incompatibilidad absoluta entre Dios y la maldad, entre Dios y la injusticia, entre Dios y la opresión, etc...

Toda la moral auténtica se basa en esta convicción que los comportamientos del hombre no son indiferentes, sino que van hasta comprometer a Dios: Dios quiere el bien y la felicidad... Dios va contra el mal y la desgracia... Al enviar a su Hijo para la salvación del mundo, Dios es fiel a sí mismo. Nos es un bien contemplar a «Dios dolido» por el mal que los hombres continúan haciendo hoy ¡como en tiempo del diluvio! Esto puede comprometernos a fondo a combatir con El enérgicamente.

-Pero Noé halló gracia a los ojos de Dios: «Tú eres el único justo que he visto en esta generación.»

Jesús, el único verdadero justo, será también quien salvará la raza humana de la perdición total.

Importancia de nuestras solidaridades interiores: todo hombre que "se" eleva, "eleva el mundo". Todo verdadero acto de justicia, de santidad, de amor, contribuye a la salvación de la humanidad.

-Entra en el arca, tú y tu familia, con siete animales de cada especie.

En todos esos detalles es patente la inverosimilitud de este relato, si se persiste en querer tomarlo en sentido literal.

Sin embargo, su significación simbólica es, en cambio, profundamente verdadera: el hombre es quien salva la naturaleza o la pierde. El único verdadero mal es el mal culpable: el que el hombre hace.

De otra parte, esta «arca de salvación», este barco de salvamento, lleno de seres vivos tan dispares, es una imagen de la Iglesia. Porque finalmente, Dios no quiere destruir, sino salvar. El mal no tendrá la última palabra, sigue repitiéndonos la Biblia. Jesús, «Dios salva», se vislumbra en el horizonte del diluvio universal, como salvador universal.

-Dentro de siete días haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches y exterminaré de sobre la haz del suelo todos los seres que hiciere.

Simbolismo del agua que destruye. El gran naufragio. El Mar Rojo que engulle a los opresores, cuando salen de Egipto los israelitas. El bautismo que «engulle» nuestros pecados con la muerte de Jesús.

Sería conveniente que de vez en cuando recordáramos que nuestro bautismo posee su sentido simbólico y real de un gran combate de Dios contra el mal: seamos conscientes del precio que Jesús pagó, del bautismo de sangre en el que fue sumergido. Nuestra vida de bautizados no puede ser una vida tranquila, como si el mal no existiera.

-Noé ejecutó todo lo que el Señor le había mandado.

Verdaderamente, Dios es el que salva. El hombre participa en ello por su libertad y su cooperación. Tu voluntad, Señor, es una voluntad de salvación. Tú quieres la vida. Y el verdadero diluvio es el mal capaz de destruir todo a su paso. Ayúdanos, Señor, a cooperar en tu proyecto. Haz que seamos "salvadores" contigo.

NOEL QUESSON
PALABRA DE DIOS PARA CADA DIA 5
PRIMERAS LECTURAS PARA EL TIEMPO ORDINARIO
DE LOS AÑO IMPARES
EDIT. CLARET/BARCELONA 1983.Pág. 70 s.
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¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20
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