Jaimevelbon Moderador

Registrado: 22 May 2006 Mensajes: 11627 Ubicación: México
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Publicado:
Mie Dic 19, 2007 3:07 pm Asunto:
Re: ¿Por qué debo confiar en lo que está escrito en la Bibli
Tema: ¿Por qué debo confiar en lo que está escrito en la Biblia? |
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Laurita_corazón escribió: | Mucho se ha dicho sobre la Biblia, que es inexacta, que le faltan libros, que el Vaticano tiene cosas escondidas, que ha sido mal interpretada, que la Iglesia ha adulterado los textos, etc, etc, etc.
Algo muy importante, la Iglesia no ha adulterado los textos. Eso lo hicieron algunas sectas.
¿Cuáles son los principales mitos que existen al respecto y cómo los derriban ustedes?
No existen mitos.
La Iglesia estableció el canon Bíblico hace ya muchos siglos. La controversia al respecto es el por qué no consideraron como inspirados otros libros, los cuales, muchos eran fantasiosos, inexactos o exagerados. Los protestantes, algunas sectas, al establecer la libertad de uso de la Biblia no consideraron inspirados algunos libros y los retiraron del canon bíblico.
De manera general, esa es toda la controversia alrrededor de la Biblia.
¿Cómo puedo llegar a entender que la Biblia es un libro confiable?
Confiable en cuanto te da información suficiente para que coozcas a Dios y busques la salvación, en eso es totalmente confiable.
NO ES un libro histórico
NO ES un cuento
NO ES un tratado científico.
Entonces, al considerar que la Biblia fue escrita a través del tiempo por distintos escritores y en distintas épocas, es un documento muy rico en estilos literarios, los cuales están unidos en una misma enseñanza, que se perfecciona en Cristo.
Gracias  |
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MCC 517
Catequista.....yo????? |
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TITO Moderador

Registrado: 05 Oct 2005 Mensajes: 3967 Ubicación: Jalisco, Mexico.
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Publicado:
Mie Dic 19, 2007 6:00 pm Asunto:
Tema: ¿Por qué debo confiar en lo que está escrito en la Biblia? |
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Preferencia dada a la Biblia Vulgata
Autor: Paulino Quevedo
Hoy por hoy, en la Iglesia, la versión oficial de la Biblia es la última edición de la Vulgata.
Breve preartículo
En artículos anteriores de esta serie, “Investigación teológica”, veíamos que, como en todo, también en Teología el criterio básico es el de la verdad objetiva; y que ante todos los fieles lanzados a los terrenos teológicos, sea sólo para estudiar o también para investigar, surgen diversos tipos de problemas, que iremos viendo en estos artículos.
Habíamos visto que durante más de un milenio existieron en el Imperio Romano diversas versiones de la Escritura, principalmente escritas en latín, que era la lengua común. Y como había diferencias entre dichas versiones, surgía el problema de elegir la que fuera más fiel a la Revelación divina.
En aquellos tiempos la cultura del pueblo cristiano era muy pobre, por lo que éste ni siquiera se planteaba explícitamente tal problema. Muchos ni siquiera sabían leer, y se contentaban con lo que se les leía. Y así, la autoridad cultural de San Jerónimo dio lugar a que se le diera preferencia a la versión de la Biblia que él elaboró, llamada Vulgata por estar escrita en el latín de uso común o latín vulgar.
Cuerpo del artículo
El uso de la Vulgata acabó por imponerse en el mundo cristiano y fue avalado por el Concilio de Trento (siglo XVI) en gran parte con motivo del surgimiento del protestantismo. El hecho fue que el Magisterio de la Iglesia decidió aceptar y declarar como auténtica una determinada versión de la Escritura, y eligió la versión de la Vulgata. En Trento la Vulgata fue declarada por el Magisterio como versión oficial de la Sagrada Escritura:
“Además, el mismo sacrosanto Concilio, considerando que podía venir no poca utilidad a la Iglesia de Dios, si de todas las ediciones latinas que corren de los sagrados libros, diera a conocer cuál haya de ser tenida por auténtica; establece y declara que esta misma antigua y vulgata edición que está aprobada por el largo uso de tantos siglos en la Iglesia misma, sea tenida por auténtica en las públicas lecciones, disputaciones, predicaciones y exposiciones, y que nadie, por cualquier pretexto, sea osado o presuma rechazarla. [...] que en adelante la Sagrada Escritura, y principalmente esta antigua y vulgata edición, se imprima de la manera más correcta posible” (Denz., n. 785-786; Denz.-Sch., n. 1506-1508).
Lo dicho en Trento tenía el peligro de que se interpretara como si la Vulgata hubiera de considerarse la versión auténtica de la Sagrada Escritura al margen de los textos originales, o de los más antiguos que se conservan. Pío XII salió al paso de tal posible falsa interpretación.
Lo que dijo Pío XII
En 1943, en su encíclica Divino afflante Spiritu Pío XII hizo algunas aclaraciones y comentarios sobre la Vulgata y lo que de ella había dicho el Concilio de Trento, introduciendo una distinción entre autenticidad crítica y autenticidad jurídica, e impulsando el estudio de la Sagrada Escritura a partir de los textos primitivos:
“En cuanto al hecho de que el Concilio de Trento quiso que la Vulgata fuera la versión latina, «que todos usasen como auténtica», ello a la verdad, como todos saben, sólo se refiere a la Iglesia latina y al uso público de la Escritura, y, sin género de duda, no disminuye en modo alguno la autoridad y valor de los textos originales. Porque no se trataba en aquella ocasión de textos originales, sino de las versiones latinas que en aquella época corrían, entre las cuales el mismo Concilio decretó con razón que debía ser preferida aquella que «ha sido aprobada en la Iglesia misma por el largo uso de tantos siglos».
“Así, pues, esta privilegiada autoridad o, como dicen, autenticidad de la Vulgata, no fue establecida por el Concilio por razones principalmente críticas, sino más bien por su uso legítimo en las Iglesias, durante el decurso de tantos siglos; uso a la verdad, que demuestra que la Vulgata, tal como la entendió y entiende la Iglesia, está totalmente inmune de todo error en materias de fe y costumbres; de suerte que, por testimonio y confirmación de la misma Iglesia, se puede citar con seguridad y sin peligro de errar en las disputas, lecciones y predicaciones; y, por tanto, este género de autenticidad no se llama con nombre primario crítica, sino más bien jurídica.
“Por lo cual, esta autoridad de la Vulgata en materias de doctrina no veda en modo alguno ―antes, por lo contrario, hoy más bien exige― que esta misma doctrina se compruebe y confirme también por los textos primitivos; ni tampoco que corrientemente se invoque el auxilio de esos mismos textos, con los que dondequiera y cada día más se patentice y exponga el recto sentido de las Sagradas Letras. Y ni siquiera prohíbe el decreto del Concilio de Trento que, para uso y provecho de los fieles y para más fácil inteligencia de la divina palabra, se hagan versiones en las lenguas vulgares, y eso aun tomándolas de los textos originales, como sabemos haberse hecho laudablemente en muchas partes, con aprobación de la autoridad de la Iglesia” (Denz., n. 2292; Denz.-Sch., n. 3825).
Pío XII sale al paso de posibles malas interpretaciones de lo dicho en el Concilio de Trento respecto a la Vulgata, aclarando que la preferencia o autenticidad que ahí se le dio sólo se refiere a la Iglesia latina y al uso público de la Escritura, y, sin género de duda, no disminuye en modo alguno la autoridad y valor de los textos originales. La Vulgata no pretende dejar atrás los textos originales, sino que es tan sólo la traducción preferida y considerada como auténtica en la lengua oficial de la Iglesia, que es el latín.
Y esto es así porque «ha sido aprobada en la Iglesia misma por el largo uso de tantos siglos», como se dijo en Trento. Pío XII aclara que ésta es una autenticidad jurídica, y la distingue de una autenticidad crítica; así evita que lo dicho en Trento se pueda interpretar en el sentido de que la Vulgata es la versión auténtica ―sin calificativos o absoluta― de la Sagrada Escritura, como si con ello se pretendiera dejar atrás los textos originales. Parece que Pío XII no quiso descalificar el calificativo de auténtica, usado en Trento, sino que prefirió distinguir entre una autenticidad jurídica y una autenticidad crítica.
La autenticidad absoluta sería la de los textos originales que se perdieron. La autenticidad jurídica en el fondo es un decreto del siguiente tenor: En la Iglesia latina úsese la Vulgata como versión auténtica de la Sagrada Escritura. Tal decreto obedece a que la Vulgata ha sido aprobada por el uso de siglos, dada la imperiosa necesidad de usar alguna versión latina de la Escritura; y por eso se aclara que sus virtudes dependen de que sea entendida como la entiende la Iglesia.
La autenticidad crítica es la que garantiza que una determinada versión de la Escritura es una traducción fiel a los manuscritos existentes, objetivamente; lo cual sólo puede lograrse con los mejores métodos críticos de que se va disponiendo en cada época. Las aclaraciones hechas por Pío XII dejan abierta la posibilidad e incluso la necesidad de que se estudien los textos primitivos a fin de que dondequiera y cada día más se patentice y exponga el recto sentido de las Sagradas Letras.
Todo lo anterior obedece, finalmente, al hecho de que las traducciones son correctas o incorrectas objetivamente, y no por autoridad; y a que las traducciones de la Escritura no son una excepción a esta regla, incluida la de la Vulgata. Lo que depende de la autoridad del Magisterio es el auténtico sentido de lo dicho en la Escritura, tanto en las traducciones como en los textos originales. Si la corrección de las traducciones dependiera de la autoridad del Magisterio, éste podría escribir su propia “sagrada escritura” en latín y en todas las otras lenguas. Desglosémoslo:
Las traducciones de los manuscritos antiguos a las versiones modernas de la Sagrada Escritura, incluida la de la Vulgata, son correctas o incorrectas objetivamente, y no porque alguien así lo diga, aunque sea el Magisterio o seamos nosotros.
Dificultad de definir infaliblemente toda la Sagrada Escritura
Un hecho relacionado con lo anterior, y que pudo ser uno de los motivos por los que Pío XII hizo las aclaraciones mencionadas, es que el Magisterio no puede declarar un definición infalible de la autenticidad global de toda la Vulgata ―de todo lo dicho en ella― ni de ninguna otra versión actual de la Sagrada Escritura.
La razón de ello es que la Escritura no está hecha sólo de proposiciones u oraciones enunciativas, sino también de oraciones interrogativas, imperativas, vocativas, exclamativas y quizá muchas otras que no son aptas para expresar verdades, y que, por lo mismo, no pueden ser definidas infaliblemente por el Magisterio.
El Magisterio ciertamente podría tomar todas esas oraciones no enunciativas y elaborar una proposición acerca de cada una, pero eso ya no sería la Escritura misma. El Magisterio también puede declarar que determinada versión de la Escritura es fiel a los textos originales, es decir, que la labor crítica y las traducciones están bien hechas; lo cual sería una declaración de la autenticidad crítica de la Escritura; pero eso tampoco puede ser definido infaliblemente, porque ha tenido lugar después del cierre de la Revelación pública debido a la muerte del último Apóstol.
De hecho, el Magisterio no ha querido declarar la autenticidad crítica ni siquiera de la Vulgata; y por eso Pío XII aclara que en el Concilio de Trento se declaró sólo su autenticidad jurídica. Desglosémoslo en forma de tesis:
La autenticidad global de toda la Sagrada Escritura ―de todo lo dicho en ella― es algo que no puede ser definido infaliblemente respecto a ninguna de sus versiones actuales.
Lo que dijo Juan Pablo II
Finalmente, en 1979 el Papa Juan Pablo II promulgó para toda la Iglesia, en la constitución apostólica Scripturarum thesaurus, la Nova Vulgata Bibliorum Sacrorum Editio, como nueva edición latina oficial de la Biblia. Al comparar esta última edición de la Vulgata con la edición anterior se hace notoria la pequeñez de las diferencias.
Los miles de manuscritos que se conservan, junto con las modernas técnicas de la crítica de textos antiguos, han logrado versiones de la Escritura que son muy fieles a la Revelación original, con una verificabilidad histórico-crítica muy superior a cualquier obra literaria antigua.
Además de eso, el Magisterio ha tenido sumo cuidado en que lo mejor de los estudios bíblicos sea vertido a la versión oficial de la Biblia en la lengua oficial de la Iglesia, que es el latín; versión que ha venido siendo, en cada tiempo, la última edición de la Vulgata.
El hecho es claro, a medida que nos alejamos del tiempo de composición de los manuscritos las diferencias entre las distintas versiones de la Escritura se hacen más y más pequeñas, en vez de hacerse más grandes. Por tanto, hoy, además de la autoridad que le da el Magisterio de la Iglesia, el texto de la Nova Vulgata es de una gran confiabilidad crítica. _________________ ¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal;
que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo! Isaías 5,20 |
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